La torre de Donovan III Grabiel

La desfloración de Daniel fue algo poco común aunque sin dudas Miguel seria el mayor perdedor...

La torre de Donovan III

“Grabiel”

Daniel permanecía inmóvil mientras apoyaba sus antebrazos en el respaldar del viejo sofá, sus rodillas se hundían muy separadas sobre cojines de terciopelo rojo y sus piernas sobresalían del borde, permitiendo que sus descalzos pies se movieran descontroladamente como prueba inequívoca de su nerviosismo.

Deslice mi mano sobre su ya tensa espalda muy suavemente para poder disfrutar la respuesta de su cuerpo a mi tacto. Mis expectativas fueron satisfechas con creces: su espalda se curvo en sentido del movimiento de mi mano, sus nalgas se empinaron y cabeceo hacia atrás dejando escapar un gemido audible que resonó por todo el taller.

En ese instante se abrió la puerta y apareció Grabiel, que lucía como única vestimenta un gorro verde de elfo, con dos astas de reno que parecían más las trenzas de un rabino que cualquier otra cosa. Me quede mirándole fijo a los ojos y puse cara de extrañeza. Me mostró una bolsa que cargaba en su mano derecha y dijo de forma divertida.

--Traigo juguetes—

Daniel que ya estaba bastante nervioso, volteo hacia donde estaba yo y con un claro temblor en sus labios pregunto.

-¿Juguetes…?-

Grabiel zanjo el espacio entre la puerta y el sofá en solo dos zancadas de sus largas piernas, en menos de un segundo apartó mi mano de la espalda de Daniel y lo cubrió con su cuerpo, acercando sus labios a su oído y le susurro casi de forma imperceptible.

--Tranquilo pequeño, veras que la pasaremos de maravilla—

El calor de su cuerpo sobre toda su espalda y el rose de sus labios en su pabellón auricular hiso que Daniel se estremeciera, tensara y un breve temblor se esparciera como fuego de paja por todo su cuerpo. Grabiel fue consiente de la reacción del chico y separo su cara de su cuello y soplo un suave aliento sobre la nuca del muchacho y presiono con la punta de su lengua sobre la espina sobresaliente de la última vértebra cervical. El cuerpo del chico se tensó, sufrió dos espasmos, se erizo completamente y luego se relajó. Era un maestro estimulando los puntos precisos. Los cursos de acupuntura y medicina oriental sin duda le habían sido muy útiles.

Yo había imitado la misma posición que Daniel a su lado, para tener una buena vista de su cara mientras recibía aquel trato especial que yo anhelaba recibir en su lugar.

Ya con Daniel relajado y entregado se incorporó, solo dejando apoyadas sus caderas contra las redondeadas y lampiñas nalgas del muchacho, al mismo tiempo que azotaba con fuerza una de mis nalgas con aquella manaza que se gastaba. Me retorcí ante el dolor y lo inesperado de su actuar, pero permanecí callado. No quería demostrar que me había dolido más de lo debido.

--Esto es por poner al niño más nervioso de lo que esta—Me reclamó.

El que aún tuviera su polla flácida y bamboleante era un gran misterio para mí. Ya la había restregado varias veces contra las nalgas de Daniel y desde la puerta debió tener una visión realmente perturbadora de dos hambre sumisos arrodillados sobre el sofá, con sus culos en pompa como ofrenda tributaria para aquella polla imperial y descomunal que mi apretado culo ya había degustado, no sin sufrir algunas lesiones que me recordaban durante días el placentero dolor de ser follado por aquel macho insaciable con semejante pene.

Realmente estaba súper excitado de solo recordar nuestros encuentros cercanos y de verlo restregando su paquete contra las nalgas del muchacho que permanecía sumiso y tembloroso. Mi mirada estaba anclada a sus pulgares que recorrían los paquetes musculares a ambos lados de la espina dorsal del chico, de vez en cuando presionaba su codo sobre algún punto de tensión y Daniel dejaba escapar un soplido quejumbroso. Sus manos de maestro alfarero no solo eran capaces de hacer milagro con el barro. Todo lo que tocaba le agradecía el privilegio de su tacto y yo no era la excepción, ya estaba impaciente por sentir sus manos recorriendo mi nuca, cuello, hombros…

--Miguel, Miguel, MIKYYYYYYY… -- -- Espabila tarado—

Los gritos de Grabiel me sacaron de mi placentero delirio y me forcé a mirarle a los ojos.

--Ponle estas cosas—Me ordenó mientras sacaba de la bolsa unas tobilleras, muñequeras y rodilleras y las arrojaba en mi cara, obligándome a entrar en un estado agudo de vigilia.

