La universitaria (1)

Una joven universitaria y un vecino maduro buscan al astuto pornógrafo que todos llevamos dentro.

El movil sonó en la otra habitación, el maldito tono de regueton que odiaba. Pero el insistía. Marta era idiota y no sabía cómo controlar su propio movil, Mateo le había instalado algún regalo más, un programa de seguimiento, uno espía de mensajes, todo un rosario de cosas denunciables. No importaba demasiado, ella solo lo utilizaba con sus padres, las amigas del pueblo y alguna cosa de la uni para disimular.

Y a Carlos le gustaba.  Las raíces son importantes decía, que pedazo de cabrón.

Un desvío de llamada y un iPhone nuevecito habían permitido disfrutar de estos tres últimos años en Madrid con total libertad. Financiado  de manera más que reprobable para cualquiera que la conociera.

Su coño hizo ese sonido que se produce al romper el vacío de algo húmedo. Tenia su pollon dentro y el otro imbécil cómo siempre elegía el momento justo para llamar.

Debía que cogerlo, era su cumpleaños. Le había mandado un ramo de margaritas blancas, raquítico, barato, una pena.

Se encamino desnuda al salón, la corrida del anterior polvo bajaba despacio entre sus muslos.

  • Si Cari! - Volvió a su acento rural sin apenas darse cuenta.

  • Te echo de menos si!! , me encantaría haber podido celebrarlo contigo!! Claro!!

Se giro, se apoyo en el mueble y separo un poco las piernas, sabía que estaría mirándola. Le encantaba verla recién follada hablando con el cornudo de su novio. La norma era; solo después de chupar o follar, desnuda. Mateo, el macho alfa del pueblo, el tipo de confianza de su padre, un cornudo, y ella una puta, su puta, chorreaba solo de pensarlo.

Qué pedazo de cabrón!! O qué pedazo de puta!! - No sabía cuál de las dos opciones le gustaba mas!.

Todo había comenzado tres años antes, tras un año en un colegio mayor solo de chicas. Había conseguido gracias a sus impecables notas que su padre transigiera en que se fuera a un piso para ella sola. La excusa era estar mas cerca de la facultad. Ella nunca salía de noche, (eso pensaban) y lo de las violaciones grupales le daba mucho miedo. Misteriosamente aquello había colado, algo había tenido que ver su madre seguro. Era igual de espectacular que ella, solo 19 años mayor, mismas curvas de vértigo, mismos ojazos y rostro aniñado, sus piernas les llegaban hasta la cintura como decía el de las suyas. Cuando quería algo del cincuenton de su padre lo conseguía.

Cuando ya estaba apunto de renunciar a la busqueda, era todo carísimo, encontró un pequeño piso, unos 40m, daba a un patio interior. Al ser la ultima planta era bastante luminoso y la casa de enfrente no tenia ventanas que dieran a las suyas. Era una gran habitación, menos el wc que estaba separado en otra más pequeña. La ducha con un diseño precioso, la cama, todo daba a las enormes ventanales. Esto luego descubrió que tenía mucho que ver con el precio. El piso era de Carlos, un soltero de unos 40. Se lo dejo barato, incluía luz, agua, internet. En realidad era un trozo de su casa que había separado y convertido en independiente. Compartían una puerta en la cocina entre las dos casas. Para que no desconfiara le dio la llave y le dijo que la dejara puesta si quería, para asegurarse que el no pudiera entrar.

Sé mudo al día siguiente, estaba loca de contenta. Lo puso completamente a su gusto, la Visa de su padre sufrió un par de buenos sustos, Ikea, tiendas de ropa de cama… Maison du mont…, a las dos semanas la casa era perfecta. Luego vino la libertad, un argentino, un par de suecos pescados en la zona de Sol, un madrileño pijo que tenía más ropa que ella, al que dejo cuando le dijo que debían ir a juego. Dos días más tarde cada uno jugaba por su lado. Incluso probo unas chicas, una noche de miércoles desesperada, sola, en casa, se levanto, se puso monísima y se fue a chueca. Entro en un bar sola y tras cuatro copias charlando con dos chicas muy majas y realmente preciosas acabaron en su casa.

