La sumisión de Rocío (VI)

Nuevas aventuras con Rocío, tetona de impresionantes piernas y mucho carácter, quien está sometida a su macho.

Tras grabar aquel vídeo en el cual se veía a Rocío llevando la iniciativa en un sinfín de cerdadas, Juan Luis tuvo en la mano el comodín que necesitaba y pudo liberar a Iván.

-Ahora, Rocío, por si vuelves a tener alguna tentación de desobediencia, debes saber que he hecho llegar este vídeo a una persona la cual, además de matarse a pajas con él, se ha comprometido ha subirlo a la red en caso de que a mí me suceda cualquier contratiempo.

-No será necesario, amo.

-Bien, ahora veremos el vídeo juntos, y para comprobar hasta qué punto vas a someterte Iván lo verá con nosotros.

-Pero... -Rocío estaba a punto de protestar.

-Recuerda lo que está en juego, Rocío. No querrás que todos los amigos de Iván se la meneen viéndote en acción, ¿verdad?

-No, por supuesto que no -dijo, cabizbaja.

-Bien, entonces no se hable más. Voy a ponerlo en la tv de la sala, la grande. Iván debe saber cómo es el material antes de que llegue a sus oídos por terceras personas en caso de que me desobedezcas.

Y así fue como senté a Rocío y a Iván ante la enorme pantalla de 60 pulgadas, para ver el vídeo de Rocío ofreciéndome todos sus agujeros. Cuando terminó la proyección, no pude evitar ver lo que parecía una erección bajo la ropa de Iván.

-¡Vaya! Parece que el chico se ha puesto cachondo.

El chaval se puso rojo de vergüenza y agachó la cabeza.

-Escucha, chico, debes contestarme. Ya empiezo a estar harto de que seas tan malducado. Cada vez que no me respondes me entran ganas de darle por el culo a tu madre, ¿lo sabías?

-¡Deja al niño! -Saltó Rocío, como siempre indomable.

-El niño ya es un hombre, si no lo crees mira como se le ha puesto.

-¡Cerdo asqueroso! -Me espetó.

-Bueno, parece que no aprendemos. Creo que habrá que subir esto a la red.

-¡No, por favor! -era Iván quien hablaba-, no nos hagas esto. Seré educado contigo, Juan Luis.

-¿Cómo de educado, muchacho?

-Te trataré siempre con respeto.

-¿Como a un padre? Al fin y al cabo me trabajo a tu madre, ¿no?

-Sí... como... como  a un padre -y continuó-. Mamá, no me mires así. ¡Ya estoy harto! ¡Eres una cerda! ¡Nunca debiste acostarte con este hombre por dinero!

-¡Iván! -saltó ella.

-¡Lo sé todo! Os escuché la otra noche. Sé que has sido su puta solo por mantener el trabajo.

-¡Lo hice por ti, hijo mío!

-¡Y una mierda! Lo hiciste por ti, porque eres una tacaña asquerosa y siempre lo has sido. Ahora mira qué situación...

-Tranquilo, hijo -medié, aprovechando la oportunidad para ganármelo. Al fin y al cabo era un buen instrumento para humillar a Rocío-. Nadie tiene por qué enterarse de todo esto. Si tu madre se porta bien, esto quedará entre nosotros para siempre y cuando termine la cuarentena todo volverá a la normalidad.

-¿Seguro, Juan Luis? -Preguntó el chico, mirándome con lágrimas en los ojos.

-Te lo garantizo, muchacho -me inspiraba mucha ternura, pero la tentación de humillar a Rocío era mayor, por lo que proseguí-, pero ahora debes llamarme papá y no Juan Luis.

-¡Cerdo! -Protestó de nuevo Rocío.

-Ya ves, hijo. Tu madre no me deja elección. Os dejaré a solas un minuto y cuando vuelva espero que la hayas convencido de que me haga una buena mamada delante de ti, o de lo contrario empezaré a difundir ese vídeo.

Me fui y escuché la discusión desde la habitación contigua. Iván reprochaba mil y una cosas a su madre, y amenazaba con suicidarse si aquel vídeo salía a la luz. En aquel momento, al oír aquello, me replanteé la situación y valoré dejarlo todo ahí. Al fin y al cabo tenía una garantía de no ser denunciado por Rocío. Pero cuando Iván salió a buscarme y me dijo que su madre estaba lista, mi polla empezó a tomar de nuevo el control sobre mí.