-¿Qué me van a hacer?- Cuestiono inquieto Daniel, al tiempo que amenazaba con romper la pose de sumisión que había logrado conservar.

Grabiel volvió a cubrir a Daniel con todo su cuerpo. Inmovilizándolo, al mismo tiempo que pasaba su brazo sobre su hombro ajustando mejor su cuerpo al del chico. Con el dorso de su otra mano acariciaba el rostro de Daniel mientras que su boca esparcía cálidos besos sobre el hombro que aún quedaba desnudo.

Aproveche que Daniel disfrutaba extasiado las caricias de Grabiel y le coloque las tobilleras y rodilleras mientras ajustaba una barra entre ellas para garantizar que sus piernas quedaran bien abiertas y que su agujero quedara a la altura precisa para que Grabiel pudiera ensartarlo sin ninguna dificultad.  Ya conocía de memoria aquel ritual. Grabiel odiaba tener que tocarse la polla mientras desvirgaba a sus víctimas, era mi deber guiarle la polla hasta las bocas hambrientas, sostenerla firme y alineada hasta que aquel glande lograba romper los cerrados anillos del esfínter externo; pero lo más difícil era impedir que se saliera cuando sus víctimas presas del dolor y ardentía se movía bruscamente tratando de sacársela para librarse del martirio.

Cuando termine de ajustar las piernas de Daniel mis anchos hombros se encontraban aprisionados entre los musculosos muslos de Grabiel. Moví mi cuerpo tratando de salir de entre ellos cuando siento que Grabiel flexiona sus piernas haciendo unas semis cuclillas que me libero, cuando estaba a punto de salirme sentí en la parte más alta de mi nuca que algo húmedo y caliente se apoyaba. No pude contenerme y gire mi cuerpo y cuello hasta que pude ver como la punta de su verga aún medio flácida y a medio descapuchar se asomaba por entre las nalgas del chico. Alce mi cabeza para engullir todo lo que pudiera de aquella verga deseada, al mismo tiempo que la punta de mi nariz se encajaba en el perineo del chico que ya gemía arrastrado por el Tsunami de sensaciones placenteras que ambos vertíamos sobre su cuerpo.

Grabiel flexiono más sus extremidades inferiores,  permitiéndome tener mejor acceso a su polla, que ya chupaba gustoso y con ansias, ensalivándola bien y abrazando fuertemente su glande con mis húmedos y tibios labios. Su polla comenzó a inflarse producto de mi mamada y se me dificultaba a cada minuto tragar algo más que no fuera su glande ya caliente y palpitante.

Grabiel estiro sus piernas sacando su polla ya bien dura de mi alcance y se separa del chico moviéndose lentamente a la parte trasera del sofá. Yo que me encontraba aun en el suelo me moví como un rayo para llegar antes que él y poder agarrarle la polla y ofrecérsela al chico para que la degustara.

Al llegar a la parte trasera del sofá me agache apoyando una rodilla en el piso y cuando Grabiel ya estaba casi frente al chico, me dispuse a agarrarle la polla para guiársela hasta la boca del muchacho. Grabiel me aparto y se arrodillo como un penitente hasta que su mirada quedo a la altura de la cara del chico, con mucha ternura aparto el cabello sudoroso que le impedía tener acceso a sus ojos, detrás de aquella mata de pelo negra que tenía Daniel, aparecieron unos grandes ojos color café claro con las pupilas bien dilatadas y titilantes de tanta adrenalina que estaba corriendo por su cuerpo. Grabriel ofreció una sonrisa cómplice y acerco sus labios a los del chico regalándole un profundo y apasionado beso que pareció durar una eternidad.

Envidioso veía como la lengua de Grabiel invadía la boca del chico, la retiraba y mordisqueaba el labio inferior, succionaba su  lengua y luego trataba de abarcar toda su boca y volvía a introducirle la lengua hasta las amígdalas, en ese tiempo aproveche para ponerle las muñequeras y unirlas con una muy corta cadena como si fueran unas esposas. El chico rompió el beso en busca de aire, mientras respiraba forzadamente tratando de recobrar el aliento. Grabiel se incorporó no sin antes dejar un beso sobre la cabeza del chico. Me acerque y tome la gruesa y larga polla en mis manos, estaba muy caliente y ya comenzaba a destilar algunas gotas de precum. Tire un poco de ella y Grabiel balanceo sus caderas hacia adelante hasta que por fin la punta de la cabeza topo con los labios del chico. Este manso como un cordero abrió la boca lo más grande posible y pode deleitarme viendo aquella gruesa cabeza y parte del tronco desaparecían en las fauces del chico. Sin dudas Daniel tenía talento: acomodo su lengua permitiendo que el vientre de la polla de Grabiel se deslizara sobre ella recibiendo el suave rose de la gruesa polla sobre sus papilas gustativas.

