La taquilla

Prestando un servicio a su cuñado, Marco se sirvió una mujer madurita.

LA TAQUILLA

Marco acudió al llamado de José, su cuñado, y se enteró que su empresa había organizado un festival de teatro infantil para el que necesitaba de su colaboración, la que consistía en ayudar a controlar en la boletería del teatro la venta de entradas, lo que fue aceptado inmediatamente.

La noche de la función, Marco se arregló adecuadamente y acudió puntual al teatro; en efecto a la entrada estaba José en compañía de otras personas interesadas en el desarrollo del acto; luego de los saludos acostumbrados, José dijo:

  • Qué pena, la gente ha comenzado a llegar y la persona encargada de la venta de las entradas no aparece.

  • No te preocupes -dijo Marco, añadiendo- si quieres puedo hacerlo.

  • Gracias. Vamos a pedir la llave para que puedas instalarte.

Abierta la boletería, luego de organizar los papeles, Marco inició una febril actividad; parecía que la gente no terminaría nunca de acudir a pedir las entradas, reclamar vueltos, protestar por la falta de monedas para el cambio, etc. Marco se desenvolvía como si toda la vida hubiera realizado aquella actividad. Cuando miró que no había nadie tras la ventanilla Marco miró su reloj deduciendo que la función debía haber comenzado hace poco tiempo; escuchó un nuevo pedido de entradas; alzó la vista y miró que allí se encontraba Fanny, una señora a la que había conocido días atrás en una de las reuniones preparatorias en casa de su cuñado; al reconocer a Marco, con una sonrisa en los labios, que no disimulaba su sorpresa ella dijo:

  • ¡Qué haces aquí! No sabía que tu atenderías la ventanilla.

  • Pues ya ves, tratando de ayudar. La persona que debía hacerlo no llegó.

  • En buena hora hayas venido. Parece que ya no hay mucha gente.

  • Si, a esta hora. La función ya comenzó, por eso iba a ponerme a revisar las cuentas.

  • Yo tengo alguna experiencia en eso, si quieres te ayudo.

  • Gracias. Debes estar ansiosa de mirar el espectáculo.

  • Ya nos vemos.- Concluyó Fanny, retirándose con las entradas en su mano.

Marco terminaba de revisar la boletería, cuando tocaron a la puerta, al abrirla ingresó su cuñado preguntando:

  • Cómo te fue.

-Sobraron algunas entradas y estoy haciendo cuentas de las vendidas; ojalá que me cuadre.

  • Entonces te dejo tranquilo. Cuando te desocupes vienes a la luneta, estamos en la primera fila con los niños. Y gracias por tu ayuda.

  • No te preocupes. Ya nos vemos.

Dijo Marco, acompañando a su cuñado hasta la puerta, luego regresó a la mesa y retomó las cuentas; a los pocos minutos volvió a escuchar un golpe leve en la puerta y preguntó:

  • ¿Quien es?

  • Fanny, no te asustes. ¿Ya terminaste?

Abriendo la puerta, Marco contestó:

  • Estoy en eso; pero pasa si deseas.

Haciéndose a un lado y cerrando la puerta detrás de la visitante.

  • No pude venir antes. Ya sabes como es de atento tu cuñado; pero insisto en ayudarte, para eso vine.

  • Despreocúpate, si deseas acompañarme toma asiento.

Dijo Marco aproximando una silla; ella se sentó y cruzó las piernas -que las tenía hermosas-, Marco vio, con el rabillo del ojo que, al igual que la noche que la conoció, ella no llevaba medias, por lo que levantó la cabeza preguntándole:

  • ¿Hace frío afuera?

-¿Lo dices porque estoy sin medias? No te preocupes, tengo costumbre de no ponerme sino medias de lana cuando estoy en casa y cuando voy a dormir sola; el resto del tiempo paso sin medias porque tengo alguna alergia a las de nylon.

Mientras esto decía, Fanny levantó una de sus rodillas que la tomó entre sus manos, permitiendo que su falda se deslice hacia atrás y dejando a la vista de Marco la mitad de su muslo. El agachó la cabeza, miró disimuladamente el espectáculo, deslumbrándose cuando le pareció observar que ella tampoco tenía interiores; como que hubiese adivinado, Fanny continuó:

  • Lo que no dejo de ponerme es calzonario.(o "pantyes" como también se denomina).

  • Creí que tampoco lo usabas.

  • Por eso te aclaro. Lo que sucede es que el que estoy puesta es negro, ¿quieres verlo?

Contestó con la misma sonrisa de picardía que afloraba en el rostro de Marco, quien enrojeció levemente, luego controlándose, continuó:

  • Ya te lo vi y tiene unas flores blancas en ciertos sitios insinuantes.

  • Eres imaginativo; aún cuando te voy a desengañar. Ni son flores ni están en sitios insinuantes.

