La ultima gota

El ama extrae la ultima gota con metodos originales aunque muy dolorosos

LA ULTIMA GOTA

Fui recibido por el ama Luvna, una esbelta nórdica de largas piernas ataviada

solamente por una pequeña tanga de cuero y calzada con zapatillas de danzas de

cuero negro; tenia un buen culo  sus pechos medianos se erguían atrayentes y era principalmente una verdadera autoridad en tortura genital

Desnudate y tiéndete en el suelo me ordeno con voz firme; obedecí rápidamente y

ella comenzó a jugar con el pie con mis genitales acariciándolos a fin de excitarme, los pisoteo y apretó contra el suelo, también acerco su pie a mis labios para que los besara.

Hoy gozaras como nunca, dijo, te extraeré hasta la ultima gota de tu semen, no te masturbare lo haré con azotes y torturas adecuadas, me tomare el tiempo necesario. Mis zapatillas y sandalias harán arder tu pene rasgaran su piel y ávidas por lograr su objetivo la arrancaran dejándolo en carne viva y convirtiendo tu miembro en un despojo sangrante.

Se descalzo, pude admirar la belleza de sus pies con uñas bien cuidadas y pintadas de morado; toma las zapatillas, besalas pues comenzaremos con ellas. Las tomé en mis manos con devoción, estaban tibias, eran del tipo media punta de suave cuero sumamente flexibles y livianas, con suela entera muy pulida por el uso, las bese y pude percibir el olor mezclado de cuero y sudor.

Luvna se calzo unas sandalias de cuero de suela muy fina y delgadas tiras doradas, y me dijo: Ya es hora de comenzar me hizo colocar contra la pared y aseguro mis manos a los extremos de una barra de altura regulable que pendia del techo; hizo lo mismo con mis pies con una barra separadora que aseguro contra el muro. Regulo la tensión y comprobó que había quedado inmovilizado y firmemente apoyado contra la pared, luego coloco una pequeña almohada entre mis caderas y la pared para que mis genitales quedaran bien expuestos; después fricciono con vaselina mi pene y testículos, según dijo para que la piel estuviera mas elástica y soportara mejor los azotes.

El tratamiento que te aplicare puede ser muy largo y   doloroso, de ti depende en concentrarte y expulsar tu semen con rapidez es un consejo para evitarte sufrimientos mayores. Yo pense que seria difícil seguir este consejo pues habia sido entrenado para retener lo mas posible mi eyaculacion.

Yo con el prologo y los preparativos tenia una gran erección, Luvna tomo dos anillas ajustables de caucho; una la coloco en la base de mi pene la otra  en mis testículos, ajusto ambas con fuerza y con satisfacción comprobó que todo estaba en orden.

Primeramente calentare la zona para que sueltes endorfinas; dicho esto comenzó a azotarme el pene con una de las zapatillas; los golpes llovían en forma espaciada y cadenciosa, con firmeza y precisión alternando golpes de pleno y otros chasqueando solamente la punta de la zapatilla, algunos sobre todo el pene y otros sobre el glande; yo los fui recibiendo sin grandes dolores. Después de unos treinta golpes me dijo a modo de aviso: Ahora te haré saltar la leche y comenzó a azotarme con una fuerza brutal y con gran rapidez; comencé a sentir dolores quemantes y antes de la docena de golpes me sacudí con espasmos que hicieron brotar el semen en pequeños chorros; la zapatilla siguió golpeando hasta que paro de salir la esperma.

Luvna me ordeno que limpiara las zapatillas, las acerco a mi cara y debí limpiarlas con la lengua hasta que le pareció suficiente. Seguidamente utilizando las zapatillas comenzó a excitarme acariciándome el pene y los testículos; al rato consiguió una aceptable erección.

Tomo una de las zapatillas y comenzó a castigarme con furia. El dolor era insoportable y continuo; en algunos viajes la punta de la zapatilla restallaba sobre el glande y me producía una sensación de fuego. Luvna separaba sus piernas, se afirmaba en sus talones y revoleaba el brazo con la zapatilla para dar mas fuerza a sus golpes; estos eran de una precision absoluta castigaban sin piedad al pene los testiculos y el glande, mi excitación crecia y en un momento me parecio que iba a eyacular, pero no. Al cabo de unos treinta golpes sin resultado, estaba cubierta de sudor, ceso el castigo, observo el pene y tomo de una mesita un par de zapatillas idénticas pero de color rojo. Estas zapatillas tienen menos uso son menos flexibles, espero que sus golpes provoquen tu eyaculación. Me froto el pene con la suela y pude comprobar que era más áspera que la anterior.

Continuo la azotaina con ferocidad renovada la zapatilla roja se alzaba y descendía velozmente a su blanco, fueron casi dos docenas de golpes los que me provocaron el espasmo y la aparición de unos tímidos chorritos de semen.

El Ama estaba satisfecha, luego de la limpieza de las zapatillas que realice a conciencia con mi lengua me dijo: Esto sé esta volviendo dificultoso, deberé emplear métodos más severos para seguir exprimiendo tu jugo. Acerco un caballete de madera con altura regulable y lo coloco de forma que mi pene quedara acostado sobre él. De esta forma el pene quedaba firmemente apoyado sobre la madera por lo que los golpes harían mucho más efecto.

