La Terapia de mi mujer 03 - (El Centro)

(Tras explicarnos que llevó a Elena a someterse a la "terapia" - http://www.todorelatos.com/relato/129085/ - Adrián nos cuenta como fue la primera vez que acompañó a su mujer a la "terapia")

-- E -"... en estos dos meses he ido ocho veces a terapia, en cada ocasión he tenido un terapeuta diferente y me han follado de maneras que ni siquiera habría imaginado, pero no han sido más que objetos para calmar mi ansia por el sexo, ellos solo trabajan allí y yo no tengo contacto con ellos salvo el tiempo que dura la sesión, durante la cual no hablamos más que cuando me dan alguna orden ó me insultan y no me negaras que desde que voy a terapia las cosas van mucho mejor entre nosotros, para mi es lo único que me importa." --

Tras la conversación con Elena sobre la diferencia entre el sexo en la terapia y el que habría en una aventura, incapaz de rebatir sus argumentos, terminé aceptando que todas las semanas iría a esa "terapia", consciente que allí alguien la follaría hasta la saciedad. No es que me hiciese demasiada gracia, pero me auto convencí que ser un cornudo consentido una vez a la semana, compensaba lo que recibía de Elena el resto del tiempo que pasábamos juntos, aunque seré sincero, casi tenía más peso el evitar el descalabro económico que me supondría separarme.

Al cabo de unos meses nuestra vida era más perfecta que antes del accidente, volvimos a quedar con nuestras amistades para salir a cenar, de copas é incluso con reuniones en casa para celebrar cualquier cosa. Lo increíble era que todos nos envidiaban, para ellos Elena era la esposa perfecta, dulce, atenta, sonriente, siempre pendiente de mi y nunca se mostraba contrariada conmigo, por mi parte siempre me mostraba cariñoso y galante con ella, lo cual hacía que ellas, a pesar de recriminar a Elena que era excesivamente "servicial" conmigo, desearan que sus parejas fueran más parecidas a mi. Lo que nadie ha sabido nunca y espero que nunca lo sepan, es lo de la terapia, por que si lo hiciesen, me temo que quedaría en el más absoluto de los ridículos, eso sin contar que a Elena la considerarían una puta a la cual podrían follarse sin problemas.

En lo que respecta a Elena, al comenzar con la terapia sus visitas al Dr. Castro se habían espaciado paulatinamente al hasta ir tan solo una vez al mes, aunque el Dr. Castro recibía un informe detallado de cada una de sus sesiones. Por mi parte, cuando volví a la consulta me costó relajarme, sobre todo en las primeras visitas ya que mantenía bastante rencor hacia el Dr. Castro por convencer a Elena de someterse a esa terapia, pero poco a poco terminé por aceptar que era la única solución posible, asumí que posiblemente me sería imposible volver a satisfacer sexualmente a Elena y empecé a pensar que los consejos del Dr. Castro, insistiendo en que debería volver follar con mi mujer de manera habitual, pero pensando solo en mi propio placer y sin preocuparme lo más mínimo por el de ella, sería muy bueno para nuestra relación marital, no eran tan descabellados como me parecían.

El caso es que las sesiones con el Dr. Castro también me sirvieron para despojarme de muchos de mis tabús sexuales, asumí que el sexo y el amor no siempre van unidos y entendí que no conseguiría nada reprimiendo la sexualidad de Elena, así que acepté acompañarla a la terapia.

Elena estaba radiante la primera vez que la acompañé, se sentía muy feliz de que lo hiciese y se mostró enormemente cariñosa. Al entrar en el centro me encontré con un lugar muy agradable, relajante, moderno, elegante y muy luminoso. Una chica se acercó a recibirnos, Elena me la presentó como Laura, la encargada del centro é hija del Dr. Castro, era más joven que nosotros y realmente guapa, me saludó muy amablemente dándome la mano al tiempo que expresaba su satisfacción por venir acompañando a Elena. Comprobó el listado de citas y nos presentó a D. Rodrigo, el terapeuta de Elena para esa sesión. D. Rodrigo era un hombre con más cincuenta años, serio y algo seco al saludarnos, a pesar de mostrarse muy educado, en especial con mi mujer.

Elena se despidió de mi con un beso, un abrazo y dándome las gracias por acompañarla.

E - "Muchas gracias cariño, me hace muy feliz que por fin hayas venido conmigo. Laura te enseñará el centro y te explicará como funciona todo. Te quiero muchísimo."

