La Turca 3 (Primera parte)
se divide en dos partes esta es la primera
La historia esta dividida en dos partes, para aquellos que les cansa la vista leer relatos muy largos los divido en dos, ya que mis relatos siempre han sido largos.
Mica
La Turca III (Parte 1)
"Quiero dejar de Sentir"
Puedo mirarla mil veces de reojo o directamente. Puedo verla sin miedo y sin reparo directamente pero hay algo que cambió y es el simple hecho de que ya no soy una niña; ya no soy la pequeña niña que creía saber tantas cosas en el mundo mientras en él había tanto por aprender. Porque la realidad fue esa, no fui más que una niña al que el mundo veía crecer a través de golpes y realidades de la vida. La niña que pensaba que no habría un mundo después de ella.
"Si busco en sus ojos puede encontrar mi verdad. Si yo busco en los ojos de Sara puedo encontrar la paz ¿Pero que puedo encontrar en aquellos ojos ámbares que no me traen más que dolor? Todavía no se describir aquel sentimiento diferente que me hacen sentir con el solo hecho de posarse sobre mi"
En este momento me he preguntado constantemente sin casi vacilar, la misma pregunta a cada momento.
Como puede ser que, aunque yo pasase de verla, el destino otra vez me la ponía ahí. ¿Y porque me la ponía si todo estaba yendo bien? Todo marchaba bien hasta que la vi, y fue tan fuerte volver a verla, fue un sentimiento tan fuerte volver a ver esos ojos ámbares que creí jamás volver a ver que aun hoy siento ese leve estremecimiento recorrerme el cuerpo.
Me gustaría volver a perderte, me gustaría perderte entre la multitud como alguien más, como si no fueses nadie, como si fueses una chica linda nada más, una chica con una belleza diferente que me impactó. Pero cómo quisiera que fueras solo eso: "una entre el montón".
Creo que ya has dejado tanto en mi, me has enseñado tantas cosas que sé que jamás hubiese aprendido si no te hubiese conocido. Esa espera interminable que tenia antes porque llegase una mujer y me borrara el dolor entre besos y caricias. Pero en vez de eso tú no hiciste más que agravar el dolor y enseñarme a golpes de acciones que no todo era lo que yo creía y que detrás del dolor había más dolor.
No quiero volver a tropezar con la misma piedra, no quiero que me vuelva a doler ahora que soy feliz. Es por eso que no quiero verla resplandeciente con su vestido negro frente de mi . Porque tengo un temor atroz, un temor que me hace temblar, y es el temor de volver a caer en la trampa de esos ojos ámbares.
No quiero volver a caer en su trampa. En su don de la seducción, en esos ojos que fueron los primeros en acariciarme el alma, no quiero caer en esa tímida sonrisa no quiero caer porque sé que no es mas que una mariposa traicionera, una mariposa del dolor y eso, ¡eso nadie lo cambiará!
Ella me sonríe, ella me mira tiernamente otra vez, sin reparos, sin timidez, ella me mira sin palabras como si nada hubiese pasado, como si todo fuese igual y ese escenario fuera en realidad la casa de Angélica.
No puedo dejar de mirarla, perdida del mundo. Hasta que veo como Ali la besa frente de mis ojos.
¿Qué sentir o que sentí? Debería sentir indiferencia. Pero sentí decepción, una pequeña punzada para volverme otra vez a la realidad.
Ella seguía siendo la misma, la misma Turca que me partió el corazón, la misma Turca mentirosa y seductora.
Después de una hora, había terminado el desfile y yo tenia que ir detrás de escenario a felicitar al ángel de mi corazón.
Cuando ingresé al lugar me encontré con todo un grupo extenso de maquilladores y modelos brindando con copas de champagne por el éxito de la pasarela.
Esperé en un costado, viendo como su risa coqueta me contagiaba también la risa. Hay cosas que no pueden entenderse y esta es una, reír mientras la otra persona ríe es algo tan natural pero algo inentendible ¿De que te ríes si no entiendes o no escuchas que dice? Quisiera escribir en bellas palabras que reí porque ella reía y si ella reía yo era mas feliz aún.
Que bella que era Sara, que hermosa era realmente y qué suerte tenía yo después de todo en que alguien como ella quisiera seguir brindándome su amor y su apoyo.
- Felicidades- dije al tiempo que veía su peculiar caminar acercarse a mí.
- Gracias- dijo con su peculiar sonrisa abrazándome
- Te amo- dije dándole un beso en la mejilla- Te amo tanto- dije al fin besándola.
- Yo te amo mas aún- dijo dándome un pequeño pico.
- Tenemos una fiesta organizada por Tiffani & Co- dijo la diosa de mi corazón mientras juntaba sus cosas.
