La teta mágica de mamá 2
La leche empieza a mostrar sus efectos.
A la mañana siguiente, decidí olvidar el encuentro con Juan, y hacer como si no hubiera pasado nada, darle un cariz de normalidad a la situación y pasar del tema.
Pero las cosas nunca salen como uno piensa.
Mientras preparaba los desayunos, a mis niños, mi hijastro se acercó a mí por detrás, y me abrazó cariñosamente, me susurró al oído, si lo había pasado bien anoche. Yo me quedé helada y sin moverme, volvió a mi oído y me dijo, que hoy se tomaría su café con leche especial. Sólo con insinuarme eso, mis pezones se pusieron a fabricársela, como si de una máquina expendedora se tratara. Me estaba mojando la camiseta de tirantes blanca que llevaba. Era pensar en darle leche de cualquier manera y me excitaba sin remedio. Dios!! No me podía mover, estaba congelada frente a la cafetera, con las tetas venga a soltar leche, con la camiseta calada, transparentando a la perfección mis oscuras aureolas y mis grandes pezones. Mis hijos se fueron a ver la tele y nos quedamos solos en la cocina. Luís estaba en la ducha y yo no sabía donde meterme. Así que Juan, tomo el control de la situación, me dio la vuelta y embobado miró su obra, con los ojos embargados de deseo. Con voz de niño mimoso, de dijo tranquilamente. No te preocupes mami que yo me encargo. Y sin dejar de mirarme a los ojos, empezó a chupara y observar la leche que salía sin parar. En un acto reflejo le agarré del pelo y lo apreté contra mis pechos. Era una sensación increíble y no quería que parara nunca.
Cerré los ojo y me deleité, con su boca de ensueño, mis bragas chorreaban y yo no podía estar más excitada. Deseaba que me subiera a la encimera y que me follara allí mismo sin dilación.
Lo deseaba tanto, que me olvidé de donde estaba y con quién Le dije a abrazando su cabeza, fóllame Juan, fóllame por favor, te necesito.
Noté como me levantaba de los muslos y me subía a la encimera, pegaba su verga a mis bragas y se restregaba sin control, sin dejar de mamar, presa del mismo estado de excitación que yo.
Cuando Luis, gritó mi nombre desde el baño, salimos del sueño en el que estábamos y caímos en la realidad de dónde nos encontrábamos .
Caliente como su sufflé a punto de estallar, me acerqué a ver que quería Luís
Desde la ducha me miró con los ojos como loco. La camiseta ya estaba completamente transparente y los pezones erectos a más no poder.
Me llamó como si hubiera perdido la razón, salió de la ducha y sin decir nada más , se tiró a chupara los pezones y a mamar sin piedad. Me subió al lavabo y me la metió de una estocada, sin saber si yo esta lista o no. Yo estaba chorreando después de la previa que había tenido con su hijo en la cocina. .
Nada más sentirlo dentro me corrí como una loca, gritaba y pedía más, más y mucho más.
Jamás había estado tan excitada , había encontrado mi punto más erógeno, algo que nunca me había ocurrido en las lactancias anteriores, pero ahora, cada vez que me chupaban , yo solo quería mas y mas , me daba igual de quien vinieran las atenciones, lo que quería era que no pararan.
Medio minuta más tarde, Luis me mordió el pezón con fuerza y nos corrimos juntos en dos segundos.
Fue junto con el polvo de ayer, el mejor sexo de mi vida.
Luís me decía que lo se imaginaba que mis pechos llenos de leche lo pusieran tan cachondo, pero que cuando los probaba, no podía para de mamar.
Me decía que no dejara nunca darle pecho, que él quería que lo amamantara hasta que fuera un viejecito, sin dientes.
Solo de pensarlo , tan guapo y tan viejete y sin dientes dando caña a mis pechos me ponía enferma.
Tras una ducha, salimos del baño con una sonrisa en los labios, nos cruzamos con Juan, que nos miró con gesto ceñudo a ambos y siguió, rumbo a su habitación, la cual cerró, con un portazo.
Luís me miró intrigado y yo le dije bastante nerviosa que eran cosas de la edad. Se llevó a mis hijos al cole y yo me quede con la pequeña en casa.
Pensaba que estaba sóla y paseaba cómodamente con una camisola de seda suficientemente escotada para poder sacar los pechos por encima sin problemas.
A media mañana, me senté en el sófa a darle de comer y puse la tele. Me tumbé relajadamente ya que se me había quedado durmiendo en brazos y la tenia apoyada en el respaldo del sofá y no se podía caer. Cerré los ojos y me dejé llevar por el cansancio.
