La última oportunidad

Tras una inicial relación de negocios muy dulce, las cosas se ponen mal para Yuliana pues no ha logrado los avances que Tristán Grimm le exige, así que este le da un ultimátum: si su siguiente intento no resulta, la reducirá a ser una doll más.

En la oficina de Tristán Grimm, de pie frente al escritorio de este, Yuliana se frotaba las piernas, pero a diferencia de otras ocasiones no lo hacía porque se estuviera aguantando las ganas de una buena follada, sino que era una señal de nervios ya que frente a ella Grimm revisaba una pila de informes y su expresión seria y con los labios fruncidos, indicaban que no era un buen momento para pedirle que le dejara chuparle la polla.

Grimm dejó de lado los informes, suspiró y se sobó el hueso en medio de los ojos, miró a la doctora y dijo:

—Ay Yuliana… ¿qué vamos a hacer contigo?

Un escalofrío recorrió la espalda de la lituana al escuchar ese tono de voz de su jefe y amo.

—Más de una veintena de dolls perfectamente vendibles con el cerebro frito más allá de cualquier recuperación —dijo Grimm golpeando los informes con el dorso de la mano—. ¿Y qué avances tuvimos?

—Bueno amo… yo… —intentó defenderse Yuliana, pero Grimm no se lo permitió.

—¡Ninguno! —soltó Grimm dando un puñetazo en el escritorio—. ¡Carajo Yuliana! ¡¿Crees que esas putas se dan en los árboles?! Podrá parecer fácil la forma en la que las conseguimos, pero capturar a cada una de esas perras para volverlas dolls es un proceso largo y por sobre todo costoso, ¿sabes lo que cuesta investigar sus vidas para saber el mejor momento para capturarlas y luego todo el dinero que debemos invertir para que ni la policía ni los medios hagan más preguntas de las necesarias? ¡Mucho más de lo que jamás vas a ver en tu perra vida! ¡Y por eso mismo no podemos darnos el lujo de perder a tan buena mercancía sin tener dinero a cambio! Los chicos de desarrollo están vueltos locos viendo cómo salvan a esas muñecas que echaste a perder y que ya no pueden seguir simples órdenes y contrario a la creencia popular, el mercado de muebles humanos no es tan rentable. ¿Pero sabes cuál es la peor parte? Que como fui yo quien te reclutó, eso me hace quedar mal ante la mesa directiva.

Al borde de las lágrimas y con el labio temblando, Yuliana intentó volver a defenderse.

—Pe-pe-pero amo… esto es ciencia, hay que hacer mucha prueba y error para conseguir…

—¡No más excusas! —la calló Grimm con otro puñetazo en el escritorio.

El hombre se puso de pie y caminó hasta la ventana detrás de él, se recargó el cristal y mirando a la ciudad, dijo:

—En una semana daré una fiesta de caridad para seguir manteniendo mi fachada de hombre filántropo —se giró para ver a la doctora—. Última oportunidad Yuliana. Convierte a una doll en una puta que pueda acompañarme a ese evento sin dejarme en vergüenza, una demostración así impresionará a la mesa directiva y limpiará mi nombre. Falla y prepárate a hacerle compañía a Cecilia en el cuarto de las escobas en el nivel inferior. Ahora lárgate que tengo que seguir limpiando tu desastre.

—S-sí amo… —dijo la doctora de manera sumisa para darse media vuelta y salir de ahí.

Atravesó el pasillo, llegó al elevador y al entrar en este marcó una combinación secreta de botones para que este le llevara a uno de los niveles inferiores, en donde se encontraba su laboratorio.

Llegó al piso y salió arrastrando los pies hasta que llegó al laboratorio que Grimm le había preparado. En él pudo ver pizarrones con diagramas y fórmulas, prototipos de cascos y varias computadoras, pero por sobre todo a una muchacha de buen cuerpo, desnuda dejando a la vista su gran variedad de tatuajes aparte de aquellos que compartían todas las dolls, con el cabello corto, de un lado rapado y con el otro más largo con un fleco tapándole uno de sus blancos ojos, que alguna vez había estado teñido de color púrpura, pero tras pasar tanto tiempo dollyficada y sin necesitar de más tinte, había recuperado su color dorado natural.