Después de que empacó sus cosas, nos fuimos agarradas de las manos hacía la dichosa fiesta. Pensé que después de todo ese tiempo Emel ya se había ido del hotel pero solo cruzar el salón escuche la voz de Ali deteniéndome. Me dieron unas ganas enormes de sujetar fuerte la mano de Sara y correr como aquella mañana en la plazoleta. Correr para no volver a verla, pero correr en ese momento era ser una cobarde, era demostrarle que todavía seguía siendo una niña. Una niña a la cual le dolía verla, le dolía verla feliz de esa manera, una niña que seguía hipnotizada por su belleza y por sus encantos. Y aunque eso pueda ser levemente real ¡No puedo aceptarlo!
- Amy- decía la tonada peculiar de Ali.
Me gire lentamente rezando que ella no estuviese junto a él.
En cuanto la vi, dudé en saludarlos o correr como había dicho, correr sin mirar hacia atrás.
- Hola- dije indiferente
- Tanto tiempo- dijo él acercándose a nosotras con Emel de la mano mientras los custodios seguían sus pasos detrás.
- Así es- dije poniéndome tensa al sentir sus ojos examinarme.
- Quién hubiese pensado- dijo risueño-
- ¿Qué cosa?- dije inmediatamente tajante.
- Encontrarte aquí- dijo aquel individuo mientras examinaba con su mirada a mi novia.
- Por cierto- dije al darme cuenta que había sido una maleducada y si Ali se había acercado a nosotras y estaba mirando de esa forma a Sara era porque realmente la quería conocer, y no iba a ignorar al orgullo de mi vida- Ella es Sara, Sara Aglioti mi novia- dije con una leve sonrisa triunfadora hacia Emel.
- Un gusto- decía Ali medio eufórico- Soy un gran fan tuyo- dijo al fin en un tono medio ahogado- Es por ti el hecho de que hallamos venido desde Arabia.
- Buenas- dijo Sara con su amabilidad de siempre- Es un gusto conocerlos- dijo al fin estrechándole la mano a Ali.
- ¿Qué fue de ti?- dijo Ali dirigiéndose a mi- No te hemos vuelto a ver por Cali hace años, y ahora estas hecha toda una mujer- dijo mientras la Turca no hablaba y se mantenía en el margen con una falsa sonrisa.
- Perseguí un sueño, y me salió- dije pasiblemente.
- Una alegría entonces- dijo al fin Emel, en esa tonada que pensé olvidar por el tiempo pero otra vez recordaba lo sensual que era.
- No entendimos por qué te fuiste el día de nuestra boda, pero...-
- Tenia que viajar ese mismo día- dije adelantándome, sintiéndome mas tensa por los nervios.
- Pero - prosiguió a hablar ese torpe hombre que no entendía mi indirecta.
- Tenemos que irnos a una fiesta- dije sujetando fuerte la mano de Sara tratando de no sentirme más nerviosa de lo que estaba.
- ¿La fiesta de Tiffany & Co?- dijo Ali- Nosotros también vamos allí.
- Pues- dije sin saber que decir.
- Quería hablar con Sara sobre unos negocio no se si me lo permite en este momento- dijo Ali con tono tranquilo.
- No tengo apuro- dijo Sara profesando la misma tranquilidad- Vamos a sentarnos si quieren- dijo dirigiéndose a Ali.
- Me encantaría- dijo ese extraño hombre dirigiéndose al restaurant del hotel.
¿Qué fue en realidad todo eso. Ese hombre sabía de mi pasado con la Turca o no fue más que una pregunta?
Ya que no solo tenía a la persona que tanto me lastimó tan cerca, sino que tenía al marido de la diosa que tantas espinas clavó en mi alma.
Fue allí que me di cuenta de otra faceta guardada de mi personalidad, una faceta que jamás se había despertado en mí, y solo en ese momento nació.
El asco, la rabia, el odio al recordar todas las noches que lloré desconsolada por ella mientras ella me miraba divertida sin decir palabras. Que ganas tenía de levantarme y abofetearla despacito, o fuerte, pero quería que dejara de sonreírme de esa forma.
De esa forma tan malvada, pero tan dulce a la vez, de esa forma que me hacía enloquecer y sigue haciéndome enloquecer.
Sara y Ali hablaban mientras éste le mostraba unos papeles. No recuerdo bien las palabras que este le decía a mi ángel. Solo recuerdo que era un contrato sobre ser la imagen de un comercial de una marca de ropa que estaba creciendo -no recuerdo su nombre- y la imagen de su empresa automotriz.
Trataba de mirar al horizonte y no mirarla directamente a los ojos. Lo intenté. ¡Pero ella me provocó. Ella no me dejaba de ver directamente a mis ojos sin reparos, sin importarle que mi novia estuviera al lado mío y su marido estuviera presente.
- Pero qué- dije en un pequeño susurro pero que sirvió para que parara con su acoso visual.
