La Tía Aura y su perro Odín (Compilado)

Re insertando los relatos que desmonte en versión compilada hasta el tercero. Claudia al no poder evadir acompañar a sus padres a la Colonia Tovar, termina conociendo a Odín, un perro callejero que poseen sus tíos.

____________________________Si no leíste el anterior, considerar esto___________________________

Claudia es una chica hermosa, de tez clara, cabello largo lacio castaño, ojos sensuales de color avellana y facciones faciales suaves. Sus piernas largas y gráciles terminan en una colita bien formada y sin excesos. Sus pechos en forma de pera son firmes y tersos con unos pezones y aureolas rosados pálidos que cuando se yerguen, despuntan altos y salientes haciéndose notar, su cadera y cintura se funden suavemente en una ligera curva por un abdomen ligeramente relleno sin formar cauchos, pero sin ser plano tampoco.

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Primer día en la Colonia Tovar.

Aquella tarde con Rafael y Mozart… Despertó en mí una sexualidad que jamás considere tener, ni en mis más alocadas fantasías. Rafa, tras el evento no para de decirme - Tus ojos y sonrisa me enloquecen, nena - , según él, desde entonces (yo) emitía un “no sé qué” nunca antes visto por los ojos. Pero quizás, eso, no era lo único, aquel tácito secreto (tácito, porque si sale de bocón a contarlo… ¡VA A ARDER TROYA!) en él, solo despertaba un morbo. Sin embargo, en mí era más que un simple morbo, era la bipolaridad a una sexualidad ávida por nuevas aventuras (no meras fantasías…), era, un más allá del sexo sentido (perdón)un más allá del sexto sentido, un séptimo… Podría decirse como un cosmos sexual que me hacía más femenina, más mujer y ahora encima de todo, una hembra. El sol salía más radiante y caluroso cada mañana, las noches de luna llena eran refrescantes con su cielo azul oscuro y violeta repleto de estrellas. Todo tenía un matiz diferente con colores, estrellitas, corazoncitos y emoticones dentro de mi mente, incluidos los perros.

La primera vez que sentí otras ansias uterinas después de aquello, fue en casa de uno de mis tíos en la Colonia Tovar (a pesar de que prácticamente fui de mala gana). Cuando llegamos y nos saludamos protocolarmente salió un perro extraño a nuestro encuentro (NO, ALLÍ NO SENTÍ NADA, SOLO VI QUE HABÍA UN PERRO) bajamos las cosas del carro y las llevamos a los cuartos. Mi papá y mi mamá se quedarían en el cuarto de visitas, mientras a mí me correspondería dormir en el cuarto de mi primo (quien mis tíos, habían sacado del país a mitad del principio de año) donde había una cama individual, clóset y un escritorio con una computadora. De pronto escuche a mi tía Aura pegando unos gritos.

- ¡Oye, suelta eso! ¡Odín… Vuelve aquí!, ¡Willy, Willy…! ¡Quítale mi braga al perro! - Gritaba mi tía.

- ¡Odín! Dame, suelta eso… - Escuche que decía mi tío muerto de risa, al mismo tiempo que yo salía del cuarto, pensando «¿El perro tiene las bragas de mi tía?, tengo que ver eso».

- ¡Suelta eso perro quesuo…! ¡Te va a salir un chancro en la boca! - Prosiguió mi tío en un tono jovial y sarcástico a la vez que le cortaba el paso entre el comedor y la sala como si aquello fuera gracioso (bueno, para mí lo era).

Mi tía Aura le bloqueaba por un lado y mi tío por el otro, lo que solo causaba que el perro meneara la cola y los viese moviendo los ojos entre las sillas del comedor. «Este perro conoce el olor de una hembra» me dije, al verle la braga en el hocico.

- ¡Me la va a romper…! Willy, si la rompe, me vas a tener que comprar otra braga…

- Ya… Ya… Ven muchacho… Ven, suelta eso - Le decía cariñosamente al perro, el cual se acercó agitando la cola hasta echarse patas arriba donde él estaba. - ¡Bravo, bravo…! Buen muchacho - Dijo finalmente al soltarle la prenda. - Ten mujer… Deja el escándalo.

- Ningún escándalo… Vergüenza te debería dar, semejante espectáculo con visitas en casa.

Para ese momento ya mis padres también estaban viendo el espectáculo y, a pesar de las disculpas y de que todo había sido gracioso, ellos siguieron ¿platicando? (Algo por el estilo). Yo, por otra parte, estaba absorta y observaba al perro. Se veía que era callejero, callejero, decir que era raro es poco, era quizás un poco más alto que Mozart, pero carecía de corpulencia, ciertamente delgado, era como ver al Vagabundo de Walt Disney, pero con una oreja larga y otra corta, de color gris mayormente, pero con extrañas manchas más claras, oscuras y negras (como el diseño de algunos Border Collie mirlo). Su pelaje parecía; áspero, desprolijo y desatendido, sí, todo el conjunto le otorgaba la apariencia de una gran tormenta, era como un Schnauzer muy grande, pero con un pelaje muy extraño, tenía las puntas de las patas manchadas; unas terminaban negras y otras blancas cruzadas en “X” y una mancha blanca como un diamante o estrella de cuatro puntas en el pecho, su hocico era más rectangular que el del Golden Retriever, color gris degradado a gris plomo según el largo de los pelos que crecían a los lados de este.

Cuando lo miré patas arriba no pude menos que suspirar profundamente «lindo coroto que debes tener guardado» pensé, sintiendo una cosquillita que me bajaba desde los senos hasta la entrepierna (entretanto mi tío Willy acariciaba el vientre del perro), apreté mis piernas y contraje los músculos pélvicos, sintiendo un rico burbujeo y calorcito en mi conchita, imaginando al perro comiéndome el coño afanosamente. No sé si me disgustaba más; el que no fueran mis bragas o el hecho de no tener certeza de conseguir un tiempo a solas con el perro. Luego de aquello, el perro se la pasaba de un lado al otro tras todo el mundo, buscando atención, pero como nos hallábamos todos reunidos cotilleando de diversos temas en los que yo también estaba inmiscuida, tuve que contenerme y ser comedida. Cuando nos sentamos en la sala a platicar, entre toda la gama de cuentos de rutina salió a relucir el perro.

- Willy ¿ese es el perro que mencionabas por Facebook? - Pregunto mi papá.

- ¿Catumpi? Sí, es él - Respondió mi tío.

- Ja, ja, ja, ja, ja, ja ¿Cómo así, Aura le llamo antes Odín? ¿Cómo es la vaina por fin? Je, je, je.

- Sí, Catumpi “canino tumba pipote”. Para Aura es Odín. Sin embargo, hemos tenido quejas de algunos vecinos, que cuando sale solo, tumba los pipotes y rompe las bolsas de basura, todavía no pierde algunas costumbres de la calle, así que le digo Catumpi.

- Pero… Coño, hermano ¿No pudiste buscar algo mejor?

- Ah no, nada de eso, Odín es mejor guardián y compañero que cualquier perro de raza. - Salto mí tía azorada.

- Pero es muy raro tía… ¿De dónde lo sacaron?

- Mentira Papi, tú no eres ningún perrito raro - dijo mí tía hablándole cariñosamente al perro quien le devolvió la mirada y puso su cabeza en el regazo de mí tía. - Lo encontramos abandonado Alejandro y yo, hace un poco más de un año, un poco antes de llegar al arco del pueblo, estaba casi muerto, lleno de ronchas, llagas, sarna, grasa, gasoil y flaco. Nos dio tanta lastima… No pudimos dejarle abandonado.

- Sí, cierto, lo único que abandonaron fue la cuenta del veterinario JA, JA, JA, JA, JA, JA - Hubo cierta risa colectiva. - Ahorita se ve así, pero estaba peor y más feo de como se ve ahora, paso casi dos semanas en el veterinario por; curas, exámenes, estabilización, vacunas y baños - prosiguió mí tío. «Que bien, ya está vacunado» pensé.

- ¿Y qué le paso en esa oreja? ¿Por qué la tiene más corta? - Pregunte, viendo a mi tío.

- El veterinario sospecho que lo habían quemado con algún tipo de ácido, incluso tenía quemaduras similares en el cuerpo, la oreja era la que estaba peor y se le amputo la parte afectada. Ahora no se despega de Aura excepto cuando tomo su correa, juguete o le llamo para subir en la camioneta ja, ja, ja, ja, ja, no, hablando en serio, nos salió buen compañero ahora que Alejandro no está.

- Si, bueno… Creo que tomaste una buena decisión al respecto y lo hiciste en buen momento, esperemos que esto mejore y pueda volver. - dijo mi papá, mientras observaba las caras lánguidas que ponían mis tíos.

- Pobrecito… Menos mal que los consiguió a Uds. Se ve tan raro… Y, ¿Qué edad tiene? - argumente devolviendo la conversación al perro.

- Nos dijeron que no debería tener más de dos años, que era joven, luego de traerlo estuvo con antibióticos, protectores gástricos, cardo lechoso y vitaminas por casi un mes. Pero es bueno, amoroso y juguetón. Willy ahora hace más caminata que antes y esta de mejor humor - Prosiguió mí tía.

- Sí, al menos nos ha mantenido de buen humor a ambos, no es Alejandro, pero es como otro muchacho en casa - dijo mí tío, quien llamo al perro con unas palmaditas y le acaricio. Tras esto, el tema de conversación cambio.

El chalet de mis tíos es hermoso, y posee de tres plantas. Queda bajando una colina en una hilera de cinco chalets, siendo el de ellos, el segundo; en el nivel calle están; la cocina, el comedor, la sala con chimenea natural de leña, más un baño (el cuarto del lavandero queda por fuera en el estacionamiento). En la planta alta están; el cuarto de visitas con; un clóset, una mesita de noche y una cama matrimonial y el cuarto de Alejandro con; clóset, cama individual y un escritorio pequeño con una computadora, ambos cuartos con ventanas corredizas que daban a laderas con sembradíos de fresas. En la planta inferior está el cuarto matrimonial con un Vestier y baño grande con una bañera de hidromasajes para dos personas, dos mesas de noche, una cama King Size y detrás de dos pesadas y gruesas cortinas se escondía una inmensa puerta corrediza que daba a un patio en bajada con la misma vista a los sembradíos. Por fuera, el estacionamiento es para dos vehículos, y a la derecha de ellos hay dos terrazas a diferente nivel, en una estaba una parrillera de ladrillo pegada a la pared colindante y un leñero, en la otra un poco más baja estaba una mesa de jardín con su sombrilla recogida y seis sillas plásticas marrones que simulaban el mimbre, por esa misma terraza una escalera de piedra de media vuelta de caracol conducía al patio (por donde también se podía llegar por las puertas corredizas del cuarto principal) de esponjosa grama en bajada moderada, muy hermoso todo de verdad.

Ya instalados, mis tíos nos invitaron a dar un paseo y caminar un rato por la Colonia, por lo que salimos de casa (lo cual me dio una pausa emocional), visitamos la iglesia, comimos salchichas alemanas de diferentes tipos, tomamos unos chocolates calientes y comimos fresas con cremas, lo pasamos chévere. Una vez en casa, mis padres y mis tíos se sentaron a platicar y tomarse unos tragos en la mesa de jardín que precedía al patio, yo aproveche de cambiarme y me coloque un short corto, una sudadera, dos pares de medias y unas Crocs. Luego, baje al salón a ver televisión cerca de la chimenea, Odín se la pasaba subiendo, bajando, entrando y saliendo, ver gente nueva era algo diferente y emocionante para él y, estaba pendiente de todos.

En determinado momento observe que el perro tenía un juguete amarillo que chillaba en el hocico, buscando juego o algo de atención por parte de alguien. Pero por lo visto nadie le presto mayor atención, así que lo volví a ver, no obstante, esta vez paso cerca de mí y entonces se sentó. Yo estaba sentada en el sofá viendo televisión, nos miramos fijamente el uno al otro y de repente empecé a abrir y cerrar las piernas «¿Huelo rico? a que sí… Puedes olerme desde allí ¿verdad?, ¿quieres lamer mis bragas…? ¿O prefieres lamerme el coño?» Le decía insinuándome telepáticamente. A la vez que contraía y dilataba los músculos sin moverme ni apartarle la vista. El perro mastico el pollo muerto de hule que chirrió agonizante unas tres o cuatro veces, lo soltó, saco su lengua jadeando un par de veces, se relamió el hocico, rasco su oreja corta unos instantes, se lamió el prepucio que ocultaba su miembro y volvió a tomar el pollo antes de irse. «No te entiendo, ¿Me estas retando…?» pensando que respondía a mis provocaciones por medio de esas señales, recordándome lo ocurrido con Mozart y estremeciéndome fútilmente.

Calificar aquello como una respuesta me provoco cierta ansiedad y morbo, solo de pensarlo mi vagina comenzó tener contracciones y volví a sentir aquel rico síntoma que había tenido antes, cuando el show con la braga. Logrando que empezara a calentarme y tener ganas de masturbarme, no las aguantaba, experimentaba una libido inusual que me empujaba a ello. Me levante del sofá como si me pellizcaran el culo y camine de un lado a otro por la casa; ensayando las posibilidades y tomando en consideración diversos factores… (lugar, personas alrededor y oportunidad).

