La tentación es grande.
Lo que pasaba en la casa era un cuento de nunca acabar, todos los días la veía andar con ropa ligera, siempre se sentaba en una silla o en la sala con las piernas abiertas cuando yo estaba presente, o me daba besos cuando me encontraba con ella en el pasillo o me abrazaba por atrás cuando no había razón, siempre vistiendo con ropa ligerita, que no me dejaba nada a la imaginación. Trataba de mantenerme ecuánime, a pesar de sentir que me hostigaba, no quería ver a mi hija con deseo.
A principios del mes de marzo recibí una llamada de mi hija la mayor, anunciándome que iba a pasar la semana santa una de mis hijas, me dijo que no sabía cuál, pero me pidió que estuviera pendiente de su llegada, yo le pregunte ¿Qué porque era eso?, ella me contesto, que porque ser irían con su mama a Chihuahua a visitar unos familiares de su mama, bueno, y que todavía no sabían quiénes de las tres iban acompañar a su madre, buen yo le dije, ahí me avisan para esperarla el día y lo hora indicada.
Pasaron los días, un día ante de que ella llegara, si madre me llamo, para decirme a qué horas llegaba mi hija Lina, paraqué la fuera a recoger, al otro día fui muy temprano al aeropuerto a recoger a mi hija Lina. Mi hija se había convertido en mi mayor dolor de cabeza, les diré, de pequeña, era una niña muy dulce e inocente, que sólo podría haber excitado a un degenerado. Sin embargo, todo cambió cuando pegó el estirón. Sus tetas crecieron, sus nalgas engordaron, se ensancharon sus caderas y sus piernas se pusieron gorditas, era un cromo.
Dejó de peinar y maquillar muñecas y empezó a hacerse todo eso a sí misma. Su forma de vestir también cambió. Ya no llevaba la ropa de dibujos monos que mi ex mujer le compraba durante tantos años, sino que se ponía pantalones entallados y camisetas que apenas cubrían su cuerpo y sobre todo, le entro la afición de andar de antro en antro, cosa que a mí no me gustaba y veía con impotencia que mi ex mujer no le decía nada, quizás para que la dejaran andar de cabrona.
Pero ella ya era mayor de edad y aunque yo reprobara esto, a ella no le importaba, así que demostraba su rebeldía llevándome las contras, además, que era la única que era más cariñosa conmigo, tan es así, que ella es la única que me besa en la boca, cada vez que me besa, no me gustaba, pero ahora me encanta.
Bueno, la vi a lo lejos, venia vestida con una especie de mallas con motivos gatunos, un suéter negro con cuello de tortuga de mangas largas y un chalequito de mezclilla de color azul, se veía muy bien, esas prendas le hacía mostrar sus atributos de mujer, unas hermosas piernas que terminaban en unas amplias caderas, coronadas con un par de nalguitas bastante paraditas, además de un par de meloncitos bastante grandecitos, estaban al tamaño justo, mi nena se caía de buena, verdad de dios, se notaba que también era aficionada al gimnasio al igual que su mama.
Durante el trayecto a la zona de taxis, venia platicando con ella, preguntándole como le había ido de viaje, en eso recibió una llamada, antes de contestar me dijo, espérame papito, se alejó un poco para contestar la llamada, alcance a oír que decía, que tal Keni, era su amiga, aquella que me dejo gratos recuerdos, seguí atento a la plática, ella dijo, si ya llegue y guardo silencio, tal vez le estaba diciendo algo su amiga, quise poner atención, pero ella se adelantó un poquito, yo creo que quería un poco de más privacidad, solo alcance a oír, que ella le preguntaba, con una sonrisita ¿tú crees que quiera?, esto me intrigo un poco.
Durante el trayecto a la casa, íbamos platicando de nimiedades. Al llegar a la casa, como traía mi cámara, le empecé a tomar fotografías, ella alegremente poso para mí, se veía muy bien con esas mallitas que traían puestas. Entramos a la casa, ella me dijo, papito me voy a bañar y después me llevas comer, pidiéndomelo con esas voz melosa que tanto me gusta, pues que le iba a decir, pues le dije que si, después, subió corriendo a su habitación, como el baño que teníamos era uno solo y estaba colocado a un lado de mi recamara, necesariamente tuve que pasar enfrente de él, para mi sorpresa la puerta estaba semiabierta, no sé si esto fue a propósito, pero mi instinto de cazador y como un consumado voyeur, no quise dejar pasar la ocasión ver a mi hija desnuda.
Desgraciadamente, para poder verla bañarse, había que abrir demasiado la puerta, quise grabarla, pero no tenía la cámara a la mano, además si quisiera hacerlo, hubiera habido peligro de que me cachara en la movida, así que, me dispuse a darme un taco de ojo y la verdad como me lo di. Lo que vi me dejo completamente cachondo, ella estaba de espaldas a mí, ella se empezó a quitar la ropa, pero lo hacía en una forma bastante lenta y cachonda, como si lo hiciera para mí o para alguien muy especial.
