La tía, el sobrino, la criada y el jardinero
-¿No prefieres meter un poquito en el culo? -¿Y por qué no en el coño? -Me gusta más por el culo.
De niño, Adrián, que ahora ya peina canas, después de quedar huérfano fue criado por su tía Casilda (era tía y madrina) y mimado por Ágata, una criada de veinte años.
Casilda, treintañera, morena, de cuerpo esbelto, y muy estricta en lo referente a a moral, pasó a ser la albacea del ostentoso pazo gallego propiedad de los padres de Adrián y también de sus millones.
El pazo tenía grandes terrenos plantados con cepas de vino albariño. Árboles frutales, unos impresionantes jardines, que cuidaba Lino, el novio de Ágata, la criada, y un garaje donde dormían un Porsche y un Mercedes.
Casilda, metió a Adrián en un colegio de curas para que fuese criado en el temor a Dios, y para eso los castigos corporales estaban a la orden del día.
A los 18 años a Adrián se le vino su mundo abajo, al ver algo que nunca esperó ver.
El supuesto nuevo confesor de su tía, un cura de casi noventa años, alto, calvo y arrugado, vino a confesarla, se metieron en la habitación y cerraron la puerta con llave. A Adrián, no le cuadraba aquello. Se puso a mirar por el agujero de la cerradura y descubrió lo zorra que era su tía y lo comediantes que eran los religiosos.
Oyó como su tía le preguntaba al cura:
-¿Qué me traes hoy, Anselmo?
El cura levantó la sotana, metió la mano dentro del calzoncillo y sacó un rosario que tenía bolas como canicas de cuentas, que había sido cortado y que no tenía cruz.
-¿Compraste la crema que te dije, Casilda?
Casilda abrió el cajón de la mesita de noche y le dio la crema.
-Desnúdate y échate en la cama.
Casilda se desnudó. A Adrián se le puso la verga dura, y no era para menos. ¡Casilda estaba para comerla. Tenía las tetas grandes con grandes areolas marrones y pezones gordos, y su coño estaba rodeado de vello negro.
El cura, después de que Casilda se echara sobre la cama, untó las bolas con la crema y se las fue metiendo.
-Esta en el cooooooooño, esta en el cuuuuuuuuuuuulo, esta en el cooooooooooño...
Siguió metiendo bolas hasta que quedaron tres. Después, le dijo:
-Levántate y camina por la habitación.
Casilda, caminando por la habitación, le dijo:
-¡Qué gusto da!
-Así puedes caminar por el pazo sin que nadie sepa que tienes dentro de ti, pero debes tener mucho cuidado, te puedes correr en cualquier momento. Vuelve a echarte sobre la cama. Casilda, se echó sobre la cama. El cura le fue quitando las bolas una a una, muy despacito. La mujer se acarició el clítoris, y antes de quitarle las tres últimas bolas, se corrió. Adrián vio como el viejo cura le lamía el coño a su tía mientras se corría. Más tarde, Casilda, le dio unos billetes al cura.
Adrián se fue a su habitación a hacer eso que estáis pensando. Ya sin remordimientos de conciencia.
Si hubiese ido a la habitación de la criada la hubiese encontrado desnuda frente al espejo del armario con un dedo en el culo y dos en el coño. Hubiese sabido que aquel culito estaba pasando mucha hambre.
A la hora de la cena, Ágata, mientras la servía, no hacía más que apretar las piernas. Casilda, al mirarla, sonreía. Adrián también la miró a la cara, la criada le sonrió, pero no pudo evitar que se le escapara un gemido ni que se le cerraran los ojos. Ágata, sin lugar a dudas, tenía las bolas en el coño y el culo. Adrián se preguntó que relación habría entre su tía y la criada.
Pasó el tiempo. Adrián tenía 17 años, medía un metro setenta y seis, tenía cuerpo de Adonis y se le había metido entre ceja y ceja montárselo con su tía y con la criada y no iba parar hasta que lo lograse.
Empezó a seducir a su tía una noche que ella estaba en el salón mirando la televisión. Sabía que no tardaría en irse a dormir. Cogió una braga sucia en el cestón de la ropa y una zapatilla roja debajo de la cama, y comenzó a masturbarse. Muy poco después llegó Casilda a su habitación. Encontró a Adrián con los ojos cerrados echado sobre su cama, oliendo sus bragas, haciendo una paja y metiendo y sacando la verga de una de sus zapatillas. La mujer se tapó la boca con una mano, se dio la vuelta y se marchó para el salón a ver la televisión. A Adrián le había salido mal su primer intento con su tía, pero estaba ya tan cachondo que lo intentó con la criada.
Fingiendo que lloraba, con la cabeza gacha, fue a la habitación de Ágata. Al verlo, le preguntó:
-¡¿Qué te pasó, cielo?!
Adrián se sentó en el borde de la cama al lado de la criada. Ágata le levantó el mentón con un dedo y Adrián le plantó un beso en los labios, luego sonriendo, le dijo:
-¡Te pillé!
La criada quedó como si se las dieran. Aún así no perdió la compostura.
-Eso no estuvo bien, cariño.
La criada estaba sentada en el borde de cama, con un camisón puesto que mostraba la mitad de sus grandes tetas. Adrián enterró la cabeza entre ellas, las agarró con las dos manos, y comenzó a lamer. Sin apartarlo de ella, le dijo:
-No, cariño, no, eso que estás haciendo es inapropiado.
Adrían cogió una zapatilla debajo de la cama, y le dijo:
-Azótame por haber sido tan atrevido.
Ágata estaba asombrada con el comportamiento de Adrián.
-No quiero hacerte daño.
Adrián se bajó los pantalones. Ágata vio que estaba casi empalmado. Su polla era larga y gorda. Al verla así, mojadita de aguadilla, le entraron ganas de mamársela.
-Dame, por favor, y después follemos como dos locos.
-No estaría bien, cariño. Tengo novio.
-Lleváis siglos de novios. Ese no se casa contigo.
-A veces también soy de esa opinión.
-Juega conmigo. Cuando todo esto sea mío te recompensaré.
Poderoso caballero es don Dinero.
-¿Con un terreno para hacer una casita?
