La transición de Elena

...apareció Ama Elizabeth con un vestido largo semitransparente de color negro, se acercó hasta situarse enfrente de los dos y dijo: -desde este momento y hasta que yo lo decida seré vuestra Ama, y os dirigiréis a mí como tal...

LA TRANSICIÓN DE ELENA

...apareció Ama Elizabeth con un vestido largo semitransparente de color negro, se acercó hasta situarse enfrente de los dos y dijo: -desde este momento y hasta que yo lo decida seré vuestra Ama, y os dirigiréis a mí como tal...

Tenia 21 años cuando me casé. Pese a mis inquietudes sexuales, aún conservaba intacta mi virginidad, resultado de una estricta educación por parte de mi padre basada en los azotes. Mi nombre es Elena. Mi marido, 16 años mayor que yo, y con el que me casé por influencia de mi padre, se sentía orgulloso de mi virginidad, y ansiaba el momento de poseerla. Después de la celebración, comenzamos nuestro viaje de novios en coche con destino a un pequeño pueblo del norte, allí teníamos pensado pasar unos días en una finca rústica en medio de la naturaleza. Debíamos estar a punto de llegar a nuestro destino cuando en aquella vieja carretera dejaron de aparecer las indicaciones, mi marido hizo caso de su intuición para continuar el viaje, nunca imaginé las consecuencias que iba a tener su equivocación. A medida que avanzábamos, la carretera presentaba peor estado, llegamos a un punto en el que parecía imposible transitar por allí. Estábamos apunto de dar la vuelta cuando divisamos una masia a lo lejos. Decidimos acercarnos para preguntar. Cuando picamos a la puerta nos abrió un hombre corpulento que nos invitó a pasar. Mi marido, agradecido por la invitación, le dijo que no queríamos molestar, que sólo íbamos buscando una finca rústica que habíamos alquilado por aquellos parajes, a lo que aquel hombre contestó: -La señora de la casa les indicará con mucho gusto, pasen por favor-. Entramos con la esperanza de averiguar como retomar nuestro camino, pues empezaba a anochecer y estábamos bastante desorientados. La puerta se cerró detrás nuestro y el hombre nos indicó que subiéramos la gran escalera que estaba situada en el centro de un enorme recibidor. Una vez arriba nos indicó que pasáramos a una sala muy grande llena de libros, allí esperamos hasta que volvió. -La Señora me ha indicado que les prepare una habitación, es muy tarde para ir por estas carreteras y podrían perderse fácilmente-. Mi marido le contestó – no queremos molestar, además tenemos reservada ya una habitación-. –A la señora le gusta tener invitados en su casa, no es ninguna molestia, todo lo contrario, les prepararé sus habitaciones-. Nos dieron habitaciones individuales, eso no le gustó a mi marido, pues esperaba otro tipo de noche, yo le dije que mañana llegaríamos a nuestro destino y sería todo muy diferente. Nos dirigimos a nuestras habitaciones. En la habitación, cuando fui a estirarme para dormir, vi encima de la cama un librito que comencé a leer. En este explicaba las practicas sexuales que llevaban a cabo en aquel lugar, en un principio quedé horrorizada, pero a medida que iba leyendo los detalles me iba excitando cada vez más, en él describía todas las fantasías que yo había tenido hasta hoy: sumisión, humillación, dolor..... Todas ellas dirigidas por Ama Elizabeth. Al final del librito venía un contrato y una nota donde ponía: "Firma el contrato para pertenecer a mis esclavos y entregarte a mi voluntad. Entrégalo por la mañana y ponte la ropa que encontrarás en el armario". Acudí inmediatamente a la habitación de mi marido que ya había acabado de leer, nos miramos y al rato le acerqué un bolígrafo. Los dos firmamos y yo volví en silencio a mi habitación. A la mañana siguiente nos despertó el mismo hombre que nos recibió picando a la puerta, nos cambiamos y salimos con los contratos al pasillo donde nos estaba esperando. Ambos entregamos el contrato. El hombre corpulento los cogió y nos dijo: -acompáñenme-. Bajamos por las mismas escaleras que subimos el día anterior y entramos por una puerta que daba a otras escaleras que seguían bajando, estas