La Traición de Mía
Dónde se conoce mejor a las persona que en la cárcel
LA TRAICIÓN DE MIA
CAPITULO I
¿Por qué yo?
-¡Vamos, te quiere ver la directora!-
Eso fue lo que dijo la funcionaria a Rosaura que se encontraba en su celda, en ella no hubo ninguna reacción aparente, sólo se levantó y siguió a la funcionaria que caminaba con paso firme y deprisa, habiendo caminado unos pasos su corazón se quería salir de su pecho pues sabía que no era nada bueno el hecho de que la directora quisiera hablar con ella; era pésimo, probablemente le daría la fatal noticia de que su estadía fuera por mucho pero mucho tiempo. Así que mientras sus pensamientos volaban dando paso a todas las posibilidades, llegaron a su destino, la puerta de esas oficinas que nunca había visto y que por ningún motivo tenía ganas de conocer.
-¡Entra!- dijo la funcionaria
Ella siguió y una vez dentro la funcionaria cerró la puerta, ella tenía ganas de llorar y no sabía por qué, sólo que sus lágrimas se le habían acabado ya hacía un buen de tiempo, y ahora sólo le quedaba un miedo tan grande en su corazón, que lo tenía que encerrar bajo llave para que no la delatará, y así pareciendo impasible, observó a la directora sólo un instante y bajó la mirada, no quería observarla, su expresión era sería pero tranquila aunque su mente le decía que no tuviera miedo, su corazón latía tan deprisa como el de un ratón.
Por su parte la directora, la observaba sin decir una sola palabra, era la nueva reclusa en el Pena “x”, había leído su expediente y quería conocer a la mejicana que había caído por esos lares, le pareció interesante el hecho de tener un penal tan cosmopolita, pero lo que le estaba resultando difícil de aceptar era el hecho de “por qué” la había hecho venir, ya que ella jamás en su vida hubiera pensado en el hecho de aprovecharse de la situación y de su posición sobre todo, lo que ya era un hecho es que ella estaba ahí y parecía que era todo lo que decía su perfil psicológico, y sobretodo era gay. Era la oportunidad perfecta para salir de dudas de su pequeña y gran confusión “era o no era”. No le podía dar explicaciones a esa mujer ya que si estaba ahí era porque según los jueces era lo justo, ahora bien el hecho de obligarla a hacer algo que sabía hacer, pensaba, no le perjudicaría en nada, ya que era una persona sin moral por el hecho de estar ahí..
Ninguna de las dos hablaba, solo la directora la observaba con gran seriedad, ya había tomado la decisión y ahora no se echaría para atrás.
-Ven acércate, ahí—dijo y le indicó el lugar donde la quería, Rosaura solo viendo los brazos de la directora que le indicaban el lugar, hizo lo que se le índico. Sabía que algo no era normal, por lo que se sintió aun más conmocionada, tragó saliva, pero no alzó la mirada, el lugar indicado era aun costado del sillón donde la directora trabajaba y como a cuatro pasos de ella, ahora la directora giraba su silla de cuero ejecutiva muy lentamente de frente a Rosaura. Ésta con total frialdad se alzo la falda, estando sentada hasta la mitad de los muslos, abrió las piernas y le preguntó:
Sabeís lo que quiero ¿verdad? A Rosaura se le subieron los colores a la cara al medio ver de un vistazo rápido tal escena, su respiración antes tranquila ahora era agitada, sus manos empezaron a sudar, no daba crédito a tal situación, ni en sus mejores sueños eróticos se había planteado la posibilidad de tener a una mujer así, con esa disposición para con ella (siendo una desconocida). Porque aunque solo habían sido vistazos a la directora sí estaba más que segura que era una mujer muy guapa. Solo había una pregunta en su cabeza, “por qué yo, acaso no había mas chicas Les por aquí” no sabía si esto la beneficiaría o la perjudicaría, pero de algo estaba segura, lo tendría que hacer.
-¡Qué esperas!—espetó. Aunque su tono era duro su corazón también estaba agitado, cualquiera pensaría que tal orden la daba una mujer maliciosa, vulgar y depravada, que fue lo que pensó Rosaura al escuchar tal mandato. Ella aún confundida avanzo lentamente hacía ella, se arrodilló y no quiso pensar en nada más que en su cometido, fue acercando su cara al centro de la mujer deseosa de sentir placer, y cerrando los ojos imaginó que era la mujer que más había amado y que por su culpa ahora estaba ahí, pero no dejaba de pensar que había pasado los mejores momentos íntimos con ella.
