La sumisión de Eva

Una joven descubre su lado oscuro al lado de un extraño.

Eva era la clase de chica independiente. Todo el día pegada a su cámara inmortalizando el momento, fuese cual fuese.

Una mañana, en el paseo marítimo, fotografió a un hombre que venía corriendo. Al ver la foto más tarde vio algo inquietante. El hombre la estaba mirando, podía notarlo perfectamente, tenía una mirada inquietante, impetuosa que la hizo estremecer.

Pasaron los días, y justo cuando comenzó a olvidarse de la dichosa foto, de nuevo lo vio. Esta vez no quiso fotografiarlo, apunto con su objetivo hacia otra parte y siguió disparando ráfagas de instantáneas.

Al darse la vuelta, estaba allí.

El otro día me fotografiaste.

No lo creo. Mintió ella

Sabes que sí. Y para hacer eso, debiste pedirme permiso.

Mire usted, la calle es gratuita, si no quiere salir en fotos, no salga a la calle.

El enfrentamiento era precisamente lo que él buscaba en ella, era una gata salvaje.

Así que eres una chica guerrera... que interesante. ¿Eres así de pasional en la cama?

Mire, se acabó la conversación.

¿Seguro?, No tienes curiosidad por saber a lo que me refiero?- El se acercó hacia ella y Eva retrocedió sus pasos.

En absoluto.

Pues tus ojos me dicen otra cosa.

¿Y que es lo que le dicen mis ojo?

Que te lleve allí, detrás de las casetas de la playa y te folle bestialmente.

Se acabó. No vuelva a molestarme.

Eva se dio media vuelta y le dejó allí parado. Con el paso firme y echando chispas, se alejó de allí, pensando en qué se había creído semejante personaje, pero lo cierto, es que el morbo se le había despertado. Tenía una mirada penetrante, un tono de voz muy penetrante y un cuerpo de escándalo, mientras que ella, era una chica joven, que no sabia sacarse partido, era atractiva, pero nunca se arreglaba y pasaba desapercibida. ¿Qué habría visto en ella?

Durante unos días dejó de frecuentar el paseo, donde le encantaba sacar fotos del momento, pero tarde o temprano, volvería y así, enfrentarse a sus miedos.

Un día en el supermercado, le encontró casualmente.

Ella se hizo la despistada, él se quedó parado mirándola, de aquella forma que le daba miedo, con una sonrisa oculta y mensajes telepáticos.

Al rato, buscando alguna cosa, lo volvió a encontrar. Le molestaba la manera en la que le miraba, como si fuera dueño de ella, como si supiera lo que estaba pensando. Ella, lo ignoró y siguió con la compra. Al coger un bote de espárragos, él se le acercó por detrás y cogió su mano diciéndole:

Ven al baño.

Ni lo sueles.

Te espero en 5 minutos.

No voy a ir.

Pero sus bragas mojadas decían otra cosa. Sentir su aliento tan cerca y su olor la habían encendido. Se imaginó haciendo de todo con ese extraño que la dominaba psicológicamente. Le volvió a repetir que no, pero él, ya se había ido.

Sin ser dueña de sus pasos, al cabo de unos minutos, fue hacia el baño. No había nadie. Se sintió como una idiota, una niña tonta haciendo caso de un abusón. Pero se recompuso, y controló su enfado, y al salir de baño, allí estaba él. Frente a ella, con su media sonrisa absurda y molesta.

No medió palabra.

La cogió de la mano y la llevo a uno de los baños. Cerró con el pestillo y la puso contra la pared. Ella estaba tan perpleja que no atinó a dicer nada. Él, le bajó los pantalones y las bragas mientras ella no se resistía y escuchaba como él se desabrochaba los suyos.

Primero la apretó sobre él para que sin ver, sintiera la polla que tenía y momentos después se abría paso en su culo virgen.

Ella notó algo grande que empujaba hacia ella. Rechistó pero él le tapó la boca y a chitó.

Le estaba costando entrar así que metió mano en su sexo mojado y lubricó su ano con su propio fluido.

NO por favor, por ahí no.

Por ahí sí- Dijo él.

Me va a doler, no por favor.

  • Si, te va a doler, pero es lo que yo quiero y tu me vas a dar.

Volvió a empujar y ahora si entró. La dejó un momento quieta para que el ano de Eva se adaptara a la penetración. Mas tarde, termino metiéndola entera. Ella ahogo un grito. ÉL volvió a taparle la boca.

Voy a desvirgar tu culito, porque me apetece. Así que relájate.

Comenzó a darle fuerte, un ritmo si pausa. La metía y la sacaba casi entera. Ella sentía mucho dolor, pero no podía resistirse a su embrujo. Se sentía violada pero al mismo tiempo, deseosa de más.

Él la tenía agarrada de las caderas muy fuerte y la embestía con dureza. La s lágrimas de Eva rodaron por sus mejilla a causa del dolor tan fuerte, no podía resistirlo por mas tiempo, él lo sabía, disfrutaba con su sumisión.

Muy bien muñeca, estas aguantando muy bien.- Le decía él.

Para ya, por favor, no puedo más.

Si, si que puedes, porque vas hacer todo lo que yo quiera, porque te gusta que te domine.

Me duele demasiado.

Claro muñeca, si te estoy reventando el culo, ¿cómo no te va a doler?

Bajó el ritmo, y comenzó a follarla mas despacio, sacándola muy despacio y metiendola hasta los huevos. Comprobando la virginidad con su sangre. Le encantaba verlo, sentir su sollozo, notar sus lágrimas y su culo reventado, y sin embargo, sin resistirse, allí sumisa a él.

Ya, ya por favor.

Si, ya has tenido bastante por hoy.

Con sumo cuidado, la limpió y le subió las bragas y los pantalones. La sentó en el water, ella estaba llorando.

Ahora, abre la boca, que te la voy a follar

Ella obediente lo hizo. ÉL la cogió de la cabeza y la penetró hasta de fondo de su garganta, dejando su polla dentro hasta que ella no podía respirar, soltó una gran carcajada.

Ella comenzó a llorar por lo que había sucedido.

Él la abofeteó y le ordenó que abriera la boca. Entonces, se corrió dentro de ella y le pidió que se lo tragase todo.

Ella sintió miedo e hizo lo que le ordenó.

Eres una buena puta, sabes... Eres una buena puta.

Y ella, se quedó allí sentada, ultrajada y sin saber por qué, excitada.

El desapareció, y ella al rato, cuando se compuso, salió y se arregló un poco, le dolía al andar, pero intentó que no se le notara nada.

Dejó la compra allí y se fue para casa.

Era como un zombi, una autómata que seguía sus propios pasos. Se dio una ducha, se curó las heridas y se tumbó en la cama. Sin embargo, no podía dejar de pensar en lo que le habían hecho y lo excitada que estaba. Tanto así, que tuvo que recurrir a sus dedos para desahogarse y desfogar tanto deseo.

Aquel extraño había despertado un lado salvaje en ella hasta ahora desconocido y se preguntaba si alguna vez, lo volvería a ver...