La última fue la primera (Parte cuatro).

Cuarta parte de esta interesante historia.

Al otro lado del teléfono me atendió una mujer que por su voz me pareció bastante joven y que me indicó que sería bien recibido siempre que demostrara encontrarme perfectamente dotado; echara una buena cantidad de leche en cada eyaculación; dispusiera de una potencia sexual encomiable y estuviera convencido de que quería ser dominado, ultrajado y vejado por un grupito de féminas. La respondí que consideraba que reunía todas aquellas condiciones y la chica me dijo que al día siguiente, que era viernes, debía de acudir a las siete de la tarde a un determinado puti club de carretera para que doña Ursula, que era la propietaria y “madame” del establecimiento, me hiciera una prueba.

Acudí a la cita lleno de miedo y temor. En cuanto entré en el local pregunté por doña Ursula a una joven morena que vestía un provocativo bikini estampado con tanga que apenas la cubría nada y al indicarla que estaba citado con ella, me dijo que la siguiera puesto que me estaría esperando. Me acompañó hasta la puerta de una confortable habitación en la que la “madame” estaba realizando un fisting vaginal a dos manos a una chica de nacionalidad sudamericana a la que decía:

“Eres una autentica cerda así que tienes que echar más, mucho más” .

La joven que, a cuenta del grado de excitación que estaba alcanzando, sufría pérdidas urinarias y había colocado su chocho a la altura de la boca de doña Ursula alcanzó un monumental orgasmo y a continuación, se meó al más puro estilo fuente mientras decía a la “madame” que no podía más pero esta, forzándola con más saña y sin perderse el menor detalle de la salida de su micción, la indicó:

“Voy a convertirte en una zorra muy guarra y si sigues así vas a acabar deseando que te estén jodiendo continuamente durante el resto de tu vida” .

Un poco después la extrajo de golpe ambos puños y la joven, que era morena, de baja estatura, complexión normal y se llamaba Alison, cayó completamente despatarrada en la cama luciendo unas pequeñas pero tersas tetas y una monumental “cueva” vaginal totalmente depilada por la que salió una buena cantidad de “baba” vaginal y algo de pis. Me impresionó ver hasta donde había llegado a dilatar aquella hembra y mientras doña Ursula la mantenía apretados los labios vaginales intentando favorecer una contracción más rápida pensé en lo agradable que resultaría “clavársela” en esos momentos e introducirla dentro hasta los cojones. De repente, la “madame”, que vestía una bata corta de tipo oriental, se volvió lo que me permitió observar que se trataba de una mujer de cabello claro, complexión delgada y estatura normal que, a pesar de haber sobrepasado los cincuenta años, todavía estaba de muy buen ver. Mirándome fijamente y haciéndome indicaciones con su mano para que abandonara el umbral de la puerta y entrara en la habitación, me dijo con un tono de voz bastante seco:

“¿Y tu que quieres?” .

Aunque lo que más deseaba en aquellos instantes era el “clavársela” vaginalmente a Alison, la respondí que había ido para que pudiera efectuarme la prueba preliminar antes de que me asignara a un grupo de féminas que me sometiera y con un gesto malhumorado me indicó:

“¿Entonces que haces aún vestido?” . “Quítate inmediatamente toda la ropa” .

Me dio un poco de corte el tener que desnudarme en presencia de Alison, aunque no estuviera en las condiciones más idóneas como para prestarme atención, pero ante los continuos requerimientos de la hembra para que me despojara y con rapidez de la ropa, me decidí a hacerlo luciendo ante ella un pito muy duro y tieso que parecía estar demandando la eyaculación. Doña Ursula me cogió de la mano para hacer que me pusiera delante de ella, me obligó a abrir las piernas y comenzó a sobarme la polla y los huevos comentando que “aquello” prometía. No tardó en empezar a apretarme los cojones con fuerza y un poco más tarde me bajó toda la piel para hacerme lucir el capullo en todo su esplendor. Parecía encontrarse bastante impresionada por la dureza, grosor y tamaño que iba adquiriendo mi miembro viril pero me empecé a sentir un tanto incomodo al ver que no decía nada y sólo se dedicaba a tocarme los genitales una y otra vez. Finalmente, me apretó con sus dedos la “boca” del rabo para hacer que se abriera y pasando por ella primero uno de sus apéndices y después su lengua, me dijo:

“Es bastante evidente que estás deseando que te haga un buen ordeño” .

