La tía de mi mujer
La historia de como follamos la tía de mi mujer y yo, en un local nocturno.
Bueno, decir que en estos momentos tengo 33 años, cuando ocurrió la historia que voy a contar contaba con 26 años.
Llevaba dos años casado, tenía una buena relación con mi mujer, aunque en lo del sexo ella es muy conservadora, y lo que a continuación cuento me paso con una tía de ella.
Su tía es una mujer madura por aquel entonces debería de tener 45 o 46 años casada, vivía en nuestro mismo edificio, no era alta mas bien bajita, algo rellenita, pechos chiquititos aunque no caídos a pesar de haber tenido dos hijos, y lo mejor un culo impresionante, grande como a mi me gustan, es decir era la típica mujer madura que a mi me encantan, y yo soñaba a veces con ella, haciéndome unos pajotes terribles.
Cierto día mi mujer y una amiga salieron de fiesta, haciéndolo yo también con unos amigos, quedando en un local a partir de las cuatro de la mañana, cuando llegue, ya estaba mi mujer y se encontraba hablando con ella, me acerque, las salude y me fui a pedir una copa, a la vuelta mi mujer había desaparecido con su amiga, con lo cual yo me quede charlando con su tía, al rato empezamos a bailar a reírnos, en definitiva a jugar, cosa que en es momento yo no sabía.
Al rato María, como ella se llama, me dijo vamonos de aquí que todo el mundo nos mira, yo asombrado me quede pensativo, yo no buscaba nada, salimos del local y nos fuimos a un lugar apartado, cuando llegamos no nos dijimos nada, directamente empezamos a besarnos, a tocarnos, yo andaba loco, deseaba comérmela toda, follarla por todos sus agujeros, empecé a comerles las tetas, notaba como su pezones se agrandaban y se ponían duros, ella había llegado con unas de sus manos a mi pene y lo había sacado del pantalón agarrandolo con fuerza, estrujándolo entre sus dedos, me hacía una paja, yo la tenía súper dura, a su vez yo, estaba metiéndole un dedo por su coño, notaba como estaba súper mojada, mi dedo entraba con toda tranquilidad, ya no aguantaba mas quería poseerla, ella en un principio se negó, diciéndome que primero se quería comer toda mi leche, con lo cual se puso de rodillas y empezó a comérmela (la mejor de toda mi vida), hasta que ya no aguante mas y me corrí en toda su boca, tragándose toda mi leche, yo seguía con aquello duro, le dije ponte contra la pared que ahora si te voy a follar, ella se puso y se abrió de piernas, levantando una, apoyándola en mi, yo tenía todo su coño preparado para recibir mi pene, apunte y adentro, di tres o cuatro embestidas, cuando le dije que me iba a correr, ella me empujo, obligándome a sacársela, se dio la vuelta y me puso el culo en pompa, corretee ahí, sin penetrarme, derrama toda tu leche sobre mi culo y después me limpias, de acuerdo, me acerque a ella y me corrí en todo su culo, soltando toda la leche que tenía dentro, cuando andaba buscando algo para limpiarla, me dijo, con tu boca, así que no me quedo mas remedio que comerme mi propio semen.
Fue una experiencia cojonuda, que se volvió a repetir otras veces, pero esas son otras historias.