Entre más peligroso me parecía, más excitada me ponía, imaginaba a Odín; lamiéndome la concha, abierta de piernas en el sofá «Podría funcionar, si me pongo una mini falda o camisón de dormir rueda libre… Podría ser…»; montándome en cuatro, embistiéndome furibundamente y descargando toda su leche en lo más profundo de mi ser «Pero… ¿Dónde Claudia?, no creo que sea aquí, ¡Sí! Seria divino en la alfombra de la sala, pero estas fuera de la realidad… ¿Entonces, donde?» (solo imaginarlo me provoco un suspiro), estaba en una lluvia de ideas, conteniéndome y mordiéndome una uña.

Antes de venir había prometido a Rafa que iba a considerar lo ocurrido, siempre y cuando se mantuviera entre nosotros y nos informáramos mejor al respecto. Él quería que le hiciera sexo oral al perro como en un video que vimos juntos, pero esa vez me dio cierta repulsión siquiera tocarlo, menos todavía meterlo en mi boca. Cuando por fin estaba más abierta al tema salió la visita a casa de mis tíos. «Claudia… ¿Y si le chupas la verga? ¿Cuánto tiempo podrías tardar…? ¿Y si sabe horroroso…? Hacer algo aquí, supondrá que no pueda; gemir, jadear y gritar libremente, seria toda una hazaña lograrlo. ¡Sí! El sexo oral sería la mejor opción antes que pegar un grito a la primera empalada o al quedar abotonada…» Estaba ensimismada en mi tormenta cuando empezó a sonar el celular.

Por la música cachonda sabía que era Rafa, solo a él le gustan este tipo de letras que parecen más habladas que cantadas.

- ¡Alo! ¡Alo! Hola Rafa… Sí, llegamos hace ufff… No, no pude, se me paso… Si bebé, perdón… Aja, ya comí ambas cosas… Si estaban ricas, ricas… No, no lo sé, creo que cuatro días… Si, pásamelo, ¡Mozart, Mozart…! como esta mi perrito bello ¿cómo está el consentido de maní…?  Si bueno, regresamos en unos días… Y tú en mí… Adiós, bye amor.

Rafa me había cortado la onda… Así que empecé a andar de aquí para allá retomando el hilo de las ideas.

- Piensa mujer… En donde estábamos antes de Rafa. Odín; esto, eso, aquello, lo otro, Odín, Odín… Cómo me gustaría ser perro ¿Odín, como escoges a tu hembra? ¿Te gustan mulatas de coñitos oscuros? Sí… Seguro te gusta más el coño de mi tía, ¡bragas! Odín… Las bragas de mi tía, eso es… Me pregunto si estarán…

Me enfile al lavandero donde recordé haber visto un enorme cesto rectangular de plástico al lado de la lavadora - aquí está, debe ser la ropa sucia- , levante la tapa y urge un poco, revolviendo el cesto y recordando que Odín la había tenido antes en su hocico - ¿Dónde está? Debería estar aquí… No, no, no, no, debe ser está ¡sí! está es - la encontré y no resistí la tentación de llevarla a mis fosas nasales y oler el almizcle de mi tía… (algo me estremeció, una mezcla de obscenidad y fanatismo se estaba apoderando de mí, acelerándome el pulso), en la prenda todavía se podía oler el perfume del jabón, como también el olor salmuero del sudor y las emanaciones corporales propias, sí, olía a hembra dominante. Su olor era tan fuerte que me produjo cierta envidia. Estaba muy excitada y sentí un hormigueo en los pechos que empezó a despuntarme los pezones.

Me llevé la braga y subí al cuarto, cerré la puerta, me recosté en la cama cerca del filo dejando que mis rodillas colgaran al borde de esta. Cuando me quité la franela y bajé el short a medio muslo no pude contenerme más y, cerrando los ojos olí nuevamente la prenda de mi tía - Odín seguro ya ha comido de aquí… Ella dijo “es amoroso y juguetón” - «¿Odín, ya jugaste con mi tía? Juega conmigo…» Pensé. No me asombró para nada descubrir que el entrepierna de la tanga estaba caliente y húmeda cuando pase la mano por ella… Baje la braga también hasta mis rodillas y recogiendo las piernas me quite ambas prendas dejándolas caer al suelo antes abrirme de piernas y meterme dos y tres dedos frenéticamente en el coño, dentro, fuera, dentro, fuera, dentro, fuera, dedeándome con una mano mientras con la otra presionaba la prenda de mí tía contra la nariz - ¡Oh dios, que rico…huele!¡Mmmmmgghh…! ¡Santo cielos…! ¡Así…! ¡Así…!Que caliente estoy… Parezco perra en celo - un hormigueó me hizo recoger las piernas a la vez que mis dedos chapoteaban cada vez más entre salinos mares de flujos, producto de pequeños orgasmos que venían uno tras otro, arqueándome entre suaves y continuos temblores «Odín… Será que ya montaste a mi tía, ya la hiciste tú perrita, ¿por eso te gustan sus bragas?» Pensé, - ¡jaaahh…! ¡jaaaahh…! ¡jaaaahh! - respiraba profunda y entrecortadamente (recreando las series de fantasías de las cuales no tenía la certeza de poder realizar), a la vez que apretaba la prenda contra mi nariz y boca.

De inmediato recordé a Mozart lamiéndome el coño y empecé a rascarme la cuchara de abajo a arriba como la lamería un perro. Mi excitación aún no mermaba y seguí masturbándome hasta alcanzar otro orgasmo y aliviarme un poco más. Entonces tome mi braga y la olfateé junto con la de mi tía «Yo también soy buena hembra, sé que te va a gustar Odín, soy perrita joven» quería probar ambas prendas, lamerlas y chuparlas, pero la braga de mi tía estaba seca, así que me lleve los dedos a la boca degustando mi propia esencia - ¡Aaahh…! ¡Sí, que rico…! Estás divina Claudia, mejor que la perra negra de tu tía - lamí mis dedos una, otra, otra, otra y otra vez hasta que los espasmos descendieron. Me termine de desvestir (quitarme el brasier de algodón y los dos pares de medias) y me acaricie con anhelo todo el cuerpo caliente, manoseando las tetas y halándome los pezones, pensando en Odín montando a mí tía; deseando ser ella o su pantaleta para estar entre sus fauces. Me había masturbado muchas veces, pero nunca como esta. Fue mi primera masturbación pensando en un perro y se sentía genial, quería por lo menos ofrecerle mis bragas y que supiera que estaba disponible para él.

Tras un merecido reposo y retomar la cordura, me levanté de la cama aún presa de la lujuria y el morbo, me mordí el labio y mirando para abajo, abrí mi entrepierna con una mano en tanto con la otra me introducía poco a poco la tanguita dentro del coño a manera de tampax, dejando las partes de sus extremos por fuera para poder halarla en cualquier momento. Me coloque de nuevo el short, las medias, el sostén y la sudadera y, me enrolle la cobija de lana antes de salir del cuarto y bajar.

Cuando salí del cuarto mi mama y mi tía estaban en la cocina, conversando y viendo que iban a preparar para picar o cenar, me acerqué un rato a ellas, sin embargo, como éramos muchas manos para una cocina tan pequeña me fui de nuevo al sofá y encendí el televisor. «Que frustré» pensé. La sala era muy hermosa, todos los muebles y adornos eran muy colonial, y la chimenea para leña natural más la alfombra gruesa en tonos de vetas marrones, verdes y rojizos invitaban a fantasear de lo lindo - Que rico seria hacerlo aquí en la alfombra con la chimenea encendida - murmure suavemente para mí a la vez que frotaba mis pies en ella (Imaginándome en cuatro con Odín encima), pero las voces en la cocina y afuera no me permitían idear nada.

Odín, fastidiado, entro por la puerta y se puso velar comida, pero mi tía lo corrió diciéndole que lo de él, era más tarde. Ya con cierta resignación, le llame y vino a echarse a mi lado a los pies del sofá, me acosté en el mueble y comencé a acariciarle su cabeza, jugué un rato con sus orejas y seguí por el lomo mientras miraba con desdén la televisión, Odín sé estiro y empezó a agitar una de sus extremidades traseras como cuando se están rascando - tiene cosquillita el perrito… - dije, rascándolo un par de veces y proseguí con mis caricias, sintiendo su pelaje entre mis dedos, que pese a su apariencia, en realidad era suave, Odín se giró un poco más hacia mí y quedo panza arriba con las piernas abiertas. Lo acaricie desde el pecho a su barriga; bajando, subiendo, bajando, subiendo, bajando, me aproxime más al filo del sofá y lo miré, se veía relajado y contento, tenía la lengua fuera y respiraba a veces como suspirando. «Oh dios, ¿Qué voy a hacer, contigo…?» Continúe bajando por su vientre y le acaricie los testículos y el prepucio donde se esconde su miembro; arriba, abajo, arriba, abajo, arriba, abajo, acariciando los testículos y repitiendo un par de veces más (Absorta en mis fantasías, le veía con muchas ganas de ser su hembra…) Estaba tan embargada por el morbo y la lujuria, que había olvidado que mi mamá y mi tía seguían en la cocina presentes, cuando me di cuenta, el perro se había levantado y empezado a corcovear con parte de la verga fuera; derramando unos chorritos traslucidos en el piso cerca del sofá. Su verga parecía un gran lápiz labial marmolado rosa, de aspecto baboso y con una punta como en forma de aguijón.

De inmediato me asuste (quede petrificada un instante) «¿Que hice…?» pensé, y salte del sofá a tomar el pollo y sonarlo sentada en el piso bloqueando la vista directa hacia el perro, si volteaban que finalmente lo hicieron solo me verían jugando con el perro y el pollo muerto de hule a través de algunos muebles - ¡Pollo! ¡Koookooouu…! Pollo, pollo ¡Koookoouuu! ¡JA, JA, JA, JA! es mío, es mío… - jugué arriesgándome con el corazón dándome coñazos por la adrenalina - JA, JA, JA, JA, JA, basta Odín… Basta, ten, toma el pollo - proseguí, pero él solo trataba de saltar, de tumbarme, de lamerme y de seguro hasta montarme… De pronto algo capto su atención inmediata, movió las orejas y ladro un par de veces - ¡Shhhh! cállate… Ven, espera… - grité «Van a descubrirnos» pensé, y un escalofrió me recorrió la espalda. El perro volvió a ladrar y observe que mi mamá y mi tía volteaban a mirarnos en el mismo momento que Odín salía corriendo no sé a dónde. De repente escuche varios ladridos; los de él, otros cercanos y otros lejanos, creo que discutía con otros perros, quizás les estaba diciendo “¡Amigos! Estoy con otra perrita humana, déjenme en paz” el alma me volvió al cuerpo y hasta sonreí con cierta ironía. Aliviada y con el corazón retumbando en el pecho, consideré que el perro solo había respondido a un acto natural en sí y que había pasado tan rápido entre el comedor y la cocina que quizás no le habían visto el miembro afuera.

Ahora entendía el refrán “Te dejaron como novia de pueblo… Vestida y alborotada”; con los pezones duritos, la concha caliente y mis latidos acelerados.... Al notar que ellas volvían a lo suyo, me acerque a los chorritos dejados y, recogiéndolos con un dedo me los lleve a la boca… Lo primero que sentí es que era un poco más agrio que el de Rafa, un tanto resbaloso, más líquido y de mayor densidad, nada desagradable por lo demás «debe ser su flujo preseminal, no creo que sea semen…» Me dije, degustándolo un par de veces más, recogiendo la mayor parte posible para familiarizarme con su sabor y grabarlo en mi mente cochambrosa. Sin más que degustar y por el olor a comida que flotaba en el ambiente, me levanté del piso desperezándome toda, me enrollé la cobija y salí a recorrer la casa por fuera.

El sol ya se estaba bajando, por lo que la tarde empezaba a ser fría conforme caía la noche, y una brisa refrescante que me entro por debajo del short me acaricio la cuchara que estaba rueda libre con la tanguita metida. Decidí ir donde mi papá y mi tío, pero al ver que me acercaba me pareció notar que cambiaban de tema, me senté con ellos y, en medio de trivialidades, respondí con monosílabas a ciertos temas, entonces, Odín sé acerco a mí y coloco su cabeza en mis piernas con ojos triste «Ahora es que vienes a darte cuenta… Tendrás que aguantarte junto conmigo» y me azuzo dándome con una pata y como no le paraba bola me empezó a ladrar.

- ¿Qué quieres? No tengo nada… Anda sal, ve a pedir comida a la cocina, shuuu, shuuu - Pero solo obtuve otro ladrido como respuesta.