A - "Y yo a ti cariño."

L - "Será un placer Elena. Adrián, si me acompaña le haré una visita por el centro al tiempo que le explico como funciona y las diferentes terapias que realizamos."

A - "Encantado. Muchas gracias."

Elena caminó hasta una puerta y vi como entraba por ella delante de ese hombre y sentí un nudo en el estómago al pensar en que ese individuo, que podría ser su padre y que no me había caído nada bien, iba a follarse a mi mujer a su antojo.

Intenté no pensar centrándome en la visita de las instalaciones que Laura me estaba efectuando. Comenzó mostrándome un par de las salas donde realizaban las terapias, en ambas pude ver un gran espejo en la pared, Laura me explicó que tras esos espejos se ubicaban las salas de observación, las cuales estaban a disposición del acompañante por si deseaba ver el desarrollo de la sesión, no era obligatorio hacerlo, ni tampoco informar si hacía uso de la misma, pero me recomendó que me animase a observar alguna sesión ocasionalmente, en el caso de matrimonios con terapias individuales como era el nuestro era casi imprescindible.

A continuación la sala de recuperación, muy parecida a una sala médica, pero de aspecto menos frío y con una bañera, disponían de varias salas similares para que los pacientes recibiesen, si es que requiriesen de ellos, los cuidados necesarios tras la terapia. Ante mi desconocimiento me aclaró algunas cosas.

L - "Salvo excepciones, las terapias de choque consisten en llegar, a veces hasta sobrepasar, ciertos límites. Al ser terapias personalizadas para cada paciente, en algunos casos los límites son tan altos que dañan físicamente los cuerpos de los pacientes, nunca son de gravedad, pero si es imprescindible aplicar ciertos cuidados y aquí es donde se realizan, aunque su mayor uso es para baños relajantes ó masajes."

La naturalidad con la que me explicaba todo me resultaba inconcebible, pero no dije nada. Seguimos la visita hasta la sala de control, un panel con varios monitores mostraba lo que sucedía en diferentes salas y un par de personas los vigilaban atentamente. Laura no me permitió pasar de la puerta, pero era evidente que los monitores mostraban personas desnudas y practicando sexo de diferentes maneras.

L - "Desde aquí controlamos que no suceda nada indebido, además, todas las sesiones son grabadas y adjuntadas al historial de cada paciente. Por supuesto que esas grabaciones están amparadas por el secreto médico y tan solo el jefe de terapia del centro ó yo como directora tenemos acceso a ellas, además del médico que trate a cada paciente y solo si las solicita expresamente."

Finalmente pasamos a su despacho, me entregó un documento en el que mostraba mi consentimiento a que mi mujer se sometiese a la terapia, reconocía estar al tanto que durante esa terapia mi mujer sería follada, sin restricciones de ningún tipo, por diferentes terapeutas, también reconocía haber sido informado detalladamente del funcionamiento del centro y visitado sus instalaciones.

L - "Como verá, en la cláusula 7b admite estar informado de que su mujer empezó la terapia sin su consentimiento y por voluntad propia, a pesar de lo cual se compromete a no usar tal circunstancia en contra del centro, de cualquiera de sus trabajadores, del Dr. Castro, ni de su mujer y reconoce que cometió un error al negarse a colaborar desde el principio en dicha terapia.

Como verá, nos gusta que todo sea lo más transparente posible."

La verdad es que estaba sorprendido y por extraño que parezca, bastante más relajado. Firmé pregunté cuanto tardaría Elena en salir de la sesión y donde podría esperarla.

L - "Entró hace más de media hora, así que al menos tardará otros tres cuartos de hora como poco. Puede ir a la sala de espera ó pasar a la sala de observación y ver el desarrollo de la sesión. Como prefiera."

A - "De momento prefiero la sala de espera, no me veo capaz de ver a mi mujer en manos de otro hombre."

Laura me miró con dureza y me respondió con bastante severidad dejándome bastante cortado.

L - "No es "otro hombre" Adrián, es un terapeuta que está ayudando a que su mujer pueda superar su trastorno y evitar que este afecte a su vida. No lo olvide nunca."

A - "Está bien, aunque no me resulta nada fácil, pero le doy mi palabra de que me estoy esforzando todo lo posible."