Doña Ursula comenzó a moverme la verga despacio mientras me mantenía bajada toda la piel. A pesar de que las distintas mujeres con las que había mantenido relaciones sexuales y sobre todo Mamen, se habían prodigado en hacerme pajas de diferentes maneras nunca me la habían “cascado” en forma de tornillo por lo que me estaba dando un gustazo impresionante y aunque la “madame” me apretaba con fuerza los huevos intentando evitar una eyaculación demasiado rápida, tenía tantísimas ganas de echar la leche que me pareció que iba a hacer acto de presencia con mucha celeridad por lo que decidí pensar en cosas desagradables para que tardara más en sacarme la lefa. Pero tuve la desgracia de que mi mirada se centrara en el abierto, apetecible y jugoso coño de Alison y ante semejante visión me resultó imposible retener su salida por más tiempo y comencé a soltar leche, en espesísimos y largos chorros, mientras doña Ursula, bastante sorprendida por mi rapidez, procedía a movérmela más deprisa. La eyaculación fue impresionante y eché tal cantidad de lefa y con tanta fuerza que, además de caer en el suelo y en la cama, llegó a depositarse en las piernas de la chica sudamericana. En cuanto terminó de salir semen, la “madame” recogió con sus dedos una pequeña cantidad de uno de los chorros que habían caído en la cama, se la llevó a la boca y la saboreó mientras me continuaba “cascando” lentamente la chorra y me preguntaba que si seguía meneándomela sería capaz de repetir. La respondí afirmativamente y un poco después la fémina, sorprendentemente, abandonó su cometido para proceder a volver a abrirme con sus dedos la “boca” del cipote y tras mirármela con detenimiento, procedió a meterse el nabo entero en la boca para comérmelo con esmero y ganas. Desconozco hasta donde la llegó a entrar pero el pene no había perdido ni un ápice de su erección por lo que estaba inmenso y la debió de perforar toda la garganta pero a ella, con experiencia en ello, no pareció importarla mientras notaba perfectamente como me pasaba su lengua por el capullo y por la “boca” de la picha dándome un placer increíble. Eso sí, en dos ocasiones se la tuvo que extraer de la boca y me la movió unos instantes con su mano para poder recuperar su respiración habitual. De haber continuado comiéndomela no hubiera tardado en eyacular por segunda vez pero, en cuanto doña Ursula se dio cuenta de que estaba a punto de echar la leche, se la sacó de la boca y contemplándola totalmente tiesa se dignó a hablarme diciéndome:

“Aunque no me ha gustado que te corrieras tan rápido, me ha encantado ver la gran cantidad de leche que has echado y que estés provisto de una pilila excepcional y exquisita de la que puede obtenerse mucho placer” .

“¿A que te encantaría clavárselo a esta guarra, so cabronazo?” me indicó señalándome a Alison que parecía un poco más recuperada y que se incorporó ligeramente para ver si mi pirula merecía realmente la pena.

Pero doña Ursula no me dejó ni contestarla y después de obligarme a darme la vuelta, me hizo doblarme, me lamió durante unos instantes el ojete y tras ensalivárselos, me introdujo sin contemplaciones hasta el fondo dos de sus dedos en el culo y comenzó a hurgarme en todas las direcciones. Al notar que, instintivamente, estaba apretando me llamó varias veces cabrón y me indicó que aquel no era el lugar más adecuado para defecar y menos delante de ella. Después empezó a darme cachetes en la masa glútea, que no tardó en ponerme como un tomate y me metió un tercer dedo con el que se incrementó mi suplicio mientras ella no dejaba de echarme saliva en el ano y me decía:

“Eres un hijo de puta y tienes que aprender a disfrutar por detrás, así que toma, toma y toma” .