-Bueno, Rocío. Parece que nuestro pequeño te ha hecho entrar en razón -me mofé.

-Así es -dijo sumisa-, pero, por favor, haré lo que quieras con tal de que él no esté presente. Ya ha sufrido bastante por mi culpa.

-Rocío, lo lamento, pero no puedo permitir que continuamente pongas tú las normas. Me harás una mamada delante de él, y si te comportas como la puta de primera que sabemos que eres te ganarás que las próximas veces sean en privado, sin Ivancito delante.

Sin más alternativa, Rocío accedió. Como siempre que quería terminar rápido, me la chupó con devoción. Era una gozada cómo me comía el miembro. Yo, cachondo perdido, no perdía ocasión de humillarla:

-Dime, Rocío -le preguntaba mientras me la comía de rodillas, ante la mirada desolada pero puede que algo excitada de su hijo-, ¿alguna vez te habías comido una polla de este tamaño? Procura responder sometiéndote o ya sabes lo que tocará.

-Nunca, señor. Mi amo tiene un pollón enorme. Es un honor trabajar una polla de este calibre.

-Tus tetas, Rocío. Úsalas.

-¿Así, señor? ¿Le gusta cómo le hace la cubana su puta particular?

-Iván, ¿tú que opinas?

-Seguro que estás disfrutando, papá -el chico sí sabía lo que le convenía, era evidente que le aterraba que el vídeo de la guarra de su madre circulase por la red.

-Pues sí, hijo mío. La cerda de tu madre tiene unas tetas increíbles. Seguro que tú te la has pelado alguna vez con ellas, ¿eh, pillín?

-La verdad es que no... papá. Nunca lo he hecho.

-Venga, chico. ¿A quién quieres engañar? Antes se te ha puesto como una piedra. Seguro que alguna vez has espiado a mamá Rocío cuando se cambia de ropa y no has podido reprimir las ganas de tocarte.

-No, papá -insistió-, nunca me ha sucedido.

Mientras tanto Rocío, humillada y roja de ira, intentaba machacármela con las tetas a toda velocidad, seguramente deseando que me corriese y aquello terminase de una vez. Yo estaba ya bastante a punto. Humillarla mediante su hijo me excitaba sobremanera.

-Seguro que ahora, a un metro de mami viendo cómo usa sus enormes melones, se te ha puesto dura. ¿A que sí?

-Yo...

-¡Vamos, Iván, no mientas a tu padre!

El chico pareció acobardarse, era evidente que era más razonable que su madre.

-Sí, papá, se me ha puesto dura.

-Ey, pero no tienes de qué avergonzarte, hijo. Es normal. Tu madre tiene unas tetazas, y antes que tu madre es una mujer. Es lógico que a tu edad te exciten las mujeres con buen cuerpo, y tu mamá lo tiene de diez.

-Gracias por comprenderme, papá. A veces pienso que nadie lo hace.

-Tranquilo, chico. Te diré lo que haremos. Ahora papá va a correrse en la cara de mamá, para que ella sepa lo cerda que es y que su función no es otra que la de servir de desahogo al macho de la casa -me puse en pie ante Rocío, arrodillada todavía, y empecé a machacármela en dirección a su rostro-. Y después mmmmm ohhhm, después tú y yo vamos a oohhm, joder, después vamos a jugar una partida a la mmmmm uffff a la play mientras la zorra de mamá uffmfm nos hace -me corría- nos ufffff joderrr nos hace la cenaaaaAAAAAAA.

Y mientras decía aquello, un buen chorro de lefa fue a parar al rostro de Rocío. Después ya no me corrí mucho más, pues después de cinco lefadas en unas horas, incluída la del vídeo que grabamos, me tenía ya casi seco. Rocío, tras verse obligada a agradecerme la corrida y a limpiar mi rabo, se fue a la cocina. Antes de desaparecer, Iván le advirtió.

-Mamá, no hagas gilipolleces. Recuerda que papá es quien manda.

Le di una palmada en el hombro y, por primera vez sin remordimientos tras descargar sobre Rocío, me senté con el muchacho a jugar unos partidos al FIFA.

Gracias por leerme, espero vuestros comentarios y votos.