La tentación no vive arriga (10)

Al día siguiente. Lucía descubre nuevos placeres.

Miguel se despertó. A su lado dormía Natalia, su mujer. Pero.. no podía ser. Natalia ...Natalia ya no estaba. Entonces recordó. Era Lucía, su niña. Era tan parecida a su madre. Por un momento la tristeza lo envolvió. Pero se dio cuenta de que no había motivos. Cuando perdió a su mujer creyó que la vida no tendría ya sentido para él. Pero estaba su hija, y por ella siguió adelante. Y ahora otra mujer aparecía en su vida. Quizás, después de todo, podrían, quien sabe, formar una nueva familia.

Contemplo el cuerpo de Lucía, tumbada boca abajo. Su respiración era tranquila. Acarició la espalda suavemente, para no despertarla. La sábana tapaba su culito y las piernas. Con cuidado, la destapó. "Dios mío, qué bonita es", pensó.  Su cabello revuelto. Sus delicados hombros. Su espalda. Su estrecha cintura. Su carnosas nalgas. Llevo sus manos y las acarició. Lucía ronroneó como una gatita, en sueños.

Aún dormida, se dio la  vuelta, quedando ahora boca arriba. Ahora Miguel podía admirar sus bellos pechos, duritos y coronados por aquellas dos fresitas que eran sus pezones. Estaban relajados. Su ombliguito....y más abajo, el monte de Venus, coronado por el suave vello púbico. Lo acarició con sus dedos. Luego rozó sus tetitas con las yemas de los dedos. Si ella hubiese estado despierta, sin duda le hubiese hecho cosquillas. Acercó sus labios a uno de los pezones y lo lamió. Se empezó a endurecer. Lucía empezó a gemir suavemente

Chupeteando aquel pezón, metió con delicadeza su mano entre las piernas de su hija. La acarició con suavidad, pasando un dedo por la rajita. No estaba húmeda, así que se llevó los dedos a la boca para lamerlos. Luego, volvió a acariciarla. Ahora se deslizaron mejor. Fue pasando sus dedos arriba y abajo mientras lamía sus pezones. Los dos estaban ahora duros, excitados. Lucía, en sueños, gemía.

Gracias a sus expertas caricias, el coñito de Lucía se fue mojado. Inconscientemente Lucía sentía el placer, pues sus caderas se mecían suavemente. Como si estuviera en una nube, despertó. Alguien le estaba lamiendo los pezones. Alguien le acariciaba el coñito. Se sintió excitada, mojada.

-Ummmmm...aggggg Buenos... días...papi...ahhh

Miguel se subió encima de ella y la penetró. Su dura polla desapareció dentro de Lucía, que sintió como el duro sexo de su padre se abría paso dentro de ella, separando las paredes de su vagina y llenándola de placer.

-Buenos días, mi vida.

-Aggg, que rico despertar

Sus bocas se juntaron. Lucía puso sus piernas alrededor de las caderas de su padre. No quería que se fuese de allí. Miguel empezó un suave bombeo. Sacaba la polla hasta la mitad y volvía a clavarla hasta el fondo, manteniéndola unos segundos antes de volver a repetirlo. Durante varios minutos siguieron así. Miguel empezó a acelerar sus movimientos. Lucía estaba cada vez más excitada.

-Agggg. papiiiiiiii... ¿Te gusta hacerme el amor?

-Ummm Lucía, mi niña, claro que me gusta hacerte el amor...eres maravillosa.

-Y tú también lo eres..Ahhh. Papi...te gusta...follarme?

-Ummm Sí.

-Dímelo por favor... Dímelooooo

-Me gusta follarte, Lucía...me gusta mucho follarte.

-Agggg y a mi...y a mí que me folles, papi..¿Me vas a llenar verdad? ahhh

-Si mi niña..Papi te va a llen...agggggggggggg

Miguel se corrió. Las palabras de Lucía lo llevaron al límite y empezó a llenar aquel caliente coñito con su caliente y abundante semen. Lucía lo acompañó con su propio orgasmo cuando sintió como la polla de Miguel empezaba a bombear su lava dentro de ella. Los sexos estaban unidos.