Eran dos modelos de 20 añitos, andaluzas con mucha gracia, la hicieron desnudarse. Los pechos de ella eran una leyenda en su pueblo, eran grandes, bonitos, sus pezones no muy grandes. Ellas eran delgaditas, con poco pecho y les encantaron las suyas. Eso y el morbo de desvirgar a una novata las volvío  locas. Ambas chupaban sus pezones mientras ella sentada en un gran sillón miraba la luna y flipaba. Los dedos de Sara se escurrieron entre sus muslos acariciando su clitoris. Nunca una mujer había pasado por ahí. Laura la beso, un beso dulce, largo y muy húmedo, su pequeña lengua era una delicia. Se corrio, se corrio mas veces esa noche de las que nunca se había corrido hasta entonces en una sola noche. No tomo muchas iniciativas, saboreo el coño de sus dos nuevas amigas, se hartó de sus tetas y sus culos, suaves como solo el de algunas mujeres es Por lo demás  no sabía muy bien que hacer, se limito a hacer lo que le gustaría que le hicieran a ella. No es que le chiflara el sabor de sus coños, que era parecido al suyo, le encantaba lamer su propios jugos. Pero si le gustaba ver disfrutar a la chica, verla correrse, jadear, sus pezones bien tiesos.…Respiraciones agitadas, sudor, ese sudor mezclado con el olor almizclado de tres hembras calientes y destilando jugos.

Generalmente los tíos venían por sus tetas, las sobaban y sobaban, al final se la metían se corrian rápido y a otra cosa. Su novio no era muy distinto, ademas el descartaba su culo y que se la chupara, curiosamente le daba asco luego besarla, los otros que había conocido no tenían ese problema. Trataban de correse en su boca, lo que ella no permitía. No por asco, simplemente no veía qué se lo merecieran, ¿querían tetas, pues tetas tenían?.

La noche transcurrió sin prisas, paraban de cuando en cuando, una copa de vino blanco, un cigarro, unas risas. Luego alguna rozaba a otra y todo empezaba otra vez. El sexo era distinto, había penetraciones claro, pero sin prisa. Con ganas de disfrutar haciendo disfrutar.

Abrió el ojo por la mañana y vio a esas dos bellezas en su cama. Suspiro, como experiencia había estado bien, que demonios, muy bien!, sonrío. Se levanto, se puso las braguitas de una de sus amigas y empezó a preparar el desayuno. No había cafe apenas, y casi nada solido.

Escucho ruidos en la cocina de Carlos, el siempre se ponía la radio por las mañanas y a ella le gustaba el sonido, la hacia sentirse menos sola. Habían desarrollado una cierta confianza. La ayudo con algún tema técnico y a montar algún mueble. No es que fuera mucho mas hábil que ella pero le ponía ganas y al menos se reían intentando descifrar instrucciones ideadas por algún Sueco alcoholico.

Se puso una camiseta y llamo a la puerta de la cocina, giro la llave y espero. El abrió desde su lado.

Apenas estaba la puerta abriendo ella se escurrió en su casa para que no viera el desastre de la suya.

  • Porfi, tienes cafe y algo solido?, se quedaron unas amigas y no tenemos nada para desayunar, luego te compro lo que sea.

Carlos la miro, sabía perfectamente lo que había pasado, ella olía a sexo a un km.

Carlos - Claro, pero no me mientas zorrita, no son tus amigas, habéis estado follando toda la noche.

Su tono era autoritario, distinto al que había escuchado hasta ahora.

No se decidía entre mandarlo a la mierda o volver a mojarse, su coño decidió por ella.

Marta - Si, quería probar y anoche me decidí.

Carlos - Te vas a hacer bollera?.

Pensó un segundo, no. Agradable si, pero le seguía gustando una buena polla.

