La tendera de mi barrio

Un chico...un barrio...y una tendera... el sueño que todos nosotros hemos tenido alguna vez

Iba a comprar pan todos los días a su tienda. Y todos los días me fijaba en su escote. Aquella madurita colombiana me excitaba. Sus pechos eran muy generosos y además su manera de hablar era muy sensual. La charla no iba más allá de un coqueteo y lanzamiento de indirectas por ambas partes. Me sacaría por lo menos 15 años pero no me importaba. Aquel escote voluptuoso me ponía a mil.

Poco a poco fuimos cogiendo confianza, nunca fuera de la tienda, pero dentro a veces me quedaba charlando con ella un rato mientras cobraba a los demás clientes y en ocasiones solos también. Yo intentaba disimular mis miradas a su escote, pero era impresionante. Era colombina y su color de piel era muy oscuro. Cabe decir que yo a mis 23 años era el más blanco del barrio y quizás de Madrid, ya que no me he puesto nunca moreno.

Un día mientras charlábamos de cosas estúpidas me dijo si me importaría quedarme unos minutos más porque tenía que hacer inventario abajo y no podía bajar unas cajas y si le podía ayudar solo a bajarlas. Yo, obviamente le conteste que sí, que no me importaba en absoluto.  Bajamos al pequeño almacén que tenía bajando unas escaleras escondidas al fondo y allí fue donde pase el momento más vergonzoso de mi vida y posteriormente el más satisfactorio.

  • Me he dado cuenta que me miras mucho el escote. ¿Te gusta? me dijo de repente al llegar a la parte de abajo.

Yo me quede helado. No sabía ni que decir ni cómo reaccionar. Empecé a tartamudear. Mis nervios hicieron que mis piernas temblaran y un sudor frío me empezó a recorrer el cuerpo.

  • No...No...Yo...solo...es que...yo...-dije intentado salir del paso pero mi vergüenza y mi timidez me lo impidieron.

  • ¿Te gustan?- me dijo sonriendo y acercándose a mí juntando sus brazos para que el canalillo fuera más evidente.

Me quedé sin habla. Siempre había fantaseado con ver aquello pechos casi negros. Poder sobarlo, amasarlos, lamerlos, chuparlos y hacer mil guarradas más sobre ellos, pero verlos así de cerca realmente era muy morboso. Mis nervios apenas podían dejarme pensar y mucho menos hablar.

  • Se que los miras desde el primer día que entraste a la tienda y hoy he pensado hacerte este regalo a ver qué te parece.- dijo sonriendo con voz muy calmada mientras yo no podía apartar mi mirada de aquel canalillo.

Al decir aquello empezó a quitarse aquel jersey de cuello de pico que tan pronunciadas hacia sus tetas y tanto dejaba ver de su escote. Yo observaba como empezó a quitárselo dejando ver un sujetador blanco con ribetes en rojo que con el contraste del negro de su piel lo hacían más atractivo si cabía. Me miraba sonriendo mientras yo apenas sabía reaccionar. La que si supo reaccionar fue mi polla al ver aquel cuerpo ante mí y se puso dura debajo del pantalón.

  • Vamos nenito.- me dijo- te hará daño tanta estrechez.- y diciendo esto se puso en cunclillas ante mí y me desabrocho el pantalón mientras metía la mano sobando mi polla por encima del bóxer. Yo no dejaba de mirar aquel pecho casi negro y mi mano cobró vida y empecé a manosearlo. Despacio recreándome mientras mis dedos se metían bajo el sujetador y mi polla se ponía más dura aun. Noté sus pezones duros como piedras cuando ella se quito el sujetador y pude ver mi mano agarrando uno de sus pechos. Eran negros, con una ligera marca de bikini y un pezón enorme. Quise ponerme a chuparlo pero no podía porque de repente Odalys se agacho hacía mi y se metió mi polla en su boca. No pude evitar correrme antes del minuto. Lo hacía genial.

Ella algo sorprendida pero gratamente satisfecha de saber que me había gustado y había disfrutado se sentó en el sofá y desnudándose me dijo:

-Ahora tu nenito.- y abrió sus piernas. Yo pude ver como su coño mostraba su interior rosado. Parecía mojado y el vello arreglado apenas se distinguía debido al color de la piel.

Me agache arrodillándome ante ella y con una pierna a un lado y la otra al otro metí mi cabeza y empecé a degustar aquel glorioso néctar.  Sus labios negros se separaban al paso de mi lengua para dejarme ver un interior muy rosado y jugoso. Estuve lamiendo al menos 15 minutos hasta que un orgasmo terrible llegó a Odalys. Tenía su coño totalmente empapado de sus fluidos y de mi saliva. Cuando se corrió se quedó mirándome jadeando del esfuerzo y para entonces mi polla volvía a estar dura como una roca. Me acerque y sonriendo incline mi cabeza para chupar aquellos ansiados pechos. Empecé a lamer el derecho. A jugar con mi lengua y su pezón. Lo redondeaba. Lo mordisqueaba. Y mientras todo aquello, la punta de mi polla se frotaba contra los negros labios de Odalys.

Sujeté mi polla y el frote fuerte un par de veces más escuchando los gemidos de Odalys y cuando la polla bajó y encontré su agujero empujé fuerte. Note como mi polla se comprimía dentro de aquel maravilloso coño. Odalys se retorció y gimió mientras yo empecé a meter y sacar de dentro de aquel coño. No tarde mucho en correrme y al sacar la polla pude ver como de entre aquellas piernas negras y aquel coño rosado, salía unas gotas de mi semen espeso hasta llegar al suelo.

Odalys me sonreía entre jadeos mientras yo intentaba recobrar la respiración aun con mi polla palpitando y sin poder creerme que aquello me acabara de pasar a mí.

Odalys y yo estuvimos saliendo en secreto dada la diferencia de edad un par de meses. Después yo me tuve que mudar de piso y salvo algún contacto que hemos tenido posterior apenas he vuelto a verla ni saber de ella.

Espero sus comentarios tanto buenos como críticos para así poder rectificar en futuras publicaciones. Estas historias son  fruto de experiencias vividas, tanto física como mentalmente, ya que no hay nada más poderoso que la mente y la imaginación, pero aun así, los nombres que aparecen están cambiados para salvaguardar la intimidad de las personas que fueran reales en las historias.

Muchas gracias y espero que les gustase el relato y no defraudarles en los siguientes. Gracias.