La Trampa (1: Claudia)

Camaras de video ocultas, amantes trasnochadas y tres extraños, comienza el extraño y pervertido experimento de Pablo

LA TRAMPA. Parte I Claudia

La tarde era húmeda y cálida, aburrida. Pablo realmente no tenia nada que hacer hasta el día siguiente cuando, por la noche, se encontraría con Mara, su novia. Con desgano se dirigió hacia la habitación que él mismo llamaba de edición.

La tenía siempre bajo llave para que ni Mara ni alguna de sus habituales amantes vieran lo que guardaba en el. Mara, por su parte, sabía que esa habitación estaba llena de equipo de grabación y edición de video y estaba de acuerdo en que Pablo grabara sus encuentros amorosos y no se preocupaba por el contenido del cuarto, por sus múltiples ocupaciones ni siquiera le despertaba curiosidad.

También se había enterado de las múltiples aventuras que él sostenía, y no le importaba demasiado. se consideraba una mujer liberal hasta cierto punto, esto porque sabia que él a ella la consideraba a un nivel superior a cualquier otra mujer. Ella era su novia oficialmente en público y en privado y consideraba a las otras como un mero pasatiempo pasajero, que le daba a ella el tiempo y la libertad necesaria para avanzar en su carrera, sus estudios y su trabajo comunitario.

Mara se consolaba de cierta manera diciendose que así Pablo desahogaría muchas de las fantasías que ella no estaba en condiciones ni se sentía con deseos de cumplirle porque no le interesaba, mientras llegaba el momento de casarse y entonces sí, dedicarle a él la mayor parte del tiempo y que él le fuera totalmente fiel y devoto.

Pablo recorrió con el dedo índice la pila de videos, cientos de ellos, etiquetados con nombres de las mujeres que él frecuentaba: Lorena, Claudia, Susana, Pilar, Eloísa, Gisela. Había por lo menos una veintena de nombres diferentes que se repetían una y otra ves en las etiquetas.

Pablo recorrió la pila y luego pasó a la siguiente, de unos cien videos, amontonados aparte, todos marcados con el título Mara G. y Pablo N., y sonrió recordando los gratos encuentros plasmados en las cintas. una sombra oscura cruzó en ese momento su mente que lo hizo volver la vista hacia las otras pilas de videos con los nombres de sus amantes.

Suspiró y se tranquilizó pensando que Mara le era totalmente fiel, ella nunca se metería con otro hombre, de eso podía estar seguro. Ella estaba enterada de sus andanzas y se lo perdonaba sin siquiera mencionarlo, además, estaba tan concentrada en su trabajo y ayuda comunitaria donde gracias a sus estudios de psicología apoyaba a jóvenes y niños de la calle que no tenía tiempo para malos pensamientos ni para conocer a alguien de su nivel o edad, por el momento solo le interesaba cambiar el mundo, ella no era así.

Pablo, recuperando su auto confianza, volvió a la pila inicial y escogió un video marcado con el nombre Claudia B. Sonriendo lo introdujo en la máquina reproductora y se arrellanó en el sillón observando uno de los cuatro monitores que tenía enfrente.

Las imágenes subidas de tono eran inmediatas. editadas de las cuatro cámaras que tenía instaladas en el dormitorio contiguo. Ocultas a la vista pero captando cada ángulo y rincón de la cama.

Tras de un minuto comenzó a removerse en el sillón. Lo que veía, quizá de tanto verlo y vivirlo, ya no le entretenía, quizás era la forma en que los editaba, pensó. inclinó la cabeza hacia un costado como si así fuera a encontrar un nuevo ángulo, otra forma de unir las imágenes pero llegó a la conclusión de que no era eso, tampoco era la "modelo" , Claudia era bella, delgada y complaciente a todos sus deseos.

Tras buscar más de una razón llegó a la conclusión de que lo que estaba mal era la imaginación, el morbo. Siempre las mismas posiciones y las mismas ideas, tendría que encontrar nuevos juegos en la cama, nuevas formas de hacer el sexo divertido otra vez, se decía quebrándose la cabeza para encontrar la forma de hacerlo.