Marta - No, me encanto, pero faltaba algo.

Carlos - ¿El qué?.

Marta - Ya sabes…

Carlos - Quiero que lo digas.

Dudo pero le salieron las palabras escopetadas - Me falto polla, una buena, que me tiren del pelo, alguna hostia en su momento. Que me estrujen las tetas, que me rompan el culo y se corran en mi boca.

Carlos - Bien, eso lo deja más claro.

Se acerco a ella, le agarro por un hombro y la hizo arrodillarse.

Por alguna razón ella simplemente obedeció.

Acerco la cabeza a la apertura del pijama y su polla salió sin apenas ayuda. Era gorda, se le veían los pelos de los huevos, media sobre unos 20 cm, no era lo que estaba acostumbrada. Con los que había estado destilaban juventud, no tenían apenas pelo y sus pollas eran como otra cosa. Carlos era un señor, y ella, como la había llamado?, ah sí, una zorrita.

La cogió por la cabeza y le metió la polla hasta la garganta. Empujo, ella se atraganto, intento toser y sacársela pero el no se lo permitió. La sacaba y la metía, mientras le daba instrucciones.

Chupa, chupa mas fuerte, lame, ahora las pelotas, vuelta a lamer. Le hizo comerle los huevos. Intentar meterle la lengua por el agujero del final de su polla, pasarle la punta de la lengua por la parte inferior de la punta, donde la piel retirada estaba mas tensa.  Tanto detalle era nuevo para ella. Cada instrucción la hacia disfrutar mas, notaba como aquella polla se hinchaba, ella lo estaba haciendo. Iba a correrse, y quería que lo hiciera en su boca. Pero su dignidad la llamo, noto esas primeras gotas agrias que anunciaban la inminente corrida. Intento sacársela de la boca y se dio cuenta de que el no se lo impedía como solía pasarle.

Carlos - Quiero que te tragues hasta la ultima gota guarrilla!, Vamos, traga!.

Marta pego los labios a la cabeza. Absorbió lo más fuerte que pudo, apretó sus pelotas con una mano y con la otra estrujo la base. El semen pego contra su paladar, una vez, otra, y otra. Y despacio trago, muy despacio, el sabor era muy fuerte, pero le gusto.  Algo había cambiado en una sola noche, no sabía muy bien que pero algo era diferente.

Escucho unos aplausos y risas, se saco la polla y se giro, allí estaban sus dos nuevas amigas riéndose y aplaudiendo divertidas.

Mira, la zorrita, no tuvo bastante!! - Dijo una de ellas - Ya veo lo que te faltaba anoche.

¿Qué? - Pregunto Marta.

Obedecer - Dijo la chica.

No, no soy sumisa. Seguro, muchos lo intentaron.

La chica la miro y sonrió. - No, no lo entendiste, te faltaba elegir obedecer. Te faltaba a quien elegir obedecer, acabas de hacerlo, y el lo sabe.

Carlos tomaba su cafe tranquilamente observando a las tres hermosas chicas hablar.

Se acerco a Marta, que seguía de rodillas. La hizo levantarse suavemente y la beso. Luego le quito la camiseta sin que ella se opusiera lo más mínimo, acaricio sus tetas suavemente.

Preciosas - Dijo - Luego se giro y le dijo a las dos chicas. - ¿Cafe?

Desayunaron juntos en la terraza de Carlos, al sol y semi desnudas, no estaba del todo claro de quién eran las bragas que llevaba cada una pero todos estaban cómodos así. Acabaron pasando el día juntos, el las invito a comer a un asador y al caer la tarde las acerco a por sus maletas y las llevo al aeropuerto, volvían a New York, a sus vidas posando. A la vuelta de la T4, ya era de noche, iban descapotados por la M50. La miro y susurro, - quítatela - no lo dudo, se saco la camiseta, sus tetas se bambolearon y los pezones se le pusieron duros por el aire y por la nueva sensación que le había descubierto su amiga, puso los brazos por detrás del reposacabezas y ronroneo.