La tentación no vive arriba (3)

Nace una mujer

-¿ Me haces mujer?

Miguel quedó un momento sin habla..Su hijita.. su preciosa niña, quería que la hiciera mujer. Recordó como hace 20 años lo hizo con Natalia, su madre.

-¿Estás segura, mi vida?

-Sí. No conozco a nadie mejor que tú. Te quiero y sé que no me harás ningún daño. No hay ningún hombre mejor para mi primera vez.¿Lo harás?

-Para cualquier hombre sería un honor ser tu primer hombre. Eres una mujer preciosa. Lo haré mi niña. Papi te hará mujer.

-Gracias.

Se besaron dulcemente. Lucía entreabrió los labios y sus lenguas se encontraron. Miguel llevó sus manos a la espalda de Lucía. Acariciando suavemente fue bajando hasta llegar a su preciso culito. Lo acarició por encima del corto pantaloncito de pijama. A pesar de las pajas que Lucía le había hecho, a pesar de haberse corrido en su linda carita, aún no la había tocado. Aún no la había visto desnuda. Y ahora su precioso cuerpo iba a ser todo suyo.

-Acuéstate aquí, a mi lado, boca arriba. Déjame admirarte. Eres preciosa, Lucía.

-Papi, estoy tan...excitada. Lo deseo tanto. Desde hace mucho.

-¿Si?

-Sí. Cuando os espiaba a ti y a mamá deseaba yo ser ella. y. y ahora lo soy. No de la manera en que me hubiese gustado, pero lo soy, verdad?

-Si amor. Ahora tú lo eres todo en mi vida.

Miguel la miró de arriba a abajo. Estaba preciosa, tumbada en la cama. Su cuerpo era perfecto. Las tetas se adivinaban grandes y duras bajo el pijama. Sus pezones están duros, clavados en la tela. Se acercó a su cara y le besó la frente..Luego un párpado, después el otro. Mientras la besaba le susurraba lo preciosa que era. Lo bonita que era. Lucía temblaba. Nunca se había sentido tan bien, tan a gusto, como ahora. Sintió como su padre llevó una mano a un de sus pechos, como lo acarició suavemente. Gimió.

-Ohh, papi, acaríciame..Ummm

-¿Me dejas ver tu tetitas?

-Claroo, agggg, todo lo que quieras.

Miguel la miraba a los ojos mientras lentamente desabrochaba los botones de la camisa del pijama. Los ojos de ella brillaban. Uno podía perderse en esos ojos azules.

Cuando terminó de desabrocharlos, la camisa seguía cerrada. Con suavidad la abrió, y ante él aparecieron dos preciosas tetas.

-Wow, Lucía, son las tetas más bonitas que he visto nunca.

-¿De verdad?

-Sí. Son..son perfectas.

Llevó sus manos a aquellas dos preciosidades. Las acarició. Sintió en sus yemas el calor de la suave piel. Entre sus dedos la dureza de los pezones. Se agachó y besó el canalillo que se formaba en medio de las dos colinas. Se embriagó del suave olor de su hija. Sacó su lengua y fue describiendo círculos cada vez más cerrados hasta que sus labios llegaron a uno de los pezones. Lo lamió antes de chuparlo.

-Aggggggggg, Ummmm, que rico papi...Ummmm, estoy muy excitada...estoy tan mojada..

Miguel se entretuvo un buen rato besando y lamiendo los preciosos pechos de Lucía. Mientras lo hacía, fue bajando una de sus manos por su cuerpo. Acarició su barriguita...siguió, lentamente, bajando, hasta llegar al elástico del pantaloncito. Mordió muy ligeramente el pezón que tenía entre los labios mientras sus dedos se metían por dentro de aquel pantaloncito. Lo primero que sus dedos tocaron fue el suave pubis de Lucía. El vello púbico se le metía entre los dedos.

Lucía gemía más fuerte. Nunca nadie la había acariciado así. Sentía sus pezones arder en los labios de su padre, y sentía sus dedos abrirse paso entre sus piernas. Deseaba que llegaran a su humedad

Por fin los dedos de Miguel llegaron a la rajita de su hija. Efectivamente estaba muy mojada. Sus dedos se impregnaron de ella. El calor de su cuerpo le pasó a sus dedos. Miguel se incorporó un poco para mirarla. Estaba con los ojos cerrados, la boquita entreabierta, respirando profundamente. De vez en cuando se pasaba la punta de la lengua por la boca para humedecerla. Cuando Miguel le pasó uno de sus dedos a lo largo de su rajita, Lucía se estremeció.

-Aggggggg, que rico..ummm

¿Te gusta mi amor?

-Oh, sí, me gustan mucho tus caricias... tus dedos... en mi..agggg

Aquellos ojos azules estaban clavados en los suyos. Mientras su dedo subía y bajaba por su húmedo coñito, ellos se miraban. Lucía se mordía el labio inferior. En sus ojos se reflejaba el intenso placer que su padre le estaba proporcionando. Cuando dos dedos empezaron a frotar su clítoris su espalda se arqueó sobre la cama, atravesada por un fortísimo orgasmo, que la dejó luego desmadejada, con la respiración agitada. Después de recuperarse un poco, pudo hablar.

-Ummm, papi...que placer.

Miguel la volvió a besar. Su mano seguía entre las piernas de ella. Quería verla. Probar su sabor.

-Lucía, te voy a quitar el pantalón.

Ella levantó el culete para facilitarle el trabajo. Juan miró su pubis. Al tocarlo le pareció hermoso. Ahora, al verlo, le pareció maravilloso.

-Eres tan bonita, hija.