eran más estrechas y sus paredes estaban hechas de húmeda piedra. Bajamos y seguimos un largo pasillo. Llegamos finalmente a una sala la cual estaba completamente vacía y donde no había nadie. –Ahora llegará la Señora- dijo el hombre, esta vez con un tono más severo. Al poco aparecieron cinco hombres que se colocaron alrededor de nosotros. Tras ellos una figura femenina de aspecto frágil y hermoso, pero de mirada fría y maligna. Su pelo, liso y de color negro, le colgaba hasta casi la cintura. ¡Intimidaba!. En su mano portaba una vara fina de madera que sujetaba firmemente. Era Ama Elizabeth. Antes de que nos diera tiempo a decir nada dijo: -Desnudaros ahora mismo- ordenó serenamente. Me resultó imposible no ruborizarme frente a tal atrevimiento. Ninguno de los dos nos movimos y yo empecé a llorar. –Si no lo hacéis vosotros por las buenas nos encargaremos nosotros- dijo esta vez más secamente. Nos quedamos inmóviles (ambos podíamos haber hecho uso en aquel momento de la palabra de seguridad, pero no lo hicimos). Uno de los hombres se me acercó y me desgarró el vestido violentamente dejándome en ropa interior. Mi marido intentó detenerlo pero fue sujetado fuertemente por uno de aquellos gorilas. -Puedo hacer que te la quiten a ti también- le dijo a mi marido. Él obedeció. Nos quedamos en ropa interior. -¡¡¡He dicho desnudos!!!- gritó, mi marido volvió a obedecer pero yo seguía inmóvil, así que me arrancaron la ropa interior de un fuerte tirón. Aquella mujer nos rodeó observando nuestros cuerpos desnudos.-Abre las piernas pequeña zorra- me dijo colocada a mi espalda mientras introducía su vara entre mis muslos y los golpeaba secamente, -separa tus nalgas con la mano-ordenó, yo obedecí... -¡OH, vaya, seguro que este agujerito no ha sido estrenado todavía....., llevároslos, quiero que estén limpios ante mi-. Nos condujeron a un nuevo habitáculo de donde salían de la pared de piedra varios grifos con mangueras. Fuimos atados de manos con una larga cuerda que colgaron de un gancho en el techo. Los dos estábamos desnudos y sujetos por la cuerda, el dolor empezaba a resultarme molesto cuando apareció Ama Elizabeth con un vestido largo semitransparente de color negro, se acerco hasta situarse enfrente de los dos y dijo: -desde este momento y hasta que yo lo decida seré vuestra Ama, y os dirigiréis a mí como tal; tu-dijo señalando a mi marido- desde ahora serás mi putita y me servirás para calentar las pollas que luego se follarán a tu mujer-. -Y tu serás mi sirvienta, haré uso de ti para lo que me apetezca y estarás disponible las 24 horas del día ..., pero antes deberé adiestraros para que cumpláis con vuestras obligaciones a la perfección, en esta casa no tolero los fallos, cualquier acto de irregularidad es castigado severamente. Seréis disciplinados para hacer todo lo que os ordene-. -¿Con cuantos hombres has follado puta?- me preguntó. -No he mantenido ninguna Señora- dije entre lágrimas. -¡Esto si que es una sorpresa!, la pequeña putita resulta que no lo es tanto, bien, bien, creo que eso lo podremos solucionar- dijo entre risas, La señora se me acercó y metió la vara entre mis piernas presionándola hacia arriba y frotando mi sexo de forma suave mientras me susurraba al oído –tu virtud a puesto cachondo a mis esclavos, seguro que lo has notado ya, pero no te preocupes, tienen otros métodos de saciar su apetito sin tocar tu virginidad-, en ese momento me recorrió por el cuerpo un escalofrío que nunca antes había notado. Aquellos dos hombres corpulentos nos desligaron y nos llevaron a una sala muy espaciosa con diversos instrumentos de tortura (potro, guillotina....). Las paredes y el suelo estaban repletos de cadenas y grilletes. También había en un lado una camilla como las que hay en el ginecólogo, en ella me obligaron a estirarme, seguidamente me ataron de pies, manos y cabeza firmemente. A mi marido lo pusieron a pocos pasos frente a mi pero atado de pies en el suelo y con el torso encima de una vieja mesa de madera donde le ataron los brazos. Mi corazón latía más fuerte que nunca, confundía el nerviosismo