La urbanización 1. Bea.
Historia de los habitantes de una urbanización de lujo en cualquier lugar de España
LA URBANIZACIÓN 1. BEA
En la urbanización, la piscina era un lugar natural de encuentro. Allí se daban cita varias generaciones que prácticamente no se relacionaban. Los niños, muy pocos, eran siempre ruidosos y los adolescentes hacían sus payasadas y ritos de cortejo sin tapujos. Después estaban las parejas maduras con hijos mayores que tenían su nicho habitual cerca del césped. Era una comunidad muy “moderna” y las madres, y las más mayores como Beatriz, casi siempre se lucían en topless por contrapunto de las más jovencitas y pudorosas. Dado que era una urbanización de alto standing, casi todas las mujeres que mostraban sus pechos estaban operadas, cosa que se podían permitir. Cuando se caen por la edad, lo más práctico es una reconstrucción mamaria si se quiere seguir estando en el mercado del cuerpo.
Beatriz y Federico habían comprado la casa hacía unos escasos dos meses y era el primer verano que pasaban allí. Todavía se estaban adaptando al entorno y a los vecinos. Su casa está situada junto a uno de los pequeños jardines que había en toda la urbanización y relativamente cerca de la piscina comunitaria. Aunque cada casa tiene piscina propia, la comunitaria, con un estupendo bar, se convierte en verano en un centro de reunión, sobre todo por las mañanas.
Charo y Pepa, eran vecinas de Beatriz, a la que todos llamaban Bea, y de Federico, que respondía a Fede. La pareja lesbiana vivía en un chalet a cien metros de la piscina comunal. Era una pareja joven, unos treinta y cinco años aproximadamente, sin hijos y ambas muy guapas.
Desde que se conocieron, Bea se sintió atraída por Charo. Tanto Charo como Bea eran dos mujeres altas, 1.75, de estatura, y de complexión muy diferente. Bea tenía ya 50 años y sus formas eran muy redondeadas y rotundas. Se mantenía muy en forma con largas sesiones de entrenamiento. Por contra, Charo era una mujer de tipo andrógino: pelo muy corto, escaso pecho, delgada, con una musculatura muy desarrollada y con un culo muy bien formado y prieto. Su profesión era la de asesora financiera y practicaba las artes marciales desde muy pequeña. Estaba en una perfecta forma física. Su mujer, Pepa, había sido piloto de combate de las fuerzas aéreas y ahora era piloto de línea aérea por lo que siempre estaba viajando y sus estancias en la casa eran cortas.
Charo solía tomar el sol en la piscina comunitaria todas las mañanas, su trabajo lo realizaba al parecer más bien de tarde-noche, pues sus clientes principales pertenecían a otra franja horaria. Su esbelto cuerpo era un lujo para cualquiera. Desplegaba su toalla en la tumbona y, prácticamente, se desnudaba completamente a excepción de un escueto tanga que mostraba mas que tapaba. Era un espectáculo verla. Pero en la urbanización todos, o casi todos, eran guapos y guapas y con cuerpos cuidados. Cosas del estatus social y económico que permite gastar mucho dinero en cuidar la alimentación y el cuerpo. Esa gente vive del cuerpo, y muchas veces del cuento, y hay que cuidar la imagen. Por tanto era muy normal ver cuerpos de gimnasio, mostrando casi todo, en los alrededores del bar comunitario y de la piscina. Charo se tomaba siempre un manhattan a eso de las 13 horas y un poco mas tarde se retiraba a su casa a comer, descansar un poco y comenzar su trabajo vespertino. Cuando estaba Pepa en casa, la comandante Josefa Suárez de la Reguera, ese ritual lo hacían las dos. Aunque cuando estaban juntas Charo solía ser bastante mas recatada y usaba un bikini en lugar del tanga, al igual que Pepa. El carácter de esta última era mucho mas reservado y menos exhibicionista.
Por otra parte, Bea, era una madura mas que interesante. Su cuerpo era diferente al de Charo. Eran de la misma estatura, pero sus formas distaban mucho de ser semejantes. Anatómicamente Bea tenía los pechos mas grandes y el trasero contundente con algún retoque aquí y allá. Era una niña rica. Su marido, Fede, tenía una consultora de certificación que le producía unos enormes ingresos. Por otra parte, ella era heredera de un pequeño imperio de perfumes y cosmética. Sus tiendas estaban en toda la Unión Europea y le producían unos beneficios excelentes que ella gastaba sin pudor ni remordimiento. Fede era su tercer marido y parecía que con él había llegado la estabilidad. Sus dos hijos, habidos en el segundo de sus matrimonios, eran ya mayores, 25 Julia y 22 años Martín, y vivían su vida, la primera trabajando en la empresa materna y el segundo terminando sus estudios en Oxford.
