La tentación vive enfrente

Mi marido y yo siempre habíamos fantaseado con terceras personas en nuestros encuentros sexuales, pero de pronto nos planteamos qué pasaría si todo fuera real.

LA TENTACION VIVE ENFRENTE (Alex & Sylke)

*Este relato forma parte de un experimento de relatos compartidos con diversos autores & autoras, lectores & lectoras de TR*

-        Buenos días cariño - le digo mimosa a Alex, tumbándome en la cama sobre su cuerpo desnudo, me abro la bata y le doy una lamida en su polla mientras la ubico entre mis tetas. Se que le encanta esa forma de despertar.

-        Joder, Silvia, eres tremenda como despertadora. Esas tetazas me matan- me dice.

-        Yo es que estaría comiéndome esto todo el día, Alex - añado dando besitos a ese capullo hinchado.

-        Ya estarás imaginando la polla de alguno por ahí. - responde él jadeante.

-        ¡Cómo me conoces, cabrón!

Me encanta la forma en que hemos llevado siempre nuestros juegos sexuales, casi desde que nos casamos, hace más de 10 años y hoy en día seguimos jugando a eso, aunque no hayamos ido más allá de la pura fantasía.  Seguimos disfrutando del sexo... de nuestros cuerpos y nos mantenemos en forma, tanto en lo físico como en nuestra actividad en la cama, pero cuando más disfrutamos es cuando fantaseamos e imaginamos a terceras personas, poniendo color y calor a cada uno nuestros encuentros, porque ese morbo añadido mejora nuestras relaciones y mantiene la llama totalmente viva.

Miro el cuerpo de mi marido y me siento orgullosa, porque sigue estando buenísimo. Ya ha cumplido los 39, pero sigue cuidándose a tope, con esa boca que me vuelve loca, esos ojazos y ese vientre marcado de abdominales y un pectoral que me encanta morderle... pero de todo, esa polla que tantos placeres me regala... y que ahora meneo suavemente en el canalillo que forman mis tetas.

Yo sé que también le vuelvo loco a él y aunque fantasea con otras y me gusta jugar a eso, se desvive con mi cuerpo... lo sé... Yo he cumplido recientemente los 34 pero también me mantengo en forma, mis buenas sesiones de gimnasio y patinaje, ayudan bastante a mantener mi culito firme, mis piernas robustas, mi vientre plano y mis tetas, bueno... sin duda lo que más le gusta a Alex.

Miro a los ojos a mi chico y sigo saboreando esa verga dura entre mis labios y siempre intentando tragar al máximo mientras la aprisiono entre mis tetas.

-        ¡Joder, Silvia, cariño, cómo la chupas! - gime él.

-        ¿Lo hago bien? - pregunto, aunque sé que le encanta

-        Eres la mejor.

-        ¿Crees que Laura lo hará así de bien?

-        ¿Laura? ¿Qué Laura? - pregunta él como si no me entendiese.

-        Vamos, no te hagas el tonto... la vecina de enfrente.

-        Te gusta jugar a ponerme a tope. ¿Eh?

-        Se que te vuelve loco esa tía y es normal... está buena, ¿no?

-        No lo puedo negar.

Vuelvo al ataque y me trago ese pollón duro que devoro con todas las ganas, hasta la garganta, para volver a sacarla con mi boca y lengua llena de babas.

-        Laura no está mal... tampoco me he fijado mucho. - dice jadeante Alex después de ese nuevo ataque que acabo de hacerle.

-        Vamos, Alex, no mientas, que te conozco... si es nombrarla y noto lo dura que se te pone - añado volviendo a masturbarle lentamente mirándole con esa cara de niña mala.

-        Bueno, sí, está muy bien, pero no tiene tus tetas. - añade él, dándome un pellizco en uno de sus pezones.

-        La de veces que la hemos añadido en nuestros juegos imaginando que es Laura la está tragándose esto. - añado volviendo a meter esa polla dura hasta mi garganta.

-        ¡Joder, cariño!

-        ¿Ves cómo te gusta más nombrándola?

-        Como cuando te nombro yo a su marido. - me dice él burlón.

-        ¿A Carlos? Sabes que me mojo... le digo tragando esas gotitas deliciosas que salen del agujerito de su glande.

En cuanto me ha nombrado al vecino, incremento mi mamada, imaginando que es otra polla la que me estoy comiendo. Y es entonces cuando la de Alex se tensa al máximo, metida en lo más profundo de mi garganta y explota, llenándome con innumerables chorros de semen que trago incesantemente, pero es tanta la corrida, que incluso se sale por las comisuras de mis labios.

-        ¡Guau, nena, qué gusto! - me dice acariciando mi pelo.

-        Esto es por culpa de Laura y Carlos

-        No cielo, la corrida es por tu culpa, aunque no niego que meterles en nuestras fantasías nos pone a los dos. ¿A que sí?

-        Joder, cada vez más. ¿Te imaginas la cara que pondrían si se lo contásemos?

-        ¡Buf!, igual dejan de hablarnos...jajaja - dice él.

-        No creo, somos buenos amigos y por cierto hace mucho que no cenamos los cuatro juntos.

-        Ya, entre una cosa y otra....

-        Como la última vez, aquellos jeggings azules ajustados que llevaba Laura y que nos dio mucho juego después en nuestra cama recordándolo.

-        Y que lo digas... Laura estaba imponente con esos vaqueros tan ajustados... era como una segunda piel, no me lo recuerdes... - añade él.

En ese momento me gira y me tumba sobre la cama, poniéndose él encima de mí. No falla... nombro a la vecina con sus jeans tan ceñidos y es el preámbulo a que me haga una buena comida de coño. Me despoja de la bata y me deja desnuda, igual que él. Me empieza a besar por todo el cuerpo, muerde mis pezones y baja con su lengua por mi ombligo hasta que su lengua se cuela en los pliegues de mi rajita.

-        ¡Ay, cabrón! - le grito con un gusto tremendo.

-        Abre bien las piernas que quiero comerte bien. - añade al tiempo que sus manos se aferran a mis tetas y noto su aliento en mi sexo.

Me estiro, obedeciendo, con mis piernas abiertas y con ganas tremendas de recibir la comida que tanto desea él y por supuesto yo. Noto como la lengua recorre mi coño de arriba abajo y como mordisquea mis labios vaginales con sus propios labios.

-        ¡Ummm si joder, cómeme cariño! - le digo apretando su cabeza contra mí.

-        ¿Y qué me dices de Carlos? ¿Te chuparía así de bien? - Me pregunta Alex cuando ha dejado por un momento de lamer mi clítoris arrancándome intensos gemidos.

-        ¡Uff, sí, no creo que como tú... pero hasta que no me lo haga, no podré comparar.

-        Te gustaría ¿eh?

-        ¡Joder, Alex... sabes que sí! - repito apretando mis muslos contra su cara recibiendo de nuevo su habilidosa lengua.

-        Y ¿follando? ¿te le imaginas clavándotela?

-        ¡uf, uf, ummmm, cabrón, me matas!

-        La tendrá grande... ¿cómo a ti te gustan?

-        Seguro que sí, cariño, ¡ahh!, ¡pero no creo que tanto como la tuya!

Desde luego Alex sabe que me calientan los pollones y además él tiene una buena herramienta y siempre que he imaginado al vecino he pensado que debe tenerla igual que la de mi marido... aunque nunca se sabe, podría llevarme una sorpresa.

-        Eso también tendrías que probarlo para poder comparar. - me dice.

Eso enciende todas las luces que me invaden y empiezo a gemir fuertemente.

-        ¡Sigue cabrón sigue que voy a correrme! – le digo estrujándome las tetas mientras él me mira victorioso, sabiendo que sus palabras me vuelven loca, por no hablar de su lengua devorándome.

Alex me sigue chupando mientras mete un dedo en mi culito y otros dos en mi coño mientras me dice:

-        Lo que debe ser tener la polla de Carlos aquí dentro.

Eso hace que ya no pueda aguantar más y me corra de tal manera que tengo que tapar mi boca con la almohada para amortiguar los gritos de placer.

Los dos nos quedamos bien relajaditos tumbados en la cama, apaciguando esa sesión de sexo mañanero. Él se estira a mi lado y comienza a dibujar mi pezón con la yema de sus dedos.

-        ¡Qué bueno es fantasear con Carlos! ¡Te pones como una moto, Silvia! - me dice

Me quedo unos instantes en silencio, recuperando el aliento después de la magnífica comida de coño que me acaba de regalar. Y efectivamente, no puedo negar que el hecho de pensar en el vecino de enfrente me pone demasiado... creo que tanto como a él, Laura, su mujer.

-        Bueno, cariño, no puedo negarlo, me encanta jugar a esa fantasía. - comento dándole un piquito de agradecimiento pues todavía noto latir mi corazón ahí abajo.

-        Sí, claro... ¿Y si fuera real? - pregunta de nuevo pellizcando más fuerte el pezón.

-        ¡Ay...! ¡No te entiendo! - le digo dándole un manotazo.

-        Pues que pudieras follártelo realmente y no en una de nuestras fantasías.

-        ¿A Carlos? ¿El vecino?

-        Claro. Yo estaba pensando en cómo sería un intercambio.

-        No empieces con eso, Alex, ya sabes que ellos no...

-        Bueno, cariño, nunca se lo hemos preguntado.

