La última mamada
De como aproveché una ocasión.
Fue el día de la boda de Alejandro. En Madrid.
Yo había tenido la suerte de no necesitar ir a un hotel ya que Rubén, amigo de veraneos, se había ofrecido acogerme para la noche de la cena de boda.
Al igual que yo Rubén no tenia pareja y, hasta donde sabía, no le conocía ninguna fuera de algún rollo de verano cuando teníamos 15 o 16 años. Y eso ya quedaba bastante lejos. Y era extraño ya que era un tío guapo.
Mi caso era el de una ruptura de un largo noviazgo seguido de muchos rollos. Todos con mujeres, a excepción de una lamentable mamada de un tío tras una quedada por Internet. Y la verdad es que me gustaba estar como estaba. Haciendo lo que quería y siendo cada vez más audaz con mi sexualidad.
Todo sucedió el día de la boda. Yo llegué al medio día en tren y en la estación estaba amablemente esperándome Rubén. Nos saludamos con efusión y nos dirigimos al parking donde cogimos el coche para ir a su casa dejar el equipaje. Después de eso nos juntamos con otros amigos que también iban a la boda y nos fuimos de cañas por la ciudad.
Todo resultó muy divertido pero tuvimos la prudencia de ir a casa para dormir una siesta antes de ceremonia. No era cuestión de aparecer medio borracho medio dormido.
Cuando llegamos a su casa Rubén me dijo que al final había decidido que yo durmiera en su cama y él lo haría en el sofá. Protesté el tiempo de rigor pero el se mantuvo inflexible.
Vivía en un apartamento grande pero que no tenia puerta entre la zona utilizada como cuarto y la zona usada como salón-comedor. Así que cuando me quedé en ropa interior y camiseta y me metí en su cama pude ver como él se tumbaba en el sofá vestido como estaba tan solo quitándose en calzado. Para él no era molestia ya que aunque hacía mucho calor, el difusor del aire acondicionado estaba situado frente al sofá y la temperatura debía de ser agradable.
Una pena, pensé. Me hubiera gustado ver "algo más". Y ese pensamiento me sorprendió, porque aunque fantaseaba con tíos nunca lo había hecho con amigos.
El caso es que ya en la cama me empecé a fabricar una fantasía con Rubén hasta que el sopor de las cañas me venció pese a mi bonita erección y al calor que hacia.
A las 5:30 de la tarde sonó la alarma de mi móvil. Era la hora que habíamos considerado razonable para que nos diera tiempo a darnos una ducha rápida y vestirnos. Y aunque en el momento nos pareció que había tiempo suficiente pronto nos dimos cuenta que no era tanto. Así que nos duchamos rápidamente, para mi consternación por separado, y nos pusimos a vestirnos.
Ese fue el momento en que vislumbre una oportunidad. No estaba seguro y puede que me estuviera montando una película, pero cuando estaba, y no podría ser de otra manera, luchando con el nudo de la corbata, Rubén se me acercó a ayudarme.
La situación era la siguiente. Yo, con calzoncillos, camisa, calcetines y con algo estrangulándome, y Rubén tan solo en gayumbos enfrente de mi intentando hacer el nudo.
- Joder. Se quejó. Estoy acostumbrado a hacerlo teniendo la corbata yo puesta.
Entonces, para mi sorpresa, no me quieto la corbata e intentó el nudo en su cuello. No. Se puso tras de mi y se puso a hacer el nudo desde mi espalda. Como os imaginareis eso requiere estar muy cerca. Tan cerca que yo podía sentir su aliento en mi oreja derecha (él es algo más alto que yo) y de vez en cuando su paquete golpeando la parte superior de mi culo. El proceso no fue rápido precisamente y podía sentir el calor del rubor en mi cara por culpa de una excitación que se manifestaba con una gran dureza de mi polla. Por suerte la camisa me tapaba todo y, cuando Rubén terminó, no pudo darse cuenta de nada. Aunque, visto en perspectiva, el tampoco me ofreció ninguna visión de la parte delantera de su cuerpo. Al contrario, se dirigió directamente hacía el sofá donde estaba su ropa y se puso los pantalones (lo primero) dándome la espalda en todo momento.
Así que me fui a la fiesta moderadamente contento y con la sensación de que a la vuelta, y con alguna copa de más, se podría desmadrar algo la cosa en el apartamento de mi amigo.
