La sumisa viuda lesbiana de una rica madura casada

Una joven viuda necesitada de dinero se tiene que somenter a los caprichos de la esposa mimada de un millonario que la degrada totalmente (REVISADO DE NUEVO)

La sumisa viuda lesbiana de una rica madura casada

Ana Torres es una mujer de cincuenta y dos años, alta y de pelo castaño, y la esposa mimada de un millonario... Por el contrario, Rosa Medina es una viuda, quince años más joven que Ana, bastante pudorosa, pero que económicamente dependía de la mujer mayor, ya que como mujer de clase le gustaba también la vida acomodada, sin tener que pasar ningún tipo de penurias.

Desde que Ana proporcionó lujos inalcanzables a Rosa, ella nunca rechazó una invitación de ésta para ir a su casa, no sólo a pasar el día sino incluso semanas, si su anfitriona insistía que se quedase.

Ana también le daba a Rosa dinero en efectivo ya que era muy generosa con ella y esto le permitía a Rosa llegar desahogadamente a fin de mes, dada la escasa pensión que apenas le alcanzaba poder llegar.

También eran íntimas, más íntimas que cualquiera pudiera sospechar.

Durante la primera estancia prolongada de Rosa en la casa de Ana, esta le había dicho cuánto le recordaba a una chica lesbiana que conoció durante sus años de estancia en el internado.

Rosa se sonrojó profundamente, sorprendida de que Ana hubiera sido ‘ así ’ en la escuela… Le contó que muchas chicas de su internado hacían cosas impactantes juntas, especialmente cuando una joven se convirtió en la lesbiana o esclava sexual sumisa de otra joven.

Rosa siempre se había alejado de chicas así, pero cuando Ana le habló sobre cómo extrañaba tener una joven lesbiana para volver a satisfacer sus deseos lujuriosos, Rosa había recibido el mensaje claro y en voz alta de lo que esperaba de ella, ya que le estaba ayudando económicamente y podría perder esto.

Su dependencia económica de Ana, que de ningún modo quería perder, le hizo tragar con todo y se fue a la cama con ella para aprender sus deberes como una mujer lesbiana sumisa y darle todo lo que, desde hacía unos meses, tenía claro que debía hacer.

Se mentalizó de que no debía importarle cuán incómoda le iba a resultar satisfacer las demandas que Ana le iba a pedir… Rosa nunca rechazaría la lujuria lésbica de esta mujer si quería seguir disfrutando de su desahogada situación actual… Desde hacía unos días asumía que era su puta a su servicio y ya lo había hecho en varias ocasiones.

Hoy, era media mañana y Ana había llevado a Rosa a su lujosa habitación… Ella miró a Rosa, que tenía el rostro enrojecido y sonrió pensando en como se degradaba por dinero.. Ana se quitó el vestido para acostarse desnuda en la cama con las piernas bien abiertas.

  • "¡Date prisa, cariño!", le dijo ella con voz ronca.

Rosa entendió lo que quería… Después de quitarse su vestido, se fue desnuda hasta Ana y se arrodilló en el suelo al lado de la cama como una obediente lesbiana sumisa, que iba de nuevo a volver hacer.

La mujer mayor sonrió y con sus manos acarició sus pesados ​​pechos, sobándolos y estirando sus pezones… Luego se abrió de piernas y, levantando su pierna izquierda, enganchó alrededor del cuello a Rosa para atraerla hacia el matorral oscuro y peludo que tenía entre sus muslos.

Rosa contempló el coño de la mujer mayor con sus sentidos tambaleándose y su mente vacilante entre repulsión y emoción... Era la primera vez que iniciaba relación lesbiana dominante/sumisa con ella después de estar seis meses juntas… Ahora comprendía las atenciones y dinero que le daba para que se acomodase a esa buena situación y no quisiera dejarla perder… Todo muy calculado.

