La tercera vez de tantas

Comencé mi tarea y lo sobaba lento, despacio, dejando que esa baba que salía de su pene me embarrara los dedos de mi mano. El sólo suspiraba y cerraba los ojos. Seguí moviendo mi mano a un ritmo lento, y le apretaba duro, como si fuera el de Pepe. Después de un rato mi molestia se fue acabando para concentrarme en lo que hacía, quería que viera que yo era buena haciendo eso.

LA TERCERA VEZ DE TANTAS

Hola a todas y todos, otra vez soy yo y les quiero contar otra cosa que me pasó. Tenía casi quince años cuando ya podía salir con mis amigas a pasear y a fiestas pero siempre llegando antes de las doce de la noche.

Recuerdo que casi había cumplido quince años cuando tuve la oportunidad de descubrir algo que todavía disfruto mucho: masturbar a los chicos.

Mi novio Pepe había sido el primero al que había masturbado, nunca se lo había hecho a nadie más y me parecía normal que se lo hiciera a él. Después de la última vez que nos vimos me rehuía y se escondía de mí.

Me desesperaba que no me buscara y fui yo quien lo busco. Como era de esperarse se había aburrido de mí y ya andaba con otra de mis amigas. Eso me dolió mucho y me puso muy triste.

Esa tarde llore en el parque hasta que se me acercó Ramón, un amigo de Pepe y mío. Trató de consolarme y le preguntaba por qué era así conmigo Pepe. Después de escucharme me dijo que ya le había contado todo lo que habíamos hecho y que eso era lo que buscaba siempre, después, se aburría de las chicas y se buscaba otra más para hacerles lo mismo, que así era él y que a lo mejor no lo había tratado bien yo.

Me puse a llorar otra vez y el me abrazo. Me dijo que no era para tanto y que mejor me buscara otro novio. Le mire y le pregunte que si le había contado todo Pepe y me respondió que si. Ya sabía lo que habíamos hecho en el cine y que a lo mejor no lo había hecho bien.

Eso me dejo enojada y le conteste que lo hacía mejor que cualquiera de mis amigas. Sin mirarme me dijo –porque no me enseñas como lo haces y yo te digo si lo haces bien o no- Dude un poco pero mi orgullo estaba herido así que me levante y le tome de la mano y le dije –vamos entonces- y ya estaba decidida que tenía que hacer.

Subimos a la azotea del edificio y nos pusimos atrás de los tanques de gas. Se quedo de frente a mí y me dijo –enséñame como lo haces- y me le acerque, le baje el cierre del pantalón y saque su pene.

No estaba muy duro todavía pero cuando sintió mis dedos se puso más grande. Yo no había visto más que el de Pepe pero el de Ramón se veía más grande que el de él o tal vez yo lo imagine así.

Comencé mi tarea y lo sobaba lento, despacio, dejando que esa baba que salía de su pene me embarrara los dedos de mi mano. El sólo suspiraba y cerraba los ojos. Seguí moviendo mi mano a un ritmo lento, y le apretaba duro, como si fuera el de Pepe. Después de un rato mi molestia se fue acabando para concentrarme en lo que hacía, quería que viera que yo era buena haciendo eso.

Jugué un rato con sus testículos con mi otra mano mientras con la derecha seguía sobándole su cosa. No sé cuanto tiempo estuve masturbándolo pero el puso sus manos en mi cabello y lo comenzó a acariciar.

No había palabras entre nosotros, sólo suspiros de él y ya estaba un poco excitada yo. Quería que fuera lo mejor que hubiese sentido hasta ese día Ramón.

Subí mi mano más rápido y fuerte, quería terminar ya pero el me detenía para que durara más. Ya tenía su pene muy húmedo y esa humedad la compartía con mi mano. Después de un rato ya empezaba a sentir la mano cansada así que la cambie por mi mano izquierda.

Lo toque y o toque, hasta que se empezó a poner tenso y de su pene salió su semen. No me importó que manchara mi vestido, yo seguí sobándolo hasta que perdió tamaño su cosa.

Abrió sus ojos y me regalo una sonrisa. Me miro y dijo –eres la mejor- y tomo mis manos y las limpió con mi vestido rosa. Después, el también se limpió con mi vestido su cosa y me dijo –creo que lo haces bien pero necesitamos otras opiniones- así que me dijo que lo esperara unos minutos.

Me senté en el piso y mientras volvía pase mis dedos olorosos por mi nariz. Tenían un olor que ya conocía. Me volví a acordar de Pepe y sentí de nuevo coraje, creo que eso me hizo que sintiera que lo que había hecho era su culpa.

Cuando Ramón regreso venía con Carlos, Sergio y Manuel. No dije nada, sólo me puse de pie y me dirigí otra vez atrás de los tanques de gas.

Se plantaron frente a mí y sin decir nada me acerque a Carlos. También le baje el cierre y comencé de nuevo mi tarea masturbatoria. Se lo estaba haciendo tan rápido que Sergio ya se había sacado el pene y tomó mi mano izquierda para que lo empezara a tocar.

Estaba un poco incomoda porque no podía coordinar bien mis movimientos así que le dije que se pusiera atrás de mí. No pregunto nada y mientras masturbaba a Carlos él me levanto la falda de mi vestido y me abrazó.

Pude sentir por primera vez su cosa entre mis muslos y separé un poco las piernas para que se acomodara. Olvide todo por un momento y deje que comenzara a moverse de atrás hacia delante, frotándose con mis piernas mientras masturbaba a Carlos.

Ramón y Manuel nos veían y ya se habían sacado sus penes fuera del pantalón. El primero en terminar fue Carlos y su lugar lo ocupó Manuel. Me dí a la tarea de sobarle su cosa también mientras Sergio se movía más rápidamente hasta que eyaculo en mis piernas.

Ya estaba como loca y Ramón se colocó atrás de mí y comenzó a moverse también. Se acercaba a mi oído y me decía –verdad que te gusta?- y no le respondí, sólo eché para atrás mis caderas para indicarle que se siguiera moviendo.

Terminé con Manuel y deje que Ramón continuara su movimiento, así que cerré un poco más mis piernas para aprisionar más su pene.

Él también me eyaculó y nos separamos. Volvió a limpiarse con mi vestido y le dijo a los demás que si querían que hicieran lo mismo. Ninguno quiso y todos me miraron. Ramón pregunto -¿lo hace bien o no chavos?- todos sonrieron y dijeron que mejor que ninguna.

Me hicieron jurar que no se lo diría a nadie de nuestros amigos y mucho menos a Pepe, que sería nuestro secreto. Yo lo prometí y se fueron, dejándome excitada pero contenta. Claro que lo volvimos a repetir y nuestro juego lo bautizamos como "el trenecito", pero los demás juegos se los contaré si les gusto lo que les conté.

Saludotes para todos y para todas.