Soñé con mis pechos llenos de leche, que ofrecía a cualquier hombre que quisiera amamantarse, les daba mi leche a cambio del placer que ellos me provocaban con sus bocas, era algo incontrolable.
Soñé con todos mis amigos haciendo cola para chuparme, y extraer mi néctar de vida.
Uno tras otro, se acercaban y mamaban, sentía que mis tetas fabricaban leche sin parar para abastecer a todos y que nadie se quedara sin su ración. Sentía los pezones ardiendo, hinchados.
Dentro de mi sueño me excitaba sin control
Mi amigo Pepe , con su barba, me arañaba a plaer con sus pelos duros, restregaba su barba cerrada por mis pezones y me daba tango gusto que me corria sólo con su roce.
Le chorreaba la leche por sus pelos rojizos y ser relamía con deleite para saborearlo todo y no dejar ni una gota.
Cerraba los ojos, y ahí estaba Andrés, el compañero de la facultad de Juan, siempre me había parecido un bebé, aunque tuviera 20 años. Era tan rasadito, son su mofletes rojos y sus labios llenos.
Lloraba de gusto mientras mamaba y me decía, gracias Mami!!! Gracias por este regalo.
Yo, me moría, me moría de gusto y no sabía parar.
Otro hombre, un dependiente que coqueteó conmigo en la tienda de ropa.
Me decía que desde que me vio con mi enorme vientre de ocho meses, me había deseado, quería chuparme las tetas y meter su poya entre ellas. Ahora chupaba él mis pezones, cada vez que los miraba estaban más negros y gordos y cada vez me daban mas placer.
No me corría siempre, tenía micro orgasmos que me mantenían soñando , sin llegar a despertarme. Él si se corría, y me lanzaba su semen encima de mis tetas, luego lo restregaba todo con sus manos y volvía a chupar. Me tenía loca de excitación.
Cuando pensaba que iba a reventar de placer, vi a mi hijastro, en la larga cola esperando su turno para chupar., esperando su turno para llenarse la boca de mi leche.
Le llamé, no sé bien por qué, esto estaba mal, hasta en sueños, pero no tenía filtro en mi mente, aquí podía hacer lo que quisiera.
Vino corriendo, pasando por delante de muchos hombres, que lo miraron con envidia y amargura, porque tenían alguien más delante de ellos.
Me abrazó fuerte, y me dijo que quería mi leche, que desde que la había probado no podía dejar de pensar en ella, era como un potente afrodisiaco, que lo tenía empalmado todo el día.
Se había pajedado hoy cinco veces, desde la dosis del día anterior y que ya no podía parar.
Me dijo que me había visto follarme a su padre la noche anterior y que se había masturbado tres veces mientras nos espiaba, que deseaba follarme más que nada en el mundo, pero que sabía que no debíamos hacerlos fuera de nuestros sueños.
Pero ahí estábamos los dos soñando y yo estaba a punto de estallar, así que le ofrecí mis pezones y me senté sobre su enorme polla. Tan grande que sería imposible que fuera real.
Empecé a cabalgarlo como una perra en celo. Lo sentía tan duro y me llenaba tanto que no podía parar. Me susurraba guarradas al oído y yo no sabía si estaba despierta o dormida, porque notaba su boca en el pecho tan real, tan caliente… se le llenaba de leche y le rebosaba por los lados, tragaba sin parar. Era increíble, notaba como el orgasmo muy cerca y no uno pequeño como los anteriores, sino uno de los que te dejan seca.
Conforme chupaba cada vez más fuerte yo sentía que su polla, se clavaba, más profundamente.
Me corrí mucho, tanto que desperté a mi hija, y me encontré con la mano de mi hijastro entre mis piernas, la boca en el pezón libre y su mando libre cascándosela a una velocidad increíble. Cuando nuestros ojos se cruzaron se corrió en su mano con un gruñido animal.
Me quedé sin palabras después del sueño que había tenido, no sabía cómo reaccionar.
Él me miró y me dijo muy serio, que se lo había pedido yo, que él estaba tranquilamente viendo la tele y que yo lo había llamado y le había ofrecido mis tetas sin decoro alguno, y le había pedido que me follara fuerte, pero que como estaba el bebé, se había conformado con meterme el puño y masturbar mi coño chorreante hasta que me he corrido.
Ante sus palabras no pude decir más, cogí a mi hija y nos fuimos a mi habitación a intentar recomponerme.
CONTINUARÁ….