L - "Le entiendo, pero ha de tener muy presente lo que acabo de decir. Ahora sígame a la sala de espera y cuando Elena salga de la terapia, ella misma irá a buscarle."

Era la típica sala de espera de cualquier médico privado, al fondo estaba un chaval, bastante más joven que yo y absorto con su móvil, a la derecha dos mujeres, una pasaba los sesenta años y la otra alrededor de treinta, hablaban entre ellas como si se conociesen de toda la vida. Al entrar saludé discretamente, el chaval me respondió con algo parecido a un gruñido sin levantar la vista del móvil y las mujeres lo hicieron volviendo sus miradas a mi, muy educadas y ambas con una sonrisa.

Miré los asientos libres y elegí el que estaba frente a ellas por que parecía más cómodo. Me senté y empecé a observar la sala con detalle intentando abstraerme, aunque me sentía algo incomodo y sin saber que hacer. No llevaba allí ni cinco minutos cuando apareció una mujer espectacular, rubia, con unas curvas de infarto y un vestido de color rojo, ceñido, de generoso escote y escasa falda que hacía imposible no fijarse en ella a pesar de que debía de sobrepasar los cuarenta años con creces. Nos saludó de manera amable, se acercó al chaval, le dio un beso y habló con él mientras este cogía su mochila.

Mujer - "Hijo, ya he terminado. Vamos a recoger a papa y gracias por venir en su lugar. ¿Te has aburrido mucho?"

Chaval - "No, he estado jugando con el móvil y chateando con una amiga ¿Tu que tal?"

Mujer - "Muy bien, la verdad que estoy contentísima con los resultados de la terapia y aunque hoy me han dejado el culo más dolorido que de costumbre ha merecido la pena."

Nos saludó de la misma manera que al entrar y se fueron. Me quedé alucinando, no sabía muy bien cual sería la terapia de esa mujer ni cual sería su trastorno, pero venía con su hijo y no tenía problemas en decirle que el culo se le habían dejado " más dolorido que de costumbre ", a lo que él no reaccionó de ninguna manera, como si fuese lo más normal del mundo. Tal fue mi asombre que las mujeres lo notaron en mi cara y la mayor de ellas se dirigió a mi.

Y - "Perdón Caballero. Sin animo de molestar ni de incomodarle. Es la primera vez que viene. ¿Verdad?"

A - "¿Como dice? Ah. Si, si. Es la primera vez. ¿Se nota mucho?"

Y - "Un poco, pero tranquilo, a nosotras también nos costó las primeras veces y no creo que nadie se libre. ¿Supongo que viene con su mujer?"

A - "Si, pero ella lleva casi un año viniendo, aunque a mi me ha costado animarme a acompañarla y espero no arrepentirme."

Y - "Le entiendo, pero tranquilo que no se arrepentirá, además, si su mujer lleva viniendo casi un año seguro que habrá notado los efectos de la terapia. Por cierto, me llamo Yolanda y ella es Violeta, su marido y mi nieta empezaron sus terapias el mismo día y después de casi dos años viéndonos aquí todas las semanas hemos terminado por ser buenas amigas."

A - "Mucho gusto. Mi nombre es Adrián."

V - "Encantada. Yo añadiría, a lo dicho por Yolanda, que poder hablar con alguien que viene a la terapia en una posición similar a la mía me ha ayudado mucho."

Y - "Es cierto, decir que tu pareja ó tu nieta viene a este tipo de terapia no es algo que puedas comentar con cualquiera, por mucha confianza que tengas."

A - "Desde luego. Por mi parte no me gustaría que nadie de mi entorno llegase a saber nada de esto."

Durante la charla me contaron que el marido de Violeta empezó la terapia por su adicción al sexo, la cual no solo estuvo a punto de destrozar su matrimonio, si no que casi le lleva a la quiebra de su empresa. En cuanto a la nieta de Yolanda, estaba traumatizada por pillar a su padre en la cama con una amiga suya, lo cual provocó la separación, de tan mal rollo que la chica pidió que le otorgasen la custodia a su abuela y terminó aquí por un rechazo absoluto a cualquier relación sentimental, pero con el agravante de sentir tal deseo sexual que era incapaz de estudiar ó prestar atención cualquier cosa.