Y mientras pensaba en todo esto, miró los oscuros rizos púbicos, el brillante coño mojado por la excitación del momento y esos labios internos de color rosa brillante… Los labios externos eran regordetes, y el clítoris mucho más grande que el suyo... Ahora sobresalía como un molusco rosado que sale de su caparazón.

Con los ojos entrecerrados y la pierna todavía enganchada sobre los hombros de Rosa, Ana deslizó su mano por la barriga para abrirse el coño con los dedos.

  • "Ahí, cariño… Esto es lo que necesita lamer y chupar mi dulce y pequeña maricona, ¿no?", le dijo.

Rosa tembló… Parte de ella tenía ganas de huir y la otra parte tenía hambre de zambullirse en la hendidura húmeda… La apertura de la gruta, por los dedos de Ana, mostró un derrame lechoso que lentamente manaba de él.

La pierna de Ana se sacudió, tirando de Rosa. al centro de la dicha, y con un suave gemido Rosa cedió y puso su boca sobre su abierto coño.

  • "¡Oh, querida… Que placer me estás dando!", gimió Ana.

Rosa se perdió rápidamente en el calor vaginal... Presionó su cara contra el coño mojado de la mujer mayor, frotando con la nariz su clítoris grande, mientras su lengua la lamía, lavaba y recogía la pegajosa leche blanca salina que emanaba del coño de Ana.

Rosa sintió una intensa excitación por la servidumbre que le estaba dando con su boca a la mujer mayor intentando hacerlo de la mejor forma posible para que quedase satisfecha, dado que era la primera vez que estaba haciendo esto y no sabía si le proporcionaba el placer que ella pedía tener.

Rosa mantuvo los ojos cerrados mientras chupaba y olfateaba... El coño de Ana no paraba de chorrear y Rosa se mantuvo ocupada todo el tiempo recogiendo ese precioso derrame en su boca, mezclarlo con su saliva y luego tragárselo.

Ana estaba excesivamente húmeda y con su pegajosa lecha blanca salina alimentó a Rosa... El olor del coño de Ana excitaba mucho a Rosa penetrando hasta el fondo de su nariz y el sabor de su jugo blanco también permanecería mucho tiempo después en su boca, haciéndola sentir la vergüenza y la humillación habituales después que el momento de excitación hubiera pasado.

Rosa notó que ahora su coño estaba húmedo y pegajoso, su clítoris erecto y palpitante por ese sabor salado y pegajoso en su boca que sólo Ana u otra mujer le podrían proporcionar.

Ana levantó las rodillas y tiró de ellas hacia atrás hasta pegarlas a sus pechos… De esta forma le enseñaba su gran culo, pero sobre todo su apretado ano, que es lo que quería mostrarle.

  • "Es hora de que la lengua de mi chica lesbiana, me de placer lamiendo bien mi ano", murmuro Ana con su voz ronca de lujuria.

Rosa gimió mientras echaba la cabeza hacia atrás y miraba a la mujer mayor y a su ano… No era un nuevo deseo sexual ya que Ana ya le había obligado hacer esto tres veces anteriormente.

Cada vez que lo hacía, Rosa se juró a sí misma que esta vez sería la última, pero ahora sentía que se convertiría en una parte normal de sus deberes con Ana porque a ella le gustaba y le excitaba y no tendría más remedio que hacérselo.

  • "¡Oh, mi querida Rosa… Qué bueno!... ¡Sí!... Así… ¡Lame mi ano, cariño!...¿A que te está empezando a gustar?... ¿No es así?... Dime que te da gusto hacerme eso, porque me da placer que me lamas el ano", gimió Ana cuando sintió que le clavaba su lengua contra el ano.

  • "¡Sí!... Oh sí, mi amor… No sé lo que haría si ni te tuviera a ti... Adoro ser tu lesbiana sumisa… Y hacer todo lo que a ti te gusta para que estés contenta conmigo… Sabes que lo hago a gusto por tí, cariño", gimió Rosa humillada por no tener más remedio que soportar este tipo de vejaciones para poder mantener su ritmo de vida.

