La Unión

Ese momento que toda sumisa desea que llegue, especial, único, irrepetible

Todo estaba listo. La mesa vestía sus mejores galas, un precioso mantel rojo de terciopelo, acompañado de una hermosa vajilla de porcelana y unas resplandecientes copas llenas de vino. Cuatro velas que daban luz suficiente para ver lo que había en la mesa y a su alrededor.

Allí, bajo la tenue luz que proporcionaban las velas al coqueto comedor se encontraba Ely. Estaba de pie en un extremo de la mesa esperando a que llegase Rober. Llevaba puesto un elegante vestido negro que dejaba al descubierto su espalda y unos pequeños diamantes que cubrían la tira que servía de unión entre el vestido y el cuerpo de Ely, rodeando su fino y delicado cuello. A juego con los diamantes llevaba unos pendientes que colgaban desde sus orejas hasta sus hombros en una hermosa y delicada cadena de pequeños y brillantes diamantes. Sus zapatos eran negros, con un tacón de unos 10 cm y con una tira que ¡cómo no! llevaba incrustados unos diamantes. Tenía que estar deslumbrante para Rober, él tenía un regalo para ella, algo muy especial.

Eran cerca de las 22 y Rober estaba a punto de llegar. A Ely se le aceleró el pulso y las manos le empezaron a temblar cuando escuchó que la perta se abría y sintió que Rober entraba. Ely tenía la cabeza agachada y la mirada clavada en el suelo. Estaba impaciente esperando una señal, una palabra o una orden.

Rober entró en la casa, sonrió y observo durante un rato a Ely, ella estaba preciosa y él sabía que se había vestido así para complacerle. Se acercó a Ely, la cogió la cara y la dio un beso suave y tierno.

-Ely, adelante siéntate, vamos a cenar. -Dijo Rober con esa voz tan tremendamente masculina que volvía loca a cualquier mujer.

Ely lo miró un segundo y se deleitó con aquella esplendorosa vista en la que Rober estaba allí de pie, con sus vaqueros, su camiseta blanca de lino y unas bambas blancas a juego con su camiseta. Después de unos segundos Ely se sentó a la mesa. Ambos cenaron y charlaron animadamente. El ambiente fue agradable y distendido.

Los dos se querían con verdadera pasión, una pasión que a veces ardía. Ardía en la piel de ella con las marcas que el dejaba sobre su cuerpo y en los sentimientos de él cuando ella se mostraba tan sumisa... tan apetecible... y tan complaciente.

La cena estaba llegando a su fin. Rober y Ely disfrutaban del postre, una rica tarta de chocolate que había preparado Ely estaba deliciosa y tremendamente dulce, tanto como la mirada de Ely, era una mezcla de dulzura e impaciencia. Después de darle el ultimo bocado a la tarta Rober sonrió y saco una caja de debajo de su silla, una caja que había dejado allí cuando comenzó la cena.

La cogió entre sus manos, miro a Ely con una sonrisa pícara y hablo muy pausadamente- Ely, hoy serás oficialmente mía y a partir de mañana todos lo sabrán. No cabra lugar a dudas. - Ely miraba a Rober ansiosa por saber lo que aquella caja escondía. Rober la miró fijamente y la dijo: " Te hago entrega de este regalo como muestra de que eres todo lo que busco. - A continuación, Rober le hizo entrega de aquella caja, la caja que los uniría para "siempre”. Los ojos de Ely se abrieron de par en par y recogió la caja que Rober le tendía. Ely estaba muy nerviosa y las manos le temblaban mientras desenvolvía la caja y la abría. ¡Oh!, Ely se quedó sin respiración durante unos segundos y los ojos se le llenaron de lágrimas- Gracias, Señor. - Su voz temblaba al igual que todo su cuerpo. Rober la había hecho suya, es más, la quería suya y para él nada más. Quería que todo el mundo supiese que le pertenecía.

En aquella caja había dos collares, uno de ellos era de cuero y con una anilla en la que iría enganchada una correa o el cepo que da unió a dos esposas... y el otro era un collar fino, compuesto de una cuerda de lazo azul y de unos complementos de plata en los que ponía: "Sr Roberto". De los ojos de Ely se escaparon dos lágrimas.

  • ¿Qué pasa Ely? ¿No te gusta?.- Pregunto Rober con algo de duda en su voz.

  • ¿Cómo?¡Ah!, no...no es que no me guste...realmente me encanta. - Pero había algo en su voz que no terminaba de convencer a Rober.

-Entonces... ¿Qué pasa Ely? - Su voz era pausada y relajada.

-Esto...yo...tengo miedo de no darte todo lo que me pidas y no ser suficiente para ti. Que me pidas tanto que no llegue...- Su voz se quebró y sus ojos se inundaron en lágrimas.

-Ely. -Rober se acercó, la acarició el pelo y la cogió las manos. - No digas eso, se lo que me puedes dar. Se que confías en mí y que te entregas a ciegas. No tengas miedo, eres todo lo que quiero y todo lo que necesito. -

Ely lo miró y sonrió, pidiéndole un beso, una caricia o un gesto para sentirle cerca. Rober lo leyó en su mirada y pensó que, que mejor gesto que coronarla con su nuevo collar. A sí que cogió el collar de cuero, se levantó, retiro el pelo de Ely de su cuello y lo rodeo con el collar. Lo abrochó y beso la mejilla de Ely. Ella tenía el bello de punta y una dulce sonrisa en el rostro.

Rober se sentó a su lado y la llamó para que le prestase atención.

-Aún no han terminado las sorpresas. - Acto seguido Rober engancho una correa a su anilla, tiró de ella y la dijo: "Sígueme Ely" . Ely se levantó y siguió a Rober desde una distancia prudencial de tal manera que no hubiese tensión en la correa.

Caminaron hasta la puerta del sótano, cuando Rober paró le dijo a Ely que estuviese quieta un momento. Sacó de su bolsillo un pañuelo y la tapo los ojos-Ahora dame la mano vamos a bajar. - Ely agarro la mano de Rober y mientras bajaban las escaleras sentía el roce de la correa con su cuerpo, cada vez estaba más excitada y más nerviosa..

-Quédate aquí no te muevas. - Y dejo a Ely sobre una cama.

Ely tocaba las sábanas aquel tacto la sonaba... ¡Ah, sí! eran unas sabanas de vinilo. Pero...un momento...hace unos días en su sótano no había nada de eso.

Rober llego a su lado-Ahora te voy a quitar el pañuelo para que puedas ver tu otra sorpresa. - Dejó caer el pañuelo de los ojos de Ely y ante ella, y bajo una luz tenue fue descubriendo la nueva decoración del sótano.

Ella estaba sobre una cama de 2*2m cubierta con unas sabanas de lino moradas. Había varias vidrieras que guardaban fustas, látigos, gatos, cadenas, y muchos más complementos. También había argollas que colgaban del techo para hacer suspensiones. Un potro del que salían unas muñequeras y unas tobilleras había una cajonera con etiquetas en las que ponía: "vibradores, lubricantes, esposas, tobilleras, cuerdas, mordazas...". Ely estaba impresionada y encanta por lo que Rober había hecho por y para ella y estaba deseando probarlo ¡TODO!.

-Ahora comenzaremos un rito que selle nuestra unión. ¿Estas preparada? - Susurro Rober al oído de Ely.

-Sí, señor, estoy prepara. - Acto seguido se posiciono de rodillas con la cabeza agachada y la mira fija en el suelo....

Continuara