La Transformación de Carla

Mi mujer y yo pasabamos unas vacaciones merecidas en Fuerteventura. El destino nos deparaba un cambio de rumbo en nuestras vidas. Un cambio que podria tener muchas consecuencias.

Carla y un servidor llevamos cuatro años de casados y seis de noviazgo, ambos tenemos trabajo actualmente, no nos podemos quejar, yo como tornero y mi mujer realiza trabajos esporádicos, normalmente a media jornada, actualmente se encuentra trabajando en una tienda de ropa de dependienta.  Nuestra situación económica no es muy boyante, pero por lo menos nos ha permitido irnos de vacaciones a Fuerteventura una semanita a un hotel en régimen de todo incluido.  Nuestra relación sexual normal, como la de cualquier pareja, llevamos más de dos años intentando quedarnos embarazados pero no hay suerte, nos hemos realizado pruebas y por lo visto el problema es mío. Mis niños tienen poca movilidad,  por lo visto no suficiente como para embarazar a mi mujer, solución, fecundación in vitro, pero por privado es muy cara, no nos lo podemos permitir, y por la seguridad social lista de espera interminable.  Bueno, nosotros mientras tanto a lo nuestro, intentándolo sin éxito, pero a mi Carla yo la noto que ya tiene ese deseo de ser madre muy a flor de piel.

Como os contaba, nuestras vacaciones en Fuerteventura, hotel precioso, en primera línea de playa, con infinidad de actividades y una animación espléndida, el único problema, eso parecía la feria de la cerveza, todo lleno de alemanes, y además todos muy atléticos, daba igual que tuviesen 50 años, todos estaban en forma.  No parábamos, que si waterpolo, volley-playa, mi mujer pilates, step, etc, etc.  La animación muy bien, todos los días show, después una pequeña fiesta y para los trasnochadores, si querían, discoteca.  Nosotros los primeros días nos recogíamos antes de la discoteca, ya llegábamos a esas horas un poco cansados de toda la actividad del día, pero en la tercera noche todo empezó a cambiar.  Hubo una fiesta funky después de show, la verdad muy entretenida, con mucha gente bailando y en un ambiente muy agradable.  La fiesta llegaba a su fin, Carla se lo estaba pasando muy bien y no tenía ganas de irse para la habitación, el jefe de animadores comunico por megafonía que la fiesta continuaba en la discoteca, esa noche era para bailar:

-        Cariño vámonos a la discoteca, sigamos bailando – me dijo Carla -.

-        Lo que tú quieras cariño. – conteste yo -.

Asi que para la discoteca.  En el camino se perdieron muchas unidades, llegamos una veintena escasa, sin contar a los animadores.  En la discoteca seguimos los bailando y bebiendo, aunque en estos sitios tienes que beber mucho para se te suba el alcohol.  Realizamos varios bailes grupales, la verdad es que nos lo estábamos pasando muy bien.  En eso un animador grito: "it´s beach time", o algo así, mi cerebro con su poco ingles, eso es lo que entendió y todos gritaron de alegría y se acercaron raudos a la barra.  Allí repartieron unos cubos con vasos, hielo, refrescos y mucha vitamina para amenizar el momento playa.  Todos se dirigían hacia la misma:

-        ¿Qué hacemos nosotros, Carla?

-        ¿Qué coño vamos a hacer?.  Ir también a la playa, tonto – me dijo.

Así que camino de la playa.  Había nubes en el cielo, aunque había luna llena y el reflejo de ella iluminaba la noche, este iba y venía al capricho de la ligera brisa que arrastraba las nubes tapando por unos instantes esa luna espectacular.

Llegamos a la playa, uno de los animadores encendió un Ipod conectado a unos altavoces, música que no falte.  Se empezaron a repartir los cubatillas entre la gente y alguno de ellos empezaron a desnudarse para meterse al agua.  Ahí estábamos, casi todo gente joven, con ligera ventaja en número de hombres que mujeres y todos, más rápido o más lento, iban despojándose de todos sus atuendos, hasta la ropa interior para darse un bañito en el mar.

Carla se me volvió y me dijo de ir nosotros también al agua.  La verdad no me apetecía mucho, pero se le veía feliz, no quería cortarle el rollo.  Nos empezamos a desnudar dejando todas nuestras ropas formando una montañita.  Carla se quito todo, hasta la ropa interior:

-          Pero hasta la ropa interior nos vamos a quitar para darnos un baño. – le dije.

-          Todos van en pelotas, no vamos nosotros a ser los únicos que no lo hagamos, además, ¿Quién te conoce? – me respondió mi mujer.

Bueno, los dos en pelotas, como el resto de los alemanes, puesto que éramos los únicos españoles que quedaban en este grupo de juerguistas nocturnos.  Nos adentramos en el mar, como la marea estaba alta, tenias que andar mucho para llegar a donde te empezaba a cubrir. Carla media 1,70 y tenia unos pechos estándar, lo que mejor tenia, era su culo, generosamente cubano, pero con una turgencia increíble, y en esos momentos lo tenia delante de mi, resaltándose la zona blanca formada por el bikini en su piel al tomar el sol, y moviéndose al ritmillo de las olas. Un grupo de chicos y chicas jugaban a pasarse una pelota, o a darse en toda la cabeza con ella, según a quien se la mandasen, otros tantos intentaban subirse a una enorme colchoneta, pero entre las olas y que eran demasiados, estaban más tiempo en el agua que encima de ella.  Más al fondo se podía distinguir alguna parejita besándose muy juntitas, incluso creí intuir un trío. Yo me acerque a mi Carla y le acaricie el trasero con la mano derecha y con la izquierda le apretaba un pecho delicadamente, fui en busca de su boca:

-          Así me vas a poner cachonda – me comento.

