La Traición (Adaptación) VI

El amor entre Raissa y Soledad peligra, ¿lograrán pasar los obstáculos?

En el capitulo anterior...

Doña Carlota: ¡Lo que has hecho no es digno de una Obregón!

Don Lucas: Carlota, tranquilízate.

Doña Carlota: Ni se te ocurra inventar algo, estas en problemas, no voy a permitir que te comportes como una… ¡Cómo una cualquiera!

Soledad: Yo no soy eso Mamá, ¡soy una mujer enamorada! – fue abofeteada por su madre.

Doña Carlota: ¡No seas cínica!- y le acomodó otra cachetada a su hija.

Soledad: -tocando su rostro dijo- No es cinismo, ¡es la verdad!- y recibió otra bofetada.

Don Lucas: ¡Carlota basta! ¡No me le hagas más daño!

Doña Carlota: Más tarde seguiremos con esto ¡Esta es una casa decente!- Soledad corrió a su habitación llena de lágrimas.

CAPITULO 5

La noche cubrió  la ciudad, Soledad lloraba desconsolada, sentía una profunda tristeza, su madre entró a su recamara.

Doña Carlota: ¿Podemos hablar?

Soledad: Mamá créeme lamento mucho haberles mentido.

Doña Carlota: Quiero que te quede algo claro, jamás volverás a ver a esa descarada.

Soledad: Esa descarada, como tú le dices, me ha respetado.

Doña Carlota: No te acercarás a Ella jamás.

Soledad: ¿Por qué? ¡Yo la amo!

Doña Carlota: - a punto de perder la paciencia contestó- Tú no sabes lo que es amar, esa mujer tiene el poder de causar problemas a todas las personas que le rodean ¡esa mujer está maldita!

Soledad: ¿Cómo puedes decir semejante cosa?

Doña Carlota: ¡Todo el mundo lo sabe! ¿Acaso no recuerdas lo que pasó con sus padres? Al padre de Raissa lo rodeaba algo terrible, aléjate de Ella antes de que sea tarde, se dice que nunca se comprometerá, se dice… que Raissa  de Medina lleva la muerte consigo- después de esto salió de la recamara, dejando en Soledad confusión y temor.

Al otro lado de la ciudad, en la residencia de Medina, Raissa estaba sentada frente al retrato de su señor padre, pensaba en Soledad y en los tres meses que había vivido a su lado, pero, fue interrumpido por Boris.

Boris: La cena está servida señorita.

Raissa: No cenaré.

Boris: Le causó un disgusto la visita de su hermana.

Raissa: Boris limítate a lo que se te paga, quiero estar sola.

Boris: Señorita sabe que los disgustos afectan sobremanera su salud.

Raissa: ¡Dije que quiero estar sola!- Boris se retiró.

Raissa sostenía una botella de wiski, pensaba en que era indeseable para toda la ciudad, incluso para su propia hermana, pero, todos ignoraban su secreto, la ciudad completa veía en Raissa a una seductora sin escrúpulos, le daba miedo que se enterarán de la verdad, no quería que sintieran lastima por Ella, bebió una copa y siguió sumida en sus pensamiento, sin embargo su enfermedad dio indicios de que esa noche regresaría; se levantó, respiró profundo, maldita enfermedad, pensó, levantó la mirada hacia el retrato de su padre y le dijo: Nadie te ha querido, nadie te ha temido… y nadie te ha odiado tanto como yo.

Raissa: ¡Boris!- el fiel sirviente se encontraba abajo, pero al escuchar a su patrona corrió a la habitación y encontró a Raissa aferrándose a la silla y mesa.

Boris: Señorita ¿qué pasa?

Raissa: Tendré un ataque… quiero disculparme por hablarte de esa forma, no fue mi intención.

Boris: La entiendo, será mejor que se recueste.

Raissa: No hay tiempo, creo que esta noche va a suceder, no me siento bien, ella vendrá esta noche.

Boris: ¿Ella?

Raissa: Sí, la CATALEPSIA, la muerte, ese fantasma al que estoy unida para siempre.

Lo que Raissa no sabía era que la catalepsia no sería la única que la visitaría, pues Soledad se dirigía a su casa, para informarle que sus padres sabían la verdad.

