La sumisa perfecta

Laura necesita un sitio donde vivir y Carlos ofrece una habitación en su piso de estudiantes, pero sin dinero sólo puede pagar el alquiler de una forma.

Hacía ya un mes que había puesto el anuncio para alquilar una habitación en su piso de estudiantes y de momento sólo había recibido una llamada. Y además era una chica que no podía pagar todo el alquiler que él pedía, aunque se ofrecía a hacer las tareas de la casa a cambio de una rebaja en el precio. Al final cedió y quedó con ella para que le explicara su oferta. A esas horas debía estar a punto de llegar. Mientras aseaba un poco el salón antes de que llegara la visita llamaron a la puerta.

-Hola, ¿Carlos?, soy Laura.

-Sí, pasa, siéntate, ponte cómoda. -Le dijo mientras admiraba la figura de aquella chica. Estaba mucho mejor de lo que esperaba. Era una joven pelirroja con unas sugerentes curvas.

-No quiero entretenerte mucho, así que voy a ir directa al grano: Estoy buscando una habitación, pero no tengo suficiente para pagarte. Lo que había pensado es si podríamos hacer una rebaja y yo me encargaría de todas las tareas de la casa: limpieza, comida, lavar la ropa…

-Mira Laura, no es mala idea lo que me ofreces, pero la verdad es que me las apaño bastante bien. -Al rechazar su oferta, vio humedecerse los ojos de la joven.

-¿Tienes trabajo?

-Sí, trabajo en un bar los fines de semana, pero no me llega para pagar la universidad, la comida y un alquiler. No quiero dejar los estudios. Estaría dispuesta a ofrecer algo más, puedo ser muy servicial en cualquier cosa que necesites. -Lo dijo de una forma tan sensual que Carlos sintió cómo cierta zona de su cuerpo empezaba a despertarse.

-No sé si te estoy entendiendo.

-Bueno, que si en algún momento necesitas algo, puedo ayudarte. Todos tenemos necesidades y estoy dispuesta a servirte en todo lo que necesites.

-No, lo siento, no me gusta esa oferta. Creo que deberías marcharte.

Laura se fue hacia la puerta triste y avergonzada por haber tenido que rebajarse así, pero el chico no estaba nada mal y no le habría importado hacerle algún favor.

Carlos se sentía un poco preocupado por aquella desconocida, era tarde y se preocupaba al pensar que no tenía dónde alojarse. La siguió y vio que se dirigía hacia la universidad. Al llegar trepó la valla y se coló en el gimnasio.

Carlos regresó a casa pero no podía dormir, pensando en el lugar en el que se alojaba Laura, pero también en lo que había rechazado. Se masturbó para quitarse el calentón, recordando la conversación e imaginando lo que podría haber pasado de haber aceptado ese ofrecimiento.

A las 3 de la mañana llamó por teléfono:

-¿Laura? Siento llamarte tan tarde pero estaba preocupado. ¿Estás bien?

-Sí, me he quedado en casa de unas compañeras de clase.

-Me lo he pensado y creo que podríamos probar a que vivas aquí una semana. Si quieres incluso puedes venir ya esta noche a dormir.

-¡Muchas gracias! Me encantaría. Te prometo que no te voy a defraudar.

A la media hora sonó de nuevo el timbre de la puerta.

-Hola Laura, ya tienes lista tu habitación. Sábanas limpias y nuevas.

-No sabes lo que contenta que me haces. ¿Dónde puedo dejar mis cosas?

-Bueno, primero, quiero que quede clara una cosa. Todo lo que esté en mi casa es mío.

-De acuerdo, lo acepto. -Un escalofrío recorrió su entrepierna al entender que ella también era de su propiedad. -Aquí tienes tus cosas. -Le dijo a Carlos mientras le cedía la bolsa.

En la bolsa simplemente había ropa sucia.

-Pondré todo en la lavadora. Mientras puedes ponerte esta camiseta.

Laura no tenía claro si podía ir a cambiarse a la habitación o si quería que se desnudara allí delante de él. Como no quería empezar con mal pie, empezó a desvestirse allí mismo. Al quitarse la camiseta y quedarse en sujetador, vió como él se había girado y se dirigía a la cocina para poner la lavadora.

-Cuando estés lista trae el resto de la ropa y la pondremos también para lavar. -No le había dado nada más, así que vestía simplemente una camiseta blanca que llegaba con dificultad a tapar su culo y en la que se marcaban sus excitados pezones.

-Es tarde. Acuéstate, descansa y mañana te enseño mejor el piso.

Laura se acostó muy a gusto en su nueva cama, con todo limpio y que olía tan bien, no como el gimnasio en el que había pasado la última semana. Se sentía excitada por la nueva situación, recordando además lo que Carlos había dicho, que todo bajo ese techo era de su propiedad, para después dejarla prácticamente desnuda, vistiendo simplemente una camiseta.

En el fondo le habría gustado que Carlos entrara en mitad de la noche para empezar a cobrarse el alquiler. Se empezó a acariciar mientras imaginaba que la puerta se abría de repente y Carlos la pillaba así con las piernas abiertas e introducía su polla dentro de ella para bombearla con fuerza. Mientras estaba ensimismada en estos pensamientos, se le escapó un ligero gemido. Se quedó parada y esperó que ese leve sonido no hubiese traspasado el fino tabique que separaba ambas habitaciones.