En ese momento el Pablo de la pantalla se levantó de la cama y Claudia se estiró de brazos y piernas en actitud de satisfacción, formando una equis sobre la cama. Esto hizo al Pablo observador despertar de su meditación, estiró la mano hacia la máquina reproductora y recorrió la cinta atrás hasta el momento exacto en que Claudia se estiraba y congeló la imagen en ese instante. "Eso es" pensó para sí. Meditó un poco más la idea y luego, como si hubiera sido iluminado, apagó todo y salió a la calle a buscar a su amiga.

Ella era dependienta en una tienda de variedades en donde la conoció. Fué fácil reclutarla entonces, tenía en los ojos esa mirada de aburrimiento y superioridad de las que buscan algo más, el siguiente nivel superior, un mejor novio, un mejor trabajo, un hombre mas rico, un mejor amante. Poseía los modos y los gestos de una personalidad abierta a la experiencia más excitante y atrevida, de las que se atreven a ir un paso más adelante que todos los que la rodean, a los que ella consideraba inferiores y pasmados.

Camino a su encuentro Pablo, en su auto, pasó por una ferretería y luego paró un momento en una de las tiendas de electrónica que poseía en la ciudad. Su familia estaba muy bien acomodada económicamente por lo que muy joven pudo poner uno estos negocios que con el éxito se fué extendiendo hasta tener sucursales, y que, además de proveerlo de dinero y equipo de video para sus hobbies, le daba todo el tiempo libre que le gustaba tener, pues los gerentes eran de toda su confianza y él solo tenía que visitarlos de vez en cuando para firmar cheques y facturas y luego los dejaba hacer su trabajo en libertad. Ahí recogió algún equipo que había encargado y lo puso en su auto.

Para cuando llegó a la tienda donde trabajaba Claudia ya era hora de cerrar. Se paró en la puerta y desde ahí le guiñó un ojo. Ella, tras el mostrador, le contestó con una gran sonrisa y asintiendo con un movimiento de su cabeza. Él volvió al auto mientras ella se apresuraba a terminar sus quehaceres. Habían hecho esa rutina tantas veces que ya ni siquiera tenían que hablar para saber lo que quería uno del otro, por lo que al cerrar el negocio Claudia inmediatamente subió al auto de Pablo y este arrancó el auto sin mediar palabra.

Al llegar a casa de Pablo, Claudia le pregunto por los cordeles que llevaba en la mano, él sonrió y le contestó que eran parte de un nuevo juego. Ella muy seria trató de pasar saliva por la garganta pero tenía la boca seca por la excitación.

-Tengo sed- le dijo ella.

-Esta bien toma un poco de agua mientras nos preparas unas bebidas y así yo aprovecho y bajo algunas cosas que traje-. Y mientras ella se dirigía a la cocina, Pablo fué al auto a bajar un monitor más y la lámpara que había mandado a hacer con una cámara escondida dentro.

Puso la lámpara sobre el buró del dormitorio y la conectó al cableado que había instalado con anterioridad, luego llevó el monitor al cuarto de edición y lo colocó y conectó junto a los otros que mostraban el dormitorio desde diferentes ángulos así como los otros monitores más pequeños que mostraban la cocina, la cámara de vigilancia en la puerta de entrada y la sala, en este último vio que Claudia ya lo esperaba sentada en el sillón. Se dirigió a la sala y Claudia sin levantarse le ofreció una bebida que Pablo puso sobre la mesita de café y tras tomar un trago se sentó junto a ella rodeándola con un brazo.

-No está fría porque no encontré hielo- le dijo Claudia sin alzar la vista. Ella estaba un poco agachada dando sorbitos a su bebida por lo que el podía, con solo bajar la cabeza un poco, oler su cabello. Con un ademán hizo a un lado el cabello para besar su nuca y aspirar el perfume de su piel, ella tuvo un leve encogimiento y él podía sentir como la chica temblaba y ardía en anticipación. Ella volteó su rostro hacía él en un gesto de repentino atrevimiento y suspiró.

-Sospecho que hoy tienes en mente algo especial- le dijo señalando los cordeles que descansaban sobre la mesa. -para que son?-

  • Ya verás. No, mas bien, lo sentirás- le contestó Pablo corrigiendose- he descubierto algo nuevo y a partir de ahora pienso experimentar y buscar nuevas formas de disfrutar- poniéndose de pie y tomándola de la mano la ayudó a levantarse. -Toma las cuerdas y tráelas- le ordenó.