-Y el dinero para hacerla.
-¿Y sólo será una vez?
-Sólo será una vez.
-¿No prefieres que te la chupe antes, cariño?
-Chupa.
Se la chupó y poco después, Adrián, se corrió en su boca. Al acabar de tragar, le dijo Ágata:
-Estaba muy rica.
-Dame ahora con la zapatilla.
-¿Cómo te volviste fetichista, masoquista o cómo se diga?
-No preguntes y dame, por favor.
-Échate sobre mis rodillas.
Adrián se echó sobre las rodillas de Ágata, que le largó:
-¡Plas, plas, plas, plas...!
-¿No te duele, cariño?
-Sí, dame más fuerte.
-Jesús, Jesús, Jesús. Lo tuyo no es normal.
-¡¡Plas, plas, plas. plas...!!
-Ahora hazme el sana sana.
Ágata le besó las nalgas y le sopló en ellas.
-Con las tetas.
La criada bajó los tirantes del camisón y acarició con sus pezones las nalgas coloradas y la raja del culo, después. le dijo:
-Me estoy poniendo malita, cielo.
-Vuelve a darme con la zapatilla.
La manó de Ágata subía y bajaba, y su coño se abría y se cerraba mojando sus bragas.
-¡¡Plas, plas, plas plas...!!
Cuanto más le largaba, más se calentaba ella y calentaba a Adrián y más se calentaba Casilda, que estaba arrimada de espaldas a la pared del pasillo, al lado de la puerta de la habitación de la criada, con la bata abierta, las tetas al aire y una mano dentro de las bragas.
Cuando Adrián dejó el regazo de Ágata y se comenzó a pajear mirando para sus tetas, la criada, le dijo:
-¿No prefieres meter un poquito en mi culo?
-¿Y por qué no el el coño?
-Me gusta más por el culo.
-Ponte de modo que te la pueda meter.
Ágata, se desnudó. Adrián vio sus grandes tetas con areolas y pezones casi negros y su coño rodeado de pelo marrón, que también era el color de su larga melena, ahora recogida en una trenza. Después se puso a cuatro patas sobre la cama. Adrián le metió la lengua en el culo y se lo folló con ella. Ágata estaba en la gloria.
-¡Qué gustito, qué gustito, qué gustito...!
-¿Te hace esto el poda setos?
-No, él no me folla el culo con la lengua.
Casilda, apuró por momentos los movimientos de sus dedos dentro de las bragas y de su vagina.
Adrián se sentó en el borde de la cama, y le dijo:
-Échate ahora tú sobre mis rodillas.
Ágata se echó sobre sus rodillas, Adrián acarició sus nalgas con movimientos circulares sobre ellas. Acariciaba su coño mojado, el ojete... volvía a las caricias y cuando comenzó a gemir, le dio con la palma de la mano.
-¡¡Plaaaaaas!!
-¡Ooooooooh!
-¡¡Plaaaaas, plaaaaaas, plaaaaas!
Volvió a acariciar las nalgas con movimientos circulares, a pasar la mano por el coño mojado y dos dedos sobre el ojete... Después le metió un dedo en el coño y otro en el culo y le folló los dos agujeros un par de minutos. La criada no paraba de gemir, y su tía, fuera, de frotarse. Le volvió a dar.
-¡¡¡Plaaaaaaaas¡¡¡
-¡¡Ooooooooh!!
Volvió a acariciar el coño y el culo. Ahora, con dos dedos de la otra mano. La masturbó mientras la acariciaba.
Le preguntó:
-¿Y esto, te hace esto el poda setos?
-Noooooo. ¡Oooooh!
-¿Quieres que te de más en el culo?
-Sí.
-Pídelo por favor.
-Por favor, cariño, por favor.
Le volvió a dar.
-¡¡Plaaaaaaas, plaaaaaas, plaaaaaas, plaaaaaas!!
-¡Ooooooh! Me voy a correr.
Adrián le quitó los dedos del coño y se los metió en el culo.
-¡Ay, ay ay, ay que me corro!
Adrián, se extrañó.
-¡¿Te correrías follándote el culo?!
-No te quepa la menor duda.
Le volvió a dar.
-¡¡Plaaaaaaas!
-¡Oooooh!
-Guarrilla.
-La guarrilla se va a correr.
Adrián la cogió en brazos, la puso en la cama. Ágata se colocó a cuatro patas, la cogió por a cintura y le metió la cabeza de la verga en el culo, Ágata, exclamó:
-¡Aaaaaay!
La agarró ahora por las tetas y despacito se la clavó hasta el fondo. Ágata ya estaba más que madura.
-¡Me voy a correr, cielo!
No mentía, unos segundos más tarde, cuando Adrián metió y sacó la polla a toda pastilla para correrse dentro de su culo, el coño de Ágata comenzó a abrirse y cerrarse, y soltando babas, se corrió como una loba, diciendo:
-¡¡¡Vuelo hacia el cielo!!!
Adrián, con la polla clavada a tope, se corrió dentro del culo de la criada. Casilda, en el pasillo, sintiendo los gemidos de placer de la criada y de su sobrino, se pringó la mano con las babas de una larga corrida.
Una semana más tarde, Adrián, por la tarde, estando la criada lavando ropa sucia en el pilón. Se puso detrás de ella y la cogió por la cintura, Ágata, giró la cabeza, y le preguntó:
-¿Que quieres, cariño?
-Tengo diez mil pesetas ahorradas. ¿Quieres ganarlas?
Le subió el vestido, le bajó las bragas, sacó la polla y se la metió entre las piernas.
-¿Quieres echar un polvo rápido?
-Quiero que seduzcas a mi tía. Haces que os sorprendo y montamos un trío.
Ágata abrió las piernas. Adrián se la clavó en el coño.
-¡Ooooooh! No me gustan las mujeres. -Adrián comenzó a meter y sacar- ¡Oooooh! Y lo del trío...
-Lo pasaremos bien.
-¡Oooooooh! Acaba pronto que nos puede ver mi novio o tu tía. ¡Ooooooh!
En vez de acelerar, la quitó, se agachó y le comió bien comidos el coño y el culo. Después le preguntó:
-¿Lo harás?