Después de una, gracias a Dios, breve ceremonia nos fuimos al restaurante donde nos estaba esperando una muy buena comida y una animada fiesta. Todo trascurría sobre los cauces previstos y todos los personajes típicos habían asumido su rol sin problemas. El pariente borracho, el pariente pesado, el grupo de primas cantando (gritando), etc. Me estaba divirtiendo mucho pese a que mi objetivo parecía estar algo triste. Por si acaso estuve echando un vistazo a otras posibles presas (de ambos sexos) pero como era de esperar no había nada que mereciera la pena salvo la hermana pequeña de la novia, que era demasiado pequeña y tenia unos 1000 parientes alrededor.
A la quinta copa necesité ir al baño por tercera o cuarta vez. Cuando estaba meando en uno de los urinarios de pared oí movimiento en uno de los cubículos cerrados. Y aunque incluso en el baño se escuchaba la música, el rumor de gente (más de uno) encerrada era audible. Al principio pensé en otra de las figuras típicas de una boda, el primo farlopero, pero hasta donde yo sabia los cocainómanos al aspirar la coca no se quedaban con el aliento entrecortado y en ese baño es lo que se oía. Alguien estaba echando un polvo. Pero tenia que ser un polvo muy tranquilo porque el ruido de roce de ropas había parado y ya solo se escuchaba ese solitario jadeo.
La curiosidad pudo conmigo, así que me agache para ver si podía ver algo por el hueco entre la puerta y el suelo. Y lo que vi fue la espalda de un tío en cuclillas delante de otro con los pantalones y calzoncillos por los tobillos. Eso era. Una mamada, pero donde yo esperaba ver una chica y un chico había dos tíos. En seguida oí el rumor de alguien que se dirigía al baño (benditos zapatos de suela dura). Me levanté y salí del baño cruzándome con el padrino y otro señor que no conocía.
Como imaginareis me puse en un sitio estratégico para ver quien salía del baño con una sonrisa y quien era el que se la había provocado.
No podéis imaginar la sorpresa que me llevé cuan veo que el de la sonrisa es el novio y el qué, por si acaso, se sigue limpiando la boca con la mano es mi amigo y anfitrión Rubén.
Creo que se me quitó medía borrachera con la revelación. Seguí con la mirada a la pareja, aunque cada uno se iba por su lado. Alejandro a bailar con la novia y Rubén a pedir un gintonic muy cargado con el que quitar el sabor de boca.
Yo estaba alucinado con los huevos que tenían. Si hubiera sido otra persona el que se da cuenta que el recepcionista del trabajito oral que se estaba dando el baño era el novio, y encima por otro tío, podría haber habido de todo. Las consecuencias de que esa persona hubiera sido un pariente o amigo de la novia habrían sido inimaginables.
¿Y como había acabado allí?. ¿Una broma llevada demasiado lejos?. ¿Algo que sucedía de hace tiempo?. Lo que estaba claro es que Rubén debía ser gay y Alejandro el típico hetero al que le va todo. Joder, siempre me había parecido un poco pirao pero lo de esa noche...
La fiesta siguió aunque para mi había perdido parte de su gracias. Además, mi fantasía con Rubén se desvanecía. Ya había tenido su ración de polla y tampoco sabía si Alejandro le había hecho una paja. Porque no veía a nuestro novio chupándosela a otro. Así que cuando Rubén se acercó a mi para decirme que se iba a casa (el aliento le olía a ginebra no a semen) le dije que yo también me iba, que estaba cansado y así nos ahorrábamos un taxi. A él le pareció dar igual si yo me iba a casa o no.
En el taxi ninguno abrió la boca. Rubén parecía triste y yo seguía en shock. Cuando llegamos cada uno en su cama fuimos desnudándonos y por turnos lavándonos los dientes en el baño. Yo sabia que uno de los dos necesitaba esa limpieza más que el otro.
Rubén se tendió sobre el sofá solo vestido con sus apretados, y ahora me parecía, típicos gayumbos de gay. Pero había que reconocer que le quedaban bien. Gracias a la luz de la calle (no habíamos bajado las persianas) podía ver su espalda y su culo. Poco a poco volví a excitarme con mi fantasía pero no lograba mantenerla debido al insoportable calor que tenia. Porque aunque el aire estaba puesto no lo estaba al máximo para que Rubén no se congelara. La consecuencia es que yo estaba sudando como un pollo. Cuando no podía más me levanté al baño y me mojé la cara y el cuello con agua.
