La Teniente - 3

Nora no lleva nada bien lo del misterioso desconocido del Gimnasio. Decide salir a quemar la noche para ver de disfrutar… y la cosa lo único que hace es empeorar

LA TENIENTE - 3

Nora no llevaba una buena mañana, estaba en el trabajo y se podría decir que no daba pie con bola, por fortuna casi todo lo que tenía que hacer era repetitivo y lo hacía en “automático”. Como cuando por ejemplo había que revisar un coche en la entrada, daba las órdenes oportunas, aunque incluso antes de que pudiese vocalizarlas los Marines estaban ya en movimiento para hacer el trabajo de todos los días, gracias a eso se salvó de meter la pata más de una vez, de lo distraída que estaba. El mal día era a causa de que le costaba olvidarse del cuerpo del hombre, la espalda musculosa, el culo prieto, aparentemente duro como el mármol, recordaba perfectamente cómo se contraía cada vez que embestía a la recepcionista. Recordaba también como el agua caía por su espalda, por sus glúteos, al recordar de nuevo sintió como se mojaba otra vez, era superior a ella, no podía dejar de rememorar la escena, pero especialmente su cuerpo bajo el agua, y así llevaba toda la mañana.

Toda esa semana fue como una maldita pesadilla, no hacía otra cosa que recordar el puñetero polvo y al puñetero tío con prácticamente el recuerdo al detalle de cada gota de agua recorriendo su cuerpo… era… desquiciante del todo. Además, el tener que ver a ambos en el gimnasio cada día tampoco es que fuese lo ideal para poder olvidarse de aquello. Por otro lado, el hombre en cuestión seguía fastidiándola todo el rato, en esos instantes, ya sabía que el dichoso tipo era como un reloj, siempre solía entrar sobre la misma hora, siempre usaba las mismas maquinas en el gimnasio, seguía un estricto orden de acuerdo a su programa. Nora supuso que tampoco estaba para idioteces, ya que permanecía muy concentrado en su entrenamiento, hasta el punto  como ya he dicho antes, se abstraía completamente, perdiéndose en su mundo interior.

A estas alturas Nora solo había conseguido enfadarse aún más con el tipo, que seguía sin prestarle la menor atención, continuaba ignorándola, igual que la primera vez, claro que en realidad, lo cierto era que excepto a la recepcionista, el tipo ignoraba a todo el mundo. Llegaba, hacia sus series de ejercicios, se metía en las duchas y se marchaba, Nora suponía que a su casa dado la hora a la que salían del gimnasio. Otra cosa que la ponía de muchísimo peor humor, es que gracias a lo que vio en las duchas, ahora sabía de cierto que Gay precisamente no era, por lo que eso de que la ignorase cómo y de la forma en que lo hacía, aún lo llevaba peor que antes.

El viernes por la noche se preparó a conciencia, se vistió de punta en blanco para ir a un local de moda que le habían recomendado en la embajada. Sus intenciones eran muy claras y concisas, terminar esa noche de la mejor manera posible, lo que quería decir, follando. Evidentemente no pensaba irse a la cama con cualquiera, no estaba tan desesperada como para eso, pero si con algún macizo que le gustase y de ese modo disfrutar de buen sexo, también pensaba que así se quitaría la espinita del “imbécil” del gimnasio que no hacía más que ignórala.

La noche para Nora estuvo divertida, de principio le entraron un par de tíos con pinta de chicos malos, a los que dio puerta en cuestión de medio minuto por cada uno de ellos, más que malos eran idiotas. Después de esos dos, le entro otro, de unos 28 años, moreno, físicamente muy atractivo, pero con el coeficiente intelectual de un Arenque, a los cinco minutos de estar los dos hablando…

-      Oye nena, tengo el coche aparcado fuera, está en un sitio discreto…, si quieres… podemos pasar un buen rato –dijo el tipo insinuante.

-      ¿Un coche? ¡¡Pero tú a mí me has visto cara de irme a follar a un coche con nadie!! –le espetó a bocajarro.

-      ¿Y qué problema tienes con eso?

-      Pues que no tengo dieciséis años, eso pasa. Mira, te lo voy a poner muy facilito, para follar los dos, quiero un hotel o tu casa, así de simple…

-      ¿Y porque no la tuya?