Seguro él quería tanto como yo, pero estaba frustrada. Mi tío, conociéndolo mejor, agarro un leño cercano y lo lanzo en dirección al fondo del patio, el perro corrió escalera abajo y al poco tiempo volvió con el leño, mi tío se lo volvió a lanzar y volvió a bajar por él, aquello me animo y a la tercera tome el leño y baje al patio a jugar con él en ese arroja y trae, también hice que corriera conmigo por quitarme el leño, o simulaba lanzarlo pero no lo hacía, incluso jugamos a las haladas… Cada quien halando al otro. Terminé por sentirme de mejor humor y note que la noche se estaba haciendo presente. Los faroles ya iluminaban el exterior de la vivienda, sobre todo las terrazas y el estacionamiento. Por un momento observe a mi viejo con mi tío en la mesa de jardín en la terraza, percatándome del sentido de las sombras a las que debería estar alerta. Rompí la vista con ellos y recordé entonces mi braga nuevamente (tendría mi momento de placer), por lo que lancé el tronco cerca de la escalera y con cuidado fui sacando la tanga toda mojada y caliente de mi coño sintiendo hormigueos en el estómago .

- ¡Espera, espera…! ¡No, no seas impaciente! - Dije evadiéndolo con el leño en su hocico para que se lo quitase, él se percató de algo y soltó el leño sentándose, esperando, en tanto yo me estrujaba las manos con la tanguita y la escondía en un puño .

- ¡Ok! ven Odín, adivina - dije extendiendo los puños, él empezó a oler y menear la cola, entonces, me lambió el puño derecho haciéndome una rica cosquilla que me electrizo toda - ja, ja, ja, ja, ja, no está allí - , volví a estrujarme las manos con la tanga y la escondí en la liga del short a mi espalda.

- Adivina, adivinador… De donde viene este rico olor - dije en voz baja, cruzando los puños delante de él, quien se relamió, agito la cola y lengüeteó el puño izquierdo - ¡No está aquí! - grite, le deje el puño derecho y también lo lengüeteó - ¡Oooh…! qué mal, tampoco está - me agache y le estruje mis manos por su hocico impregnándolo con mi olor - ¿Huele rico, sí, sí…? - le susurre teniéndole muy cerca.

Empecé a correr ondeándole la tanga (con la prudencia de ocultarla a las posibles miradas de mis familiares), riéndome a la vez que buscaba un punto ciego con la mirada, por lo que me lleve a Odín a la esquina opuesta de la escalera (tras la pared del baño principal) así podría advertir cualquiera que se aproximara por la escalera o me llamara.

- Adivina, adivinador… De donde viene este rico olor - canturreaba llevándole al fondo, al tiempo que agudizaba la vista y el oído de los ruidos y sombras cercanos. Retrocedí hasta que choqué de espalda con la pared (estaba temblando, bien por; la excitación, el miedo, el morbo, la lujuria, el clima de nocturno de montaña o haber dejado la cobija en el respaldo de la silla de la mesa), «Por mi madre, ¿Qué estoy haciendo…?, ¡Sigue! Sigue, aprovecha» pensé, el temor a ser descubierta era abrumador y a la vez tan excitante… Jamás había sentido una lascivia sexual tan grande.

- Adivina, adivinador… Vendrá de esta prenda… O quizás de debajo del short - continuaba canturreando apoyando la espalda en la esquina entre la pared del baño y la pared colindante del otro chalet - adivina, adivinador… - continúe, halando a un lado las costuras del medio del short con una mano, exponiendo mi coñito depilado - de donde viene este rico olor - susurraba cerrando los ojos, temblando, sintiendo incluso latir los labios de mi sexo más un puñado de nervios en el estómago y en mi vientre.

- Adivina, adivinador… Que tan… Rica… Tengo mi… Flor - tartamudee, abriendo un poco las piernas, colocando mi cadera a su altura, permaneciendo de pie. Esperando sentir el cálido contacto de su exhalación en mi piel… (Estaba pasando por un instante de locura tortuosa) ya estaba cada vez más cerca y podía percibir su calor… Su nariz fría choco con mi concha caliente (quemándome cual hielo seco por dentro) y justamente después de eso, su lengua; larga, húmeda y rasposa paso de abajo hacia arriba por toda la raja hasta el clítoris, provocándome un profundo y violento estremecimiento de gozo «¡Cielos, sí, sí, así…!» pensé, cuando paso acariciando mi punto mágico la primera vez. Luego, con apenas dos o tres lengüetazos más se abrió paso entre los pliegues inferiores, que se abrieron como pétalos de orquídea y le dieron acceso a las rosadas carnes por donde emana el elixir de los dioses. Mi placer era inmenso y aprete los dedos de los pies al mismo tiempo que me mordía un dedo para no gritar, mientras una descarga eléctrica me sacudía todo el cuerpo, ante un potente y anhelado orgasmo «¡Oooohh… Dios! Oh dios, Odín, Odín, harás que me corra…» Gemía mentalmente, los ojos se me fueron hacía arriba y me arqueé sobre la esquina mientras apoyaba la mano que me mordía a una de las paredes, sintiendo punzadas de placer cada vez que me rozaba el clítoris de abajo hacia arriba con su nariz fría, para luego ser arrastrado y estremecido con su cálido, húmedo, rugoso y largo órgano bucal.

(Había olvidado como se sentía y en ese momento me encontraba en la gloria. De nuevo disfrutaba ese divino placer oral que solo un perro puede brindar).

Odín me propino un par de lametones más, antes de hacer una pausa y relamerse gustoso dos o tres veces, momento que aproveche para bajarme el short, liberar una de mis piernas y poder abrirme con más libertad. Tras ello, con una de las manos me di unas palmaditas invitándole nuevamente y le abrí los labios. El perro se acercó una vez más y arrancó a lamber de abajo a arriba con ahínco; una, otra, otra, otra y otra vez, como si se le fuera la vida en ello. Estaba tan excitada que empecé a sacudir mis caderas temerosamente, acompañando el contacto de su lengua, disfrutándolo intensamente mientras mi cuerpo se estremecía suavemente, quería; jadear, gemir, aullar y gritar como una perra… «¡Mmmmgghh…! ¡Dios…! ¡Qué bien! Así cabrón…» Gritaba y gemía en silencio ante el temor a ser descubierta, separándole los labios con ambas manos y experimentando unas convulsiones uterinas que se acercaban entre ardores y efervescencia (algo más primitivo y tan vital como el mismo sexo) «Dios… Me estoy meando… Me está provocando ganas de mear, no lo resisto», me apoyé los hombros y recosté la cabeza sobre la esquina y me arqueé hacía delante abriéndole aún más los labios (las piernas me temblaban y empecé a sudar frio) «Dios… No lo resisto… No puedo más, no puedo más» gemía apretando los dientes, inhalando y exhalando fuerte por la nariz mientras dejaba salir una serie de chorritos; dorados, cálidos y desprolijos, que fueron a dar contra su lengua, su hocico, mis muslos y el piso. Deje que escaparan sin oponerles mayor resistencia en una sucesión de intensos temblores «ASÍ, ASÍ, ¡MMMMMGGH! ¡Qué Gusto…! Oh dios… Lame, lame, ¡LÁMEME ASÍ…! ¡Aaaaaahhgg…! SÍ, SÍ, SÍ, SÍ, ¡ASÍ…!» gritaba por dentro con la respiración entrecortada y temblando incontrolablemente. Aquello me encantó y por lo visto a él igual, ya que había aumentado la rapidez de sus lengüetazos, degustando mis acres licores desde las carnes internas… Provocándome una ligera risa al tiempo que seguía lamiendo sin cesar el punto de dónde provenía ese sabor - Ja, ja, ja, ja, ja, ja… ¿Te gusta…? Ja, ja, ja, ja, ja ¿Sí?, ¿Esta rica…?,¿Tu nueva… Perrita?Mmmmgghh… - dije en susurros entrecortados mientras me halaba los pezones extendiendo la sensación que recorría mi cuerpo, él se relamió como si hubiese disfrutado de un manjar y continúo lamiéndome.

Tras liberar aquella tensión note como otra oleada diferente se acercaba a mis costas, eran otra serie de orgasmos de menor intensidad, pero de mayor numero, que no se detendrían y serian arrastrados como la espuma del mar sobre las orillas, espumas que serían empujadas, que se sumarían o pasarían por encima de las otras. Las caricias de su lengua me estaban causando un burbujeo enloquecedor que me subía de los pies a la cabeza y me hacía palpitar el coño - ¿Me voy a…? ¿Correr…? Mmmggh… Mmmmhhg… Me voy… A correr… Otra vez ¡Sí…! Así, así… Así ¡marico…! - gemía fuera de mí suavemente entrecortada entre sus lametones… Era tan persistente que no puede evitar mover mi pelvis adelante y atrás acompañando sus lengüetazos que parecían llegar más y más dentro cada vez (de seguro estaba divina), «¡Oh Dios, Oh Dios…! Que rico ¡me está volviendo loca…! No, no, ¡No puedo aguantar…! ¡Más…! ¡Aaaaaahhhgg…!» Aullé rechinando los dientes mientras sentía flaquear las piernas

- ¡Claudia! ¡Claudia…! La cena está servida.** - escuche gritar a mi tía, el mundo se me vino abajo, y se me hizo un nudo en la garganta… «NO BAJES TÍA, NO BAJES, NO BAJES, POR FAVOR, POR FAVOR» gritaba en mis adentro, apretando los dientes, no estaba en condiciones de responder, mi respiración entrecortada me impedía siquiera pronunciar vocal alguna y no podía parar lo que venía.

- ¡Claudia…! Estamos esperando por ti.**

- ¡VOOOOY…! ¡YA VOOOOY…!** Grite por fin, corriéndome en otra sucesión de espasmos que produjeron otros pequeños chorritos almizcleros que fueron mayormente al hocico del perro, quien los recibió con eufórico entusiasmo… Dejándome caer de rodillas y sintiendo un sudor frio resbalado por mis mejillas.

- Ok, pero la comida se enfría, apúrate.

- Si, Ya… Ya voooy tía** - respondí bastante agotada. Odín comenzó lamerme la boca, las mejillas y entre las piernas haciéndome muchas cosquillas (lo más peligroso ya había pasado) y sobreponiéndome a los temblores y el mareo, con cierta embriaguez y tranquilidad empecé a reír graciosamente.

- ¡Ja, ja, ja, ja, ja…! Ya Odín… Ja, ja, ja, ja… Ya, ¡para, para! ¡Ya jugamos bastante!** - tomé la braga y se la frote por las comisuras del hocico.

- Mañana jugamos otra vez…** - Dije finalmente. Y subí junto con él siguiéndome, a mitad de camino y sin moros en la costa metí la braga entre algunos troncos del leñero que había apilado al lado de la parrillera. Odín se quedó atrás… Seguro pasara la noche entera intentando sacarla de allí.

- Lo siento… Tía… Ya vengo… Voy, voy al baño… Me lavo las manos…  Y vengo a comer** - dije visiblemente contenta y sudada entrando con dirección al baño.

Segundo día en la Colonia Tovar.

La mañana no había comenzado de la mejor manera (al menos para mí), mis padres y mis tíos habían coordinado que fuéramos a una playa escondida en la Colonia Tovar y, aunque trate de liarme sugiriendo que prefería caminar hasta el pueblo y pasear con Odín, tuve que ir, ya que el muy faldero se encontraba ya dentro de la ranchera de mi tío (al menos fuimos todos), hasta el perro. Ya instalados en la playa; desayunamos tostones con; cazón, zanahoria y queso llanero rallado y tomamos un jugo 3 en 1 de; naranja, zanahoria y remolacha, que según es magnífico para la piel. Durante el día nos bañamos y jugamos con el perro (aunque yo lo hice mayor tiempo), me divertí mucho con Odín; lanzándole una pelota de tenis que mi tío había llevado, haciendo que se metiera en el mar a buscarla. Al medio día merendamos con una parrilla de mar y tierra, tomamos unas cervezas y por supuesto también nos bronceamos un poco como lagartos del desierto. Fue algo diferente y divertido de cierto modo.

Como también estaban los turistas y lugareños que nos devoraban a mi tía y a mí, pues a pesar de que mi tía Aura tendrá unos cuarenta y tantos, es una mujer atractiva; mulata de casi 1.70 de altura; tez canela, cabello corto y alborotado por arriba de los hombros en rizos salvajes de color chocolate oscuro con reflejos rojizos que acentuaban más su piel, de ojos castaño oscuro, labios ligeramente anchos y grandes que al sonreír revelan una dentadura blanca y perfecta. Sus tetas carnosas y grandes, son de las que despiertan envidias, caderas anchas que se unen suavemente a una cintura abultada con ligeros rollos y que van cuesta abajo diluyéndose por sus suaves y bellas piernas de color canela que ocultaban mejor algunas varices y estrías (está en esa edad en que, si bien las curvas más peligrosas habían desaparecido, de cualquier modo, un par de manos sin experiencia podrían perder el control todavía). Era atractiva para su edad y atraía las miradas.

