La transformación de Sandra

Sandra se dedica a transformar a gente sin saber que será la siguiente víctima.

Esta es la historia de Sandra una neurocirujana sin escrúpulos dispuesta a realizar casi cualquier cirugía que se le pueda

presentar,

aunque sea poco ética.


Habla Sandra


Soy Sandra una neurocirujana madrileña de 34 años algo diferente a los médicos, digamos, normales, porque yo no tengo reparos en realizar cirugías que quizás no son necesarias o que pueden causar daños irreversibles a los pacientes que así me lo piden.

Aunque suene sádico, y quizás lo sea, hay pacientes con deseos y sueños raros que recurren a mí para cumplirlos, generalmente se trata de casos en los que el paciente desea adquirir una discapacidad, o bien vienen a la consulta acompañados de sus

Am@s

porque son

sumis@s

y son los

Am@s

l@s

que deciden como va a ser el nuevo cuerpo de

l@s

sumis@s

.

Ser neurocirujana casi fue una imposición de mis padres, ya que ambos son médicos, al igual que mi hermana Claudia.

Mi padre es neurocirujano, mi madre es psiquiatra y mi hermana es cirujana plástica.

Fue también mi padre el que nos enseñó a mi hermana y a mí a no rechazar nunca a ningún paciente siempre y cuando la cirugía fuera factible a nivel de técnica y no fuera a suponer con claridad el fallecimiento del paciente, que es muy diferente a un cambio en la calidad de vida del mismo.

Con mi hermana me llevo muy bien, aunque es apenas un año menor que yo, siempre hemos estado muy unidas porque nos une la misma pasión por los pacientes y por el quirófano, aparte de que ambas tenemos los mismos gustos a nivel sexual, nos gusta el mismo tipo de mujeres.

Físicamente ambas somos rubias con pelo largo y cuidado, las dos tenemos el cuerpo totalmente natural y nos cuidamos lo suficiente, sin pasarnos tampoco, pero creo que tenemos buen físico y somos femeninas.

Nuestro buen físico es acompañado de una buena mente, aparte de la carrera de Medicina, por un reto con nuestros padres, somos también abogadas, aunque no ejercemos. (Nuestros padres también lo son y nos retaron a ello hace unos años).


Hace un par de años, mientras salíamos mi hermana y yo a correr un sábado por la mañana por un parque cercano a nuestra casa, nos encontramos a una antigua compañera del colegio a la que no veíamos desde hacía más de 15 años, cuando estábamos a la mitad de la ESO más o menos, porque ella se había ido del colegio debido a los pésimos resultados académicos.

Julia, que así se llama nuestra amiga, estaba muy cambiada, destacaba por sus tetas, muy grandes y claramente operadas en varias ocasiones, un culo también operado, muy tatuada y llena de piercings y unos labios excesivamente rellenos, parecía una muñeca.

Pero lo que nos llamó la atención es que Julia usaba un bastón blanco de invidente y llevaba gafas de sol, así que no nos

veía

pero nosotras la reconocimos rápidamente pese al gran cambio físico.

Julia estaba acompañada de Santiago, su Amo y el artífice (A nivel monetario) de toda la transformación de Julia, debido al encuentro ese día tuvimos que interrumpir el deporte y fuimos directamente a desayunar los 4, para ponernos al día con Julia.

Julia nos contó que había dejado los estudios al conocer a Santiago, ni siquiera los había podido acabar ni los había acabado en la actualidad, porque Santiago la había enamorado y toda su vida giraba en torno a él.

Santiago se había encargado de ir modificando su cuerpo a su gusto, sin dejar que Julia opinara lo más mínimo, la había ido convirtiendo poco a poco en la muñeca que ya era, pero faltaba algo.

Santiago quería hacer más modificaciones a

Julia,

pero eran un poco especiales y no daba con un cirujano que se atreviera a realizarlas, ni siquiera el que se había encargado de hacerlas hasta ahora.

Lo que Santiago quería era dejar a Julia completamente ciega y sin posibilidad de que volviera a ver nunca más, y, por otro lado, que no pudiera tener hijos, realizarle una histerectomía.