Evidentemente, yo también tuve que contar el por qué estábamos allí y a pesar de mi incomodidad al hablar del tema con esas dos desconocidas, sentí una extraña sensación de alivio al comprobar que había otras personas en una situación similar. Ambas se fueron antes de que Elena terminase su terapia, cuando lo hizo entró en la sala y se abalanzó abrazándome, dándome un beso en la boca que me provocó una erección instantánea y agradeciéndome de nuevo el que hubiese venido con ella. Salimos del centro abrazados con ella diciéndome que deseaba poder contarme con detalle como había sido la terapia.

A - "De momento no me veo capaz de escucharlo, pero te veo tan contenta que me gustaría invitarte a cenar."

E - "Vale, me apetece mucho esa cena cariño y estoy así por tenerte a mi lado."

Durante la cena hablamos muchísimo, casi todo relacionado con el centro, la terapia y su efecto sobre nuestra relación. La expliqué lo del papel que firmé, por lo visto ella firmó otro similar la primera vez que vino y antes de cada terapia firmaba otro más en el que aceptaba al terapeuta designado para esa sesión y hasta donde podría llegar en su desarrollo, esto último marcando ella misma una serie de casillas en las se recogía el trato y las prácticas aceptadas, desde el tipo de penetración, hasta el grado de daño físico admitido en esa sesión.

Por mi parte le conté mi charla con las dos mujeres en la sala de espera, no las conocía, pero estaba casi segura de haberse cruzado con la nieta de Yolanda en alguna ocasión y se alegró de que me hubiese servido para relajarme. Cuando llegó el segundo plato el vino había hecho mella en nosotros y movido por una curiosidad morbosa me decidía a conocer lo vivido por Elena en su terapia.

A - "Bueno, cuéntame algo de tu sesión. Creo que lo deseas mucho"

E - "Gracias cariño. Si, lo estoy deseando, quiero que tu seas parte de ello y si en algún momento quieres que pare me lo dices."

A - "Está bien, si siento que no me gusta lo que oigo te lo diré."

E - "Bueno, pues una vez firmado el permiso para la sesión con D. Rodrigo pasamos a la sala. Nada más entrar me arrastró frente al espejo obligándome a mirar como me manoseaba mientras me insultaba llamándome puta y cosas parecidas. Allí mismo terminó por dejarme totalmente desnuda, de pie, abierta de piernas, con las manos a la espalda y con la orden de no moverme mientras él caminaba alrededor mío, observándome, sin parar de hablar obscenamente sobre mi cuerpo y lo que se divertía con zorras como yo. Me hizo sentirme sucia, muy sucia, pero cuanto más sucia me sentía, más me excitaba y pensaba en si tu estarías tras el espejo."

A - "Pues no, no me sentí preparado para ello y creo que me costará."

E - "Lo suponía, pero me gustaba pensar que pudieses estar viéndome y espero que te atrevas pronto a hacerlo. Sigo.

Mientras lo hacía alargaba sus manos para tocarme el culo, las tetas ó el coño, una de las veces que me tocó el coño notó que estaba mojada, entonces metió un par dedos dentro diciéndome que ninguna mujer decente se mojaría en esa situación. Los sacó llenos de mi flujo para meterles en mi boca y hacerme lamerles hasta dejarles limpios."

No me agradaba pensar en que todo eso había sucedido de verdad hacía solo unas horas, pero la erección que tenía imaginando la escena me desconcertaba, Elena se dio cuenta al ver como bajaba mi mano para colocarme la polla disimuladamente.

E - "Vaya, parece que no te desagrada tanto lo que te cuento."

Lo dijo divertida y alargando su mano para tocármela por encima del pantalón haciendo que me avergonzase. Una cosa era aceptar que Elena fuese a ese tipo de terapia y otra muy diferente que me viese excitado por escuchar lo que había sucedido en ella.

A - "Lo siento cariño. No se como ha sucedido, por que te aseguro que no me gusta nada que otro hombre te haya hecho lo que estas contando."

E - "Pero si te has puesto rojo como un tomate jijiji. No te preocupes cariño, lo primero que has de asumir es que "NO es otro hombre", por que no lo es, es un especialista que me ha sometido a una terapia. En cuanto a tu reacción es muy buena señal de que ves mi terapia como algo normal, además, me encantaría que usases todo lo que suceda para tu propio placer."

A - "No se, sigo muy confuso, pero de momento sigue contando."