Ya pasadas las 2:00 pm considere que quizás mi oportunidad del día estaba perdida. Si bien, a mayor riesgo mayor era la satisfacción, menos cierto era que las oportunidades serian contadas, incluso menores a los dedos de una mano y quizás ya tendría menos, tres o dos a lo sumo. Cerca de las 3:30 pm de la tarde mi tío insistió en que recogiéramos todo para ir a cambiarnos y cenar en un restaurante que preparaban conejo a la barbacoa. Pero a los diez minutos de salir de la playa se averió el vehículo de mi papá en plena subida y mi tío tuvo que retroceder para socorrernos, no parecía encontrar la falla, así que tras un par de llamadas le dijo a mi papá que iría por un mecánico amigo de él, pero mi papá insistió en que al menos nos llevara primero a nosotras a la casa, mientras solucionaban. «¡BINGO!» Pensé inmediatamente, nos montamos en la ranchera de mi tío y nada más sentarme, me coloque un bulto en el regazo y pase una mano debajo de este para rascarme la concha durante todo el trayecto a casa, ya de bajada estaba de lo más caliente, contenta y mojada (y no de agua salada precisamente) «Oh Diosito, ¡Sí! Dame un respiro… Por favor, por favor» Dije dentro de mí, considerando que solo debía esquivar a mi mamá y mi tía. Dejamos las cosas de playa fuera, cerca de la puerta y entramos, mi tío tomo una caja de herramientas del depósito, al lado la lavadora, las monto en la camioneta y se fue.

Ya en casa; mi mamá, mi tía y yo, solo me restaba esperar el momento. Mi mamá se había metido en el baño a quitarse el agua salada y mi tía estaba en el patio, bañando al perro «Magnifico… Claudia “0” tía Aura “1”» dije observando desde la ventana del cuarto.

- ¡Tía…! ¿Quieres que te ayude? - Grite desde la ventana.

- ¡Si, vente, cuatro manos son mejor que dos! - Grito.

Baje rápido al patio, inclusive con la franela y el bikini con el que había regresado, cuando de repente mi tía tomando la manguera me mojo de arriba abajo con ella.

- ¡Aaaaahhh, esta helada…! ¡Aaaaahh!, no tía… - Reclame acercándome cubriéndome y esquivando los chorros.

- Ja, ja, ja, ja, ja - Sé rio ella.

Juntas nos mojamos, reímos y bañamos al perro con bastante champú y bastante esperma (perdón) bastante espuma, aquello parecía una lucha entre nosotras a ver quién frotaba mejor al animal. Odín agitaba su cola mojándonos y buscaba lamernos las mejillas. Cuando lo enjuagamos tenía parte de la verga a fuera.

- Uy… No te da pena Odín, tener esa cosa afuera delante de nosotras… ¡Perro morboso! ja, ja, ja, ja, ja - Rio mi tía, que fue acompañada de la mía, mientras le mojaba con agua fría la cosa - Esto es para que te enfríes y aprendas ja, ja, ja, ja, ja - Odín se sacudía, nos mojaba y brincaba persiguiéndonos como si todo fuera un juego, hasta que empecé a estornudar muy continuamente.

- Oh dios Claudia, será mejor que entres y te bañes con agua caliente no vayas a resfriarte… Anda, yo termino aquí y te busco algo abrigado.

Entre en la casa estornudando, mi mamá ya había salido del baño y parecía estar en su cuarto vistiéndose, entre en el baño, me quité la franela y el bikini y me metí un buen rato bajo una ducha tibia, bueno, un poco más que tibia por casi 15 o 20 minutos.

- ¿Claudia, Claudia… Estás allí? - Escuche a mi tía llamar a la puerta.

- Si, tía… Casi termino.

- Abre para dejarte una muda de ropa… - Abrí el cerrojo y volví a la ducha tibia.

- ¡Gracias tía…! - Grité cuando cerro.

- No es nada… Abrígate para que no te resfríes.

Cuando termine, me seque toda con delicadeza. Como antes no busque la braga ni el sostén, me coloque; el mono y la sudadera azul celeste y los dos pares de medias que mi tía había dejado, quedando rueda libre por lo demás. Y antes de salir me estruje y cepille bien el cabello. Cuando salí igualmente estornudé ante el clima frio de montaña.

- Ay amor… Estornudar una vez es salud, la segunda es dinero, la tercera es amor, pero ya la cuarta… Es gripe, anda sécate bien, que te preparo algo. - Dijo mi tía en tono jovial, pero con precaución. Dándome otra toalla seca para el cabello todavía húmedo.

«Que mala suerte la mía, Claudia “0” tía Aura “2”» Lo único que me faltaba, un resfriado. Cuando mi tía me sirvió un té de miel con manzanilla y hierba buena ya la tarde estaba próxima a las seis, de hecho, incluso Odín con todo lo perro faldero que es con mi tía paso estornudando y se fue a descansar en una cesta grande acolchada que tenía arriba una cobija de lana doblada. Al poco rato, también llego una grúa remolcando el carro de mi papá detrás del de mi tío. Fin. Un mundo paralelo con todas las leyes de Murphy se abrió ante mí «Mejor te acuestas Claudia, por el día de hoy es batalla perdida» me dije frustrada. Mi tía se acercó y me dio una pastilla para la gripe (nocturna) subí al cuarto resignada y me metí de mala gana en la cama bajo la gruesa cobija con diseño a cuadros como las camisas de leñadores, cerré los ojos y al cabo de un rato me quedé dormida.

Cuando abrí los ojos nuevamente ya estaba oscuro afuera - ¿Ya es de noche…? ¿Qué hora serán? - A tientas busque el celular y active la pantalla (eran las 8:16 pm), me levante rodeándome con la cobija, abrí la puerta y observe que la casa estaba a oscura, solo una luz que provenía de la escalera al cuarto de mis tíos iluminaba el nivel de la cocina comedor, entonces cuando iba a empezar a bajar escuche unos suaves gemidos, pero ante un silencio tan profundo, eran completamente audible - ¡Aaaagghh…! mmggh… Así, así ¡Aaaagghh que bien lo haces…!

Al llegar abajo cerca de la escalera que conducía a la planta inferior, me di cuenta que los gemidos y jadeos provenían de la alcoba principal, el resto de la casa estaba sumergida en la oscuridad, en un silencio absoluto «¿Y mis padres, estarán dormidos? No sería nada raro que mi tío esté empalándole el rabo duro a mi tía» Incluso ahora podía seguirlos escuchando de una forma muy clara «¿Qué sucede allá abajo?» pensé, dejé la cobija sobre el respaldo de una silla del comedor y con mucho cuidado fui bajando escalón por escalón, en tanto más me acercaba más escuchaba nítidamente sus gemidos - Aaaagghh… Así bebé… Lámeme toda, Mmmmggh… - , su voz demostraba un estado indiscutiblemente de excitación. Me pegué a la pared de la escalera y seguí bajando, produciéndome una sensación de estar entrando en otro mundo. Por los gemidos imaginaba que mi tío estaba en los actos preliminares, calentando a mi tía con; caricias, besos, chupetones y masturbándola, no sé, en tal caso supuse que debía seguir bajando.

La atmósfera lasciva de sus gemidos y el morbo de espiarlos, hizo que empezara a sentir mariposas en el vientre - ¡Mmmmgghh…! Así, así… Lámeme toda… ¡Aaaagghh…! Que rico amor - . Escuchaba más claramente a medida que me acercaba, sin embargo, mientras más cerca me hallaba, más me costaba bajar el siguiente escalón y permanecía inmóvil un rato «¿Y ahora qué? ¿Me limito a escuchar desde aquí?» pensé, los nervios me estaban traicionando, temblaba y me costaba un mundo seguir bajando (debía controlarlos antes de seguir o podría cometer un error y revelar mi presencia) -Aaaaggh… Bebé… Así… ¿Te gusta tu mami…? Mmmmggh… - Jadeaba mi tía, «¿Amor? ¿Bebé? ¿Mami?» Mi excitación empezó a crecer vertiginosamente, solamente comparable a la transmitida por mi tía en ese momento «La curiosidad mato al gato, Claudia» pensé, a la vez que una de mis manos se metía bajo la liga del mono para introducir los dedos; índice, medio y anular dentro del coño, agitándolos de forma sosegada pero continua.

Estaba escuchando sus gemidos (que me estremecían toda) cuando noté algo más de fondo… Atenta, reconocí que era un sonido que ya conocía, un sonido brevemente arrastrado que arrancaba suspiros y cortaba el aliento, eran los inconfundibles lametones de un perro. «¡Mi tía se está montando una con Odín! ¡No, debe ser mi imaginación!» Pensé, sin poder verlos todavía, pero era inconfundible «¡No! No puede ser… ¿Pero, y si son?, ¿Te vas a quedar con la duda? Baja marica, baja…» Pensé cerrando mis ojos… (estaba tan interesada) abrí los ojos y con nerviosismo y emoción contuve la respiración para seguir bajando, cuando llegue al tercer escalón (de abajo hacia arriba) una visión me golpeo el cerebro desatándome un pequeño espasmo (Lo que pensé era la vista directa de la alcoba resulto ser una de las puertas con espejo del Vestier, que reflejaba parte de la cama principal) con todos los efectos que ellos generan, cerré las piernas aplastando mis dedos dentro coño al mismo tiempo que apretaba un poco los dientes conteniendo mis gemidos y la respiración mientras sentía más acuosa y húmeda el interior de mi vagina.

Sobre la cama, estaba mi tía con un ligero, medias y tanga de cuero sintético negro, un collar de cuero grueso negro con una argolla y un cintillo con orejas de perro negras también. Bajo de ella, en sus caderas había una toalla doblada a la mitad y de las costuras de la entrepierna de la tanga se apreciaban cremosos bordes blancuzcos cuando entreabría, frotaba y sacudía sus piernas. Ella se contorneaba eróticamente recogiendo aquella crema y esparciéndola por su cuerpo a medida que el perro la lamia entre un lugar y otro, de arriba a abajo; su vientre, sus costillas, sus pechos y pezones, sus labios y mejillas, sus muslos y rodillas. «De verdad que es hermosa» me dije, en tanto la veía moverse, arquearse y estremecerse con la inusitada destreza de una actriz pornográfica, mientras su amante canino degustaba cada centímetro de su rica piel canela persiguiendo su esencia, lamiéndola; una, otra, otra, otra, otra y otra vez. Prohibiéndole el acceso a su entrepierna, a la vez que rasgaba, halaba y acariciaba las sabanas con sus uñas escarlatas.

- Aaaaggh… Lame más… Por aquí, por aquí bebé - le gemía, pasando una pantorrilla cerca de su hocico, la cual él seguía hipnotizado y lamía.

- Mmmmmggh… Así, lame, así… Rico - continuaba, a la vez que pasaba un brazo debajo de la almohada y sacaba un control inalámbrico, lo presionaba un par de veces y se retorcía toda entre fuertes convulsiones; jadeando y gimiendo con la respiración entrecortada al mismo tiempo que se frotaba la braga húmeda, que desbordaba más babas blanquecinas por las gomas de la entrepierna.

- ¡Mmmmmgghh! ¡Aaaaaahh! ¡Sí, sí, sí, sí! ¡Mmmmmgghh…! ¿Ya terminaste…? ¡Ven, ven…! Aaaaagh que bien ¡Lámeme, lámeme! Aquí, aquí bebé, lame aquí… Puedes seguir lamiendo un poco más… - gimió ella llevándole la mano al hocico y guiándolo hasta la braga y tenerlo entre sus piernas abiertas. Odín se lamió el hocico y meneo la cola un par de veces antes de bajar el hocico y acercándose a lamer - Ven Odín… Lame aquí, lame rico a mami - . No lo podía creer (ahora entendía el ¿por qué? de las bragas, y de porque disfruta tanto lamiendo coños). Aquella crema vaginal no podría ser provocaba solo por estar con el perro, ese control debía ser de alguna capsula vibratoria inalámbrica y juntas… Seguro era algo demencial.

Sin duda alguna estaba gozando de lo rico, tenía que ser así. Y observarlo e imaginarlo en mí, hizo que el cuerpo se me estremeciera intensamente de excitación. Me levante la sudadera con premura y la arrojé dos escalones más arriba; liberando mis senos que mostraban orgullosos sus pezones, rosa pálido, ya empinados; para luego y con algo de precaución bajarme el mono, deslizándolo muy despacio por mis muslos y, ya cerca de las rodillas lo deje caer donde estaba… Desnuda me recosté de la pared y coloque una pierna en un escalón superior al de donde estaba, a la vez que me aplastaba y halaba los senos por los pezones con ambas manos. Mientras, contemplaba la escena y escuchaba el gozo desenfrenado de mi tía con el perro entusiasmado lamiéndole la braga. Luego halando los costados de la braga se las desabrocho como un pañal y le expuso el suculento coño achocolatado envuelto en un cremoso glaseado de flujos vaginales, del cual sobresalía la cola rosa intenso de una capsula vibradora.

El instante cuando el perro lamió su cremoso sexo, fue sublime y quedo grabado en mi mente, era algo emocionante escucharlos, al tiempo que observaba como esa lengua; larga, húmeda y áspera barría el glaseado vaginal que cubría cada poro de sus labios de chocolate amargo, revelando las rosadas carnes de los pliegues inferiores. Entretanto, mi tía Aura con sensualidad desbordada; arqueaba su espalda; se halaba los pezones; se le sacudían las piernas y se le entrecortaba la respiración. Temblaba toda demostrando un placer supremo y enloquecedor, sujetándose a las sabanas con las manos y apretando los dedos de sus pies, mientras gritaba, gemía y jadeaba - ¡AAAHH! ¡SÍ! ¡SÍ! ¡SÍ! ¡AAAAAHH…! ¡ASÍ, ASÍ! ¡AAAAGH BEBÉ…! MMMMHH… Que bien, así, sigue, sigue Aaaahh ja, ja, ja, ja, ja, ja lame, lámeme mucho… Mi perrito lindo… ¡Mmmmmhhh…! - sacándose la baliza vibradora para llevarla a su boca lamerla cual chupeta en tanto que la lengua del perro pasaba una y otra vez, recogiendo sus cremosos flujos, flujos que parecían seguir brotando en tanto un orgasmo se encadenara con otro provocando las gruesas gotas de blanca miel.