Lucía sonrió. Miguel tuvo que besar aquellos labios. Sus lenguas, ahora apasionadamente se entrelazaron. De los labios pasó al lóbulo de una de sus orejas. Ella rió por las cosquillas. Despacito, besito a besito, fue bajando por el cuello. Llegó a sus hombros. Siguió bajando...

Volvió a lamer sus tetas, pero esta vez siguió bajando. Besó su ombligo, lo lamió. A ella le encantó. Luego sacó su lengua y desde el ombligo hasta su monte de venus fue lamiendo y dejando un rastro brillante. Lucía imaginó lo que iba a pasar y se estremeció.

Miguel se acomodó entre las piernas de su niña. Con sus manos, delicadamente, separó sus muslos, y ante él quedó su coñito. Sus labios estaban entreabiertos, brillantes. Y....Ummm su olor..Olía a mujer. Ese olor llenó los pulmones de Miguel.

Le dio un beso su muslo derecho, más o menos a la mitad. Luego al izquierdo, para volver al derecho, pero más cerca..fue repitiendo el proceso, acercándose poco a poco al coñito de su niña. Lucía no lo podía resistir. Era demasiada excitación.

-Ohh,, papi, por favor...lo deseo tanto...

-¿Qué deseas?

-Que ...que me chupes.

Por fin llegó. Pero no empezó directamente. Primero besó sus ingles. Su vello le hizo cosquillas en la nariz. Por ultimo, besó su rajita. Sacó la lengua y lamió, lentamente, desde la entrada de su vagina, siguiendo hacia arriba, hasta llegar al clítoris. Describió círculos alrededor de éste, para luego atraparlo entre sus labios y chuparlo. Aquel coñito olía bien, pero sabía aun mejor.

-Aggggggggggggg papiiiiiiiii que... ri.. cooooo ahhhhhh

Lucía gemía, gritaba, frotaba su coñito por la cara de su padre, mientras él se la comía toda. Subía el ritmo y lamía con movimientos rápidos, para luego hacerlo con suaves lametones. Cuando tenía su clítoris entre sus labios y con la punta de su lengua le daba lametones, la espalda de Lucía se arqueaba y gemía más fuerte.

Un nuevo orgasmo fue formándose lentamente en el cuerpo de Lucía. Fue subiendo y subiendo hasta que finalmente estalló contra la boca de su padre, que se llenó de flujos. Miguel los bebió con placer. Mientras ella se calmaba la besaba en el pubis, en las ingles, en los muslos.

-Oh, papi, que placer. Ha sido maravilloso.

-Estas muy rica..¿Estás preparada?

-Sí..hazme tuya.

Miguel se subió sobre ella. Su polla quedó sobre su monte de venus. Se miraron. Miguel acercó su boca a la de ella y la besó.

-Te deseo tanto, Lucía.

-Y yo a ti.

Ella sentía como la polla de su padre, dura, estaba entre ella y él. Sabía que dentro de poco estaría dentro de ella. Lo deseaba... lo necesitaba.

Mirando a su niña, miguel bajó un poco y apoyó la punta de su polla en la entrada de ella. Despacito, empezó a empujar. Era apretadita, caliente. Sintió un gran placer. Lucía gemía, y le ofreció su cuello. El no dudó en besarlo. Luego notó una resistencia. La virginidad de Lucía iba a ser rota.

-Mi vida, ahora puede que sientas un poco de dolor. Se pasará rápido.

Miguel empujó. Su polla rompió la resistencia y se hundió hasta el fondo. Su niña era ahora mujer.

-Aggggggggggggggggggg - gritó Lucía, clavando sus uñas en la espalda de su padre.

-¿Te duele cariño?

-Ummmm,agggg, si, un poco..pero ummmm que placer...como te siento dentro de mi...Me llenas toda.

-Y yo siento como me aprietas...Eres tan estrechita.

Miguel entrelazó sus manos con las de ella. Se mantuvo un poco así, dejando la polla bien enterrada, pero sin moverse, mientras ella se acostumbraba al nuevo invasor. La besaba por toda la cara. Más tarde, despacito, empezó a moverse. Su dura barra de carne entraba y salía de aquel suave, caliente y apretado coñito de mujer.

-Ummm, agggg, esto ..es ...agggggg....como te siento, papi....

El bombeó se hizo más intenso. Se besaban ahora con verdadera pasión. Miguel se apoyó en los codos. Miró a su preciosa niña, que con los ojos cerrados recibía sus embestidas, cada vez más profundas. Ella giraba la cabeza de derecha izquierda. El placer que sentía la llenaba toda. La polla de su padre entraba y salía de ella como un pistón caliente, arrancándole gemidos.

Miguel se estaba follando a su preciosa hija...No, le estaba haciendo el amor. Los dos hacían el amor. Y sintió que su orgasmo era imparable. No había vuelta atrás.

-Mi vida, oghhh, que placer..Me voy .a ...ummm correr.. aggg.

Lucía le pasó las piernas por la espalda. No quería que se saliese. Quería que la llenase de su caliente semen. Quería sentir como rebosaba.

-Papi, Papi...yo también me voy a correr contigo..Dámelo todo, lléname...lléname de ti...

Cuando ella sintió el primer chorro caliente estrellarse contra el fondo de su coñito, estalló a su vez. Cada espasmo de la polla de Miguel, que enviaba otro chorro dentro de ella, era respondido con un espasmo orgásmico de ella. Fue un largo orgasmo para los dos. Lucía era ahora una mujer completa.

Miguel cayó sobre ella. Se besaron tiernamente. Lucía sentía aún palpitar a su coñito, y como la abundante eyaculación de su padre empezaba desbordarse.

-Te quiero, Miguel.

-Te quiero, Lucía.

CONTINUARÁ