E hizo lo que pensó era la última vez que le haría sentir su devoción por ella, aunque le hubiera hecho tanto daño. Así teniendo ahora la directora nuevo rostro ante ella, podría actuar con la libertad que se tienen las amantes. Sus manos dejaron de sudar y su respiración se fue haciendo tranquila, como disfrutando del momento, estaba ya en otro mundo de sensaciones y placeres que pensó nunca más iba a disfrutar. Sus dedos comenzaron a subir a bajar por las pantorrillas de la directora, delicada y sutilmente mientras sus labios besaban dulcemente el interior de sus muslos, primero uno luego el otro, repitiéndolo muy despacio de tal manera que la directora hizo que se le parara la respiración y se sujetará de su sillón muy fuerte, no imaginó esa sensación tan grata y sensual, y sobre todo que esa mujer fuera capaz de ser tan dulce, podía sentir la cálida respiración de la desconocida lo cual al ser desconocida no le avergonzaba en lo más mínimo, pero ahora estaba segura de que ¡sí! quería de las atenciones de la reclusa. Rosaura con total delicadeza le indicó con un leve movimiento a su superior que abriera un poco y así lo hizo, mientras sus manos ahora delineaban las piernas de la directora, acaricio levemente con sus labios la necesidad de la mujer sentada que se debatía si debía acostarse en otro lugar o seguir ahí; sólo que le daba miedo el pensar que se podría terminar el erotismo alcanzado. Lo besos fueron pasando de dulces y suaves a un poco más atrevidos y sus manos aferraban las blancas piernas de las cuales ahora era dueña y subían a sus glúteos acariciándolos, estrujándolos, su lengua empezó a probar los lugares más íntimos que se le ofrecían y de los cuales estaba disfrutando, ella misma ahora estaba totalmente excitada, pero sus necesidades ahora no importaban, su tarea estaba por encima de sus deseos.
La directora por su parte no pensaba en nada, solo quería que no parará la reclusa, se encontraba ya casi al borde del sillón con la espada más que arqueada para poder ofrecerse a Rosaura, trataba de ahogar todos los gemidos de tantas maneras que ya no podía más, era superior a ella, solo le rogaba que siguiera, ni siquiera ella lo podía creer.
La comenzó a embestir de una manera más agresiva cuando oyó la petición, también la reclusa estaba en éxtasis y saboreaba de los jugos de la mujer que tenía como si fuera un helado en un día caluroso, su lengua la penetró lo más que pudo en un movimiento fuerte, sin ningún respeto por su superior como si fueran iguales y que agradeció la directora para sí misma, solo que ésta necesitaba más, la necesitaba dentro completamente, ya estaba siendo una tortura el no sentirla en ella, sus músculos estaban ya rígidos por el orgasmo que le llegaba las palpitaciones más que dolorosas por no sentirse llena, cada pequeño movimiento era un doloroso*** estaba apunto de tomarle la mano para que terminará con su suplicio, cuando oye una voz muy suave que decía las tres palabras que la sacaron de su frenesí
–Te quiero Mía-
Lo que provocó un enojo gigantesco e hizo empujar de una manera muy fuerte y violenta a Rosaura que cayó de espaldas. Para su sorpresa ni siquiera se dio cuenta del motivo para tal reacción. La directora se levantó no importándole el dolor que tenía en la entrepierna por la excitación y dándole la espalda se acomodo la falda, su propia reacción le causó sorpresa pero no estaba acostumbrada a que la confundieran y menos en esa situación aunque sabía que era algo exagerado dadas las circunstancias de que prácticamente ella la había obligado, pero no podía pasar por alto esta humillación, pero a todo esto a Rosaura le tocaba la peor parte porque nunca se le preguntó si quería, se esforzó y lo único que consiguió fue el enojo de su directora. Rosaura se incorporó de inmediato y aun jadeando de excitación y asombro tras el golpe contra el piso también se dio vuelta, para recibir ordenes, sabía que ya no era dueña de sus decisiones y tendría que aguardar, si quería una vida tranquila en prisión pensó, debía obedecer casi todo. La directora le ordenó:
–¡Lávate la cara!-
Indicándole el lugar con las manos, pero Rosaura tras un momento de pensarlo dijo:
–¡No!
La voz de R. no la conocía bien pero el “no” fue contundente, sin miedo que hizo que la directora respetará su decisión, ella si quería lavarse pero ya no quería recibir ordenes de una persona tan voluble, como pensó que era, qué más le daba que le hubiera llamado por otro nombre no eran amantes así que no podía reprocharle nada.
–¡Entonces podéis marcharte! –
Dijo la directora. Cuando oyó esto se sintió aliviada, pero a la vez temerosa por el hecho de haberla contrariado en el último momento. Si sus planes, eran que durante todo el tiempo que estuviera en prisión pasar inadvertida como un fantasma, ahora sabía que no iba poder ser, ya que este encuentro la tendría marcada de una manera u otra, no sabía de qué modo la iba a afectar pero de que tendría consecuencias sí que las tendría……
Continuará….