Ella, extrañamente sumisa y atenta, obedeció y le siguió hasta el dormitorio son las cuerdas en la mano. Al llegar ahí, Pablo disimuladamente presionó el botón escondido en un borde del buró que ponía a funcionar todo el tinglado de cámaras. Se sentó al borde de la cama y con un movimiento de la mano le ordenó a la chica que arrojara las cuerdas sobre la cama. Ella lo hizo y nerviosamente se llevó una mano hasta el cabello, como acicalandose, pero realmente sin pensarlo, respirando entrecortadamente, presa del deseo anticipado.

-Quitate la ropa- le ordenó él con voz autoritaria sobresaltandola - ya sabes como me gusta, sin quitarte los zapatos quitate el vestido-. Claudia, ya un poco más sosegada por tener algo en que ocuparse, obedeció. Quedó de pie frente a Pablo en zapatillas, brassiere y pantaletas color marrón. Respiró profundo y con el movimiento de su caja toráxica sus pechos se elevaron dándole momentáneamente una apariencia de mayor volumen. Lentamente empezó a desabrochar el brassiere y al separarlo de su pecho sus senos tomaron la real, menuda y turgente apariencia que Pablo ya conocía y que tanto le gustaba, solo que sus pezones parecían esta vez más grandes, más erectos. Pablo notó que la mirada de Claudia se desviaba de su rostro hacia las cuerdas que estaban sobre la cama y cada vez que hacía esto respiraba más ansiosamente.

-Ahora las pantaletas- le dijo -cuida de no quitarte los zapatos, sabes que me excita mucho verte desnuda llevando solo los zapatos-.

Ella sonrió ampliamente y tomando sus pantaletas por los bordes comenzó a bajarlas lentamente hasta sacarlas por los pies, arrojándolas luego a una silla. Al incorporarse dejó al descubierto a los ojos de Pablo la tupida mata de vello negro que cubría su pubis y la visión de ese hermoso triangulo invertido hizo al hombre respirar mas profundamente, evidenciando por primera vez su excitación.

Pablo disfrutó unos instantes de ese hermoso espectáculo, le gustaba ver, esto magnificaba sus sensaciones antes del acto y luego despertaba sus sentidos durante el mismo. Pablo se puso de pie y le ordenó a la joven que se acostara en la cama. Esta, aún más nerviosa, obedeció. Haciendo a un lado las cuerdas se acostó esperando la siguiente orden. Pablo se sentó junto a ella y le vendó los ojos con un gran pañuelo, ya después ella solo sintió como él le separaba los brazos y los ataba a la cama y luego separándole las piernas hizo lo mismo con estas.

-Te gusta?- le preguntó, y Claudia le contestó con un "si" apenas audible, sin aliento. El se acercó a uno de sus pezones erectos y empezó a lamerlo. El tacto húmedo sorprendió a la chica que dió un pequeño salto dentro de las limitaciones que le imponían sus ataduras, pero al darse cuenta de lo que era que la estaba tocando inmediatamente se dejó llevar por las sensaciones y empezó a gemir muy quedamente. Delicadamente Pablo empezó a jugar con los sentidos de la muchacha y la besaba y lamía donde ella menos lo esperaba, primero en los senos, luego en un costado, después en el ombligo, luego en la boca, esto la volvía loca de placer y al ver que la excitación era tanta que casi la llevaba al clímax Pablo decidió cambiar la táctica. Rodeando la cama se inclinó sobre una de las piernas de Claudia y empezó a besar el tobillo, esto estremeció a la chica sobremanera pues notó como los labios de Pablo empezaban a subir por su pierna, llegaron a la pantorrilla, luego la rodilla, el muslo y en la parte alta del muslo, cuando Claudia ya gemía abiertamente, los besos se detuvieron.

-Recuerdo que dijiste que no había hielo- le dijo Pablo de pronto, jugando con ella.

-Como? que dices?- solo acertó a preguntar ella con voz quejumbrosa. Al ver la reacción de Claudia, Pablo decidió llevar el juego más allá, alargando el placer de la anticipación.

