La Terapia (1)

Hacía años que no veía a Carolina, quien se había convertido en una importante psicóloga...

Conocí a Carolina en mis años universitarios. Ella era una chica de altura media, más bien tirando a bajita, pero de cuerpo proporcionado y un atractivo considerable a ojos masculinos, más aún para los míos. La amistad no tardo muchos meses en pasar a relaciones esporádicas entre ambos, pero la cosa no pasó de ahí ya que ella era una mujer de carácter posesivo y celoso, y yo me sentía muy joven como para atarme de esa forma con una chica así. Sin embargo, y aunque la cosa no fue a más, siempre mantuvimos una buena relación de amistad, y en alguna ocasión algo más.

Tras terminar los estudios, y tras unos 2 ó 3 años sin vernos, recuperamos el contacto a través de internet; algún email de tanto en cuanto por saber qué tal nos iban las cosas, un poquito de messenger...hasta que un día, por cuestiones de trabajo, me tuve que ir a su ciudad unos días. Sobra decir que llamé a Carolina para invitarla a un café y ponernos al día.

El café transcurrió maravillosamente. Su carrera como psicóloga iba de maravilla: en sólo 3 años ya tenía su propio gabinete y varios trabajadores, y no me cabía la menor duda de que debía de ser una jefa fantástica. Yo sin embargo era mileurista y estaba bastante quemado. Seguimos hablando durante un par de horas hasta que anocheció.

-  ¿Qué vas a hacer ahora? - preguntó.

  • Pues debería de irme al hotel y acostarme temprano, que mañana tengo una reunión.

  • ¿Te quedas en un hotel?¿por qué no te vienes a mi casa?

Me quedé un poco desconcertado. No sé si buscaba "tema" o si me ofrecía su casa de verdad. Ella lo notó. Era una chica inteligente.

  • Hay una habitación libre para invitados - aclaró.

Aún así, yo seguía con mis dudas.

  • Pues la habitación del hotel ya está pagada...

  • No te preocupes, la anulamos y ya está. Te cobrarán un recargo pero seguirá siendo más barato quedarte en mi casa ¿verdad?

En ese momento recordé por qué no había llegado más lejos con ella...era muy buena convenciendo a los demás.

  • Está bien, pero sólo esta noche. No quiero molestar.

  • Ya veremos - replicó con una sonrisa.

Nos fuimos al hotel, recogí mis cosas, anulé la reserva y me llevó a su casa. Lo cierto es que tenía una casa espectacular, grande y decorada con un gusto exquisito.

  • Menuda casa - le dije - es preciosa, pero...¿no te sientes un poco sola?

  • Por eso me gusta que vengan invitados. Lo malo no es que me sienta sola, sino mantener la casa limpia.

Su respuesta me sorprendió, viendo lo bien que le iban las cosas no comprendía por qué no contrataba un servicio de limpieza.

Preparó una cena ligera y abrió una botella de vino. Era una botella de una marca que no había visto en mi vida, pero era un tinto exquisito. Ella se puso una copita de ginebra, decía que era lo mejor para calmar el estress. No tardamos en coger el puntín y nos pusimos a rememorar anécdotas de la universidad.

  • Todavía no me explico por qué no quisiste nada más serio conmigo

El comentario me pilló un poco en fuera de juego.

  • No lo sé. Me gustabas mucho, pero quizás no era lo que estaba buscando en ese momento.

  • Pues yo creo que más bien lo que tenías era miedo a una relación seria.

  • Tal vez. Bueno mira, te voy a ser sincero, ha pasado el tiempo y te mereces una explicación. Me parecías una chica muy autoritaria, yo era...

  • ¿autoridad? - interrumpió

  • ¿Pretendes echarme a mí la culpa?

  • No, para nada.

  • Eso espero, porque lo que yo creo es que eres un inmaduro que busca excusas tontas para no comprometerse.

  • Carolina! - levanté la voz - no te consiento que me hables así.

Y entonces ocurrió algo muy extraño. Ella me soltó una bofetada. Pero no una bofetada cualquiera. Me dió con todas sus fuerzas. Me pilló de improvisto y me quedé mirándola, sin reaccionar.

  • Vamos a tener que hacer algo con ese genio. - dijo.

No sabía qué me ocurría, no era capaz a reaccionar. Al cabo de unos segundos, por fín, pude articular palabra.

  • Me has pegado.

  • Pues claro que te he pegado. Mira cariño, eres un inmaduro y un niño de papá, y te lo merecías. Y a partir de este momento, te guste o no, vamos a tener que reeducarte. De momento, vete recogiendo la cena y fregando. Luego hablamos.

Lo peor de todo no fue la bofetada, ni la humillación. Lo peor es que me levanté e hice lo que me decía. Recogí la cena y fregué los platos, como ella había dicho. Al terminar, volví al salón. Ella estaba sentada, pensativa.

  • Sientaté ahí - me dijo. Así lo hice. - Seguramente estés confuso con todo esto. Verás, lo que has bebido no era exactamente "vino". Llevaba una droga que se utiliza en casos extremos para anular la voluntad de personas que se resisten a la terapia. Ahora estás a merced de mi voluntad.

