La sustiputa
Un chico de 18 años en un instituto es llamado para ayudar a la profesora sustituta de 28 años, la chispa saltó y todo lo que había a su alrededor ardió, esta es mi historia.
Voy a contar la historia que me sucedió el pasado trimestre, mi profesora Doña Herminia una señora de 58 años se puso enferma y tuvo que ser sustituida, llamada Cristina de 28 años. A la profesora sustituta se le hizo difícil hacerse con la clase, imagínese una clase llena de tíos de 18 años y encima la profesora, Cristina, estaba buenísima, siempre llevaba faldas cortas y ropa ceñida a su cuerpo delgado que acentuaban sus pechos y su trasero. Muchas veces la gente de la clase no la tomaba en serio pero contaba con el apoyo de Don Beltrán, el director que nos tenía a toda la clase más derechos que una vela.
Don Beltrán le dijo a la profesora sustituta que si tenía algún problema con la clase contará con la ayuda del delegado, el presente que escribe, así que cuando necesitaba algún voluntario o alguna cosa, tiza, papel, regla... etc. que contara conmigo. Las primeras semanas contaba conmigo para todo, me había convertido en su secretario y encargado, no perdía detalle de sus pechos cuando lucía escote ni me perdía su trasero
cuando me pedía que la siguiera llevando trabajos de mis compañeros a la sala de profesores.
Un martes cuando acabó la clase y era el recreo en pido que le ayudará a buscar unos mapas de Europa en el calabozo, que es como llamamos al sótano donde hay de todas las cosas que se han desechados mesas, sillas, percheros, chaquetones que nadie ha reclamado y demás enseres.
Ella tomó las llaves del cajetín del conserje y bajamos, miraba con su traje gris el cual le quedaba ceñido a más no poder y cómo sus pechos luchaban por salir de él. Llegamos al almacén. Abrió la puerta y entramos los dos cerrando la puerta detrás de ella. Comenzamos a buscar, ella por una parte y yo por otra en una estantería que estaba llena de soportes de mapas, tras revisarlos todos no lo encontramos pero si encontramos un carpeta de dibujo con varios mapas dentro. Apoyamos la carpeta polvorienta sobre una mesa de maestro que estaba rota la cual estaba cubierta por un papel continuo de un festival en honor a nuestro patrón puesto encima de la mesa a modo de mantel.
Mirábamos los diferentes mapas todos llenos de polvo, rotos o gastados cuando escuchamos un ruido.
Alguien estaba abriendo la puerta.
Ven, corre, escóndete - me dijo la profesora levantando el papel continuo.
Por qué? - le dije
No he perdido permiso para estar aquí. - me dijo susurrando antes que la puerta se abriera. Nos metimos debajo de la mesa de rodillas y le papel continuo nos hizo de telón.
Entró en el almacén Don Eladio que era el profesor de lengua un tío gordo y calvo que solía escupirte cuando te explicaba la lección, la primera fila siempre salía llena de saliva. Eché un vista a Cristina la cual tenía la respiración muy continua, estaba nerviosa porque nos pillaran yo también tenía las pulsaciones altas por estar con ella bajo esa mesa, a solas.
Aproveché la situación para acercarme a ella, ella seguía mirando a Don Eladio el cual estaba buscando un libro entre el montón que había en una estantería cercana a la mesa. Yo miraba a Don Eladio ojear un libro y cuando le quité la mirada vi a Cristina mirándole a los labios, serían cosas mías pensé “Qué demonios”, y aprovechando que ella miraba a Don Eladio me acerqué a ella dándole un beso en la boca, a ella le sorprendió, separé mis labios y volví a besarla dando un beso mas largo. Cuando separé mis labios de los de ella, ella bajó la mirada y tomo mi mano y la puso sobre uno de sus pechos y me miró, pude sentir como su corazón latía muy fuerte.
Acerqué mi boca a su boca y nos volvimos a besar, ella jugaba con su lengua en mi boca y yo mientras acariciaba su pecho y deslizaba mi mano a su trasero, poco a poco empezó a girarse para ponerse enfrente mía, Don Eladio seguía a pocos metros tomando varios libros listo para irse cuando ella tomó mi camiseta desde abajo y la subió dejando mi pecho desnudo, luego desabrochó la cremallera de su vestido gris y poco a poco se fue descubriendo. Primero sacó el pecho derecho y luego moviendo el hombro el pecho izquierdo. Tenía enfrente mía los pechos de la profesora sustituta y menudos pechos tenía, la vista no me engañaba cuando los miraba.
Me lancé a por lo pechos, sin duda con mucha ansia por comerlos, mamarlos que ella me susurró que lo hiciera con cuidado, estuve jugando con sus pezones algo que ella agradeció mucho, mientras que con su manos me desprendía del cinturón y del botón de mi vaquero para luego bajar la cremallera y hacer suya mi polla, yo terminé bajando mis pantalones junto con mis calzoncillos.
Cristina terminó de quitarse su vestido enseñando sus bragas blancas sentada en el suelo polvoriento de aquel alamcén, yo con delicadeza le quité las bragas descubriendo su coñito. Empecé a meterle un dedo
humedecido por mi boca en el coño de la profesora sustituta, le gustaba pero pronto el recreo acabaría y quería follármela. “Follame” me dijo y con mi polla ya erecta se la empecé a clavar en su coño depilado, clavándosela una y otra vez, ella gemía de forma silenciosa resoplando con la boca mientras que yo la embestía una y otra vez, Cristina me agarraba del trasero para que mi polla entrara bien y yo le besaba los pechos de forma brutal por la excitación, en se momento de la película no le importaba. De repente ella contrajo su vagina
aprisionando mi polla en ella después de estar tres segundo conteniendo la respiración
resopló, se había corrido, yo seguí embistiendo una y otra vez cada vez de forma más bestia. Ella de vez en cuando soltaba un grito hasta que le dije que me iba a correr ella cruzando sus piernas me atrapó enfrente de su coño y luego con sus manos apretó mi culo contra su cuerpo. “Córrete” me dijo y le solté toda la leche que llevaba adentro.
Ella sacó varios clínex uno para ella para limpiarse el coño y otro para mí para limpiarme la polla. Nos levantamos y escuchamos la sirena del fin del recreo luego salimos y nos separamos yo fui a clase directamente y ella fue a devolver la llave en el cajetín del conserje.
Al llegar a clase estaba muy colorada.
Tío que colorada ha venido la profesora. - Dijo Gonzalo mi compañero.
A estas se la han follado en el aparcamiento su novio en el recreo seguro. - repitió
Tenía razón se la habían follado pero no su novio sino su delegado, el que ahora lo cuenta. Pasamos un trimestre jodiendo ya fuera en su despacho, en su coche, en los aseos o en su casa... pero esa es otra historia que si queréis os la cuento otro día.