Una vez terminada mi tarea allí me dirigí a la parte trasera del chico, su polla estaba muy dura y de su punta caían gotas de precum que manchaban el cojín. Tire de su polla hacia atrás y me la metí casi completa en la boca, me la sacaba para entonces comerme sus huevitos lampiños, primero uno, luego el otro, hasta que comprobé que los dos cabían en mi boca. Comencé a pajearlo despacio usando su precum como lubricante y con la punta de mi lengua punteaba el pliegue central se su periné hasta que me encontré con el surco de sus glúteos. Busque su ano y le di un raspante lametón, el chico se estremeció y el agujero protruyo mostrando cada pliegue y parte de la mucosa interna de un color muy rosado. Aquel agujero debía ser trabajado y bien dilatado o la polla de Grabiel lo destrozaría de tal forma que ni el mejor proctólogo de toda La Habana podría reconstruirlo. Comencé a darle lametones por el borde sin dejar de pajearlo despacio, presionaba con mi lengua en la entrada de su agujero, comencé a darle varios chupetones y comencé a bajar hasta llegar de nuevo a su polla que volví a engullir. Lleve un dedo a su agujero y comencé a hurgar usando la saliva que había dejado como lubricante, después de lograr introducir el primer dedo comencé a moverlo haciendo círculos, al meter el segundo pude escuchar los quejidos ahogados, ya que Grabiel había alineado su cavidad bucal con la faringe y le estaba metiendo más de la mitad de la polla. Levanté la cabeza y pude ver el rubor en la piel de Daniel desde los hombros hasta sus orejas. La polla de Grabiel estaba a punto, inundada de las babas del chico que se deslizaban hasta la base y goteaban desde sus huevos, cada vez que la introducía más allá de la mitad le provocaba arcadas a Daniel que se acompañaba de pequeñas crisis de tos por la falta de aire y el trauma al epitelio de su garganta.

Tenía que apurarme; así que metí un tercer dedo, y el chico comenzó a retorcerse, comencé un suave mete y saca hasta que lo sentí menos tenso, le introducí un cuarto dedo y los retorcijones fueron mayores, incluso escuche algunos quejidos ahogados por la polla de Grabiel. Escupí varias veces en su agujero y abrí muy despacio los dedos, dilatando su agujero lo más posible.

Grabiel le saco la polla de la boca y camino hacia donde yo estaba, escupí dos veces más en el agujero del chico y abrí mis dedos dos veces más a lo que contesto con dos cortos gritillos. Grabiel se colocó a mi lado entre las piernas de Daniel, le agarre la polla y se la levante de tal forma que el vientre de la polla se deslizara por la raja de las nalgas temblorosas del chico, Grabiel restregó su polla por la raja del chico, haciendo que este gimiera, deseoso de ser penetrado, le indique que se separada y comencé a pasarle la punta de la polla de Grabiel por la raja, dejándola quieta cuando pasaba por el agujero, ante este contacto el culito del chico comenzaba a boquear como pez que fuera del agua lo que demostraba la calentura que tenía.

Lance un último escupitajo en el agujerito del chico, le introduje dos dedos y comencé a rotarlos, al ver que no se quejaba, coloque la punta de la polla de Grabiel en la entrada, su polla estaba tiesa como una viga de acero y caliente como lava recién escupida de un volcán. El culito boqueaba dándole besos a la punta de aquella polla que lo desvirgaría y que amenazaba con romperlo, puesto que nadie podría imaginar que semejante polla pudiera entrar en un agujero tan pequeño.

Grabiel comenzó a presionar y la punta empujo el pequeño agujero hacia adentro, que de forma refleja se cerró impidiendo el paso de la intrusa. Un segundo empujón hiso que la punta comenzara a abrir el esfínter externo. El chico no pudo aguantar más y comenzó a suplicar.