Luego de unas semanas Grimm había decidido dejar a Cleo Bot con ella como una suerte de asistente de laboratorio luego de ver el cariño que la doctora le había agarrado a la mujer tatuada, aunque era más seguro decir que la tenía de esclava sexual, dado que aunque en ese momento pasaba la aspiradora por la alfombra del laboratorio, tenía dos grandes vibradores metidos tanto en su coño como en su recto, preparándola para que la doctora la usara después, y haciendo un poco impráctica la tarea del aspirado ya que gotas de su propia humedad escurrían desde su coño manchando la alfombra.

La pelirroja fue hasta su escritorio y se derrumbó en este, comenzando a llorar más de frustración que de desesperación. Si el castigo era solamente ser convertida en una doll, al menos así tendría muchos pitos para ella, pero le dolía más el no poder resolver ese acertijo científico y por sobre todo, defraudar a su amo Grimm. ¿Pero qué más podía hacer? Esa veintena de dolls con el cerebro frito eran la prueba de que no estaba ni cerca de lograr el milagro que Grimm le pedía: que se pudiera recuperar la personalidad y la mente que el proceso de dollyficación sistemáticamente destruía.

Pero no podía rendirse. Se limpió las lágrimas y se acomodó los lentes. Tenía que jugarse el todo por el todo y entonces miró a Cleo Doll quien continuaba aspirando el piso. Ella sería su último conejillo de indias y si rompía el juguete favorito de Grimm, bueno, al menos le daría una última bofetada a su amo antes de hacerle compañía a Cecilia en aquella piscina de semen que algunos seguían llamando cuarto de escobas.

Se levantó de su silla, miró a Cleo Doll y le dijo:

—¿Lista para un último experimento, esclava?

Cleo Doll se giró hacia la doctora, esbozó una sonrisa y dijo:

—Lista para lo que usted mande, ama.

Yuliana pasó el resto del día haciendo cálculos y simulaciones en su computadora y pizarrón, revisando las notas que había hecho al freír el cerebro de las otras dolls y haciendo modificaciones a uno de los cascos que tenía en el escritorio, todo esto con ayuda de Cleo Doll, aunque su ayuda más que nada se limitaba a comerle el coño a la doctora para ayudarla a “liberar tensión”.

Finalmente ya a horas muy altas de la noche, Yuliana le dio un último ajuste a su casco y dijo:

—Con esto debería bastar —luego miró a Cleo Doll a quien le había ordenado meterse los dedos tanto en el coño como en el ano como un espectáculo para ayudarla a relajarse y le dijo—. Ven acá esclava.

La doll dejó de atacar sus agujeros y dijo:

—Sí ama.

Yuliana guió a Cleo Doll hasta la silla reclinable del laboratorio y la sentó ahí, le puso el casco en la cabeza y tras suspirar dijo:

—Espero que funcione…

Y encendió el casco.

Lo siguiente fue sentarse a esperar por un proceso que iba a durar horas, así que mientras tanto Yuliana hizo de todo, como ir a darle una visita a Cecilia, cenar y tomar una siesta. Ya estaba por amanecer cuando un pitido electrónico la despertó de su sueño; era la alarma del casco indicando que el proceso había terminado.

Caminó hacia Cleo Doll, le levantó el casco y la vio con los ojos cerrados, esta abrió entonces sus párpados y Yuliana se sorprendió:

Sus iris de color verde habían regresado.


Esa mañana Grimm se encontraba subido en el elevador de aquel ostentoso edificio, pero a diferencia de una mañana regular, no estaba subiendo, sino bajando a los pisos inferiores. Yuliana le había mandado un mensaje y le pedía que fuera de inmediato a su laboratorio porque tenía algo que mostrarle.

El elevador se detuvo y salió de este para dirigirse hacia el laboratorio de la doctora, abrió la puerta y…

—Espero que sea importan… —dijo, pero no pudo terminar por lo que veía. Frente a él estaba Cleo, de cuclillas, con las piernas abiertas y las manos detrás de su nuca, pero con sus ojos normales, la cara llena de lágrimas y con una expresión del más intenso odio. Además, en las tetas tenía escrito con marcador un mensaje: ¿Le gusta el resultado, amo?

—Tenías que ser tú, hijo de puta… —gruñó la tatuada.

—¡¿Qué chingados?! —exclamó Grimm por la sorpresa.

—Veo que le gustó mi pequeña sorpresa, amo —dijo alguien detrás de él. Grimm se giró y vio a la pelirroja salir de detrás de la puerta con una enorme sonrisa de orgullo en el rostro. Continuó:— ¡Fue un éxito amo! ¡Lo logré! ¡Logré recuperar la mente de esta doll!

