La tía Blasa

Recuerdos rurales.

LA TÍA BLASA

La tía Blasa atendía a sus hombres de pie, apoyada en una higuera, tras la ventana de mi habitación en la casa de mis abuelos.

Levantaba su faldriquera, su falda y sus enaguas y ellos bajaban sus pantalones de pana, duros y resistentes, de agricultor de bancales. Se pegaban y mientras follaban en primavera, verano, otoño o invierno, ella les susurraba palabras al oído y ellos cerraban los ojos. " les embruja".- decía mi abuela y mi abuelo callaba mirando la lumbre.

Nadie hablaba con la tía Blasa, nadie sonreía a la tía Blasa, nadie llevaba la virgen a su casa para bendecirla. Pero en la carnicería siempre había un buen trozo de cabrito recién muerto para ella, el pan nunca faltaba en su mesa, de los bancales salían las mejores frutas y verduras para su mantenimiento, incluso por la puerta de atrás de los bares se esfumaban arrobas de palocortaó para ella. La tía Blasa, la gran mantenida... la perfecta puta del pueblo.

Volvieron los emigrantes de Francia y la Ilustración ilustró también a la tía Blasa. Ya era mayor para levantar sus piernas y apoyarlas en los nudos de la higuera. Ahora se arrodillaba y les comía la polla con una boca escasa de dientes pero abundante en labios. " se alimenta de ellos".- decía mi abuela y mi abuelo callaba mirando la lumbre.

Se fue la tia Blasa un diciembre, antes de la matanza. Nadie acudió a su entierro. Al día siguiente se encontraron sobre el montón de arena de su tumba,un sinfín de aperos de labranza.

Bajo la higuera donde tantas veces escupió las sobras de sus mamadas... siempre hay flores.

Eran los 80, en un pueblo ... ya sabéis, la movida y todo eso.