(Minutos después)

Soledad: ¡Raissa! ¡Raissa!- Gritaba desde la calle- ¡necesito hablar contigo! ¡Raissa!- Marina la sirviente de Raissa, abrió la puerta y Soledad entro sin decir nada, corrió por las escaleras hacia las habitaciones de su amor, al llegar a la puerta toco impetuosa, del otro lado Raissa era sostenida por Boris, a punto de entrar al sueño profundo de la catalepsia; una sola puerta evitaba que se supiera la verdad.- Raissa abre por favor, mi amor por favor ¡necesito verte!

Raissa: Boris, n permitas que me vea así, no lo permitas- y se desmayó- Rápidamente el fiel amigo coloca a la señorita en su cama.

Soledad: Disculpa que venga a esta hora, tengo que hablar contigo mi amor ¡Raissa! Abre por favor- la puerta se abrió, sonrió por un segundo, hasta que noto a Boris- ¡Ah! Boris, buenas noches.

Boris: Señorita buenas noches, la Señorita Raissa no puede recibirla en este momento, se ha sentido mal desde que llegó del parque, esta descansando.

Soledad: ¿Le ha pasado algo? ¿Está bien?- Hizo un movimiento para entrar.

Boris: - Interponiéndose entre la puerta y Ella- Nada grave, le duele la cabeza y decidió recostarse, no se preocupe, se aliviará.

Soledad: -Insistía en verla- Solo será un momento.

Boris: Señorita por favor, mire yo puedo darle su recado.

Soledad: ¿Estás seguro que no es algo grave?

Boris: Mañana ya estará mejor, se lo aseguro.

Soledad: - escribió una nota y se la dio- Asegúrate que lo lee, es muy importante, buenas noches- le dio una última mirada a la puerta y se fue.

Transcurrieron las horas, una tormenta azotaba a la ciudad, los relámpagos iluminaban la habitación de Raissa, más aún que las velas, Boris se preguntaba por cuánto tiempo duraría este ataque; se lamentaba de la terrible vida que llevaba su jefa, sabía que Raissa estaba enamorada de Soledad, pero la espantosa enfermedad se interponía en su felicidad. De la nada Raissa despertó, tocía y su respiración era rápida, arrítmica.

Boris: ¡Gracias a Dios! Pensé que no despertaría ¿Cómo se siente Señorita?

Raissa: Gracias, bien, dame un poco de agua por favor- Trataba de controlar su respiración, recibió el agua y bebió.

Boris: Esta crisis no fue tan fuerte, estoy seguro que la detono la discusión con su hermana.

Raissa: ¡Boris! ¿Soledad estuvo aquí?- su mente se encontraba confusa, pero recordaba la voz de la joven.

Boris: Sí, aquí estuvo, pero le dije que no podía recibirla, le dejo esto- Le extendió la nota.

Raissa la abrió, en ella Soledad le comentaba que sus padres ya estaban enterados de todo, que harían lo posible para separarlos y que sí Raissa la apoyaba, dejaría la casa, no le importaba lo que la sociedad dijera, lo importante era estar juntas.

Raissa: ¿En qué locura estás pensando Soledad?...

Al día siguiente Raissa se encontraba débil, pero mejorando.

Raissa: -Platicaba con  su fiel sirviente- ¿Te das cuenta de todo lo que va a sacrificar Soledad por estar conmigo?

Boris: ¿Y si se lo cuenta? La Srita. Soledad la va a comprender, podría ayudarla y apoyarla.

Raissa: -Miraba hacia el cuadro de su padre- ¿Te conté la trágica vida de mi madre? Los ataques de catalepsia que padecía Papá, la enloquecieron… El día que supuestamente murió, Ella lloraba y les decía a todos que Papá vivía, que padecía una extraña enfermedad, pero no le creyeron ¡Lo enterraron vivo! –Suspiró- Y Mamá enloqueció.

Boris: Debió ser horrible.

Raissa: ¿Te das cuenta? Jamás permitiría que Soledad cargue con ese peso, no  puede padecer lo mismo que mi Madre, sería egoísta de mi parte.

Boris: Algo se podrá hacer, hace tiempo que no visita a sus médicos de Europa, tal vez han encontrado una cura para la catalepsia.

Raissa: He gastado una fortuna en ellos… la catalepsia es incurable.

Boris: ¿Qué hará?

Raissa: Tomar una decisión.

Al caer la noche, en el bar del centro, Alejandra de Medina se acercaba a su objetivo: Roberto de Linares.