Cierro mis piernas notando el calor que invade mi entrepierna imaginando que eso pudiera suceder y empiezo a darle vueltas a mi cabeza nuevamente pensando en eso, pero, claro... me parece una auténtica locura, como siempre. No niego lo morboso y excitante que es, pero resulta algo imposible, primero porque siempre ha sido algo que hemos fantaseado, que ha sido utilizado como uno de nuestros juegos en la cama, pero otra cosa sería hacerlo realidad... me cuesta ver eso como medianamente posible. Laura y Carlos, además de buenos vecinos son mejores como amigos y hemos cenado juntos en muchas ocasiones, unas veces en nuestra casa, otras en la suya, pero no han dejado de ser cenas normales, graciosas, algunas picantes en las conversaciones, pero poco más. Nunca se nos ha ocurrido plantear tal cosa, ni tan siquiera confesarles que ellos forman parte de nuestras fantasías. Como solemos decir, lo que ocurre a este lado de la puerta se queda entre nosotros.

-        ¿Te imaginas que algún día les propusiéramos un cambio de pareja? - insiste Alex.

-        ¡Qué tonto eres! - le digo, dándole otro manotazo.

Sin embargo, es todavía más excitante pensar en un intercambio real... es algo que hemos hablado otras veces y siempre me deja llena de dudas, pero el sólo hecho de pensarlo me pone bastante cachonda, más todavía cuando Alex no deja de toquetear en este momento mi coño con sus dedos e incluso me mete uno dentro, para luego sacarlo y meter dos más suavemente, como si me follara con ellos.

-        ¿A ti no te importaría que yo lo hiciera con Carlos? - le pregunto yo, estirando mi mano hasta su polla que empieza a despertar de nuevo entre mis dedos.

-        Pues no lo sé... ¿y tú verme follando con Laura?

-        No lo sé. Jajajaa...

Ambos reímos a carcajadas mezcla de nervios y excitación.

-        Silvia, siempre fantaseamos y nos ponemos como motos pensando en terceros y estos están ahí tan cerca... Nunca hemos intentando nada - añade Alex.

-        Joder, cariño, una cosa es fantasear y otra hacerlo realmente. Me da vergüenza la idea de que nos tomen por unos salidos con solo comentarlo.

-        Ya lo sé, sólo digo la posibilidad, no sé, una conversación, una anécdota, ya sabes...

-        ¡Uf, Alex estás loco! - digo con sus dos dedos acelerando el movimiento dentro de mi coño.

-        ¡Y a ti te encanta! - añade él.

A continuación, Alex me besa, con esa pasión y esas ganas, que, acompañado de nuestras mutuas masturbaciones, nos pone de nuevo a tope, gimiendo ambos... y llenando nuestro dormitorio de intensas respiraciones agitadas.

-        Otra cosa es que ellos quisieran... - comento de pronto.

-        Entonces no estoy loco, porque veo que te gusta esa idea.

-        Sabes que sí, pero no veo como...

-        Bueno, podemos empezar por invitarles a cenar y trazar algún plan y quizás acabemos follando los cuatro. - añade y empieza a pajearme fuertemente

-        ¡Sí, sí, ahhh! - solo puedo correrme de nuevo con los habilidosos dedos de Alex en mi coño, su lengua jugando en mis labios y esa loca propuesta mezcla de fantasía y realidad.

Dos días más tarde, parece que hemos olvidado ese tema y yo estoy terminando un trabajo en el ordenador en casa, cuando aparece Alex por la puerta bastante eufórico.

-        Hola cariño - me dice agarrándome por detrás de la silla y apretujando mis tetas.

-        Hola amor... no has tenido bastante con tu sesión de running- le contesto dándole un tierno beso girando mi cabeza pues viene sudado de correr.

-        ¡No te lo vas a creer! - me dice.

-        ¿El qué?

-        Acabo de encontrarme con la vecina en el ascensor.

-        ¿Con Laura?

-        Sí, joder, me he empalmado pensando en lo del otro día...

-        Jajaja... ¿en serio? ¿No te lo habrá notado? - digo, pero empiezo a notar un cosquilleo en mi entrepierna.

-        No lo sé, pero no pude evitarlo cariño, fue algo espontáneo.

-        Si no me importa... y es normal, Laura es preciosa.

-        Bueno, no tanto como tú. Ni tiene estas tetas - añade estrujándolas de nuevo.

Laura es una chica muy mona de cara, algo más bajita que yo, con unas tetas pequeñitas, pero está muy bien, de hecho, ella hace mucha bici, por lo que tiene una cinturita de avispa y un culo muy bien puesto, no es extraño que mi marido se la coma con la mirada.

-        ¿Y qué ha pasado? - le pregunto.

-        No, bueno, le he dicho si les apetecía una cena este viernes los cuatro juntos y me ha dicho que sí, que les apetece mucho, que hace tiempo que no hacemos una...

-        Vaya, no has desaprovechado la ocasión ¿eh? - le digo.

-        Bueno, de momento es solo una cena.

-        Ya, ya... por eso se te ha puesto así de dura. - le digo estirando mi mano y agarrando su polla bajo su pantalón de deporte.

Él se ríe, pero ambos sabemos que esa fantasía es cada vez más fuerte y nos invade una considerable excitación al imaginar la situación.

-        Ve a la ducha, anda... que tengo que acabar esto. - le digo señalando el portátil.

Alex se dirige hacia la ducha, pero yo ya no puedo concentrarme en el informe que estoy rellenando en mi Pc, ya que mi marido me ha calentado con lo de la cena y no dejo de pensar en lo que deseo que llegue el viernes con esa posibilidad de que entremos en un nivel “más avanzado” con ellos. ¿Será realmente así?

Me levanto y entro en el baño para decirle en qué plan ha pensado para sacar como conversación en esa cena “especial” con ellos, cuando descubro desnudo a Alex detrás de la mampara y bajo el agua esas gotitas resbalan por su cuerpo fibroso, pero veo también que está masturbándose, seguramente pensando también en ese encuentro con Laura en el ascensor y lo que podría pasar el viernes.

-        ¡Ummmm, cariño! ¿te estabas pajeando sin avisarme? - le digo - Espera que ahora vuelvo.

Cuando regreso, un minuto después, lo hago totalmente desnuda y con mi Satisfyer en la mano, me coloco justo frente a la ducha y enciendo el motorcillo de mi juguete delante de él, abriendo mis piernas para empezar a pasarlo alrededor de mi sexo, ya mojado.

-        Me gusta ver cómo te pajeas... seguro que estás pensando en la vecina - le digo –

-        ¡Mmmm, Silvia... qué cabrona eres!

-        Ahora quiero que sigas haciéndolo mientras me miras como juego con mi amiguito... por cierto, ¿sabes cómo se llama?

-        ¿Cómo?

-         ¡Se llama Carlos! - añado soltando un largo suspiro cuando ese artilugio vibra apoyado sobre mi clítoris.

-        ¡Joder, nena!

Alex no puede estar más excitado viéndome masturbarme con el juguetito y mi cara también debe ser de un placer extremo. Estoy muy cachonda con este juego de la cena y la posibilidad de ir más allá con nuestros vecinos, pasando de la fantasía a una posible realidad. La enorme polla de mi marido sigue siendo mecida por su mano y yo sigo estremecida por la vibración enfrente de él.

-        ¿Quieres ver cómo me corro cariño? - Me pregunta, notablemente excitado.

-        ¡Ummmm si, mi amor, enséñame como sale toda esa leche para Laura y para mí! - le digo jadeante.

Eso provoca, casi inmediatamente, una gran corrida de mi esposo con innumerables disparos que embadurnan los azulejos y la mampara de la ducha. Yo veo eso y aumento el ritmo de mi masturbación con el Satisfyer y acabo sentada en el suelo, desnuda como estoy, con la espalda apoyada en la pared y corriéndome en un intenso orgasmo, mientras juego con un dedo en mi boca y ese aparato en mi coño.

Ambos nos miramos exhaustos pero satisfechos con ese morboso juego.

Al día siguiente tengo mi hora en el gimnasio, como cada jueves, sabiendo que Carlos, mi vecino, está en la zona de pesas. Me acerco, haciéndome la distraída y me pongo enfrente de él, en uno de los bancos para levantar unas mancuernas de 5 kilos. Tal y cómo esperaba, Carlos se fija se fija en mí, por algo me he puesto estas mallas negras y este top escotado del mismo color.

-        Hola vecina, ¿Cómo te va? - pregunta él, recorriendo con su mirada mi cuerpo embutido en esas prendas tan ceñidas.

-        ¡Ah, hola, no te había visto, Carlos! - comento con disimulo y dejando las pesas sobre el banco, me acerco a él, para darle dos besos, impregnándome con su olor tan varonil y notando esos labios tan cerca de los míos.

Noto su mirada clavada en mi canalillo y yo la mía en sus abdominales bien definidos, ya que está con el torso desnudo. Pienso en lo bueno que está, en esa boca tan apetecible y cómo esos músculos tan perfectos podrían estar abrazando mi cuerpo desnudo... uf, lo de la propuesta de la cena, me está torturando y mi imaginación está desorbitada. Regreso a mi posición y sigo levantando las mancuernas, pero quiero que se fije bien en el canalillo de mi top, que ofrece de forma rotunda mis tetas y al mismo tiempo mantengo mis piernas abiertas, con toda la provocación del mundo, sentada en ese banco justo frente a él.

-        Mañana cenamos, ¿no? - le pregunto mientras él no me quita ojo al tiempo que hace una sentadilla con unas pesas sobre sus bien formados hombros.

-        Sí, ya me dijo Laura. Hace mucho que no nos reunimos y charlamos... y eso que nos vemos a diario en la escalera.

Es cierto, parece mentira, que viéndonos tantas veces durante este tiempo y no hayamos pasado de una cordialidad vecinal con unas cenas de buenos amigos... por eso me cuesta creer que mañana consigamos algo más, pero Alex me ha calentado tanto, que me lo estoy creyendo. Sigo moviendo con energía esas mancuernas que hace que mis pechos reboten al compás de mis ejercicios.