Rubén me vio salir y me preguntó si estaba pasando mucho calor. Yo dije que algo. Él se disculpó contándome que cuando el duerme en la cama pone el aire a tope y le refresca, pero que estando en el sofá era una locura.
Después de un rato y de mil vueltas en la cama, Rubén me llamó.
- ¿Por que no te vienes al sofá?. Es grande y cabemos los dos.
Mi respuesta afirmativa igual fue demasiado rápida, pero tampoco sé si en el momento fue por el ansia de estar semidesnudo pegado a otro tío o por el calorazo que estaba pasando.
Me acerqué al sofá y me tumbé en el hueco que me dejaba. Él estaba mirando hacia la pared y yo me quedé mirando hacía "fuera". No me atrevía a moverme pero eso no impedía que notara su culo contra el mío, porque dijera lo que dijera Rubén, el sofá era estrecho de cojones. ¿Porque no nos habíamos ido a la cama que era el doble y puesto el aire al máximo?. Eso era algo que no sabía y que no quería preguntar, el estrecho sofá era mucho mejor. Pensando en que Rubén no podía haber dejado de darse cuenta de eso me envalentoné y me di la vuelta. Ahora tenia frente a mi su espalda y su redondo culo. En cuanto me giré mi compañero de sofá se acomodó con el resultado de que podía sentir su culo rozando intermitentemente mi polla. Y era intermitente porque dependía de mi agitada respiración. Yo no quería dar el siguiente paso pero tampoco me alejaba, y él tenia que estar notándome. Cuando estaba apunto de acercarme un milímetro más Rubén me habló.
Sé que nos viste en el baño. O que por lo menos sabes lo que estábamos haciendo. Oí como el padrino te saludaba cuando salías del baño y justo antes había notado que alguien merodeaba por la puerta del sitio donde estábamos.
Lo siento. Le dije. -Esperaba pillar a una pareja normal. No sabía que erais vosotros.
Ya. Ni decirte que por favor nunca digas nada. - No por mí, sino por Alejandro.
No te preocupes. pero solo dime como os atrevisteis a algo tan arriesgado. ¿Estabais colocados, o qué?.
No. Contesto Rubén. - Hace mucho tiempo que empezó esto. - Desde que éramos adolescentes.
¿ Y qué es esto?.
Bueno, esto era tan solo que yo se la chupaba a Alejandro. Nada más. El ni me tocaba. Empezó como un reto que me hizo porque estoy seguro que siempre supo que me gustaba. Que me gustaba mucho. Y lo de hoy iba a ser la despedida, la mamada final. Aunque tuvo que ser algo rápido, no como las otras. En las otras me tomaba todo el tiempo del mundo, porque eran los únicos momentos que podía sentirlo como mi pareja.- Lamentable y triste. ¿Verdad?.
No supe que contestar porque realmente era triste. Rubén estaba enamorado de un tío que solo miraba para él cuando quería una mamada. Me dio pena de Rubén y me aparté un poco. Después de todo, pensé, el solo quería llorar sus penas.
Pero fue hacer el gesto y al momento sentir de nuevo su culo. Y esta vez no había ninguna sutileza. Ya no me rozaba. Ahora mi polla estaba en total contacto con su culo. Y no con la parte alta de su trasero sino con la parte que tenia utilidad. Me empalmé como nunca, me pegué más a él y puse mi mano sobre su cadera.
Como Rubén seguía sin moverse comencé a acariciar su cadera y su cintura. Estaba deseando coger su paquete y estrujarlo pero no me pareció adecuado. Así que acariciando su espalda fue avanzando hasta el elástico de su ropa interior. Y allí por la línea de su columna vertebral encontré un hueco por donde meter un poco el dedo. En seguida noté un poco de su sudor que no hizo más que excitarme más y dar carpetazo a mi timidez. Introduje toda mi mano en su gayumbo y comencé a tocar muy levemente ese culo duro y redondo que tenía. Podía sentir la humedad que se le escurría por entre las nalgas y a esa humedad seguí con mi mano hasta llegar a su ano. Fue acariciar con el dedo ese mojado agujero y ponérsele de gallina toda la piel.