E - "De acuerdo. Tras un buen rato así se puso tras de mi, metió su mano en mi entrepierna y comenzó a sobarme el coño, a veces lo cogía con toda su mano y tiraba de el, otras me acariciaba el clítoris ó me lo pellizcaba, también metía sus dedos dentro todo lo profundo que podía moviéndoles de diferentes modos y con la mano libre magreaba mis tetas. Iba alternando sus manos, así que no tardé en tener las tetas pringadas por mis propios flujos. D. Rodrigo se restregaba conmigo haciéndome sentir el bulto de su poya dura en mi culo, no podía cerrar los ojos por que él quería que me viese en el espejo constantemente y no cesaba de decirme obscenidades, insultarme y humillarme. No se lo que tardé, pero terminé por correrme a chorros, literalmente hablando."

A - "¿A que te refieres con lo de correrte a chorros?"

E - "Cuando me corro expulso un liquido como si me mease, pero no es pis, es otra cosa y la sensación es como si el placer explotase hacia afuera desde mi coño. No te lo se explicar mejor, pero ya lo verás tu mismo cuando te decidas a observar alguna de las sesiones ó quien sabe si en algún momento te animarás a ser tu el que me lo provoque."

Di gracias a que estábamos en el restaurante por que fue tal la sensualidad que puso al proponerme que yo la hiciese correrse así, que con el calentón que ya tenía desde hace rato por su narración me la habría follado allí mismo encima de la mesa.

A - "Joder cariño, ¿Y desde cuando te corres así?"

E - "Pues desde que empecé a venir a terapia. La primera vez me quedé muy cortada, pero el terapeuta me explicó amablemente lo que había sucedido y que no me preocupase de nada."

A - "Vaya, me parece que soy un ignorante sexual y tu te estás convirtiendo en una experta."

E - "Bueno, ya sabes que te doy todas las clases particulares que tu quieras y gratis."

Elena me estaba seduciendo, reconocía sin tapujos que me deseaba para follar. Por mi parte cada vez me importaba menos que otro hombre, por mucho que le quisiesen llamar "terapeuta", usase a mi mujer sexualmente, incluso empecé a verlo como algo morboso y a arrepentirme de no haber pasado a la sala de observación. Así que la seguí el juego deseando saber más de esa sesión con D. Rodrigo

A - "Pues lo mismo te cojo la palabra, de momento cuéntame que pasó cuando te corriste."

E - "Pues espero que lo hagas pronto cariño, ya sabes que estoy a tu servicio.

Cuando me corro de esa manera me quedo sin fuerzas y empiezo a tener espasmos que soy incapaz de controlar. Por suerte, tal como me tenía cogida D. Rodrigo, evitó que me derrumbase, pero al fallarme las piernas, sus dedos se clavaron más aún en mi coño por mi propio peso intensificando más el orgasmo.

El placer era inmenso, pero D. Rodrigo no paró de masturbarme y tras ese primer orgasmo llegó otro y otro y otro, hasta que terminé por sentir que era un solo orgasmo interminable, en ese momento era como un muñeco de trapo y seguía vertical por que D. Rodrigo me sostenía en vilo, además, el placer se hizo tan inmenso que se volvió insoportable y rompí a llorar suplicando que parase, cosa que hizo bruscamente dejándome caer sobre el charco que se había formado con mis corridas, pero no antes de tenerme suplicando, llorando y corriéndome un buen rato más.

Me dejó tirada como si fuese algo inservible, en mi coño aún seguía sintiendo ese orgasmo que parecía auto alimentarse de los espasmos que sufría mi cuerpo sin que yo pudiese hacer otra cosa que retorcerme, desplomada en el suelo, sobre mis propios flujos y refocilándome en ellos como una cerda. Al menos eso es lo que dijo D. Rodrigo que parecía al tirar un trapo mugriento junto a mi para que secase el suelo antes de seguir."

A - "Me asombra que te dejes insultar y humillar de ese modo. Tu siempre has sido muy sensible si alguien te menospreciaba ó te hablaba de modo brusco."

E - "Si, es cierto, pero tan solo es parte de la terapia, aunque a mi también me asombra lo que me excita que me traten así, además, la intensidad de las humillaciones ha ido subiendo paulatinamente y lo seguirá haciendo hasta donde yo les autorice."

A - "Pues yo no me veo capaz de comportarme de ese modo que cuentas con ninguna persona."

E - "Bueno, tampoco estoy segura de que me gustase que lo hicieses, pero no se que querré en el futuro, de momento termino de contarte mi sesión de hoy con D. Rodrigo.