No podía creerlo, todo eso sería demasiado hasta para mí «¡Ooohh…! ¡Santo cielos! No creo que aguantase algo así…» Pensé, observando la escena con atención y sintiendo un escalofrío gigantesco, sintiéndome más caliente y húmeda a cada momento; aplastándome y halándome los pechos con ambas manos; acariciando mis costados y buscando el camino a mi entrepierna; abriéndome los labios con ambas manos y refregando mis dedos en sus cálidas y húmedas carnes. «¡No aguanto…! ¡No aguanto! ¡Oh, Dios…! Que vaina más divina… Debe ser eso» gemía en silencio tratando de imitar sus caricias e interpretar su placer. Cerré los ojos un instante, sintiendo envidia y celos «Oh dios… ¿podre siquiera un día venirme así?».

Odín frente suculento manjar de estepas africanas no tardo en demostrar su valía exponiendo su largo, brillante y rosado instrumento de amor, derramando unos chorritos que cayeron cerca del coño, en la toalla debajo de sus caderas. Chorritos que no pasaron inadvertidos para su perrita trigueña quien con las piernas recogidas y dobladas frotaba sus costillares con los pies. Nunca creí que observar a escondidas fuera tan tentador, me estaba alborotando toda y todos los poros se me empezaron a erizar poniéndome la piel de gallina -Uy… Pero qué cosa más dura tiene este perrito,¿Todo este vergón es para mí…? - dijo mi tía con cierto tono meloso, a lo que el perro respondió lamiéndole el rostro acercándose a ella y agitando su cola.

Mi tía parecía controlar los hilos de aquel tortuoso juego de provocación parecido al “tira y encoge”, ya que cada cierto tiempo el perro la rodeaba, la lamía, le daba con una pata, se relamía o suspiraba. «Vamos tía, enséñame más, déjame ver que te monte». Los miraba con total nitidez a través del espejo, el cual no sabía si también me proyectaba a mí en contra reflejo. De momento nada indicaba eso, ya que permanecían ensimismados y absorto de su alrededor, por lo que me dedique a probar los cálidos flujos que manaban de mi húmeda concha y frotarme el clítoris en círculos.

La excitación por temor a ser descubierta hoy era diferente, pero no por ello menos placentera. Estaba boquiabierta entrando en un estado de euforia «Vamos, perro marico, cógetela de una vez» decía en silencio. Pero de tanta observación algo iba cambiando en mi interior, me di cuenta que todavía era inexperta ante alguien como mi tía y eso hizo que comenzara a fijarme en su propia sensualidad, se movía con gracia, refrotando sus piernas la una con la otra en un movimiento suave pero cadencioso, su coño achocolatado reflejaba el brillo de su sudor y mieles almizclera, mostrando en cierto momento su delicado punto rosado entre pétalos de orquídeas rosas y chocolate amargo. Nunca antes me había sentido tan atraída como ahora por otra mujer… (antes, en mis primeras andanzas sexuales había tenido una amiga “Carolina” con la cual me masturbe unas decenas de veces viendo revistas de hombres en trajes de baños y películas porno, sin embargo, nunca pasamos los límites a pesar de que nuestros ojos dijeran una cosa y nuestros cuerpos otras).

Ahora me daba cuenta de que este palpito en el pecho no solo era; el que los viese a escondidas o el que deseara al perro tanto o más que ella, me di cuenta claramente de que era ella… También deseaba a mi tía y comencé a tomar más atención mirando el comportamiento de ambos, mi tía gemía, él suspiraba, ella jadeaba, él gruñía suavemente, ella lo acariciaba, él la lamía. Yo no dejaba de verlos y ver aquella salchicha rosada y brillante «Parece más grande que la de Mozart…» Observe; como el perro revoloteaba a su alrededor; como ella manoseaba sus grandes y maduros senos, frotándolos y jalándolos por sus petulantes pezones y aureolas oscuras como granos de café tostados. Mi vista seguía deleitándose ante su piel transpirada y brillante hacia su vientre, sus caderas, su clítoris entre pétalos de tiernas carnes y sus piernas forradas en piel negra… Mostrando ocasionalmente el contorno circular de su formidable trasero «Oh Tía… Que rica te vez también» estaba disfrutando tanto de la escena, que olvide que debía controlar mis propios placeres. - Dios… Que divina estas… Como desearía ser perro… Para lamerte todita… Tía… - gemía sutilmente. Esperando que, aunque solo fueron simples susurros no hubiesen sido escuchados.

El erotismo que se reflejaba en el espejo era tan; sublime, divino, sensual y supremo, que estaba más allá del mundo que había podido sentir hasta el momento. Apreté lo dientes, contuve la respiración y me deje correr ante un orgasmo que había venido reteniendo lentamente quizás por mucho tiempo, orgasmo que me provoco tenues temblores y hormigueos por las piernas mientras varios hilos de flujos vaginales bajan por ellas. Estaba nerviosa y excitada, ansiosa y aterrada, caliente y helada, quería ser uno y ser el otro en esa cama, todo me daba vuelta en la cabeza. El pecho me bajaba y subía a ritmo acelerado, unas cuantas gotas de sudor me corrían por la frente y las mejillas, mis pezones estaban duros y mi vagina, aunque caliente, había superado ya el derrame de flujos que descendió por mis muslos y se acercaban por mis rodillas. Me quede un rato recuperando el aliento. - Aaaahh… Que rica lengüita… Bebé, me encanto - dijo mi tía al perro, dándose vuelta y colocándose boca abajo (mostrándome su firme y redondo trasero color canela) para luego ponerse en cuatro y comenzar a rodear al perro, restregando su rostro contra su hocico. Luego, cada uno buscando probar la intimidad del otro, dándose pequeñas lamidas, dando vueltas en rededor, en un momento dado mi tía dejo de moverse y el perro permaneció tras ella olisqueándola; lamiéndole la concha y el culo a los que mi tía respondía con algún que otro gemido.

Seguidamente y estando en cuatro, arqueo la espalda y levanto el culo, separando las rodillas y un poco más; las pantorrillas y los pies, luego con la cabeza apoyada sobre sus brazos volteo el rostro hacía él invitándolo a montarla. Yo nuevamente me metí los tres dedos dentro del coño en espera de las rápidas y locas embestidas que aquel animal le iba a propinar. El perro con la lengua afuera respiraba agitado, como si pensara, pero el olor de las secreciones corporales de ella le eran irresistibles. Su culo canela y brillante era más que una simple invitación, era un paraíso terrenal. Odín se acercó y tras un par de lamidas se alzó sobre ella.

- ¡Espera Odín…! Ya va bebé… No desesperes, allí no. - Dijo bajando al perro, dando vueltas a su alrededor y frotando un poco su verga para que se dilatara un poco más.

El perro presentía que algo bueno iba a continuar y le paso la lengua por sus muslos, el coño y parte del culo, el garrote empezaba a tener su mejor esplendor. Mi concha volvía a calentarse y burbujear por dentro, mis pezones hormigueaban y todos mis sentidos estaban a la expectativa. Estaba tan caliente como ellos en la cama y quería salir al ruedo.

- ¡Así bebé! Así me gusta que la tengas… Grande para mí.

Tomo algunas almohadas, las coloco bajo su pecho y abdomen, retomando su posición. Hecho, le invito nuevamente volteando el rostro y meneándole el culo - Ven bebé, sube aquí… Quiero sentirte dentro - El perro le lamio un par de veces y se subió a su cadera, pero se equivocó en la montada y bajo, volvió a subirse e intenta entrar, corcoveando y golpeando sin acertar mientras ella se mueve - Por allí no bebé, ven anda… Mami te ayuda - dice mi tía amorosamente, a la vez que me muerdo el labio inferior conteniendo las ganas de darme caña con fruición, a la espera de ver qué sucede. El perro la vuelve a montar y empieza a golpear su verga contra su ingle, mi tía baja el centro abriendo un poco más las rodillas y pasando una mano entre sus piernas toma su verga y chilla contenta - ¡AAAAAHH! ¡SÍ! ¡SÍ! La siento bebé, estas dentro mmmmggh… - gemía mientras veía como el perro se acomodaba en sus patas mientras la envestía y sujetaba por sus caderas - La siento, la siento… ¡Aaaaaaggh…! Bebé… ¡Que verga! bebé… Tu verga… Es muy grande ¡Aaaaaaggh! que rica… - gemía placenteramente, arqueando la espalda y levantando el culo mientras era empalada por el perro que iba y venía en un ritmo demencial, haciendo chirriar la cama a la vez que la cabecera de hierro forjado golpeaba continuamente contra la pared con golpes secos.

- ¡Así, así! Cógeme… Cógeme… Soy tu perrita bebé… ¡Aaaaahhh…! ¡Más, más, más, más…!- gemía, mientras su verga chapoteaba obscenamente con sus fluidos glaseados una, otra, otra, otra, otra, otra, otra y otra vez, que recubrieron su verga y sus bolas creando un marco baboso y blancuzco que enmarcaba su raja caer en No podía creerlo, cerré los ojos, para no estallar asaltando el clítoris o jalarme las tetas, no podía gemir y poner mi presencia al descubierto, sin embargo, la escena era tan caliente y morbosa que no podía evitar dejar de verla «¡Se la está cogiendo! ¡Está fajado dándole duro! Puta, puta, puta… ¿Cuánto podrá aguantar así?» la escena, continuo en ese mete saca y gemidos por casi cuatro o seis minutos hasta que con la boca abierta como si le faltase oxígeno y con los ojos exorbitados pego un aullido de doloroso placer - ¡AAAAAHHH! ¡ODÍN! QUE LECHADA…. OOOH DIOS, OOOH DIOS, ME ESTAS LLENANDO… ¡AAAAAAGGHHH…! BEBÉ, Sí, sí, sí, sí lléname… Bebé ¡Mmmmmggh…! me encanta… - Gemía como una posesa mientras se le veía sus labios expandidos alrededor de una pelota de carne, de la cual una babaza cremosa y blancuzca salía a su alrededor.

Cuando la oí gemir así casi se me salió el corazón del pecho, estaba tan excitada, que no podía seguir controlando mis deseos y me metí cuatro dedos en la raja acuosa a más no poder y comencé a rascarme las carnes por dentro, rápido, rápido, rápido, rápido, rápido, rápido, una, otra, otra, otra, otra y otra vez «Aaaaagghh… ¡Si…! Que tía más puta tienes Claudia, que negra más perra» pensé, sintiendo que la presión me subía y me bajaba. El perro empujo fuertemente un par de veces más y permaneció inmóvil un momento en su espalda lamiendo su cuello y nuca, jadeando y transpirando por su lengua que caía en gotas sobre sus omoplatos. Luego montando una pata trasera sobre su culo hizo un movimiento extraño y se giró - ¡AAAAAAGGHH! ¡NO, NO TE MUEVAS ODIN! ¡AAAAAAGGHH! ¡MMMMMGGG QUE DOLOR! - Grito fuerte reflejando dolor, ambos quedaron pegados culo a culo, con mi tía temblando ligeramente; sudorosa y adolorida pero encima de todo reflejando una satisfacción infinita, ambos respirando entrecortadamente.

Si supiera como la oí gemir, gritar, follar… (Cerré los ojos un instante concentrada en mi propio placer) entonces casi cinco minutos después la volví a escuchar. - ¡Aaaaghh…! Odín… ¡Que divino!... Oh mi amor… Tienes más todavía… ¡Mmmmggh! me estas llenando bebé, ¡Aaaaagghh…! ¡Ja, ja, ja, ja, ja! Que bien, que bien se siente… Lléname más - jadeaba, en tanto el perro suspiraba buscando aire y transpirando por la lengua. Provocando que la mezcla de sus flujos blanquecinos se derramase por las comisuras del coño cual leche condensada sobre la toalla, la sabana y resbalando en una o dos hileras oblicuas por sus muslos. Yo estaba tan excitada, tan sorprendida, tan emocionada, tan, tan, tan… - ¡Achuuu! ¡Achuuuu…! - El perro sorprendido empezó a ladrar, mi tía sorprendida empezó a gritar del dolor que le producía el perro al tirar de ella - ¡AAAAAAAHHH! ¡QUIETO ODÍN! AAAAAHHH NO TE MUEVAS -.

- Claudia… ¡Aaaaggh! ¿eres tú? ¡Claudia…!

- ¡Achuuu…! Lo siento… Lo siento, lo siento tía… ¿yo, yo? - Salí corriendo escalera arriba, ya ni la ropa importaba

- ¡Claudia! Espera… ¡Aaaaaghh ODIN! ¡NO, NO! ¡Claudia! - Gritaba mi tía, mientras tomaba la cobija de la silla y corrí a la planta superior, trancándome en mi habitación.