con la excitación de aquella situación. De pronto aparecieron 5 hombre y dos mujeres, todos ellos vestidos únicamente con un collar. Por último apareció la señora vestida con ropa estrecha y de cuero negro mostrando su vello y pálido rostro. Uno de los hombres acerco un carrito con una gran cantidad de utensilios que me produjeron escalofríos al verlos. Eran consoladores, vibradores de diversas formas y tamaños, electro estimuladores, pinzas, mordazas... -Tenemos una hermosa virgen y a su marido, mmm, creo que esta sesión va a resultar muy estimulante-dijo en un tono cínico mientras pellizcaba mis pezones.<BR

-Señora, no toque la virginidad de mi mujer por favor –dijo tímidamente mi marido con la voz temblorosa. -¡Insolente!, ¿cómo te atreves a darme ordenes? Voy a tener que castigar tu falta de respeto... tú- dijo señalando a uno de sus hombres- dale 30 azotes con el látigo de tiras. Aquel hombre obedeció a las órdenes de inmediato, cogió el látigo y comenzó a flagelar las nalgas de Fernando, mi marido, mientras este soltaba un pequeño grito a cada azote. -amordazarlo- ordenó la señora – gritarás cuando yo te lo diga inútil-. Mientras era azotado, Ama Elizabeth fue diciéndole: -Sería una pena desperdiciar la virginidad de una mujer tan bella con un miembro tan ridículo como el tuyo... ja, ja, ja....no te preocupes por ella, le tengo preparado algo especial...algo que no olvidará el resto de su vida-. Todo esto frente a mis ojos mientras esperaba nerviosa mi turno. Fuimos limpiados y preparados para la sesión. Al rato la señora se me acercó y acarició mi cuerpo desnudo suavemente por todos los rincones, seguidamente cogió una cuerda la cual tenía dos pinzas ligeramente separadas a cada extremo, dos de ellas las engancho en mis pezones, pasó la cuerda por un gancho que quedaba suspendido del techo y enganchó las otras dos pinzas a los labios de mi vagina. Me sentía asustada, pero al mismo tiempo excitada como nunca, sabía que el más mínimo movimiento tiraría de la cuerda causándome un gran dolor y eso me gustaba. Después cogió del carrito una mordaza que me obligó a mantener la boca abierta con la entrada libre. -Esta mordaza me permitirá meter por esta bonita garganta lo que me plazca- dijo la señora mientras acercaba su boca y dejaba caer entre sus labios un hilo de saliva. Señalo a una de sus esclavas para que se acercase – quiero ver como traga esta garganta-, bajo la camilla con una palanca que había en el lateral e indico a la esclava que se pusiera de pie con las piernas abiertas encima de mi cara. –meate dentro de su boca- ordenó la señora. A los tres segundos aquella joven estaba orinando en mi cara, yo cerraba los ojos y movía la lengua intentando evitar tragar aquel fluido, pero me resultó imposible no tragar gran cantidad sin atragantarme. Señaló a uno de sus hombres (el cual tenía el miembro de un tamaño considerable) y le dijo – caliéntate con este desgraciado, quítale la mordaza y métesela en la boca primero-. El hombre obedeció pero mi marido se resistía a abrir la boca -¡¡abre tu sucia boca!!, o me veré obligada a castigarte- mi marido obedeció y empezó a chupar aquella polla que poco a poco se iba poniendo más dura. Al rato..... -vale, ahora que esta lubricada.......por detrás- A Fernando se le abrieron los ojos de golpe: -No por favor Señora, haré cualquier cosa que me pida- suplicó. -Igualmente harás lo que te pida.....además, seguro que te gusta - Aquel hombre se puso detrás y empezó a frotar la punta de su miembro con el estrecho orificio de mi marido, primero introdujo un dedo humedecido con saliva, después dos, y después empezó a introducir la punta, tubo que hacer un poco de fuerzas, después de varios movimientos consiguió introducirla casi por completo, a Fernando le salió un grito de dolor, pero la señora se apresuró a cortar esa falta de disciplina: -¡no te he dado permiso para chillar, calla!