-        La verdad es que tengo muchas ganas. - digo sonriente mirando a su entrepierna con más descaro que nunca.

-        Bueno, Silvia ¿y con qué nos vas a sorprender esta vez? - me pregunta mientras levanta de nuevo esa barra con bastante peso.

-        ¿De cena? - pregunto, aunque solo pienso en que me gustaría sorprenderle con otra cosa y en la idea de cumplir mis fantasías con él.

-        Sí, haces cosas muy ricas. - me dice.

-        Gracias. - añado sonriente por ese cumplido, pero en el fondo pienso en lo que sería comerle la polla, que sí que debe estar riquísima.

Continuamos una charla amena, llena de miradas e insinuaciones, pero sin más y una hora más tarde llego a casa y Alex está preparando la cena.

-        Hola amorcito, ¿sabes quién estaba en el gimnasio? – le digo pellizcando ese duro trasero que tiene.

-        Hola, no ¿quién?

-        ¡Carlos! - digo efusivamente.

-        Y te has puesto cachonda... - me dice volviendo su cara sonriente y viendo la mía sonrojada.

-        ¡Uf, cariño, tengo el tanga empapado!

-        Guau, nena... cada vez nos pone más esto, ¿no?

-        ¡Joder, es que Carlos me tiene loca!

-        Lo sé, tanto como a mí su mujer. No podemos negarlo. Esto ya no es un sueño ¿lo sabes?

-        Ya, cariño, estoy nerviosísima, pero tengo miedo... no sé.

-        ¿Por qué?

-        No sé, por como entrar en ese terreno con ellos y que se molesten y peor que nosotros entremos en esa historia tan diferente a nuestras fantasías. ¿Tú no tienes miedo?

-        ¿Miedo de que te de un ataque de celos de verme con Laura?

-        Uf, no sé, cariño... hasta ahora me ha gustado pensarlo, ¿y tú? ¿Cómo verías verme empalada en la polla de Carlos?

-        Cariño, como sigas así, dejo la cena y te follo ahora mismo sobre la encimera.

Nos damos un beso abrazados, pero le empujo para seguir preparando la cena juntos y comentamos lo cachondos que nos ponemos desde que sacamos esa propuesta como posible. Hasta ahora esas fantasías han sido habituales en nuestra cama, desde hace bastante tiempo, pero nunca hemos hecho nada parecido, aunque ¿con quién mejor que con nuestros vecinitos?

-        En serio Alex, ¿tú crees que ellos entrarán “al trapo” de esa loca propuesta? - le pregunto mientras aliño la ensalada junto a él.

-        Con tiento, Silvia, estate tranquila. - responde muy seguro.

-        No sé.

-        ¿Cuándo te he fallado yo, cariño?

-        Lo sé Alex, pero, no sé, siempre que hemos estado con ellos, pues nos hemos hecho unas risas, unas copas, unos juegos de mesa... y luego “cada mochuelo a su olivo”

-        Jajaja, esa frase es mía.... Ya, mujer, pero he pensado algo...creo que tengo la forma de saber si nos siguen el rollo...

-        ¿De verdad?, ¿Cuál? - pregunto nerviosa.

-        Había pensado que podríamos jugar a algo...

-        ¡Vaya cosa!, ¡pues como siempre! Lo normal en cada cena es que acabamos con un juego de mesa.

-        No, Silvia, no me has entendido... me refiero a algún juego más fuerte, ya me entiendes... Algo que caliente el ambiente.

-        ¡Pufff... ¡No se te escapa una! - añado apretando su miembro bajo el pantalón que noto endurecerse.

Por fin llega el viernes y vuelvo del super, cargada con bolsas para la cena y me encuentro en el rellano con Laura, precisamente.

-        Hola guapa, oye que no hemos hablado nada. ¿Qué llevamos para la cena? ¿Una botella de algo?, ¿Un postre? - me pregunta Laura con su simpatía de siempre.

-        No, no hace falta que traigáis nada, con que vengáis vosotros nos vale. - digo pensando que ellos deberían ser el auténtico postre.

-        Bueno, al menos llevo una botellita de ron cubano, muy rico.

-        Vale, perfecto.

-        Ah, Silvia ¿Y hay que vestir de forma especial? - me pregunta.

-        Bueno, informal, como siempre... Podrías venirte con esos “jeggings” que impactaron tanto a mi marido en la cena anterior.

-        ¿Le impactaron? - me dice Laura sonrojándose.

-        No veas cómo. Le pusiste realmente nervioso - la digo guiñándole un ojo echando algo más de leña al fuego mientras ella se mete en su casa algo aturdida.

Me meto en la cocina y Alex ya está con los preparativos. Entro y me pongo a su lado en mi tarea que es un asado relleno que me sale francamente bien.

-        Acabo de encontrarme con Laura.

-        ¿Ah sí?, ¿qué tal?

-        Está guapísima, se ha cambiado de peinado, con un rubio más intenso.

-        Genial, una rubia y una morena... el sueño de cualquiera. - añade mi chico riendo.

-        Sí, me ha dicho qué ropa traía a la cena y le he dicho que se traiga los jeans ceñidos de la otra vez, esos que tanto te impactaron.

-        ¿En serio le has dicho eso, cariño?

-        Claro... hay que calentar el ambiente. - le respondo.

-        ¡Eres mi diosa! - me dice Alex abrazándome contra él y apretando mi culo, porque está feliz, impaciente y excitado por esa cena, al igual que yo.

Terminamos de preparar la cena y Alex una vez duchado y perfumado se ha puesto muy guapo, con esa camisa azul de manga larga, que le queda como un guante y sus vaqueros gastados que me dan ganas de arrancárselos a mordiscos que marcan su culito.

-        Porque tenemos invitados, si no te comía ahora mismo. - le digo pellizcándole el trasero.

-        Anda, Silvia, vete a cambiarte que falta poco para que vengan. - me apremia sonriente y visiblemente nervioso mientras termina de colocar la mesa.

Tras ducharme, peinarme y maquillarme para la ocasión, decido como vestimenta una minifalda de cuero negro, bastante corta, mi ceñida blusa roja para grandes ocasiones, que hago resaltar con un potente canalillo y por supuesto, taconazos. Me miro en el espejo y estoy impaciente por ver la cara de Carlos, pero lógicamente el primero en verme es mi marido.

-        ¡Joder, nena, estás rompedora! - me dice agarrando mi cintura.

-        Hoy seguro que follamos, no sé si al final tu y yo solos, pero desde luego el calentón que tengo es bestial – le comento.

-        Y yo no digamos, pero creo que algo va a pasar. Ya lo verás...- me dice Alex convencido.

-        Por cierto, ¿Has pensado ya en el juego cariño? - le pregunto retocando mi maquillaje en el espejo del pasillo.

-        Pues sí; se me había ocurrido jugar a que cada uno diga frases de su vida íntima, sobre lo que quiera o le apetezca contar, y los demás tenemos que adivinar si es verdad o no lo que dice. El que falle se tiene que quitar una prenda, y el que acierte se queda como está.

-        ¡Uf, me encanta la idea, Alex! Ya me estoy imaginando a Carlos sin camiseta y quien sabe si algo más...

-        Y yo a Laura en braguitas... - añade dándome un beso en la boca y buscando con su lengua la mía que se encuentran en el aire.

-        ¡Eres perverso... y me encanta!

-        A ver si quieren...

Por fin es la hora y suena el timbre, Alex se dirige a la puerta y el primero en aparecer es Carlos, al que mi esposo estrecha la mano y después ambos se dan un abrazo. Mi vecino está impactante, con unos pantalones de pinzas y una camisa cuyo último botón lleva abierto para enseñar parte de su pecho depilado y robusto. Tras él, aparece Laura, increíble con su pelo rubio intenso y como yo esperaba, con sus ajustados leggings vaqueros, en donde se remarcan sus curvas a la perfección, sus tacones altos, como los míos y una camiseta blanca de amplio cuello que deja a la vista de forma muy sensual una buena porción de su hombro, el tirante y parte de la copa de su sujetador negro. Ella apoya la mano en el hombro de mi chico y le da dos besos. Aunque no puedo verlo, estoy segura de que ya está empalmado.

-        ¡Joder, vecina, como la cena esté tan buena como tú, esta noche será memorable! - me dice de pronto Carlos acercándose a mí, admirando mis piernas y mi escote, plantándome a continuación dos besos mientras se agarra a mi cintura.

Carlos siempre suele ser bromista con sus frases, pero esa me ha impactado mucho más que las otras veces. No hay duda de que esta noche va a ser especial. Tras saludar a Laura y guiñarle un ojo tras señalar su atuendo, ella me sonríe y nos besamos con un abrazo de amigas.

La cena transcurre entre risas que van soltando poco a poco las bromas y la lengua de cada uno de nosotros ya que, especialmente Alex y yo, hacemos lo posible para que en algún momento haya comentarios subidos de tono... eso sumado a los efectos que empieza a producir el vino hace que la situación sea de lo más morbosa. Yo sigo pensando en la idea que tenemos en mente... y lo bien que lo tenemos encarrilado.

Pasamos al sofá para tomar unos chupitos de esa botella de ron que ha traído la pareja. Noto a mi chico devorando el culo y los muslos de Laura tan bien definidos en esas mallas con forma de jeans y ella, sabiéndose admirada, me mira y sonríe. Al tiempo veo que Carlos no me quita ojo a las piernas que yo cruzo y descruzo y por supuesto a mi voluminoso pecho, embutido en esa blusa roja.

-        Bueno, ¿a qué jugamos hoy que quiero daros una paliza? - pregunta Carlos frotándose las manos.