- Claudia… Abre, tenemos que hablar.

- Lo siento, lo siento ¡Achuuu! ¿yo…?

- ¡Claudia, abre! O voy a buscar la llave.

- No tía, no… ¡Achuuu! ¿yo…? yo no vi nada.

- ¡Claudia! Necesito que entiendas, abre

- Yo… Yo entiendo, lo juro… No diré nada a nadie.

- Claudia… Mañana necesito hablar contigo, ahora están llegando tus padres. Abrígate, te dejo la ropa de la escalera - dijo concluyendo antes de oírla bajar las escaleras con cierta rapidez y escuchar cómo se abría el portón del estacionamiento.

Tercer día en la Colonia Tovar.

Aquella mañana desperté con el mono y la sudadera azul claro que me había dado mi tía el día anterior para dormir. Baje a la cocina y observe que mi mamá y mi tía ya preparaban el desayuno. Al verle sentí una punzada en el estómago, por lo que me fui a sentar aislada en una silla del comedor sin más que hacer - ¿Claudia, Claudia…? ¿Cómo te sientes hoy? - escuche que decía mi tía, al verle observe que se dirigía hacia mí y me puse de pie, en tanto mi tía se acercaba sonriéndome suavemente con una taza humeante en las manos - Tranquila, no tienes que levantarte, siéntate - . Me di cuenta que a pesar de su edad, le gustaba vestir de forma provocativa. Su altura le ayudaba un poco más que a mí, era un poco más alta y su cabello oscuro con reflejos rojizos de rizos rebeldes alrededor del rostro le brindaba una apariencia más lozana y juvenil. Esa mañana, vestía un leggins negro con unas costuras que realzaban su figura, una franela manga corta rosada con bordado folclórico de la Colonia Tovar, unas medias cortas y calzado deportivo blanco. Un conjunto de ropas que, de no ser por la franela suelta, rebelarían unos rollitos discordantes con el pantalón ajustado, incluso así, sus grandes pechos abombando la tela rosa eran razón más que suficiente para pasar ese ligero detalle por debajo de la mesa y considerar que todavía poseía un cuerpo femenino bien sugerente y provocativo.

- Ven Claudia, bébete esto, te ayudara con el resfriado - dijo, sentándose en otra silla con prudencia y distancia.

Yo tome la taza de sus manos y tome un poco «Servirá de algo disculparme… No, ya lo he repetido una decena de veces» pensé, con la mirada gacha sin fijarme mucho en ella, antes de colocar la taza en la mesa.

- Gracias, tía

- No hay de que sobrina… Es un guarapo de jengibre con miel y limón, seguro lo has tomado antes.

- Sí, gracias, mamá también lo prepara en casa cuando no hay medicina.

- Claudia… Con relación a lo de anoche… - Dijo bajando la voz.

- No tienes que explicarte… Tía.

- No, no es el momento, pero debemos hablar… Tómate el guarapo caliente, te hará sentir mejor - dijo suavemente sonriéndome y tomando mis manos con las suyas en un breve y suave contacto, antes de levantarse y volver a la cocina con mi mamá.

Al poco tiempo se unieron mi papá y mi tío a la cocina y nos sentamos todos a desayunar. Habían preparados tostadas francesas con nevazucar y canela, arepas con perico (huevos revueltos con; tomate, cebolla, queso amarillo y jamón picaditos) y una ensalada de frutas con trozos de; cambur, fresas, sandia y duraznos, finalizando con la jarra de café y leche en la mesa. Mis padres y mi tío conversaban entre ellos, según lo que podía interpretar de terrenos y chalets de la zona. Pero mi mente estaba en otra frecuencia y casi no prestaba atención, más que para comer.

- Claudia, ¿cómo te sientes hoy…? Deberías acompañarnos - dijo mi papá muy animado.

- Mejor… ¿acompañarlos a dónde? - pregunté

- Anoche cenamos con un agente inmobiliario que nos presentó tu tío. Tu mamá y yo queremos ver unas parcelas, y chalets que alquilan en temporadas. -continuo mi papá, a la vez que sentía una patadita en la canilla bajo la mesa.

- No lo sé… - respondí al ver que mi tía desayunaba al frente mío - yo… - Mi tía me corto la respuesta.

- Yo pienso que debería tomarse algo y descansar, el clima frio le puede ser perjudicial. Pero claro, es su decisión.

- Me gustaría ir… (sentí otra patada en la canilla, esta vez más dura) pero creo que mi tía tiene razón.

- Willy, tú deberías acompañarlos, sabes los oportunistas y usureros que son tus disque amigos colonieros.

- En ese caso volveremos por ti antes de bajar -agrego mi mamá

- ¿Bajar…? ¿Nos iremos hoy? - respondí con cierta ilusión «mejor, sí puedo vadear a mi tía»

- Bueno tu tío se ofreció a bajarnos, a mí por el repuesto y tu mamá porque quiere buscar algo en casa. - prosiguió mi papá - Igual vendremos de vuelta, dios mediante, antes de la cena.

- Es mejor que se quede, el cambio de temperatura podría hacerle mal. Más tarde le daré algo caliente y vigilare que descanse. Estará mejor para cuando el carro esté listo.

Luego la conversación se fue haciendo más específica a los sectores de la Colonia Tovar y las Chalets de temporadas que ellos conocían. Al finalizar el desayuno, mis padres y mi tío se alistaron para salir y al cabo de un rato nos despedimos antes de marcharse. Estaba sentada en el comedor cuando mi tía se acercó con un vaso de agua natural y una pastilla antigripal.

- Ten Claudia, es un antigripal diurno. Si quieres más guarapo todavía hay en la olla pequeña.

- Gracias tía… Con la pastilla está bien.

- Claudia, necesitamos hablar.

- No, lo siento tía… De verdad, no fue mi intención, pero la vista era tan increíble… Que no pude evitarlo.

- No es eso lo que me preocupa… Sé cuan excitante es la curiosidad algunas veces - dijo apoyando un codo en la mesa y recostando el rostro sobre una mano, mientras que con la otra me acariciaba una mejilla - Solo quiero saber… ¿te doy asco, Claudia? - me pregunto de repente. - Si es así, dímelo, no quieroque te hagas una idea equivocada, si me dices que te doy asco… Te dejaré en paz.

- ¿Asco…? No…  No sé cómo… ¿lo dices por…?

- Sí, por favor. Por eso mismo, necesito saberlo

- No, claro que no tía, pero…

- Nada de peros, en la vida pasaras por muchas experiencias. Algunas preferirías jamás haberlas tenido y otras desearas con volverlas a vivir. – dijo tomando una postura más distanciada.

- ¿Pero… Hacerlo con un perro? ¿No tienes miedo de las consecuencias y el qué dirán?

- ¿Con un perro…? Claudia, hay seres más miserables en el mundo que los perros, créeme - continuo, diciendo con la mirada perdida como haciendo memoria - ¿Consecuencias? Es un perro aseado y medicado, no hay peligros siempre y cuando tomes antibióticos un par de días antes y después de la relación… En algún que otro caso usaras un canesten vaginal y listo. Y ¿qué dirán? No sé… Nunca lo pensé, dirán WAOW, WAOW WAOUUUUW - nos reímos un rato juntas - no, hablando en serio, tendrías que publicarlo o colocarlo en; Facebook, Twitter, WhatsApp, radio y televisión. Esto es mi pequeño secreto… Quizás el más relevante.

- ¿No te da miedo que pueda morderte o lastimarte…? - pregunte haciéndome la inocente

- ¿Temor? Es broma ¿verdad? Con todo lo que sucede afuera, no, te voy a contar una historia: Una amiga mía, su madre a los 15 años le regalo un Dálmata, al quien llamo Tom. Tom era sordo, pero su olfato, su vista y reacción física eran más desarrollados que el de otros perros. Pero, la mamá de mi amiga estaba casada con otro hombre que no era su padre… Un día, años después, tanto mi amiga como ese hombre se quedaron solos en casa y él le dijo que la educación suya no era gratuita y que tenía que pagarle… Debió estar aterrada en aquel momento. Esa tampoco fue la única ocasión, y aquel pago se hizo cada vez más frecuente. Entonces, un día por venganza y flagelo contra ella misma decidió hacerlo con su mascota, contagiarse ella y contagiarlo a él, pero todo salió distinto; fuera de algunos escozores e irritaciones no contrajo nada que no fuese curable o reversible. Para él, ella era… Era solo un depósito de semen, disfrutaba humillándola y sabiéndose su dueño, amo o señor, solo la utilizaba. Pero Tom la hacía sentirse amada y hasta disfrutaba del sexo con él, siempre, sin importar lo malagradecida y malhumorada que estuviera siempre le recibía alegre, saltando, dando vueltas, ladrándole y meneándole la cola. Entonces, ¿Dónde radica el humano racional y el animal primitivo…? Aquel perro la amo tanto, que, un día en el que él ebrio irrumpió junto con unos amigos a su cuarto, Tom les ataco severamente mordiéndoles los brazos, pero al final ellos vencieron y Tom… Desapareció, él dijo que se metieron a robar y que murió defendiéndolos.

- Yo… Yo lo siento, nunca pensé que…

- Oh no… Nunca dije que fuera mi caso, ese es el caso de una amiga, solo creo que hay más cosas a las que temer.

La conversación se fue haciendo más larga e íntima (aunque obviando la relación con Rafa y Mozart), con lo cual nos habíamos ido al sofá de la sala. Hablaba más yo, que ella de sus vivencias. No tardamos mucho sonrojarnos y ponernos algo caliente e incomodas con tanta charla (al menos yo). Me explico del tiempo que le llevo acostumbrar al perro a tener relaciones, error que con cada relación se hacía mejor, y la experiencia era tan indescriptible, que debía probarlo por mí misma. A la final y como quien no quería la cosa me ofrecí a experimentar, quería saber que se sentía estar con ambos.

- Y… ¿se siente bien…? Es que anoche… - pregunte.

- Tú misma lo viste ¿no…? ¿crees que se puede fingir algo así? ¿Qué fue lo que más llamo tu atención?

- Yo… No sé, todo era tan sensual, me gustaba cómo te lamia toda y quería ser tú, aunque… - Sentí que me ruborizaba y bajaba la mirada de la pena, no estaba segura de cómo reaccionaría - después quería ser él, quería… Quería apartarlo y estar contigo, sentí que te deseaba.

- ¿Me deseas ahora…? - Pregunto tomándome las manos con las suyas.

- […] - afirme moviendo la cabeza.

Ya que lo que había visto me había generado mucha excitación. Mi tía sonrió con cierta diplomacia, me beso las manos y acaricio el rostro seguidamente. Dominándome con sutilezas y sensualidades, prolongando la espera y dosificando los placeres… Me conducía sin que me diera cuenta de ello.

- ¿Ya has pensado por donde quieres empezar…?

- No, yo… Yo quisiera, pero…. «Es demasiado hermosa» pensaba sin poder apartar la mirada de su rostro (cada vez me parecía más sensual), tanto, que me dio un escalofrió cuando observe que se mordía el labio inferior en un gesto de increíble erotismo al tiempo que sus ojos escudriñaban mi cuerpo, imaginándolo desnudo, quizás.

Aunque tenía claro lo que iba a suceder, estaba temerosa y anhelante por dar aquel primer paso que nunca me había atrevido hasta entonces. Cuando en un momento fugaz del que fui consciente e inconsciente a la vez, se fue inclinando suavemente hacia mí y me beso en los labios. Nuestro primer beso fue breve, apenas si rozamos los labios… E incluso así; exquisito, delicado y ligero, un beso que solo dos labios femeninos se pueden otorgar, provocándome una pequeña descarga eléctrica que me recorrió la médula espinal y se dispersó por todo mi cuerpo, pasando por mis pechos, llegando a mi vagina y finalizando en mis pies que contrajeron sus dedos suavemente de placer.

- ¿No tienes calor…? Porque lo que soy Yo, necesito refrescarme un poco más - dijo mi tía, acariciándome con una mano, uno de los senos muy suavemente por encima de la sudadera.

Estaba muy cerca de mí, tanto, que podía sentir el calor de su respiración en el rostro y sus profundos ojos escudriñando los míos. El tiempo parecía ir muy lento, cuando una sonrisa nerviosa se me escapó - No tienes por qué estar nerviosa, cuando no quieras seguir, paramos y ya - Dijo cariñosamente. Lleve mis manos a sus muslos sintiendo la suave tela del ajustado leggins, mientras ella subiendo sus manos por mis brazos me tomo suavemente la cabeza de lado y lado, y empezó a besarme la frente, los ojos, la nariz, el mentón y el cuello haciendo que me encorvase sacando el pecho. Mis manos, inexpertas, se paralizaron sin atreverse a pasar la frontera con su entrepierna. Había logrado aumentar mi ansiedad por ella.

