La Trampa (5: Ella)

Toda tragedia llega a su inevitable destino, y ella tambièn se convierte en una victima mas de la perversiòn de Pablo. penùltima parte.

Continuación de La Trampa parte 3 - 4

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Sin sentir que había dormido siquiera media hora lo despertó el sonido del timbre de la puerta en medio de una oscuridad total.

-Quien podrá ser?- se preguntó pensando que era todavía temprano, y un escalofrío recorrió su cuerpo al recordar la sesión y encendió una luz para ver su reloj, eran las ocho, "deben ser ellos" pensó, por lo que encendió todo su equipo y se arrellanó en el sillón restregándose los ojos para tratar de enfocar su vista que aun no se acostumbraba a la luz de los monitores. En el monitor de la puerta pudo apenas distinguir cuatro figuras que esperaban impacientes por lo que presionando el interruptor para abrir la puerta los dejó entrar. Al entrar al vestíbulo parecieron olvidar mencionar el nombre de la chica, pero Pablo no se dio cuenta pues estaba ocupado en pensar que solo había encendido las luces de la cocina y el dormitorio y que algunas cámaras solo captarían sombras y figuras.

Cuando entraron a la oscuridad del vestíbulo Pablo pudo distinguir sus figuras recortadas por la tenue luz que entraba de la calle por la puerta que los tipos habían dejado completamente abierta, pero no pudo apreciar las características de la mujer que en esa última ocasión le traían.

-Pásale por acá antes de mostrarte la sorpresa- se oyó la voz de Mario, casi respetuosa, dirigiendo a la joven a la sala con sus dos compañeros y la sentaron en el sillón mientras el se dirigía a la cocina. Las figuras que apenas se adivinaban en las penumbras excitaron aún más a Pablo, mientras en otro monitor se podía ver a Mario en la cocina preparando una bebida con todos los licores que pudo encontrar. "No la habían convencido" pensó Pablo sonriendo, sintiéndose superior a ellos. Pero ese sentimiento de seguridad fue reemplazado por uno de incomodidad cuando la chica rió por algo que uno de los tipos le dijo al oído.

Mario llegó a la sala y tomando la mano de la mujer, le puso una bebida en ella. La mujer se sorprendió con el frío contacto

-Tómese esto porque hay que celebrar antes- le dijo Mario amablemente. Pablo pudo ver como la figura femenina se negó moviendo elegantemente la cabeza y trató de devolver el vaso al tipo y como éste lo empujó de nuevo hacía ella.

-Yo no necesito esto, no bebo- dijo la mujer con una voz que hizo a Pablo estremecerse, pues tenía una cualidad de elegancia y algo que le era familiar que lo excitaba extrañamente.

-Vamos para que esté contenta- le insistió Mario de nuevo y al ver otra negativa, Le ordenó a sus secuaces con señas que sujetaran a la chica mientras él tomándola por la barbilla la hizo beberse parte del contenido del vaso mientras otra parte se derramó sobre su blusa. Los tipos la soltaron rápidamente como temerosos de su reacción y la mujer tosió, se dobló sobre sí un instante y luego se incorporó con una risita forzada

-Los perdono solo porque sé que esto es algo que acostumbran entre ustedes, yo también me he echado un hidalgo en alguna fiesta-. les dijo ella aún tosiendo. La educada voz de la mujer hizo que Pablo se excitara de nuevo tratando de identificar que era lo que le llamaba la atención. quizá era el hecho de que una dama educada y de clase y aparentemente algo mayor que los tipos que la habían invitado iba a ser seducida y penetrada por el trío como si no fuera mas que una prostituta más.

-Bueno, si, perdónenos- le dijo Mario riendo- ya sabe como somos de bromistas.

-Y desde cuando me llaman de usted? si siempre me habían tuteado como les pedí-

-Si como si fuera tan vieja, verdad?- bromeó el segundo y todos rieron y se pusieron de pie tomando a la mujer de los brazos para que también se incorporara. Al levantarse ella Pablo pudo verla por unos segundos por un haz de luz que se filtraba desde la cocina, y creyó reconocer algún rasgo de ella, pero por la rápidez de la visión no pudo recordarla.

-Ahora llevenme al lugar y quitenme esta venda para que me enseñen lo que hicieron- dijo la mujer.

Mario se adelantó a la puerta del dormitorio y se detuvo ahí.