-Sí, cariño, sí, lo haré. Sentirás los tacones de mis zapatos cuando vaya para su habitación. -lo dijo convencida- Métemela un poquito en el culo.
Ágata estaba obsesionada con los orgasmos anales.
Adrián se la volvió a meter. La folló con fuertes golpes de riñón. Ágata, al rato, le dijo:
-¡Me corro, cariño, me corro!
El coño de Ágata comenzó a desbordar y bañó los huevos de Adríán, que no se pudo aguantar y se corrió dentro del culo de la criada.
Al acabar de correrse, arrepentida, le dijo a a Adrián:
-Pobre jardinerito mío. ¡Cuánto me quiere y que cuernos le pongo!
Lino, el jardinero novio de Ágata, era un treintañero, bajo, moreno, delgado y guapote. En aquel momento estaba debajo de Casilda. La mujer le daba bofetadas a pares.
-¡Plis plas, plis plas, plis plas...!
Casilda, con el coño ardiendo, le dijo al jardinero:
-¡Me voy a correr!
El jardinero la folló a mil por hora. Casilda se corrió y le llenó de babas la polla y las pelotas...
Lino, le dio la vuelta, la puso a cuatro patas, la agarró por las caderas y se la clavó en el culo sin miramientos.
-¡Zaaaaaaaas!
La polla había entrado sin dificultad porque antes le había follado el ojete con la lengua, porque también estaba mojado de las babas de la corrida y además porque aún se abría y se cerraba con el gusto que había sentido la mujer. Lino la folló sin piedad para llenarle el culo de leche. Poco después, antes de que la leche corriera dentro del ano de Casilda, se volvió a correr. De su coño salieron varios chorro de orina y flujo vaginal que dejaron perdida la cama. El jardinero, cuando acabó de correrse Casilda, le llenó el culo de leche, Casilda, le dijo:
-¡Qué bien me conoces!
El jardinero, le respondió:
-Sí, te gusta más los orgasmos anales que a un niño chupar un caramelo.
La criada y la ama compartían gustos sexuales.
Dos días después, Adrián le volvió a entrar a la tía.
Estaba el agua de la bañera y Casilda cubiertas de espuma cuando entró Adrián en el cuarto de baño. Casilda, sorprendida, le preguntó:
-¡¿Qué haces aquí?!
Adrián se bajó los pantalones. Casilda le vio la tremenda verga.
-¿Me puedo bañar con usted?
-¡Vete!
-No me voy a ir. Siga, siga, siga lavándose.
-¿Te has vuelto loco?
Adrián, iba a lo que iba.
-¿Quiere que le frote la espalda?
-Escucha, Adrián. Sé que las hormonas te traen de calle, pero yo soy tu tía. No vas a follar conmigo.
-¿Y si se lava y me hago una paja mirando para usted? Eso no le hace daño a nadie.
-¡¿Qué dices, descarado?!
-Nunca le pedí nada. ¿No merezco hacerme una paja a su salud?
-¡Lo que mereces es que te ponga en mis rodillas y te deje el culo morado con una zapatilla.
-Le daría una buena parte de mi herencia si me hiciera eso.
-¡Enfermo! Habías de querer algo más que eso.
-Follarle el coño, el culo, verla follar con Ágata...
-¡Qué barbaridad!
-¿Se lava?
-¿Qué quieres que me lave?
-El coño. Frótelo.
-¡Fuera de aquí, degenerado!
Adrián, meneando la polla fue junto a su tía y se la puso en los labios.
-¡Qui...!
Al abrir la boca se la metió dentro. Casilda echó la cabeza hacia atrás, la quitó, y le dijo:
-¡¿Pretendes violar a tu tía hoy que libra el servicio?!
-No, pero lávese un poquito las tetas.
-¡Estás loco!
-Me correría antes.
-Hazlo en tu habitación.
-No tendría una visión tan bella delante.
Casilda, cedió, pero porque el coño ya lo tenía mojado con algo más que el agua de la bañera.
-Veo que no me queda más remedio.
Casilda se frotó las tetas con las dos manos. Adrián se la peló mirando como lo hacía. Unos minutos más tarde, la polla de Adrián se frotó con los labios de Casilda, la mujer abrió la boca y le chupó el glande. Una de sus manos bajó al coño y comenzó a masturbarse sin que Adrián supiese que lo estaba haciendo. Adrián, viendo a su tía acariciar las bellas tetas, que ya estaban sin espuma, y apretando los pezones, le llenó la boca de leche. Al acabar, Casilda, le dijo:
-Ya conseguiste lo que querías, ahora vete.
Adrían levantó los pantalones y se fue del baño dejando la puerta cerrada detrás de él.
Nada más salir, dos dedos de la mano derecha de Casilda entraron en su coño, y acabó de masturbarse. Casilda tuvo uno de lo mejores orgasmos de su vida. pensando que su sobrino se corría dentro de ella.
Unos días después...
Eran más de las doce de la noche cuando Adrián se levantó para beber un vaso de leche en la cocina. Oyó unos ruidos que venían de la habitación de la tía... Abrió la puerta y vio que su tía estaba en la cama, desnuda, a cuatro patas, con las tetas colgando. Ágata, detrás de ella y también desnuda, le estaba dando en el culo con una zapatilla roja, nueva, con suela gris de goma, y le decía:
-¡¿Me vas a subir el sueldo, puta?!
-No.
A Casilda le estaban cayendo las de Dios.
-¡¡¡Plas, plas, plas, plas....!!!
-¡¿Qué has dicho, zorra?!
-¡Que no, bestia inmunda, que no!
-¡¡¡Pas, plas, plas, plas...!!!
-¿Me repites lo que has dicho, ramera?
-Vale, te lo subo. Pero debes curarme el culito si quieres que después te lo cure yo a ti.
Adrián estaba empalmado. A saber cuanto tiempo llevaban liadas su tía y la criada.
Oyó como la criada le decía a su tía:
-Sana, sana, culito de rana.
Luego vio como Ágata le besaba las nalgas a su tía Casilda, como le lamía el ojete y después el coño.
