La Transformación de la mujer-vaca

Como me convertí en una mujer-vaca dentro de una granja

Como me convertí en lo que siempre quise ser: una mujer - vaca

Nací como un chico, pero con alma femenina, por eso, mis padres me confiaron a un matrimonio que tenía una granja de animales fuera de la ciudad, así no tenían que disculparse delante de sus amigos de mi amaneramiento.

Este matrimonio que me acogió estaba encantado de tenerme allí. el marido me miraba lascivamente siempre que nos cruzábamos y la mujer se sonreía al verme pensando lo que le gustaría hacerme, así que un día me llamaron y me hicieron sentar enmedio de ellos, mientras en la tele ´ponían una pelicula de ciencia ficción.

Él me miró a los ojos y me preguntó: ¿quieres que te hormonemos y te convirtamos en una mujercita de verdad?, me puse roja de vegüenza y asentí con la cabeza. Ella tocó mis manos y me bajó los pantalones, al ver que llevaba unos slips masculinos, me dijo, te vas a poner unas bragas inmediatamente y bajándose las suyas, hizo que me las pusiera delante de los dos. Yo era barbilampiño sin nada de vello y muy blanquito, femenino y muy timido. Tenía el cabello rubio y un poco largo por lo que parecía una auténtica niña.

A partir de hoy serás una niña, Te llamarás Jorgina, te pondrás vestidos y me ayudarás a cuidar de la granja, dijo ella.

Toma, me ´dijo él ofreciéndome una bebida. Dentro de este vaso hay hormonas, dentro de pocos días empezarán a crecerte las tetas y te transformarás en una chica de verdad. Y confiada me la bebí. Sé que ambos regentaban una especie de clínica y hacían experimentos de endicronología, así que pensé que sabían muy bien lo que estaban haciendo.

Al poco tiempo empezaron a abultar mis blusas y me dieron unos sostenes para cuidar de mis recién estrenados senos. eran blanquitos y tiernos como mi culito y el resto de mi cuerpo.

Mientras mi vida de chica se iba haciendo cada vez más femenina, ella me hacía ordeñar las vacas y cuidar de los cerdos, caballos y perros de toda la granja y alguna vez el marido me hacía sentir la mujer mas preciosa del mundo cuando me acariciaba delante de su mujer y me follaban entre los dos.

Vivía tan cerca de los animales que me encantaba pasar largos ratos junto a ellos y ayudaba a masturbar a los perros y cerdos que estaban en celo, hasta que se corrian en mis manos. A veces me lo echaban todo por encima, dejándome bien mojada de esperma.

Un día, la mujer mientras estaba ordeñando una vaca, viendo que me estab excitando, me dijo: ¿Quieres que te ordeñe a tí también?

¡¡¡Síiii!!!- dije en un grito que salió del alma. quiero ponerme igual que las vaquitas, con esos aparatos que las ordeñan y dejar que vayan ordeñandome todo el día.

Ella me miró y me dijo que tendría que cambiar las hormonas que estaba tomando así que acto seguido se dirigió al laboratorio y no volvió hasta bien entrada la noche.

Ya en mi habitación, recostada en la cama con mis braguitas rosas, pensé en lo que me había pasado. Y así estaba cuando la pareja que vivía conmigo llamó a mi puerta y al dar mi consentimiento, entraron con una actitud risueña y traviesa.

Sostenía el marido un vaso que me mostró y me dijo: Esto es nuestro gran sueño. Queremos que seas feliz y que tengas todo lo que has soñado, así que hemos conseguido hacer unas hormonas especiales para ti. Tómalas y mañana será un día especial en el que todos lo vamos a pasar muy bien.

Así lo hice y me puse a dormir, no sin cierto nerviosismo. Mis mejillas sonrosaditas reposaron sobre la almohada y mis muslos blancos se acariciaron entre sí mientras mis tetitas blanditas se derramaban una sobre otra respirando acompasadamente con mi respiración.

A la mañana siguiente, noté que me sentía muy feliz, pero en mis pechos notaba algo raro, así que me miré en el espejo y me sobresalté. Habían crecido más del doble durante toda la noche. Y salía un poco de zumo blanquecino de los pezones, que por ende, estaban enormes.

Al ir a desayunar, ellos me miraron sonrientes, y me inquirieron con la mirada para saber como me sentía.

¿Te gusta? – Me preguntaron.

Si-ii, - dudé, afirmando a duras penas, ya que todavía no sabía muy bien qué me estaba pasando.

Vas a tener leche como las vaquitas y cada día te vamos a ordeñar como a ellas, podrás amamantar a todos los animales recién nacidos de la granja y asímismo también podrás copular tanto con los cerdos, como con los caballos y los terneros sementales que quieras.

Tu pene que ya es pequeñito, será al final un pellejito que extirparemos como si fuera una verruguita y finalmente te crearemos una vagina que pueda albergar todas las pollas mas enormes que puedas desear. ¿Estás preparada?

Me abracé a ellos y les besé por todas partes. Me encantaba la idea, así que me tomé las hormonas durante unos meses más y luego me construyeron la vagina .

Ahora tengo mis muslos blancos y hermosos, un culo hermoso que todos los sementales añoran poseer y que cada día lo llenan de esperma a rebosar y unas tetas llenas de leche que cada día son ordeñadas por una máquina junto a las vacas que me miran curiosas.

Unos pezones grandes y muy sensibles me hacen sentir unas sensaciones que nunca antes tuve, mientras me ordeñan. Me hacen palpitar entre las piernas y me hacen supurar un líquido de mi vagina que pone a mil a todos los sementales del establo, así que mientras estoy con mis tetas enchufadas a la máquina estoy super excitada y los caballos y los perros vienen hasta mi culo y olisquean mis feromonas que chorrean por mis piernas temblorosas, alzo mimosa mi colita que ya tengo bien preciosa y babeo lasciva por mis labios, lo que hace que un ternero se dedique a ofrecerme su rabo para que se lo chupe hasta que se derrama dentro de ella.

Actualmente soy una mujer vaca, eso es como la mujer pantera, o el hombre lobo, pero en vaca. Pero tengo que reconocer que soy un poco extraña ya que gusto tanto a los terneros como a los perros, cerdos, caballos, hombres y por supuesto a alguna mujer.

Mi vida es, por tanto, un placer lleno de todo lo que siempre he soñado: Esperma de todos los sementales en un inmenso bukkake de leche.

Besitos chichiolinos.

Jorgina