Mi hermana y yo le explicamos a Santiago que era algo factible y quedamos en que nos veríamos a lo largo de la semana siguiente en la consulta para ver qué opciones había para ayudar a la pareja, aunque le dejamos claro que iba a tener un coste elevado, pero Santiago lo vio bien, disponía de dinero suficiente como para poder pagar las cirugías que quisiera.

Julia llevaba ya más de un año sin ver nada, llevaba siempre los ojos bien vendados salvo por unos pocos segundos al mes (El tiempo mínimo necesario para cambiar el vendaje), así que ya estaba preparada emocionalmente para la cirugía.

Unos días más tarde, Julia y Santiago nos visitaron en la consulta y estuvimos realizando a Julia una revisión completa, por la que tuvo que estar incluso un par de días ingresada en la clínica, antes de dar el visto bueno a la operación.

La cirugía de los ojos tuvo lugar a la semana siguiente a la consulta, no fue demasiado complicada, quizás un poco más doloroso fue el

postoperatorio,

aunque el momento de quitar los vendajes y que Julia ya no pudiera ver, fue de aplauso, tanto de Julia como de Santiago.

Cuando Julia se recuperó por completo de la cirugía ocular, le practicamos, con ayuda de Daniela (Una buena amiga ginecóloga con la que estudié la carrera y que forma parte de mi círculo más cercano desde ese momento), la histerectomía.

Gracias a las cirugías, es que ahora mi hermana y yo (Y también Daniela) disponemos de un buen apartamento en Vigo para pasar algunos días al año, ese fue el precio que pagó Santiago.


Con Santiago y Julia seguíamos manteniendo el contacto, nos veíamos varias veces al mes para comer o cenar y disfrutar de una buena amistad.

Un día Santiago me llamó y me pidió que quedáramos a comer, pero los dos solos, aunque en realidad íbamos a ser más cuando nos viéramos en persona, porque había alguien que me quería conocer.

Llegué al restaurante donde me había citado Santiago, que ya estaba acompañado de Elisa, una mujer que llamó mi atención desde el primer momento que la vi, porque parecía una diosa.

Elisa tenía apenas 26 años, morena, con unas tetas enormes que destacaban claramente, muy escotada, un culo perfecto y cuerpo de gimnasio, perfectamente definido y con abdominales marcados; iba vestida con un vestido corsé de cuero y unas botas mosqueteras impresionantes.

Santiago me contó que conocía a Elisa desde hacía tiempo, porque al ser ambos Amos, pues habían hecho amistad para hablar del tema y en varias ocasiones, Julia había participado en sesiones con #3, la hermana sumisa masoquista propiedad de Elisa, y que era el motivo principal de que Elisa quisiera conocerme.

Elisa tomó la palabra y comenzó a hablar:

Elisa: -” Sandra, Santiago ya me ha contado las cirugías que le realizaste a Julia y me gustaría que se las hicieras también a mi hermana a #3”.

Yo: -” Bueno, en principio lo que podemos hacer es vernos en la clínica con #3 cuando haya un hueco en la agenda de citas, y vemos lo que se puede hacer, pero, si es factible, cuenta con ello”.

Elisa me ofreció a cambio lo que yo quisiera, no había problema de dinero porque sus padres están forrados de pasta y estaban dispuestos a pagarme lo que fuera si cumplía el sueño de su hija, de #3.

Lo primero que le pedí a Elisa, fue tener una cita las dos solas, para conocernos, porque me di cuenta de que podría ser la mujer adecuada para mí, ese alguien especial que llevaba tiempo esperando encontrar.

Elisa aceptó y quedamos para cenar esa misma noche, las dos solas.


Decidí prorrogar a otro día todas las citas que tenía para la tarde y centrarme en la cita para cenar con Elisa, tuve que acudir corriendo

a la

peluquería para ponerme guapa, y fui también de compras y me compré un vestido de cuero para impresionar a Elisa, a ver si había suerte y me la podía follar.

