La sumisión de Rocío (IV)

Lo peor está por llegar para esta hembra que se resistía a someterse. Y puede que también para su macho... Recomiendo leer los tres primeros.

Rocío, al día siguiente, apenas podía sentarse. Caminaba todo lo digna que podía, y lograba disimular bastante bien, pero a la hora de sentarse era evidente que tenía el culo completamente roto. Tratar de mostrarme conciliador, tras lo de la noche anterior, sería inútil; por lo que me mostré firme desde primera hora de la mañana. Le dije a Rocío qué ropa ponerse -un top que sus tetazas rebentaban y un pantalón negro elástico, imitación de cuero, que le marcaba que daba gusto-, y después la mandé a la farmacia a por una crema para el ojete.

-Comprá una de esas para las hemorroides, creo que te aliviará. O directamente dile a la farmacéutica que tu macho te ha roto el culo, y que ella misma te recomiende lo que considere.

-¡Mira, hijo de put...

-¡Silencio! -puse mi mano en su boca-, una falta de respeto más y le cuento a tu chaval lo puta que es su madre. ¿Qué crees que opinará de que entregues el culo a cambio de dinero? Porque esa es la verdad, Rocío. Haces esto por dinero. La chupas, recibes por el ojete y poner la cara para recibir mi semen única y exclusivamente por pasta. Disfrázalo como quieras, pero esa es la verdad. Así que, si no quieres que Ivancito sepa que no eres mi pareja, sino mi puta, ya puedes empezar a respetarme. ¿Está claro?

-...

-¡Está claro? ¿O te lo pregunto mientras que enculo?

-Está claro -dijo, roja de ira y humillación.

-Bien. Lo dicho, te vas a la farmacia y vuelves rápido para prepararme el desayuno. Y ponte mascarilla, no quiero que traigas el bicho ese a casa.

-Está bien -dijo, algo más serena.

Cuando volvió me preparó el almuerzo. Verla con ese top y ese pantalón de un lado a otro me la tenía tiesa, por lo que decidí que no tenía por qué esperar más sin gozarla de buena mañana.

-¡Rocío, fiuuuufi! -silbé.

-¿Podrías evitar ese tipo de cosas? ¿Qué va a pensar Iván?

-Podría, si tú te mostrases sumisa. Como no lo haces, he de recordarte tu posición. Al final, como ves, todo depende de ti.

-Está bien, escucha... intentaré comportarme mejor, pero favor, que él no sospeche nada.

-Bueno, venga. Menos charla. Para que veas hasta qué punto soy comprensivo, te diré que he pensado dejar descansar tu culo un par de días para que te recuperes, pues como me lo folle ahora es probable que el dolor que sientas sea insoportable. Pero claro, la verdad es que tu culo es, tal vez, mi preferido de tus tres orificios, por lo que vas a tener que darme suficiente placer con los otros dos si quieres que te respete el ojete.

-Pero el coño...

-Ya, ya lo sé: la píldora. En fin, no se puede tener todo, Rocío. Yo me voy a follar tu coño y, si me sale de los huevos, nunca mejor dicho, me correré en él. Si te preñas, te jodes. De todas formas son dos días, tampoco creo que te vayas a quedar preñada a la primera.

-¡Joder, tio, pero no quiero correr ese riesgo!

-¿Tío?

-Luis.

-Luis delante de tu hijo, sí. A solas me tratas de usted, pues soy tu macho. ¡Y ni una queja o ya sabes lo que sucederá!

-Está bien...

-Yo no creo que haya que ser muy lista, Rocío, para darse cuenta de que cuantas más veces y mejor me la mames con esa boquita de zorra que tienes, menos posibilidades hay de que quiera usar tu coño.

-Entonces quie... es decir, ¿mi macho desea ahora una mamada? -A Rocío le temblaba la voz, y no era capaz de disimular el odio que sentía.

-¿Una mamada de quién, Rocío?

-Joder...

-¿Cómo dices, puta?

-Está bien -tomó aire-: ¿mi macho desea ahora una mamada de su putita particular?

-Pues me gusta que me hagas esa pregunta -me mofé-, la verdad es que no lo había pensado, pero me vendría bien que me la trabajasen un poco para descargar tensiones.

-¿Mi macho desea que me quite la ropa para que pueda deleitarse con mi cuerpo mientras le trabajo la polla?

-No es necesario, Rocío. Ese top te queda de miedo.

-De acuerdo.

Rocío se acercó a mí, que estaba de pie, apoyado en la mesa del escritorio, se acuclilló y empezó a desabrochar mis pantalones. No me pasó desapercibido el hecho de que no se arrodillase, pero, al fin y al cabo, ¿qué prisa tenía? Tenía toda la cuarentena para someterla a mi antojo. Dejó mi miembro al aire, ya completamente erecto, y empezó a mamar con ganas, imagino que consciente de que no le interesaba que me diese por follarle el coño.

-Chuuuuup, chhhuuuuuuup, sluuuuuuurp.

-Joder, Rocío, hoy te estás esmerando.

