La torre de Babel el heroe

Magnus castiga a los dioses a la sombra de la torre de Babel, estos solo pueden elegir 1 campeón para que luche por ellos; Afrodita después de perder a 10 de ellos, decide invocar a Aquiles. ¿Qué sucederá de aquí en adelante? Aquiles jamás ha luchado contra monstruos...

La torre de Babel “el héroe”

Introducción

Magnus en el jardín del Edén dijo: ¡Malditos sean los dioses! por desobedecerme, la torre será su ancla en Eranía todos vivirán como mortales; hasta que un campeón elegido por ellos, llegue a la cima de la torre de Babel y consiga la recompensa para el mortal consiguiendo a su vez la libertad para su dios.

Afrodita, estaba leyendo cuentos y legendas antiguas; es lo único que hace, desde que perdió a su décimo campeón en la torre. Todos juraban y perjuraban que, a cambio de su amor ellos llegarían al piso numero 100; pero el ultimo murió en el piso número 10, de echo en 100 años que lleva la torre en pie nadie ha llegado a pasar del piso número 12.

Resulta que en los primeros pisos siempre son muchos campeones de poco poder, pero conforme van subiendo los pisos; los campeones van muriendo, en el piso numero 8 o mayor que este…si hay 4 campeones, tienes suerte; en el 10 o superior, siempre suele quedar 1 o a lo sumo 2 pero eso no es suficiente para poder seguir avanzando.

Un descuido y ¡zash! Estas muerto.

Como los dioses no podían usar sus poderes divinos, por eso recibieron el don de poder bendecir a un solo campeón a la vez; pueden seleccionar a cualquier ser que este de forma corpórea en este mundo o incluso elegir a alguien que existió en otro mundo, es por eso que Afrodita busca alguien que cumpla 3 prerrequisitos simples.

  1. Alguien poderoso
  2. Que no sea fácil de matar
  3. Del que se pueda enamorar.

Buscando y buscando, durante horas; días, semanas e incluso meses encuentra uno que cumple esas tres condiciones.

Aquiles, líder de los mirmidones; muere por un descuido producto del amor, es poderoso y es hermoso a la vez.

Ella se dirige a la torre de poder el único lugar donde los dioses pueden desplegar sus poderes, una vez allí ve al humano que cuida dicha torre; este le hace una reverencia, pero sonríe de volver a verla.

-         Buenas Diosa Afrodita, hace meses que no la veo; ¿Qué la trae por aquí?

Afrodita le devuelve la sonrisa y es que ella ama que la traten bien.

-         Vengo a invocar a Aquiles – dice ella mostrando el libro.

-         ¡¿Aquiles?! – pregunta este sorprendido.

-         Si, ¿algún problema, alguien lo invoco; ya? – pregunta sorprendida.

-         No, ninguno; nadie pensó en invocarlo o se atrevió a hacerlo, Aquiles es demasiado…incontrolable. – define Erick, claramente.

-         Tranquilo Erick, Aquiles solo tiene un punto flaco. – sonríe Afrodita.

-         ¿el talón? – pregunta confundido.

-         El amor – corrige Afrodita.

-         Entiendo ¿y quién mejor que tú para controlarlo? – sopesa el muchacho.

Mientras ellos hablan, él pone el libro bajo la lente mágica, Afrodita se coloca en el centro del sello divino mágico; no es la primera vez que lo hacen y no necesita que le expliquen nada, la torre no es más que material creado por dioses y el artefacto de invocación divina. Afrodita empieza a recitar el conjuro, mientras que Erick pulsa los botones correctos, la torre empieza a generar nubes de tormenta; mientras Afrodita saca sus poderes, tras eso un rayo alcanza el libro calcinándolo al instante y ese mismo rayo impacta a afrodita junto a la torre. Tras eso Afrodita desencadena sus poderes y otro aparato de la torre lo absorbe, juntando la ceniza; el poder de afrodita y el rayo, tras un cristal.

Afrodita cae de rodillas, jadeante y sudorosa; es tan cansado como un parto, no duele ya que los dioses son inmunes al dolor, pero ha agotado sus poderes por un largo proceso de tiempo. La vitrina se abre, dejando salir un humo rojo eléctrico; tras el humo salir se ve a un Aquiles desnudo con los ojos cerrados, Afrodita lo mira y sonríe…Erick se apresura en llamarlo y darle ropa.

Este está bastante confundido, pero agarra la ropa; mientras se la va poniendo, Erick ayuda a incorporarse a Afrodita.

-         ¿Dónde estoy? ¿Estoy muerto? – pregunta Aquiles sin miedo en su voz, tan solo duda; pero sin dejar de contemplar a la Diosa Afrodita sin cortesía alguna.

-         Estas en Eranía, el hogar de la Torre de babel; moriste, pero Afrodita te trajo de vuelta. – Dice Erick, ya que Afrodita; no puede hablar ahora, porque aún no recupero el resolló.