Primero se empezó a bajar las mallas muy lentamente, enseñando poco a poco las nalgas y una hermosa tanguita negra, que graciosamente se perdía en medio de sus hermosos cachetes, cuando las tenía a la altura de la línea de flotación, se agacho aún más para sacarse las mallas y la tanguita de un jalón, completamente, agachada como estaba, me mostro sus sabrosas nalgas desnudas y su rajita totalmente depilada.
Abrí un poco más la puerta, como me pareció que pasaba algo raro en la puerta y temiendo que me hubiera cachado en la movida, me separe de la puerta y fingí demencia, por si salía, deje pasar un momento y volví a asomarme, ya estaba totalmente desnuda de la cintura para abajo, lo que más me admiro, eran ver sus piernas largas y frondosas, las cuales terminaban en unas torneadas caderas, con dos pares de nalgas hermosas y grandes, estaba que echaba chispas mi reina.
Rápidamente se quitó el suéter y el chalequito de mezclilla, grata fue mi sorpresa porque no traía sostén, como estaba de espaldas, no le podía ver sus tetas, como si le hubiera dicho que se volteara, se dio la vuelta, al tiempo que se agarraba sus dos meloncitos y cerraba los ojos, que par de tetas tenía, no eran grandes, pero tampoco eran chicas, coronadas por dos pezones pequeños, que al verlos, me cruzo por la mente que se sentiría chupara esos ricos pezones, me tuve que retirar, por la pena que sentía ver desnuda a mi hija, tal vez porque tenía bien parada la verga, por la exhibición espontanea o a propósito que me hizo mi hija, me fui a mi recamara y me hice justicia con mi propia mano, no podía más.
La lleve a comer a un Vip´s cercano a mi casa, cuando regresamos, ella se fue a su recamara, mientras yo me puse a ver la televisión en la sala, al poco rato, bajo solo vestida con una camiseta larga, que le llegaba arribita de las rodillas, de inmediato note que no traía sostén, porque le podía ver a través de la telita el par de meloncitos que tenía y por supuesto sus pezoncitos paraditos, quizás estaban así a causa del roce de la camiseta con ellos.
Ella bajo con una Tablet en la mano y sin decir nada se sentó en el sillón que se encontraba frente de mí, levanto las piernas y las cruzo, lo que me permitió ver la tanguita que traía puesta, que a duras penas tapaba esa hermosa rajita que poseía, ese espectáculo me puso a mil, tan esa así, que me tuve que parar e ir al baño para darme un baño frio, para ver si se me quitaban las ganas y los malos pensamientos con mi hija.
Lo que pasaba en la casa era un cuento de nunca acabar, todos los días la veía andar con ropa ligera, siempre se sentaba en una silla o en la sala con las piernas abiertas cuando yo estaba presente, o me daba besos cuando me encontraba con ella en el pasillo o me abrazaba por atrás cuando no había razón, siempre vistiendo con ropa ligerita, que no me dejaba nada a la imaginación. Trataba de mantenerme ecuánime, a pesar de sentir que me hostigaba, no quería ver a mi hija con deseo.
Pero el deseo en mi era más fuerte cada día, sin querer, me imaginaba besar sus carnosos labios, yo quería acariciar sus senos y probar el dulce sabor de su rajita, imaginación que después me dejaba un dejo de culpa. Pero poseerla se había convertido en una obsesión. Una vez que me quedé sólo en casa, fui al cesto de la ropa sucia y busqué una de sus tanguitas, la miré bien y vi que tenían una ligera mancha en la zona de la vulva, pensé que eran sus fluidos e hice algo que nunca he hecho, me la lleve a la nariz para olerla, me senté en el sanitario y me masturbé pensando que me comía su vagina, no me quité su tanguita de la nariz hasta que me hube venido.
Seguiamos en el juego del gato y el ratón, entre ella y yo, yo no sé, si ella lo hacía conscientemente, pero yo si estaba cierto del juego que estábamos jugando. Sin embargo nunca me atreví a tocarla y créanme ganas no me faltaron. Nunca me permití llegar con ella más allá de un buen taco de ojo, como la tentación era fuerte, yo me salía de la casa con cualquier pretexto, para no quedarme con ella, hasta que vino mi hermano a salvarme, digo me vino a salvar, porque si hubiera durado más este jueguito, no sé qué hubiera pasado entre ella y yo.
Mi hermano me llamo para invitarme a pasar la semana santa en Acapulco con su familia, el solo pensar que volvería a ver a mi cuñada, me puso cachondo, le comente lo de la invitación a mi hija y acepto gustosa ir allá, así que le dije que sí y nos preparamos para salir a Acapulco al otro día, como no quería caer en la tentación, me despedí de mi hija con u beso, por supuesto en la boca y me fui a dormir, ya en mi recamara, me tuve que hacer justicia por mi propia mano para poder dormir, porque los huevos me dolían por la excitación.