  • "Sí, lo sé, aunque nunca me lo hayas dicho antes", ronroneó la mujer mayor al sentir la lengua cálida y húmeda de Rosa, lamiendo su culo.

“Eres el tipo de lesbiana sumisa de la que yo puedo estar orgullosa y presumir delante otras mujeres en encuentros íntimos y muy pervertidos, de cinco o seis lesbianas como yo... ¡Oooh!... Eso es Rosa, mete tu lengua en mi ano... ¡Hazme correrme así!... Aaah!.. Qué envidia tendrán mis amigas cuando le cuente lo que me haces."

Ana mantuvo las piernas hacia atrás con sus rodillas apretando sus pechos y gimió suavemente de placer cuando la lengua rígida de Rosa le acarició una y otra vez, su ano, que abrían todo lo que podía separando las nalgas con sus manos.

Mientras lo hacía, Rosa estaba avergonzada, sorprendida y excitada por lo que acababa de decirle a Ana en el calor del momento… Era como si ella hubiera hecho un compromiso con esta mujer mayor… Un compromiso mucho más fuerte que el matrimonio.

Ella sabía que la vergüenza y humillación que siempre sentía cuando su lujuria y pasión se habían calmado sería aún más fuerte, pero ahora sabía que lo necesitaba… No podía escapar de tal vergonzosa servidumbre ya que en el fondo ella se sentía realmente la lesbiana sumisa de Ana, que para eso le pagaba.

Rosa revolcaba su cara en la humedad del coño de la mujer mayor mientras hábilmente le lamía lentamente su ano con su lengua, llevándola a un intenso orgasmo… Y lo hacia moviendo su lengua en el culo de Ana a su coño y sorbiendo con avidez el río blanco lechoso salino que manaba del coño ininterrumpidamente... El sabor de este semen blanco se mezclaba en su boca con su saliva, haciendo que Rosa se entregase con pasión y placer, haciendo fluir los jugos de su propio coño al excitarse por ello.

  • "Ahora voy a darle a mi querida lesbiana mi joya para que me dé todo el placer que deseo", le dijo Ana con voz ronca.

Rosa sabía lo que le pedía y apretó su boca alrededor del gran clítoris hinchado de quien en estos momentos era su Ama, Ana.

Y Ana bajó las piernas y cerró los muslos con fuerza alrededor de la cabeza de Rosa… Luego, agarrándola con fuerza por el pelo, comenzó a apretarla contra su clítoris… La lujuria de Ana era intensa y mucho más salvaje que nunca y Rosa estaba, en el fondo, encantada de ser utilizada así… Sus labios estarían doloridos y magullados después, pero servirían como un recordatorio de la lujuria, sin pudor alguno, que había tenido Ana con ella.

Rosa notó como Ana desaceleró el ritmo de sus caderas y entonces chupó más fuerte el clítoris entre sus labios… La punta de su lengua revoloteaba trabajando el clítoris de Ana, que la estaba follando con lujuria y pasión sin igual como lo haría la polla de un hombre.

Ana podría follarla así durante media hora o más, lentamente y con intensidad hasta alcanzar un intenso orgasmo.

Sin embargo, hoy, a Rosa le pareció notar una urgencia en su necesidad, y cuando Ana se aferró a su pelo apretando más su coño y acelerando el ritmo de sus caderas, se armó de valor para la intensa furia y pasión que pronto vendría.

  • "¡Ya casi me corro, querida!... ¡Muérdelo, cariño!... ¡Ahora!", le gritó Ana jadeando y poniéndose rígida contra la boca de Rosa.

Rosa capturó firmemente el hinchado clítoris de Ana entre sus dientes y movió su lengua salvajemente con la punta… Ana agarró y tiró de su pelo e intentó sofocar sus gritos de placer y felicidad… Y así se corrió.

Después de ese momento placentero, Ana aflojó sus muslos y Rosa comenzó a lamer apasionadamente el derrame de semen blanco que brotó del fondo del coño de Ana y a tragárselo como siempre hacía.