La mire directamente a los ojos, me atreví a mirarla directamente otra vez a los ojos. Enseñándole toda mi indiferencia y mi frialdad, ella parece que se había dado cuenta de ello ya que de su labio rojos rubí se borró esa sonrisa triunfadora y orgullosa y no pudo hacer mas que mostrar molestia, mientras sentía como mis ojos le recriminaban y le tiraban todo la frialdad que ella un día lo hizo conmigo.
En un pasado yo la miraría tiernamente, tímidamente tratando de entregarle todo el calor de mi alma. Pero ahora, ahora no nace de mí esa necesidad. Ahora solo quiero ver molestia en sus ojos. Ahora solo quiero que vea lo feliz que soy sin ella en mi vida, quiero que sepa que me produce rabia, que me produce más frio, que me produce ASCO.
Después de unos minutos que parecían interminables, Sara terminó su charla diciéndole a Ali que lo llamaría en cuanto repasara bien el contrato con su agente.
Salimos al tiempo tomadas de la mano mientras sentía una brisa fría acariciarme el rostro.
Entramos a la limosina en silencio, Sara no me miraba, hasta que nos sentamos y sus ojos verde agua se clavaban en mí. La conocía, sabía que estaba molesta, sabía que ella se había dado cuenta. Porque ella me conocía tanto, ella me conocía aun más que yo misma. Ella se podría decir que fue la única mujer que me conoció completamente.
Muchas veces llegué a pensar que tal vez nos conocíamos en vidas pasadas. Ya que en varias oportunidades tuve ese escalofrió que sentí que ya había pasado esos momentos y se volvían a repetir.
- Estoy esperando a que hables- dijo claramente molesta.
- ¿Que quieres que te diga?- dije haciéndome la extrañada.
- Ella quién es- dijo pausadamente.
- La mujer de la cual tú me ayudaste a olvidar- dije sin vacilar mientras acariciaba con mi mano la suya.
- ¿Cómo?- dijo retirando brutamente su mano.
- Eso mismo, la puta que me rompió el alma- dije violentamente no hacia ella, sino que internamente esperara que esas palabras pudieran hacerme odiarla más.
- Es que no entiendo como después de todo lo que pasó, ella te sonreía de esa manera- dijo Sara vacilante- No parecía tensa, nerviosa. Como cuando alguien ve a un amor del pasado.
- Ese es el problema yo y ella nunca fuimos un amor, nunca fuimos algo en concreto- dije acortándola.
- Al principio pensé que le gustaste y que no era más que una descarada al mirarte de esa forma, pero en cuanto el árabe habló de su boda y lo demás, supe que se conocían.
- No quiero Sara- dije sintiendo un estremecimiento de repente por dentro recordando como si fuera una tira de flash back todo los momentos vividos junto a ella- No quiero recordar el pasado.
- Pero- dijo tiernamente la musa de mis sueños perdidos.
- Ya lloré, ya olvidé, ya pasé por todo eso, no quiero volver a contarlos- dije serenamente- Ella me lastimó mucho, y tú sabes que las cosas que duelen hay que dejarlas atrás. Yo te amo, y tú lo sabes, no tienes porque sentirte insegura ante ella. Por favor, solo mírate Sara, solo escucha cuando hablas, nadie es como tú, nadie es tan perfecta para mí y ella no tiene punto de comparación contigo- dije acariciándole suavemente el rostro.
- Ya no me dieron ganas de ir a esa fiesta- dijo con la voz quebrada- No quiero que la mires, no quiero que te vuelva a mirar- dijo abrazándome fuertemente.
- Eres la estrella de la noche- dije apretando estrechando más fuerte su cuerpo y su rostro que estaba pegado en mi pecho- Todos esperan por ti.
- Pero- dijo con la voz media quebrada.
- Algún día tendré que enfrentarlo- dije en un largo suspiro- Y quiero que estés conmigo, para que no sienta el rigor y el dolor del pasado para poder hacerlo- dije acariciando sus cabellos castaños claros- Tú no sabes lo dichosa que me siento de saber que tu me amas de esta forma, y el orgullo que siento cuando todas esas personas te miran con admiro, con deseo. ¿Ella puede hacer eso en todas las personas?
- No se- dije sonando como una niña pequeña- No creo- dijo al fin recuperando su voz tan segura y seductora de siempre.
- No puede, porque no es un ángel- dije risueña
- Me dices todo esto para endulzarme el oído- dijo tiernamente.
- Te lo digo porque es la verdad. Es que tu no te pones a ver el rostro de todas las personas- dije mientras entrelazaba una mano con la suya- Pase los mejores momentos de mi vida junto a ti, me enseñaste todo Sara, todo lo bueno que puede ser la vida. ¿Tú te crees que dejaría todo eso por una mierda?-
Ella no decía nada, solo jugaba con mis dedos y los suyos. Mientras sentía su respiración en mi cuello respirando pausadamente.
- Te portas bien- dijo de la forma más dulce del mundo.
- Claro- dije besándola lentamente.