Sentía muchísima rabia hacia ella, pero sobretodo impotencia. Era incapaz de hacer o decir nada.

  • Lo que he hecho es utilizar tu miedo. Ese miedo que tienes hacia mí, el mismo que te llevó a no comprometerte conmigo. Eso es lo que me permite dominarte. Lo que vamos a hacer es trabajar ese miedo para que se convierta en amor. Vas a amarme y yo voy a ser el centro de tu universo. Y no hay nada que puedas hacer ni decir, salvo lo que yo te diga que hagas o digas. Y lo que quiero que hagas ahora es que te quites toda esa ropa que llevas encima.

Comencé a desvestirme, y mientras tanto ella me empezó a explicar la terapia que tenía pensada para mí.

  • Desde que supe que venías llevo organizando todo esto. Verás, para poder reeducarte necesito tenerte aquí a tiempo completo, sin que te socialices con nadie más. Por supuesto, como tendrás que dejar tu trabajo, tendrás que pagarte tu manutención y tu terapia, y te aviso que soy muy cara. Así que he decidido que la mejor solución es que trabajes para mí.

  • Pero yo no sé nada de psicología - dije, imprudentemente. Ella se levantó y me dió otra bofetada, esta vez peor que la anterior.

  • ¿¿Psicología??De eso nada. Con lo inútil que eres...vas a ser mi criada. Me harás la comida, la colada y tendrás esta casa como los chorros del oro. Con eso pagarás tu manutención. Y tendremos que buscar otra cosa para que me pagues la terapia. Ya veremos como. De momento quiero que me firmes la autorización para ir al banco y sacar todos tus ahorros. De alguna forma tendrás que pagar toda tu ropa.

  • Pero...tengo la maleta con ropa, no necesito más - respondí, con la intención de no causar molestias. Sin duda me estaba haciendo efecto la droga.

  • Creo que no lo has entendido. Vas a ser mi criada. Mi esclava. Con A. Tienes que aprender a respetar a las mujeres y para eso tienes que ser una. Y con esa mierda de ropa de hombre no va a poder ser. Así que ahora que estás desnuda, lo primero que vamos a hacer es quitarte todos esos pelos de tu cuerpo.

Me llevó a uno de sus enormes baños y me depiló con cera. Creí ver las estrellas del dolor. Me dijo que en adelante yo me encargaría de mi depilación, y que como viera un sólo pelo en mi cuerpo que no estuviera en mi cabeza me arrepentiría. A continuación me ordenó que la siguiera a mi nuevo cuarto. Era un cuarto de niña, de quinceañera. Había revistas de quiceañeras, posters de quinceañeras, una cama, un armario y un tocador.

  • Esta decoración era la que yo tenía cuando tenía 13 años. Tenemos que remontarnos a esa edad para reeducarte, Belén.

"Belén". Me había llamado "Belén". Ese era mi nombre. Carolina abrió el armario y me enseño mi ropa nueva. Había 5 uniformes de criada francesa completos, con sus zapatos de tacón, y varios juegos de ropa interior femenina, así como camisones para la noche.

  • Esta es tu ropa, uno para cada día de la semana.Yo me levanto a las 8, quiero que estés perfecta, depilada, vestida y maquillada y me tengas el desayuno preparado. Harás todo lo que yo decida hasta las 9, que me vaya a trabajar. Entonces quiero que limpies la casa y hagas la colada y me prepares la comida. Para tí tendrás una dieta especial, lo más importante en tu vida después de mí será que cuides tu línea. Yo volveré a la una. Estarás en la puerta esperando y caminarás siempre detrás mío. No te sentarás si yo no estoy sentada y no comerás hasta que yo no haya terminado. A las 3 me iré de nuevo, y vendrá Daniela. En mi ausencia, Daniela será a quien obedecerás. Ella te enseñará a maquillarte y a todas esas cosas que como eres una inútil no sabrás hacer.

Bueno, al fin un poco de respiro, pensé. Pero Carolina era demasiado lista.

  • Si crees que yo soy dura, es porque no conoces a Daniela. Y ahora vete a la cama, las niñas a las 10 se acuestan.

Así lo hice. Me puse un camisón y me acosté. Pasaban las horas y no me podía dormir, y a eso de las 3 de la mañana, me entraron ganas de hacer pipí, y me levanté al baño.

De pronto, me encontré a Carolina detrás mío, mientras orinaba. Me miraba con cara de enfado. Me asusté.

  • Maldita zorra marimacho!
  • y me dió otro bofetón. ¡Siéntate en la taza! Te quedarás ahí sentada hasta que sea tu hora de levantarte, a ver si así aprendes algo.

Me quedé en la taza durante 4 horas. Sentada, sin moverme.Cuando dieron las 7, me puse mi nuevo uniforme y me arreglé. Le preparé el desayuno a mi nueva dueña y esperé, de pié, con esos tacones de 10 cm, a que se levantara.

CONTINUARÁ...