  • No es el trabajo que hicimos lo que te vamos a enseñar sino lo que vamos a hacer para ti, maestrita-

Estas palabras congelaron la sangre en las venas de Pablo y detuvieron de un golpe brutal el viaje de sus placenteras sensaciones. "Maestra?" pensó incrédulo tratando de llegar a otra conclusión que no fuera la que estaba temiendo. La mujer empezó a moverse hacia la habitación guiada por el par de maleantes y al acercarse a la puerta y ser iluminada por la luz que emanaba de la habitación Pablo pudo por fin ver con horror de quien se trataba, era su Mara, su novia. Con los ojos vendados con el sucio paliacate de Mario sonreía dirigiéndose al dormitorio guiada por sus alumnos. Pablo horrorizado se imaginó lo que habían hecho sus "socios", que engañándola con mostrarle un trabajo de carpintería que habían realizado la habían llevado ahí para violarla a sus anchas, ante sus ojos, solo para burlarse de él, para humillarlo y vejarlo emocionalmente como ya lo habían hecho físicamente con todas las mujeres a las que habían poseído.

Al entrar en la habitación los tipos acomodaron a Mara en el centro y se alejaron unos pasos de ella para que Pablo pudiera observarla. Pablo pudo verla, vestida como alguna vez le había pedido que lo hiciera. Usaba una blusa roja, escotada sin botones y atada sobre el vientre, que por el líquido derramado sobre ella dejaba ver con facilidad sus pechos desnudos bajo la prenda, una minifalda de cuero negro, medias de encaje y botines de tacón. Alguna vez él le había pedido que se vistiera así para llevarla a bailar y presumirla excitando a otros hombres que la vieran y la pretendieran, sabiendo que solo él la podía poseer, pero Mara, en aquel momento, le dijo que la idea le parecía muy sucia y la desechó, olvidando Pablo el asunto, hasta ese momento en que la observaba vestida así. Quizá, pensó, Mara pensaba visitarlo después de felicitar a sus alumnos, para invitarlo a bailar complaciéndolo de la manera que él había querido para mostrarle que ya lo había perdonado. esta idea lo llenó de tristeza y remordimientos.

En ese instante Pablo se puso de pie intempestivamente. Pensaba entrar en la habitación y detener aquella monstruosidad, pero al llegar a la puerta y tocar la fría perilla se arrepintió. Se imaginó a Mara furiosa, reclamándole sus acciones y recriminandole el haberla puesto en tal peligro. De seguro, al darse cuenta de que él estaba detrás de todo eso, la perdería. Se detuvo un momento frotándose las manos nervioso mientras pensaba que Mara era inteligente, no tenia oscuros deseos escondidos como las otras y de seguro al menor indicio de que todo era mentira ella huiría o los engañaría con su labia y sus argumentos y saldría de allí sin que la molestaran y sobre todo sin que se enterara de su presencia. Después le inventaría alguna historia excusando diciendole que le habían robado y así obtenido la llave de la casa, lo que fuera para que no supiera que él era socio de esos tipos. Pablo se volvió a sentar y observó aún con más atención los monitores, con todos los sentidos despiertos y alertas por la adrenalina y la expectación.

En la imagen Mara seguía de pie, rodeada por el trío de maleantes sin darse cuenta que la bebida que había mojado su blusa hacía aparente que no llevaba brassiere y sus alumnos observaban embobados a través de la transparencia de la tela mojada sus senos desnudos y sus pezones erectos por el frío de la bebida y la habitación refrigerada.

-Tengo frío- les dijo Mara a sus alumnos frotándose un brazo

-pueden, por favor, apagar la refrigeración?- el de expresión estúpida salió de su trance y casi de un salto llegó hasta el aparato apagándolo.

-Gracias- les agradeció aliviada - y ahora que?- dijo luego cruzando los brazos bajo su pecho, erguida en un gesto de seguridad pero inadvertidamente levantándolos un poco más y haciéndolos más evidentes a los ojos del trío de vagos que casi babeaban ante la ardiente visión mientras se desnudaban.

-Ay maestrita- empezó a decir Mario atragantándose con estas primeras palabras -nos estas poniendo difícil decirte lo que te queremos decir. Planeabas salir después con alguien? porque te vestiste así?-

-Porque me gusta- le contestó ella con autoridad y esperó a que Mario continuara con su presentación.