Su tía, acariciando el clítoris, le dijo a la criada:
-Sigue, sigue, no pares hasta que me corra.
La criada siguió y Casilda se corrió en su boca. Adrián, oyendo los gemidos de su tía también se corrió y dejó blanqueada la pared.
Tres días después...
Serían las once de una calurosa noche de sábado cuando Adrián sintió el ruido de unos tacones en el pasillo, eran los de Ágata, después oyó como se cerraba la puerta de la habitación de su tía. Hiciera ruido suficiente. aposta, para que la oyera.
Adrián, tenía todo bien pensado. Desnudo, con su gran verga colgando y un cinturón de cuero en la mano, salió de su habitación y fue a la de su tía. Abrió la puerta y vio a la criada y a su tía en medio de la habitación, vestidas sólo con dos enaguas, abrazadas y besándose. Hizo chasquear el cinturón contra el suelo de madera, y les dijo:
-¡De rodillas, perras!
Las perras, que lo estaban esperando, lo disimularon bien, cuando le dijo su tía:
-¡Fuera de aquí! ¡¡Estás invadiendo mi intimidad!!
-¡Os la estáis jugando!
Ágata, compinchada con Casilda y con él, sin que la tía lo supiera, le dijo:
-Si tu tía no quiere...
Casilda, la miró, y le preguntó:
-¿Es qué tú quieres follar con él?
-Bueno, está. Mira que cipote, y que musculatura, y...
Adrián, iba de sobrado.
-¡O os dejáis de chácharas y os ponéis de rodillas o os breo!
No le hicieron caso. Les dio a las dos con el cinturón en el culo.
-¡Zaaaas, zaaaas!
Casilda, le dijo a su sobrino:
-¡¡Animal!
Adrián, que era más alto que ellas, levantó la mano con el cinturón en ella, y volvió a decir:
-¡De rodillas, perras!
Se pusieron de rodillas.
-¡Mamarme la polla y lamerme los huevos!
De rodillas fueron a su lado. Su tía, cogiéndole las nalgas, le mamó la polla y la criada le lamió y chupó los huevos. La polla se le puso tiesa como un palo. Al rato, les ordenó:
-¡Ir hasta la cama a cuatro patas y traerme las zapatillas en la boca, perras!
De rodillas, fueron hasta la cama y volvieron con las zapatillas rojas en la boca.
-¡En pie, perras!
Se pusieron en pie. La voz de Adrián perdió su tono autoritario. Apoyó las manos en la cama, abrió las piernas y dándoles el culo, les dijo:
-Castigarme por malo.
Sacaron las zapatillas de la boca, y le dieron con ganas, una en cada nalga.
-¡¡Plas plas, plas plas, plas plas, plas plas...!!
Casilda y Ágata estaban en su salsa. Adrián estaba disfrutando como un loco. Su polla no paraba de echar aguadilla y su ojete de abrirse y de cerrarse. Cogió la polla para masturbarse y le cayó un zapatillazo de la criada en la mano.
-¡¡¡Plas!!!
-¡Ni se te ocurra, aprendiz de abusador!
Después de reprenderlo, se arrodilló delante de él, Adrián, se incorporó. Ágata le chupó la polla sin manos. Su tía le siguió dando zapatillazos.
-¡¡Plas, plas, plas, plas...!!
Adrián se corrió en la boca de la criada. Ágata se volvió a tragar la leche, esta vez saboreándola.
Al acabar de correrse, le dijo a su tía:
-¡Ponte otra vez de rodillas, perra!
-Pero...
El restallido de un cinturonazo sonó con fuerza en la habitación. Casilda se puso de rodillas sin rechistar.
-¡Besaos, putas!
Casilda y Ágata se dieron un morreo lleno de gemidos.
Cuando ya se comían vivas, les ordenó:
-¡En pie!
Se pusieron de pie. El cinturón dolía un huevo y la yema del otro.
-¡Desnudaos!
Se quedaron en pelotas.
-¡Cómele las tetas y el coño a la puta de mi tía, Ágata!
-¿Por qué no nos follas de una puñetera vez? ¿No ves que nos morimos por corrernos?
Le cayó un cinturonazo a calzón quitado. Le dolió una cosa mala.
-¡No te pases!
-¡Come, perra, o te doy más fuerte!
-Ya como, ya como.
Ágata le comió las tetas y después el coño. A Casilda ya la humedad le mojaba el interior de los muslos. Sus gemidos eran de ore orgasmo. Adrián ya estaba otra vez empalmado.
-¡Apoyar las manos en la cama y abrir las piernas!
Adrián cogió la zapatilla. Le largó a su tía y a la criada.
-¡¡Plas plas, plas plas, plas plas, plas plas!!
Al parar de darles, les pasó la lengua por los coños empapados y por los ojetes largo rato mientras les acariciaba el culo a las dos. Les largó de nuevo.
-¡Plas plas, plas plas, plas plas, plas plas!
-¡Follar el coño con los dedos!
Comenzaron a masturbarse.
Adrián jugó con su polla en la entrada del ojete de su tía. La mujer movía el culo hacia atrás para ser penetrada. Adrián tiró la zapatilla al piso, acarició el culo de Ágata y metió la puntita de la polla en el culo de su tía, la mujer empujó y se la fue metiendo hasta el fondo. Acarició con su dedo medio el ojete mojado de la criada. Ágata hizo como Casilda, empujó con el culo y el dedo entró dentro de su ano. Adrián se quedó quieto. La tía y la criada le follaban con el culo la polla y el dedo. Los dedos entraron y salieron a mil por hora de los coños. Se sintió decir a Ágata:
-¡¡Me coooooooro!!
Casilda no se iba a quedar atrás.
-¡Y yo! ¡¡¡Aaaaaaaaaaah!!!
Las mujeres gemían como locas sin medicar y se sacudían con el placer. Adrián se corrió dentro del culo de su tía.
Al acabar de correrse, Adrián se sentó en el borde de la cama y, exhausto, se echó hacia atrás.
Casilda, le preguntó:
-¿Vas a querer seguir jugando o nos vestimos?
-¿Me vas a poner sobre tus rodilla?
-Claro, cariño, claro. Te voy a calentar bien calentado.
