La terminal

Mis manos como el agua no dejan rincón sin acariciar, mientras recorro con mi boca toda su espalda, cada beso, cada contacto de mi lengua, cada roce de mis dientes aumentan su deseo.

Hacía ya tiempo que esperaba en aquella terminal de ómnibus. En mi mente el recuerdo de aquella noche se hacía permanente. Sólo la había visto una vez, pero fue suficiente para apreciar aquellas encantadoras palabras que no me canse de admirar, en su contenido bien fundamentado, envuelto en tan maravillosa voz, la que por si sola, al vibrar cálida como el sol, me deslumbró como éste en una radiante mañana al preceder una fría tormenta. Cálida y fresca, así es su voz.

No, si no es contradicción. La experiencia de la vida, los errores, los golpes, las pérdidas, las responsabilidades no han mermado la frescura que aporta ese espíritu juvenil que ella posee.

En fin, heme aquí, pensando en ella, en esta bonita terminal, observando como, al igual que las mujeres de mi vida, los ómnibus entran y salen, sin permanecer. Alguno de ellos… ¿cual será el que me lleve hacia mi destino?

Bien parece que aquella voz no va a narrar alegremente nuestra historia en alguno de nuestros aniversarios. Ni podré deleitarme al escucharla expresar pasión. Aunque pude apreciar cuán calida es hablando de amor, jamás escucharé un te amo de ella.

Sorprenderla en la ducha, tomar el jabón, hacer espuma en ella, en una prolongada caricia, ver como el agua se lo lleva en un húmedo y excitante strip-tease.

Abrazarla por detrás, sintiendo su menudo cuerpo dejándose envolver por mi pasión. Disfrutar de su maravillosa piel mientras le beso en el cuello, y ella se estremece suspirando.

Mis manos como el agua no dejan rincón sin acariciar, mientras recorro con mi boca toda su espalda, cada beso, cada contacto de mi lengua, cada roce de mis dientes aumentan su deseo. Al llegar al final de su espalda puedo notar como sus caderas se mueven en una danza sensual, que me alienta a seguir, ya de rodillas mis besos se adentran en sus nalgas mientras mis manos no dejan las caricias, una en sus turgentes y delicados senos y la otra rozando su monte de Venus… luego sus labios… me alejo y me acerco peligrosamente a su necesitado sexo. Sus gemidos y sus movimientos delatan su desesperación.

Por fin mi boca saborea sus jugos, mi mano se adueña de su clítoris sintiendo su textura, su calor, acariciándolo al ritmo que marcan sus caderas, que es el mismo que impone mi lengua al entrar y salir de su deliciosa cueva. Siento la proximidad de su orgasmo, su cuerpo me lo dice, sus gemidos también, pero cuando comienzo a acelerar el ritmo, retira mi mano con la suya, se da vuelta y se arrodilla frente a mí. Ahora, las dos de rodillas, frente a frente, nos fundimos en maravillosos y apasionados besos, al tiempo que los pechos se rozan al ritmo de nuestras caderas, mientras nuestras manos se pierden en el interior de cada una, intensamente entran y salen, al unísono, mis gritos se apagan en su boca y los suyos en la mía. Su mano libre aprieta mi nalga acercando mas nuestros cuerpos, mis uñas se hunden en su espalda al sentir muy próxima la llegada del orgasmo, ya nuestros cuerpos juntos unidos en esa danza frenética del amor estallan en un prolongado orgasmo, fusionados.

Los besos ahora, amorosos, dulces, desbordando ternura… la respiración aplacándose al unísono… los cuerpos aun unidos… mientras el agua agradablemente tibia, acaricia nuestros relajados cuerpos…

En fin… eso solo quedara en mis fantasías… porque la gente sigue entrando y saliendo, el sol sigue su curso hacia el horizonte, las horas han pasado ya y mi vida continua… pero sin ella, pues no se presentó, ni llamó y la infinidad de mensajes que le envié, los varios correos de voz que recibió su contestadora… solo fueron respondidos con el indiferente mensaje, de alguna razón vaga, por la cual no pudo llegar, y mis ojos, por fin, logran ver su falta de interés.

Interlna

Valeria