Su lengua jugando junto a la mía, sus suaves labios comiéndome lentamente, hicieron que me calentara de sobremanera.
Sara a todo esto no ayudaba, ya que se puso encima de mí mientras sus labios descendían lentamente hasta mi cuello dejando sus rastros de saliva por donde pasaba.
Me sacó en silencio el saco, mientras sus labios se posaban otra vez en los míos.
Jamás había hecho el amor en una limosina o en un auto, no soy de las personas que aman hacer el amor al aire libre. Pero con Sara podría hacerlo hasta en un parque si ella lo quisiera. Porque ella sabia conducirme a un mundo de calor interno que nadie lograba. Era tan sensual, tan sexi, tan suave que le bastaba solo unos minuto hasta calentarme terriblemente.
No dejamos de besarnos mientras mis manos acariciaban lentamente sus muslos, y con sus manos se sujetaban en mi hombro. Palme suavemente su entrepierna mientras un gemido de placer salía de sus labios.
- Mmm- dijo con la boca entreabierta.
Me adueñe de su cuello, produciéndole varios chupones mientras mi mano sacaba lentamente su ropa interior.
Sentí unas terribles ganas de sentir el aroma de su ropa interior, fue así que lo lleve a mi nariz y exhale su olor a mujer gustosamente.
El solo hecho de sentirlo me produjo una calentura exuberante que no pude contenerme de tocarla.
Estaba mojada. Jadeante de deseo mientras de sus labios salían pequeños gemidos yo hacia círculos por su clítoris mientras besaba su cuello.
- Mmm métemelo- dijo en un susurro con voz excitante, mordiéndome tímidamente mi oído.
Le obedecí excitada, metiendo mis dedos en su humedad, mientras sentía sus líquidos empaparme los dedos, hice un mete y saca mientras intentaba acallar sus gemidos por miedo a que el conductor nos descubriera.
- Mmm, que rico- decía Sara entrecortada-
Puso su dedo en mi boca entreabierta mientras cabalgaba en mi mano.
- No puedo más, me vengo- dijo recostando su cabeza en mi cuello mientras lo besaba tímidamente.
Incrementé mis movimientos, mientras Sara seguía moviéndose sin parar y un gritito de placer inundaba mis sentidos y sentía como sus dientes mordían suavemente mi cuello.
Solo le bastó unos minutos para recuperarse, besar mis labios tiernamente, para volver a ser aquella mujer fogosa que me enloquecía.
- Siempre quise hacer esto- dijo con una pequeña sonrisa.
Bajo lentamente mi jeans chupín hasta dejarlo a mis rodillas. Sentí un terrible cosquilleo de placer al adivinar sus intenciones. Claro que Sara me había hecho en innumerables ocasiones sexo oral, pues sabía que era mi sexo preferido. Pero jamás de esa forma tan sumisa, tan entregada. No se como no me corrí en ese momento.
Por el solo hecho de sentir su lengua jugando con mi clítoris sumisa. Chupó suavemente mi interior, hasta que con la puntita de su lengua recorrió lentamente mis labios vaginales.
Yo no podía contener mis gemidos, pero a comparación con los de ella siempre fueron muy suaves y calmados.
Casi me desmayo del placer cuando por fin su lengua entera me recorría de arriba abajo, no pude hacer otra cosa que presionar su cabeza a mi entrepierna.
Ella pasaba lentamente su lengua entera por mi vagina hasta que sintió que ya no podía aguantar más, y apresuró sus movimientos.
Yo no quería correrme, quería enfrentar a mi cuerpo y a su sensibilidad, ya que sabía que esto no se volvería a repetir y estaba cumpliendo en fin unas de mis fantasías.
- Despacito- dije en un intenso jadeo- Tu y yo sabemos que todavía no quiero y no me voy a correr- dije entrecortada.
- No podrás aguantar mucho- dijo desafiándome con la mirada.
¡Maldita Sara! Maldita, sí maldita. Ya que empezó a comerme de la forma mas rica del mundo, y sabia que no iba a dudar mucho, pero estaba empecinada a desafiarla a ver su rostro excitado chupándomela sin reparo, sin timidez.
- Mmm no me voy a correr- dije entre jadeos más intensos.
- Yo te lo voy a seguir y seguir comiendo hasta que te vengas- dijo sin dejar de recorrer con la punta de su lengua toda mi vagina.
Después de unos minutos, ya no pude seguir aguantando y me deje llevar en el tremendo orgasmo que recorrió todo mi cuerpo.
Ella con sonrisa triunfante se levantó mientras me colocaba el pantalón otra vez y se sentaba en mi regazo.
- Por dios Sara- dije aun recuperándome- Ahora entiendes porque eres única- dije acariciándole el rostro- Una combinación de todo, eso eres mi amor- dije besándole los labios mientras sentía mi gusto en su boca.
