La sumisión fue su liberación

Eva y Fernando conocen a Amaia un día en un pub pero ya la conocían del super. Al final Amaia folla con Eva y Fernando en la trastienda en la pastelería donde trabaja

LA SUMISIÓN FUE SU LIBERACIÓN

Eva y su marido habían salido de fiesta la noche del viernes. Era un viernes típico de verano. Hacía bochorno con lo que se podía ir sin chaqueta y con algo fresco. Estaban pidiendo las copas en un pub del centro cuando la vieron entrar. Iba con la cuadrilla de amigos. Solo la habían visto unos días antes en el supermercado donde trabajaba como trabajo de verano. Había terminado en la universidad y en septiembre quería ponerse a estudiar las oposiciones. Una de las cajeras tenía un problema con una de las cajas y ella llegó para ayudarla. Los fines de semana complementaba ese trabajo con unas horas en una pastelería donde atendía a los clientes y al final arqueaba la caja los sábados para cerrar todo hasta el lunes.

La observaron entrar al pub mientras les servían las bebidas. Eva y Él eran Dominantes y tuvieron una sensación extraña con esta chica. Sabían que era de buena familia, una chica que se podría definir como algo “pija”. En el súper, aunque se desenvolvió de forma desenvuelta y nada tímida no lograba sostenerles la mirada. Bajaba instintivamente la mirada aparte que un tenue rubor inundaba sus mejillas.

Tuvieron la intuición que era sumisa pero no sabían si estaban en lo cierto. La chica se quedó en la barra pidiendo las copas de sus amigos. Eva se había situado para poder observarla y empezó a mirarla a los ojos, a sostener su mirada, pero la chica como la otra vez bajaba la mirada, pero eso hizo que Eva viera el colgante. Un triskel en una cadena plateada. O sea, el triskel podía ser que le gustaba la cultura celta o el mundo BDSM. Entonces Eva se acercó a su marido y le susurró al oído:

Vamos a salir de dudas.

Su marido se situó de tal forma que tapaba la parte que el resto de la gente del pub podría ver. Eva se acercó por la izquierda de la chica, primero la rozó con un dedo y luego empezó a bajar con el dedo por la cintura hasta llegar al muslo de la chica. La chica la miró en cuanto sintió el primer contacto, pero bajó la mirada. Eva ahora entró con su mano debajo del vestido y subió por el muslo hasta notar la tela del tanga y allí rozó su vulva a lo largo de la tela de la prenda íntima. Notó una humedad que hacía que su dedo resbalase. De repente, retiró el dedo y poniéndose completamente detrás de la chica y por encima de su hombro escribió su número de teléfono en una servilleta y se lo puso en la mano. Eva y su marido se retiraron a la otra punta del pub y tras consumir sus copas salieron.

Tras estar en un par de bares más fueron caminando a casa. Lo que no se dieron cuenta es que la chica caminaba cien metros tras ellos ya que vivía cerca. Ella si les vió y dejó que torcieran en la siguiente esquina. Les dejó más metros y cuando llegó a la misma bocacalle cogió el número y escribió:

Que desea de mí, Señora?

En la casa mientras se quitaba la ropa Eva recibió el bip, bip en su móvil y lo leyó. Respondió:

Por qué me tratas de Usted?

Por educación---- dijo

No te lo crees ni tú, el triskel que llevas al cuello también es por educación.?

La chica que estaba en la calle sintió una oleada de calor que subió desde su coño hasta su cara. Habían descubierto su juego. Por una parte, le daba miedo, por otra, le excitaba terriblemente. Sabía que podía confiar en ellos porque sabía quiénes eran. Les conocía de vista con lo que podía confiar.

De acuerdo, soy sumisa y he de reconocer que cuando me ha tocado Usted me he excitado, tengo una pregunta, su marido es su sumiso?

Mi marido es tan Dominante como yo, si quieres vente a pasar la noche a casa y te lo mostramos.

No puedo porque mañana trabajo por la mañana en la pastelería y quiero estar despierta jijiji.

Bueno, ahora tengo tu teléfono y ya hablaremos si quieres iniciar tu sumisión con nosotros.

Si quiero ser su sumisa y sí, ya lo hablaremos Señora, ahora tengo que dejarla.

Amaia caminó hasta llegar a casa de sus padres.