-Voy al autoservicio que está a dos calles a comprar hielo y otras cosas- le dijo con una sonrisa maliciosa que Claudia no podía ver por el pañuelo que tenia sobre los ojos -No voy a cerrar la puerta y quizás algún extraño entre y se aproveche de ti en mi ausencia. Eso te excita?-

-Pues si no te apuras ese extraño aprovechará antes que tú todo lo que me has trabajado- le respondió ella sonriendo. Pablo solo rió, se vistió y salió cerrando la puerta con llave.

En el camino a la tienda se fue riendo de su ocurrencia y de la respuesta de Claudia, pensando que sería una imagen muy excitante para plasmar en el video si en realidad ocurriera.

En el autoservicio se tomó su tiempo escogiendo sus compras, pensando en la ansiosa anticipación de la muchacha que, desnuda, lo esperaba atada a su cama. Poco a poco la broma del extraño que entraba y se aprovechaba de la joven cautiva fué abriéndose camino en su mente, tomando forma y, al hacerlo, excitándolo más y más, tanto que al pagar en la caja estaba totalmente absorto en esta fantasía, imaginándose la escena.

Al salir, en el estacionamiento del autoservicio tres jóvenes bromeaban entre ellos, Pablo, distraído en sus pensamientos, no se dió cuenta de que se había quedado parado viéndolos fijamente. Poco a poco los rostros y cuerpos de esos jóvenes se fueron fundiendo con el del imaginario extraño que se dividió en tres personas para poseer a Claudia y hacerla gozar muy a su pesar. Los jóvenes tendrían entre 18 y 22 años con camisetas negras y uno de ellos, el que parecía el líder, llevaba chamarra de cuero.

Eran de esos jóvenes que prefieren la calle a la escuela y que viven entre el olor a grasa y gasolina de sus golpeadas motocicletas y las tardes en sus barrios humildes bebiendo cerveza barata y diciendo groserías a las jovencitas que se atrevían a pasar frente a ellos. La fantasía se volvió idea y ésta terminó de tomar forma cuando pensó que Claudia, una chica mas que bonita, pulcra, delicada en su trato y apariencia y algo prejuiciosa de otras clases sociales, nunca les hubiera dado siquiera los buenos días a este trío que ella llamaría "sucios vagos". Así que se armó de valor y se acercó a ellos para ofrecerles un "negocio", sacando su billetera, temerariamente, les ofreció un fajo de billetes por ayudarle con algo. Uno de ellos, de expresión estúpida dijo en voz alta que ni siquiera robando un abarrotes hubieran juntado tanto dinero.

El que parecía el líder de un manotazo lo contuvo y estirando la mano hacia Pablo para saludarlo se presentó como Mario y aceptó el negocio que Pablo les explicaría en el camino allá. Los otros no dijeron sus nombres pero Pablo en su mente los bautizó como el de expresión estúpida a uno y el segundo al otro que parecía ser el segundo al mando de la micro-pandilla.

Caminando a su casa Pablo les explicó que tenia a una chica en su casa que quería saciar una fantasía, que era ardiente y complaciente y que el se encargaría de grabar todo en video desde otra habitación pero que no participaría y les pagaría buen dinero solo por disfrutar a la mujer y hacerla gozar. Al oír esto los tres tipos se sorprendieron mostrándose desconfiados, pero al asegurarles Pablo que no era un engaño o broma, sus ojos adquirieron un brillo de deseo y la boca de Mario se torció en una sonrisa que era más una mueca de lujuria que otra cosa, provocando en Pablo un momentáneo sentimiento de arrepentimiento, pero ya era tarde ya estaban frente a la puerta de su casa y el morbo empezaba a hacer presa de él.

Pablo los pasó al vestíbulo e indicándoles la puerta del dormitorio y les pidió que esperaran tres minutos antes de entrar. Pablo entró al dormitorio y Claudia oyéndolo venir lo esperaba con una gran sonrisa.

-Ya estamos listos para continuar?- le preguntó ella. Pablo guardó silencio un momento pensando que decirle.