- dijo mientras daba un seco pero fuerte azote con la mano en sus muslos. Después de varios minutos, la Señora ordenó que lo dejara y se me acercara. Me sentía aterrada pensando en perder mi virginidad con aquel hombre, -no te preocupes, aún no voy a cobrarme tu tributo-dijo- métesela por el culo, el resto podéis hacerle lo que os plazca, pero no toquéis su virginidad-. El resto de hombres se acercaron a la camilla. Yo temblaba, por el cuerpo me recorrían calambres que no había experimentado nunca antes. Mientras unos me tocaban fuertemente los pechos con las pinzas, otro se me puso encima e introdujo su largo pene en mi boca amordazada y aun húmeda por la orina de aquella esclava. El hombre que previamente había sodomizado a mi marido empezó a hacer lo mismo conmigo. Sentí un gran pinchazo, era terrible el dolor, me estaba reventando, pero la excitación que sentía transformaba aquel dolor en un profundo placer. El muy depravado introdujo finalmente toda su polla desgarrándome entera. Los tres hombres que se encontraban a mi lado torturándome con pellizcos y manotazos fueron corriéndose encima de mí uno tras otro. Tras un rato, se fueron corriendo todos .... notaba las gotas de esperma deslizarse por mis nalgas y por todo el cuerpo, quedé exhausta después de todo aquello. Después, las dos esclavas comenzaron a chupar todo el semen que estaba esparcido por mi cuerpo. Mientras ocurría todo esto, la señora había colocado bajo mi trasero un cuenco de cristal donde caía todo el semen de mi culo. Después ordenó que otros dos hombres me sodomizaran y se corrieran.Todo el semen fue a parar al cuenco de cristal. Una vez casi lleno, la señora lo cogió y me dijo: -esto es un manjar que no se puede desaprovechar- y comenzó a introducírmelo poco a poco por la boca. Cuando acabo dijo: - lavarlos, ponerles un collar a cada uno y llevarlos a sus celdas, por hoy ya tienen bastante-. Nos metieron en celdas separadas, a mí me pusieron un pequeño candado para cerrar mi collar, después me sujetaron a la pared con una cadena. Aquella noche tuve tres visitas y todas ellas hicieron uso de mi trasero y mi boca para ultrajarme. Al día siguiente prosiguió la sesión.... A mí me ataron las manos a la espalda y me pusieron boca a bajo en el potro. Mi marido fue colocado en la misma postura que yo pero con la mirada dirigida desde un lado hacia mi culo. La Señora inició sus órdenes. Mandó a un esclavo meterle su miembro a mi marido por detrás y a una de las esclavas a chapársela arrodillada en el suelo. -Bien, es hora de quitarte la virginidad jovencita- me dijo la Señora, -para ello tengo a Oscar, un joven esclavo con un miembro que asustaría al coño más dilatado y profundo que puedas imaginar..., mmm... no verás algo parecido en tu vida. Enséñasela, quiero que vea lo que le espera, ja, ja, ja....-. Cuando vi aquel monstruoso miembro quedé petrificada, ¡era imposible que pudiera entrar!. Empecé a notar como me untaban lubricante por la entrada de mi vagina, al momento comenzó la siniestra maniobra. Yo estaba temblando, asustada y no tardé en notar el roce de la punta del monstruoso miembro en mi vagina. -¡¡¡No por favor señora..., es demasiado grande, no entrará, me vais a reventar!!!-grité. –Claro que entrará, aunque sea usando toda la fuerza del mundo-.Entre varios hombres tuvieron que sujetarme para que dejara de moverme y Oscar empezó a empujar para ir introduciéndola , -¡¡¡por Dios, no entra, parar!!!- grité, pero el miembro de Oscar consiguió introducirse unos centímetros. Yo pensaba que me iba a desmayar y las lágrimas empezaron a derramarse por mis mejillas. De pronto noté un fuerte golpe, -¡¡¡AHHHHH!!!-grité. , me la había metido entera de golpe (yo no paraba de gritar entre sollozos). Después de varias sacudidas violentas retiró su miembro de mi interior lleno de sangre. –Su marido tendrá los honores de limpiar la sangre de su mujer, métesela en la boca- ordenó Ama Elizabeth. Todo esto pasó mientras mi marido seguía con el esclavo enganchado a su trasero, dándole fuertes sacudidas. Limpiar aquel miembro (que difilmente le cabía en su boca) fue lo único que pudo probar de mi virginidad. Desde ese día no volví a ver a mi marido, y no supe de él hasta unos pocos años más tarde. Mis sesiones de adiestramiento duraron