Al día siguiente se levantó, se duchó y vistió para ir a trabajar en la pastelería. Para trabajar debía vestir un vestido que al pintarse los labios y peinarse le hacía parecer una mujer de los años 50 del siglo veinte. Era una especie de traje para ir acorde a la decoración del establecimiento. Entraba a trabajar a las 10 y salía a las 13:30. Estaba sola en la tienda. La clientela solía acudir a las primeras horas para a las últimas de la mañana no ir prácticamente nadie.

Lo que no esperaba es que justo cuando iban a dar las 13:30 iban a entrar Eva y su marido. Entraron y como si no hubiera pasado nada le pidieron unos pasteles. Ella se los sirvió como si no les conociera y cuando terminó de envolverlos y de cobrarles. Eva fue hacia la puerta y puso el cartel de cerrado y la dijo:

Puedo cerrar? Sabes que si cierro es para poseerte, pero antes que respondas que sepas que, si dices no, abriré y nos marcharemos y no volverás a saber de nosotros.

Tranquila Señora. Es la hora de cerrar, aunque creo que Ustedes ya lo sabían y sí me entrego a Ustedes. Es más, estoy encantada de hacerlo.

Mientras decía esto El Amo daba la vuelta al mostrador y le decía a la chica donde podían estar más tranquilos.

La chica le condujo a la trastienda y allí bajaron por unas escaleras a una especie de sótano. Muchas estanterías y una mesa y varias sillas. Eva quería que la chica se desnudase, pero su marido tomó la iniciativa y la tumbó contra la mesa. Eva entonces sujetó a la chica de las manos después de ponerse un strapon y le penetró la boca con él. El strapon era doble, otra parte la tenía ella dentro. Por su parte el marido levantó el vestido de la chica y apartando el tanga la penetró. La follaba con fuerza y vigor. Amaia empezó a ronronear, luego a gemir y por último a jadear, pero solo eran audibles cuando el strapon salía de su boca. Fernando no quería correrse todavía.

Amaia, eres virgen por aquí? ----- preguntó metiéndola un dedo en el culo.

Sí, me he metido algún dedo, pero nunca me follaron.

Antes que pudiera decir nada más Fernando intentó penetrarla tras haber esta vez bajado el tanga. No pudo la primera vez, luego lo intentó una segunda y el glande entró la mitad y salió para la tercera entrar el glande y de un empujón meterla toda. La chica hasta con el strapon en su boca emitió un grito que fue ahogado otra vez por la polla de goma. En varias embestidas cambió los quejidos por gemidos hasta que el hombre se la sacó y eyaculó en sus muslos nada más sacarla.

La levantó y se acercó Eva que había tenido un orgasmo con el strapon. Se besaron los tres. Fernando con la mano tras haber enrollado el vestido en la cintura del tanga, la azotó con la mano con varios azotes que hizo que las nalgas se pusieran con un fuerte color rosa.

Luego la ordenaron que se desnudase. La chica se desnudó. La hicieron sentarse en la silla. Las piernas abiertas y atada en esa posición. También fue atada por el torso, debajo de los pechos y por encima de los pechos. Luego Eva sacó una barrita que aplicaba descargas eléctricas y le colocaron bajo el clítoris un gran vibrador que terminaba en una bola con una gran vibración. Primero le dieron a beber agua. Llenaron una botella que encontraron de 1,5 litros y se la dieron a beber. El agua le caía por las comisuras de los labios. Cuando terminó de beber le dieron descargas y pusieron en marcha el vibrador.

La chica se debatía entre el dolor de las descargas y el placer del vibrador y por otro lado las terribles ganas de orinar que le estaban entrando. Entonces ocurrió, al tener el orgasmo se le escapó un pequeño chorro de orina que con las palpitaciones de su coño al orgasmar se le escapó un gran chorro y se orinó encima. Eva se acercó y mordió los pezones de la chica para luego subiéndose encima de la mesa y la orinó encima a la chica haciendo lo mismo Fernando.

Ahora los tres cansados y Amaia completamente mojada con la orina le invitó a una pequeña ducha que había en la trastienda y se ducharon juntos. Luego salieron de la pastelería. Eva y Fernando con los pasteles por un lado y por el camino opuesto Amaia caminando hacia su casa.

Este es un relato imaginario. Pero me encantaría leer vuestras opiniones. Si queréis podéis escribirme a:

Picante100@hotmail.com