-Bueno ya verá porque no le quitamos la venda todavía, no se impaciente- le siguió diciendo el tipo tratando de pasar saliva por su seca garganta. - Pues mire maestra, se habrá dado cuenta de que nadie nunca se pierde su clase de orientación vocacional y...-

-Si? continúa-

-Y bueno, para que adornársela, pues yo creo que no se ha dado cuenta que se ha convertido en la fantasía de todos los hombres de la escuela, sobre todo los del taller de carpintería-

-No pierdas el tiempo con estúpidos rodeos, ya me figuraba yo que realmente no me querían mostrar su primer trabajo, que algo se traen entre manos, así que ve al grano para poder ayudarlos- le replicó ella alzando la voz.

Pablo casi aplaudió en el otro cuarto "sigue así, chica" pensaba al creer ver como Mara usaba sus conocimientos de psicología para confundirlos.

Mario sonrió apenado ante la respuesta de la mujer, bajando la vista, y al hacerlo vio su cuerpo desnudo, volvió a levantar el rostro y empezó a hablar con un poco más de seguridad.

-Pues como le decía, perdón, como te decía, nosotros tres habíamos ido ahí al centro solo para poder conseguir ciertas cosas del taller y luego conseguimos una chamba que nos gustó mucho y ya no tuvimos necesidad pero nos quedamos solo por seguirte viendo a ti. En la clase de orientación que nos das, toda la clase se quería sentar en las dos filas que quedan frente a tu escritorio para poderte ver las piernas durante toda la hora y este... cuando nos visitabas en el taller y tan amable llegabas a saludar a cada equipo de trabajo con una palmadita en la espalda, pues, cuando te agachabas a ver lo que estábamos haciendo, con tu perfume y todo, pues, hasta al maestro se le paraba y algunos hasta se frotaban contra las mesas, escondiendo la verga bajo los delantales de trabajo- Mara torció la boca en lo que parecía una mueca y Mario, sin darse cuenta de esto, se iba emocionando con su propio relato.

-Y, creo que tampoco sabes que luego en el baño todos platican lo buena que estás y se ríen al decir como, pues, te la meten, y hasta se oye como algunos cabrones se masturban en los retretes casi gritando tu nombre, maestrita. Sabes?-

-Si- le contestó ella todavía demostrando autoridad - alguna vez, desde el baño de mujeres sobre uno de los retretes descubrí que en una pequeña ventila que da al baño de ustedes se podían oír todas su conversaciones y los he escuchado hablando de mí, es mas, muchas veces, y realmente no me importa, somos todos jóvenes y las fantasías son normales-

Mara parecía estar sondeando las verdaderas intenciones que los tipos tenían para con ella mientras Pablo en la otra habitación seguía entusiasmado ante la aparente táctica de su novia y pensaba que pronto los convencería y saldría de ahí ilesa y tranquilamente.

-Pues ya que estamos aquí ya no hay que dar para atrás y tenemos un problema, maestrita- siguió diciéndole Mario- pues, este... esta fiestita no es para el primer trabajo que hemos conseguido, sino que es una fiesta que hicimos pensando en ti-. Un silencio gélido invadió la habitación. Ninguno de los presentes parecía siquiera respirar esperando la respuesta. Solo Mara se mantenía aparentemente calmada, bajando el rostro como pensativa.

-Anda chica, piensa rápido!- le decía Pablo al monitor como si así pudiera entrar en los pensamientos de su novia -ahora es el momento en que te puedes safar y escaparte, hazlo ya!-.

-no seas estúpido- respondió Mara alzando la voz -no es mi cumpleaños, te digo que ya imaginaba que no era por un trabajo que me trajeron aquí, los quiero ayudar pero me están exasperando así que díganme que es lo que quieren-

-Uy maestra, pues no ayudas- le dijo Mario bajando la vista de nuevo tratando de encontrar valor- le digo que, pues, como le tenemos tantas ganas, nos pusimos de acuerdo y la trajimos aquí con engaños y como somos unos calientes degenerados y ya la tenemos aquí, pues... a ver que pasa- dijo el tipo casi nerviosamente y levantando el rostro nuevamente con una insegura sonrisa maliciosa. Mara dio un largo suspiro mientras el trío alrededor de ella esperaba una respuesta o una reacción que los activara y ayudara a decidirse a hacer el primer movimiento.