- Tendremos que ir al hotel antes- dije volviéndose esa chica serena y hermosa de siempre.
- Creo que si- dije riendo mientras acariciaba el dulce rostro de Sara con los pelos despeinado.
Paramos un momento en el hotel que quedaba de paso al lugar en donde se hacía la fiesta. Mientras Sara y yo nos bañábamos y cambiábamos rápidamente.
El ángel de mi vida, salió vestida en un vestido negro corto, muy corto para mi gusto, de manga murciélagos de esos que valían una fortuna y los diseñadores les regalaban.
Esa noche si que estaba para romper muchísimos corazones, estaba radiante, sonriente con esos ojos verde agua que brillaban mas que las estrellas. Desde lejos se le veía la chispa de felicidad en los ojos, y esa seguridad que fue borrada hacía unas horas fueron solo un eco de lo que era Sara esa noche.
Antes de entrar al salón tomé un leve respiro. Sujetando fuerte la mano de Sara.
No sé cuánto tiempo iba aguantar vivir en un mundo al que no pertenecía, no se cuánto tiempo podría seguir haciéndolo. Pero si lo hacía era solo por Sara, era por mi amor hacia ella y por el simple hecho de que yo la conocí en este mundo y no era quien para cambiarla, ya que me enamoré de ella tal y como era.
La fiesta se hacía en un salón muy grande, típicas de las de alta sociedad, minuciosamente decorado, a cada detalle.
Sara no me soltaba la mano; Sara no se alejaba de mí ni para saludar a las demás personas.
Pude ver su desconfianza, pude ver su temor, pude ver ese rabillo de temor en sus ojos. Y fue en ese momento que comprendí que ella me amaba profundamente como siempre me lo había dicho, y que temía perderme.
- Vamos Sara- decía risueña Raquel una de las tantas modelos que había en la fiesta.
- Ve- dije tranquilizándola con la mirada.
Aun así ella no quería alejarse, seguía sosteniendo mi mano, hasta que con una pequeña sonrisa le di la iniciativa y se fue a pasos rápidos con las demás personas.
Me quedé parada en el mismo lugar, viendo como la mujer de mis sueños bailaba risueña. Me perdí una vez más en esos ojos verde agua, en esas piernas largas y en ese cuerpo con medidas de maniquí. Todavía no puedo creerlo después de tanto tiempo; no puedo creer que ella sea mía.
- Quien lo hubiera dicho- decía una voz tan conocida para mí, una voz que una vez fue melodía para mis oídos. Despertándome de ese embrujo hacia el cuerpo de Sara.
- ¿Qué no crees?- dije serenamente sin mirarla, tratando de ser indiferente.
- Todo esto- dijo colocándose alado mío, invitándome a mirarla directamente a los ojos.
- ¡Yo tampoco!- dije risueña topándome otra vez con mis delirios, esos pares de ojos ámbar.
- Lograste todos tus sueños y yo siempre te vivía llamando soñadora y cursi- dijo serenamente.
- Tal parece, creo que logre mas que mis sueños-
- Mírate por dios, eres toda una mujer, física y mentalmente- dijo seductoramente entre risas.
- Una vez una mujer en forma de diosa, entró a mi vida para enseñarme que en la vida no se puede vivir solo de sueños- dije penetrándole con la mirada.
- Tantas palabras nos faltó Amy y fue mi culpa lo sé- dijo aquella diosa árabe que por primera vez mostraba calidez en su particular mirada fría.
- Sí- dije recordando con tristeza todo el pasado- Te faltó explicarme o advertirme que al día siguiente de una de mis mejores noches le pertenecerías a él completamente.
- Yo jamás fui suya- dijo ignorando mis ojos.
- Y jamás serás de nadie, porque allí adentro no hay nada- dije tratando de herirla, tratando de que sintiera algo, tratando de calmar un poco las punzadas de mi alma.
- Yo te lo advertí en su tiempo- dijo otra vez mirándome con sus fríos ojos.
- Lo sé- dije entrecerrando los ojos- No fui mas que una niña ingenua soñando con algo inmenso, pero ya aprendí, a golpes pero aprendí- hacia unas horas la odiaba, me daba asco y solo bastó con palabras triviales suyas para sentir esa tranquilidad y serenidad reinante otra vez en mí, para sentir un cariño por ella. Tal vez el recuerdo no me permitia odiarla como lo debía hacer, o en mi corazón no puedo sentir aquel sentimiento.
- Yo no soy inmensa y tú eres la luz mas brillante que he conocido Amy, ya la vida te lo habrá mostrado, mira todo lo que tienes.
- Tienes razón- dije sonriendo- Después de todo, todo lo que va vuelve- dije guiñándole un ojo.
- Créeme que estoy pagando más de lo que debería- dijo agachando la mirada y por un momento me dolió verla así. Pero al tiempo me recordaba lo buena manipuladora que era y la forma en la que siempre me atrapaba con ese rostro de perro mojado.