-         ¿Asi que, Afrodita? Ahora entiendo su belleza. – argumenta nada impresionado, pero eso hace sonreír a Afrodita. - ¿Y para que estoy aquí? – pregunta al fin.

-         Estas aquí para ser el campeón de Afrodita. – resume Erick.

-         ¿Qué le sucede? ¿Por qué no habla ella? – interroga Aquiles cruzando sus brazos, incluso un poco molesto por ello.

-         Nosotros los humanos no podemos imaginar el esfuerzo que hace un Dios, para poder invocar a una leyenda como vos. – comenta Erick.

-         Creía que, para los dioses; no había nada difícil. – argumenta Aquiles.

-         Perdona…los dioses…hemos sido…castigados. – explica Afrodita, respirando entre palabras.

-         ¿Castigados? – pregunta sorprendido Aquiles.

-         El padre de todos, los castigo por tener hijos con mortales; todos han sido anclados aquí en una forma quasiterrenal, solo liberara al Dios que elija a un Campeón que suba a la cima de esa torre. – Señala Erick por la ventana.

Aquiles asoma su cabeza y observa la torre, boquiabierto.

-         ¿Cuántos pisos tiene esa cosa? – Pregunta el héroe.

-         100, se supone. – dice Afrodita.

-         ¿Y que evita que subáis? – insiste Aquiles.

-         Los monstruos que hay adentro, por supuesto. – puntúa Erick.

-         ¿Monstruos? En mi mundo no me enfrente a monstruos. – responde Aquiles, preocupado.

-         No me digas que el gran Aquiles, tiene miedo. – ríe Erick.

-         Agradece que no tengo mi lanza o mi espada, sino perderías tu cabeza. – amenaza el héroe.

Erick retrocede asustado y su gesto de estar aterrorizado, queda latente en su cara; su piel se vuelve blanca y sus labios morados.

-         No le hagas daño, por favor. – pide Afrodita, poniéndose en medio.

-         ¿Hasta qué piso habéis llegado y en cuánto tiempo? – pregunta Aquiles sin responder, ignorando al asustado; sin perder de vista la torre y a Afrodita.

-         En 100 años, al piso 12. – contesta Afrodita ya recuperada.

Aquiles se ríe.

-         Trae a mis mirmidones, llegaremos al piso 100 en una semana. – dice Aquiles.

-         Me temo que eso no es posible. – contesta Afrodita.

-         ¡¿Cómo?! – pregunta bastante frustrado, Aquiles.

-         ¿Has visto como me puesto por invocarte a ti? – replica Afrodita.

-         ¿Asi que, no puedes? – pregunta este.

-         No puedo, cada Dios solo puede invocar y elegir 1 solo campeón. – explica Afrodita.

-         Vale, eso lo hará un poco más complicado; equípame, que voy a entrar en la torre y ¡no tengo miedo alguno! – dice alzando la voz en la última frase.

Erick da un saltito al oírle alzar la voz, Afrodita solo sonríe ante la escena.

-         Lo siento Erick, gracias por tu ayuda; espero no tener que volver en un buen tiempo. – se despide y disculpa Afrodita, con su amabilidad característica.

-         Suerte Afrodita, aunque yo espero que si vuelvas; pronto. – dice bajando la voz con cada palabra que dice y esta, si oye la frase entera.

Por el camino, Aquiles va mirándolo todo; mientras Afrodita ya recuperada, le va explicando cosas.

-         Ten cuidado en la torre, ya he perdido 10 Campeones en ella; tú serás el número 11, me gustaría fueras el ultimo. – ruega Afrodita.

-         Es que lo seré, la gente es débil por falta de entrenamiento o talento. – argumenta con superioridad Aquiles.

Ella suspira triste por sus palabras, débiles; gandules o sin talento, da igual…eran sus campeones, al fin y al cabo, eso no le da derecho a meterse con ellos.

-         Se esforzaron mucho… - replica Afrodita.

-         Fallaron – termina la conversación Aquiles.

-         Cambiando de tema, ten mucho cuidado. – empieza a contar Afrodita.

-         ¿cuidado? Que lo tengan los monstruos conmigo. – contesta Aquiles, algo inseguro.

-         Aquí eres, nivel 0. – sigue contando ella.

-         ¿Qué es eso? – pregunta el confundido.

-         Tu cuando moriste, posiblemente fueras nivel 45; ahora al ser invocado, empiezas en tu primer nivel. – termina de contar al fin.

-         … ¡¿me estás diciendo, que ahora soy un debilucho?! – grita este, llamando la atención de todos; los que cruzan el mercado.

-         No, posiblemente tengas estadísticas de leyenda; pero en nivel 0, asi que si no quieres volver a morir hoy mismo. Sera mejor que tengas cuidado. – Sentencia Afrodita, frustrada por la forma de ser de este héroe.