Quique.
De niño, Adrián, que ahora ya peina canas, después de que su padre y su madre desaparecieran en un vuelo en medio del mar mediterráneo, fue criado por su tía Casilda (era tía y madrina) y mimado por Ágata, una criada de veinte años.
Casilda, treintañera, morena, de cuerpo esbelto, y muy estricta en lo referente a a moral, pasó a ser la albacea del ostentoso pazo gallego propiedad de los padres de Adrián y también de sus millones.
El pazo tenía grandes terrenos plantados con cepas de vino albariño. Árboles frutales, unos impresionantes jardines, que cuidaba Lino, el novio de Ágata, la criada, y un garaje donde dormían un Porsche y un Mercedes.
Casilda, metió a Adrián en un colegio de curas para que fuese criado en el temor a Dios, y para eso los castigos corporales estaban a la orden del día.
A los 16 años a Adrián se le vino su mundo abajo, al ver algo que nunca esperó ver.
El supuesto nuevo confesor de su tía, un cura de casi noventa años, alto, calvo y arrugado, vino a confesarla, se metieron en la habitación y cerraron la puerta con llave. A Adrián, no le cuadraba aquello. Se puso a mirar por el agujero de la cerradura y descubrió lo zorra que era su tía y lo comediantes que eran los religiosos.
Oyó como su tía le preguntaba al cura:
-¿Qué me traes hoy, Anselmo?
El cura levantó la sotana, metió la mano dentro del calzoncillo y sacó un rosario que tenía bolas como canicas de cuentas, que había sido cortado y que no tenía cruz.
-¿Compraste la crema que te dije, Casilda?
Casilda abrió el cajón de la mesita de noche y le dio la crema.
-Desnúdate y échate en la cama.
Casilda se desnudó. A Adrián se le puso la verga dura, y no era para menos. ¡Casilda estaba para comerla. Tenía las tetas grandes con grandes areolas marrones y pezones gordos, y su coño estaba rodeado de vello negro.
El cura, después de que Casilda se echara sobre la cama, untó las bolas con la crema y se las fue metiendo.
-Esta en el cooooooooño, esta en el cuuuuuuuuuuuulo, esta en el cooooooooooño...
Siguió metiendo bolas hasta que quedaron tres. Después, le dijo:
-Levántate y camina por la habitación.
Casilda, caminando por la habitación, le dijo:
-¡Qué gusto da!
-Así puedes caminar por el pazo sin que nadie sepa que tienes dentro de ti, pero debes tener mucho cuidado, te puedes correr en cualquier momento. Vuelve a echarte sobre la cama. Casilda, se echó sobre la cama. El cura le fue quitando las bolas una a una, muy despacito. La mujer se acarició el clítoris, y antes de quitarle las tres últimas bolas, se corrió. Adrián vio como el viejo cura le lamía el coño a su tía mientras se corría. Más tarde, Casilda, le dio unos billetes al cura.
Adrián se fue a su habitación a hacer eso que estáis pensando. Ya sin remordimientos de conciencia.
Si hubiese ido a la habitación de la criada la hubiese encontrado desnuda frente al espejo del armario con un dedo en el culo y dos en el coño. Hubiese sabido que aquel culito estaba pasando mucha hambre.
A la hora de la cena, Ágata, mientras la servía, no hacía más que apretar las piernas. Casilda, al mirarla, sonreía. Adrián también la miró a la cara, la criada le sonrió, pero no pudo evitar que se le escapara un gemido ni que se le cerraran los ojos. Ágata, sin lugar a dudas, tenía las bolas en el coño y el culo. Adrián se preguntó que relación habría entre su tía y la criada.
Pasó el tiempo. Adrián medía un metro setenta y seis, tenía cuerpo de Adonis y se le había metido entre ceja y ceja montárselo con su tía y con la criada y no iba parar hasta que lo lograse.
Empezó a seducir a su tía una noche que ella estaba en el salón mirando la televisión. Sabía que no tardaría en irse a dormir. Cogió una braga sucia en el cestón de la ropa y una zapatilla roja debajo de la cama, y comenzó a masturbarse. Muy poco después llegó Casilda a su habitación. Encontró a Adrián con los ojos cerrados echado sobre su cama, oliendo sus bragas, haciendo una paja y metiendo y sacando la verga de una de sus zapatillas. La mujer se tapó la boca con una mano, se dio la vuelta y se marchó para el salón a ver la televisión. A Adrián le había salido mal su primer intento con su tía, pero estaba ya tan cachondo que lo intentó con la criada.
Fingiendo que lloraba, con la cabeza gacha, fue a la habitación de Ágata. Al verlo, le preguntó:
-¡¿Qué te pasó, cielo?!
Adrián se sentó en el borde de la cama al lado de la criada. Ágata le levantó el mentón con un dedo y Adrián le plantó un beso en los labios, luego sonriendo, le dijo:
-¡Te pillé!
La criada quedó como si se las dieran. Aún así no perdió la compostura.
-Eso no estuvo bien, cariño.
La criada estaba sentada en el borde de cama, con un camisón puesto que mostraba la mitad de sus grandes tetas. Adrián enterró la cabeza entre ellas, las agarró con las dos manos, y comenzó a lamer. Sin apartarlo de ella, le dijo:
-No, cariño, no, eso que estás haciendo es inapropiado.
Adrían cogió una zapatilla debajo de la cama, y le dijo:
-Azótame por haber sido tan atrevido
Ágata estaba asombrada con el comportamiento de Adrián.
-No quiero hacerte daño.
Adrián se bajó los pantalones. Ágata vio que estaba casi empalmado. Su polla era larga y gorda. Al verla así, mojadita de aguadilla, le entraron ganas de mamársela.
-Dame, por favor, y después follemos como dos locos.
-No estaría bien, cariño. Tengo novio.
-Lleváis siglos de novios. Ese no se casa contigo.
-A veces también soy de esa opinión.
-Juega conmigo. Cuando todo esto sea mío te recompensaré.
Poderoso caballero es don Dinero.
-¿Con un terreno para hacer una casita?
-Y el dinero para hacerla.
-¿Y sólo será una vez?
-Sólo será una vez.