Y diciendo eso se levantó de la silla, cerró las puertas de madera de la ventanilla y acercándose a Marco se levantó la falda. En efecto, tenía puesto un calzonario negro, como de encaje, con unas perforaciones coquetas que dejaban ver su blanca piel en un hermoso contraste; en la zona de la entrepierna se encontraba con el refuerzo normal de tales prendas y sitios. Marco que hasta ese momento se había quedado petrificado, se aproximó diciéndole:

  • Allí están las florcitas blancas.

  • Qué florcitas -contestó ella-. Es mi piel natural, del sitio en que no le da el sol; si quieres confirmarlo toca.

Y diciéndolo, tomó el filo de la prenda bajándosela un poco y se acercó más; Marco estiró el brazo y posó su mano en la entrepierna de Fanny, después la subió e introdujo por debajo del calzonario cogiendo su vulva. Ella se apresuró en abrir la bragueta del pantalón de Marco y extrajo su miembro viril, posteriormente levantó la cabeza y la inclinó hacia atrás, entrecerrando los ojos y entreabriendo la boca; Marco la besó, mientras sus dedos jugueteaban toqueteando al ingreso de la vagina de Fanny, que sin esperar más se desprendió del beso y de su calzonario, posándose boca abajo, arrimada a la silla y enseñando a Marco su realmente blanco trasero.

  • Ven mi negrito.

Dijo Fanny en un susurro y cuando él se aproximó, ella asió el pene y se lo frotó por las nalgas con desesperación; después tiró de él hacia adelante obligando a Marco a dar unos pasos, cuando lo tuvo frente a sí, se colocó el pene entre sus labios procediendo a mamarlo; a continuación volvió a acomodarse para que él apuntara adecuadamente y se lo metiera por la vagina, Marco tenía otras intenciones y antes de acabar le sacó, dejó caer un poco se su saliva en la unión de las nalgas de ella y remojó su ano esparciéndola con el pene. Fanny que estaba fuera de si dijo:

  • Ya. ¡Méteme la verga de una vez!

Marco hizo una ligera presión y el pene comenzó a penetrar por el ano de ella que no dejaba de gemir al mismo tiempo y ritmo con el que movía sus caderas y una de sus manos frotaba sus senos; en un momento de esos, ella hizo un movimiento brusco hacia atrás haciéndose penetrar totalmente y exhalando un profundo suspiro que fue acompañado por el de Marco que llegaba ese momento a su propio orgasmo.

Fanny se mantuvo un instante quieta, después comenzó a incorporarse manteniendo introducido el pene y haciendo una pirueta ofreció sus labios, Marco no se hizo esperar y estampó en éstos el beso más agradecido que pudo imaginar. Ella, que fue recíproca en pasión, poco a poco dejaba que el pene de él vaya saliéndose de su ubicación, cada vez que ella aflojaba el esfinter para que eso ocurriera; finalmente, cuando terminó de sacárselo, se dio la vuelta y tomó el pene de Marco con una mano y, acariciándolo se fue agachando hasta sentarse en la silla y tenerlo a la altura suficiente para metérselo a la boca y volver a mamarlo. En un momento el pene fue retomando la rigidez anterior, ella no dejaba de hacerlo penetrar hasta el fondo de su garganta y, cuando salía, de lamerlo; Marco no pudo contenerse más y tomando la cabeza de Fanny la apretó contra sus piernas al mismo tiempo que dejaba brotar su semen a borbotones, que ella se lo tragaba con verdadero deleite.

  • Me llenaste por los dos lados. Dijo Fanny, al tiempo que se incorporaba y arreglaba su blusa y estiraba la falda, sin ponerse el calzonario que lo dobló y guardó en la cartera; saliendo precipitadamente con un "Ya regreso" , que dejaba alguna esperanza, no exenta de temor en Marco que, acomodándose el pantalón retornó a su tarea; cuando la finalizaba volvió a escucharse un leve toque en la puerta, Marco la abrió y entró su cuñado que le preguntó si había terminado y si quería ir a ver el resto del espectáculo; Marco entregó las cuentas y el dinero y salieron con rumbo a la sala; en ella, cerca de su hermana, estaba Fanny que al verlo le invitó a sentarse a su lado en una butaca que estaba vacía; Marco aceptó, como aceptó también una soda que ella le ofrecía con una sonrisa diciéndole: "Te debe estar haciendo falta con el trabajo que has tenido" .

Terminada la función la hermana y cuñado de Marco ofrecieron pasar dejándolo cerca de su casa, él agradeció y dijo que quería ir a pie, despidiéndose inmediatamente. Al llegar a la esquina se detuvo un taxi, a bordo iba Fanny en el asiento de atrás y una hija adelante; abrió la puerta y dijo "Sube" , corriéndose hacia un lado y permitiendo que Marco se sentara junto a ella; en un momento que consideró propicio se inclinó hacia adelante hablándole algo a su hija, en realidad para permitir que Marco pueda meter su mano por debajo de la falda y coja sus nalgas desnudas.

Cuando llegaban al barrio de Marco, se despidieron con un beso furtivo y un apasionado ¡ADIÓS!