-Pues verán, yo también tengo un problema- empezó a decirles con acento aparentemente irritado- siempre supe que les atraía y al principio me sentía halagada, no hacía nada por evitarlo pues me gusta sentirme admirada y creía que esa inocente atención no me haría ningún daño por lo que comencé a visitarlos más seguido, pero al empezar a visitarlos en su taller para recibir sus atenciones y aún en mis clases me empecé a dar cuenta que la situación no era tan inocente. Me molestó el darme cuenta como se frotaban cuando no los veía y como sus miradas se perdían si por descuido habría las piernas tras mi escritorio. Pero luego llegué a entenderlos y a aceptar esto, pensando que era natural y saludable, normal en gente joven de las diferentes edades que hay en la clase, y poco a poco empecé a tomarle gusto. Ustedes no se daban cuenta del cambio pero de ahí en adelante todos mis descuidos eran fingidos, me acercaba a ustedes para darles la oportunidad de aspirar mi perfume, dejaba caer papeles para agacharme a recogerlos lentamente y pudieran verme las piernas y en mi clase fingía no darme cuenta de que habría mis piernas un poco más para que pudieran solazarse viéndome las bragas que fui cambiando por prendas más minúsculas cada vez-

Pablo se sorprendió ante el cambio de táctica. Les estaba diciendo lo que querían oír y eso le parecía muy peligroso. Pero sabía que ella era muy astuta y seguramente tendría alguna salida de la trampa que les estaba tendiendo.

-En el taller todos se cubrían, es cierto, pero tu amigo- dijo Mara apuntando con la mano sin saber realmente si apuntaba hacia el segundo que era a quien se refería -no tenía ningún reparo y como nunca usaba delantal podía claramente ver la erección apenas contenida en sus pantalones, y me excitaba al adivinar que era enorme y al ver también los rostros sudorosos de muchos de ustedes y sus camisetas pegadas al cuerpo por el mismo sudor, incluso el maestro, que nunca disimuló su lujuria e incluso llegó a pasarme papelitos con proposiciones deshonestas que nunca pasaron de ahí. Pero lo que ustedes no sabían era que al salir de ese caluroso y húmedo taller iba y me encerraba en mi cubículo y sentada en la silla del escritorio me frotaba pensando en las erecciones que les causaba y las calenturas que ese deseo provocaba en mí-. Pablo se estremeció con esta palabras y se excitó con ellas pensando que eran una actuación de su novia para salir del atolladero aunque todo el proceso parecía estar divirtiendo también a Mara en lo que duraba la situación.

-El subir a ese nivel mis fantasías me pareció bastante inocuo pues creía que no pasaría de ahí y que todo quedaría en fantasías sin rostros ni nombres, solo sensaciones. Pero, con el paso del tiempo, la fantasía fue aumentando. Tras ir a provocarlos con escotes cada vez más pronunciados y fingidos tropezones me excitaba lo suficiente para volver a mi cubículo y masturbarme pensando primero en la erección que había provocado en cada uno. llegué incluso a robarme un desarmador del taller y pensando como éste había pasado por las manos de muchos hombres me penetraba con el mango de la herramienta como una loca, luego me imaginaba como, uno por uno, con el pretexto de pedirme consejo entraban en mi cubiculo y sorprendiéndome tan excitada ocupándome a mi misma me violaban sobre el escritorio y, tras saciarse, salir dejando el lugar al siguiente hasta que todos pasaban por entre mis piernas dejándome satisfecha- el trío de vagos la observaba embobados, bebiéndose cada una de sus palabras como si fuera un licor exquisito.

  • Pero me sentía satisfecha solo en mi mente. Ese es mi problema - siguió diciéndoles cambiando el tono de su voz, haciéndolo más lánguido y seductor -mi novio, de un tiempo a la fecha, a cambiado y no me trata como antes. Me da la impresión como si se hubiera enfriado, como si ya no le gustara estar conmigo de la misma manera-

Los sentidos de Pablo se agudizaron de nuevo al oír las palabras de Mara, lo que decía era algo que nunca hubiera esperado, había estado tan ensimismado que en su vida se hubiera imaginado eso de ella.

