La tapia
¿Que sucederia si un día, el marido de una amiga te dice que quiere besarte?
Hace un día de primavera, es media tarde, voy por la calle y me encuentro de frente con un amigo, es un hombre alto al que conozco hace tiempo y con el que me llevo muy bien, nos alegra encontrarnos y decidimos tomar un café, los dos estamos casados, pero no hay nada malo en el hecho de que nos apetezca tomar algo juntos.
Vamos charlando animadamente hasta una cafetería cercana, una vez dentro curiosamente ninguno de los dos pide café, él toma un vino y yo una coca cola, me gusta su forma de hablar, me gusta escuchar sus historias, me siento cómoda con él.
Hablamos, bromeamos y sonreímos, es evidente que estamos a gusto los dos, le miro mientras me habla de su hipertensión, y de lo guapa que es su doctora, mi pulso se acelera, me gusta su boca, me llama, me incita, no puedo apartar mis ojos de ella.
Intento controlarme mientras le digo que el tiempo vuela, y se nos está empezando a hacer tarde, él paga las consumiciones y salimos de la cafetería, fuera la tarde es cálida, agradable, invita a pasear, no quiero que se acabe nuestro encuentro, y de repente le oigo decir "Estoy teniendo pensamientos impuros" me excita que me lo diga, y pícaramente le pregunto "¿Cuáles?" deseando que sean los mismos que yo tengo, me muero de ganas de besarle, y él dice "Me muero de ganas de besarte" adivinando mis pensamientos, yo añado "Pues tenemos un problema porque a mi me sucede lo mismo".
El silencio se apodera de nosotros, caminamos juntos pero separados por la calle, desandando el camino que andamos para ir a la cafetería, al pasar junto a una tapia él vuelve a decirme "Quiero besarte María" y yo le digo dando la vuelta a la tapia "Ven aquí detrás que te coma esa boca".
Él no se hace de rogar, rápidamente da la vuelta, me abraza y me aprieta contra la pared, al mismo tiempo que me besa, con un beso apasionado, salvaje, furioso, me sorprende la rabia y la fuerza de su beso, ambos llevamos mucho tiempo deseando hacerlo y hoy hemos dado alas a nuestras ansias, somos comos dos adolescentes que a escondidas se devoran a besos.
Las lenguas se enredan, se retuercen, exploran ávidas todos los rincones de nuestras bocas, desatascan nuestras gargantas, bailan la una con la otra en un danza perversa, una danza que hace que nuestros deseos aumenten.
Su cuerpo me tiene prisionera contra la pared, enseguida noto su excitación al sentir sobre mi vientre, su miembro firme, mis manos acarician su espalda y mis uñas le arañan a través de la fina tela de su camisa, ese gesto le enloquece más aún y ronronea como un tigre dispuesto a atacar, me provoca saberle tan excitado, y mi mano vuela a su entrepierna, para acrecentar su erección, su sexo caliente y duro me vuelve loca, sus manos me acarician los pezones, que reaccionan poniéndose tiesos, mi pecho jadea de una manera atropellada, sin control, mi mente ya no razona, solo deseo sentirle dentro, llenándome por completo, embistiéndome con la misma fuerza y la misma pasión con que me besa, y es entonces en ese momento cuando sonó el despertador.