Con timidez y anhelo, busqué sus labios, tropezando con su aguda lengua, la cual se entrelazo con la mía de forma lasciva. Luchando la una con la otra, invadiendo espacios en una mezcla suave, húmeda y cálida de saliva, haciendo nuestros besos más prolongados, más profundos, permitiendo que nuestras manos explorasen con cautela el cuerpo de la otra antes de terminar entrelazándose las unas con las otras, sentía la energía que fluía de entre sus manos (pasión, deseo, lujuria, erotismo… Sexo, mucho sexo), entrando por las palmas de mis manos, que absorbían esa energía, en un profundo beso que nos cortó el aliento a ambas.

El contacto emocional era tan místico y sensual que de solo pensar en los placeres que me esperaban, me produjo un hormigueo bestial. Era distinto a cuanto había experimentado con los chicos que había besado anteriormente. Su boca era tan cálida y acogedora que cerré los ojos y me dejé llevar nuevamente entre profundos, largos y seductores besos. El tiempo parecía ir más despacio o el corazón me palpitaba tan rápido y fuerte que al menos así lo sentía. La raja me estaba palpitando de puro gusto, mientras las neuronas iban y venían enviando y mandando señales por cada fibra, musculo y poro de mi cuerpo, erizándome toda la piel entre sus caricias y sus besos. Me sentía deseada, lo cual acentuaba recíprocamente mi deseo por ella.

Cuando nuestros rostros se separaron y abrí los ojos, me dirigió una seductora sonrisa y me soltó las manos - eso estuvo bueno, ¿verdad? - dijo con voz calma y confidente, yo afirmé moviendo la cabeza, en tanto mis manos tomaban las suyas y me ruborizaba sin poder corresponder su mirada - ¿Lo hacemos de nuevo? - continuo, y volví a afirmar con el rostro, cerrando los ojos nuevamente, sus labios alcanzaron los míos y se fundieron nuevamente. Mi tía me fue empujando con su boca hasta quedar acostadas en el sofá, aplastando mi cuerpo con el suyo. Mis manos se metieron bajo el leggins tomando posesión de sus nalgas, deleitándose con ellas un rato «Dios… Que culo más suave y firme se gasta» pensé, emocionada y excitada.

En tanto ella con mayor experiencia y seguridad me metió la suya por debajo de la liga del mono y de la braga; tomando posesión de mi coño, separando mis labios con el índice y el anular para penetrarme con el dedo medio que; entraba, salía, entraba, salía, le daba vuelticas y zarandeaba el clítoris - Mmmmmgghh… Aaaahh… Tía, tía… - Jadeaba. No sabía bien como corresponderle y ella pareció darse cuenta de mi falta de experiencia, pronto noté la presión de su otra mano en la nuca guiándome - Ven… Bésame suave… Bésame toda - jadeo entrecortadamente, para que devorase su rostro, le besé lentamente cada centímetro de su rostro, disfrutando su suavidad, aroma y calidez, colmándolo con besos y lametones por todos lados. Nuestros jadeos y gemidos se mezclaban e interponían en una orquesta de besos y caricias.

Con toda la sensualidad de la que fui posible saqué su mano de mi coñito y me llevé los dedos lentamente a la boca, chupándolos uno a uno al mismo tiempo que la miraba fijamente a los ojos con la mayor lascivia que pude, a la vez sentía sus pupilar escudriñarme el alma, como deseando mucho más de mí.

Tenía que alcanzar sus expectativas, no podía permanecer pasiva ni un instante. Así que tomando iniciativa alce nuestra posición, la apoye contra el respaldo y me senté de piernas abiertas sobre su regazo, tomé su franela por abajo y se la subí hasta tropezar con el brasier, el cual capture también en el camino y los hale ambos hasta despojarla de las prendas y tirarlas a un lado. La visión de sus grandes tetas con sus grandes aureolas y pezones oscuros como el grano de café tostado me paralizo unos instantes… Tenía los pezones erguidos, eran demasiado bellas, demasiado perfectas - ¡Dios! Que tetas… ¿Puedo? - exclame jadeando, ella arqueo la espalda y aproximo sus tetas a mi boca, cuando tome unos de sus pezones entre mis labios lo note; grande, duro, suave, sugerente y dulzón «Ufff… Que divino», lo chupe, lamí y mordisquee hasta que la sentí estremecerse de placer y me pedían que continuara - ¡Cielos…! ¡Sí! Así, así… Sigue así Claudia… Chúpamelos así -. Me aferre a ellos con frenesí, colmándolos de besos, chupadas y lamidas hasta que los poros alrededor de los pezones aparecieron - Dios… Que tetas más ricas ¡Mmmmmgghh…! Oh Tía, ¡Mmmhh…! Me encantan… - exclamaba cambiando de pecho. Me atrajo hacia ella y nos fundimos en un beso húmedo y apasionado, después de besarnos una o dos veces más, le pedí que se levantase.

Estaba poseída por una lujuria tan voraz que fui chupando, lamiendo y besando cada centímetro de sus pechos y su abdomen a la vez que tomaba el leggins junto con las bragas por los extremos y se los bajaba. Simultáneamente, al tiempo que yo descendía con sus prendas, ella me tomo la sudadera por debajo y me la quito por encima (Tenía el coño prácticamente afeitado y sus labios eran carnosos, grandes y oscuros). Frote mi nariz por los alrededores de su raja, embriagándome con el salvaje olor acre de su sexo hasta apoyar mis labios en él, el cual no tardo en balancear adelante en busca de mí boca - Lámela… - Jadeo, para que la estimulara oralmente, luego con ambas manos se tensó la piel hacia arriba y entreabrió los labios - Aquí… Aquí dentro, lámeme el clítoris - Jadeo nuevamente, al tiempo que probaba los húmedos pliegues de su intimidad. El frenesí que me invadía era tal, que empecé a comer las rosadas carnes del oscuro coño como una fiera hambrienta sujetándola por las nalgas y jalándola hacia adelante (su aroma y sabor eran cautivantes). La empecé a lengüetear como un perro o, mejor dicho, como una PERRA de abajo a arriba pasando sobre el rosado clítoris que se alzaba excitado en cada lamida en tanto ella bufaba entrecortadamente manteniendo la piel tensada. Notando como su cuerpo se arqueaba metiéndome prácticamente el coño dentro de la boca, el cual escupí, chupé, lamí y mordí con saña y alevosía.

Me separo jalándome de los cabellos - ¡Ven! Bajemos, quiero hacerte chillar de placer, bajemos al cuarto… - jadeo con los ojos llenos de deseo y pasión, tomándome de las manos y jalándome para ir con ella.

Bajamos al cuarto con nuestras manos entrelazadas y con una sonrisa maléfica que más que dibujarse en su rostro se evidenciaba en el movimiento seguro y erótico de su cuerpo.

- Échate allí, que voy a hacer mares de tu coño… - dijo sonriéndome a la vez que me empujaba contra la cama y se iba hasta el Vestier y volvía con unas prendas parecidas a las de la noche anterior y las colocaba en la cama, luego, revolvía una gaveta de una de las mesitas de noche y sacaba una capsula vibradora de las nuevas.

- ¿Qué vas a hacer con todo eso…? - pregunte.

- Shhhh… Silencio - dijo sonriendo con malicia - deja que haga lo mío nada más, y veras que disfrutaras como una perra - Respondió, a la vez que sus manos me tomaban la liga del mono y la braga por los extremos y me despojaba de ambas prendas, quedando desnuda sobre la cama.

Luego me pidió que me introdujera el Lush Lovense en la cuchara y me colocara un conjunto de bikini de neopreno negro que tenía descubierto el área de los pezones la pieza de arriba y la zona del clítoris la de abajo, los cuales se ajustaban con gafetes a la espalda y a los costados - Me encanta, te queda genial - dijo mordiéndose el labio inferior, a la vez que una risa estúpida me invadía y le lanzaba una almohada. Luego continuo y me coloco unos brazaletes de cuero en las muñecas y los tobillos (yo estaba nerviosa y entusiasmada, ya me hacía una idea, pero la expectativa me estaba poniendo más cachonda a cada instante) tomo dos mosquetones de alpinismo (los que se usan de llaveros hoy día) y me sujeto las muñecas a los tobillos.

- No me puedo mover - dije tratando falsamente estirarme - ¿Qué vas a hacer conmigo…? - agregué mordiéndome los labios. Ella me sonrió mordiéndose una uña y levantando las cejas - Bueno… Esa es la idea, que no te muevas, lo demás… Ya lo sentirás apenas comience.

- Ahora sí… Empecemos - agrego finalmente lamiéndose los labios y frotándose los senos a la vez que se colocaba de piernas abiertas sobre mi abdomen, plantándome su rica catalina contra mi piel y balanceando sus sinuosas tetas y los pezones erguidos sobre mi rostro, yo alzaba la cabeza insinuando querer chupárselas en tanto ella con una risita divertida, movía sus caderas propagando la humedad y calor de su sexo por mi piel, subiendo poco a poco hasta colocarla a una lengua de distancia sobre mis labios - Si… Vas a comerme como se debe, pero antes… Toma esto - dijo, activando el vibrador con el celular, el cual comenzó a vibrar de acuerdo al ritmo musical que salía del celular - ¡Ooh Dios…! Tía, tía, esto es… Es muy bueno - jadié. - Esto, solo está empezando, ya verás la siguiente canción, ahora… ¡Come! - dijo, aplastándome la boca con el coño; refregándomelo adelante y atrás por toda la boca y la nariz, haciendo círculos con la cadera, jadeando y gimiendo mientras le chupaba, lamia y mordisqueaba; explorando profundamente su interior y saboreando su acre almizcle, mientras me retorcía por no poder sujetarme o separarle de algún modo; su coño me ahogaba y me asfixiaba en un tortuoso placer. Estaba siendo sometida de algún y eso me excitaba. Pronto la música instrumental fue más rápida, eufórica y estridente causando que la capsula vibrara en un ritmo endemoniado y me provocasen unas sacudidas tremendas, en tanto sus carnosos y suaves labios oscuros, se hundían en mi boca hasta casi cortarme la respiración.

- ¡Lame, lame, así perra…! ¡Vamos, mueve esa lengua! - jadeaba dando brinquitos sobre mi rostro. Luego se dio la vuelta volvió a aplastarme y me refregó su concha por todo el rostro embadurnándome con su miel en un ritmo de locura y gritando - ¡Así, así! Cómeme la cuca Claudia, así, lame más, Mmmmhh… Que rico perra… ¡Dale, dale, más, más! - gemía una y otra vez. Mientras que con sus manos se recreaba castigándome el clítoris; frotándolo, rascándolo, cacheteándolo, pellizcándolo y escupiéndole entre tales caricias en tanto el vibrador; estremecía intensamente mis paredes, que parecían masticarlo y halarlo hacía dentro, provocándome una serie de espasmos que se acentuaban más con los discordantes orquestas y sinfonías, provocando que me arquease y sacudiese forcejeando tontamente con las manos y tobillos sujetos entre sí «¡Aaggaagh…! ¡Sí! ¡Sí! ¡Esto de verdad me está excitando!» pensé, en tanto me dedicaba en cuerpo y alma a la entrepierna de mi tía.

Mordí sus labios ordeñando su acre miel (la cual me parecía deliciosa). Provocando que se alzara - ¡Aaaagh…! Tía, mi clítoris… chúpamelo ¡por favor, por favor! - bufe, arqueándome y moviendo mis caderas. Se acomodó sobre mi cuerpo y mis muslos, y se lanzó con pasión a devorar mi piel, el contacto fue simplemente sublime con lo excitada que estaba, su experimentada boca lamia los costados de los muslos y los bordes del bikini de neopreno hasta llegar al punto donde estaba descubierto el clítoris lamiéndole con fruición, regalándome un sin fin de emociones placenteras que me recorrió toda la medula espinal hasta estallar en un quejido ahogado en mi garganta, no quería acabar todavía, pero el pecho me palpitaba tan aceleradamente que no pude aguantarlo más «¡Aaahaaahn! Uuuuuufffh… ¡Sí…! ¡Así! ¡CHUPALO…! » gemía mientras me corría convulsivamente sacudiendo mi cuerpo al contra ritmo del suyo, frotando nuestras pieles y comiéndonos los sexos la una a la otra, obedeciendo a los más bajos instintos, sentía su lengua hurgar milimétricamente mi botón y el pliegue que lo ocultaba fustigándolo lado a lado y dándole vuelticas alrededor con su lengua a la vez que mis flujos empezaban a transpirar por la prenda húmeda y salir por el orificio del clítoris o las comisuras de la prenda.

En ese momento apareció Odín, que estimulado por nuestro; olor, gemidos y cuerpos desnudos se acercó a lamer mí frente y el culo a mi tía; una, dos, tres, cuatro veces o más, no las conté, pero había logrado que ella arqueara la cadera buscando mayor contacto con su prodigiosa lengua de placer (ver aquello tan de cerca me provoco cosquillas en la vagina), hasta que mi tía se levantó un poco y dándome unas palmadas en el clítoris, le llamo - Ven Odín, ven… Lame aquí… Lame rico… Para que aprenda - . Se acomodo de rodillas aplastándome con su sexo y me tomo las por las rodillas, separándolas para que el perro se pudiese acomodar mejor y me lamiera con frenesí; una, otra, otra y otra vez. Bastaron solo un par de lamidas para saber que me desvanecería en otro intenso orgasmo (su lengua me fustigaba tortuosamente el clítoris como único pedacito descubierto a la vez que mis paredes uterinas masticaban el susodicho aparato vibratorio apresado en su interior, reclamando atención). Sentía que mis flujos venían a cantaros, originándome unos temblores tremendos de los pies a la cabeza y propinándome unos placeres fenomenales, me estaba volviendo loca de la lujuria. - ¡Mmmmggh! ¡Lamee…! Allí… Allí… ¡Diiios! ¡Esto es realmente genial! no lo resisto ¡Aaahaaahn…! - fue todo lo que pude jadear con las mezclas de las babas de flujos y saliva que tenía en la boca.