-Chuuuuup, slurppppppp.

-¿No tienes nada que decir?

-Perdón, señor. Chuuup, a su zorra particular slurrppp chuuuups le honra tener chuuuuuup smuaaaahssshh contento a su macho.

-¡Muy bien! Joder, Rocío, si al final resulta que no era tan complicado, ¿verdad? ¡Vamos, trabájame los cojones!

Rocío sostuvo con su mano derecha mi miembro, apoyándolo hacia arriba contra mi abdomen, y con su mano izquierda agarraba mis pelotas mientras las se las iba comiendo una a una.

-Menudos huevazos tengo, ¿eh?

-Sí. Mi macho tiene unos cojones enormes.

-Te los voy a poner en la cara, mira.

Coloqué mis huevos en su rostro, colgando a ambos lados de su nariz.

-¿Qué te parece? -Continué- ¿Qué se siente al tener los huevazos de tu macho en el rostro? En algunas culturas indígenas, este es el mayor acto de humillación que se puede infligir a una mujer, y cuanto mayores son los huevos del hombre más sometida se la considera. A partir de ahora, cuando todo esto termine y volvamos a la normalidad, cada vez que me veas en el trabajo no podrás mirarme igual. Siempre recordarás que tuviste mis cojones en tu cara, pedazo de puta.

Rocío tomó mi polla y volvió a mamarla, siempre con ganas, pero evitando tener que responderme.

-Bien, creo que te cuesta entender tu situación. No hay manera de que te muestres los sumisa que deberías, así que te voy a follar el coño.

-No, por fav sggguaarshhh -introduje mi polla hasta casi su garganta, haciéndola callar. Cuando la saqué, recuperó el aliento e insistió.- Por favor, no me hagas, haga, perdón, no me haga eso. Su hembra sabe que su macho puede disponer de ella a su antojo y conoce bien el lugar que ocupa como su puta. Deje que esta boca de chupapollas siga trabajando su miembro, por favor.

-Vas mejorando, pero no es suficiente. Voy a ponerte a prueba. Si repites lo que te digo podrás continuar mamando, en caso contrario te follaré y correrásel riesgo de que tu macho te preñe.

-Diré lo que usted me ordene -dijo, sumisa.

Me di la vuelta y tomé un papel y un bolígrafo del escritorio, escribí unas frases y le alcancé la hoja a Rocío. Roja de humillación, leyó:

-Rocío, su puta particular, sabe que no es más que una boca de chupapollas, unas tetas y un ojete para usted. Se siente agradecida de ser montada por un macho de verdad, y si ahora tiene el culo roto entiende que la culpa ha sido suya por vestirse tan a menudo como una calientapollas...

-¡Continúa! -dije, con voz firme.

-Rocío -tragó saliva-, su puta, se arrodilla ante usted -así lo hizo- como muestra de su completa sumisión y solo espera que su macho sea comprensivo y le llene de semen la cara, en lugar de preñarla.

Ver a Rocío totalmente humillada ante mí, arrodillada ante mi miembro en contra de todos sus principios, aceleró mi excitación. Empecé a machacármela y al cabo de unos instantes empecé a descargar en su rostro.

-Mhmmgfmd, uhhhmmm, joder, oohhh, uUUHHH, ¡TOMA, ROCÍO! ¡TOMA, CERDAAAAAAAA! ¡TOMA LEFAAAAAAAAAAA!

Mientras Rocío, con la cara repleta de esperma, se afanaba por limpiarme el miembro con sus gorditos labios de chupapollas, le dije, para redondear su humillación y dejarla sometida por completo:

-Mis gritos han debido resonar en toda la casa. A estas alturas es evidente que Iván ya sabe que su madre era una guarra de muchísimo cuidado. Ahora termina de limpiármela y baja a hacerme la comida.

Rocío terminó de dejar mi miembro reluciente y se fue a la cocina. Quince minutos después volvió, en tanga y tacones, como sabía que a mí me enloquecía verla, con una cerveza para mí. Traía la cerveza en una mano, y la otra la llevaba detrás de la espalda, como una servicial camarera.

-¡Joder! -salté al verla.

-He pensado que mi macho tal vez querrá otra mamada, mientras se toma una cerveza. ¿O tal vez una cubana?

Supuse que Rocío pretendía dejarme seco a mamadas, para así tener que ser follada.

-Pues siempre es bienvenida una mamada de esa boca -reí.

Entonces se arrodilló y con una mano todavía en la espalda, me desabotonó con la otra. Después me bajó el bóxer con la boca, y empezó a mamar.

-Chuuup, smuuuuash, chuuuuups.

Cuando yo ya la tenía totalmente erecta, tomó mis huevos en su mano izquierda, y sacó la derecha de detrás de su espalda, poniendo en mis huevos un enorme cuchillo de cocina.

-Ahora te voy a castrar, Luis. Esta ha sido la última vez que se te ha puesto dura.

¿Continuará? Espero vuestros comentarios, aportes, valoraciones y sugerencias.

Gracias por leerme.