Ya no esperé más. Con mis manos le hice girar hasta dejarlo boca abajo y poco a poco fui bajándole el calzoncillo. Él me correspondió subiendo un poco más su culo. Ofreciéndomelo. Ya con mis dos manos me dediqué a acariciarle y de vez en cuando dejando mi dedo sobre su ano y presionando un poco.
Todavía no había tocado su polla o sus huevos y aunque me moría por hacerlo sentía que tenia que excitarle mucho más para que me dejara hacer todo lo que mi ya desbocada mente conjuraba. Acerqué mi cara me empecé a restregarla contra su culo a la vez que le daba pequeños besos. Estaba salado y olía y sabia a sexo, así que di un paso más y pasé mi lengua por su ano. El jadeo que salio de la boca de Rubén me indicó que no lo estaba haciendo mal del todo, así que me aplique y empecé a besar y meter la punta de la lengua por su ojete. Pero quería más, y metiendo la cabeza como podía llegué con mi boca hasta sus huevos. Estaban duros y tensos pero apenas los podía rozar. Ese fue el momento en que Rubén decidió colaborar. Se dio la vuelta y ante mi quedó su polla totalmente dura y palpitante.
Por un momento me quede parado mirando algo que ansiaba hacia tiempo. Estaba totalmente rasurada y no tenia defecto alguno. Era una polla de libro. Al cogerla pude sentir el calor que desprendía y la suavidad de la piel. Con una mano comencé a acariciarla mientras que con la otra mano alternaba caricias entre sus huevos y su ano. Pero no pude aguantar más, mi ansía me pedía chupar aquello y fue lo que hice. Primero besando y pasando la lengua de arriba abajo y recogiendo la humedad que salía de la punta. El sabor me gusto y me excito aun más, así que me la metí en la boca y con mucho cuidad empecé a hacerle una mamada. Es increíble la sensación de dar placer de esa manera. La sensación y el morbo que provoca el hecho de saber que estar chupándosela a otro tío.
Rubén comenzó a mover sus caderas invitándome a acelerar más, pero yo tenía la intención de que esto durase bastante más y levantándole las piernas volví a su sudoroso culo. Estaba entrando en una especie de frenesí y por momentos me hubiera gustado tener dos bocas para llenarme de todo. Quería polla, culo, huevos, y era así como pensaba para mi, con esas palabras que sonaban a maricón. ¡¡Quería polla!!.
Y la tuve. Porque Rubén agarrándome del pelo me separó de su entrepierna, me subió hasta su altura, me puso boca abajo y se puso a hacerme lo que yo le había hecho antes. Me comenzó a comer el culo de una manera agresiva, su lengua y su boca empujaban a la vez que chupaban. Notaba que la saliva me empezaba a chorrear por entre mis piernas y sentía como su lengua penetraba cada vez más. El placer era tan absoluto que cuando me metió uno de sus dedos pensé que podría llegar a correrme de esa manera. Os podéis imaginar cual era la siguiente parada. Esta se inició cuando Rubén separo su cara de mi para ir hasta la habitación y coger algo de uno de los cajones de su cómoda. Yo sabia lo que era, y por encima del placer afloraron los nervios. Nervios por que iba a dejarle, y si no lo hacia a suplicarle, follarme. No sé como pasé de querer que me la chuparan a ser enculado pero estaba encantado de cómo iba saliendo todo.
Escuché como se abría el tubo del gel lubricante y pronto me llego su olor cuando Rubén se lo echó en sus manos. Pensé que me diría algo como "Relájate" o "No te va a doler", pero no abrió la boca sino que llevó con su mano el gel hacia mi querido agujero distribuyéndolo por fuera como para ablandar los músculos y poco a poco por dentro. Fui yo el que me dije a mi mismo que me relajara y eso hice, dejé de apretar y el placer volvió a aparecer inmediatamente. Rubén se dio cuenta y el masaje se convirtió en un meter y sacar el dedo cada vez más rápido.
Y yo pedía más, no con la voz, pero si con el resto de mi cuerpo. Movía las cadera e intentaba llegar con mis manos hacia su polla. Entonces sentí dos dedos dentro de mi. Dos dedos que a la vez que se introducían iban separándose con la intención de dilatarme aun más. Luego, una pequeña pausa. Miré a mi derecha y vi que Rubén me ofrecía su polla mientras se echaba gel en ella. La tomé y comencé a lubricarla. Ese gesto me excito a la vez que me dio confianza así que cuando volvió a situarse tras de mi levante mi culo para entregárselo todo, para que me follara. Sentí su aliento en mi nuca y como ponía su polla en mi culo. Tan solo la metió un poco, solo lo suficiente para que no se resbalará y entonces si habló, y fue tan solo para decirme - "Hazlo tu". Comprendí lo que quería y, aunque hubiera preferido que me la metiera sin contemplaciones, supe que era el movimiento inteligente. No quería que el placer se convirtiera en dolor y yo tampoco.