Ana permitió que Rosa se deleitara con sus jugos y moco mientras disfrutaba del buen sexo que sólo una chica sumisa puede dar… Finalmente ella usó uno de sus pies para empujar a Rosa lejos de su coño.

  • "Suficiente por ahora, cariño… Me has dejado agotada."

Incapaz de contener su pasión, Rosa comenzó a lamer los pies de Ana y chuparle sus dedos, algo que nunca había hecho a Ana antes.

Ana se recostó en la cama y descansó una hora o más, sintiéndose completamente saciada y decadente, hasta que ambos pies brillaron con la saliva de Rosa.

Más tarde, antes del anochecer, y ya repuesta de las agotadoras corridas que tuvo, caminaron cogidas de la mano por el gran jardín que rodeaba la casa.

  • "No te lavas la cara o la boca después de estar conmigo, ¿verdad, Rosa?... Lo digo porque puedo ver pequeños copos blancos de jugo de coño seco alrededor tu boca", le preguntó Ana sonriendo.

Rosa se sonrojó profundamente al escucharlo y le respondió:

  • "Yo,... me siento avergonzada y humillada haciéndote cosas... Pero aún así,... lo quiero llevar para que veas que me has hecho tu lesbiana sumisa y me gusta mucho serlo y hacer todo lo que me pides."

  • "Me gusta pedirte que me hagas cosas que muchas mujeres se sentirían avergonzadas y humilladas por hacerlo... A mi me gusta hacerte sentir avergonzada y humillada, querida... Por eso eres una sumisa a la que le agradezco eso dándome el dinero y las comodidades que necesitas… Me encantó la forma en que lamiste mi pies y chupaste los dedos, después de que te follé muy a gusto por la boca."

  • "Me gustó hacértelo… Me gusta ser tu lesbiana sumisa", le dijo Rosa muy humillada al sentir sus duras palabras sobre la ayuda económica que recibía a cambio y que no podía perder.

  • "Nunca hemos hablado así antes, Rosa… "¿Qué más te gusta hacerme para darme todo el placer posible?", dijo Ana, sonriéndole.

  • "Yo,... yo... Me gusta mucho chupar tu coño."

Se dejó caer de rodillas y lamió la entrepierna sobre los shorts de algodón que llevaba Ana… Le dijo sonrojándose aún más:

  • "Por favor, Ana, déjame chuparte el coño”, para que ella se diese cuenta de lo agradecida que estaba por mantenerla económicamente.

Ana le sonrió, diciéndole:

  • "Nunca me lo has pedido antes… Sabes que no podemos hacerlo aquí en el jardín… Sin embargo, iré a tu dormitorio esta noche… Algunas de las chicas en el internado donde yo estaba eran bastante duras y desagradables con sus lesbianas sumisas... Voy a ser dura y desagradable contigo esta noche", le dijo.

  • "Y yo con gusto voy a aceptar todo lo que desees", le respondió Rosa abrazándole sus caderas y sus nalgas bien formadas a través de sus pantalones cortos ajustados.

  • "Eso es lo que realmente debes hacer como lesbiana sumisa mía… Que si me apetece ser dura contigo, lo aceptes… Te adelanto que esta noche voy a tenerte de rodillas con la cabeza entre mis muslos mientras estoy sentada en el inodoro… Te lo adelanto porque quiero que pienses en lo que voy hacerte mientras estoy allí sentada... Ahora, levántate antes de que alguien nos vea."

Más tarde, esa noche, Rosa se recostó en su cama, desnuda bajo una bata de seda… Ansiaba tocar y acariciar el coño de Ana y se sonrojaba con sólo pensarlo... Y que haría todo lo que ella quisiera que le hiciera.

Incapaz de resistir el impulso, abrió su vestido y movió una mano entre sus muslos y sus dedos comenzaron a masturbar su coño mojado.

Un momento después, Ana entró silenciosamente en la habitación y sonrió ante la escena en el cama.