—Y también mi memoria —gruñó Cleo desde el suelo—. Malditos hijos de puta… recuerdo todas las vejaciones que me hicieron… juro que los voy a matar.

Cleo recordaba a la perfección todo, como había caído en la trampa de Grimm, como este le había roto el culo, todo el humillante proceso de conversión a una doll, la forma tan servil que se comportó con Grimm, como este básicamente la convirtió en un saco de semen para él y otros hombres, las veces que esa pelirroja desgraciada le había hecho comerle el coño… nunca en su vida Cleo pensó sentirse tan humillada.

Sin embargo, Grimm ignoró toda la palabrería de Cleo y se dirigió a la doctora.

—Wow… ¡Felicidades doctora! Empezaba a creer que esta era una tarea muy grande para usted.

Yuliana hinchó el pecho con orgullo.

—Muchas gracias amo.

—Pero… —dijo Grimm mirando a Cleo quien se encontraba gruñendo porque le estaban ignorando— ¿Por qué está en esa posición y sin moverse?

Yuliana rio y respondió:

—Su mente fue restaurada, pero los protocolos de doll siguen dentro de su mentecilla. Digamos que ahora más que nunca es una prisionera de su propio cuerpo.

Unas lágrimas bajaron por las mejillas de Cleo al saber que todo eso que acababa de decir la pelirroja era verdad, después de todo ella había realizado pruebas antes de que ese hombre llegara al laboratorio y además, por una razón estaba en esa posición tan vergonzosa.

—¿Qué tal una prueba? —dijo Yuliana acercándose a Cleo, se inclinó sobre ella y dijo—. Haz como te lo ordené.

Las facciones de Cleo se suavizaron en una sonrisa boba y esta dijo con una voz seductora:

—Por favor amo Grimm, deje a esta perra obediente chupar su polla.

Cleo se quería morir.

Grimm por su parte rio y dijo:

—¿Cómo resistirse a tan bonita petición?

Y empezó a desfajarse su pantalón para sacar su verga, ya erecta por el lamentable espectáculo que era la ladronzuela. Se la acercó a ella y esta pudo sentir el olor de esa verga, un olor que su cuerpo de inmediato reconoció luego de tantas folladas de este, provocando principalmente que sus pezones se endurecieran y su coño se pusiera húmedo, pero principalmente, el ano le dolió un poco por relacionar ese olor con el día que había dejado de ser virgen “de ahí”.

Pese a todo eso, en cuanto Cleo tuvo cerca ese pene, esta la atrapó con la boca para empezar a chuparlo con un entusiasmo hambriento, sintiendo en su lengua el calor y sabor de esta.

Grimm gemía por el servicio que estaba recibiendo pues era verdad: Aunque ya había recuperado su consciencia, la programación de doll continuaba y Cleo seguía chupando como una pro. Mientras tanto, al ver complacido a su amo Yuliana se bajó las bragas y se levantó la falda para empezar a masturbarse mientras que Cleo solo quería que eso terminara.

—Nada mal —dijo Grimm mientras seguía follando esa boca—. Pero hay algo que extrañé después de que la convertimos en doll: sus gemidos al saber que estaba siendo violada.

—¡Eso puede arreglarse amo! —exclamó Yuliana emocionada dejando de masturbarse y yendo con Cleo.

Grimm sacó la verga de la esclava mientras que la doctora le susurraba algunas palabras y al hacerlo, la sonrisa boba de la ex ladrona se perdió y esta solo dijo:

—No… por favor no… —con una expresión de desesperación en la cara.

Acto seguido su cuerpo empezó a moverse para acomodarse sobre el escritorio, con el culo levantado hacia Grimm.

—Ahora puede follarse a esta puta amo —dijo Yuliana tomando los labios vaginales de Cleo para abrirlos y mostrarle al hombre el interior rosado de la muchacha.

Grimm rio y dijo:

—Por supuesto.

—No… por favor no… —repitió Cleo quien sabía qué malévola orden le había dado la doctora.

Grimm tomó su polla y la apuntó a la cueva rosada de la muchacha y de un empujón llevó toda su verga hasta el fondo de ella. El efecto fue inmediato: Cleo gimió como si la acabaran de desvirgar curveando toda su espalda; una de las órdenes que le había dado Yuliana, era que el placer que sintiera iba a aumentar 10 veces,  así que esa sola estocada se había sentido como un fuerte orgasmo.