- Tienes todo lo que siempre buscaste, no puedes sentirte triste.
- Es mucho más complejo que todo lo material, odio mi cultura, odio el país en que vivo, odio a Ali, no lo soporto, odio tantas cosas que no puedo cambiar.
- Déjalo todo- me atreví a decir como si entre nosotras no hubiese pasado nada.
- Créeme que tengo suerte de haber nacido en una familia árabe de un estatus privilegiado, pero aun así no juega solo eso en contra. Siempre lo he tenido todo y que eso cambie sería...
- Entonces seguirás siendo infeliz. Cobarde e infeliz- me adelanté a decir.
- ¿Por qué lo hiciste?- me atreví a preguntar, la pregunta que ahogaba mi seguridad desde esa mañana.
- Hice que- dijo haciéndose la tonta.
- Porque jugaste así con mis sentimientos, ¿Para ti fui igual que todos tus amantes, igual que todos esos que pasaron por tu cama?
- No sé Amy- dijo girando brutamente su mirada de la mía.
- No me gustan las respuestas dubitativas- dije sonando molesta
- Yo - dijo medio tartamudeando.
- Me voy unos segundos y las lobas aparecen- decía Sara con rostro enojado.
- ¡Sara!- dije mirándola desconcertada directamente a los ojos.
- Déjala- decía Emel riendo- ¿Te sientes insegura?- dijo levantando el mentón retándola con los ojos.
- ¿De ti?... puff- dijo Sara inmutando una risa burlona que me sorprendió- Hasta donde sé a mi novia no le van las golfas-
- Yo se otra historia entonces- dijo Emel serenamente lo que produjo más la ira de Sara-
- Mira zorra, te lo digo aquí frente a Amy sea lo que sea que busques no te atrevas a buscarlo aquí.
- ¿Tú tomas decisiones por amy? Te recuerdo que antes de ti, yo y ella hemos sido amigas, no tendrías que sentirte insegura de mí- dijo tranquilamente con esa frialdad de siempre.
Sara se acercó rápidamente a Emel y antes de que sucediera una tragedia la agarré fuertemente del cuerpo, en ese momento yo ya le había pasado de altura y podía fácilmente con su cuerpo. La llevé a fuera medio obligada cargándola mientras seguía insultando a Emel que tenia la tranquilidad de siempre y lo que más odiaba Sara era que las personas fueran cortantes con ellas, y la turca lo era.
- ¿Por qué lo hiciste?- decía fastidiada caminando hacia el estanque de agua.
- Sara eres una figura publica, no es conveniente un escándalo- dije serenamente tratando de tranquilizarla.
- ¿Viste como me trató? ¿Lo viste Amy?- decía histérica.
- Sí- dije exhalando profundamente aire.
- ¿Qué se cree esa zorra?- decía insultado medio en italiano y en español- ¡ Figlio di puttana!, ¡porca troia!.
- Para Sara- dije abrazándome fuerte a su cuerpo.
- Tu no me defendiste- dijo más histérica
- Es que no te dijo nada malo Sara- "¿para qué ser frontal en ese momento, para que?".
- Cállate- dijo mientras me daba pequeños golpes como una niña pequeña-
- ¿Qué te pasa Sara?, tu nunca has sido así de celosa- dije desconcertada con la situación.
- Pero con ella sí Amy.
- ¿Por qué con ella sí?- dije soltándola mientras miraba sus ojos tristes directamente.
- Porque ella fue y será tu gran amor- dijo mientras sus lágrimas corrían por las mejillas.
- Deja de decir tonterías- le susurre dulcemente en el oído.
- No me mientas- dijo mientras me empujaba levemente- Tú la miras diferente-
- ¿De que forma diferente?- dije intrigada.
- Tus ojos brillan cuando la miras- dijo entrecortada.
- Son paranoias tuyas- dije ignorando mi verdad- Para mis ojos no hay otra mujer que no seas tú, solo a ti te podrían llamar el amor de mi vida- dije mientras secaba con las yemas de mis dedos sus lagrimas que corrían como un manantial y dañaban su maquillaje. La abracé hasta que su llanto se calmó, por unos quince minutos hasta que por fin de sus labios perfectos pudieron salir palabras.
- Vámonos de aquí- me dijo tranquilamente sujetándome de la mano.
¿Cómo puede ser que todavía mis ojos brillen por ella? Como puede ser que después de ensayar y repasar en mí mente muchas veces, el día en que si me encontrara otra vez con esos ojos ámbares pudiera tratarla como un trapo sucio, así tal vez pudiera recomponer mi orgullo. Pero no lo pude hacer, es más, hasta la pude tratar tiernamente y en mi mente siempre después de repasar y pensar si algún día la viera, pensaba que tendría las fuerzas para reclamarle todos sus actos, de llamarla ¡puta!, de gritarle en el rostro que era cruel y que no la amaba. Pero no pude, no puedo y no podré aunque repase y me vuelva paranoica ensayando en mi mente las palabras correctas con las que debería tratarla. ¡Que cruel me ha vuelto la vida!.
