La traición de la novia virgen (fragmento)
Traducción de un fragmento ofrecido libremente por PF. Aprendiendo a conocerse
La traición de la novia virgen (fragmento)
Título original: Betrayal of the Virgin Bride
Autora: Lizbeth Dusseau
Traducido por GGG, julio de 2002
Cuando me desperté de mi pesado sueño habían pasado casi veinticuatro horas. Estaba ostensiblemente desnuda, cubierta únicamente con una sábana. La puerta estaba entreabierta y descansando en una silla al lado de la cama estaba la parte de abajo de un bikini azul con una nota.
"Cuando se haya refrescado reúnase con nosotros en cubierta. S."
Busqué en la habitación mi maletín, la ropa que había empaquetado, una bata, el vestido verde... todo. Pero no había nada excepto mis cosas de baño, que descansaban convenientemente sobre una estantería junto al lavabo.
Cogí el mensaje, aunque estaba decidida a luchar contra el destino. No estaba dispuesta a reunirme con nadie en la cubierta de un barco sin llevar otra cosa que la parte de abajo de un bikini tanga.
Me tomé mi tiempo en refrescarme y volverme a aplicar mi maquillaje. Y mientras me lavaba y eliminaba el sudor de una noche de sexo, sentí el boquiabierto agujero entre mis piernas - no con la mano, no era tan valiente; podía sentirlo sin tocarme en el sitio. Algo era diferente en mí, algo se había transformado. Luché como pude, las sensaciones de lujuria y anhelo se habían despertado. Apenas habían sido satisfechas. Pero no quería pensar en el sexo. Quería volver a mi vida. Quería salir del barco. ¡Quería que la pesadilla terminara! ¡Quería llorar!
En cualquier otro sitio podría haberme tirado al suelo a llorar mi mala suerte. Pero eso no ocurriría. Tenía mi orgullo y tenía que contenerme. ¿De qué otra forma podía esperar razonar con criminales y encontrar un camino que me sacara de este horror?
Puesto que la parte de abajo del bikini era la única ropa de la habitación me la puse, y me volví a sentar en la cama y esperé. Cuando comprobé que no venía nadie recosté la cabeza en la almohada en un intento de volverme a dormir, pero ya había dormido demasiado. Completamente despierta me levanté finalmente y miré de reojo a la puerta, interrogante, curiosa, pero todavía desafiante y demasiado asustada para salir de la habitación medio desnuda. Retrocediendo al ojo de buey, eché una mirada al mar vasto y sin fin. Mi mente flotaba con él, mientras una corriente de imágenes de la noche anterior volvían a mí, molestas, inquietantes pero seductoras.
"Ah, está despierta, y según veo todavía intentando desafiar mis instrucciones."
Me volví al oír hablar al señor Sands.
"Acababa de levantarme," alegué en mi defensa.
"Oh, no me lo creo, señora Gettys. Ha estado murmurando y jugando consigo misma y considerando su destino durante algún tiempo. No puede esconderme nada - especialmente cuando la habitación está equipada con cámaras de vídeo que graban cualquiera de sus movimientos."
Mi cuerpo se envaró mientras mi rostro se volvía rojo brillante.
"Tendría que habérmelo esperado."
"Tendría que haberse comportado. Ahora solo resultara doblemente embarazoso."
No tenía claro que quería decir, pero ese desconcierto no duraría mucho. Abrió rápidamente un armario cerrado en el ropero de mi camarote y sacó una paleta de castigo suficientemente grande para hacerme chillar solo de verla. Parecía como una paleta de ping-pong cubierta de piel con un amplio extremo de trabajo enganchado a un mango sencillo. Supongo que vio mi angustia, pero el hombre, siendo como era aficionado a ignorar las oportunidades de mostrar clemencia, pronto me tuvo boca abajo sobre su regazo. A diferencia de mi azotamiento por parte de Dac - una impactante y larga lección de rendición - este fue brusco y al grano. Después de bajarme la parte de abajo del bikini por debajo de las caderas, se centró en mi culo con un vicio que me dejó sin aliento. Estaba segura que me había arrancado la piel del trasero.
Luego se acabó tan repentinamente como había empezado y estaba de nuevo en pie.
"¿Quiere más?" me preguntó muy intencionadamente.
"No, señor," barboteé la respuesta, adoptando un tono más sumiso del que había expresado antes.
"No es eso lo que yo creía," dijo mientras se ponía en movimiento.
No había reparado en la botella de licor de mi aparador. Sands me sirvió un vaso. "Beba."