Alejandra: ¿Podemos hablar, Linares? ¿Puedo sentarme?

Roberto: ¿Por qué hablaría con la hermana de mi enemiga? Además éste no es lugar para una Dama.

Alejandra: Eso no debe importarte, y quiero hablar del trato indecoroso que le dio Raissa a Beatriz – Respondió con cierto enfado al ser cuestionada por estar en ese lugar- Su comportamiento empaña el buen nombre de mi familia.

Roberto: Esta bien Alejandra, siéntate.

Alejandra: Te confieso que pensé cuando perdiste el duelo, que no te quedarías tan tranquilo.

Roberto: Raissa de Medina es una cínica, no quiso reconocer el daño provocado a mi hermana, pero me cobraré esa falta.

Alejandra: ¿Qué harás?

Roberto: ¿Quieres que te diga mis planes? Jajaja para que vayas corriendo a decirle ¿verdad? No soy estúpido.

Alejandra: Todos saben que no nos llevamos bien y soy de la idea de que la mala hierba, hay que arrancarla de raíz, eliminarla.

Roberto: Llegué a un trato con mi hermana y mientras Ella lo cumpla, no tocaré a Raissa de Medina.

Alejandra: Ese es un mal trato Linares, mal trato.

A la mañana siguiente, Raissa se hallaba inquieta, la noche anterior las pesadillas habían asaltado sus sueños, su peor temor, el ser enterrada viva, se hizo realidad, al menos en lo que duró el sueño, pero esa pesadilla, le confirmó lo que debía hacer, tomó un papel y escribió, al terminar se la dio a Boris, para entregarla en manos de Soledad, solo en sus manos.

Boris llegó a la casa de los Obregón, la que lo atendió fue Úrsula, ya que Soledad se encontraba indispuesta, titubeó al entregar la carta, pero al no haber otra opción, cedió, y se marchó. De camino a la recamara de Soledad, la sirvienta fue interceptada por la Doña Carlota,  quien descubrió él envió y le arrebató la nota, la leyó y una macabra sonrisa se formó en sus labios, guardo el papel en el sobre y le ordeno a la muchacha entregársela de manera rápida, Doña Carlota se sentía feliz.

Úrsula: Señorita Soledad, Boris trajo una carta de parte de Raissa de Medina- Se proporcionó y espero, Soledad la leyó  y poco a poco, palabra por palabra, su corazón se quebró en millones de pedacitos.

Soledad: Me dejo, Raissa me dejo, dice que no quiere saber nada de mi- Estaba en shock y repetía- No entiendo, no entiendo… ¿Por qué?

Úrsula: ¡¿Se da cuenta?! La Señorita Raissa jugó con usted, lo que dicen por la ciudad, es verdad, esa mujer no tiene perdón.

Soledad: Me cuesta creer esto, parecía sincera, podía sentir su cariño, su amor- Comenzó a llorar y su fiel amiga le abrazo.

Úrsula: Es verdad, de otra forma no le haría esto, y menos por medio de una carta, ni siquiera se atrevió a hacerlo de frente.

Soledad: A lo mejor esta confundida, se asustó por la nota que le dejé.

Úrsula: Perdón que se lo diga, pero fue un error enamorarse de esa mujer, Ella no la merece.

Faltaban unas horas para que el sol se ocultara y Soledad no podía detener su llanto, llevaba horas así, su dolor era tan grande, como el amor que sentía por Raissa, recordaba los besos, las sonrisas y las miradas, no terminaba de entender, por qué le hacía esto, no lo comprendía, pero no se iba a resignar tan fácil, necesitaba respuesta y  las conseguiría, así que tomó sus cosas y salió rumbo a la residencia de Medina.

Raissa: -Le decía a Boris- Soledad no debe amar a alguien como yo- en sus manos cargaba el cráneo de su Padre.

Boris: Espero que lo haya meditado bien, Señorita.

Raissa: No pude decírselo ¿Cómo le explico a alguien que tengo una enfermedad como la catalepsia?

Boris: Si me permite, creo  que es demasiado dura con usted, tiene derecho a amar y ser feliz.

Raissa: No es verdad, no soy una mujer como las demás, lo que padezco no se puede tomar a la ligera, en el momento menos pensado, puede que no regrese del ataque.

Boris: Para eso estoy aquí, para ayudarle son su enfermedad y  estoy seguro que la señorita Soledad, la apoyará y ayudará.