Bea se enamoró, o mejor dicho se encaprichó, de Charo en cuanto llegaron a la urbanización. Ellas vivían allí desde hacía mas tiempo y cuando la pareja compró la casa unos de los primeros vecinos que conocieron fueron precisamente Pepa y Charo. Estuvieron conversando un rato mientras recibían la bienvenida de las vecinas y Bea no dejó ni un segundo en desnudar a su recién conocida con la mirada. Cuando se despidieron, Fede comentó a su esposa. -¡Anda que no eres tu discreta! Un poco mas y te tiras encima de la vecina. ¡Joder que ímpetu! ¡Modérate que nos van a echar de aquí!
-Es que está muy buena la tía, dijo Bea. Me la tiraba ahora mismo. ¿Te la imaginas atada, con la otra mirando como la follo? Sería la hostia.
-Si claro, y yo follándome a la rubia mientras tanto. ¡Tu estás majara!- Rió Fede ante la salida de su mujer.
-Pues que quieres que te diga. Yo lo voy a intentar y ya te cuento si lo consigo. Voy a ver como acercarme a ella. Pero si puedo, me la follo. Y a su mujer también.
-Pues tu misma. A ver como se te da. Ya me cuentas. Pero lo mismo te sería mas fácil tirarte a Rodrigo, ese que está siempre jugando al paddle y que no te pierde de vista cada vez que vas a la piscina. Está loquito por echarte un polvo.
-Bah. Es un cateto sin ninguna clase. En cambio, Charo…
-Vale, vale. Me estás poniendo celoso. ¿Te apetece una pequeña sesión de sexo?
-Lo que quieras, cielo. Yo también me he puesto cachonda pensando en esa belleza.
En ese momento Fede cambió. Se dirigió hacia Bea y la agarró por el pelo y comenzó a morrerala a conciencia. Se separó un poco para ver la cara llena de babas de ella y le ordenó que abriera la boca. A continuación escupió saliva en la cara, la cual resbaló hasta su boca. Ella con su mano esparció toda la saliva por boca y cara y se relamió con gesto obsceno. Fede le dio un par de bofetadas y le dijo que se desnudara. Bea obedeció quedando en pocos momentos desnuda totalmente salvo por las sandalias.
-Ponte las muñequeras, quiero colgarte-, dijo Fede.
Bea abríó un armario y extrajo un par de muñequeras que se afanó en colocarse. Las muñequeras llevaban unas anilllas para así facilitar su engarce. Bea y su marido se dirigieron a una habitación al fondo del pasillo que siempre estaba cerrada con llave. Esa habitación la encargaron a una empresa especializada y estuvo lista antes de ocupar la casa. Abrieron la puerta y entraron en una estancia sin ventanas y con las paredes pintadas de negro. Era espaciosa y del techo colgaban cadenas y anillas y en el suelo una serie de fijaciones. En un lateral se situaba una repisa con instrumentos como látigos y una gran variedad de consoladores en diversos tamaños. Unos antifaces y peras para enemas completaban la colección. Una ducha en otro rincón complementaba el oscuro lugar que semejaba una mazmorra, moderna eso si. Bea fue colgada por las muñecas a unas sujecciones en una barra que hacia que su brazos quedaran estirados. Los tobillos fueron sujetados igualmente a un separador. Su cuerpo formaba una X con los pechos subidos y las piernas abiertas de manera que mostraban su depilado sexo que brillaba por la excitación que ya tenía. Fede no se cansaba de mirar y admirar a su esposa con esas curvas tan apetecibles y que eran de su propiedad cuando jugaban al sexo sado. Con una serie de poleas el cuerpo de la esclava quedó prácticamente suspendido y solo los dedos de sus pies tocaban el suelo teniendo que permanecer de puntillas al haber sido despojada de sus sandalias. De esta manera Beatriz quedaba expuesta a los caprichos de su dueño y sin posibilidad de moverse en exceso. La postura era idónea para ser flagelada o para ser follada con dildos o vibradores. A este efecto le colocó un cinturón de cuero con diferentes anillas que permitían sujeciones diversas.