-Ahora me trata como a una niña y casi ni me toca. Pensé que eran mis fantasías, que eran tan fogosas, tan atrevidas que, momentáneamente y por la novedad, el contacto con él se había vuelto menos excitante. Así que decidí dejar de tocarlo y a empezar a alejarme un tiempo de él para ver si las cosas mejoraban, pero fue peor. Él se puso mas frío y al sentirme insatisfecha por la falta de relaciones mis fantasías fueron escalando, volviéndose más ardientes y delirantes, completamente incontrolables. El deseo me atraía hacia su taller y no tenía más que pararme ahí para que mi mente se llenara de las más sucias y enloquecedoras imágenes. Mi ansia era tal que casi podía olerlos, solo tenían que pararse a mis espaldas para que yo supiera que estaban ahí, con su olor a hombre, a sudor, a deseo. Sentía que perdía el control de mi misma y pensé en tratar de controlar todo aquello hundiéndome en mi trabajo, cualquier cosa la convertía en algo importante para mantenerme ocupada y me avocaba completamente a ello. Así me di cuenta que por mis distracciones no había notado que dos chicas del taller de secretariado habían estado faltando desde días antes. Yo era responsable de que terminaran su curso así que decidí ir a buscarlas a sus casas-

Pablo estaba confundido ya no le parecía tan claro el plan de Mara para escapar y empezó a temer que pasaría algo malo.

-Al llegar a casa de la primera chica, Ángela, su madre dijo que no quería recibirme y tras insistirle casi me echó dándome con la puerta en la cara. Mas que enojarme esto me sorprendió por lo que intrigada me dirigí a la casa de la segunda chica, Adriana. Su madre me recibió amablemente en su humilde hogar y me pasó a la habitación de la chica diciéndome que estaba enferma. Adriana con el rostro pálido me recibió con llanto tan pronto su madre cerró la puerta dejándonos solas. Me dijo que algo horrible le había pasado y que por vergüenza no le había dicho a nadie. A su madre le había dicho que estaba enferma del estómago y que por eso no había vuelto al centro, pero yo la obligué a contarme con lujo de detalles todo lo que ustedes le habían hecho-.

Los tres tipos palidecieron. Se dieron cuenta de que Mara sabía todo y que no solo los podía acusar de llevarla ahí con engaños aún si dejaban todo así. Mario intentó defenderse pero Mara siguió hablando interrumpiendo sus palabras.

-Adriana me dijo entre lágrimas como la habían tratado, como la habían insultado y como ustedes se burlaban de ella. Pero cada detalle que ella me relataba se iba integrando a mi propia fantasía que volvía a surgir aún con más fuerzas. Luché contra aquellas imágenes con todas mis fuerzas pero fue inevitable y terminé viéndome a mi misma sujeta por ustedes tres a las mismas vejaciones a que sometieron a Adriana. La chica me dijo que si la apoyaba los denunciaría, pero, vergonzosamente, me negué, le dije que eso solo le traería problemas y que quizás ustedes se querrían vengar lastimando a su familia y ella aceptó esto sumisamente. Al salir de ahí me sentí con un poder que nunca antes había sentido. Enfebrecida, pensaba que podía usar aquella información para mi provecho y el solo pensamiento me dio placer. Por un par de días esa fue mi principal fantasía y la invocaba una y otra vez. Pero no me atreví a llevarla a cabo, me sentí sucia y pensaba que todo ese tiempo estaba traicionando a mi novio. Pero un día el cielo pareció abrirse haciéndome olvidar cualquier otra cosa, dejándome un claro horizonte de lo que realmente quería en ese momento. Eso fue cuando ustedes me propusieron la sorpresa de ver su primer trabajo de carpintería. Cuando me dijeron que tenía que ir al lugar con los ojos vendados supe lo que pretendían, y, al saberme su próxima victima, el deseo se apoderó de mí y ya nada más tenía importancia. El mundo había desaparecido alrededor del reloj mientras contaba las horas y los minutos que faltaban para que llegara el momento en que, montada en una de sus motos, llegaría a la cita por tanto tiempo anhelada-

Al oír esto y después del momento de confusión en que se vieron descubiertos el trío volvió a excitarse, lo que se evidenciaba en sus pulsantes erecciones que se frotaban con desesperación.

  • Me puse esta ropa que había comprado para provocarlos y que nunca antes atreví ponerme y los esperé cubierta con un impermeable para que los demás en el centro no me vieran vestida así. Al llegar ustedes a recogerme y cuando me pusieron el pañuelo sobre los ojos antes de subirme a la motocicleta sentí que la decisión que había tomado ya era irreversible y me sentí liberada por primera vez de todo sentimiento de culpa y de toda falsa moral. Así que quiero que me hagan un favor- terminó pidiéndoles casi sin aliento.