-¿No prefieres que te la chupe antes, cariño?
-Chupa.
Se la chupó y poco después, Adrián, se corrió en su boca. Al acabar de tragar, le dijo Ágata:
-Estaba muy rica.
-Dame ahora con la zapatilla.
-¿Cómo te volviste fetichista, masoquista o cómo se diga?
-No preguntes y dame, por favor.
-Échate sobre mis rodillas.
Adrián se echó sobre las rodillas de Ágata, que le largó:
-¡Plas, plas, plas, plas...!
-¿No te duele, cariño?
-Sí, dame más fuerte.
-Jesús, Jesús, Jesús. Lo tuyo no es normal.
-¡¡Plas, plas, plas. plas...!!
-Ahora hazme el sana sana.
Ágata le besó las nalgas y le sopló en ellas.
-Con las tetas.
La criada bajó los tirantes del camisón y acarició con sus pezones las nalgas coloradas y la raja del culo, después. le dijo:
-Me estoy poniendo malita, cielo.
-Vuelve a darme con la zapatilla.
La manó de Ágata subía y bajaba, y su coño se abría y se cerraba mojando sus bragas.
-¡¡Plas, plas, plas plas...!!
Cuanto más le largaba, más se calentaba ella y calentaba a Adrián y más se calentaba Casilda, que estaba arrimada de espaldas a la pared del pasillo, al lado de la puerta de la habitación de la criada, con la bata abierta, las tetas al aire y una mano dentro de las bragas.
Cuando Adrián dejó el regazo de Ágata y se comenzó a pajear mirando para sus tetas, la criada, le dijo:
-¿No prefieres meter un poquito en mi culo?
-¿Y por qué no el el coño?
-Me gusta más por el culo.
-Ponte de modo que te la pueda meter.
Ágata, se desnudó. Adrián vio sus grandes tetas con areolas y pezones casi negros y su coño rodeado de pelo marrón, que también era el color de su larga melena, ahora recogida en una trenza. Después se puso a cuatro patas sobre la cama. Adrián le hizo a Ágata lo que siempre deseó que ella le hiciera a él y nunca le había hecho, le metió la lengua en el culo y se lo folló con ella. Ágata estaba en la gloria.
-¡Qué gustito, qué gustito, qué gustito...!
-¿Te hace esto el poda setos?
-No, él no me folla el culo con la lengua.
Casilda, apuró por momentos los movimientos de sus dedos dentro de las bragas y de su vagina.
Adrián se sentó en el borde de la cama, y le dijo:
-Échate ahora tú sobre mis rodillas.
Ágata se echó sobre sus rodillas, Adrián acarició sus nalgas con movimientos circulares sobre ellas. Acariciaba su coño mojado, el ojete... volvía a las caricias y cuando comenzó a gemir, le dio con la palma de la mano.
-¡¡Plaaaaaas!!
-¡Ooooooooh!
-¡¡Plaaaaas, plaaaaaas, plaaaaas!
Volvió a acariciar las nalgas con movimientos circulares, a pasar la mano por el coño mojado y dos dedos sobre el ojete... Después le metió un dedo en el coño y otro en el culo y le folló los dos agujeros un par de minutos. La criada no paraba de gemir, y su tía, fuera, de frotarse. Le volvió a dar.
-¡¡¡Plaaaaaaaas¡¡¡
-¡¡Ooooooooh!!
Volvió a acariciar el coño y el culo. Ahora, con dos dedos de la otra mano. La masturbó mientras la acariciaba.
Le preguntó:
-¿Y esto, te hace esto el poda setos?
-Noooooo. ¡Oooooh!
-¿Quieres que te de más en el culo?
-Sí.
-Pídelo por favor.
-Por favor, cariño, por favor.
Le volvió a dar.
-¡¡Plaaaaaaas, plaaaaaas, plaaaaaas, plaaaaaas!!
-¡Ooooooh! Me voy a correr.
Adrián le quitó los dedos del coño y se los metió en el culo.
-¡Ay, ay ay, ay que me corro!
Adrián, se extrañó.
-¡¿Te correrías follándote el culo?!
-No te quepa la menor duda.
Le volvió a dar.
-¡¡Plaaaaaaas!
-¡Oooooh!
-Guarrilla.
-La guarrilla se va a correr.
Adrián la cogió en brazos, la puso en la cama. Ágata se colocó a cuatro patas, la cogió por a cintura y le metió la cabeza de la verga en el culo, Ágata, exclamó:
-¡Aaaaaay!
La agarró ahora por las tetas y despacito se la clavó hasta el fondo. Ágata ya estaba más que madura.
-¡Me voy a correr, cielo!
No mentía, unos segundos más tarde, cuando Adrián metió y sacó la polla a toda pastilla para correrse dentro de su culo, el coño de Ágata comenzó a abrirse y cerrarse, y soltando babas, se corrió como una loba, diciendo:
-¡¡¡Vuelo hacia el cielo!!!
Adrián, con la polla clavada a tope, se corrió dentro del culo de la criada. Casilda, en el pasillo, sintiendo los gemidos de placer de la criada y de su sobrino, se pringó la mano con las babas de una larga corrida.
Una semana más tarde, Adrián, por la tarde, estando la criada lavando ropa sucia en el pilón. Se puso detrás de ella y la cogió por la cintura, Ágata, giró la cabeza, y le preguntó:
-¿Que quieres, cariño?
-Tengo diez mil pesetas ahorradas. ¿Quieres ganarlas?
Le subió el vestido, le bajó las bragas, sacó la polla y se la metió entre las piernas.
-¿Quieres echar un polvo rápido?
-Quiero que seduzcas a mi tía. Haces que os sorprendo y montamos un trío.
Ágata abrió las piernas. Adrián se la clavó en el coño.
-¡Ooooooh! No me gustan las mujeres. -Adrián comenzó a meter y sacar- ¡Oooooh! Y lo del trío...
-Lo pasaremos bien.
-¡Oooooooh! Acaba pronto que nos puede ver mi novio o tu tía. ¡Ooooooh!
En vez de acelerar, la quitó, se agachó y le comió bien comidos el coño y el culo. Después le preguntó:
-¿Lo harás?