Por el peso de su cuerpo sobre mi rostro intuí que su orgasmo se acercaba. Se arqueaba y movía locamente la cadera aplastado su coño contra mi boca al tiempo que sentí como sus manos desenganchaban los gafetes laterales del bikini, exponiéndole mi chorreante, cálido y sensible coño al perro, para luego sujetarse a mis senos jalándome fuertemente de los pezones y arrancándome gritos ahogados en tanto que disfrutaba de las iracundas atenciones bucales del perro, quien me cortaba el aliento en cada lamida desde el ano hasta el clítoris «Su lengua se mete muy dentro de mí, que bien se siente» pensé. Podía sentir como se me endurecía el sensible clítoris y me palpitaban espasmódicamente las paredes vaginales y anales entre contracciones de locuras, al tiempo que mi cuerpo se retorcía sin poder estirarse a plenitud. Avanzaba a grandes zancadas a otro orgasmo colosal al par de que mi tía saltaba sobre mi boca como una amazona (con lo cual pude dejar escapar uno que otro gemido) - ¡Aaaaaaggh! ¡Más! ¡Más! ¡Lame mi coño! Así Odín… ¡No pares! ¡Aaaaaaggh! Que rico… Sigue, no pares, no pares, Odín, Odín, Odín… - gemía entre cada brinco de mí tía.

Fueron instantes de locura, de furiosos desenfrenos corporales hasta qué por fin, en un grito visceral, nuestros cuerpos entraron en una serie de irrefrenables y violentos temblores; se agitaron y sacudieron - ¡Aaaaaaahhh…! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí…! Así, así, ¡Mueve más la lengua… Chúpame el clítoris! ¡Aaaaaaaahhh…! Allí, allí… ¡Me corro! ¡Me corro! ¡Me corro…! ¡Aaaaaaaahhh…! - . Gritaba mi tía llenándome toda la cara de cálidos flujos que brotaban de sus entrañas, los cuales; chupe, saboreé y trague con deleite notando las contracciones de su vagina en mi boca y mi lengua. En tanto que al mismo instante me corría también en un enorme y potente orgasmo - ¡Mmmmggh! ¡Siii! ¡Allí, allí…! Odín… Mi coño se siente tan bien… Está chorreando, maldición… Que rico ¡Me corro! - jadeaba, a la vez que un torrente de flujo manaba de mi interior mientras eran lamidos ininterrumpidamente por Odín. Estar restringida de movimiento (al estar sujeta con las muñecas en los tobillos) resulto ser una de las experiencias más estimulante que jamás había vivido.

Agotadas por los espasmos mi tía se dio la vuelta y dejó caer de lado junto a mí y tomando el celular nuevamente cerro la aplicación del vibrador que ceso inmediatamente su acción (sonreímos cómplices de la travesura realizada), mientras Odín, ladraba y revoloteaba a nuestro alrededor lamiendo nuestros rostros y cuerpos al tiempo que reíamos traviesamente. En sus brillantes ojos irradiaba el goce vivido. Luego me retiro los mosquetones que me mantenían sujeta y nos abrazamos apasionadamente, besándonos profundamente, dejando que cada una probara los flujos de la otra en las bocas. Abandonándonos en una tanda de besos profundos en tanto el perro revoloteaba alrededor lamiendo las secreciones corporales de nuestros cuerpos.

Ante tal evento Odín se afanaba con su dueña; le lamia, ladraba, empujaba con el hocico o le rasgaba con una pata para que tomara alguna otra postura, sin embargo, mi tía no se inmutaba ante ello y solo dispensaba ardientes y profundos besos en mi boca, yo jadeaba entrecortada explorando su piel con mis manos sueltas, lo cual parecía producirle placer a ella. En determinado momento se separó de mis labios y se acomodó sentándose con las piernas recogidas a mi lado, prestándole algo de atención al perro, quien se acercó y le correspondió con una serie de lamidas en el rostro y los labios, mientras mi tía pasaba una mano por debajo y le tomaba la verga con una mano para pajearlo muy despacio (ya lo había visto antes en un video con Rafael, pero nunca antes en vivo), el corazón se me acelero por lo que estaba presenciando y no pude evitar remojarme los labios pensando en saborear aquella verga brillante y rojiza. Podía ver su mano deslizarse suavemente por la verga del animal… Con mucha delicadeza movía la mano; adelante, atrás, adelante, atrás, adelante, atrás le acariciaba los testículos y volvía - ¿Todo este vergón es para mí…? - dijo sensualmente al perro a la vez que este le lamia la mejilla y los labios, me estaba excitando sobre manera. - Uy… Pero qué cosa más grande y dura tiene este perrito- continúo diciendo mientras le masturbaba.

En determinado instante unos chorritos salieron despedidos del flamante miembro y fueron a parar cerca de mis pechos, los cuales se apresuró mi tía a recogerlos a punta de lamidas y besarme en los labios seguidamente, uniendo el deseo de él con nosotras y de nosotras con él, me beso profundamente entrelazando su lengua con la mía, degustando el sabor preseminal del perro en su boca, el cual resultó ser enteramente sabroso.

Luego observé como mi tía metía la cabeza debajo del perro y engullía el rico y brillante miembro rojizo; una, dos, tres, cuatro veces antes de apartarse nuevamente. Al perro la sensación le decía a ciencia cierta que esperar y pronto comenzó a brincar encima de ella una y otra vez, en tanto ella se resistía. Él le ladraba, pisaba o empujaba con las patas delanteras excitado.

- Ya va Odín, quieto, quieto… - le decía mi tía entre risas y apartándolo - Espera un poco más, ven, ven aquí… Mami te ayuda tranquilo.

Yo estaba cada vez más fascinada y dispuesta a saborear aquella herramienta de placer furibundo. El morbo y la lujuria que me invadía me estaba haciendo segregar flujos vaginales en oleadas que bullían fervientemente.

- ¿Tía, Puedo…? - dije, sentándome con las piernas entrecruzadas y acariciando al prepucio del perro. - Quisiera probarlo - Agregue.

- Debes tener cuidado de tus dientes, la piel de ellos es más delicada que la del hombre, así que lejos de placer sentirán dolor, envuélvelo con tus labios y lámelo como lo harías con un hombre. - Agrego.

Seguidamente coloco una serie de almohadas en el medio de la cama y me invito a recostarme, luego busco acomodarlo, pero Odín seguía lamiéndola y dándole con una pata, hasta que le increpo - ¡Ya Odín! ¡Basta! Estate quieto… Ven -. Le regaño mientras, le levantaba y colocaba parado sobre mi rostrocon las patas delanteras más adelante y las traseras entre mis axilas, exponiendo su marmoleada salchicha rojiza sobre mis ojos (verla así de cerca parecía inmensa, al menos uno o dos centímetros más grande que la de Mozart). - Tienes que sujetarle el pene por detrás del nudo, así - dijo, mostrándome cómo hacerlo - Sin miedo, pero sin apretarle demasiado, eso le mantendrá un poco quieto, yo ayudare un poco de otra forma - finalizo.

- Bien… Hazlo con cuidado - dijo, más que decidida a brindarme una oportunidad. Al mismo tiempo que se recostaba de la cabecera de la cama y se abría de piernas para ofrecerle el coño al perro, y le acariciaba para mantenerlo quieto y no se moviese bruscamente - Dale, sin miedo… Recuerda, no uses los dientes - agrego.

Empecé a lamerlo primero por fuera, a todo lo largo; una y otra vez; un lado y otro. Su sabor me excito, lo cual me puso cachonda, y me fascinaba el morbo que me provocaba todo. Pase mi lengua por su punta como en forma de aguijón «Oh dios… Esto es lo que quería probar… ¡Voy a mamarle el guevo a un perro! ¡Dios! que rico…» Pensé, al mismo tiempo que entre mis labios se deslizaba suavemente el miembro en mi boca; dentro, fuera, dentro, fuera, dentro, fuera. Lo lamia del lado izquierdo entrando y del lado derecho saliendo - Mmmmmhhgg… Que rica esta tía… Me gusta - dije en un momento que tenía su verga fuera de la boca para seguidamente colmarle de besos y lambidas antes de engullirla nuevamente - Mmmmggh… Mmmgghh… Mmmgghh… - gemía, metiéndome la verga en la boca y disfrutando de cada bocado.

- ¿Te gusta qué Claudia te lo mame? ¿Sí…? - Decía, acariciándolo ya que parecía no poder hacer dos cosas a la vez y no sabía cómo reaccionar. - ¿Vas a colmarle de lechita la boca? ¿Te lo está mamando rico…? - decía, a la vez que se frotaba la concha delante del perro que movía de cuando en cuando la cola y jadeaba con la lengua goteándole.

Yo estaba embelesada, disfrutando de la garganta profunda que estaba haciendo mientras metía y sacaba de mi boca aquella verga marmoleada; una, otra, otra y otra vez, obedeciendo a mis más primitivos instintos «Demonios ¿Qué le pasa a mi cuerpo…?» me repliqué, sintiendo una extraña sensación que pululaba en todo mi cuerpo «Oh dios… Que rico, qué sabor más divino tiene, dame leche, dámela… Lléname la boquita» pensaba, en tanto esta segregaba una serie de chorritos iniciales que pasaron directo a mi garganta y parecía dilatarse cada vez más... Gentilmente le surcaba de un lado y del otro con la lengua. Era tal mi excitación que la saliva me salía a raudales por la comisura de los labios gimiendo suave y eróticamente - ¡Mmmmggh…! Mmmgghh.... Qué rico lo tienes Odín, Mmmgghhh...¿Te gusta que te la chupen? Mmmggh suave y despacito ¡Mmmmggh…!  quiero que acabes en mí boquita - mientras me acariciaba el coño con la mano que tenía libre, parecía una laguna y me mojaba toda la mano en ella. Estuve así no más de cinco minutos que me parecieron eternos, mamándole el guevo, sintiendo su textura, dureza y calor en mi boca, saboreándola, ya estaba más dilatada de cuando inicié, pero me moría de ganas que me llenara la boca de leche «Se le está poniendo más dura y caliente»

- ¡Mmmmggh…! ¡Mmmgghh....! ¡Aaahh! Mmmgghhh... - Jadeaba, con la respiración entrecortada y el corazón a mil, sintiendo una tanda de potentes y largos chorros «¡Aahhnque divino! No puedo… Es demasiado» pensé, tratando de saborear, disfrutar y tragar, pero esta salía con fuerza y en cantidades, era demasiado… Parte de su leche se acumuló y mezclo con mi saliva escapando por los bordes de los labios. La excitación me llego al tope de nuevo y las paredes vaginales se me contrajeron, aprete fuertemente los muslos enroscando las piernas y estirándolas en un orgasmo enloquecedor que me hizo temblar delirantemente de pies a cabeza en tanto la leche seguía saliendo en mi boca. Todo lo que pude hacer fue entregar mi cuerpo al placer. Disfrutar de cada sensación.

Mi tía entre tanto parecía frotarse frenéticamente el clítoris y la raja a la vez que el perro jadeante, suspiraba y gruñía suavemente. Mientras observaba como este expulsaba los últimos chorritos que recibí con la boca abierta. - ¡No te lo tragues! Espera - Dijo, incorporándose - Déjame un poco a mí también - agrego, acercando sus labios a los míos y pasando la leche del perro de una boca a otra en un beso largo y profundo donde nuestras lenguas se enrollaron aderezando y espesando la lechada con nuestras salivas. Nos abrazamos olvidándonos del perro, nos acariciamos y rodamos por la cama colocándonos una encima de la otra sin separar los labios, juntando nuestras manos, entrelazando nuestros dedos, frotando nuestras piernas, finalmente me rodeo con sus piernas enganchado sus tobillos tras mi cadera (un escalofrió me recorrió la espalda cuando sentí que me apretó fuertemente) y se estremeció bajo mi cuerpo mientras tragábamos parte de los flujos que se mezclaban en nuestras bocas y otra parte escapaba seductoramente espesa y espumante por la comisura de sus labios deslizándose lentamente por sus mejillas de color canela.

Tras un par de minutos en lo que los espasmos menguaron me deje caer a un lado de ella y la abrace permaneciendo recostada de lado y lamiendo la mezcla que se mantenía espesa sobre su mejilla.

- ¿Te ha gustado? - Pregunto

- Sí… Fue estupendo, gracias - respondí.

- El día solo está empezando - agrego, sonriendo y besándome la frente - Vamos a almorzar primero, luego… Ya veremos que hacemos.

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