Lo cierto es que en anteriores cenas siempre ha habido algún juego de mesa en el que hemos participado los cuatro, aunque siempre han sido juegos mucho más tradicionales del todo inocentes, pero conociendo a Carlos y siendo tan competitivo que es capaz de cualquier cosa por ganar, Alex se siente con fuerza para presentarle a sus vecinos la atrevida propuesta.

-        Habíamos pensado en jugar a algo diferente a lo de otras veces... porque al final, nos ganas siempre. - le comenta Alex a su vecino y amigo.

-        Pues tiene que ser algo que yo no conozca, porque si no, ya sabes que soy invencible a casi todo – responde con chulería Carlos.

-        Pues es precisamente eso. - apunta Alex.

A partir de ahí mi chico les va contando en qué consiste la idea de su juego, para en resumen se trata de adivinar alguna locura de cada uno y los demás tienen que adivinar si están mintiendo o no. Si fallan perderán una prenda.

-        Pero si fallamos mucho, podemos perder casi toda la ropa – comenta Laura con cierta preocupación, estirando de su camiseta como si casi la estuviesen descubriendo desnuda.

-        Bueno, hasta donde cada uno quiera – intervengo yo para tranquilizarla

-        Claro cariño, no tengas miedo... que a estos les ganamos y les dejamos en bolas. - comenta riendo su marido algo contento, producto del vino y unos cuantos chupitos de ron añejo que han caído.

Eso parece animar a Laura, porque ambos son buenos jugadores, sobre todo Alex, aunque esta vez, no dependerá de la habilidad como jugador, sino de la suerte de los dados.

Tras aceptar el reto, proponemos como regla que el ganador apunte en un papel si su historia es verdad o mentira y la destape una vez que todos han dado su veredicto. Una vez conformes todos, comienza por fin el excitante juego con un dado que vamos tirando todos alternativamente y el número mayor es el que contará su relato, su experiencia o su fantasía. El vencedor de la primera ronda es Alex con un cinco.

-        Bueno, ahí va mi historia: - comenta - Cuando tenía diecinueve años me estaba masturbando en el baño y entró mi madre justo en el momento el que me estaba corriendo. - dijo sonriente viendo la cara expectante de todos.

-        ¡Eso es mentira! - digo yo rotundamente, aunque sé que es cierto porque Alex me lo contó en alguna que otra ocasión, pero quiero animar a los otros.

Siguiendo nuestra estrategia, el resto también apuestan por mentira y Alex orgulloso levanta el papel en el que pone “Verdad”

-        ¡Lo siento señores y señoras... Vayan dejando sus prendas...! - comenta él victorioso y aplaudiendo entre risas al tiempo que da un trago a su chupito.

Yo me despojo de mis tacones, que cuentan como única prenda y Laura hace lo mismo con los suyos. Carlos ríe nervioso y nos imita despojándose de sus deportivas.

-        Esto se pone interesante... - añade Alex sirviendo a todos una ronda de chupitos y de momento es el único que no ha perdido prenda.

La siguiente en ganar una ronda de dados es Laura, que, aunque parece algo tímida, esos chupitos de ron y el morboso juego parece que tiene ganas de jugar.

-        Antes de conocer a Carlos participé en un intercambio de parejas. - dice ella de pronto.

Tanto a mi marido como a mí se nos abren los ojos como platos, porque todo está saliendo mejor de lo esperado y noto como un cosquilleo extraño debajo de mi ombligo que llega a mi sexo pensando en que cada vez estamos más cerca; Miro a los ojos a Laura y veo un ligero brillo, además de su juguetona sonrisa esperando nuestras respuestas.

-        Es cierto – Se adelanta Alex que ya está cachondo sólo de imaginársela en esa situación.

Yo miro a Carlos y no sé muy bien si me quiere engañar, pero apuesta por “verdad” como Alex. Solo quedo yo... que sigo dudando y veo el nerviosismo de mi amiga, pero acabo apostando por verdad como todos.

-        Es mentira. - dice ella aplaudiendo nerviosa al tiempo que levanta la tarjeta.

-        Carlos nos has engañado, porque se te veía convencido. - digo yo.

-        Bueno, ya sabéis que soy un estratega. Se trata de saber quién gana al final, ¿no?

-        Joder, me parecía cierto - añade mi esposo.

-        Bueno, que no lo haya hecho hasta ahora no quiere decir que algún día no me dé por probarlo, - dice Laura mirando directamente a los ojos a mi esposo.

No me puedo creer que esto esté yendo tan bien y la predisposición de Laura en este juego, porque además es ella la que nos anima a ir soltándonos prendas.

Carlos es el primero en quitarse la camisa dejando su cuidado torso a la vista de los presentes y aunque ya he tenido la suerte de verle más de una vez en el gimnasio, en esta nueva situación resulta más apetecible todavía. Alex, que no había perdido nada hasta ahora, se saca los zapatos y yo opto por la blusa poniéndome de pie. Está claro que la estrategia de Carlos era la de que yo perdiera esta prenda y lo hago despacio, recreándome y exhibiéndome con sensualidad, soltando los botones uno a uno y la saco lentamente dejando a la vista mi sujetador que también es rojo. Recoloco mis tetas en esa pequeña prenda y me siento en mi sitio. ¡Esto marcha!

Rellenamos los vasos de chupito y el siguiente que saca más puntos es Carlos, que se levanta y se pone de pie delante de todos.

-        Una de mis más prohibidas fantasías es masturbarme delante de alguna chica pero que ella sólo mire. - lo dice mirándome fijamente a los ojos.

-        ¡Mentira! - grito yo a carcajadas – no serías capaz de resistir a que ella tan solo te mirara sin que participase.

Creo que él me está poniendo a prueba y va a por mí, pero le estoy pillando el truco. Alex y Laura se miran sin saber que apostar y al final optan porque sea verdad.

-        ¡Es mentira!, - dice Carlos mirándome con cara de vicio mientras se ríe levantando la tarjeta de “mentira”.

-        Cariño, pues yo pensé que era cierto por tu cara... - comenta Laura.

-        Ya, pero... ¡Silvia tiene toda la razón! No creo que fuese capaz de que solo mirase. - y eso último lo dice mirándome de nuevo, primero a los ojos y luego a mis tetas aprisionadas bajo el sostén.

Alex se quita la camisa y Laura se saca la camiseta mostrando, igual que yo, su sujetador, en este caso de color negro que envuelve sus dos pequeñas, pero bien formadas tetas. Alex me mira y de un trago se bebe su chupito, porque le pasa como a mí, que casi no se lo cree.

La siguiente en ganar es Laura, con un seis y levanta los brazos victoriosa haciendo que sus tetas bailen dentro del pequeño sujetador.

-        Mi historia es que una vez, me comieron el coño en el confesionario de una iglesia. - comenta su historia, ocultando contra su pecho la tarjeta que desvela si es cierto o no.

Todos nos miramos estupefactos por esa locura que acaba de confesar... nunca mejor dicho y miro a Carlos que es el primero en apostar.

-        ¡Ni de coña!, ¡Eso es una bola! - apuesta riendo él muy convencido

Eso hace que tanto Alex como yo, le imitemos y apostemos por mentira, pero es Laura la que empieza a mostrar una gran sonrisa, poniendo cara de buena y girando su tarjeta mientras dice:

-        ¡Pues es verdad!

-        ¡Joder! ¿Qué? - exclama su marido - ¡Conmigo no ha sido!

-        No bobo, fue con un novio anterior hace muchos años - añade ella riendo.

-        Nunca me lo contaste... - apunta él.

No sé si también está jugando estrategia o es realmente un secreto de juventud de su mujer, pero el caso es que hemos perdido los tres que debemos despojarnos cada uno de nuestras respectivas prendas.

El primero en hacerlo es Carlos que se saca los pantalones e inmediatamente después lo hace mi marido, dejándonos a nosotras una impresionante vista de sus cuerpos y del bulto que aparecen bajo sus respectivos bóxers. Está claro que ambas pollas se ven bastante abultadas, no sé si en erección, pero yo al menos tengo el coño chorreando. Me levanto y mirando esta vez fijamente a Carlos, abro el cierre de la faldita y haciendo un meneo de caderas hago que la prenda se deslice por mis piernas hasta el suelo. La vista de Carlos no se despega de mi tanga rojo y creo que se debe notar que lo tengo mojado. Estoy tan cachonda que me parece ver crecer esa polla de mi vecino bajo su slip.  Antes de sentarme me sirvo un poco de ron en mi copa y me doy cuenta de que esa pequeña braguita roja tapa lo mínimo, pues es una tira que apenas cubre mi rajita y deja a la vista mis ingles.

-        Esto es muy fuerte. Creo que deberíamos dejarlo. - añade Laura, viendo a su marido con la vista clavada en el tanga de Silvia.

-        Es solo un juego, Laura y, además, tú vas ganando... - añade Alex queriendo convencerla de esa locura.

-        Ya, pero nunca nos hemos desmadrado así.

-        ¿Con nosotros? - pregunto yo.

-        Ni con vosotros ni con nadie. - responde algo avergonzada.

-        ¡Ni nosotros! - apunta Alex envalentonado - jajaja.... y todos reímos bastante nerviosos e indudablemente excitados

Hay un momento de silencio, claramente cargado de tensión, pero el cachondeo, el alcohol y el nivel de morbo están más arriba y estoy segura que Laura, como todos, queremos seguir jugando, aunque es cierto que nunca habíamos llegado a ese nivel de confianza y complicidad.

-        ¿Tú no estás deseando dejar a estos en pelotas? - le comento a mi amiga señalando a los dos hombres visiblemente excitados.