  • No hay forma de explicarte esto- le dijo denotando cierta excitación nerviosa -pero quizá se te esté cumpliendo una fantasía, así que no importa lo que oigas o sientas no intentes quitarte el pañuelo de los ojos-.

Estas palabras solo tuvieron el efecto de ampliar aun más la sonrisa de la desprevenida chica. Pablo salió de la habitación y se dirigió a la sala. Les dijo a los tipos que podían entrar y hacer lo que quisieran con la joven. se dirigió luego al cuarto de edición y se iba acomodando en el sillón cuando vio en los monitores como los tres jóvenes con apariencia de maleantes entraban en el dormitorio y dejó escapar una risita pensando en la sorpresa que tendría la exquisita Claudia que en ese momento volvía a sonreír pensando que era Pablo a quien tenia enfrente. Los jóvenes rodearon la cama observando a la joven desnuda desde cierta distancia, todavía incrédulos, como sopesando la situación y planeando el siguiente paso. Uno de ellos se había abierto la bragueta y sacado su pene erecto, efecto de la anticipación, y empezaba a masturbarse descaradamente. Claudia oyendo su respiración comenzó a irritarse.

-Que esperas? me vas o tomar o que? ya no aguanto más, hazlo.-

Mario sonrió mientras se tallaba el pene erecto a través de la mugrienta mezclilla de su pantalón y se acomodaba con la otra mano el paliacate que siempre llevaba atado al cuello para secarse el sudor.

-Que te hicieron en la tienda?- increpó Claudia a Pablo ya visiblemente irritada -tu empezaste este jueguito y me calentaste mas que nunca ahora cogeme idiota-.

Ese fué el resorte que necesitaban, el tipo que se masturbaba a su derecha se inclinó hacia ella y empezó a mordisquearle el cuello y la oreja mientras con una mano manoseaba sus senos. Claudia gimió de placer y esto hizo al joven, sorprendido, pedirle unas disculpas desganadas que en realidad no sentía.

-Perdón mamacita, pero tu novio nos dió permiso de cepillarte-

-Que? quien eres tú?- preguntó ella con voz quebrada, despertando de su sensual sopor mientras sentía que una corriente eléctrica recorría su cuerpo despertando todas las terminales nerviosas de su cuerpo.

Por toda respuesta tuvo la sensación de otros labios y lengua jugueteando entre sus piernas y otro del lado izquierdo de su pecho. La joven tuvo un momentáneo sobresalto pero vencida por las gozosas sensaciones magnificadas por la misma adrenalina de la sorpresa se dejó hacer pensando que "el muy idiota de Pablo había llevado a cabo la broma que de seguro había planeado desde antes".

Pablo, desde la otra habitación, no perdía detalle queriendo poner atención a cada uno de los cinco monitores. Hacía mucho que no se sentía tan excitado que creía que el pene le iba a reventar los pantalones por la tremenda erección.

En el dormitorio solo se escuchaban respiraciones, jadeos, gemidos y palabras fuertes proferidas por el trío de vagos que saboreaban y lamían a Claudia de pies a cabeza, uno del lado izquierdo y otro del lado derecho mientras Mario estaba apoderado de las piernas y la ardiente vulva, lamía las piernas desde la punta de los pies hasta el final de la parte interior de los muslos lo que tenía enloquecida a la joven, ya en lo alto de las piernas daba un torpe y momentáneo lengüetazo a la vulva y luego bajaba a los pies, mientras sus subalternos succionaban impetuosos cada uno un seno para luego de prisa besarla en la boca y morderle las orejas donde a borbotones le dejaban groserías que se quedaban flotando en la mente de Claudia como si en realidad fueran dulces caricias que la enfebrecían aun más.

También los olores eran algo nuevo para la refinada joven, la excitaba sobremanera el olor a sudor, a gasolina, el inconfundible aroma de los sexos y el penetrante aroma a macho en brama que emanaba de los tipos también la estaban volviendo loca.

-Rica. Cuanto te apuesto que nunca te habían cogido así?-

Le decían mientras entre frase y mordisco se iban despojando también de sus ropas. Claudia oía que la llamaban puta por un oído mientras le decían preciosa por el otro y sentía esa respiración salvaje entre las piernas que la llevaba cada vez mas cerca del clímax. Los gemidos y quejidos de Claudia se hacían cada vez mas descarados mientras más crecía el gozoso suplicio y empezó a venirse en un orgasmo tras otro aun antes de ser penetrada mientras su vagina empezó a anegarse de sus jugos.

