La tercera amiga de LU
Marina es más bien feita, pero merece que le den sus gustos. Además me lo pidió Lu.
LA TERCERA AMIGA DE LU, LA HIJA DE MI AMANTE
Marina era virgen, a la fuerza, era feita; escasa de tetas, escasa de culo. Un solo novio que le duró seis meses y la dejó muy caliente, pero fue porque ella no se animó a que él la cogiera. Se corrió la voz entre los chicos amigos: además de fea se hacía la estrecha; entonces ninguno más se le acercó. Las chicas iban a bailar todos los fines de semana, mientras bailaban entre ellas Marina se divertía, pero cuando tocaba bailar con los chicos ninguno se interesaba en ella. Se convertía en un lastre para sus tres amigas que la bancaban por solidaridad, parte del primario y todo el secundario juntas habían creado lazos muy fuertes.
Tan fuertes que cuando se juntaban las cuatro solas Lu, Sammy y Cris contaban con lujo de detalles sus experiencias sexuales, entre las cuales yo aparecía con frecuencia ya que cogía alternativamente con las tres. Luego de las narraciones Marina era la que más se masturbaba, las otras estaban bastante bien surtidas, aunque una paja de tanto en tanto no les disgustaba, eran bastante viciosas las niñitas.
Tanto oír hablar de mí, Marina pensó que yo era un semental a sueldo, y que ya que había hecho tantos favores por qué no hacérselo a ella, su virgo le pesaba toneladas, se sentía menos que sus amigas, ni siquiera había tenido nunca una verga en la mano. Era tan inocente que no se le ocurría comprarse un consolador, aunque en Buenos Aires los venden en cualquier parte bajo la denominación de "masajeador facial", pero tienen la forma de una pija pequeña, aunque gruesita. Así que Marina se pajeaba sólo con sus dedos, y le contaba a sus amigas que lo hacía cuando estaban juntas contándose sus cosas, y lo repetía en su casa sola cada vez que se acordaba.
Lu me contaba las desventuras de su amiga. También me las contaban Sammy y Cris, pero ninguna se atrevía a pedirme que hiciera algo por ella.
Con Lu cogía regularmente, porque en las ocasiones, cada vez más frecuentes, en que iba a Buenos Aires vivíamos bajo el mismo techo, la casa de Marta, y teníamos casi todas las tardes a nuestra disposición, la pendeja me exprimía la verga cada vez que podía; tanto que algunas tardes me iba al cine pretextando obligaciones profesionales, para poder coger con Marta a la noche sin aparecer como un tipo agotado.
Otras veces me escapaba para coger con Cris o con Sammy. Cris tenía el consuelo de su novio que poco a poco y guiado por ella iba aprendiendo.
Yo a veces pretextaba un congreso en cualquier parte para poder irme a Buenos Aires a coger con Sammy o con Mónica, la ex novia del hijo de Marta, pero más con Sammy que me deliraba.
Sammy había tenido que ceder al acoso de Esteban, el amante de su madre, pero hasta entonces el tipo se conformaba con poco, le echaba un polvo cada vez que podía y se agotaba; Lucía, la madre de Sammy, era una mujer muy exigente y lo cogía casi todos los días.
Sammy me contaba que cuando la cogía Esteban no gozaba, él era muy bruto y desconsiderado, como ella tomaba anticonceptivos, que yo le receté, él la agarraba, casi de prepotencia, y la cogía rápido, acuciado por el poco tiempo que le dejaba Lucía, que sabía lo que pasaba y se hacía la tonta. Esteban nunca cumplió sus amenazas o promesas de cogerla por el culo, ni de hacerse mamar la pija y acabarle en la boca, era sólo un fanfarrón. Por eso es que Sammy siempre estaba caliente, y a mí me tocaba, sin ningún disgusto la tarea de aliviarla. En verdad esa pendex me tenía loco, habíamos llegado a hacer de todo. Cada vez que la llevaba a un telo (hotel exclusivo para coger) inventábamos nuevas formas de coger. Pero no es esto lo que les quería contar. La cosa es que fue Sammy la que se animó a pedirme que hiciera algo por su amiga Marina.