-Esclava, te dejo elegir donde quieres que te azote. Tetas, espalda y culo o barriga y muslos. Tu decides. Te daré veinte golpes. Los dos últimos serán en la vulva con una fusta. Pero los otros puedes elegir.
-Amo, te rogaría que me dieras la mitad entre la espalda y el culo y la otra mitad en las tetas y la barriga.
-Buena elección. Veo que estás muy caliente. Usaré un látigo suave, pero antes creo que te voy a penetrar con un vibrador, quiero que estés mas sensible cuando te castigue.
Beatriz se mojo los labios con la lengua recreándose en lo que le esperaba. Era masoquista, siempre lo había sido, pero su instinto de sumisa era mas cercano al juego sexual moderado que al dolor intenso o a la esclavitud. En su vida normal no era en ningún caso esclava, sino una mujer independiente que no se dejaba avasallar por su marido. En este plano estaban en igualdad. Pero en muchos de sus juegos sexuales era ella siempre la que ejercía el rol de sumisa. Miraba a su amo que se acercó a la estantería y, después de sopesar los tamaños, se hizo con un plug anal con vibración. La esclava vio que iba a ser penetrada por el ano y se preparó para soportar la introducción del plug. Después de untar meticulosamente el plug con crema lubricante, se acerco a ella y, abriéndo sus nalgas, introdujo lentamente el plug en su agujero trasero hasta que consiguió colocarlo entero. Paso una cadenita por una anilla que tenía el plug y unió un extremo por detrás al cinturon, mientras que pasaba el otro extremo por el centro de los labios vaginales tensándola y fijándola a la parte delantera. El plug quedaba tenso y la cadena apretaba directamente el clítoris de la mujer. Con un pequeño mando a distancia conectó la vibración a media potencia y se detuvo a contemplar a la sumisa, viendo como las vibraciones del plug se trasmitían a las cadenitas haciendo incidencia en su clítoris. Bea comenzó a gozar de la caricia interna y externa y eso se reflejaba en su cara. Observó como su marido comenzaba a desnudarse lentamente recreándose para que ella los observara todo. Sabía que era deseado y por eso lo hacía despacio para ofrecerle un buen espectáculo. Cuando quedó desnudo se notaba perfectamente la gran erección de su polla. No era un miembro descomunal, unos 14 centímetro pero si mas grueso de lo habitual. Eso le hacía un buen amante para sus parejas sexuales que se veían penetradas por una verga mas que suficiente.
Fede se acercó al cuerpo de su mujer que se estaba moviendo acompasada a las vibraciones de su plug anal. Ya desnudo completamente frotó su miembro contra el encadenado coño de la esclava. Ese movimiento la hizo estremecer de deseo y pensó que le gustaría estar desatada y agarrar esa polla con las dos manos y menearla de arriba abajo; tenerla en su poder y controlar el placer de su amante. Sin embargo el no poder efectuar ningún movimiento le proporcionaba un morbo increíble al no tener el mínimo control sobre lo que ocurría y depender de los caprichos del hombre, de su amo sexual. El amo, sin decir palabra, tomó en su mano uno de los látigos de cuero con varias “colas” y lo acercó a la cara de ella para que viera bien su aspecto y lo que le esperaba. Comenzó con un latigazo en la espalda, seguido de otro en su nalga derecha y así, alternado, hasta ocho golpes. La respiración de la esclava se agitaba mas a cada trallazo que, si bien no eran demasiado fuertes, le producían un picor intenso en la piel golpeada. Situándose en el lateral derecho, y mirando fijamente a los ojos de su presa, comenzó por su pecho derecho dando un sonoro latigazo en él. Continuó con el pecho izquierdo, dos latigazos en el vientre y dos mas en el monte de venus, que la hizo retorcerse de dolor y placer, y terminó con uno en cada pecho centrando los golpes en los pezones. Bea se agitaba y ya se había corrido un par de veces entre los flagelos y las vibraciones en su ano y clítoris. Su amo le liberó de la cadenita que oprimía sus labios vaginales y tomó una fusta de pala ancha para restregársela en el coño durante un momento. Sin solución de continuidad propinó un fuerte golpetazo en su sexo que abarcó los labios y el clítoris. Ella gritó de dolor y placer con su respiración cada vez mas agitada. Prosiguió la lenta masturbación con la fusta, hasta que llegó el ultimo golpe. Este fue el mas fuerte de todos y Bea tembló y aulló de nuevo porque inmediatamente después del golpe sufrió un intenso orgasmo que le hizo quedar colgada casi sin aliento y sin conciencia, con todos los sentidos concentrados en el placer brutal que había sentido. En eso, su amo y marido, era excepcionalmente hábil y podía pasar del dolor al placer en cuestión de segundos.