-Pinche cachonda- exclamó uno de los subalternos al asomarse entre las piernas de la chica y ver el rio lujurioso que emanaba de esa parte de su cuerpo.- Esta bien caliente, ya esta lista para que se la des Mario-.

-Si!- gritó ella sin recato -cojanme cabrones, ya no aguanto, cojanme ya-

No le tuvieron que repetir la orden dos veces y Mario procedió a desatarla de las piernas respirando como un toro a punto de embestir. Sus subalternos extasiados observaban atentamente estas maniobras sin dejar de manosear torpemente los pechos de la chica que anticipadamente se mordía los labios y apretaba con las manos las cuerdas que aun la sujetaban. Mario se acuclilló entre sus piernas mientras se las flexionaba hacia adelante poniéndose los tobillos de la chica sobre los hombros. La tomó de las caderas y acercó con una mano su pene a la vulva acomodando el glande en la entrada de la vagina provocando, este contacto, un profundo gemido de alivio en Claudia. Luego la tomó nuevamente por las caderas con ambas manos y con un audible resoplido la penetró salvajemente de un solo empuje.

Claudia lanzó entonces un grito que se desgarraba entre el dolor y el placer mientras los subalternos reían estúpidamente sin dejar de sobarla. El pene de Mario entraba y salía de la chica cada vez más fluidamente y empezaba a tomar su ritmo mientras ella gemía lujuriosamente como si estuviera al mismo tiempo al borde del orgasmo y de la muerte. Los otros se agacharon a seguir escupiendo groserías en sus antes castos oídos enardeciéndola aun más y haciendo aun más agudos y eléctricos sus orgasmos.

-Luego me toca a mi putita- le decía uno de los tipos entre jadeos -y no voy a ser tan decente como Mario, te la voy a dejar ir cabrona hasta que te salga por la boca-. La imagen llevó mil ideas perversas a la mente delirante de la chica y ya sin control empezaba a pedir más de sus atacantes.

-Si, así papito, no dejes de metérmela.- decía en medio de otras incoherencias mientras las lagrimas salían de sus ojos por debajo del pañuelo, corriendo por su rostro. El otro tipo, el segundo, también le babeaba en el oído su lujuria mientras se masturbaba.

-Pinche caliente, así, pide lo que de veras quieres, pero cuando te coja yo vas a chillar de verdad y después me la vas a andar pidiendo como pinche piruja callejera, porque yo si la tengo grande y gorda no como estos cabrones-.

Claudia volteó su rostro hacia donde venia esta voz y con las mejillas llenas de lagrimas le empezó a besar el rostro al tipo, rogándole.

-Por favor, ponmela en la boca para darte lo que quieres-

-Como?- El segundo no podía creer lo que oía y se quedó como idiotizado esperando que Claudia hiciera de nuevo la petición.

-Te quiero mamar papito- le dijo ella casi sin aliento. El, orgulloso, vio si su compañero había oído y acomodándose le puso el pene en la cara a la chica que como una desesperada, con labios y dientes, buscó la manera de metérselo en la boca y empezó a mordisquearlo y succionarlo con gula como si fuera el manjar más delicioso.

Mario seguía bombeando su hombría entre las piernas de la chica como si fuera un animal, pero se quedó absorto al ver la gozosa mamada que le daban a su compañero.

-No te detengas- le ordenó ella ininteligiblemente por tener la boca ocupada, pero él no le hizo caso y se separó de ella para empezar a desatarle las manos, el otro, el de expresión estúpida, que aun se entretenía con los pechos como un colegial engolosinado se abalanzó sobre el espacio que su líder le había dejado abierto y sin ningún reparo ni preparación penetró a la chica y empezó a moverse entre sus piernas mecánicamente, concentrado solo en sus sensaciones. Ella sonrió a pesar del pene que aun tenía en la boca al sentir otra erección moviéndose en su vagina y al sentir sus manos libres. Mario, tras liberarla completamente, se arrodilló del lado izquierdo del rostro de la chica forzando su pene en la boca de esta. Ella aceptó gustosa el nuevo intruso y soltando un poco a su primer atacante introdujo los dos glandes en su boca mordisqueándolos y masajeándolos con su lengua, lo que puso a los dos tipos en éxtasis.