-      Jajajajajajaja… anda chaval, lárgate a buscar a otra al que le guste hacerlo en un coche, venga, circula… ¡¡largo!!

Nora pese a todo intento evitar reírse de semejante idiota, le dio un nuevo sorbito a su bebida mientras veía como el tío se alejaba de ella rumbo hacia el otro extremo de la barra, donde según observaba había un par de chicas aparentemente solas. Risueña casi sintió pena por ellas, no sabían las pobres el pedazo de idiota que se les venía encima.

Por fin vio a alguien que le gustaba, un hombre de unos treinta años con el pelo muy corto, en una aparente forma física envidiable y que se movía en la pista de baile como si esta fuese enteramente suya, también era poseedor de un culo prieto y duro que le hacía salivar solo de pensar en tenerlo para ella, lo malo, es que tanta atracción, era porque ese chico le recordaba sin poder evitarlo a otro concreto que había visto en cierta ducha y con el que solo de volver a imaginárselo, ya se estaba poniendo otra vez malita. Se terminó la copa de un solo trago y se dirigió directa a la pista, dispuesta a ponerle las cosas muy fáciles para que la sedujese, aunque preguntándose qué coño estaba haciendo, porque narices estaba haciéndolo, ya que ella nunca había sido así. Este hombre, que se presentó como Fernando, en contra del anterior intento de ligue, le ofreció un poco más de media hora después irse con él a su casa a tomar una última copa ya que según la dijo, “vivía justo allí al lado”, cosa que Nora aceptó en el acto.

Efectivamente el chico vivía tan solo a un par de calles de distancia. Se trataba de un pequeño apartamento de una sola habitación. Subieron los dos pisos por las escaleras mientras se comían mutuamente a besos, para terminar, entraron en el apartamento besándose de forma salvaje, mordisqueándose los labios incluso por el altísimo grado de excitación que tenían ambos. La llevo casi en volandas hasta la habitación, donde mutuamente se ayudaron a desnudarse.

Nora estaba que se moría de las ganas, sentía su sexo completamente empapado, necesitaba que Fernando se dejase de besitos y se la clavase de una vez. Tirando de su pelo hacia atrás, le miró fijamente a los ojos y le dijo con voz enronquecida…

-      Fóllame ya, venga, fóllame de una puta vez…

-      Ahora mismo… te la voy a meter hasta que te la saque por la boca…

-      Pues venga, a qué esperas… para hacerlo… -jadeo excitada-, a ver si es verdad…

Fernando la derribó sobre la cama, completamente desnuda, se situó entre sus piernas colocándose un preservativo, situó su glande en la entrada de su coño y de un solo empeñon se la clavo hasta el fondo, arrancándole a Nora un fuerte grito al sentirse invadida de ese modo, solo para que poco después empezase a gemir ante las violentas embestidas del hombre.

Estuvo entrando y saliendo de su interior como un animal, haciendo que gimiese, jadease y se retorciese de gusto, tenía los ojos cerrados, y en su mente no era Fernando quien se la estaba follando de aquel modo, en su imaginación era el impresentable del gimnasio, con ese culo, con esos músculos, clavándola a la cama con los mismos bríos con que el muy cabrón se había follado en las duchas a la recepcionista… Entonces se rompió el hechizo, sintió como el hombre se tensaba sobre ella, como gemía, bufaba y de pronto soltaba un grito estremeciéndose, para de seguido caer rendido encima suyo.

Fernando se hizo a un lado, quedando jadeante junto a ella, intentando recuperar el resuello, agotado, sudoroso y satisfecho…

-      Ha estado bien, ¿eh? –dijo Fernando jadeante.

-      “¿Bien?, ¿Qué ha estado bien?, pero si me has dejado a medias hijo de puta”  -pensó Nora para sí…

-      Que, no puedes hablar, ¿a qué no?, seguro que nunca te habían follado así. Anda vístete que nos tenemos que marchar, que he quedado con mi novia dentro de media hora… -dijo ufano.

-      Si, has estado genial, seguro que tu novia no sabe bien la suerte de tío que tiene a su lado –dijo irónica mientras se levantaba enfadada y con ganas de partirle la cara.

-      ¿Te pasa algo? –le preguntó mirándola fijamente mientras fruncía el ceño, como no sabiendo muy bien si aquello había sido un insulto o un cumplido.