Cuando recuperaron el resuello, se miraron.

-Uf papi. Estaba muy excita. Me pusiste muy..cachonda.

-Ya lo noté. Yo también lo estaba.

-No te ha molestado que te hablara así, no?

-jajaja, claro que no. A los hombres nos gusta. A mí me gusta. En el momento adecuado. Y este lo era.

  • Y a mí también me gusta.

-Coño! La hora que es. Llego tarde.

Salió corriendo a la ducha. Lucía se quedó en la cama. Vaya comienzo de día tan estupendo que había tenido.

Olga se despertó aún abrazada a su madre, que dormía plácidamente. La miró, recordando lo que habían gozado juntas la noche anterior.

Era feliz. En pocos días su vida había dado un cambio radical. No sólo había estado con un hombre maravilloso, sino que había conocido a una nueva amiga, bueno, más que amiga, y había hecho el amor con su madre.

Amanda se despertó también.

-Buenos días, tesoro.

-Buenos días, mami

El beso de buenos días que cada mañana le daba a su madre en la mejilla, esta vez se lo dio en los labios. Luego desayunaron.

-¿Cómo van las clases?

-Muy bien. Este año no me va a quedar ninguna.

-Esa es mi niña. ¿Verás hoy a Lucía?

-Claro. Hoy tengo prácticas, pero la veré un rato. ¿La invito a comer?

-Sí. Hoy libro, así que os prepararé algo. ¿Qué te apetece?

-Macarrones con carne. Te salen riquísimos

-Hecho.

Olga notó que su madre tenía interés por Lucía. No le molestó. Al contrario. Se despidieron hasta el medio día.

Ya en la facultad, las dos chicas se encontraron. Se dieron un beso en los labios. Nadie se fijó. No fue un morreo con lengua, claro. Sólo un piquito.

-Buen día ayer, eh Lucía?

-Vaya que sí, preciosa.

-Mi madre hoy no trabaja ( se lo dijo con intención), y nos invita a comer. Hará sus  'macarrones con carne', famosos en el mundo entero. ¿Vienes a comer?

-Encantada..pero..¿Y mi padre? No quiero dejarlo sólo.

-Pues que se venga también.

-Vale - dijo Lucía, sonriendo.

-Oye, te dejo, que tengo prácticas y un par de clases. Nos vemos al medio día.

-Chao guapa.

-Hasta luego.

Lucía llamó a su padre y le comentó la invitación de Olga. Miguel estuvo encantado. Quería probar esos famosos macarrones. Bueno, y a la cocinera, claro. Luego se fue a clase.

La asignatura a la que asistía era una de las optativas, y para colmo, aburrida. Lucía no se concentraba. Su mente estaba en otra parte. Así que se levantó y se fue. Se dirigió a casa de Olga, aunque sabía que ella no estaría. Sabía que Amanda sí.

Tocó el timbre y Amanda abrió, que estaba terminando de hacer la comida. Cuando ésta abrió la puerta y vio a Lucía, recordó de inmediato el beso que le dio el día anterior. El corazón se le aceleró, un poquito.

-Hola Amanda.

-Hola Lucía. ¿Qué tal? Olga no está. ¿No las has visto?

-Sí que la vi. Me invitó a comer...pero...he venido a verte a ti.

El corazón se le aceleró, otro poquito. Aquella chiquilla de ojos azules la miraba. Que bonita era.

-¿Puedo pasar?

-Oh claro, claro, que tonta, pasa. Voy a terminar de preparar los macarrones, no vaya a ser que se quemen.

Lucía la siguió a la cocina. Amanda vestía una bata y debajo llevaba el camisón. Se la veía un poco nerviosa. Quitó el caldero del fuego y apagó la cocina.

-¿Te gustó mirarme?

-Eh?

-Ayer, cuando hacía el amor con Olga.

-Oh...sí..fue muy lindo. Era la primera vez que veía a dos mujeres hacer el amor.

Las dos mujeres se miraron. Lucía se fue acercando.

-A mi padre le gustaste mucho.

-Bueno, a mí también me gustó mucho él.