Raissa: No, eso sería egoísta, y no lo haré. Soledad merece una mujer que llene de luz su vida, no de oscuridad.

Por las calles de la ciudad, Doña Carlota caminaba con Alejandra de Medina, le comentaba lo que Raissa le había hecho a Soledad, y le confirmaba que ésta era su oportunidad, que no la desperdiciara, Alejandra aseguró que terminaría ganando el corazón de Soledad.

Soledad llegó a la casa de Raissa, como era su costumbre, apenas le abrieron, entró sin permiso y gritaba por la casa ¡Raissa! ¡Raissa!, la encontró en el comedor.

Soledad: ¡Raissa necesito una explicación! – Sin embargo Raissa fingía no escucharla y seguía comiendo- ¡Dime! ¿Cuáles son los verdaderos motivos por los que me dejaste?- La otra mujer no hablaba, ni la miraba- ¡Habla! ¡Quiero escucharte!

Raissa: - Tomó su copa, bebió y luego dijo- No deberías estar aquí Soledad , por favor, no hagamos más dolorosa esta situación.

Soledad: ¿Me estás echando? – No podía creer la actitud con la que se dirigía a Ella.

Raissa: No, simplemente evito que te metas en problemas, si alguien te vio entrar a mi casa, se hará un escándalo.

Soledad: Arriesgue todo por ti, pensé que teníamos algo bueno, algo importante ¡¿Y me terminas por una nota?!

Raissa: Soledad ¿Tus Papás saben que estas aquí?... te llevaré a casa, espera aquí.

Soledad: No hay necesidad de que me lleves ¿Cómo pudiste decepcionarme tanto? Jugaste con mi cariño  ¡Eres una mujer ruin! – La miró con dolor y se fue.

Pero Raissa no dejaría que anduviera sola por la ciudad, y menos ahora que la noche había llegado, así que tomó su saco y la siguió. La alcanzó por el camino que cruza el bosque, Soledad tropezó y cayó, de inmediato Raissa la levantó de la cintura.

Soledad: ¡No me toques!

Raissa: ¿Estás bien?

Soledad: No te preocupes por mí, regresa a tu casa, no finjas

Raissa: Puedes pensar lo peor de mí, pero no puedo dejarte ir sola –Soledad comenzó a llorar- Anda vamos.

Soledad: - Sin poder contenerse más, la miró- Déjame.

Raissa: Tienes que entender que esto no es fácil para mí.

Soledad: ¡Claro que no! Soy una más de tus conquistas, una más un tu lista, mientras que para mí fuiste la primera ¿Por qué? –Decía mientras golpeaba el pecho de Raissa- ¡Te odio! – se recargo en la otra, Raissa solo atinó a abrazarla, así estuvieron un rato, hasta que Soledad se tranquilizó.

Raissa: ¿Estás mejor?

Soledad: - Separándose- ¿Cómo pude ser tan ilusa?

Raissa. Espera, déjame hablar, déjame explicarte.

Soledad: Raissa eres la única mujer que podría amar en toda mi vida, por ti fui contra mis padres. Tú disfrutas enamorar mujeres, para luego dejarlas sin explicaciones.

Raissa: Te mereces una explicación y te la daré. Tu juro que no fue mi intención lastimarte.

Soledad: Eres cínica, pero es mi culpa por enamorarme de ti, no quiero tus explicaciones- Se dio media vuelta y caminó hacía su casa.

Raissa: - Se desesperó y le gritó- ¡Yo te quiero!- Soledad se detuvo y giro- Yo te quiero- ambas se acercaron- No puedo ocultarlo, aunque quisiera y sabiendo que debo dejarte ir, no puedo, Yo te quiero Soledad.

Soledad se abalanzo y se fundieron en un abrazo, las cartas estaban en la mesa, lo que pasara de ahora en adelante, estaba en manos del destino; por ahora solo faltaba una cosa por hacer: consumar su amor.

CATALEPSIA: Es un trastorno repentino en el sistema nervioso caracterizado por la pérdida momentánea de la movilidad y de la sensibilidad del cuerpo.         Muerte aparente.

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Hola! Espero que disfruten este capitulo, esta un poco más largo, gracias por pasarse a leer, y a comentar.

Gracias HombreFX (ID: 853437) por seguir la historia.

Saludos y que tengan una semana excelente!

:D