Está loca por que alguien se la coja. Es la única virgen del grupo. Y como sabe de tu habilidad en desvirgar quiere que sea con vos.
Pero, mi chiquita, es tan fea, no tiene nada que me atraiga.
¿Y si te lo pido yo?
Vos me podés pedir lo que quieras.
Si no la cogés no te dejo entrar más en mi culito.
Ante esa terrible amenaza no me quedó más remedio que ceder, el culo de Sammy era mi delirio, y no me lo iba a perder por nada.
Está bien mi chiquita, arreglemos para que me coja a Marina.
Vos sabés cómo y dónde.
Obligado por mi responsabilidad volví a pedirle el departamento a mi amigo, pero no me hice acompañar por Sammy. Le pedí a Lu que fuera la anfitriona, era la más experta en disipar temores. Lo planeamos todo con nuestra acostumbrada efectividad.
En el día en cuestión nos encontramos los tres en la entrada; Lu la había aconsejado a Marina y las dos venían vestidas de calle, vaqueros y remeras. Entramos en ese lugar del que hasta el portero sabía que era un sitio para coger. Una vez dentro del departamento, dos ambientes amplios decorados con cuadros eróticos, dormitorio con espejos por todos lados y baño equipado con los mejores adelantos de la ciencia; ordené.
Sáquense toda la ropa. Toda. Lu prepará las enemas.
Me sentía como cumpliendo con un deber, una especie de obligación que había adquirido de buen grado, o no tanto, más bien amenazado por privarme del culo de Sammy, aunque sabía que ella no me lo iba a negar por más que yo no cumpliera con su pedido. Me consolaba la presencia de Lu, al menos esa tarde me iba a coger una mina que me gustaba.
Mientras me tomaba un whisky esperé a las dos chicas, salieron del baño luego de las enemas que Lu había aprendido a aplicar, estaban las dos desnudas. Miré a Marina, y lo único que me atrajo fue el pensar que iba a estrenar otra concha virgen.
Lu, enseñale a chupar una pija.
Entre las dos me desvistieron hasta dejarme totalmente desnudo, mi verga estaba en calma, muerta, dormida. Le ordené a Lu que le enseñara a Marina cómo pararla. Sentí cuatro manos empeñadas en excitarme, luego la boca de Lu que me mamaba, y le explicaba a Marina el arte de la mamada; dos bocas se empeñaban en darme placer; una experta y otra no, pero muy empeñosa.
Marina desnuda no parecía tan fea, ninguna pendeja de veinte puede ser totalmente fea, tenía bastante carne, aunque no bien distribuida, unas tetitas tan chicas como las de Marta, pero más duras y paradas. Lu la acariciaba, a la chiquilina le gustaba lo lésbico, la besaba en las tetas, le tocaba la concha; Lu fue siempre mi mejor aliada; Marina estaba ya muy caliente, la acerqué a mí y la besé en la boca, se prendió como una sopapa, le chupé un poco las tetitas y me lancé a su concha, tenía el clítoris duro como una aceituna, y así de grande, la comí un rato y le dije:
Voy a empezar por tu culito.-
Marina que había apreciado las proporciones de mi tranca se asustó un poco, pero para eso estaba Lu.
Te va a doler un poquito cuando te entre, pero luego vas a ver lo lindo que es. Vas a gozar como una yegua.
Lu me ayudó a poner el gel en el culo de su amiga del alma, con sus deditos me ayudó a dilatarla. El culo de Marina no era nada destacable, pero yo estaba tan caliente que me hubiera cogido a una escoba, siempre que tuviera un agujero. La tendí boca abajo, Lu me ayudó a abrirle las nalgas, y cuando tuve a la vista el agujerito del ano le apoyé la punta caliente de mi verga. Lu se tendió junto a Marina y le besaba la boca. Yo empujaba con suavidad, el anillo se resistía al principio, luego empezó a abrirse, mis dedos en la concha ayudaban. Cuando la cabeza de mi verga traspasó el esfínter Marina gritó.