Laura mira primero a su esposo y a su bulto, mientras él la mira sonriente, pero lo que más le intriga a ella es lo que se oculta bajo la única prenda de Alex, por lo que se anima a continuar.

-        Bueno, una ronda más. - dice riendo y bebiéndose el chupito de un trago.

Todos aplaudimos por su valiente decisión. Tiramos cada uno el dado y es Alex el vencedor de la ronda. Como la cosa ya está que arde, mi chico decide jugar fuerte para ver la reacción de todos, especialmente de nuestra vecina:

-        Pues una de mis fantasías más prohibidas siempre ha sido poder ver a mi mujer gozando con otro hombre.

-        ¿Estando tu presente? - pregunta atónita nuestra amiga.

-        ¡Claro! La condición es que yo esté presente.

-        ¡Ummm , no sé, puede ser verdad! – dice Laura intentando descubrir el secreto en los ojos de mi marido.

-        Sí, pero también mentira porque igual te mueres de celos – añade Carlos – Venga va, yo digo que es falso.

-        Yo apuesto a que es cierto – digo guiñando el ojo con disimulo a Alex, sabiendo que es nuestra fantasía más loca.

Ella me mira, después mira a Alex y al final dice:

-        Yo creo que es mentira, aunque la situación puede tener mucho rollo, no creo que lo soportaras – dice ante la sorpresa de todos.

Alex se levanta y levantando su copa de chupito dice:

-        Pues es verdad, no sé si tendría celos o no, pero imaginarme a Silvia follando con otro hombre y ver como se retuerce de placer mientras la miro es algo que me pone mucho.

Alex sonríe viendo la cara de sus vecinos, levantando su tarjeta en la que pone la palabra “verdad”.

Durante unos segundos hay un silencio sepulcral. Todos nos hemos dado cuenta de hasta donde ha llegado el juego y estamos al límite de que continúe o que se detenga definitivamente.

-        Pareja, vayan dejando sus prendas sobre la mesa. - dice Alex a nuestros vecinos celebrando su victoria.

Laura se levanta decidida y se quita sus ceñidos pantalones para quedarse en braguitas a juego con su sostén. Lleva un conjunto negro bastante pequeño que a Alex le pone de lo más cachondo. Lo noto porque su polla está creciendo bajo sus bóxers. No le reprocho que esté embobado sin dejar de mirar a Laura, con esas piernas tan perfectas que terminan en ese increíble culo.

-        Cariño, ¿lo vas a hacer? - le pregunta Laura a su marido sabiendo que solo le queda una prenda que perder.

Después ella me mira a mí, que debo tener una cara de vicio tremenda esperando ese momento de ver a su marido despelotado.

-        Claro, mujer, el juego es el juego... - dice él y se levanta del sofá bajando de golpe su slip, quedándose completamente desnudo y con una erección considerable.

Esa polla es preciosa, tan gorda, tan llena de venas que además parece estar apuntándome y cuando alzo la vista veo la sonrisa de él cuando me ha pillado embobada mirándola. Noto mi chochito palpitar y no dejo de pensar en cómo debe ser tenerla adentro. Es tan grande como la de Alex, más o menos igual, aunque esta parece más gruesa y en cambio la de Alex es más larga...

-        Bueno, parece que tenemos el primer perdedor de la noche – apunta Alex entre risas despertándome de esa visión que me tiene hipnotizada, pues noto balancear esa cosa que tantas ganas tenía de ver.

-        ¿Entonces el juego ha terminado? - pregunta Laura.

No sé exactamente lo que pasa por su cabeza en este momento, pero parece que ella quiere seguir y el hecho de ver a su marido desnudo delante de nosotros, le ha provocado más morbo, porque vuelve a mirarme para saber en qué se convierte el juego a partir de ahora, teniendo en cuenta de que Carlos no puede perder más prendas.

-        Os propongo subir un poco más el nivel – digo de pronto.

-        ¡Silvia! ¿Más todavía? - me dice Laura recolocando su braguita nerviosamente.

-        Bueno, Carlos ya no puede perder prendas... así que... ¿Qué os parece si tiramos el dado una vez cada uno, y el que saque el número más bajo tiene que obedecer a lo que le pide el que saque el más alto?

La situación se ha calentado de tal modo que Carlos parece dispuesto a seguir, de hecho, se levanta con toda la naturalidad del mundo para prepararse una copa de nuevo, dejando a la vista su cuerpo totalmente desnudo y esa semi erección tan atrayente. Me mojo los labios y en ese momento su polla se tensa más y se pone totalmente tiesa. ¡Dios, qué pasada! Nunca habíamos hecho nada parecido con nuestros vecinos, desde luego, pero esto me parece como si estuviéramos viviendo un sueño.

-        Silvia, no me parece justo. - dice de pronto Laura.

-        ¿Por qué? - le pregunto.

-        Pues que mi marido sea el único que esté desnudo y juega con desventaja... - dice.

-        Para una vez que pierde - añade Alex riendo.

-        Ya, pero no creéis que deberíamos estar todos en igualdad de condiciones – añade ella de pronto ante la sorpresa de todos.

Miro a Alex que parece tan alucinado como yo, viendo esa reacción de Laura sin creernos lo que está pasando realmente y lo envalentonada que se ha vuelto, producto seguramente del alcohol y de la carga erótica que domina el ambiente. No estoy segura, pero es ella la que nos descoloca a todos ya que parecía a priori, el mayor reto.

-        Tú lo que quieres es ver la polla a mi marido – le digo descaradamente a mi amiga, intentando ver su reacción.

-        Claro... como tú parece que no puedes quitarle el ojo a la del mío - contesta ella, lo que demuestra que se ha dado cuenta de que estoy hipnotizada con esa verga en erección.

Todos reímos, incluyendo a Carlos que cada vez se siente más decidido y nos ofrece a todos una pequeña copa de chupito. Y entonces, sin quitar la vista de mi escote, suelta:

-        Yo estoy de acuerdo con la propuesta de Laura. No es justo que yo sea el único en estar desnudo y los demás permanezcáis con ropa - añade y se agarra la polla descaradamente de tal forma que parece apuntarme con ella, totalmente erguida.

Miro a Alex pensando en que todo nuestro plan se está haciendo realidad y si todo esto se nos ha ido de las manos, ya que ahora no es un sueño, no es una fantasía... esto está ocurriendo y no sé todavía si habrá celos por mi parte o por la suya. Todavía estoy dándole vueltas a todo cuando Alex sentencia:

-        ¡Me parece justo!

Sin pensárselo más, mi chico se pone de pie y se baja los calzoncillos de golpe, mostrando su polla tiesa que se balancea frente a los ojos atónitos de todos, especialmente los de Laura que se tapa la boca al ver a Alex tan lanzado y ese pollón en vivo. Reconozco que me siento orgullosa, más que celosa, pues mi marido está muy bueno y muy bien dotado, aunque el suyo también lo está.

-        Bueno, yo he cumplido – afirma Alex, haciendo el mismo movimiento que su amigo, aunque durante más tiempo, como si se masturbara levemente.

-        Ahora hace falta que ellas cumplan su parte - apunta Carlos chocando su vaso con el de Alex y sin soltar sus respectivas pollas.

La imagen es impactante, porque nuestros dos hombres desnudos están sentados en el sofá tocándose y esperando ver nuestra reacción. Miro a Laura, que también parece quedarse descolocada, por esa reacción y por lo que nos toca a nosotras.

Le hago una seña que ella entiende enseguida, cuando levanto mis cejas y me muerdo el labio. Ambas nos levantamos y nos ponemos frente a los chicos. Estamos nerviosas, pero excitadas y las dos, con ganas de entrar en este nivel del juego sin retorno.

La música lenta de ambiente nos motiva para regalarles un show a los chicos y las dos, tras sonreírnos mutuamente, moviendo nuestras caderas, soltamos los corchetes de ambos sostenes y tras mirar lascivamente a esos hombres cachondos, dejamos caer esa prenda al suelo, mostrando nuestras tetas, sin dejar de movernos de forma sensual. La mirada de Carlos está clavada en el movimiento bamboleante de mis pechos, algo que me encanta. Luego volvemos a mirarnos Laura y yo, para bajarnos al unísono nuestras pequeñas braguitas arrastrándolas por nuestros muslos hasta que desaparecen por los pies y las depositamos, con el resto de ropa sobre la mesa. Me doy cuenta de que mi tanga está empapado y veo también una mancha definida en el de Laura. Girando en redondo, les damos una última exhibición de nuestros cuerpos sin ninguna prenda y así es como quedamos los cuatro, totalmente desnudos.

-        ¡Joder! - exclama Carlos alucinado, sin dejar de tocarse, supongo que tanto por el atrevimiento de su mujer como por descubrir mi cuerpo desnudo.

Mis tetas, seguramente para él, son lo más llamativo y me imagino que debe haber soñado con ellas, a tenor de cómo se muerde el labio mirándolas.

-        ¿Entonces seguimos? - digo mirando a cada uno, que todavía parecen estar alucinando de verse desnudos y vernos a los demás.

-        ¡Se ha acabado el ron! - es lo único que puede decir Laura, pues creo que necesita un trago como todos.

-        Tranquila, creo que tenemos otra botella. - digo yo.

Me levanto y camino de forma sensual, meneando mis caderas y haciendo que mis pechos se bamboleen a cada paso de camino a nuestro minibar y cuando regreso con la botella, me acerco a la mesa y la deposito, haciendo que mis tetas queden colgando a pocos centímetros de la cara de Carlos. Es una insinuación en toda regla y noto temblar su mano al servirse un chupito.