-      Me pasa que no sabía que tenías novia, sino nunca te hubiese acompañado –y luego pensó-, “que más me hubiese valido, vaya mierda de polvo, me ha dejado a la mitad el machoman este de pacotilla”.

-      Sí, bueno, tampoco es tan grave…

-      No claro –pensó- “maldito hijo de puta ojala te los esté poniendo como a un ciervo” –luego añadió en voz alta- bueno, me voy, byeee.

Nora salió de aquel piso enfadada por varias cosas, en primer lugar y principalmente porque había sido una puta mierda de polvo con un gilipollas que se creía la hostia y le había dejado a medias, en segundo lugar porque el idiota tenia novia y no le gustaba nada eso de haber puesto unos cuernos. Para terminar, aún menos gracia le hacia el hecho de haber estado con ese cretino, imaginando que con quien estaba follando en realidad era con el puñetero tipo aquel del gimnasio, quiso gritar de rabia por la mierda de viernes noche que había tenido.

Nora no se desanimó, se marchó a casa con la sana intención de volver a intentarlo ese mismo sábado por la noche, con la esperanza de esta vez, encontrar de verdad a un hombre que no la dejase a medias, necesitaba follar, lo malo es que nunca se había notado tan “salida”, estaba en una situación en la que no se reconocía a sí misma. El sábado fue aún peor que el viernes, si este fue malo, el sábado fue completamente nefasto, le salió mal todo lo que le podía salir mal, empezando por sus zapatos justo antes de salir de casa. Abrió la puerta, salió a la escalera y uno de sus tacones hizo “crack”, lo que le supuso volver a entrar para cogerse otros zapatos de los que en ese momento, y que combinasen con su ropa, no tenía.

Tras cambiar su vestuario lo justo para ir mas o menos conjuntada, se fue a un local de ambiente latino del centro, que también le habían recomendado al principio de llegar a Madrid, aunque en este caso había sido Sharon, su propia hermana, quien se lo recomendó para divertirse bailando. Apenas a los dos minutos de haber entrado en él, y antes siquiera de que le diese tiempo a pedir nada al camarero de la barra, ya tenía a dos chicos intentando ligársela, dos tíos de físico imponente para más señas, Nora pensó que la noche empezaba bien y prometía.

Todo le iba de maravilla justo hasta los treinta segundos de conversación con ambos hombres, entonces, uno de ellos mientras le decía “que buena que estas mamita”, le puso la mano en el culo apretándoselo con fuerza, mientras su compañero le sujetaba la cintura con las manos y posaba sus labios sobre su cuello besándoselo… y al oído le soltó otra perla como la de su compañero, le dijo “estas bien recaliente y necesitada de verga, vamos fuera para que te demos lo que buscas”…  Después de eso, Nora lo vio todo rojo, especialmente por lo de tocarle el culo sin su permiso… eso era algo que le sentaba fatal, pero fatal, fatal, fatal… desde siempre… y desde siempre también, su reacción solía ser bastante “agresiva” con el infractor…

-      Oye imbécil, quita la mano de ahí y vete a tocarle el culo a tu madre… -le grito Nora.

-      Oye zorra, a mi madre no la nombres si quiera…

-      Aquí la única zorra será tu puta madre y tus hermanas, ¡¡¡te enteras gilipollas!!! –replicó ahora sí que muy, muy enfadada.

La cosa se salió de madre enseguida, el brillante caballero al escuchar tan cariñosas referencias hacia su progenitora saco la mano de sus duras y prietas posaderas con intención de hacerla pasear contra ella. La levanto mirando a Nora con odio, pero antes de que pudiese descargar el golpe sobre ella, sintió un agudísimo dolor procedente de su tabique nasal, a la vez que desde su cara recibía un violento impulso hacia atrás que le hizo trastabillar.

El compañero, al ver como Nora golpeaba de aquel modo a su amigo en la cara, intento aplicar la misma medida que este había intentado contra ella, pero con la precaución de levantar el otro brazo para cubrirse la cara de una posible caricia como la que se había llevado su compañero por parte de Nora. Sin embargo, este pobre lo que sintió fue muy diferente, un agudísimo dolor partió de sus partes nobles, pareciéndole que le perforaban el cerebro con un cuchillo, pues así de terrible fue el latigazo de dolor que soportó, doblándose de inmediato sobre sí mismo, mientras sus manos acudían presurosas a sujetarse sus doloridos testículos.