Claudia pensó fugazmente que nunca en su vida sentiría tanto placer como el que tenia en ese instante con dos tipos en su boca y otro frenético moviéndose entre sus piernas, pero se equivocaba, eso apenas comenzaba. Ella deseaba con toda el alma que Pablo estuviera presenciando esa escena y disfrutando por lo menos un poco del novedoso placer que le había regalado, y no se equivocaba, Pablo, solo, en la siguiente habitación se masturbaba como un adolescente frente a la hilera de monitores disfrutando sobre todo la expresión de placer del rostro de Claudia captado por la cámara escondida en la lámpara del buró. Pero el verdadero placer de Claudia apenas iba a empezar. Mario, al sentir que casi se venía se separó de la chica y ésta un poco sorprendida se recuperó prendiéndose de la verga del otro que aun se movía en su boca.

El líder del grupo dió un paso atrás observando completa la escena de la ardiente chica vendada y tirada en la cama mientras sus dos torpes compañeros de juergas la "vejaban". Entonces se acercó a la cama y de un rugido se las arrebató a sus compañeros ordenándole al sorprendido tipo al que le daban sexo oral que se tendiera sobre la cama. La chica, de pie, con el cabello enmarañado y sujeta por la cintura por Mario, no sabia lo que pasaba y la venda en sus ojos lo hacía peor. No sabía que pensar, se había acabado la fiesta? la iban a lastimar ahora? pronto lo iba a averiguar. Como si fuera una muñeca de trapo Mario arrojó a la chica con brusquedad boca abajo sobre el cuerpo del otro tipo.

-Acomódatela y métesela sí- le ordenó al que estaba bajo Claudia y esta creyó saber la posición que quería y sentándose a horcajadas sobre él buscó tanteando la enorme erección que tanto ansiaba sentir en su vagina y se lo acomodó bajando e introduciéndoselo lentamente, ya estaba bien lubricada como para que le entrara con relativa facilidad y empezó a subir y bajar despacio para ir tomando ritmo cuando sintió la mano brutal de Mario en su nuca empujando su rostro hacia el del tipo que la penetraba. Por un segundo todas sus sensaciones se concentraron en la mano en su nuca, la pesada respiración sobre su rostro, y la verga inmóvil pero que le llenaba a tope la vagina. Pero eso duró poco, Mario le ordenó al otro que se hincara en le cama junto al rostro de la chica y le luego le ordenó a ésta, casi con un ladrido, que metiera el pene en su boca. La erección del tipo había disminuido por la interrupción y los gritos por lo que Claudia sintió un pene flácido y suave, pero esta nueva sensación también la excitó y lo chupó con fruición bañándolo de caliente saliva dentro de su carnosa boca provocándole una pronta erección.

Claudia estaba perdida en las sensaciones que le daban el tipo que tenia abajo penetrándola con su tremenda erección y que prácticamente le masticaba los senos y lo que tuviera a su alcance y el tipo que saboreaba en su boca y se movía como si también la estuviera penetrando, todo esto la hizo olvidarse de Mario hasta que sintió su mano húmeda recorrerle el ano. Claudia inmediatamente se imaginó lo que pretendía y empezó a lamer aún más frenéticamente el pene que tenía en la boca provocándole al tipo gemidos incontrolables. Al sentir el glande del tercer tipo sobre su ano, reaccionó inconscientemente con un saltito irritando a Mario.

-No te espantes cabrona, como si nunca te hubieran culeado- le dijo groseramente. -como si nunca te hubieran corrido, pero se ve que todavía estas apretadita por aquí, así que a lo mejor te arde- le dijo metiéndole la punta de dos dedos en el ano. Luego acomodo su pene de nuevo y de un pequeño empujón le metió el glande.