-         . . . . Esto es una mierda, vamos a por equipo; no puedo soportar esta debilidad. – Responde Aquiles asqueado de sí mismo.

Ella se ríe al ver a Aquiles frustrado.

Llegan a una armería, Aquiles entra primero; empieza a mirar espadas y jabalinas, escudos. Afrodita se mantiene detrás de él, mientras el tendero se muestra impresionado, mirando a Aquiles que tiene una presencia importante.

-         ¿puedo ayudarle en algo? – pregunta este.

-         Si, busco una espada ligera, un escudo ligero de acero; un par de jabalinas y 1 lanza. – dice Aquiles.

-         Deme un momento… - le pide el dependiente.

Aquiles asiente, mirando toda la mercancía.

-         Esta vez voy a equiparte yo, luego tendrás que darme un 10 % de tus ganancias y equiparte por ti mismo. – Suelta Afrodita.

-         Me parece bien. – responde Aquiles escuetamente.

-         ¿Estas enfadado? – pregunta ella, sorprendida.

-         Bastante, soy un debilucho; ¿Cómo crees que me sienta? – Pregunta Aquiles, considerablemente frustrado.

-         … - Afrodita simplemente resopla disgustada.

El dependiente ajeno a su conversación, le muestra la mercancía; Aquiles sonríe, comprueba su eficacia y se lo va equipando.

-         ¿le gusta? – pregunta el mercader.

-         Servirá – taja Aquiles.

-         ¿Cuánto es, amable tendero? – Pregunta Afrodita con amabilidad

-         Veamos…40 de la espada, 60 de la lanza; 20 y 20 de las jabalinas, 40 por el escudo…en total son: 180 Jornales. – calcula en voz alta este.

-         Aquí tiene, señor. – contesta Afrodita.

-         Gracias, diosa Afrodita. – agradece este.

-         Necesito una armadura. – Pide Aquiles.

-         Vamos, señor héroe. – le pide amable Afrodita.

Este, protesta con un sonido de molestia echo con la boca; pero sigue a Afrodita.

Al llegar a la tienda de armaduras pasa delante, mira armaduras buscando una similar a la de los mirmidones y la suya; no hay ninguna ni parecida, pero se prueba varias hasta sentirse cómodo con alguna.

-         Quiero esta. – pide, la más parecida.

-         Es una buena creación, ¿Verdad? – le pregunta el herrero

-         Si tú lo dices… - contesta irónico.

-         ¿Cuánto es? – contesta Afrodita

-         80 jornales son. – le pide el herrero

-         Aquí tienes… - paga Afrodita.

-         ¿Y ahora? – pregunta, Aquiles.

-         Vamos a casa, tengo que hacerte la bendición. – suelta Afrodita.

-         Está bien, vamos. – contesta molesto,

Afrodita está arrepintiéndose de su decisión, suspira y reniega a cada momento en su mente; solo espera que sea eficaz al menos, porque si no soportarle será para nada.

Llegan a casa, una pequeña mansión; le da un cuarto a Aquiles, luego lo hace desnudarse por completo y dibuja unas runas pronunciando un conjuro.

Nombre: Aquiles

Nivel: 0

Fuerza: 4              Vida: 14

Destreza: 4

Resistencia: 4

Inteligencia: 2

Sabiduría: 1

Carisma: 3

Técnicas:

Disparo cercano: + 1 ataque y daño en 6 metros

Golpe con escudo: permite golpear con el escudo

Desenvainado apresurado: cambias de arma sin perder tiempo.

-         ¡Guau! – dice Afrodita al ver el estado de Aquiles.

-         ¿Qué pasa? – pregunta el.

-         Como supuse, tienes unos atributos espectaculares para ser nivel 0. – apunta Afrodita.

-         Algo es algo, ¿Vamos a la torre? – pregunta Aquiles.

-         A eso puedes ir tu solo, yo te espero aquí; mucha suerte, campeón. – desea Afrodita, más que nada para quedarse sola y no tener que soportarle más.

-         Vale, volveré. – dice Aquiles, casi seguro.

Aquiles sale de la casa, algo extrañado; siempre pensó que Afrodita sería más exótica, más amable y cariñosa. Mira la torre, que se ve desde toda la ciudad; mucha gente lo mira, le extraña no ver más guerreros por la calle.

Llega hasta la torre en la puerta hay dos guardias y un capitán, Aquiles llega y se posiciones frente a ellos.

-         ¿De parte de que dios vienes? – pregunta el capitán adelantándose.

-         De parte de Afrodita. – responde escuetamente Aquiles.

-         Adelante, ten cuidado. – recomienda el capitán.

-         Que lo tengan conmigo. – contesta Aquiles, provocando la molestia entre los soldados.

Que un novato sea tan orgulloso, disgusta a cualquiera; Aquiles entro jabalina y escudo en mano, sin mirar atrás.

-         Es demasiado engreído, seguro que no vuelve. – se mofa el capitán.