Terminado esto comenzó a excitarme con las zapatillas hasta lograr una erección, verifico que el pene estuviera bien apoyado en su lecho de madera y blandiendo la zapatilla roja comenzó a castigar. Lo hacia con la furia y energía de siempre pero el dolor era mucho más intenso, la suela azotaba la carne y esta apoyada sobre la madera absorbía todo el peso del golpe; yo trataba de inspirarme en la figura casi desnuda de Luvna para provocar mi eyaculación pero no lograba nada. Al completar unos treinta golpes paro el castigo y observo atentamente mi pene. Estoy sorprendida dijo, por la resistencia de tu piel es muy raro que aun no haya saltado tu sangre. seguiremos con mas severidad. Mi pene presentaba un aspecto de terror, se encontraba totalmente hinchado e inflamado por las anillas y los azotes recibidos; su cuerpo estaba brillante, las venas se trasparentaban y grandes moretones lo cubrían; el glande parecía una fruta madura a punto de explotar salpicado por moretones. Deberé emplear las sandalias, dijo, sus golpes más severos efectuaran una buena faena sobre el terreno preparado por las zapatillas.

Luvna Se descalzo y enarbolo una de las sandalias, alzo el brazo y lo bajo con violencia; un fuerte chasquido se oyo en la sala, al contacto del cuero con mi piel, el alarido que broto de mi garganta se corto cuando resono el segundo chasquido; al cuarto golpe la piel del glande se abrió y apareció una gota de sangre oscura; - Luvna sonrió -  la suela de cuero en su próximo viaje cayo sobre la gota. Los golpes eran fuertes pero espaciados, mi cuerpo se retorcía en sus ligaduras y temblaba, mi respiración entrecortada era jadeante

La sandalia cumplía su tarea de destrucción a la perfección, mí cuerpo se convulsionaba, la piel cedió en varios lugares la sangre cubría todo el pene luvna entusiasmada me gritaba: Carbón suelta tu leche o acabare con tu miembro. Acelero la frecuencia y recién cuando me hubo descargado unos veinte golpes aparecieron unas pocas gotas de semen precedidas por el espasmo.

Después de la limpieza de las zapatillas y sandalias, Luvna se tomo un rato de descanso, luego me dijo: No creo que quede mucho jugo dentro de ti, para cerciorarme que salga todo cambiare de instrumentos aunque esto signifique algo extra para ti. Retiro el caballete de madera, acaricio mi sufrido pene con una pequeña erección, se sonrió malignamente y saco de un armario una fusta de cuero trenzado con alma de acero, terminada en dos trencitas de cuero de unos 10 cm. rematadas en apretados nudos. La hizo silbar en el aire varias veces. Luego me dijo trata de lanzar tu semen lo antes posible así detendrás el castigo; de ti depende,

No había terminado de hablar cuando escuche el silbido y la azotera mordió mi carne, rítmicamente espaciados los fustazos hacían brotar mas sangre de todos lados, el brazo de Luvna se entusiasmó con treinta golpes; luego paro el castigo decepcionada. Cambiare el método pues sino perderás el pene dijo riendo. Acerco un mechero encendido una cajita con alfileres y agujas clínicas. Tomando una pinza calentó un alfiler al rojo vivo y me lo planto en el escroto, rápidamente hizo lo propio con una aguja y la clavo en el cuerpo de mi pene, finalmente calentó un alfiler y lo hundió en el glande. Mi cuerpo se convulsiono fuertemente, Luvna tomo con la pinza un alfiler, lo calentó al revés cuando la cabeza estaba al rojo lo poso sobre la piel del glande ejerciendo presión, se sonrió cuando vio los espasmos del pene y las tres gotas de semen que salieron del

Cuando termine de limpiar la azotera de la fusta le pregunte Ama ya hemos terminado? No me respondió riendo, hemos convenido hasta la ultima gota de semen y eso solo se verifica cuando eyacules y no salga absolutamente nada.

Supongo que será el final, la intensidad y duración del castigo dependen de ti procura acelerar tu eyaculación concentrate en ella.

Quito los anillos del pene y testículos y estimulando con las zapatillas consiguió una media erección;  de una mesita tomo varios trozos de unos 30 cm. de tientos de cuero crudo de distintos anchos los probo en el orificio de mi pene y escogió dos. Te sondare la uretra, con esto comprobare si queda algo de tu jugo. Lubrico los tientos con vaselina y empezó a introducir el mas fino; con movimientos hacia delante y hacia atrás fue penetrando con facilidad hasta el fondo; no conforme con esto lo extrajo de un tirón y realizo lo mismo con el otro un poco mas ancho el cual le demando mas trabajo para hacerlo llegar hasta el fondo.

Conforme con esto fue tirando despacio del tiento hasta casi extraerlo en su totalidad, luego volvió a hundirlo en la uretra hasta el fondo; repitió la operación cuatro veces en la seguridad de provocar la eyaculación pero sin resultado positivo.

Disgustada me informo que aplicaría algo muy doloroso pero efectivo. En el mechero puso a calentar un recipiente con una mezcla de cera y parafina; cuando se fundieron y estaban a punto de hervir, lleno un pequeño cucharón con ese fuego liquido y lo derramo despaciosamente sobre mi pene y finalmente sobre el glande; los espasmos sacudieron el pene, Luvna sonrió, tiro del tiento para extraerlo totalmente y pudo comprobar que del orificio del pene que boqueaba al ritmo de los espasmos no salía ni una gota de semen

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