-Así nomás la puntita para te vayas acostumbrando- le dijo y ella respondió gimiendo lastimeramente pero sin dar indicios de que quería que se detuviera. Y sin avisar, de un golpe, el tipo la penetró completamente provocando un ardor y un suplicio que Claudia apenas pudo contener, pero a pesar de esto el grito que se oyó fué el del tipo cuyo pene claudia saboreaba y ahora había mordido ferozmente por el dolor. Este se sentó en un sillón a observar las acciones mientras se recuperaba balbuceando maldiciones contra la chica.

Mario sonreía cínicamente al penetrarla con esfuerzos por el ano y la chica gemía y gritaba abiertamente como queriéndole hacer saber a Pablo el placer que sentía al saberse penetrada por dos vergas a la vez, de tamaños y con ritmos diferentes. El espectáculo para Pablo continuó toda la noche mientras los tipos se turnaban a la chica para penetrarla en todas las posiciones que conocían hasta que se les agotó la imaginación dejando a la mujer exhausta pero sin saberlo permanentemente enfebrecida.

Cuando se fué el trío de tipos Pablo dejó dormir a Claudia todo el día y a la noche siguiente tambaleándose ella se levantó, se vistió y sin dirigirle la palabra, evitando su mirada, ofreciendole solo una tímida sonrisa se fué a pesar de que él se ofreció a llevarla en su auto.

Pablo no se arrepintió de su idea pues disfrutó enormemente de todo aquello, aunque por momentos le pareció un poco fuerte para lo que estaba acostumbrado. Le sorprendió y excitó sobre todo la reacción de Claudia que creyó que cooperaría una hora cuando mucho y luego pediría retirarse, pero al verse inmersa tan de golpe en la aventura se abrió completamente a ella transformandose en otra mujer, más atrevida y casi sin inhibiciones.

Pero luego aquello le pareció como hubiera sido solo un sueño febril. Le parecía todo demasiado increíble y pensó que no volvería a ver a aquellos jóvenes que por temor a represalias y celos, sorprendidos de su atrevimiento, lo evitarían como la peste. Pero se equivocaba, a la mañana siguiente, mientras editaba el encuentro de Claudia con sus invitados, oyó el timbre de su puerta. Encendió el pequeño monitor de la cámara de vigilancia y sintió un espasmo eléctrico al adivinar la figura de los tres tipos en la borrosa imagen del monitor.

Al abriles la puerta y sin que los invitara los tres entraron apresurados como si quisieran evitar ser vistos ahí y se dirigieron a la sala donde lo esperaron de pie como si fueran un grupo inseparable. Mario con los brazos cruzados y sonriendo y sus secuaces tras él, uno serio y el otro, el de expresión estúpida y la perenne sonrisa, con la nariz ligeramente manchada de polvo blanco. Inmediatamente Pablo se dió cuenta de que ya habían gastado todo el dinero y en que. Pensó que tratarían de chantajearlo para sacarle más dinero, por lo que cuidadosamente y con voz segura los enfrentó sin demostrarles miedo.

-Que quieren?- les dijo en un tono que tampoco quería que sonara amenazador u ofensivo.

Mario Contestó- Pues pensábamos...- se interrumpió riendo estúpidamente - pues que si no tenía otro trabajito, que si es igual hasta gratis se lo hacemos el encargo.-

-Si, su novia estaba más que caliente y ya le tengo ganas otra vez- dijo el de expresión estúpida provocando que Mario lo golpeara en la nuca para callarlo.

-No es mi novia, solo una amante- contestó Pablo

"solo una amante", una onda de placer culpable recorrió el cuerpo de Pablo y dándoles la espalda a los tipos para que no notaran sus verdaderos sentimientos pensó en todas las posibilidades que esto le traería, Claudia era una amante de muchas que tenía y pensó en las imágenes que podía obtener con cada una de ellas y sus tres posibles socios, incluso pensó en comercializar los videos a través de un contacto que había hecho en una de sus tiendas de electrónica que le ofrecía videos eróticos amateur a él y a un circulo selecto de compradores de esa y otras ciudades. La fiebre se apoderó de Pablo y hurgando en su bolsillo sacó un puñado de billetes que les entregó a los tipos ordenándoles que volvieran la noche siguiente, ellos se marcharon entre gritos de triunfo contando el dinero y riendo descontroladamente.