Despacio fui levantando el culo sintiendo como su polla no solo no entraba sin ningún problema sino que el placer era intenso desde el primer centímetro. Él también se dio cuenta y la empujó hasta el fondo. Ahí se quedó un segundo como esperando ver si todo estaba bien. Y si que lo estaba. Moviéndome se lo dije todo. Que no tuviera cuidado ni se cortara. Y empezó a moverse. Yo no podía imaginar el placer que me llegaba. Era distinto del recibido a través de la polla, era como más primitivo si es que eso se puede decir. Gozaba como nunca y por momentos pensé que podría correrme sin tan siquiera tocarme la polla. Y cuando Rubén me puso a cuatro patas y comenzó a darme fuerte y despacio haciendo sonar su pelvis contra mis nalgas no pude evitar comenzar a masturbarme para correrme. Pero Rubén tenia otros planes y me apartó la mano de ahí para llevármela a mi culo. Para que yo notara con mi mano como me la metía, como me follaba. La sacaba entera y me la volvía a meter, hacía movimientos circulares, vamos, se estaba recreando en todas las suertes y cada una me daba más placer. Y entonces, acelerando el ritmo, se corrió dentro de mi. Se corrió con un jadeo sordo, y con lo que a mi me parecieron litros de semen, en un largo orgasmo.
Cuando la sacó muy despacio y respirando agitadamente no se tomó momento alguno. Me dio la vuelta y se puso a hacerme una mamada con la misma agresividad con que me había jodido. Pero solo fue un momento porque en un movimiento de una agilidad pasmosa se dio la vuelta sobre mi y colocó su ano sobre mi boca mientras con sus manos volvía a echar mano del gel para embadurnar mi pene. Yo estaba lamiendo con avidez su culo cuando volvió a girarse y se sentó sobre mi metiéndosela despacio mientras me miraba fijamente. Luego empezó a cabalgar sobre mi. Su polla ya no estaba dura pero seguía chorreando semen lo que hacia que la escena tuviera un morbo de la hostia.
Sabia lo que hacia. Porque me mantuvo en todo momento al borde del orgasmo. Yo quería follarle como el me hizo pero Rubén se detuvo, se quedó mirando un poco hacia el vacío pensando en algo. Y ese algo fue sacarse mi, a punto de estallar, polla y llevársela la boca, con saliva, gel y todo. Mi "desilusión" no duró ni cinco segundos porque entonces comenzó la mejor mamada que han hecho nunca, y he estado con personas realmente habilidosas. Parecía saber como dar la humedad adecuada, como utilizar la lengua para presionar en los puntos más sensibles y como hacer que sus labios arrastraran mi piel de arriba a abajo con una suavidad que dolía. Era increíble, no se ayudaba de las manos para nada, estas permanecían acariciando mi escroto y mi dilatado y empapado ano todo el momento. El placer era terrible y por momentos casi llegaba a hiperventilarme de los jadeos que me provocaba. Y lo hacia despacio, muy despacio, y no como en esas mamadas en las que solo notas el circulo que forman los labios, lo hacia de tal manera que podía notar su boca por todo la polla. Duro mucho tiempo y cuando ya creía que jamás me dejaría correrme me metió el pulgar por mi culo y con dos movimientos un poco más rápidos de su boca hizo que descargara todo en su boca. Note que me corría y me corría mientras él seguía chupando despacio y tragándose mi semen. No paró ni siquiera cuando parecía claro que yo ya estaba totalmente satisfecho, tan solo saco su dedo de mi y siguió lamiendo y chupando todo sin dejar escapar ni un poco. Al final incluso empecé a encontrar incómoda la situación y por un momento y aunque parezca difícil, dada la cantidad y variedad de líquidos que habían corrido por entre mis piernas, por un momento me pareció notar, en un roce de su cara sobre la piel de mi pierna, una humedad que juraría que eran lágrimas.