Ella sigue removiendo en mí sentimientos que no puedo comprender, pero que me llenan de satisfacción, de ese cosquilleo extraño que también siento junto a Sara.
Tal vez mis sentimientos hacia ella no hayan cambiado, pero lo que si ha cambiado es mi postura frente a ella, ya no creo en ese rostro frío que a veces se vuelve tierno y dolorido, ya no creo en esa voz seductora y firme que a veces suena entrecortada. Antes pensaba que ella era así, era tan perra porque buscaba en muchos cuerpos saciar su búsqueda del amor, pero es verdad lo que le dije, ella no siente nada ni nunca será de nadie porque no tiene alma. Me tuve en sus manos, colgando en las palmas de sus manos y me arrojó y estrujó de la peor forma. Lo que mas me molesta no es su forma de tratarme, como si no hubiese pasado nada. Sino que todavía no puede decirme por qué lo hizo, por qué me hizo todo aquello.
- No vas a tomar el trabajo que Ali te propuso- dije mientras caminábamos sujetadas de las manos-
- Ni en sueños- dijo moqueando aún.
- ¿Cuánto te ofreció?
- Tres millones de euros por un comercial- dijo mientras se secaba los ojos.
- Eso es muchísimo dinero para un simple comercial- dije asombrada.
- Puede ser, pero no podría soportar verla cerca de ti- decía mi princesa tan frontal como siempre, tan diferente a La turca.
- Ella, como te explico- decía tratando de articular las palabras correctas- Ella y yo en realidad jamás hemos tenido un tipo de relación.
- Lo sé- dijo serenamente- Pero en sus ojos se puede ver la desesperación que tiene por ti- dijo para mi sorpresa.
- Tienes un grado de estrés gigante amor- dije risueña.
- No- dijo seriamente- Yo tengo ese sensor de mujer que tu tal vez no tienes.
- Sensor de celos paranoicos- dije burlona- Emel no siente, Emel no se desespera por nadie ni nada, tal vez si por el dinero, pero siempre permanece fría e impenetrable.
- Yo te conozco mas de lo que crees Amy- dijo mirándome directamente a los ojos-
- ¿Puedes confiar en mi entonces?- dije dulcemente.
- Confió en ti, pero no en ella- sentenció.
- Ella - dije mientras me paraba en seco viéndola parada ahí con su vestido negro tan sensual y elegante en la gran entrada del salón.
Emel me miró, y yo la miré mientras Sara apretaba con fuerza mi mano, en su mirada por primera vez pude ver algo que jamás había visto, desesperación, tristeza, emoción tal vez, no lo sé, porque jamás lo había visto en sus ojos, en esos ojos que siempre permanecían igual a juego con ese rostro impenetrable, que aunque la conocieras cien años no sabrías qué pasa por su mente porque nunca reluce sus sentimientos en su cuerpo ni en palabras. La miré embobada como la primera vez en la que la vi, caminando por aquel salón desviando la mirada de todos en su exuberante belleza.
Siempre he soñado demasiado, desde muy pequeña para no sentir tanto la soledad y el dolor, divagaba por mi mente.
Pero tal vez solo en estos años en que ya soy mayor puedo entender que lo mío con La Turca, fue tal vez una obsesión o fue vanidad.
Ya que todavía no puedo aceptar que ella no sienta nada en su corazón aunque lo sepa, no puedo aceptar que ella no tiene ni un poquito de cariño hacia mí, porque tal vez mi vanidad no me deja pensarlo así y en realidad quiero seguir soñando que ella muy en el fondo de su corazón me quiere a su manera.
La miré tristemente una vez más, no pude articular palabra alguna, ella mordía su labio inferior mientras me miraba directamente a los ojos, su mirara era calma, sus pupilas estaba dilatadas y sus ojos ámbar brillaban mas que la luz de la luna esa noche. Pude sentir un momento ese calor recorrerme, ese calor que al recordarlo me hizo estremecer, ¿Cómo después de tanto tiempo aunque quisiera odiarla me hacía sentir de esa manera?, no sé si fue mi mente la que me hizo imaginarlo pero sentí que me llamaba con los ojos, que me llamaba sin palabras y que me pedía acongojada y tristemente que me quedara.
Tragué saliva y respire profundamente, mire hacia adelante, mire los ojos de Sara, mire su sonrisa triunfadora y pude ver en ella el futuro que me esperaba, un futuro que merezco.
"¿No estaré engañándome?"
( )
Volvimos a casa después de unas exhaustas horas de viaje, se sentía diferente, no la casa ni el lugar ni mucho menos el país al que me había acostumbrado, sino que algo dentro mío había cambiado.