Echamos unas risas, repartiendo los vasos rellenados y sin saber muy bien, como vamos a continuar con todo esto, pero está claro que todos estamos decididos a seguir sabiendo que el juego ha dejado de ser algo gracioso y loco, para convertirse en toda una bomba cachonda.

-        ¿Y ahora, cómo seguimos? - comenta Carlos sin despegar su vista de mis tetas y de mi coño que yo de vez en cuando le muestro cuando cruzo y descruzo las piernas.

Tras pensar unos segundos, les comento:

-        A partir de ahora podríamos poner como norma, que quien más puntuación saque en los dados le ordene algo a los otros tres. ¿Qué os parece?

Todos me miran y aceptan ese nuevo reto. Realizamos pues la tirada del dado cada uno siendo la mayor puntuación la de Alex, con un cinco, quien por cierto no ha dejado de mirar en todo momento las tetas de Laura y su rasurado pubis, así como su brillante rajita que ella le ofrece como si tal cosa con mayor descaro, incluso más que yo.

-        Joder, no sé qué proponer, porque todo lo que pienso es muy fuerte... - dice mi marido.

-        Venga cariño, decídete, seguro que resulta divertido – comento cada vez más cachonda.

Mi marido sonríe y propone al fin:

-        Pues os ordeno que os masturbéis los tres durante un minuto, pero de uno en uno.

-        ¿Cómo? - pregunta Laura.

-        Pues os vais poniendo sentados sobre el sillón que hay enfrente y nos hacéis una exhibición. - aclara mi chico.

-        Son las normas, cariño - dice su marido a Laura y él aplaude la iniciativa de su amigo

Precisamente es Carlos quien comienza. Se levanta para sentarse en el sillón que hay frente a nosotros. Alex pone el cronómetro en marcha y Carlos comienza a masturbarse delante de todos, pero sin dejar de mirar mi coño que yo dejo a la vista con mis piernas ligeramente abiertas. Sin duda me lo está dedicando a mí y eso me enciende todavía más. Me pellizco un pezón y veo que está durísimo.

-        No vale correrse – dice Alex divertido a nuestro vecino.

-        Uf, no sé si lo conseguiré con esos bellezones – dice Carlos señalándonos a nosotras con la mirada.

Yo estoy que no puedo más y deseo masturbarme ya, con esa visión de mi guapísimo vecino pajeándose con descaro delante de mí y eso me está poniendo a mil y aunque no es mi turno comienzo a tocarme mi suave y mojado coño, estimulándome mientras observo esa paja tan hipnotizante que nos regala Carlos.

-        ¡Siguiente! - comenta Alex una vez que ha pasado el tiempo.

Se muerde el labio inferior mientras mira a su vecina como ocupa ahora el lugar que deja su esposo. Laura se empieza a acariciar su rajita con una mano mientras con la otra se mete un dedo en la boca e imita una buena mamada. Eso hace que Alex resople y me encanta que esté tan alucinado con ella... es curioso, pero no siento nada de celos ante esa reacción.

-        ¡Tiempo! - dice Alex cachondo perdido.

Ahora soy yo la que ocupa ese sillón de las masturbaciones y tras pellizcarme ambos pezones abro mis piernas al máximo, humedezco mis dedos con mi lengua y comienzo una paja lenta con, al principio rozando mis labios vaginales, suavemente y más frenética después, para acabar metiendo dos dedos dentro de mi coño, sin dejar de mirar a Carlos a los ojos, que lógicamente, alucina.

-        ¡Tiempo! - grita Alex de nuevo.

-        ¡Joder, unos segundo más y me hubiera corrido! – comento.

-        Aguanta vecina, que esto no ha hecho más que empezar – me dice Carlos sin dejar de tocarse esa tiesa verga.

Volvemos a tirar los dados y esta vez ha ganado Laura.

-        ¡Ummmm!... a ver, que empiezo a estar tan cachonda que ya no puedo pensar con claridad – dice entre risas – Quiero ver como Silvia masturba a los dos chicos a la vez durante otro minuto... si se atreve, claro.

Me recorre un escalofrío sólo de pensar esa escena y miro a mi amiga que espera impaciente.

-        Más que un castigo es un premio. - digo levantándome para arrodillarme en el centro esperando ansiosa esas dos rígidas pollas.

Laura me mira sorprendida, pues yo creo que no me veía capaz de dar ese paso, que seguramente ella misma quería dar y no tuvo el suficiente valor. Yo estoy dispuesta a todo.

Los chicos se levantan y caminan hacia mí, quedando yo entre ellos y sus dos erecciones a pocos centímetros de mi cara. Me aferro a cada una de esas duras vergas y una vez que Laura empieza a contar el tiempo, Cojo una con cada mano y empiezo a pajearlos lentamente, mirándolos a los ojos alternadamente, pero sin aplicar demasiada velocidad, para evitar que se corran.

De repente Carlos, con todo el atrevimiento, me pone una mano en mi teta derecha y empieza a tocarla, mientras yo no dejo de masturbar a ambos.

-        ¡Hey, eso no era parte de la prueba! - dice Laura a su marido y levantándose de pronto del sofá.

Camina hasta nosotros y se arrodilla justo frente a mí, agarrando a los chicos por los huevos acariciándolos, al tiempo que me planta un beso en la boca, que comienza con nuestros labios y acaba con nuestras lenguas. Nunca antes había besado a una mujer, pero esto está desenfrenado.

Se acaba el tiempo y todos volvemos a nuestro sitio, pero ya totalmente fuera de control... ya no habrá nada que se ponga por delante en esa noche tan inolvidable entre los cuatro.

-        Necesito un trago – digo cochinísima después de haber masturbado a esos dos hombres y tras ese tórrido beso a Laura.

Todos me miran con los ojos de lascivia, esperando el siguiente reto y yo me recreo caminando desnuda entre todos, rellenando los vasos que llevan a sus bocas. A esas alturas de la noche estamos bastante bebidos, pero creo que no del todo borrachos, porque en el fondo somos conscientes de todo lo que está pasando. Una nueva ronda con los dados y es Alex el ganador.

-        Cariño, a ver qué castigo nos pones. - le digo mordiéndome el labio y acariciando mi sexo que está ardiendo y totalmente mojado.

Después de mirar a todos, que estamos expectantes acaba diciendo:

-        Pues las chicas me tenéis que hacer una mamada a durante dos minutos cada una.

Hay un largo silencio que rompe Carlos diciendo:

-        Yo también he perdido, pero no pienso chupártela.

-        No, tranquilo, tú eres perdedor y te toca solo mirar, jajaja...

-        ¡Uf, qué cabrón! - dice sentándose el otro preparado para observar.

En ese momento las dos chicas nos arrodillamos frente al miembro enhiesto de mi esposo y Laura gira su cabeza para sonreír a su marido, como para pedirle permiso, pero él devuelve la sonrisa y observa esa erótica escena, sin importarle que una de ellas sea su propia esposa.

La primera en chupar soy yo, porque quiero una polla en mi boca ya. Agarrando la verga de mi marido por la base comienzo a tragarla sin más dilación, subiendo y bajando cada vez más deprisa, mientras Laura le acaricia el tórax y los muslos, esperando su turno.

-        Cariño, qué maravilla, como Laura la chupe así, me correré antes de los dos minutos...  - me dice mi esposo con la voz temblorosa.

Una vez cumplido mi turno y habiendo dejado a mi chico con ese nivel de excitación, Laura ocupa mi lugar ubicándose entre las piernas de Alex, que, tras darle una buena lengüetada a sus huevos, sube con esa perversa lengua por todo el tronco sin dejar de mirarle fijamente a los ojos... Es toda la zorra, que yo francamente no esperaba y creo que Alex tampoco, porque el pobre está loco con esa boca que le está haciendo esa mamada y se tiene que agarrar a la cabeza de ella, cerrando los ojos e intentando no explotar. Laura se entrega del todo y se introduce esa verga venosa hasta el fondo, llegando a chocar su nariz contra el pubis de él, provocándole un largo gemido...

-        ¡Joder! - dice él tensando sus músculos al sentir las delicias de su vecina con sus labios y lengua.

-        ¿La chupa bien la cabrona eh? - le comenta Carlos, sabiendo, según parece, las grandes habilidades de la boca de su esposa.

-        Ya lo creo – afirma el otro bufando y aguantando todo lo posible por no correrse, pues esa lengua y esos labios parecen hacer maravillas...

-        ¡Tiempo! - grito yo, que tengo el cronómetro, pero estoy casi segura que diez segundos más y mi pobre Alex, se hubiera derramado irremediablemente.

Volvemos al sofá, frente a la pequeña mesita y tiramos de nuevo los dados con el evidente calentón de todos, que es cada vez mayor. En esta ocasión gana Carlos con todo un seis.

-        La escena que acabo de presenciar me ha puesto muy cachondo – dice mientras se toca su dura polla y enseña lo jugosa que está - llegados a este punto, quiero que Silvia me cabalgue durante un minuto mientras Alex y Laura miran.

-        ¡Qué cabrón! - dice Alex, pues parece arrepentido de no haber sido él quien hubiera avanzado más deprisa con Laura.

Todos nuestros sueños, especialmente los míos se van a cumplir en breves instantes y es que todavía no me creo que Carlos me vaya a follar.

-        ¿Estás de acuerdo, Laura? - le pregunto nerviosa a mi amiga.

Ante todo, quiero hacerlo, pero no quiero que haya ningún tipo de mal rollo entre nosotras y, además, ella es mi amiga, por mucho que yo esté loca por follarme a su marido. Esto ya es lo más fuerte que cabía esperar y dudo si hemos llegado al límite. Laura permanece callada durante unos segundos que se me hacen eternos y al fin dice:

-        Guapa... ¡el juego es el juego! - afirma en la frase que está argumentándose toda la noche.