Cada vez que decía aquel “toma, toma y toma” me forzaba de tal forma que, aparte de hacerme daño, me consideraba incapaz de seguir controlando mi esfínter. Ella debió de darse cuenta de que si continuaba así no iba a tardar en defecar por lo que decidió hurgarme más despacio y con movimientos circulares con lo que logró reducir mi imperiosa necesidad de cagar aunque comencé a tirarme un buen número de ventosidades. Me pareció que a doña Ursula la complacía aquello pero, cada vez que se me “escapaba un preso”, me daba más cachetes en los glúteos y me insultaba llamándome cabrón y cerdo. Después se decidió a meter su mano libre por entre las piernas, me agarró con fuerza el pito que todavía se encontraba en perfectas condiciones y me lo comenzó a “cascar” con movimientos rápidos. No sé como lo hizo pero, cuándo menos me lo esperaba y más me estaba forzando el trasero, me lo giró de tal forma que la punta quedó mirando hacía ella con lo que adquirió un grosor inusual al igual que mis cojones para continuar meneándomela sin dejar de echarme saliva en el ojete y en la “boca” de la polla con lo que consiguió excitarme todavía más y a pesar de indicarme que en esa posición tardaría bastante más en eyacular, la leche volvió a hacer acto de presencia con más celeridad de la debida y de nuevo, de manera masiva. Sentí tanto gusto al echarla que no me enteré de que, como era habitual, después de mi segunda eyaculación se producía una copiosa meada llena de espumoso pis que, al parecer, agradó a doña Ursula que no dejó de pasarme sus dedos por la “boca” para que se la mojaran en mi micción. En cuanto acabé, me soltó de golpe el rabo, que no tardó en recuperar su posición normal, me sacó los dedos del culo con la misma brusquedad con la que me los había metido y procedió a abrirme con sus manos el ojete que me lamió durante un buen rato antes de volver a meterme un par de dedos con los que me hurgó hasta notar que se estaban impregnando en mi caca por lo que, suponiendo que mi defecación iba a ser inmediata, procedió a sacármelos y manteniéndome bien cerrado el ano con sus manos me dijo que me aguantara puesto que, como me había dicho antes, aquella habitación no era el lugar más adecuado para que soltara mi mierda.

Permaneció así varios minutos antes de volver a acariciar la seta a Alison, que estaba bebiendo agua para recuperar líquidos, al mismo tiempo que la decía que iba a realizarla otro exhaustivo vaciado vaginal para aprovechar que se hubiera puesto cachonda viéndonos y oyéndonos. En cuanto estuvo segura de que, al menos, iba a aguantar mi defecación hasta abandonar su local, me dijo que debía de ir a visitarla todos los viernes a la misma hora para que pudiera sacarme un par de polvos y una buena meada y hurgarme en el culo y que al salir la pidiera a la chica que me había acompañado cuándo llegué la dirección a la que debería de acudir al día siguiente, sábado, a primera hora de la tarde, aconsejándome que fuera a todas mis citas bien cagado y meado. Me vestí con rapidez, salí de la habitación mientras doña Ursula volvía a mostrarse de lo más entusiasmada abriendo y cerrando los labios vaginales a Alison a la que no dejaba de insultar, recogí la dirección de la que me había hablado que me dio la joven morena en un sobre cerrado después de hacerme firmar un documento en el que reconocía que me iba a someter por propia voluntad y sin abrirlo, salí del establecimiento. En cuanto emprendí el camino de regreso noté que volvía a sentir una imperiosa necesidad de defecar por lo que me detuve en una estación de servicio cercana al puti club y me dirigí con prisas al aseo. No me dio tiempo a llegar y además de que se me salieron antes de tiempo unos chorros de pis, comencé a echar la mierda, blanda y maloliente, sin haber llegado a acomodarme en el inodoro por lo que la primera descarga me manchó el calzoncillo y cayó al suelo. No sabía con certeza que clase de hurgamientos anales me había realizado doña Ursula pero sufrí los efectos de unas deposiciones diarreicas impresionantes y me tiré un montón de tiempo defecando entre una sonora colección de pedos. Al acabar intenté limpiar mi calzoncillo con papel higiénico al igual que hice con el suelo pero como cada vez lo ponía peor me decidí a quitarme el calzoncillo, que tiré a la papelera y abandoné con rapidez el aseo y la gasolinera. Por la noche tuve unas cuantas deposiciones totalmente líquidas que, al tenerme en vilo, apenas me permitieron dormir.

C o n t i n u a r á