Me puse a cuatro patas ofreciendo una vista perfecta de mi culo para secar el suelo, lo hice como pude ya que aun no era capaz de coordinar bien mis movimientos y todavía sentía algunos espasmos aislados. Notaba mi piel pringosa de mis propios flujos, mi llanto no se había calmado del todo y tenía mi cara llena de lagrimas y mocos.

D. Rodrigo volvía a caminar alrededor mío recreándose con el espectáculo y humillándome con sus palabras, se reía de mi aspecto y me insultaba por ser una cerda libidinosa e impúdica. Me piso la cabeza varias veces haciéndome pegar mi cara a ese trapo asqueroso con el que secaba el suelo, otras tantas frotó la puntera de su bota contra mi coño y cada vez que lo hacía yo gemía de placer incapaz de contenerme, lo que usaba para denigrarme aún más."

Por suerte el restaurante estaba casi vacío y nosotros en un rincón bastante escondido, por que Elena no había dejado de acariciarme la polla por encima del pantalón, yo estaba empezando a llegar a ese punto en el que lo único que quieres en machacártela como un mono y correrte cuanto antes, pero lo único que esperaba era no correrme encima.

A - "Elena, por favor, deja la mano quieta que si no paras me voy a correr y no me quiero manchar, pero termina la historia de una vez."

E - "Vaya, preferiría que te corrieses en mi boca como siempre, así que ves pidiendo la cuenta mientras te cuento el final de la sesión y nos vamos a casa volando a tomar mi postre."

Le hice una seña al camarero y seguí atento a las palabras de Elena

E - "D. Rodrigo me obligó a levantarme tirándome del pelo para, a continuación, sentarme en una silla parecida a la de un ginecólogo, me sujetó con correas de tal modo que me era imposible moverme, me puso una mordaza, era una especie de tubo que me impedía cerrar la boca, además me veía forzada a tragar todo lo que hubiese en ella para no ahogarme.

Sentí como situaba algo redondo y suave en contacto con mi coño, era grande, sentía como presionaba mi clítoris hipersensibilizado junto con una buena parte de mis labios. Tenía claro que me iba a provocar una nueva serie de orgasmos, pero me veía incapaz de soportar más, intenté suplicarle que no lo hiciese, pero la mordaza me impedía articular ni una sola palabra, tan solo emitir sonidos ininteligibles.

Al escucharme se acercó a mi cabeza, comenzó a jugar con mis tetas, en especial con mis pezones, cogiéndoles con sus dedos, tirando de ellos, retorciéndoles y pellizcándoles mientras me miraba a los ojos sonriéndo. La presión con la que jugaba con mis pezones iba aumentando poco a poco, de tal modo que el dolor cada vez era un poco más intenso, pero al mismo tiempo cada vez me gustaba más y no tardé mucho en desear que me provocase un orgasmo.

De repente, sin previo aviso, cogió mis pezones tirando de ellos como si me los quisiese arrancar al tiempo que el aparato que tenía pegado a mi coño comenzaba a vibrar, el dolor de mis pezones y el placer de mi coño se fundieron dejándome sin respiración, escuché que de mi garganta salía un grito agónico, abrí mis ojos todo lo que pude, miré a D. Rodrigo, intentaba que viese en mis ojos la suplica de que parase, no se si no lo vio ó le dio igual por que lo único que hizo fue escupir en mi boca demostrándome que su único deseo era convertir mi placer en sufrimiento y degradación.

Las vibraciones de mi clítoris, mejor dicho de mi coño, eran increíbles, me estaba corriendo de nuevo una y otra vez, D. Rodrigo seguía jugando con mis pezones sin ninguna delicadeza, de vez en cuando me daba fuertes manotazos en las tetas y seguía escupiendo en mi boca cada dos por tres. A pesar de todo mis orgasmos estaban a punto de volver a convertirse en uno interminable como me sucedió la vez anterior, pero justo antes de que eso sucediese movió ligeramente el vibrador hacia arriba y metió un consolador en mi coño, estaba acoplado a un aparato que le hacía moverse entrando y saliendo de mi coño muy profundamente y bastante rápido.