¡Dios!, me tiembla todo, y me siento pletórica, como si me hubiese tocado la lotería, a pesar de ser mi fantasía de tanto tiempo ahora es real y por fin voy a poder tener dentro esa polla preciosa que he deseado toda la noche. Es una pena que ese castigo o premio, según se mire, sea solo durante un minuto, pero será un minuto glorioso, estoy segura.

Carlos se levanta y coloca una silla en el centro de la alfombra, enfrente del sofá, porque quiere que ese minuto también sea totalmente sentido, por mí y por los otros dos. Se sienta en la silla ofreciéndome su verga apuntando al techo. ¡Es tan bonita! Yo me subo a horcajadas sobre él y siento un calor intenso en todo mi cuerpo cuando mi cuerpo desnudo se pega al suyo... Por fin ese tórax fornido está totalmente pegado a mis tetas y mi cara a pocos centímetros de la suya.

-        ¡Vamos preciosa, cabálgame! - me dice susurrante.

Esa frase me derrite y ubicando su polla con dos de mis dedos la apunto a la entrada de mi coño y de un golpe me dejo caer para clavármela hasta el fondo.

-        ¡Ah, joder, qué gorda! - digo gimiendo, al sentirla entrar, al tiempo que Carlos suspira con sus ojos cerrados.

Sus manos se aferran a mi cintura y yo me agarro a su cuello. Me parece que alguien ha dado el pistoletazo de salida, pero yo estoy tan cachonda que solo quiero sentirme empalada de una vez por todas, por esa deliciosa polla que se aferra a las paredes de mi coño. De pronto empiezo a botar sobre ella y mis tetas chocan una y otra vez contra su cara y su pecho duro, mientras mi coño se llena con su polla. Desde luego estoy en la gloria y no quiero que se acabe ese tiempo, ni que las manos de ese hombre dejen de acariciar mi cintura, mis caderas, mi culo... ¡Es mi sueño en vivo, los dos desnudos y follando!

-        ¡Ummmmm joder que polla más rica cabrón! - digo yo totalmente entregada a ese delicioso polvo, botando sin cesar, hasta que se oye el final de tiempo.

Durante unos segundos permanezco quieta con toda esa polla dura dentro de mí, sin querer salir, pero es Laura la que vuelve a avisarme.

-        ¡Silvia, cariño, no seas egoísta, que queremos seguir jugando todos!

Salgo lentamente de encima de Carlos y poco a poco esa dureza va abandonando mi coño, dándome un gusto tremendo hasta que sale del todo y de pronto, Carlos me planta un beso en la boca, para decirme a continuación en un susurro:

-        ¡Gracias!

Alex sigue sentado al lado de Laura y yo me quedo junto a Carlos al que miro a los ojos de vez en cuando dándole también las gracias, aunque solo sea con la mirada.

Mi amiga está pajeando a mi chico y es que los dos han debido aprovechar ese momento para acariciarse mientras sus respectivas parejas, o sea nosotros, follábamos encima de una silla.

-        Tengo la boca seca. - digo al sentarme.

-        ¿Te sirvo un trago? - me comenta Carlos a mi lado cogiendo la botella de ron.

-        No, más ron, no, creo que he bebido demasiado... necesito algo fresco. Voy a la cocina a preparar una limonada. ¿os apetece?

Todos asienten y Laura me mira para dejar de pajear a mi chico durante un instante.

-        ¡Yo te ayudo! - dice y nos dirigimos a la cocina, desnudas, ofreciéndoles una buena visión de nuestros culitos a los chicos.

Nada más entrar las dos nos miramos y nos sonreímos, porque ambas sabíamos lo lejos que habíamos llegado. Mi coño todavía palpita de haber tenido dentro la enorme polla de Carlos.

-        ¡Qué pasada es esto! - me dice mi amiga.

-        Laura... yo...  lo siento. -dije refiriéndome al minuto que me he tirado montada sobre la polla de su marido.

Ella me sonríe y acaricia mi brazo dulcemente.

-        Silvia, cariño, no te sientas mal, era parte del juego...

-        Ya, pero es tan fuerte que ni me lo creo. ¿No te has sentido mal por verme encima de él?

-        Pues para serte sincera, no... al contrario, me sentí orgullosa, porque sé que esa polla es una maravilla y me encantó verle disfrutar y verte disfrutar a tí.

-        ¡Y tanto! ¡Me ha llenado por completo!, ¡Es gordísima! - respondo.

-        Espero que me toque algo parecido... Por cierto, me encanta la polla de Alex... ¡es tan bonita y tan larga!, no dejo de soñar con tenerla adentro. ¿No te importará que me pida eso si gano la siguiente ronda?

-        Laura, cariño, ¿cómo me va a importar? Es lo menos que debería darte y, por cierto, Alex también folla muy bien. Te gustará.

-        Uf, como pierda otra ronda, creo que me correré quedándome con las ganas.

-        Espera, estoy pensando una cosa para compensarte y poder seguir el juego con otras condiciones.

Ella me mira sorprendida, pero confiando en mí, me da las gracias con su gran sonrisa y nos abrazamos. Me noto rara por el hecho de hacerlo desnudas, pero me siento más amiga de Laura que nunca. Luego, terminamos de preparar la limonada entre risas.

Regresamos al salón con una bandeja con los vasos llenos con el refresco y los chicos parecen impacientes. Es Alex quien habla:

-        Preciosas, cómo habéis tardado, queremos seguir jugando. ¿Vosotras también? - pregunta preocupado por si dentro de la cocina hubiéramos pactado parar esa locura.

Ella y yo nos miramos y nos volvemos a reír, pero después de observar a Laura detenidamente, anuncio:

-        Hemos pensado otra cosa, modificar las reglas del juego, ¿Por qué no mantenemos estas parejas cambiadas durante diez minutos?

Laura se me queda mirando con la boca abierta, viendo que yo voy lanzadísima y estoy facilitándole el camino.

-        ¿Estáis segura cariño? ¿Yo con Laura y tú con Carlos? - pregunta Alex, aunque mi mirada de felicidad lo debe decir todo.

-        Totalmente seguras. Es lo justo. - añado mirando a mi amiga que afirma cómplice a mi propuesta - Cada uno que haga lo que quiera con la otra pareja, con la única condición de que no podemos salir de este salón

Hay un nuevo momento de silencio porque los chicos no se acaban de creer esa idea con la que he salido de la cocina, bueno, ni siquiera yo misma me creo haberlo propuesto.

-        ¿Estás de acuerdo, Laura? - pregunta Carlos a su esposa, acariciando su culo.

-        Mi amor, sabes que es precisamente lo que estamos soñando hace tiempo – suelta ella

-        ¿Perdona? - pregunto mirándola incrédula porque ahora es ella esta vez la que me ha descolocado y sorprendido.

-        Como lo oyes - añade mi vecina acariciando el pelo a su esposo con cariño.

-        ¿Me estás diciendo que estabais soñando con este momento? - insisto alucinada y es Carlos quien responde.

-        Claro que es cierto, Silvia, te tengo muchas ganas desde hace mucho y Laura ni te cuento su obsesión de sentir adentro esa polla de Alex...

Miro a mi marido que está flipando igual que yo y miro su verga dura y tiesa, porque no se debe creer, lo que estamos viviendo. Nos bebemos la limonada para reponernos y es Laura la más lanzada, pues sin pensárselo más tiempo se pone a horcajadas sobre el cuerpo de Alex y empieza a frotarse contra él, sexo con sexo.

-        ¡Huy, sí que tenía ganas! – digo mientras veo como Alex le soba el culo a su vecina a base de bien disfrutando por fin de su cuerpo desnudo sobre él.

De pronto, ella coge la polla de mi marido y se la pasa repetidamente por su rajita, lubricándola y de un solo golpe se la clava hasta adentro como hiciera yo con Carlos un rato antes.

-        ¡Sí, joder! - suelta excitada como si en esa penetración se culminase una fantasía incumplida pero tan anhelada.

Veo la cara de placer de mi esposo sintiendo de lleno, por fin lo que tanto había deseado, follarse a su preciosa vecina y veo cómo dibuja sus curvas mientras ella comienza a cabalgar sobre él, llenando el salón con los gemidos de ambos.

-        Ven preciosa. - me dice Carlos tirando de mi mano hasta que quedo arrodillada sobre el sofá junto a esa pareja que folla con todas las ganas.

Mi vecino baja mi cabeza para que me quede a cuatro patas sobre el sofá teniendo a mi chico y a Laura a pocos centímetros. De pronto siento la lengua de Carlos, chupándome la rajita por detrás y acariciando mi culo al mismo tiempo, después noto como abarca mi perineo y me come el culo con sus labios y su lengua, haciéndome estremecer de placer.  Para colmo tener a mi marido follando con la vecina delante de mí, es demasiado.

-        ¡Fóllame ya cabrón, quiero tener tu polla entera dentro de mí! – le digo gritando a Carlos, cachonda perdida.

El vecino parece alegrarse de mi súplica y cumple nuevamente mi deseo. Porque enseguida noto su glande jugando en mi rajita por detrás, hasta que en esa misma posición introduce su dura polla hasta lo más hondo de mi coño que la recibe caliente y empapado.

-        ¡Qué chochito tan rico! - me dice Carlos sin dejar de follarme, mientras me agarra de las tetas para clavármela con más fuerza.

De vez en cuando Laura gira su cabeza y se encuentra esa escena de ver a su marido follándome a lo perrito, agarrándome las tetas y diciéndome esas cosas, que hasta ahora solo debía decirle a ella. Entonces veo como Laura aumenta sus movimientos de caderas, metiendo la pelvis contra el cuerpo de mi esposo provocando en él, esos conocidos gemidos de cuando folla conmigo, y del mismo modo, Alex pellizca los pezones de esa chica como si fueran los míos.