  • "¡Te pillé masturbándote, perra cachonda!", le dijo ella sonriéndole mientras cerraba la puerta tras entrar.

Rosa apartó la mano de su coño y se sentó, con sus mejillas de un rojo escarlata… Vio a Ana quitarse la bata, revelando su desnudez.

  • "Es bueno que tenga que ir al baño… Puedo hacer un buen uso de una caliente lesbiana sumisa, como tú, mientras orino… Ven al baño conmigo", dijo, yendo al baño de Rosa.

Rosa se quitó la bata y se desnudó para unirse a la mujer mayor.

Su pulso se aceleró y su clítoris se puso tieso mientras miraba a Ana sentada en el inodoro, con sus piernas abiertas de par en par... No había sentimiento de repulsión ni vacilación mientras ella se acercó a Ana y se arrodilló ante ella, mirando su coño abierto.

  • "Este es el momento supremo de pasión para cualquier guarra como yo… Como ves, estoy sentada desnuda en el inodoro con mi dulce sumisa lesbiana arrodillada ante mi... Voy a avergonzarte y humillarte como nunca antes lo has sido, Rosa… Voy hacer algo realmente desagradable y guarro contigo, pero es lo que quiero hacerte… Con mi coño y con tu dulce boca… ¿Puedes adivinar lo que voy a hacer?”

  • "Yo,... yo,... no sé", mintió Rosa sonrojándose mucho por las obscenidades de lo que pensaba ella que iba hacerle Ana.

  • "Creo que sí lo sabes y que sólo estás haciéndote la tímida… Te exijo que me digas qué crees que voy a hacer en tu boca con mi coño", le dijo Ana con voz ronca.

  • "Tú... vas a... mearte en mi boca, ¿no?", tartamudeó Rosa.

  • "Así es, cariño… Voy a orinar en la boca de mi sumisa lesbiana... Y luego me lamerás bien mi culo... Y quiero oírte rogar eso, cariño."

  • "Yo,... yo,... quiero... beber tu pipí y... y lamer tu culo… Por favor, Ana, yo... quiero hacer eso", dijo Rosa sonrojándose y ofreciéndole sus pechos desnudos… Luego agachó su cabeza entre los muslos de Ana y comenzó a lamerle su coño.

  • "Quieta!!... No quiero que me chupes el coño… Le dije a mi marido que iba a dejar que me follara esta noche… Quiero estar caliente para su polla y me alejarás de mi placer si me corres con tu lengua... Quiero estar muy cachonda y follarlo como una perra en celo mientras estoy pensando en lo que te hice… Abre la boca, Rosa, cariño... Voy a orinarme en ella", dijo Ana, apartando suavemente la cabeza de Rosa.

Rosa abrió mucho la boca mientras miraba sumisamente los ojos de Ana.

  • "Te ves muy bonita y muy sumisa así de rodillas", le dijo Ana… Luego, gruñó suavemente y lcomenzó a mear con toda su fuerza en la cara y la boca de Rosa.

Rosa farfulló y tragó orina… Se habría retirado instintivamente, pero Ana la sostuvo fuertemente cogiéndola por la parte de atrás de su cabeza… Ella podría haberse apartado, pero la presión de la mano de Ana en la parte posterior de su cabeza fue suficiente para mantenerla en su tarea y hacer que ella recuerde su deber como una sumisa lesbiana que era.

Y tragó varias veces de los chorros interrumpidos que hizo Ana… Su clítoris palpitaba salvajemente por el sabor fuerte y salado del pipí de Ana... Sintió que le bajaba por el cuello y los senos desnudos, y tuvo una clara visión de Ana meando todo su cuerpo desnudo.

Rosa anhelaba lamer la humedad salada del coño de Ana cuando el torrente de meadas finalmente gotease y cesara por completo… Pero recordó la cita de Ana con su esposo para una buena follada en la cama.