Fuera lo que fuera lo que pretendía me pareció bien; no estaba por desafiarle ahora. Como la noche que me llevó a la cama, el licor me inflamó a todo lo largo de su recorrido por mi garganta, y fue igual de rápido en conseguir una respuesta física. Me ardía el cuerpo y sentía la cabeza un poco espesa. Pero esta vez no me estaba desmayando, solo me sentía confusa en general y despreocupada - una sensación que me acompañaría en mi excursión a la cubierta principal.
Mientras apuraba el último trago, Sands volvió a dejar la paleta en el armario y lo cerró. Luego, tomándome de la mano, me llevo al vestíbulo y escaleras arriba. Era consciente de que estaba desnuda. Como si la desvergonzada que había en mí deseara realmente disfrutar la experiencia, mis pezones empezaron a fruncirse como besos diminutos. ¡No, no, no podía estar excitada! Intenté apartar la realidad de mi disposición física. Pero mi estúpida protesta no soportó mis débiles argumentos. Quizás estos asesinos tuvieran razón. Quizás... quizás... mi cabeza nadaba para cuando pisé la cubierta y el sol me bañó cálidamente, y el aire húmedo se licuó en mi piel.
Puesto que no tenía control sobre lo que estaba ocurriendo intenté olvidarlo y dejé que Sands me guiara.
"Bueno, hizo falta un poco de coba," dijo el elegante hombre negro a una pequeña multitud que estaba tomando el sol en hamacas reclinables. Me alegré de ver que no era la única mujer en topless. Era obvio que el pudor estaba fuera de lugar en este mundo. Por desgracia mi resistencia a seguir las instrucciones aseguraba mi humillación. Antes de presentarme a la audiencia de caras desconocidas - excepto Darcy que estaba tomando el sol completamente en cueros - me hizo darme la vuelta y dejó que todo el mundo viera los resultados de la azotaina. Todavía sentía el palpitar de los carrillos de mi trasero y el sol solo contribuía a calentar aún más la piel caliente.
"Agáchese y bájese la parte de debajo de su bikini," ordenó propinando a mi trasero una buena palmada. Parecía que no tenía más opción que obedecerle. A miles de millas mar adentro, raptada por el destino y con un barco lleno de hombres guiados por la lascivia, poco podía hacer salvo soportar mi vergüenza con toda la elegancia que pudiera reunir. La bebida ayudaba. Siguiendo las instrucciones me volví y dejé que todos vieran mis carrillos maltratados.
"Creo que deberíamos hacer que estuviera sin la parte de abajo," sugirió uno de los presentes.
"Muy buena idea," replicó Sands, "quítesela señora Gettys."
Cuando presenté mi trasero desnudo a la multitud estoy segura que el rojo de mi cara era tan acusado como el de mi culo. Las miradas, la bebida, el viento, el sol, la vergüenza... mis sentidos inundados por sensaciones que nunca antes había experimentado. La tortura era grosera y sexual, descaradamente sexual. Eso me avergonzaba más que todo.
"¿Puedo?" dijo otro de los extraños, pidiendo a Sands permiso para tocarme.
"¿Quieres probar su trasero?" Sands le ofreció la respuesta que quería. "Aunque probablemente esté dolorida después de su iniciación."
Le llamaban Crazy Man (Hombre Loco). Era un rubio, bronceado, rapado, con aspecto de jugador de rugby. Le miré a la entrepierna y observé que estaba empalmado; su bañador azul brillante estaba abultado en su entrepierna donde su grosera erección presionaba con fuerza al tejido. Me estremecí mientras le miraba, aumentando mi embarazo, pero no podía apartar los ojos de la tentadora vista. Sintiéndose animado, me alcanzó, agarrándome la pierna y acercándome a él. Cuando pasó su mano entre mis muslos quise gritar, cuando sus diestros dedos vagaban por mi tierna carne, cuando uno se deslizó en mi dolorida vagina y salió empapado en jugo. Brillaba como plata líquida bajo el sol brillante.
"La pequeña zorra miente si dice que esto no la excita," sonrió para todos.
Luego se incorporó, el musculoso macho se enderezó sobre la tumbona y me volvió de espaldas a él. Agarrando mis caderas entre sus firmes manos me empujó a su regazo donde su tiesa erección, libre ya del bañador, saludó mi húmedo agujero con una firme bienvenida. Sentí el dardo pinchar en la dolorida apertura durante unos pocos segundos y luego mi reciente atacante empujó hacia dentro. Estaba sentada en sus muslos, retorciéndome bajo la influencia de su polla palpitante, incapaz de evitar que mi cuerpo reaccionara.
"Oooh, todavía está prieta como una virgen," gruñó mientras me movía arriba y abajo.
"La pequeña zorra incluso empuja hacia abajo," informó para regocijo de la docena de espectadores que le observaban envidiosos.