Lucía llegó junto a Amanda, que estaba apoyada en el pollo de la cocina.

-A mí también me gustas, Amanda - le dijo antes de volver a besarla, como ayer.

Amanda cerró los ojos. Aquel beso la quemaba. El calor se irradió por todo su cuerpo. Cuando Lucía abrió sus labios, ella hizo lo mismo. Las lenguas se saludaron con un suave toque. Lucía juntó su cuerpo con el suyo, apretándola más sobre los muebles de la cocina.

Sin dejar por un momento de besarla, llevó sus manos al cinturón de la bata y lo desabrochó, para luego abrirla. La miró. La ligera tela del camisón que llevaba y al no llevar sujetador puesto, hacía que los duros pezones de Amanda se marcaran, bien visibles. Puso sus manos sobre aquellos dos pechos y los acarició. Amanda gemía, con los ojos cerrados y el labio inferior mordido por sus dientes, y cuando sintió que Lucía llevaba una mano a uno de sus muslos, abrió los ojos.

Esos ojos azules, preciosos. Parecidos a los de su hija, pero distintos al mismo tiempo. La miraban con deseo. Una suave sonrisa se dibujaba en los labios de Lucía, que metiendo su mano bajo el camisón empezó a acariciar la suave piel de la parte interior de los muslos de Amanda, mientras subía, lentamente.

La respiración de Amanda se aceleraba. Aquella mano que se acercaba a su sexo la estaba volviendo loquita. Deseaba que llegara. Que la tocara. Abrió ligeramente las piernas.

Al fin, la mano de Lucía llegó al coñito de la madre de su amiga. No llevaba bragas y estaba tan mojadito como el suyo.

-Ummmm, Amanda...estas tan mojadita..¿Me deseas?

-Aggg, o sí Lucía.. Te deseo desde ayer. Desde que me besaste.

-Y yo a ti.

Le pasó el dedo corazón a lo largo de la rajita de aquel encharcado coño, desde la entrada de la vagina hasta el clítoris. Luego, con las yemas de dos dedos acarició aquella pepitilla, arrancando gemidos de placer a Amanda.

-Agggg, Lucía...que bien...que placer...

Sus bocas se encontraron de nuevo. Ahora los besos eran llenos de pasión. Las lenguas se entrelazaban, las salivas se mezclaban. Los dedos de Lucía se movían ahora con más velocidad, con más fuerza, multiplicando el placer que le proporcionaba a Amanda, que sabía que no tardaría en estallar en un fuerte orgasmo gracias a aquellos hábiles dedos.

Sentía como lo llevaba a la entrada de su coñito y la penetraba con ellos. Luego los sacaba y le recorría la raja hasta llegar al clítoris, y cada vez que hacía círculos a su alrededor sentía como una corriente eléctrica que atravesaba, y que iba en aumento.

-Oh.... me ... voy...a.. agggggggggggg

No pudo terminar la frase. El orgasmo la atravesó, concentrándose en su clítoris que Lucía tenía presionado en ese momento. Sus piernas le temblaron, y si no hubiese sido porque Lucía la tenía presionada contra el poyete, no hubiesen podido sostenerla en pie. Mientras el fuerte orgasmo vibraba en el cuerpo de Amanda, Lucía la miraba. Aquella expresión de placer reflejada en su rostro le pareció bellísima.

Amanda abrió lentamente los ojos. Aún su cuerpo sentía espasmos suaves. Sentía los muslos mojados por sus jugos. Los ojos de Lucía brillaban.

-Lucía, me has hecho correr en seguida.

-Estabas muy excitada.

-Uf, ya lo creo..

-Yo también..lo estoy.

Amanda cogió a Lucía de la mano. De la mano que tan maravillosamente la había acariciado. Estaba mojada. Mojada de ella. La llevó a su dormitorio. Se sentaron en la cama y Amanda empezó a quitarle la blusa a Lucía, que se dejaba hacer, sonriendo. Cuando se la quitó, le sacó también el sujetador, y seguidamente llevó su boca a los pezones. Entre sus labios se endurecieron más, si cabe.