La buena de Nora, al ver como el caballero levantaba su manita contra ella con la sana intención de golpearla, lanzo la palma de su mano contra la cara de su “presunto” agresor, golpeando su nariz en seco y con todas sus fuerzas, rompiéndole el tabique nasal… Se revolvió a tiempo de ver como el amable amigo de su “presunto agresor”, también empezaba a actuar contra ella en plan “presunto”, solo que este se cubría la naricita para evitar… “tropiezos” indeseables con sus manos.

La buena de Nora entonces opto por el segundo método anti tipos indeseables, pasito adelante y rodillazo en cierta sensible parte de su anatomía… El pobrecito se dobló sobre sí mismo, con los ojos muy abiertos, soltando un suave gritito de dolor, como si fuese un gorrinillo pequeño, un chillidito nasal de esos de ¡¡¡Ayyyyy!!… Cuando nuevamente se giró para fijarse en el primer caballero, este se retorcía sobre el suelo, que según observo pese a lo poquito que se veía, se estaba manchando toda la ropa de una sustancia rojo oscuro que supuso seria sangre, ya que tenía toda la cara llena de ella, procedente de la nariz rota.

Entonces una mano le sujeto del brazo con firmeza, se revolvía de nuevo para saludar al atrevido, cuando se quedó parada y con la boca abierta, ya que el propietario de la mano no era otro que el puñetero tipo del gimnasio…

-      Venga, vámonos de aquí antes de que se ponga más feo aun –le dijo arrastrándola tras de sí.

Sin saber muy bien porque, se dejó llevar dócilmente como un corderito por el hombre. Apenas habían dado tres pasos fuera del local cuando sintió su fuerte brazo rodeándola la cintura, apretándola contra su cuerpo. Nora tuvo que reconocer que era una sensación la mar de agradable la que sentía estando con él así de apretujadita, por lo cual no dijo, ni hizo nada por quitársela. Nuevamente habló…

-      Te suelto en cuanto nos alejemos un poco, pasa tu mano por mi cintura también, como si fuésemos una pareja más y no dos personas escapándose.

-      Pero que…

-      Esos dos tenían media docena más de amigos a los que estoy intentando que despistemos…

-      Es que crees que… -no dejo terminar a Nora, que inconscientemente se cogió a su cintura, sintiéndose muy bien con ello.

-      Si, en el local no hubiesen movido un musculo contra ti, se les hubiesen echado encima los demás tíos, en ese sitio no estaba muy bien visto pegar a una mujer, menos aún entre varios como pretendían esos dos, no hubiesen salido vivos de ahí si llegan a hacerlo.

-      Pero entonces…

-      Se hubiesen puesto de modo que pudiesen seguirte fuera y ajustarte las cuentas. Al sacarte en ese momento se lo he impedido, o al menos no han podido organizarse, además, que debían de conocerlos, porque he visto que les han cerrado el paso los de seguridad el tiempo suficiente como para que pudiésemos escapar de allí sin llevarles pegados a los talones… -dijo sonriendo.

-      Entiendo…

-      Procura no volver por allí durante un tiempo, o hasta que se tranquilice la cosa al menos…

Lo cierto es que Nora se sentía muy tranquila, ella sabía lo que hubiese sucedido de haberle pegado entre varios de aquellos tíos. Más que probablemente hubiesen recibido en unos pocos días una visita la mar de desagradable en forma de Marines muy enfadados, pero ciertamente, como decía ese tipo, era mejor evitar problemas. Para su sorpresa vio cómo se detenía en una esquina, se separaba de ella, que no vio forma plausible de poder seguir abrazada, por lo que tuvo también que apartarse, aunque no le gustó hacerlo. El tipo sacó su teléfono y llamó a un taxi, según lo que escucho, este era para ella…

-      Oye, no hace falta…

-      Me quedare más tranquilo si sales de aquí… aunque ya vi que te sabes defender muy bien, jajajajaja –a Nora, su modo franco de reírse le gustó.

-      Bueno, si te preocupa, porque no te vienes conmigo y vamos a bailar a algún otro sitio en que creas que estemos seguros –propuso con una sonrisa.

