La truza blanca
Relato sobre la afición de un hombre homosexual a coleccionar la ropa íntima de sus jovenes amantes.
La truza blanca
Jorge esta solo en su habitación se ha cerciorado de que nadie lo observe, no quiere que el mundo sepa sobre su gran debilidad.
En el cajón superior de su mesa de noche, tiene una colección completa de truzas blancas, todas usadas por los muchachos con los que ha estado.
Claro que como a todo homosexual le encanta la verga, más cuando esta erecta y cubierta por una truza blanca, el solo mirar el blanco de la tela, entre más blanca, más siente que su mismo paquete comienza a cobrar vida propia.
Toma una de las truzas, comienza a olerla suavemente, disfrutando del aroma a verga impregnado, comienza a lamerla con su lengüita roja que tantas veces ha saboreado una buena verga.
Con una mano toma la truza y con la otra comienza a jalársela lenta y suavemente, para evitar venirse demasiado pronto, lo que quiere es disfrutar por horas enteras cada una de las truzas.
Una le recuerda aquel muchacho que conoció años atrás.
"¡Era tan guapo!" Piensa para sí, recordando al chico en aquel entonces de 19 años, piel blanca, cabello negro con una melena rizada, ojos de inigualable color verde, ¡vaya combinación! Y lo mejor de todo desnudo, modelando para él una truza blanca.
Imagina como el muchacho en cuestión, comienza a acariciarse la verga por encima de la truza blanca y comienza a gemir, Jorge no puede más, se acerca al chico y agachado comienza a tocar el paquete del chico por encima de su truza, aspirando su aroma de hombre joven.
Todos estos lejanos y a la vez cercanos recuerdos se le vienen a la mente, mientras intensifica sus jaladas y con la otra mano se pasa la truza por toda la cara, sintiendo su suave y delicada textura en su rostro, descendiendo lentamente por su cuello, quiere sentir con todo su cuerpo aquella delicia, que enloquece sus sentidos.
Pero, ¿cómo consigue quitarles aquellas truzas blancas a los chicos? Sencillo, después de que el muchacho se viene, toma la truza blanca y comienza a limpiarle la leche con ella, ya una vez que la truza está bien impregnada, saborea aquellos jugos con su lengüita.
No es lo mismo tomarse el semen directamente, que cuando esta en una truza blanca, simplemente el éxtasis y el placer no serían suficientes.
A veces suele grabar sus encuentros íntimos, con el consentimiento de sus amantes a quienes les gusta ser videograbados, incluso modelan caminando de un lado a otro de la habitación del hotel de manera sensual, insinuando su instrumento ya bastante crecido y marcado por la tela.
También suele llevarse a dos chicos de entre 18 y 22 años, y les pide que tengan relaciones sexuales, solo con la condición de que no se quiten la truza blanca, esa prenda nueva que ha tomado le recuerda aquel par de bellos muchachos, dignos de una película de hollywood, a quienes les ofreció dinero para realizar ellos dos lo que les ordenara mientras les grababa.
Eran dos primos-hermanos ambos de 18 años, muy bien parecidos, cada uno vestía su respectiva truza blanca, se llamaban Alex y Arturo.
Alex abraza por detrás a Arturo, desabrochándole el cinturón con la intención de bajarle el pantalón y poner al descubierto sus grandes nalgas cubiertas por la delicada y excitante tela blanca de su truza, le acaricia esas nalguitas por encima de la tela, oliendo (por ordenes de Jorge) el aroma impregnado en ella, posteriormente le baja la tela y comienza a lamer su agujerito.
Inmediatamente después Alex posa de frente, es un chico de tez blanca, cabello negro y ojos café, con unos labios maravillosos que enloquecerían a cualquiera y esa truza blanca, le sienta muy bien, Arturo se la baja ligeramente descubriendo el vello púbico y comienza a acariciarle la verga cubierta por aquella preciosa tela blanca.
Alex se pone de perfil a la cámara, se para enfrente de él su primo quien es ligeramente más alto que él y comienzan a besarse apasionadamente, sus labios se entrelazan en un dulce ritmo, saboreando cada uno la boca del otro, mientras sus vergas se paran más que nunca apuntando al techo.
La puntita sobresale ligeramente de la tela de la truza, dejándola entreabierta, lo cual le excita más a Jorge, luego les pide que comiencen acariciarse las vergas subiendo y bajando la tela, en especial la etiqueta que roza con el tronco del instrumento de cada uno provocándoles más placer.