-No. Por favor. No puedo soportarlo, me duele mucho-

Grabiel hizo caso omiso a las suplicas y continuo empujando, yo le sostenía la polla con las dos manos e impedía que se desalineara el sentido de la fuerza de entrada de la polla con el centro del agujero del chico. Deje caer un espeso escupitajo sobre el glande de Grabiel que se deslizo hasta el agujero y comencé a hacerle movimientos a la polla a Grabiel como si esta estuviera vibrando. Las babas y los movimientos de vibración lograron que el glande se abrirá paso reventando los anillos del esfínter externo del culito del chico, este se curvo hacia arriba corriendo sus nalgas hacia delante como último recurso para sacarse aquella gruesa polla que le estaba partiendo el culo, pero yo me apresure a empujar las caderas de Grabiel hacia adelante haciendo que este además del glande le encajara parte del tronco. Cuando volvió a enderezar la espalda el mismo se encajó la polla hasta la mitad y comenzó a chillar como cerdo sacrificado por un matador inexperto.

-Pinga me duele mucho, no puedo más… …ayyyy coño para…- - Me estas partiendo el culo en cuatro-

Grabiel ya molesto, se encaramo sobre el sofá sin sacarle un centímetro de los que ya había logrado clavarle. Le agarro con fuerza de las caderas y al flexionar sus piernas con el peso de su cuerpo le encajo toda la polla hasta la base. Daniel no tuvo más remedio que morder con fuerza el respaldar del sofá para soportar semejante dolor y aguantar resignado que aquel macho destrozara su culo con semejante polla.

Grabiel después de disfrutar un breve tiempo del calor y la estrechez de las entrañas de Daniel alrededor de su polla la retiró hasta dejar solo la punta y volvió a encajarla completamente y así comenzó a fallárselo vigorosamente, mientras que el chico solo se quejaba entre sollozos cada vez que Grabiel se la encajaba completamente.

La visión desde donde estaba era exclusiva veía como las musculosas y bronceadas piernas de aquel macho se flexionaban y extendían a cada lado de los lechosos muslos de su presa. Me dedique a dejar cálidos besos y lametones en el surco entre las piernas y las nalgas del chico, luego le mordisqueaba sus redondeadas nalgas, mientras que las caderas de Grabiel golpeaban de vez en cuando mi cabeza, pero esto no lo apartaba de estar dedicado por completo a su labor.

Me acomode para poder chuparle la polla al chico que ya volvía a crecer demostrando que el dolor dentro de si se convertía en placer, le mamaba con ansias y masajeaba sus huevos. Podía escuchar sus gemidos y pude ver como curveaba su vientre hacia abajo, al mismo tiempo que levantaba sus nalgas permitiéndole a Grabiel que lo penetrara con más profundidad, como si eso fuera posible. Su culito se relajaba mientras era hundido con cada embestida y se contraía exprimiendo el tronco de aquella polla, abrazándola fuertemente durante su retirada. Me apresure a puntear con mi lengua el borde de aquel culito, enrojecido e inflamado que se aferraba desesperado evitando que la cabeza se le saliera.

Grabiel se detuvo dejando solo su glande dentro del culo del chico, lo que yo aproveche para lamer desde sus huevos hasta el borde del culo del chico que se abrazaba con frenesí  alrededor del grueso glande, succionándole el tronco a aquella polla que adoraba.

Daniel impaciente empino su culo hacia arriba encajándose  parte del tronco y Grabiel no lo hiso esperar más y se la clavo hasta los huevos, arrancándole un gemido placentero.

Comenzó a penetrarlo con fuerza y a un ritmo muy acelerado. Yo volví a chupar la polla del chico y a masajearle los huevos, ya lo teníamos muy cerca del borde de la eyaculación. Grabiel se subió sobre su espalda deslizando sus caderas por las nalgas del chico hacia arriba para que su polla palanqueara hacia abajo y exprimiera la próstata del chico contra la vejiga, provocándole una descarga de placer que le hiso colapsar los sistemas de control.

Daniel comenzó a convulsionar, gritar, retorcerse y a disparar chorros de leche a presión que recibí gustoso en mi boca. El orgasmo del chico y las convulsiones exprimieron y sobreexcitaron la polla de Grabiel arrastrándolo consigo, este le dio una embestida final y de su vibrante polla salieron espesos chorros de leche caliente que inundaron las entrañas de Daniel.

Cuando la polla de Grabiel salió del culo del chico goteando semen y aun medio endurecida me abalance sobre ella y comencé a chupársela para dejarla bien limpia.

Tenía una calentura infernal y no me había corrido, así que comencé a pajearme al tiempo que le mamaba la polla, ya que no podía sentirla en mi culo, me correría sintiéndola en mi boca.

Grabiel me aparto la mano con que me masturbaba con su pie izquierdo, diciéndome.

--No lo hagas que ahora es tu turno de sufrir—