La tarde con Ana

Esa tarde le dí a mi chica una sesión de sexo a mi gusto.

Este relato real va dedicado a gato075, mi más fiel lector: Sé que no lo estás pasando muy bien, así que espero animarte un poco. Ánimo amigo!

Esa tarde regresé antes a casa. Llevaba varios días tratando de encontrar el momento adecuado para prepararlo: quería darle a Ana una tarde de sexo a mi gusto.

Hace unas semanas compré una cinta de raso de unos dos metros de largo por 5 centímetros de ancho, la saqué del armario y la corté cuidadosamente, calculando una cinta para taparle los ojos, una para cada mano y otras dos para los pies, y un trozo que reservaría para la llegada. Coloqué en la mesilla del dormitorio la crema hidratante, toallitas húmedas, y dentro del cajón su consolador de metal.

Comprobé que en la nevera aún quedaban fresas, el bote de nata estaba casi entero y todavía quedaba leche condensada, la verdad es que había tenido suerte. Me duché a toda prisa temiendo que llegase Ana y me pillase en el baño, cosa que trastocaría mis planes.

Cuando Ana llegó al pasillo de la escalera yo ya estaba preparado: la entrada a oscuras y yo totalmente desnudo muy cerca del interruptor de la luz.

Todo salió a pedir de boca, cuando abrió la puerta y se encontró a oscuras hizo intento de encender la luz, pero se topó conmigo, dio un pequeño grito que tapé con mis labios, besándola con pasión. La susurré que no se moviese, la até las manos a la espalda con la cinta que reservé, la bajé los pantalones, la descalcé y la llevé hacia el cuarto de baño. Con la promesa de que no se movería, la desaté las manos y la terminé de desnudar. Una vez que estaba en pelotas, la volví a atar las manos a la espalda y la senté en el bidet. Totalmente abierta de piernas, con el agua templada, gel para sus zonas intimas y mis manos la esperaba un lavado de coño como nunca había tenido. Empecé por mojárselo todo bien, el vello que tiene encima de su rajita, los labios mayores, los menores, y con suaves masajes al tiempo que el agua le chorrea hacia abajo, la empapé entera. Una pequeña cantidad de gel en mi mano izquierda para suavizar aún más la zona, con cuidado, lavando bien hasta el último de sus rincones, la espuma crecía al mismo ritmo que su excitación. Cuando su coño había desparecido debajo de un manto de espuma, comencé a frotar con un poco más de intensidad mientras que mi mano derecha jugueteaba con sus pezones duros como piedras y mi lengua se introducía en su oreja.

Enfrié el agua un poco y comencé a aclararla mientras que su respiración hacia bambolear sus tetas y sus manos atadas intentaban tocarme la polla, cosa que yo impedía retirándome continuamente. Cuando estuvo limpita, la sequé con mimo y la llevé a la cama, la desaté las manos, la tumbé boca arriba y até sus extremidades a las patas de la cama, quedando su cuerpo formando una equis preciosa en el centro del colchón.

La besé las tetas, suavemente, subiendo por el cuello hasta llegar a su boca, la metí la lengua todo lo que pude y ella parecía querer tragársela entera, me retiré y la vendé los ojos. Eso aumento de golpe su excitación y me suplicaba que la tocase, que la chupase, pero lo que no sabía era lo que la esperaba. Mientras ella hablaba fui a la cocina, cogi las fresas, la nata, la leche condensada y volví. Sin decirla nada solté un chorro de nata montada encima de sus tetas y ella se revolvió del susto al sentir el frio de golpe, se la unté y empecé a darle fuertes lametones para limpiarla, juntando sus tetas con las manos, pellizcándola los pezones, mordiendo sus melones, me coloque a cuatro patas encima de ella, con la picha cerca de su boca, me puse de rodillas, dejé caer unas gotas de leche condensada en mi polla y se la arrimé a los labios.

Al sentir mi capullo lamió con avidez pero al notar el dulzor abrió la boca y se la metí de golpe y sin sacarla noté su lengua recorriéndomela al tiempo que crecía. Mientras ella se afanaba en limpiármela, puse nata en su coño y seguí comiendo, ella se retorcía de placer, dejaba libre mi polla para decirme guarradas del tipo "meteme la lengua hasta el fondo", "ahogame con tu corrida", "mete tus dedos también en mi culo y follame todos los agujeros a la vez", en fin cosas de esas, y cuando estuve listo para correrme, se lo dije, se preparó y al tiempo que mi lengua se entretenía en su clítoris y uno de mis dedos exploraba su ano, descargué mis huevos en su boca, sin parar de moverme y sin sacarla hasta que sentí que estaba limpio. Cuando me quité de encima suyo, me tumbé a su lado, la di dos o tres fresas y la fui diciendo lo siguiente que haría con ella, pidiendo ella que empezase cuanto antes, que quería más guerra.

La coloque entonces boca abajo, con las manos atadas a las patas pero las piernas libres, de esta forma podría ponerla a cuatro patas cuando quisiera. Levanté su culo hasta que quedó su ano completamente a la vista, lo unté con crema y comencé a masajearlo para que dilatase, saqué el consolador del cajón y empecé a jugar con el y se lo metí hasta la mitad.

Ella gemía, pedía más, así que la tapé la boca, lubriqué la entrada a su coño y de un golpe le metí la polla hasta la base, la oía gemir resoplando de placer, su vientre se contraía, empujé aún más el consolador hasta que lo noté en mi polla a través de la pared interior de Ana. Lo dejé ahí, adecué los movimientos para no hacerla daño, la agarré las tetas con fuerza desde atrás y la follé con todas mis fuerzas, insultándola, azotándola hasta enrojecer sus nalgas, la destapé la boca para meterle los dedos dentro, la obligué a decirme cuando se corría y cuando alcanzó el segundo orgasmo, saqué el consolador y ocupé el agujero con mi polla, la enculé fuerte, sin compasión y derramé mi leche en el interior de su culo con gran placer. Estaba agotada, así que la desaté del todo, la abrace y pregunté que la apetecía. Sólo me pidió que usase las toallitas para limpiarla con cuidado su ano, su coñito aún palpitante mientras ella se ocupaba de dejar reluciente mi nabo. Una vez limpios los dos, nos abrazamos, dormimos un rato y luego Ana me despertó subiéndose encima de mi e hicimos el amor.