-        Ah sí uf, Alex, no voy a aguantar mucho más - suspira Laura sin parar de moverse cada vez más rápido, al tiempo que mi chico sigue enfrascado en sus tetas, esta vez con su boca sin dejar de penetrarla.

Los movimientos de Alex son intensos, porque mi marido es un virtuoso pegando pollazos en esa posición, empujando su pelvis y levantándola con cada embestida.

-        ¡Uhhmmm, si, si, dale, dale... joder que me corro siiiii ahhhhhh siiiii qué corrida más buena! - grita Laura, que ha llegado al orgasmo.

Carlos mientras tanto me sigue dando bien por detrás y se oye claramente el golpeteo de su pelvis contra mi culo en un ritmo musical que no que no quiero que pare nunca.

En ese momento veo que Laura se sale de la tranca de mi marido dispuesta a chupársela, pero me adelanto y soy yo la primera que se la traga mientras mi vecino me sigue follando sin remisión. La polla de mi marido sabe a coño, a un coño que no es el mío, pero me gusta.

-        Oye, guapa, no lo quieras todo para ti... - me riñe mi amiga y en ese momento me ayuda a comerle la polla a Alex entre las dos.

Lógicamente mi marido está en la gloria y yo también porque no paro de recibir embestidas por detrás.

-        ¡Como follas cabrón! - grito, sacando la polla de Alex de mi boca, sintiendo como esa verga de mi vecino me llena el coño por completo.

Laura se incorpora durante un momento hacia Carlos y le pega un morreo de agradecimiento, orgullosa de su marido, sin que este deje de metérmela.

-        ¡Por fin estás dentro de ese chochito! ¿eh mi amor? - le dice contenta a su marido.

-        Sí, joder, sí... -responde el otro dándome nuevos golpeteos con su polla en mi interior.

-        Y esas tetazas que te volvían loco.

-        Sí, sí, sí... - sigue gimiendo él, amasándomelas

Laura regresa a mi lado para seguir chupando entre las dos la polla de Alex. Nos vamos alternando y mientas una le chupa los huevos, la otra sigue dando lengüetazos a toda la largura y ambas recibimos algún azote por parte de Carlos que me sigue follando cada vez con más energía, seguramente excitado por todo lo que tiene delante.

En un momento dado empiezo a gritar de placer y sé que estoy en el cielo, mientras Laura se dedica de lleno a Alex con su boca y entonces la digo:

-        ¡Me voy a correr! - grito - ¡me partes en dos, Carlos!

Su mujer le anima también:

-        Dale duro, cariño, fóllatela como tú sabes, demuestra las ganas que la tenías. ¡Vive tu fantasía!

En ese momento mi cabeza cae contra el sofá entrando en un orgasmo increíble, gracias a esas embestidas brutales de mi vecino. Me sigue taladrando y disfruto todavía después de haberme corrido, pero él sigue dándome duro.

-        Alex también se está reservando para su fantasía, ¿verdad cariño? - le pregunto a mi marido, que sigue recibiendo chupadas, besos y lengüetazos de ambas.

-        ¿Y cuál es esa fantasía? - pregunta nuestra amiga.

-        Pues Laura, correrse en tu boca y que te lo tragues todo. No sé si tu...

En ese momento Laura deja de chupar a Alex para girarse hacia su marido, como pidiéndole permiso, pues está claro que es algo que hasta ahora solo le permite hacer a él.

-        Vamos nena, demuéstrale a Alex cómo se hace una mamada a tope. - le anima su marido sin dejar de penetrar mi chochito con un aguante increíble.

Laura vuelve al ataque comiéndose con desesperación la polla de mi marido, que pajea mientras se la va metiendo en la boca... y cada vez traga y traga más porción de esa dura verga, hasta que él empieza a bufar y es entonces cuando sé que está a punto de terminar. De ese modo, sujeto la cabeza de Laura con toda la polla metida y le hago una seña a mi esposo que explota en ese mismo momento dentro de su boca.

La corrida de Alex es tremenda y más abundante que nunca sintiendo cumplida su fantasía con su miembro atrapado por esos carnosos labios.

-        ¡Sí, joder! - dice Alex gimiendo, cuando suelta los últimos chorros sin que Laura se retire.

Entonces ella, viendo que él ha acabado, saca lentamente la verga de Alex de su boca, que abre de par en par para mostrar a mi marido en primer lugar, la enorme carga que ha llenado su boca y después a su marido que se excita más de ver a su mujer con el semen de otro en su boca. A continuación, Laura traga hasta la última gota y saca la lengua para verificarlo.

-        ¡Qué pasada! - dice Alex todavía con su respiración agitada.

Carlos de pronto se para en seco y saca su polla de dentro de mí. Por un momento me parece que se va a arrepentir, pero lejos de eso, está tan excitado que necesita explotar cuanto antes, como Alex, más todavía después de haber visto a su esposa tan salida y con su boca llena de leche.

-        Vamos, Silvia, preciosa, ponte boca arriba en el sofá. - me dice Carlos.

Me tumbo obediente y abro mis piernas para que él se ubique entre ellas. Vuelve a pasar su polla por mi rajita, para embadurnarla bien

-        Silvia, eres preciosa y tu coño es increíble.... ¿me dejarás correrme dentro?

En ese momento es lo que más deseo y giro mi cabeza para mirar a Alex, que asiente.

-        Sí, cabrón, córrete dentro. - Le suplico yo atenazándole con mis piernas y sintiendo como me la clava hasta el fondo.

En un momento él se queda así, completamente quieto dentro de mí, llegando a mi útero y empieza a sobarme las tetas como si las estuviese esculpiendo, amasándolas, acariciándolas, pellizcando mis pezones y de pronto, se corre dentro, llenándome de ese semen prohibido.

-        Uf, sí, qué gusto – digo gimiendo al sentir esa leche caliente... ¡Sí, Carlos, síiiii!

Carlos me besa suavemente y se separa de mí, para sentir como el semen empieza a salir de mi coño a borbotones, porque me ha llenado por completo... Entonces noto como una lengua está recorriendo mi coño y cuando abro los ojos veo que es Laura que está lamiendo la corrida de su esposo y los restos de semen que rezuman de mi sexo...

-        ¡Ummmmm joder que lengua más maravillosa! – digo suspirando muerta de placer y me dejo llevar corriéndome una vez más con mi coño palpitante, totalmente embadurnado de semen que me ha echado Carlos y sintiendo de lleno la lengua maravillosa de su mujer.

-        No hay que desperdiciar nada... - añade ella relamiéndose y dejándome el coño reluciente.

Nos quedamos un rato los cuatro intentando recuperar el aliento y desnudos como estamos, nos sentamos en el sofá, compartiendo un nuevo brindis y lo mejor de todo, hablando abiertamente de esa locura que todos habíamos soñado y que acabamos de cumplir, para asombro de todos.

Laura comenta la de veces que había visto a Alex en el rellano y soñaba con que la metiera mano. Mi esposo confiesa que se ha hecho mil pajas soñando con Laura y viendo su boca comiendo su polla, tal y como realmente ha sucedido... por su parte Carlos acaba diciendo la vez que se lo propuso con miedo a Laura, lo de poder tener rollo con nosotros y la alegría que se llevó cuando ella le confesó lo mismo... y por último yo misma acabo confesando que estaba convencida de que Carlos follaba así de bien y ahora que lo sé, quiero que esto se repita muchas veces. Otra nueva ronda de chupitos y de risas para todos...

De pronto, Laura se pone de pie y estira su mano para que Alex se levante junto a ella.

-        ¿A dónde me llevas, preciosa? - pregunta mi esposo sorprendido.

-        Estoy de acuerdo con Silvia, que esto hay que repetirlo más veces, pero de momento, te quiero para mi solita, para repetirlo hoy mismo en lo que queda de noche, así que vamos a mi casa y que estos dos, hagan lo propio aquí.

Carlos y yo nos miramos sorprendidos y cuando nos queremos dar cuenta, Alex y Laura han salido desnudos al rellano y han cerrado la puerta tras de sí en dirección a su piso.

Miro a Carlos que me sonríe, aplaudiendo la decisión de su mujer.

-         ¿Por dónde íbamos? - me dice Carlos acariciando mi coño.

Entonces me arrodillo entre sus piernas y ubico su dura polla entre ellas, meciéndola en una cubana que le hace temblar de placer.

-        Joder, Silvia, la de veces que he soñado con esas tetas – me dice mientras las subo y bajo continuamente.

-        Pues ahora son únicamente para ti.

Poco después, me subo de nuevo sobre él y y comenzamos a besarnos frenéticamente y de golpe me siento sobre esa polla para comenzar a follar nuevamente con todas las ganas, sintiendo nuestros cuerpos desnudos unidos, como lo están nuestras bocas.

La noche es larga e inolvidable para los cuatro y cuando amanece, me despierto en mi cama, desnuda junto a Carlos que aún tiene tiempo de echarme otro maravilloso polvo matutino.


Han pasado tres días de esa noche mágica del viernes y estoy desayunando con Alex, cuando empezamos a recordar lo vivido, contándonos mutuamente cada detalle, sin importarnos absolutamente, sin reproches, sin celos, sin miedos... sin dejar de querernos por ello, al contrario... esto nos ha unido más.

De pronto recibo un WhatsApp de Laura:

-        Hola guapa. ¿os hace una cena este viernes en nuestra casa?

Se lo enseño a Alex y ambos reímos abrazados.

FIN

Alex & Sylke