cerca de un año, en este tiempo aprendí a ser una esclava de lo más sumisa, disciplinada y obediente. Cierto día, mientras limpiaba, la señora se me acercó, yo quedé frente a ella con la mirada baja y me dijo...: -sígueme-. La seguí hasta su cuarto de baño, allí me obligó a arrodillarme frente a ella y a quitarle el pantalón ajustado y las bragas, se sentó en la taza y me dijo: -sepárame bien los labios mientras meo-. Yo no perdí detalle de la operación mientras su líquido resbalaba por mis dedos. Cuando acabó me ordenó que me lavara las manos con la lengua y que después continuara con ella. Después de limpiarme bien comencé a lamerle su sexo con bastante empeño, al poco me dijo: -sigue limpiando más abajo-, yo bajé la cabeza para chuparle la parte inferior de su vagina, -¡hay no!, más abajo....vas a tener el privilegio de limpiar mi culo- me dijo. -¡¿Qué?!, ¡no puedo hacer eso mi Ama!- dije. -¡He dicho que

chupes mi culo AHORA!- gritó al mismo tiempo que me dio un fuerte azote en el pecho. Comencé mi faena sin atreverme a protestar, primero tímidamente dando pequeños y cortos lengüetazos, después mantuve mi lengua frotando con su agujero durante un buen rato, seguidamente me ordenó que le introdujera la lengua, yo obedecí, aquello empezó a resultarme delicioso y poco a poco fui haciendo más fuerza con la lengua para introducirla lo máximo posible. Casi no podía respirar, debía sacarla de vez en cuando para no ahogarme. –Veo que te a gustado pequeña zorra, no te preocupes, desde ahora disfrutarás de ese privilegio muy a menudo-. Durante el siguiente año mi Ama fue haciendo uso de mis servicios con más frecuencia. Un día me dio la orden de acudir cada noche a su habitación a las 10 en punto. Desde ese día fui puntual a mi cita, una vez allí la esperaba de pie junto a la cama. Ella aparecía siempre 15 minutos después. El primer día que acudí a su habitación llegué pasadas las diez, por suerte aún no había llegado. Mi retraso fue debido a un alargamiento de la sesión de gimnasia, a duras penas me dio tiempo a ducharme. Cuando llegó la Señora se sentó junto a la mesa, detrás de ella venía uno de los esclavos con una jarra de agua y un vaso. Cuando el hombre se retiró se apresuró a ofrecerme que bebiera. Yo estaba muerta de sed, durante la sesión de gimnasia no había bebido ni gota. Agradecí su ofrecimiento y bebí un vaso entero. –Bebe toda el agua que te plazca, quiero que estés fresca para lo que te tengo preparado- me dijo. Yo bebí hasta tener la barriga llena. -Bien, ahora coge la caja que tienes a tu lado, ábrela y pon encima de la mesa lo que hay dentro-, yo obedecí.... de la caja salieron varias piezas planas, cada una de ellas con una forma geométrica diferente, después me dio un dibujo con el relieve de lo que parecía un pato. –Con las piezas que tienes debes formar la figura que ves en este dibujo- dijo mi Ama. La verdad es que lo encontré bastante fácil, pero empezó a pasar el tiempo y no conseguía aproximarme a aquella figura. Debió pasar cerca de tres cuartos de hora cuando el agua empezó a hacer su efecto. -¿Me da permiso para ir al lavabo Señora? Pregunté -irás cuando acabes- contestó. Yo seguí intentando resolver aquel rompecabezas durante una hora más, pero las ganas de mear me impedían concentrarme, y los nervios me aumentaban las ganas, ¡no podía más!....-por favor Señora, no aguanto más- supliqué. –Me da exactamente igual, ¡acaba!- me contestó. Ya no podía áas, la barriga me iba a estallar, al poco rato noté como se me escapaba una gota, y a partir de ahí fue inevitable que se me escapara el resto. Asustada y avergonzada me arrodillé delante de mi ama suplicándole perdón, prometiéndole que no volvería a pasar. –Ya lo sé que no volverá a pasar, me encargaré personalmente de darte una lección que no olvidarás nunca y que hará que otra vez te aguantes hasta que yo te dé permiso ... ¡GUARRA!, ahora revuélcate en el charco que has formado, quiero que quedes totalmente impregnada-. Obedecí, me revolqué en aquel charco sin dejar un solo punto de mi cuerpo sin humedecer. Mi Ama llamó a dos de sus