Las dos mujeres terminaron de desnudarse la una a la otra. Amanda pidió a Lucía que se tumbara en la cama. Ella obedeció.

-Tienes un cuerpo precioso, Lucía.

Ésta llevo sus manos a sus tetas y al mismo tiempo abrió sus piernas, en una clara invitación para que Amanda hundiera su cara entre ellas. La invitación fue aceptada de buena gana. Aquel joven coñito, abierto y húmedo por el deseo era demasiado tentador. Amanda se tumbó boca abajo entre las piernas de Lucía y llevó su boca a aquel ofrecido sexo.

Primero le dio un besito. Miró a Lucía, que tenía sus ojos clavados en ella. Sin apartar la mirada, sacó su lengua la pasó a lo largo de la rajita. Su rico sabor, tan parecido al de Olga, le encantó. Empezó a lamerlo, metiendo y sacando la lengua de su boca. Los ojos seguían en contacto. El placer se reflejaba en la linda cara de Lucía.

Atrapó con sus labios el clítoris de la chica. Todo su cuerpo se contorneó de placer y un gemido escapó de su boca.

-Agggg, Amanda..- gimió Lucía, llevando sus manos a la cabeza de ésta y frotando su coño por su cara. - que placer...Cuanto te deseaba.

Con dos dedos Amando abrió los labios mayores de Lucía. Era un coñito precioso, pensó. Lamió el capuchón del clítoris y dibujó círculos a su alrededor con la punta de su lengua. Volvió a mirar aquel sexo. El suave vello, la húmeda rajita. La entrada de su vagina..y más abajo, su precioso anito. Sintió deseos de lamerlo. Acercó la lengua y le dio un lamentó. Lucía no lo esperaba. Aquello era nuevo para ella.

-Agggg

Otro lametón. Más gemidos de Lucía. Puso lengua y la movió. Lo fue ensalivando. Empujó con su lengua, intentando penetrarlo, pero estaba muy apretadito. Apenas consiguió rozar la entrada.

-Amanda...Que rico..tu lengua..en mi culito..ummmmm

-¿Te gusta?

-Oh...sí, sí..sigue por favor..agggg

Amanda abrió las nalgas con sus manos y volvió a lamerla. Hacía movimientos rápidos con la punta de la lengua en el hoyito. Lucía estaba sorprendida del placer que sentía con aquellos besos. La lengua de Amanda iba mojando y lubrificando aquel apretado anito, aquel precioso anito.

Se separó un poco para poder ver la cara de Lucía. Tenía los ojos cerrados y se pasaba la lengua por los resecos labios. Entonces, Amanda acercó su dedo índice y frotó el culito. Apretó y el dedo entró. Lucía se mordió el labio inferior al sentir como aquel dedo se abría paso dentro de ella. El placer era magnífico.

El dedo entró hasta le segundo nudillo. Luego lo sacó lentamente, y lo volvió a meter. También lo giraba

-¿Te gusta esto, Lucía?

-Aggggggggg, uf...que gustito, Amanda...me encanta.

Sacó todo el dedito. Lo juntó con el anular y empujó. Los dos dedos entraron, con más dificultad. Lucía sintió alguna molestia, pero el placer se dobló.

Amanda rotaba la mano, haciendo girar sus dedos dentro del culito de Lucía. Los metía y sacaba despacito. Acercó otra vez su boca y volvió a lamerla el coño mientras le follaba el culito con los dedos.

Lucía no pudo resistir tanto placer y se corrió. Fue un fuerte orgasmo que la hizo estremecer de pies a cabeza, arquear su espalda y gemir. Su culito se abría y cerraba sobre aquellos dedos que la mataban de placer. Amanda se bebió con gula todos los jugos que Lucía rezumaba.

Cuando el orgasmo terminó, Amanda se acostó al lado de Lucía. Se besaron.

-Ha sido increíble, Amanda.

-Me alegro que te haya gustado.

-¿Te lo come mejor que yo?

Era la voz de Olga, que las miraba desde la puerta, sonriendo. No se dieron cuenta de que había llegado.

-Hola cariño.