-Sí, cariño, sí, lo haré. Sentirás los tacones de mis zapatos cuando vaya para su habitación. -lo dijo convencida- Métemela un poquito en el culo.
Ágata estaba obsesionada con los orgasmos anales.
Adrián se la volvió a meter. La folló con fuertes golpes de riñón. Ágata, al rato, le dijo:
-¡Me corro, cariño, me corro!
El coño de Ágata comenzó a desbordar y bañó los huevos de Adríán, que no se pudo aguantar y se corrió dentro del culo de la criada.
Al acabar de correrse, arrepentida, le dijo a a Adrián:
-Pobre jardinerito mío. ¡Cuanto me quiere y que cuernos le pongo!
Lino, el jardinero novio de Ágata, era un treintañero, bajo, moreno, delgado y guapote. En aquel momento estaba debajo de Casilda. La mujer le daba bofetadas a pares.
-¡Plis plas, plis plas, plis plas...!
Casilda, con el coño ardiendo, le dijo al jardinero:
-¡Me voy a correr!
El jardinero la folló a mil por hora. Casilda se corrió y le llenó de babas la polla y las pelotas...
Lino, le dio la vuelta, la puso a cuatro patas, la agarró por las caderas y se la clavó en el culo sin miramientos.
-¡Zaaaaaaaas!
La polla había entrado sin dificultad porque antes le había follado el ojete con la lengua, porque también estaba mojado de las babas de la corrida y además porque aún se abría y se cerraba con el gusto que había sentido la mujer. Lino la folló sin piedad para llenarle el culo de leche. Poco después, antes de que la leche corriera dentro del ano de Casilda, se volvíó a correr. De su coño salieron varios chorro de orina y flujo vaginal que dejaron perdida la cama. El jardinero, cuando acabó de correrse Casilda, le llenó el culo de leche, Casilda, le dijo:
-¡Qué bien me conoces!
El jardinero, le respondió:
-Sí, te gusta más los orgasmos anales que a un niño chupar un caramelo.
La criada y la ama compartían gustos sexuales.
Dos días después, Adrián le volvió a entrar a la tía.
Estaba el agua de la bañera y Casilda cubiertas de espuma cuando entró Adrián en el cuarto de baño. Casilda, sorprendida, le preguntó:
-¡¿Qué haces aquí?!
Adrián se bajó los pantalones. Casilda le vio la tremenda verga.
-¿Me puedo bañar con usted?
-¡Vete!
-No me voy a ir. Siga, siga, siga lavándose.
-¿Te has vuelto loco?
Adrián, iba a lo que iba.
-¿Quiere que le frote la espalda?
-Escucha, Adrían. Sé que las hormonas te traen de calle, pero yo soy tu tía. No vas a follar conmigo.
-¿Y si se lava y me hago una paja mirando para usted? Eso no le hace daño a nadie.
-¡¿Qué dices, descarado?!
-Nunca le pedí nada. ¿No merezco hacerme una paja a su salud?
-¡Lo que mereces es que te ponga en mis rodillas y te deje el culo morado con una zapatilla.
-Le daría una buena parte de mi herencia si me hiciera eso.
-¡Enfermo! Habías de querer algo más que eso.
-Follarle el coño, el culo, verla follar con Ágata...
-¡Qué barbaridad!
-¿Se lava?
-¿Qué quieres que me lave?
-El coño. Frótelo.
-¡Fuera de aquí, degenerado!
Adrián, meneando la polla fue junto a su tía y se la puso en los labios.
-¡Qui...!
Al abrir la boca se la metió dentro. Casilda echó la cabeza hacia atrás, la quitó, y le dijo:
-¡¿Pretendes violar a tu tía hoy que libra el servicio?!
-No, pero lávese un poquito las tetas.
-¡Estás loco!
-Me correría antes.
-Hazlo en tu habitación.
-No tendría una visión tan bella delante.
Casilda, cedió, pero porque el coño ya lo tenía mojado con algo más que el agua de la bañera.
-Veo que no me queda más remedio.
Casilda se frotó las tetas con las dos manos. Adrián se la peló mirando como lo hacía. Unos minutos más tarde, la polla de Adrián se frotó con los labios de Casilda, la mujer abrió la boca y le chupó el glande. Una de sus manos bajó al coño y comenzó a masturbarse sin que Adrián supiese que lo estaba haciendo. Adrián, viendo a su tía acariciar las bellas tetas, que ya estaban sin espuma, y apretando los pezones, le llenó la boca de leche. Al acabar, Casilda, le dijo:
-Ya conseguiste lo que querías, ahora vete.
Adrían levantó los pantalones y se fue del baño dejando la puerta cerrada detrás de él.
Nada más salir, dos dedos de la mano derecha de Casilda entraron en su coño, y acabó de masturbarse. Casilda tuvo uno de lo mejores orgasmos de su vida. pensando que su sobrino se corría dentro de ella.
Unos días después...
Eran más de las doce de la noche cuando Adrián se levantó para beber un vaso de leche en la cocina. Oyó unos ruidos que venían de la habitación de la tía... Abrió la puerta y vio que su tía estaba en la cama, desnuda, a cuatro patas, con las tetas colgando. Ágata, detrás de ella y también desnuda, le estaba dando en el culo con una zapatilla roja, nueva, con suela gris de goma, y le decía:
-¡¿Me vas a subir el sueldo, puta?!
-No.
A Casilda le estaban cayendo las de Dios.
-¡¡¡Plas, plas, plas, plas....!!!
-¡¿Qué has dicho, zorra?!
-¡Que no, bestia inmunda, que no!
-¡¡¡Pas, plas, plas, plas...!!!
-¿Me repites lo que has dicho, ramera?
-Vale, te lo subo. Pero debes curarme el culito si quieres que después te lo cure yo a ti.
Adrián estaba empalmado. A saber cuanto tiempo llevaban liadas su tía y la criada.
Oyó como la criada le decía a su tía:
-Sana, sana, culito de rana.
Luego vio como Ágata le besaba las nalgas a su tía Casilda, como le lamía el ojete y después el coño.