hombres, cuando estos llegaron les dijo: -coger a esta perra, taparle los ojos y atarla a cuatro patas con las piernas abiertas en la cuadra con los perros-. Al oír esto me entraron calambres por todo el cuerpo, aquellos esclavos me cogieron por debajo de los hombros y me arrastraron mientras yo suplicaba perdón. No sirvió de nada . Después de esto volví a mis tareas habituales. A mi segunda cita llegué puntual. Aquella noche la señora me trató con mucha delicadeza, me hizo el amor como nadie podría hacérmelo, movía los dedos dentro de mí como si de su propio cuerpo se tratara; me ordenó que me tumbara boca a bajo, me ató las manos a la espalda con una cuerda, se colocó un consolador de gran tamaño en la cintura y se sentó encima, poco a poco fue introduciéndome ese enorme consolador por la vagina, yo gozaba de placer a cada movimiento, después empecé a notar otro de esos monstruosos aparatos por el culo. Mientras cabalgaba encima me iba propinando azotes por todo el cuerpo cada vez con más intensidad; -ay, ay, ay...no tan fuerte po

r favor, ¡me destrozáis señora!- dije. Me cogió del pelo y me empujó la cabeza hacia a tras, sacó el consolador de mi culo y me lo introdujo en la boca: -¡calla!, pararemos cuando eyacules-. Yo estaba a punto de correrme, aquel placer era único. Finalmente eyaculé. Después de esto me besó todo el cuerpo dolorido por los azotes. Yo me derretía de placer. Esa noche dormí en el suelo al pie de la cama. Fueron muchas las noches en las que hicimos el amor, a veces era yo quien hacia uso de los consoladores, otras era ella, pero con una pequeña diferencia, la brutalidad y dominación que tanto me excitaba. Pasaron los años y mi sumisión era total, me hubiera quitado la vida si me lo hubiera pedido, la amaba, y ella a mí también. En este tiempo mi Ama empezó a otorgarme privilegios que ninguno de sus esclavos tenía: en un principio me dio permiso para usar su biblioteca, poco a poco esos privilegios fueron aumentando hasta el punto de poder usar su propia bañera (siempre bajo petición) e incluso dar pequeñas órdenes al resto de esclavos. Con aquel cambió fui relajándome hasta que un día olvidé recoger el libro que mi Ama solía leer por las noches en su habitación. Era mi obligación devolverlo cada mañana a su estantería en la biblioteca. Cuando mi Ama se dio cuenta me hizo llamar inmediatamente. -¡Eres la fulana más torpe que he visto nunca!, esperaba más de ti..., si no me sirves para ordenar un libro sólo me servirás para el desahogo del resto mis esclavos. Serás castigada de la forma más cruel posible, esta noche preséntate abajo en la sala de adiestramiento a las nueve.- Hacía tiempo que no sentía ese nerviosismo por todo el cuerpo, esa aceleración del corazón. Cuando llegué a la sala habían cuatro hombres, uno de ellos era el esclavo que me quitó la virginidad, a su lado habían otros dos. Al cuarto no lo conocía, era de apariencia joven y fuerte, y estaba sujeto con unos grilletes a la pared. Tenían órdenes de atarme las manos y dejarme suspendida del techo. Llegó después mi Ama la cual se colocó a un lado y comenzó a dar órdenes: -Te voy a dejar aquí el resto de tu vida, ya no me sirves de nada, además, ya tengo a la persona adecuada para substituirte.- Después de oír esto me sentí traicionada, sus palabras me dolían, yo la amaba, y hasta ese momento pensé que era correspondida, pero en ese momento me di cuenta de que había sido utilizada. -Darle 50 latigazos – ordenó. La maniobra empezó. –¡más fuerte!-, ¡más fuerte!-chillaba aquella depravada. Sentía la espalda en carne viva, y cada vez azotaban con más fuerza, pero el odio que sentí en ese momento me impidió soltar un solo grito. Al acabar de flagelarme mi Ama siguió con sus órdenes: -¡TU!