-Hola Olga. No mejor, distinto.

-jajaja, que diplomática eres. Mami, ¿ Le has contado lo nuestro?

-No..

-¿Qué es?

-Anoche hice el amor con mi madre

-Wow!! no me extraña. Está buenísima.

Las tres mujeres rieron con ganas.

-Uy, la hora que es. Miguel debe de estar a punto de llegar - dijo Olga

-¿Viene Miguel?

-Sí, le invité también a comer. No te importa, verdad?

-Oh, claro que no. Pero coño!!! yo con estos pelos.

Y así como estaba, en pelota picada, salió corriendo a darse una ducha rápida y arreglarse un poco. Al fin y al cabo, era una mujer coqueta. Quería estar presentable para el hombre..de la casa. Las chicas se quedaron hablando. Olga se tumbó al lado de Lucía.

-Olga, tu madre casi me mata de gusto.

-¿Te da más placer que yo? -le preguntó poniendo morritos.

-No tonta. Contigo es especial. Eres mi primera mujer. Siempre serás mi primera mujer.

-Y tú la mía, Lucía. Te...te quiero.

Los ojos de Lucía brillaron.

-Y yo a ti, Olga.

Se dieron un tierno beso.

-Tu madre..Amanda..me lo hizo...por detrás.

-¿Qué quieres decir?

-Que me lamió el culito. Y después usó sus dedos.

-¿Sí? ¿Y qué tal?

-Uf....chica, que gusto me dio. Jamás se me habría ocurrido que diera tanto placer. Tienes que probar.

-Ummm, contigo estoy dispuesta a probar cualquier cosa, Lucía.

-¿Recuerdas lo de la caja de juguetes de mi madre?

-Sí.

-A parte del las bolas chinas, el vibrador que usamos el otro día y el 'gran hermano', había un más finito, recuerdas?

-Sí, recuerdo que me lo dijiste.

-Pues ahora creo que sé para que lo usaban, los pillines.

-Claro! jajaja, estás hecha una Sherlock Holmesa.

Sonó el timbre. Lucía se vistió y juntas fueron al salón. Allí, Miguel y Amanda se estaban dando un morreo de libro.

-¿Dónde están esos famosos macarrones de los que tanto he oído hablar?

-Espero que me hayan quedado buenos. Olga, Lucía, id poniendo la mesa, ¿Queréis? Y tú, Miguel, échame una mano en la cocina.

Las chicas sacaron el mejor mantel y la cubertería buena. En la cocina, Miguel contemplaba a Amanda. "Peazo mujer", se dijo.

-Miguel. ¿Sabes? Ya pertenezco a tu club

-¿Mi club?

-Anoche hice el amor...con Olga.

-Fue especial, verdad?

-Mucho. No se trata sólo de placer físico. Es más...completo.

-Así me siento yo cuando lo hago con Lucía.

-Es una gran chica.

-Sí, lo es.

-Tú y Olga también sois estupendas.

Se acercó a ella por la espalda y la abrazó. Le pego la polla al culete. Estaba dura.

-Ummm, Miguel..que ahora vamos a comer.

-A ti te voy a comer.

-Jajaja, después, a los postres. Coge la fuente. Yo llevo el resto de las cosas.

Los macarrones estaban estupendos. Todos repitieron. La comida fue muy amena y divertida. Aquellas cuatro personas se encontraban muy bien las unas con las otras.

Después de comer, recogieron la mesa y fueron al salón. Y allí teníamos al afortunado Miguel, con tres preciosas mujeres. Su hija, lo que más quería en el mundo, preciosa y deseable. Olga, también preciosa y muy deseable. Y por último, Amanda. Una mujer de bandera. Cualquier hombre daría la mano derecha por estar con cualquiera de ellas, y él las tenía a las tres. Pero no era superman, carajo. Deseaba hacerle el amor a su tierna hija. También a la guapa Olga. Y por supuesto, a Amanda. Qué culito tenía Amanda.

La solución la dio Amanda, que le dijo:

-Bueno, Miguelito ...¿Crees que podrás tu sólo con tres mujeres?

CONTINUARÁ.