  • Lo que quieras preciosa- le contestó Mario sin salir de su trance.

  • Tengo bastante con que pagarles ese favor- les dijo ella con voz trémula al tiempo que levantaba el frente de su faldita de cuero dejando al descubierto el liguero de cuero que sostenía sus medias y una diminuta tanguita de encaje negro que, por lo apretada, le partía la vulva en dos provocando que se derramara una mata de tupido vello negro a ambos lados de la pequeña prenda. Los hombres que la rodeaban aún seguían con la boca abierta después de que Mara había vuelto a poner la falda en su lugar y se volvió a cruzar de brazos, solo que esta vez temblando por el deseo mal contenido.

-Así que como yo fui su maestra- siguió diciéndoles - quiero que ahora ustedes me enseñen a mí lo que quiero aprender...- Mario no la dejó continuar. Y rodeándola con sus brazos la besó ardientemente en el cuello, bajando luego una mano por su espalda le levantó la falda por la parte posterior exponiendo sus macizas nalgas desnudas, divididas por el fino listón negro de la tanga, y hundió sus dedos en la morena carne.

Este contacto le dolió a Pablo como si fuera una daga en su corazón, pero no podía separarse de los monitores, sus piernas no le respondían, o la confusión en su mente no mandaba la orden correcta.

Mara empujó a Mario alejándolo de sí y, éste, sorprendido, fue a dar al suelo junto a uno de sus compañeros al que arrastró en su caída.

-Aún no termino de decirles lo que quiero- dijo Mara exaltada y casi llorosa. Con estas palabras se encendía de nuevo la esperanza de Pablo que apretó los puños con impotencia, esperando una salida inteligente de parte de su novia. Pero las siguientes palabras de Mara derrumbaron todas sus ilusiones.

-No quiero que me malinterpreten, llegado el momento podrán hacer conmigo lo que quieran, pero antes quiero desahogar todo lo que tengo que decirles. Quiero que sepan lo que he querido y planeado desde hace algún tiempo. Así que por favor denme unos instantes. Quiero...- Mara intentó continuar pero las palabras se ahogaron en su garganta por lo que tosiendo para tratar de aclarar su voz lo intentó de nuevo.

-Quiero que ahora... ustedes sean mis maestros. Adriana es una chiquilla pusilánime que no supo valorar lo que le ofrecían a manos llenas, así que quiero.. Que me den el mismo tratamiento o peor, no quiero decir mejor... no, no peor, si peor- Mara parecía perdida en su deseo y aunque su sentido común aun luchaba, la lujuria se iba apoderando completamente de su cuerpo.

  • Quiero saber, completamente- siguió diciéndoles ya más decidida - lo que se siente ser tratada como la mas vil de las rameras, ser vejada sin consideraciones, saber lo que sintió Adriana y que estúpidamente no quiso disfrutar-

El sudor comenzó a correr copiosamente no solo por las sienes de Mara sino también sobre los cuerpos desnudos de sus pretendidos maestros que no salían aún de su asombro.

-Quiero, esta noche, ser la puta más barata del burdel, a la que cualquier vago o borracho por unas monedas o una bebida puede manosear con sus sucias manos y poseer a su antojo. Quiero ser la clase de mujer en la que piensan los que en grupo y al calor de las copas buscan una chica fácil para saciar sus fantasías penetrándola todos al mismo tiempo, como si fuera un objeto para usarse solo para el placer. Quiero, por esta noche, ser la que acepta todas las humillaciones con una sonrisa y pide más-. Diciendo esto Mara se bajó la tanguita de encaje arrojándola luego a un rincón, ensopada en sus jugos vaginales. Después tanteando en busca de la cama se acomodó sobre esta poniéndose sobre rodillas y manos y, por la posición, la faldita se le subió sobre las nalgas entreabiertas que revelaron su vulva tupida de vello y el bruñido ano rodeado de dorados vellitos que, pulsante, levantaba aparentemente orgullosa.

-Pueden hacer conmigo lo que quieran- les dijo ya jadeando - solo no me quiten la venda de los ojos-.

Concluirá en la parte 6