Su tía, acariciando el clítoris, le dijo a la criada:
-Sigue, sigue, no pares hasta que me corra.
La criada siguió y Casilda se corrió en su boca. Adrián, oyendo los gemidos de su tía también se corrió y dejó blanqueada la pared.
Tres días después...
Serían las once de una calurosa noche de sábado cuando Adrián sintió el ruido de unos tacones en el pasillo, eran los de Ágata, después oyó como se cerraba la puerta de la habitación de su tía. Hiciera ruido suficiente. aposta, para que la oyera.
Adrián, tenía todo bien pensado. Desnudo, con su gran verga colgando y un cinturón de cuero en la mano, salió de su habitación y fue a la de su tía. Abrió la puerta y vio a la criada y a su tía en medio de la habitación, vestidas sólo con dos enaguas, abrazadas y besándose. Hizo chasquear el cinturón contra el suelo de madera, y les dijo:
-¡De rodillas, perras!
Las perras, que lo estaban esperando, lo disimularon bien, cuando le dijo su tía:
-¡Fuera de aquí! ¡¡Estás invadiendo mi intimidad!!
-¡Os la estáis jugando!
Ágata, compinchada con Casilda y con él, sin que la tía lo supiera, le dijo:
-Si tu tía no quiere...
Casilda, la miró, y le preguntó:
-¿Es qué tú quieres follar con él?
-Bueno, está. Mira que cipote, y que musculatura, y...
Adrián, iba de sobrado.
-¡O os dejáis de chácharas y os ponéis de rodillas o os breo!
No le hicieron caso. Les dio a las dos con el cinturón en el culo.
-¡Zaaaas, zaaaas!
Casilda, le dijo a su sobrino:
-¡¡Animal!
Adrián, que era más alto que ellas, levantó la mano con el cinturón en ella, y volvió a decir:
-¡De rodillas, perras!
Se pusieron de rodillas.
-¡Mamarme la polla y lamerme los huevos!
De rodillas fueron a su lado. Su tía, cogiéndole las nalgas, le mamó la polla y la criada le lamió y chupó los huevos. La polla se le puso tiesa como un palo. Al rato, les ordenó:
-¡Ir hasta la cama a cuatro patas y traerme las zapatillas en la boca, perras!
De rodillas, fueron hasta la cama y volvieron con las zapatillas rojas en la boca.
-¡En pie, perras!
Se pusieron en pie. La voz de Adrián perdió su tono autoritario. Apoyó las manos en la cama, abrió las piernas y dándoles el culo, les dijo:
-Castigarme por malo.
Sacaron las zapatillas de la boca, y le dieron con ganas, una en cada nalga.
-¡¡Plas plas, plas plas, plas plas, plas plas...!!
Casilda y Ágata estaban en su salsa. Adrián estaba disfrutando como un loco. Su polla no paraba de echar aguadilla y su ojete de abrirse y de cerrarse. Cogió la polla para masturbarse y le cayó un zapatillazo de la criada en la mano.
-¡¡¡Plas!!!
-¡Ni se te ocurra, aprendiz de abusador!
Después de reprenderlo, se arrodilló delante de él, Adrián, se incorporó. Ágata le chupó la polla sin manos. Su tía le siguió dando zapatillazos.
-¡¡Plas, plas, plas, plas...!!
Adrián se corrió en la boca de la criada. Ágata se volvió a tragar la leche, esta vez saboreándola.
Al acabar de correrse, le dijo a su tía:
-¡Ponte otra vez de rodillas, perra!
-Pero...
El restallido de un cinturonazo sonó con fuerza en la habitación. Casilda se puso de rodillas sin rechistar.
-¡Besaos, putas!
Casilda y Ágata se dieron un morreo lleno de gemidos.
Cuando ya se comían vivas, les ordenó:
-¡En pie!
Se pusieron de pie. El cinturón dolía un huevo y la yema del otro.
-¡Desnudaos!
Se quedaron en pelotas.
-¡Cómele las tetas y el coño a la puta de mi tía, Ágata!
-¿Por qué no nos follas de una puñetera vez? ¿No ves que nos morimos por corrernos?
Le cayó un cinturonazo a calzón quitado. Le dolió una cosa mala.
-¡No te pases!
-¡Come, perra, o te doy más fuerte!
-Ya como, ya como.
Ágata le comió las tetas y después el coño. A Casilda ya la humedad le mojaba el interior de los muslos. Sus gemidos eran de ore orgasmo. Adrián ya estaba otra vez empalmado.
-¡Apoyar las manos en la cama y abrir las piernas!
Adrián cogió la zapatilla. Le largó a su tía y a la criada.
-¡¡Plas plas, plas plas, plas plas, plas plas!!
Al parar de darles, les pasó la lengua por los coños empapados y por los ojetes largo rato mientras les acariciaba el culo a las dos. Les largó de nuevo.
-¡Plas plas, plas plas, plas plas, plas plas!
-¡Follar el coño con los dedos!
Comenzaron a masturbarse.
Adrián jugó con su polla en la entrada del ojete de su tía. La mujer movía el culo hacia atrás para ser penetrada. Adrián tiró la zapatilla al piso, acarició el culo de Ágata y metió la puntita de la polla en el culo de su tía, la mujer empujó y se la fue metiendo hasta el fondo. Acarició con su dedo medio el ojete mojado de la criada. Ágata hizo como Casilda, empujó con el culo y el dedo entró dentro de su ano. Adrián se quedó quieto. La tía y la criada le follaban con el culo la polla y el dedo. Los dedos entraron y salieron a mil por hora de los coños. Se sintió decir a Ágata:
-¡¡Me coooooooro!!
Casilda no se iba a quedar atrás.
-¡Y yo! ¡¡¡Aaaaaaaaaaah!!!
Las mujeres gemían como locas sin medicar y se sacudían con el placer. Adrián se corrió dentro del culo de su tía.
Al acabar de correrse, Adrián se sentó en el borde de la cama y, exhausto, se echó hacia atrás.
Casilda, le preguntó:
-¿Vas a querer seguir jugando o nos vestimos?
-¿Me vas a poner sobre tus rodilla?
-Claro, cariño, claro. Te voy a calentar bien calentado.
Quique.