-      Me encantaría, pero he quedado aquí cerca, entre allí de casualidad, solo lo hice para tomar algo, ver el ambiente que había ya que nunca había entrado y hacer un poco de tiempo… Llegue con mucha antelación y bueno…

-      Ya… -sonrió tendiéndole la mano-, mi nombre es Nora…

-      Encantado –dijo estrechándosela, a la vez que se acercaba dándole dos besos en las mejillas a la vez que se presentaba-, mi nombre es “C”.

-      ¿Y eso es un nombre? –pregunto sonriente Nora, aunque un poco perpleja.

-      Jajajajajajaja… no, es un apodo, te digo mi nombre si me prometes no decirme nada ingenioso… nada de bromitas… ¿prometido?

-      Vale, prometido –levantó la mano derecha.

-      Mi nombre en realidad es Caín…

-      Caín, ¿como el de la Biblia…?

-      Si, exacto, como el de la biblia, y no, por favor… nada de chistecitos sobre mi “hermano” o mi edad… recuerda que me lo prometiste…

-      Jajajajaja, vale, vale, no diré nada… -dijo riéndose.

Nora tuvo que reconocer para sí que lo primero que le vino a la mente fue preguntarle en plan coña si su hermano se llamaba Abel y su padre Adán, o por si conocía a un tal Matusalén. Le pareció un tío muy simpático y agradable de tratar, aunque hubiese preferido que aceptase su invitación a pasar el resto de la noche con ella, claro que también entendía que si había quedado con amigos, tendría ya sus planes hechos. Estaba deseando que la invitase a ir con ellos, no quería separarse de él… pero para su sorpresa, y desagradable además… le sonó el teléfono…

-      Si, ¿diga?... Ahhh, hola Montse, si, en cinco minutos estoy allí… De acuerdo, te lo prometo, esta noche te compensare por mi retraso… Jajajajaja, si, es un trato, esta noche me quedare en tu casa… Noooo, de eso nada, la reserva está hecha, cenamos allí y…  jajajajaja, vale, luego a tu casa… Chao, te veo ahora… -colgó guardándose el móvil-. Lo siento, era una amiga.

-      Oye, que si te tienes que ir, vete, ya me busco yo un taxi –dijo Nora poniendo su mejor cara aunque sintiéndose muy frustrada por dentro.

-      Tranquila, es aquí al lado, en cuanto te vayas en el taxi me voy –sonrió.

El taxi llegó en seguida, excesivamente pronto para gusto de Nora, pero una vez allí no encontró escusa ninguna para no marcharse. Le agradeció lo que había hecho por ella, se montó en el taxi dándole la dirección al taxista, que se puso enseguida en marcha. Se giró para verle mientras se alejaba, observo como él se ponía en marcha, sin duda para dirigirse a su cita con su “amiga”. Por algún motivo, a Nora todo eso no le hizo la menor gracia, incluso tuvo que apretar los dientes de rabia para no soltar alguna lagrimita de frustración...

Ese domingo también estuvo donde su hermana, solo que en esta ocasión fue a comer, ya que no quería perderse de ir esa noche al gimnasio, la versión oficial era que tenía mono de ejercicio, aunque realmente, sabía que era por volver a verle y comprobar si lo de la noche anterior habría supuesto algún cambio entre ambos. Su hermana, después de comer, se sentó con ella mientras su cuñado jugaba con los niños, aún no tenía muy claro cómo demonios lo conseguía Sharon, pero como en esta ocasión, desde niñas nunca había podido esconderla nada, siempre terminaba contándole las cosas, especialmente tratándose de chicos, en eso ambas eran igual, se lo contaban todo mutuamente.

-      Jajajajajajaja –Sharon estuvo riéndose un buen rato.

-      Oye, que no le veo la gracia –dijo algo picada.

-      Perdona, es que… ¡¡Ay hermanita!! Lo siento, pero esto que me cuentas es muy gracioso. Pensaste que sería otro baboso a verte las tetas cuando se puso enfrente, y sin embargo, luego te molestó muchísimo que ni te mirase… jajajajajajajaja –Sharon se reía con ganas.

-      Bueno, ya basta, ¿no?, si lo sé no te cuento nada…

-      Vale, vale, perdona, es que es gracioso, te guste o no. Bueno, ¿y ahora que vas a hacer? ¿vas a ir a por él?