Fue su mirada tal vez, sus ojos tristes que me seguían manipulando, o era, y que seguía sin aceptar, que ella no era para mí, que ella no me quería.
Volver a verla fue lo más duro que me pasó en la vida, ¿como después de plantearme y replantarme tantas ideas y planes no pude lograrlo?
Seguía siendo una niña, ante algo tan inmenso, ante el amor hacia ella que no se acababa, ante el dolor de un pasado interminable, me dolía, me duele y me seguirá doliendo, pero es que aunque intente olvidarla no puedo hacerlo.
Yo que pensé que encontrando otro amor te olvidaría para siempre, fui tan ingenua, fui tan idiota al creer que otro amor borraría tus recuerdos.
En el único lugar en donde pude hacerte completamente mía fue en mis sueños Emel y en mis sueños te buscaré, en mis sueños te recordaré y en ellos te añoraré.
Los primeros meses fueron sumamente difíciles para mi, no lograba sacarla de la mente no encontraba los motivos para olvidarla como lo hice hacía años, tal vez jamás la olvidé y si aprendí a vivir amándola pero acostumbrándome a su ausencia, mirando en los ojos y en el cuerpo de otra mujer un futuro, una felicidad que se disparaba a veces en mi.
No es una obsesión lo que siento por ella, es un amor profundo, pasional, un amor sin razones, un amor que siento desde aquella noche en la cual mis ojos descubrieron por primera vez los suyos. Su frialdad en vez de congelar mi corazón, en vez de congelar mis deseos, los calentó aun más, tratando de buscar tantas respuestas detrás de sus acciones, detrás de su carácter tan raro, me conquistó, se robó mi corazón y jamás me lo devolverá.
Ya no diré nunca más que es una puta, que es una zorra, que la odio, o que es una mala persona, porque aunque se que puede ser la mayoría de todas esas cosas yo no quiero aceptarlo ni mucho menos soportaría escucharlo en la boca de otras personas, prefiero ser ingenua, prefiero tener los ojos mas tapados que Ali tal vez, pero no quiero pensar más en eso, ya que lo pensé y lo único que me trajo fue una rabia que tapó el amor, en realidad no rabia sino que resentimiento, si resentimiento porque no supo cuidarme ni mucho menos amarme como yo lo hacia con ella.
Después de unos dos meses de "luto" podría llamarlo así, o tal vez me engañaría porque no puedo matar lo que siento por ella. En fin después de un tiempo volví a ser la misma, la misma chica monótona que olvidó sus objetivos antes de pisar esta gran ciudad, una chica que ahora tiene todo lo que soñó. Tal vez ahora me doy cuenta que olvidé muchas cosas para ganar otras, o que simplemente las olvidé por no tener tiempo de pensar en ellas y concentrarme en mi vida.
Me concentré en mi carrera, en Sara. Muchos de ustedes creerán que soy cruel o estoy siendo hipócrita, pero no es así, yo a Sara la quiero, pero soy consiente de que ella no es Emel y nunca me hará sentir lo que Emel me hace sentir.
Al principio fue difícil, hasta llegué a distanciarme un poco de Sara pero en algo ella fue muy madura en darme mi espacio, en darme tiempo para poder tranquilizar las aguas y que la tormenta desapareciera de mi cielo, para poder concentrarme otra vez en mi mundo.
Ella había vuelto a dar vuelta mi vida, había dejado mi mundo de cabeza.
No la lloré, ni tampoco la lamenté, simplemente trataba de asimilar el hecho de que todavía la amaba y que eso jamás cambiaría.
Trataba de olvidar sus ojos tristes clavados en mi esa noche, unos ojos que juraría con temor que me pedían a gritos que me quedara junto a ella.
Pero yo me fui y aunque me quedara ella seguiría sin darle respuesta a mis interminables preguntas, así es ella y así me enamoró. Tan fría, tan cruel a veces, pero tan realista.
Pasaron los meses, al principio unos meses interminables, pero después como todo adicto a algo que se encuentra lejos de ello se acostumbra a vivir sin ello, deseándolo pero acostumbrándose a la necesidad, así era yo una adicta insaciable a La Turca que aprendía a vivir otra vez sin ella en mi vida.
Mi relación con Sara volvió a ser la misma, me até a ella, encontré una vez más la salida entre sus brazos, se podría decir que encontraba una vez más la salida para mí.
Nunca jamás soñé vivir de esta manera, sin tiempo siquiera para pensar, sin poder escribir, porque ya no podía escribir, no podría escribir para otra persona que no sea para ella.
Así pasaron varios meses, con mi vida de siempre, engañándome a mi misma que la había olvidado otra vez mientras en el fondo sabia que eso jamás pasaría, buscando consuelo en el cuerpo de una mujer que me amaba con todo su corazón, buscando en su piel el olvido y lo logré, pero solo por un tiempo.
Continua en la segunda parte del capitulo 3