Ella sabía que Ana la estaba usándola deliberadamente de la manera más baja para aumentar su lujuria carnal y placer con su esposo, pero Rosa no estaba celosa… Tenía el consuelo y placer al saber que Ana estaría pensando en ella mientras su marido se la follaba.

  • "Nunca me había meado en la boca de nadie… Aún tengo orina acumulada en mi vejiga… Supongo que la forma más fácil de vaciarme totalmente es si te acuestas boca arriba en el suelo mientras me pongo en cuclillas sobre tu cara… No quiero que me lames el coño… Después de tragar mi orina, puedes darle una buena lamida a mi ano... Kevin sabe todo sobre nosotras, ya sabes a lo que me refiero.", le dijo Ana.

  • "¿Qué?"

Rosa jadeó, sonrojándose profundamente por la vergüenza y preguntándose cómo podría ser capaz de mirarlo de nuevo a los ojos, sabiendo lo que sabe.

  • "Él lo sabe y aprueba mucho que te use como mi lesbiana sumisa... Él no es celoso, y sabe que me ayuda a calentarme por él… Acuéstate ahora en el suelo, querida."

Rosa obedeció, acostada en el piso del baño y mirando hacia arriba esperó a que Ana se paraba sobre ella, frente a sus pies… Ella observó con asombro cómo  Ana se acuclillaba lentamente sobre su cara.

El pulso de Rosa se aceleró mientras pensaba en esta postura… Una vez Ana se posicionó, orino y luego separó las nalgas para que le lamiera el ano… Gimiendo suavemente, Rosa levantó la cabeza e hizo todo lo que Ana esperaba de ella.

  • "Uuuumm, que gusto me estás dando, cariño… Déjame sentir tu boca abierta y tus labios sellando mi ano", ronroneó Ana.

Los labios separados de Rosa se sellaron alrededor del ano de Ana y su corazón latió rápido y su clítoris puso tieso de lujuria cuando sintió que Ana se tensaba de placer.

  • "Trabaja tu boca y dame placer… Caliéntame para mi esposo", le dijo Ana, arrodillándose entre los muslos de Rosa.

Rosa tembló de extrema excitación cuando sintió a Ana lamiéndole su coño... Su vientre se estremeció con emociones mezcladas mientras ella seguía usando su lengua sobre su ano.

  • "Kevin me está esperando desnudo en la cama… Él sabe que he venido a mear en tu boca, y que voy a tenerlo impaciente por follarme… Quiero darle el placer del sabor y olor de tu coño de mi boca mientras él me besa mientras follamos… Así que date prisa y córrete pronto, cariño,", dijo Ana, levantando la cabeza por un momento.

Ana volvió a bajar la cabeza entre los muslos de Rosa y atacó su clítoris con sus labios y lengua, haciendo que Rosa se encorvase con mucha lujuria.

Rosa siguió lamiendo el ano de Ana hasta que alcanzó un intenso orgasmo… Poniéndose rígida de placer, se encontró con la boca de Ana que la observaba detenidamente y sonreía.

Ana, que había lamido con avidez los jugos de Rosa, sosteniéndolos en su boca para compartir con su marido, se revolcó la cara en el húmedo coño de Rosa para quedar impregnada de todo su flujo... Se levantó y literalmente corrió a su habitación donde su esposo estaría impacientemente esperándola.

Rosa movió una mano hacia su coño mojado, y allí en el suelo, se masturbó hasta tener un segundo orgasmo mientras revivía en su mente lo que acababa de suceder.

El sabor de la orina Ana todavía era fuerte en su boca cuando se corrió por segunda vez... Y gritó el nombre de Ana.

La degradación había sido tan grande que sabía que a partir de ahora las exigencias de Ana serían cada vez mayores y su piel se erizo al pensar si todo esto, más pronto o más tarde, lo tendría que realizar delante de su esposo, al cual también tendría que entregar su cuerpo para complacerlo de la forma en que se lo ordenaran... Ese era el precio que tenía que pagar para poder disfrutar del buen nivel de vida al que había sido acostumbrada por Ana y del cual no quería salir.

F I N