Llegué a la cita con Elisa, que estaba espectacular de nuevo, se sorprendió al verme tan elegante, porque a la comida con Santiago fui vestida de sport, muy normalita, y por primera vez logré que esbozara una leve sonrisa.

Elisa me estuvo contando cosas sobre su vida; sus padres eran de Alemania, aunque vivían entre Barcelona y Málaga porque preferían el buen clima y tener buenas playas a tiro de piedra, ambos eran empresarios de éxito y a ambos les gustaba el BDSM como Amos.

En cuanto a la profesión, Elisa era farmacéutica, dueña de una farmacia y también ayudaba en el negocio familiar de unos laboratorios, pero aparte de eso, era dominatrix profesional.

Elisa y su hermana habían vivido el BDSM desde pequeñas, al ver a sus padres con amigos que también lo practicaban, ambas tuvieron pronto claros sus gustos y #3 era muy sumisa y masoquista mientras que Elisa era claramente Ama, especialmente sádica y con pocos límites.

También me dijo Elisa que era bisexual, aunque prefería a las mujeres, y por suerte, también estaba buscando a alguien especial con la idea de tener una relación estable, aunque le resultaba muy complicado porque suponía tener que aguantar a su hermana, el pack era indivisible.

Una vez que terminamos la cena, Elisa me propuso que fuéramos a mi casa, a tomar una copa, no me pudo ofrecer su casa porque estaban sus padres de visita y prefería que tuviéramos intimidad al menos la primera cita.

Yo vivo con mi hermana en un buen piso cerca de la clínica, mi hermana no iba a estar en la casa porque iba a salir por ahí con amigas de la clínica, así que había vía libre para que pasara entre nosotras dos lo que tuviera que pasar.

Al salir del restaurante fuimos caminando por Madrid hasta mi casa, la gente nos miraba, en especial a Elisa, pero ella ya parecía estar acostumbrada, e incluso me confesó que cuando iba con su hermana, era incluso mejor porque había miradas constantes y eso les excitaba a ambas.

Llegamos a mi casa, previamente paramos a comprar una botella de ginebra y otra de refresco de cola en una tienda de chinos, y ya en mi casa, sentadas las dos en uno de los sofás, nos empezamos a beber las botellas, copa a copa.

Elisa me estuvo enseñando fotos de #3, que era bastante poco parecida físicamente a Elisa, todo hay que decirlo.

#3 era morena, eso sí, al igual que su hermana y Ama, pero ya, eso era todo.

Gótica, con sobrepeso, vestida por completo de negro, quizás no tan agraciada físicamente como Elisa, iba a necesitar algo más aparte de las cirugías, quizás dieta y ejercicio para mejorar su vida.

Elisa me contó que #3 tenía mucha ansiedad, en especial cuando no llevaba los ojos tapados (Al estar estudiando, necesitaba poder ver en las clases), y por ello recurría a la comida como método para calmarse.

Iba ya un poco achispada por las copas, así que me decidí a besar a Elisa, ella respondió a mi beso con otro, pero se puso de pie y detuvo mis intentos de llegar a más.

Elisa se disculpó diciendo que ella no disfrutaba follando, ella solo se excitaba ejerciendo dolor contra la persona a la que se follaba, y para ello necesitaba estar en su gabinete BDSM, en definitiva, lo que quería era que cuando estuviéramos en sus dominios, hacerme lo que ella quisiera sin que yo pudiera decir nada ni hacer nada para protegerme.

Yo le pregunté a Elisa que cuando iba a ser posible tener una sesión con ella, y Elisa me respondió que cuando ya tuviera a # modificada a su gusto, porque necesitaba que yo estuviera al 100% para llevar a cabo las cirugías; cuando ya las tuviera hechas #3, sería el momento de dejarme llevar yo misma y comenzar a ser su esclava, ese iba a ser mi premio, mi pago por las cirugías de #3.

Cuando Elisa acabó de decirme eso, agarró sus cosas y se fue de mi casa dando un portazo sonoro, yo me quedé sin saber qué decir durante unos minutos, y acabé en mi habitación, masturbándome y pensando en Elisa y en lo que me haría cuando dejara a #3 a su gusto.