-          Solo te voy a dar lo que te mereces, niñita – le conteste yo.

-          Esta noche me siento diferente, será porque estaré ovulando, pero tengo la libido subida – me dijo.

Entonces una pelota roja y amarilla cayó al lado de Carla, ella la devolvió con fuerza a un chico alto, moreno, y atlético, no tenia muchas pintas de alemán, la verdad, este me la devolvió a mi, que a su vez se la envíe a una chica rubia, muy esbelta, pero le faltaba que en su cuerpo se marcara más las curvas de mujer, como a mi me gusta.  Así empezamos una serie de guerra con la pelotilla, mi mujer en una de sus estiradas para coger la pelota se enredo la mano con el colgante que yo le regale cuando le pedí la mano y al cual tiene mucho aprecio.

-          Dios casi lo pierdo. Juan, hazme un favor cariño y déjalo en el bolsillo de tu pantalón en la orilla para que no se me pierda.

-          Hasta la orilla me vas a hacer ir, si casi tienes que hacer una excursión – le proteste.

-          No me seas malo, ya sabes que al final siempre te compenso estos favorcillos – me contesto.

Así que a regañadientes le termine de quitar el colgante y me dirigí hacia la orilla, en la orilla tuve que ir hacia un lado y hacia el otro hasta que divise los montones de ropa desperdigados por la arena.  Guarde el collar y me volví hacia el agua.  Cuando ya me estaba acercando al grupo disperso de gente una nube tapo la luna, dejando mi campo visual muy perjudicado, apenas divisaba lo que tenia enfrente.  Me tuve que guiar por los gritos, risas y chapoteos.  Me acerque al grupillo que aun andaba jugando con la colchoneta, allí no estaba.  Me desplace hacia la izquierda, nada. Un poco a la derecha y note que algo chocaba contra mi espalda, me gire y era la pelota roja y amarilla con la cual deje jugando a mi mujer. Pero no la veía, escuche unos chapoteos cerca de mí, con unos gemidos ahogados, pensé en lo peor.  Me dirigí hacia ellos afinando el oído todo lo posible, empecé a distinguir dos siluetas, una femenina y otra masculina. La mujer le daba la espalda al hombre y este le estaba penetrando por detrás. Tuve una fuerte subida de hormonas, el corazón se me aceleró como nunca, Carla no sería capaz de ……. Me acerque más, muy despacio, la siluetas empezaban a transformares en tramas, que a su vez dejaban vislumbrar detalles de la pareja.  Mi cuerpo se tranquilizó, era una del trío de alemanas cincuentonas con las cuales mi mujer había hecho los días anteriores step, que no se había perdido la fiesta, claramente a cazar carne fresca, y lo había conseguido con un chico alemán, que supongo compartiría habitación con el que nos lanzo la pelota hacia un rato, ya que no se separaban en ningún momento, incluso habíamos llegado a pensar que fuesen pareja, lo cual parecía de todo desmentido con el tute que le proporcionaba a la cincuentona, que aún estaba de buen ver. Ellos a lo suyo, los gemidos parecían que se oyesen en estereo, y como gemía, pero me fije en ella, parecía que cantase una canción en playback, porque había gemidos que no pareciesen que proviniesen de su boca. Estaba muy extrañado, algo fallaba. La nube empezó a retirarse y el reflejo de la luna volvía a iluminar el lugar, detrás de la pareja de alemanes se empezaba a divisar otra pareja, ella de espaldas a mi, estaba agarrada a los hombros del hombre realizando un movimiento ascendiente-descendiente ayudada por el tipo. Ahora tenía una explicación esa canción de gemidos protagonizada por la alemana, no era una sino dos las que cantaban. Me fije en la pareja nueva, el hombre era ese alemán moreno alto, la otra parte la pareja que mi mujer y yo creíamos sarasa, el chico que había lanzado anteriormente la pelota a Carla. La mujer, parecía tener el mismo color de pelo que mi mujer, otra vez mi corazón sufrió un pálpito, pero al tener el pelo mojado, no podía distinguir si era el peinado que ella lleva habitualmente. Intente fijar la mirada en la marca de la casa, comprobar si el culo de esa mujer se parecía al de la mía, pero aunque realizaban un movimiento ascendente, este no llegaba a enseñar el mismo por encima del nivel del agua. Los gemidos de esa mujer iban en aumento. Para no molestarles, por si acaso, empecé a realizar un círculo amplio alrededor de ellos, que me permitiese ver la cara de la mujer. Casi había llegado para ver perfil de la misma, pero ella en un arrebato preorgasmico enterró su cara en el cuello de su pareja, mientras empezó a gritar "si si si". "Si", palabra de afirmación de la lengua castellana, pero que yo me fijase, no había españoles en el grupo que nos quedamos al final, a no ser que ….. mi corazón comenzó a latir a 200 pulsaciones por segundo, yo seguía describiendo el circulo a su alrededor, dentro de mi se mezclaban sensaciones contradictorias, de celos, amor, agitación y nerviosismo. Ya casi me había puesto por detrás del alemán, cuando la mujer, empezó a gemir con más fuerza, los gemidos se aceleraron, ella levanto la cabeza con los ojos cerrados, mi pene realizo la erección más rápida que recuerdo, allí estaba Clara disfrutando uno de los mejores y más largo orgasmo del que he sido testigo en toda mi vida. Su cara reflejaba un placer indescriptible, estaba como ida, sin importarle donde estaba ni con quien estaba, cuando poco a poco fue abriendo los ojos, y su mirada se topo conmigo enfrente de ella, boquiabierto y a la vez excitado, muy excitado, viendo en directo como mi mujer me había sido infiel.

(Continuara).