-      Oye tú, que no le quiero ni nada de eso… no me busques novio…

-      No he dicho eso Nora, solo te pregunto si vas a ir a por él, porque es obvio que te gusta. No me estoy refiriendo a que vayas a ver si le cazas y te casas con él, pero no me negaras, que no te gustaría echarle un buen par de polvos, ¿o me lo vas a negar?

-      No, no te lo negare, la verdad es que sí, me encantaría tirármelo… más de una vez además y tiene un culito que no sabes tú bien, no veas cómo esta desnud… –se quedó cortada cuando se dio cuenta de lo que se le escapó.

-      Vaya, vaya, vaya con mi hermanita, así que le has visto desnudo, esa parte no me la habías dicho, cuenta, cuenta –dijo Sharon, reincorporándose un poco y prestándole toda su atención a su hermana.

No pudo escaparse de Sharon, al final le explico lo que vio en el gimnasio, en las duchas, como había pillado a esos dos follando, también que había tenido algún que otro sueño a costa de esas “imágenes”. Sharon se rió, de nuevo fue superior a ella, le fue imposible de evitar, igual que a Nora le fue imposible de evitar enfadarse de nuevo con las risas de su hermana, pero como siempre, al minuto, las aguas volvieron a su cauce entre ambas.

-      Sinceramente Nora, creo que te hace falta un buen polvo…

-      Eso ya lo sé, te lo he contado, ya lo intente, y menuda figura que me fui a intentar tirar…

-      Uhmmmm, no te enfades, pero creo que a ti como digo te está haciendo falta como el comer, pero no con cualquiera, realmente tú no quieres eso. Pienso que por todo lo que me has contado, lo del tío ese, lo de la otra noche con ese idiota, lo que sientes porque te ignora, lo de tus “sueños”, lo de anoche, creo que tienes un hombre concreto en mente, que es con el que realmente te mueres de ganas de hacértelo… y desde hace bastante… -sonrió.

-      Ya, que fácil…

-      Pues sí, la verdad es que sí que es muy simple hermanita.  Averigua si tiene novia o compromiso de algún tipo con alguien y si no es así, haz lo que la recepcionista de tu gimnasio, píllale en las duchas la primera noche que os quedéis solos… y no admitas un no por respuesta, ¡¡¡tíratelo!!! -dijo Sharon mirando a su hermana son una sonrisa.

-      Venga ya, ni de coña sería capaz de hacer algo así…

-      Es verdad, nunca serias capaz de hacer algo así, claro que no –respondió Sharon sonriendo.

Sharon sonreía para sí irónica, recordando la jugarreta que Nora le hizo a su ex, sabía que su hermanita era de armas tomar. Ahora mismo estaba encabezonada y algo encabronada con ese hombre, no tenía dudas de que antes o después, por como la conocía debería de mover ficha con él. Por otro lado empezó a sospechar, que si su hermana no se había ido aun a por el tipo tal y como era ella, posiblemente fuese porque se estaba empezando a enamorar sin darse cuenta de ello, lo que paradójicamente hacia que cuando a Nora alguien le gustaba de verdad, le frenaba. Sharon siempre lograba sacarle todo a su hermana, Nora terminaba por cantar ante ella, antes o después, con una única excepción, sobre su trabajo, de eso Nora, simplemente, no hablaba y daba igual lo que se tratase de hacer, era como una tumba. Sin embargo, en este caso, lo que más interesó a Sharon era lo que su hermana no decía en voz alta sobre ese hombre, pero si lo dejaba entrever en sus palabras...

Después de eso estuvieron las dos hablando de otros temas, aunque por la mente de Nora las palabras de su hermana no dejaban de hacer estragos. Ella no era de esas, no hacía así las cosas, pero tenía que reconocer, que lo que Sharon le había dicho que hiciese le atraía sobremanera, eso de sorprenderle bajo la ducha… como aquella vez que le sorprendió, con el agua recorriendo su cuerpo. Una y otra vez, sin poderlo evitar, las imágenes de él follando bajo el agua con la recepcionista volvían a su mente, excitándola de mala manera. Lo peor de todo, fue darse cuenta al rato por la sonrisita socarrona de su hermana, que esta seguramente era más que consciente de todo lo que debía de estar pasado en esos instantes por su calenturienta mente por culpa del maldito tipo ese del gimnasio… lo que una vez más le enojó…

CONTINUARA