Sacala que me duele mucho.-
¿No era lo que querías?.-
Pero me duele.-
Aguantá que es sólo el principio.-
Mi pija iba entrando de a poco en ese culo virgen, Marina se quejaba, Lu la consolaba, yo la tranquilizaba mientras le ponía cada vez algo más, empujaba con cuidado, y la verga se metía, hasta que se la tuve entera adentro. Apenas me movía, sentía ese culito apretado chupando mi pija.
Marina, ¡qué lindo es tu culo por adentro!
Sergio, me está gustando, siento que me vengo, tocame la concha, tocame las tetas. AAAAYYYYY Sergio estoy acabando, es mejor que cualquier paja de las que me he hecho pensando en vos. Se me llena la concha de jugo. No vayas a parar, cogeme el culo que es tuyo. AAAAYYYYY Sergio cómo me hacés acabar, estoy gozando como una yegua. Dame más, más fuerte, culeame, quiero ser tu puta. Me volvés loca.
Yo sentía mi verga apretada por ese culo que ya me empezaba a gustar, la pendex movía los músculos de su culo como si supiera que eso me hacía gozar, y meneaba las caderas con lo que le daba un mayor impulso a mi pija que se le metía más adentro, levantaba el culo para que le entrara más. Lu miraba embobada cómo gozaba su amiga. No pude aguantar más y le largué toda mi leche a Marina dentro de su culito. Me quedé adentro, y ella me siguió apretando la verga con los músculos de su culo hasta que me hizo venir otra vez.
Descansamos un rato para emprender la tarea principal de la tarde. Ducha de a tres relax, unas copas, los tres desnudos por todos lados. Y ya estaba mi verga lista. La puse a Marina boca arriba, le abrí las piernas y le empecé a chupar la concha. Mi lengua le abría los labios mayores y menores hasta encontrar su clítoris, un botoncito duro y caliente, la penetraba con la lengua, lameteaba de arriba hacia abajo, mientras mis dos manos se concentraban en sus pezones también duros. A Marina le faltaban dos días para su menstruación, lo que me aseguraba poder volcar mi leche en su concha. Ella estaba muy caliente, quería a toda costa perder su virginidad tan pesada. Me rogaba que la cogiera de una vez, pero yo quería tenerla bien caliente, quería que me lo volviera a pedir una y otra vez. Era un pedido de Sammy, y quería cumplir de lo mejor. Cuando noté que ella no aguantaba más, que tenía orgasmos muy notorios, aunque no tan seguidos como los de Lu o los de Sammy, la puse en posición. La más clásica, la del misionero. Con sus piernas bien abiertas le miré la concha totalmente mojada, dirigí la punta de mi verga hacia la entrada y allí la apoyé apenas.
Es muy grande.- me dijo
Cuanto más grande más te va a gustar.- le dijo Lu.
Empujé un poco, era una concha muy cerradita, me costaba metérsela. Marina se quejaba del dolor. Le dije que era igual que el culo, sólo dolía al entrar. Cuando tenía una parte de mi pija adentro encontré la barrera de su himen, la dejé hasta ahí un poco, y luego de una embestida algo brutal se la metí entera. Dio un grito, pero ya era tarde, la tenía toda adentro de su concha.
Me hiciste doler mucho.-
¿Más que por el culo?-
Sí más, pero dejala que me está gustando.-
Se la dejé puesta, quieto, mientras le tocaba los pezones y el culo. Fue ella la que empezó a mover la pelvis en un suave vaivén mientras gemía de placer. Esos gemidos me pusieron muy caliente y se la movía adentro, adelante, atrás. Un orgasmo, luego otro, esa concha era casi una laguna de tanto jugo que le brotaba. Cuando sintió mi leche en el fondo de su vagina tuvo dos orgasmos seguidos y se relajó de golpe. La tuve un rato más con la pija adentro, gozando los dos de ese post coito hasta que al fin se la saqué.
Lu miraba hambrienta, ahora tendría que darle algo a ella. Y no les quepa duda que se lo di. Le chupé la concha hasta que la sentí acabar cuatro veces, era rápida para acabar la pendex, igual que la madre. Se conformó con eso por esa vez. Esa tarde la importante era su amiga que se iría muy bien cogida. Yo no sabía si esperar o detestar que me pidieran más, eran muchas mujeres para un maduro como yo. Espero comentarios a mi correo.
Sergio