Grimm rio al ver la reacción de la esclava.

—¡Me encanta esto, doctora! —dijo y continuo embistiendo a Cleo quien solo podía gemir sin control debido a que el placer que sentía estaba más allá de lo que podía soportar.

Grimm continuó follando a esa muchacha hasta que el coño de esta se convirtió en una cascada de sus propios fluidos, pero al ver eso Grimm sonrió y al ver a la doctora quien furiosamente se masturbaba, dijo:

—Hizo un excelente trabajo doctora. ¡Vamos! ¡Usted también merece unirse a la fiesta!

Las piernas de Yuliana temblaron por la emoción por esa invitación y de inmediato procedió a quitarse la ropa para quedar tan desnuda como la esclava que se estaban follando. Se trepó en la mesa, con las piernas abiertas enfrente de Cleo.

—Cómeme el coño puta esclava —ordenó la doctora dándole rienda suelta a la vena sádica que Grimm había despertado en ella tras aquel largo día de tortura sexual cuando la había sometido.

—Shi… ama… —se las arregló para mascullar Cleo entre sus gemidos y dicho y hecho, enterró su cara entre ese arbusto naranja y empezó a besar, lamer y chupar la caliente raja de la doctora, saboreando ese sabor a coño que se le era tan familiar y que también traía a sus recuerdos todas aquellas veces que esa pelirroja había usado su cuerpo como juguete sexual. Ese fue el recuerdo que más lágrimas le había sacado, pues ella era heterosexual y hasta cierto punto algo homofoba, por lo que jamás le había pasado por la cabeza estar con otras mujeres.

Las dos retorcidas personas continuaron abusando del cuerpo de Cleo por un rato más hasta que Grimm llegó a su límite y empezó a tener un orgasmo que concluyó con él eyaculando dentro de la ex ladrona, la cual sintió con lujo de detalle como ese semen caliente le iba llenando el útero, pero no tuvo tiempo de quejarse por ello ya que su “otro agujero” también tenía sus propios problemas: ya fuera por coincidencia o porque estaba de cierta forma también entrenada, Yuliana se corrió al mismo tiempo que Grimm e inundó la boca de Cleo con sus propios fluidos.

Agotados pero satisfechos, los dos miembros de la organización al fin dejaron en paz el cuerpo de la muchacha y se sentaron a hablar mientras acomodaban sus ropas.

—Una vez más Yuliana, te felicito.

—Gracias amo —dijo la doctora mientras se ponía sus bragas.

—Ahora… —continuó Grimm terminando de fajarse— quiero llevar a esta putita a mi evento, pero comprenderás que no puedo llevarla con esa personalidad.

—¡No se preocupe amo! —dijo la doctora después de ponerse el sostén—. Recuperar su mente fue la parte fácil, estoy segura de que podré reprogramar su personalidad y recuerdos para que sea la acompañante perfecta para su fiesta. La tendré antes de lo que canta un gallo.

Grimm sonrió y dijo:

—Excelente.

—No… no por favor… —escucharon a Cleo gemir desde la posición en la que había quedado.

Se giraron a verla y no pudieron evitar reír por el lamentable espectáculo: las piernas abiertas con su coño rumiando semen y la cara llena de su baba, los fluidos de Yuliana y sobre todo, lágrimas.

La ex ladrona continuó:

—Ya no le hagan más cosas a mi cerebro por favor —suplicó, ya aceptando su derrota—. Me portaré bien, lo juro… solo por favor… ya basta.

A Cleo le aterraba la idea de lo que iba a pasar. Una cosa era que apagaran su personalidad y que apenas fuera consciente de lo que ocurría, pero otra totalmente distinta era dejar de ser ella misma para convertirla en ve tú a saber qué cosa para complacer a ese demente de Grimm.

La vieja Yuliana se hubiera enternecido por lo que veía, pero la nueva Yuliana, la que Grimm había retorcido tras horas de tortura sexual, sonrió divertida así como su amo, se acercó a Cleo, le acarició una de sus nalgas y tras darle un beso en la frente, le dijo:

—No te preocupes pequeña Cleo, te encantará en lo que planeo convertirte, créeme.

Más lágrimas bajaron por los ojos de Cleo y no le quedó de otra más que resignarse a su funesto destino.