-, dijo señalando al hombre que me desvirgó, -métele por el culo un cubito de hielo y después métesela hasta las entrañas, quiero ver cuanto resiste esta zorra. Amordazarla, no quiero oírla chillar. Tú se la meterás por delante, y tú les azotaras para que no bajen de intensidad-. Los tres hombres se colocaron como les habían indicado y comenzaron a obedecer tal y como les habían indicado. Después siguieron la tortura con descargas eléctricas en los rincones más sensibles de mi cuerpo. Quedé rendida ante aquellos abusos. Me desataron y me llevaron a la misma celda en la que pasé mi segunda noche. A la mañana siguiente me volvieron a llevar a la sala de adiestramiento. Mi ama estaba allí esperándome al lado del chico que la noche anterior había presenciado mi tortura (después supe que aquel joven pagó por estas sesiones), pero esta vez estaba desnudo y en la misma postura que años atrás había estado mi marido: -acércate inútil- me ordenó, -este joven es tu substituto, puedes darle la bienvenida como quieras-. Era un joven muy atractivo, estaba amordazado, y lo primero que me pasó por la cabeza fue matarlo, no podía soportar la idea de que ese joven fuera a ocupar mi lugar. Mi Ama me acercó toda una colección de consoladores, -puedes comenzar con uno de estos -. Rápidamente cogí el más grande de todos ellos, era monstruoso.-Ja, ja, ja....no querida, será mejor que cojas otro más pequeño, ¿no querrás reventármelo?-dijo mi A

ma, cogí el que le seguía en la escala de medidas, era un aparato algo más pequeño que el primero. Comencé a darle golpes en el ano con el consolador, mi víctima comenzó a mover el trasero para evitar los golpes, pero le fue imposible a causa de la fuerte sujeción a la mesa. Le metí el aparato en la boca y pasé a introducírselo por el culo sin ningún miramiento. El chico empezó a emitir quejidos que eran suavizados por la mordaza. Me encontraba en un estado de rabia y a la vez de máxima excitación. Descargué toda mi ira sobre aquel pobre desgraciado entre risas de mi Ama..., yo gritaba: -¡maldita fulana!, ¿crees que vas a poder ocupar mi puesto?, eres demasiado puta para ello, fíjate con que suavidad entra y sale este aparato por tu culo, ¡GUARRA!, parece que te hayas corrido- . Después comencé a flagelar su espalda y nalgas duramente con un látigo de tiras. Señalé a uno de los esclavos que estaban situado en la entrada y le dije: -¡Ven aquí y fóllatelo!, ¡y no pares hasta que yo te lo ordene!. Me di cuenta que el chico estaba teniendo una erección, así que cogí unas pinzas con pesas que enganche de sus testículos y en su miembro. -Basta ya- ordenó mi Ama –creo que ya tiene suficiente por hoy, lo dejaremos aquí con las pinzas y el consolador bien atado a su culo para que se vaya acostumbrando; acompáñame a la habitación Sara, este nuevo papel que has adoptado me ha puesto muy cachonda-. Poco a poco comencé a dirigir sesiones para personas que pagaban para ello y de algún nuevo recluso. Cierto día acudí a las 10 en punto a la habitación de mi ama, por primera vez la encontré allí antes que yo. Estaba en la cama con las piernas estiradas y el torso apoyado en la cabecera. -Ven- me dijo dulcemente, -siéntate a mi lado-. Estuvo largo rato metiendo sus finos dedos entre los bucles de mi pelo, estirándolos y contrayéndolos mientras con la otra mano me acariciaba el rostro. -Elena- me dijo, -tú eres la persona más adorable que jamás he conocido, dulce, hermosa ..., en estos últimos años me has aportado más de lo que pueda darme nadie-, tras un largo rato de silencio dijo: -Quiero que ocupes mi lugar-. En ese momento no supe ni que decir ni que pensar, no estaba segura de estar preparada para ello, yo pensaba que había nacido para servir a la mujer que había despertado todas mis sensaciones. Se levanto, cogió una cajita que había encima de la mesa, la abrió, y de ella sacó una llave diminuta, se dirigió hacia mí, y cogiéndome la cabeza con suma suavidad, abrió el candado que estaba situado en mi nuca librándome así del collar. -Mi madre esta enferma y debo ir a cuidarla... paradojas de la vida, salgo hora mismo para allá- dijo. -esperaré su regreso con impaciencia, voy a echarla mucho de menos..- contesté mientras nos abrazamos. Ella se fue después de una larga despedida. Aquello significó el comienzo de una nueva etapa en mi vida....... Si gusta haré una segunda parte Espero sus comentarios.

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