Por órdenes de Jorge se quita cada uno su calzón blanco y se lo ponen en la cabeza como si fuera una gorra, cayendo la tela en su cara cubriéndoles las mejillas y frente, comienzan a besarse de nuevo, moviendo sus rostros y por lo tanto las truzas, que vuelan en el aire como dos bellas y blancas banderas provocando en Jorge una excitación excepcional.
Inmediatamente, Jorge le pide a Arturo que se ponga su truza blanca de nuevo y comience a filmarlos, ahora él le acaricia el torso a Alex con su truza blanca en la mano, tocando con la exquisita tela su hermoso torso, tapizado por poco, pero suave y delicado vello.
Alex se coloca de tras de Jorge y comienza a restregar su paquete contra el culo de éste, a la vez que le pone la truza frente a su vista y éste enloquecido de placer trata de arrebatarle con los dientes, Alex la sigue ondeando en el aire mientras comienza a entrar la verga en el culito de Jorge, lentamente.
Finalmente Jorge la tiene en sus dientes, Alex eyacula dentro de Jorge y éste se voltea hacia el muchacho y le pide que con sus dientes agarre el otro extremo de la truza y ambos comienzan una lucha por ver quien poseerá la valiosa prenda.
Más tarde cambia el giro del juego, ahora la tomaran solo con los labios y con la lengua la irán empujando lo más adentro que puedan, hasta que los labios de ambos puedan juntarse, así lo hacen sintiendo la excitante textura hasta conseguir que los labios se peguen ligeramente, solo ligeramente, ya que ambos se sacan la truza de la boca.
Ahora le pide Jorge a Alex que vista la truza mojada por la saliva de ambos, así lo hace el muchacho, Jorge toma el lugar de Arturo en la cámara y le pide que comience a darle besos a todo el húmedo calzón y el chico así lo hace, moviéndose Alex dependiendo del lugar que este besando Arturo, para que se siga mirando en la cámara lo blanco del calzón.
Jorge ahora está viendo ese video, mientras toma los calzones de ambos chicos y comienza a pasar el de Alex (tiene sus iniciales en la etiqueta, siempre se las pone al terminar cada encuentro) por todo su cuerpo y el de Arturo lo huele, mientras en el vídeo muestran ahora como Arturo se masturba y comienza a eyacular encima de su propia truza que tiene en la mano.
Ahora toma Alex el turno de grabar y en el video se puede ver como Arturito le pasa por toda la cara su truza mojada a Jorge, este siente el semen en su rostro, aunado a la exquisitez de la telita blanca, le provocan un placer inmenso que le obliga a masturbarse más y más.
¡Ah tantos recuerdos! Cada truza tiene su propia historia y un olor muy particular, ahora les extiende sobre la cama, dejando el frente a la vista, donde se pueden ver los restos de semen, saliva, líquido preseminal, Jorge se acuesta en la cama restregando su culo y espalda encima de todas las exquisitas truzas, que en conjunto forman un lecho blanco como la leche e impregnado de tantos olores corporales.
Cada chico de la vida de Jorge ha sido importante, cada truzita blanca es un trozo de placer y excitación, que revive con cada pensamiento, cada jalada, cada contacto de truza a piel y viceversa, cada sentimiento de inmenso placer que habita en su mente, ahora toma la mejor de todas sus truzas, la de su actual pareja.
Él ha usado una truza blanca en cada encuentro íntimo que sostiene con Jorge, a él le encanta como su verga se marca en la telita, a él le fascina que le sobe las nalgas por encima de la truza.
Esa prenda se usó en su primer encuentro, conoce las aficiones de su pareja, por eso decidió dedicarle este relato, en el cual la truza blanca, la mayor debilidad de Jorge es la protagonista.
¿Qué si le molesta que él coleccione videos, y las truzas de cada uno de sus amantes? ¡En lo absoluto! Aunque él no posee tal afición hacia una prenda íntima que la verdad, digámoslo de una vez, es bastante exquisita al tacto, si le gusta mucho el vello en otros hombres, y besar labios gruesos, apetecibles, rosaditos, tapizados alrededor por una hermosa barba de candado, sentir como le pica en su piel morena, ¡delicioso!
De paso digamos, este chico morenito le queda excitantemente sensual usar una truza blanca, ya que contrasta con su bello tono de piel y hace las delicias para las pupilas y la verga de su amado Jorge.
¿Qué será mejor que tener en nuestros brazos un maravilloso oso, uniendo su peludo cuerpo contra el nuestro? ¡Claro! Que el chico u hombre en cuestión use una truza blanca, una prenda íntima exquisita, que para Jorge ¡todo hombre debería usar!