Bea abrió los ojos y observó como la barra que sujetaba sus tobillos fue elevada por una polea y como su amo le colocó un arnés a la altura de los riñones para que estuviera suspendida y cómoda. Sabía que lo que le esperaba ahora era una follada vaginal o anal. En efecto, después de acomodarla convenientemente, su amo introdujo lentamente su grueso miembro en la vagina., mientras que aceleraba la vibración del plug anal.
-Imagínate que eres tu la que está follando a Charo mientras que la “comandante” mira sin poder hacer nada como te la tiras. ¿Te gustaría, verdad, guarra?
-Joder, amo, mucho y si tu estuvieras comiéndole el coño a la rubia mas. Que notara como lo come un hombre como es debido.
Con estas frases y el estímulo de la doble penetración, Bea tuvo otro intenso orgasmo que la llevó al cielo. Fede siguió bombeando un rato hasta que, bruscamente, se retiró. También retiro de un sólo movimiento al intruso del ano y acomodo su verga en la entrada del trasero de la dolorida mujer. De un certero golpe de riñón clavo toda su polla en el recto mientras que Bea aullaba de nuevo por el impacto que le producía estar llena por detrás. Con movimientos espasmódicos el amo no tardó en expulsar su semen dentro de la esclava mientras que ésta volvía a experimentar otra intensa corrida. Después del orgasmo mutuo, el amo introdujo sus dedos en el ano de la esclava y sacando parte de la lefa se lo acercó a la boca de ella para que los limpiara en señal de sumisión, lo que hizo con gran deleite. El semen masculino era una de sus debilidades y le volvía loca.
-Uffff, -dijo Bea-. Ha sido fantástico, me tratas como se debe a una perra como yo. Pero creo que ya está bien por hoy, estoy desecha. Bájame por favor.
-No se si dejarte ahí toda la noche en pelotas y con todos tus agujeros cerrados. ¿Que te parece?
-No por favor, que estoy muy cansada. Me duelen los brazos y las piernas. Ten en cuenta que ya no soy una jovencita.
-En eso estamos de acuerdo, pero sigues siendo mi esclava favorita y estás muy, pero que muy buena. ¡Venga, te bajo! Tomamos algo y nos vamos a la cama.
Bea pasó un buen rato en la ducha recordando sus recientes juegos. Este había sido mas intenso que de costumbre, seguramente propiciado por el “encoñamiento” de la mujer con su vecina. Tenia una idea fija de que esa chica debía ser suya a toda costa. Había que trazar un buen plan para seducirla.
Vestida unicamente con una bata se presentó en la cocina y se sentó a la mesa en una silla enfrente de Fede para cenar lo que él había preparado. Interpeló a su marido de este modo: -Joder, me he obsesionado con esa mujer. Mira que me he tenido que masturbar en la ducha al pensar en ella. Es un capricho, pero desde luego es muy fuerte. No me había pasado nunca desde que me emperré con aquel camarero del club. ¿te acuerdas'
-Claro que me acuerdo. Anda que no me costó el caprichito. Te lo tuviste que follar a toda costa y eso que era gay. Pues tu a lo tuyo y no paraste hasta conseguirlo, aunque para ello tuviera yo que follármelo también.
-Y no sabes como te lo agradecí, y te lo agradezco. Pero es que estaba tan bueno, era tan lindo y tan tierno que no podía dejarlo escapar, ¿sabes que ahora se ha casado con un hombre mayor, un profesor de la Universidad? Tiene por lo menos 15 años mas que él, pero son felices al parecer.
-¿Y que se te ha ocurrido para seducirla? Porque siendo lesbianas va a ser complicado que yo te pueda ayudar.
-Tengo que planificar bien todo, hacerme amiga de ellas, porque pienso que la clave es la comandante. En cuanto la tenga en el bote Charo caerá detrás, o al menos eso creo. Creo que la mas débil es Pepa y por ahí es por donde he de atacar.
-Pues suerte cariño.
Beatriz se fue a la cama trazando varias lineas de actuación.
¿Como lo haría, cual sería la mejor manera de hacerse con ellas?
Continuará.