La penetración me hizo ansiar las sensaciones. A pesar del dolor, y de la multitud, y la humillación, el ansia cruel de mi vientre estaba obteniendo al fin su recompensa. Quizás es que la bebida me había convertido en una jodida puta. Tal vez ya no estaba asustada. Tal vez mi lado oculto estaba hablando. Desde luego podía haber sido la polla de Crazy Man; no estaba demasiado dotado y no me producía dolor - al menos no una vez que me había acostumbrado a la forma en que me llenaba.
Me recuerdo a mí misma respirando ruidosamente, y el sol cálido incidiendo en mi pecho desnudo mientras mis senos se balanceaban de arriba abajo, y la forma en que Sands se retiró como si su trabajo estuviera hecho, y la forma en que la multitud me miraba a la cara. Me clavé en los muslos, con las uñas clavadas en la piel - pero no lo había sabido en su momento, solo más tarde cuando vi la forma en que me había arañado.
Algo se activó en mi interior mientras rebotaba sobre la polla de Crazy Man. Mi pasión interna se incrementaba y estaba mucho más interesada en follar hasta el clímax de lo que lo estaba él. Pronto estuve en el delirio y fuera de control. Mi lenguaje gutural de gruñidos y graznidos se abrió paso.
"¡Dios, sí, fóllame!" pude oírme repetir, y decir cosas como, "¡Oooh, mierda, más fuerte!" No podía ser yo, pero lo era.
Crazy Man me agarró por la cintura y las sensaciones se dispararon hasta la cima. Me recosté en su pecho y gemí, contenta del soporte de su duro y sudoroso pecho y de la manera en que gobernaba mi cuerpo. Supongo que necesitaba contención puesto que apenas podía hacérmelo por mí misma.
Creo que debimos corrernos juntos. La copulación sin descanso se detuvo y algo superior barrió nuestros cuerpos. Sacudidas estrepitosas de fuego rasgaban mi vientre... una y otra vez. No podía detenerlas. Su orgasmo terminó mucho antes que el mío. Pasó la mano y me agarró el coño en su puño y lo sacudió mientras otro orgasmo me destrozaba.
"Oh, más, más, por favor." Me dejó que siguiera follándome su mano. "Oooh, sí," me enterré en su entrepierna mientras recibía sensación tras sensación, escarbando en ellas, inconsciente de todo lo que no fuera la sensación de pura libertad.
Me dejé caer contra él cuando no pude seguir más.
Para entonces mi cuerpo estaba mojado de sudor y de olor a sexo. Deseaba verter todo ese sexo sobre mí como sensación líquida, bañarme en su esencia, deleitarme en la desobediencia divina, escupir en la cara de la indignidad y fornicar delante del despiadado regulador que me negaba ese placer.
Imagino que era solo un sueño el que me hablaba. Pero recuerdo estos pensamientos tan bien, incluso ahora años más tarde, que me tranquilizan cuando tengo miedo. No siempre recordé ese día tan cariñosamente. De hecho justo al terminar de follar con Crazy Man delante de doce espectadores lascivos empecé a llorar.
Sands apareció de la nada. Creía que se había ido y me había dejado... pero cuando me reanimé lo suficiente para ver su cara, cuando miré aturdida hacia delante, la emprendí con él.
"¡Mira lo que me has hecho, bastardo!" grité envuelta en lágrimas. Era la bebida y el agotamiento de mi vergonzoso comportamiento quienes hablaban.
Su rostro era misteriosamente cruel cuando se volvió a mirarme - o quizá entonces fuera justamente el sol brillando sobre sus hombros lo que le hacía parecer una bestia infernal.
"Imbécil, jodido imbécil," repetí hasta que sentí en la mejilla el aguijón de su bofetada.
"Eh tío, solo está sobrecalentada," sugirió mi amante rubio. Luego el tío me tomó en sus musculosos brazos y me bajó a mi camarote.
Se estaba bien allí, y empecé a recuperar el juicio.
"Dios, supongo que realmente lo he hecho ahora," presenté mi queja mientras me dejaba humanamente sobre la cama.
Movió la cabeza y se rió. "Mierda, nadie la va a castigar por su actuación de hoy, señora. Estuvo genial. Al infierno con Juno Sands, es un bastardo imbécil que resulta bien con ropa de lujo. Pero no pinta nada. No sé lo que estos imbéciles tienen contigo, pero recuerda solamente que ese coño prieto habla de puta madre y seguro que sabes usarlo."
Esto era un cumplido. Él no tenía ni idea de quien era yo y que había hecho en las últimas 48 horas. Constatado esto me sentí un poco alentada por su valoración e intrigada por sus comentarios sobre Sands - Juno Sands. Vaya, el bastardo ya tenía ahora un nombre propio.