Esa noche el Stark Concert Hall se había vestido de gala para una elegante fiesta de caridad organizada por Tristán Grimm a razón de apoyar el fondo para las familias de bomberos. Todo el que fuera alguien en la ciudad y quisiera quedar como un santo a ojos de la sociedad se había dado cita en tan magno evento para el cual se necesitaba una invitación por pareja, aunque si se era un periodista que fuera a cubrir el evento, se podía conseguir una en solitario. Y ese era el caso de Sonia, una mujer que a sus 30 años todavía pasaba por una despampanante fémina, con su cabello rubio hasta la cintura y un cuerpo bien tonificado gracias a continuo entrenamiento de kick boxing.

Pero este no era el único atributo de Sonia, ella era nada más y nada menos que la hermana mayor de Cleo y aunque ambas hubieran elegido caminos diferentes en la vida, Cleo seguía siendo su hermanita y luego de meses de desaparición de esta y que el departamento de policía ya le hubiera dado carpetazo al caso, había tomado el asunto en sus propias manos y tras meses de investigación había llegado a un nombre: Tristán Grimm, por lo que había obtenido una invitación a ese evento que él había organizado para ver si podía obtener más pistas del paradero de su hermana.

Enfundada en un vestido de gala de color dorado, Sonia fue hasta la entrada y entregó su invitación, el guardia la evaluó y al no encontrar nada raro en ella, le permitió pasar. Dentro, la periodista se encontró con un lugar lleno de hombres en smokings y mujeres en elegantes trajes de noche paseando por el lugar.

Sonia revisó el salón con la mirada hasta que vio una congregación de gente y decidió acercarse para ver qué ocurría y lo que vio le sorprendió: en medio de ese grupo de gente se encontraba Grimm vistiendo un elegante traje de noche y a su lado tenía a una despampanante rubia de cabello corto, con un lado rapado y con el otro lo bastante largo para cubrirle el ojo, que llevaba un vestido de espalda abierta que dejaba ver la totalidad de sus tatuajes, tatuajes que Sonia conocía.

—¿No nos vas a presentar a tu invitada, Grimm? —preguntó una de las mujeres que rodeaban a la pareja.

Cleo sonrió y respondió por el hombre.

—Buenas noches, me llamo Cleo y soy la novia de Tristán.

Un hombre junto a Sonia se mostró impresionado y dijo:

—¿Novia? Vaya, al fin alguien logró atrapar al inatrapable Tristán Grimm. ¿Y cómo se conocieron?

Cleo rio un poco apenada y dijo:

—Bueno… la historia cliché de cualquier novela romántica. Entré a trabajar a su empresa como becaria, nos conocimos en el ascensor y… el resto es historia, ¿verdad, amor?

Miró a Grimm y ambos se dieron un apasionado beso ante la atónita mirada de Sonia, quien conocía lo bastante bien a su hermana para saber que sin importar la situación, ella nunca se comportaría así.

—Cleo, cielo —dijo Grimm—, ¿me puedes traer una bebida mientras yo atiendo a estas personas? Tengo un poco de sed.

Cleo sonrió y dijo:

—Claro amor.

Y salió del grupo de personas. Viendo ahí su oportunidad, Sonia empezó a seguir a Cleo hasta la barra donde la vio pedir dos martinis, y mientras esperaba por sus bebidas, Sonia la abordó.

—Buenas noches, ¿Cleo?

Cleo se giró, la miró y le sonrió.

—Hola, buenas noches.

Sonia se quedó estupefacta, ¿de verdad actuaba su hermana como si no la reconociera?

—¿No…? ¿No me recuerdas Cleo?

Cleo levantó una ceja y esbozó una sonrisa nerviosa.

—No… lo siento… —dijo.

—¡Soy Sonia! —espetó la periodista.

Cleo se mostró un poco contrariada al no saber qué decir.

—Perdón… —dijo —tengo mala memoria así que es posible que no me acuerde de ti.

En ese momento llegó el barman a salvar el día dejando las bebidas que Cleo había pedido. La muchacha las tomó y dijo:

—Tengo que volver con mi novio, pero oye, perdón por no acordarme de ti, si tienes mi número, márcame y nos ponemos al día, ¿va? ¡Adiós!

Y diciendo eso, regresó con Grimm.

Sonia mientras tanto no le quedó de otra más que mirar a la muchacha alejarse. No había ningún error, esa Cleo era SU Cleo, pero por alguna razón no le reconocía. Sus sospechas habían sido confirmadas: Tristán Grimm le había hecho algo a Cleo y no descansaría hasta averiguar qué había sido y más importante, deshacerlo.

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