La Transformación de Carla (2)

Despues de ponerme los cuernos, Carla me tiene una nueva sorpresa.

Me dirigí directamente a la habitación, me acosté y espere.  A los 15 minutos Carla regreso, no comentamos nada y se acostó en la otra cama.   A la mañana siguiente me levante pronto, apenas pude dormir en toda la noche. Me duche. Carla se hacia la dormida, por lo visto no quería hablar del tema, me vestí y me fui a desayunar.  Tras ello, me dedique a pasear por el hotel, y sus aledaños, mi cabeza no daba crédito a lo sucedido la noche anterior, porque Carla se había comportado así, nuestra relación no tenía ningún punto débil, o al menos eso pensaba yo.  Todo el día estuve dándole vueltas al tema, que me diría Carla, que le diría yo, no tenía nada claro ante esta situación. Realmente estaba cabreado o excitado, yo a Carla la quería muchísimo, en esos momentos no me veía sin ella, teníamos que hablar.

Era ya casi de noche, en los hoteles de las Canarias se suele cenar pronto por los turistas extranjeros, casi todo el mundo ya había terminado, la busque por el comedor, no estaba, me dirigí a la habitación pero antes de llegar a ella me la encontré por uno de los caminos entre los bloques de habitaciones.  Se había arreglado, con sus trapitos preferidos y más provocativos. ¿Se habría vestido así para mi?.

-        Hola Carla.

-        Hola Juan.

-        Tenemos que hablar – le comente.

-        Como quieras Juan, pero esto lo tengo muy claro. – me respondió.

-        ¿qué tienes claro, que? – le increpe.

-        Juan, quiero ser madre y nuestra situación económica no nos permite pagar un tratamiento de fecundación, tampoco estoy dispuesta a esperar dos años a que nos llamen de la seguridad social.  No somos tan jóvenes, cuanto más tiempo pase menos probabilidades de éxito en el embarazo. No puedo más, necesito ser madre, lo necesito. –reitero tras lo cual se echo a llorar.

-        Tranquila Carla, tranquila. – tiene narices, el cornudo yo y encima tengo que consolar a la adultera, esto es el mundo al revés. – Porque no me habías comentado esta necesidad tan imperiosa.

-        Quería contártelo, pero no encontraba el momento. Anoche, se me abrió el cielo, yo no buscaba nada te lo juro, pero de repente se me acerco ese chico y en mi mente apareció la oportunidad.  Estos días estoy ovulando, un chico tan joven, seguro que me deja embarazada.

  • ¿Todo esto lo haces para quedarte embarazada?

  • Así es Juan. Yo te amo, no quiero perderte. Esto lo tienes que ver como un fin para conseguir lo que tanto ansiamos.

  • Es muy duro, Carla.

  • Otra cosa, Juan. Ya que hemos empezado, no podemos dejarlo a medias. Ya que he dado el paso, no puedo arriesgarme con solamente un intento. He quedado con él esta noche para volverlo a hacer. Tengo que asegurarme, QUIERO QUEDARME EMBARAZADA, ¿me entiendes, Juan?

Un sudor frío me recorría todo el cuerpo. Estaba alucinando, no sabía que decir.

Juan, esta es la ultima vez, nosotros nos vamos mañana. Todo se habrá terminado y con suerte nos llevaremos el regalo para que asiente nuestra vida feliz en pareja. Solamente esta noche y conseguiremos ser padres.

Sin mandar ningún mensaje desde mi cerebro, mi cabeza asintió. Me abrace a ella y la bese en la frente.

  • He quedado con él en su habitación. No se cuando volveré, nos vemos mañana – me dijo Carla.

Tras ello se alejo. La seguí, no se porque, a una distancia prudencial. Se dirigía al bloque 17, un bloque que las habitaciones daban al camino que bajaba al mar. Desde este se podía ver el interior de muchas habitaciones si no se corrían las cortinas, un poco cotillas esas estancias.  Vi como llamaba a una habitación, la puerta se abría y ella entro dentro.  Ya me iban a poner los cuernos por segunda vez, pero todo por una buena causa. Intente abstraerme de la situación. Me fui al bar de la piscina a pedirme un cubata bien cargado. Quería no pensar en ello, pero me era imposible. Mi cuerpo se erizaba pensando en que mi mujer Carla se encontraba abrazada a otro hombre en esos mismos momentos.  Estaba muy nervioso, no podía calmarme, me fui a andar.

Al rato, sin darme cuenta, sin quererlo, por lo menos conscientemente, me encontraba en el camino que bajaba a la playa.  Mire a las habitaciones que estaban con la luz encendida. En una no se veía nadie dentro, otra había unos niños jugando.  Me salí del camino, y camine hacia el otro extremo del bloque, entonces observé una con las cortina abiertas de par en par.  Me acerque despacio y distinguí al semental de mi mujer tumbado en la cama, con la espalda apoyada en el cabecero.  Me dispuse en una posición enfrentada con la ventana. Entonces pude divisar como mi mujer, estaba a sus pies, divisaba la parte superior de su cuerpo, de cintura para arriba, manándosela con mucha dedicación.  Tuve una erección instantánea.  Si el objetivo de mi mujer era quedarse embarazada, todos esos extras sobraban, con que se la metiese en su cuca seria suficiente, pero parece que quería disfrutar del momento.  Que ritmo le imponía, nunca me lo había hecho a mí así, que cara de satisfacción. De vez en cuando abría su boca soltando su presa para espirar algún suspiro, cada vez con más frecuencia, era como si al hacerle la mamada a su amante, estuviese llegando a su climax, ¿tanto le excitaba chupársela?.

Seguía el frenesí, yo cada vez mas excitado, me tocaba mi verga por encima del pantalón cuando algo no me empezó a cuadrar.  Una mano recorría el lateral de mi mujer alcanzando su pecho, pero el movimiento se realizaba desde el culo de mi mujer hasta su seno. ¿Ese chico no podía tener una mano tan larga?  Luego eran dos manos las que le acariciaban, ella suspiraba más y más. Empezó a mirar hacia atrás sonriendo. No podía ser, no podía ser.  Me moví rápido para poder divisar que ocurría a los pies de mi mujer, de la cama, y mis sospechas se cumplieron.  Allí estaba el amigo del amante de mi mujer, con el que compartía habitación con él, que la noche anterior estaba trajinándose a la cincuentona, ese si ese, pues allí estaba perforando a mi mujer en la postura del perrito. Y como gozaba la muy puta, como se estaba corriendo, y el tonto cornudo fuera observando la escena. Como puedo ser tan idiota, como me he tragado sus mentiras, ella lo único que busca es montarse su orgia particular. Como me vendió la moto. Cuantas veces me habría mentido ya. Soy gilipollas. Pero allí estaba yo, totalmente empalmado, pajeándome brutalmente.