Eso fue el colmo, de nuevo mis orgasmos se fundieron en una solo, intenso, imparable, interminable. Sentía mi coño follado por algo grande y que se movía sin parar, las vibraciones en mi coño eran constantes, pero alteraban su cadencia y su intensidad continuamente incrementando su efectividad, D. Rodrigo siguió con mis tetas un rato más, hasta que las soltó para sacarse la polla, masturbarse encima de mi cara y correrse en mi boca, fue una corrida inmensa, tan copiosa que no pude tragarla entera y me atraganté con ella de tal manera que una parte salió por mi nariz, la cual D. Rodrigo volvió a meter en mi boca con sus dedos para que la tragase.

Lo siguiente que hizo fue parar los aparatos que estaban trabajando mi coño y salir de la sala. Me dejó sola, sentía el sabor de su semen en mi boca y en mi nariz, mi coño estaba lleno por el consolador y mi clítoris presionado por el vibrador. A pesar de que estuviesen parados yo seguía corriéndome é inconscientemente movía mis caderas buscando más placer, necesitaba algo más y estaba allí inmovilizada, sin poder hacer nada, desesperada por que D. Rodrigo ó quien fuese viniese, me soltase y me diese la oportunidad de tener algo más de placer, cuando escuché que alguien entraba de nuevo.

Era D. Rodrigo empujando algo con ruedas que no podía ver, se puso a mi altura, soltó mis correas, pero sin quitarme la mordaza. yo seguí sin moverme, reprimiendo mis ansias por follarme de nuevo el consolador de mi coño, él me miró detenidamente, me acarició el cuerpo, apretó mis tetas y me dijo que tenía quince minutos para usar a mi antojo lo que había traído. Como pude me levanté y vi una camilla con alguien tumbado en ella, evidentemente era un hombre por que lo único visible era su polla y sus huevos, el resto del cuerpo estaba embutido en un traje de goma, sujeto a la camilla y con dos conductos que salían desde donde parecía estar su nariz.

La polla era grande y estaba dura como una piedra, miré a D. Rodrigo esperando su permiso y cuando me lo dio me subí a la camilla, me senté sobre esa polla metiéndomela todo lo profundo que fui capaz en mi coño y me puse a follar como una bestia. No se a quien pertenecía tal maravilla, pero su dueño parecía estar tan necesitado de una buena follada como yo, los gruñidos que pude escuchar ahogados por la goma que cubría su boca me dieron esa sensación, bueno, y también por las dos corridas que pude sentir en mi coño sin que perdiese un ápice de su erección.

Me follaba aquella polla con la mordaza aún puesta en la boca haciendo que mis babas chorreasen, bajaban por mi pecho hasta llegarme al coño mezclándose con los flujos y el semen que rebosaba de el. Todo sin dejar de de mirar a D. Rodrigo que me observaba satisfecho del espectáculo que le estaba dando. Perdí la cuenta de las veces que me pude correr, pero por fin me quedé satisfecha y sin sacarme esa polla del coño me tumbe sobre la goma que cubría a su dueño para descansar. D. Rodrigo se acercó, me quitó la mordaza y me ordenó limpiar con  mi boca lo que había ensuciado, obedecí sin decir nada, sacándome esa polla del coño, la cual aún seguía dura, dejé que el semen que me llenaba saliese cayendo sobre ella, me bajé de la camilla y la lamí tragando hasta la última gota de la mezcla de semen, babas y flijos que la cubría hasta dejarla reluciente, por supuesto hice lo mismo con sus huevos y la goma que cubría el resto de su cuerpo.

D. Rodrigo se fue antes de que terminase mi limpieza y casi al momento entraron don enfermeras, esperaron a que yo parase antes de que una de ellas se llevarse la camilla y la otra me acompañase a darme una ducha. Lo siguiente ya fue verte a ti."

En ese momento llegó el camarero con la cuenta, dejé el dinero sin esperar el cambio y salimos rápidamente. Yo me sentía extraño, incapaz de pensar con claridad, tan solo tenía una idea fija, la de follar con Elena cuanto antes, no era más que un deseo animal, sin sentimientos, ahora veía en Elena una hembra a la que follar para mi propio placer tal y como me decía el Dr. Castro, así que la propuse pasar la noche en el hotel que había frente al restaurante.

A - "Estoy muy confundido, pero lo único que tengo claro es que me apetece follarte hasta caer derrengado y si te parece bien vamos a ese hotel. ¿Que me dices?"

Elena me abrazó dándome un morreo apasionado en mitad de la calle y tiró de mi hacia la puerta del hotel. Pedimos una habitación, subimos y esa noche disfruté del mejor sexo que había tenido hasta ese momento.