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La joven se levantó temprano y sacó su ropa de la lavadora-secadora y se puso a planchar. A parte de su ropa también había ropa de su anfitrión, incluida su ropa interior. Planchó toda y después limpió el polvo y fregó el suelo. Al terminar se puso por fin su ropa: un vestido que utilizaba para ir por casa y se lo pensó dos veces, pero al final no se puso ropa interior, ya que el día anterior él quiso que vistiera simplemente con una camiseta.

Después preparó el desayuno de Carlos y a las 11:00 se dirigió a su habitación con una bandeja con tostadas, café con leche y un zumo.

Carlos seguía durmiendo, pero en su pantalón alguien ya se había despertado y se marcaba un pronunciado abultamiento. Ella se puso algo nerviosa y el contenido de la bandeja se agitó, haciendo un leve repiqueteo que despertó al durmiente.

Dejó la bandeja en la mesita y se agachó al lado al lado de la cama:

-Te he preparado el desayuno. Además he limpiado el piso y planchado la ropa. ¿Necesitas algo más?

Carlos reparó en su erección, que tras despertarse con aquellas palabras aún se hinchó más. Tenía una preciosidad al lado de la cama que haría todo lo que él quisiera.

-Vaya, me dejas sorprendido. Gracias. Por el momento no necesito nada más.

-Si en algún momento necesitas algo, estaré siempre lista. Además la puerta de mi habitación la dejaré siempre abierta. -En parte sabía que estaba en su semana de pruebas. Si conseguía que él disfrutara de su cuerpo tendría más opciones de quedarse. Además cada vez se sentía más atraída por él y por toda la situación.

-¿Puedo yo también desayunar algo?

-Sí claro, tómate lo que quieras.

Ella se levantó y se dirigió a la cocina. Al girarse el vestido se levantó un poco y él vio e inicio de los cachetes de su culo, por lo que comprobó que seguía sin llevar ropa interior.

-Si no necesitas nada más voy a cambiarme y me marcho a clase.

-Sí, no te preocupes. Yo no tengo clase hasta esta tarde.

Al llegar a casa por la noche Laura le esperaba arrodillada en la puerta. Al entrar le quitó las zapatillas y le ofreció unas de ir por casa. Gracias a la holgura del vestido que había vuelto a ponerse, Carlos vió perfectamente sus pechos.

Le había preparado la cena con lo que había encontrado por la nevera. Había preparado un pisto para acompañar unas albóndigas.

-¿Y tú has cenado ya?

-Si te parece bien después de recoger y fregar los platos me comeré un sándwich.

-No me importa que comamos juntos, así tengo compañía.

-Bueno, ahora también estoy aquí. ¿Quieres que te prepare un café para después de cenar?

Tras su gesto afirmativo le preparó el café y se lo llevó servicialmente a la mesa, esperando a que terminara para poder recoger.

Por la noche compartieron el salón mientras miraban la televisión. Laura se quedó dormida tumbada en el sofá y su vestido quedó algo levantado, lo que daba a Carlos unas vistas espectaculares.

Desde donde estaba, Carlos vió claramente el sexo de su inesperada asistenta. Lo llevaba todo depilado y además se podía vislumbrar una leve humedad en la zona.

La tenía como una piedra con aquellas vistas, pero no creía que estuviese del todo bien aprovecharse de la situación de su compañera aunque ella lo pintara como simple simbiosis.

Al rato entreabrió los ojos.

-Creo que voy a marcharme a la cama, que me ha entrado mucho sueño.

-Qué descanses, yo también me acostaré enseguida.

-Ella se fue a su cuarto y se puso un camisón, dejando la puerta totalmente abierta. Se tumbó en la cama, con los brazos detrás de la espalda y el culo levantado, esperando a que él pasase hacia su cuarto.

Le escuchó aproximarse y como los pasos se frenaron a la altura de la puerta. Ella no podía ver nada en esa posición, pero escuchó como los pasos se aproximaban en su dirección. Pegó un pequeño salto cuando sintió como un dedo se posaba entre sus húmedos labios vaginales y empezaba a introducirse en su interior. Un gemido escapó de su boca cuando ese dedo entró completamente. El dedo se fue alejando y ella instintívamente echó sus caderas hacia atrás para evitar que saliera.

El dedo salió y la dejó vacía. Esperó sin moverse, con la respiración agitada y sus manos aún en su espalda.

-Continúa. -La orden rompió el silencio y no esperó ni un segundo en obedecer.

Situó una de sus manos en su entrepierna y se introdujo un dedo para empezar a follarse con él, mientras imaginaba que él estaría observándola desde detrás también masturbándose. Continuó dándose placer, esperando que en algún momento él le apartara la mano y la follara allí en la cama a cuatro patas, pero llegó al órgasmo entre gemidos y tras él sólo escuchó sus pasos alejándose.

Ninguno de los dos volvió a decir nada sobre el tema y la semana transcurrió de forma tranquila, a pesar de que ella se duchaba con la puerta abierta y limpiaba la casa con vestidos cortos y sin ropa interior, enseñandole sus atributos siempre que tenía oportunidad.

Él se reprimía al no tener claro si lo hacía porque quería o simplemente acuciada por la necesidad.

Llegó el viernes y Laura se fué a trabajar sirviendo copas y sufriendo las impertinencias de babosos borrachos. Al llegar al piso estaba vacío, Carlos debía seguir de fiesta.

Tras varias horas durmiendo, de repente se despertó al escuchar la puerta. Eran las cinco de la mañana y Carlos entró al piso haciendo bastante ruido. Se levantó a ver vio que el chico llegaba bastante borracho.

-Hola Luara. -Logró balbucear.

-¿Te preparo algo para que llenes el estómago y se te pase antes el pedo?

-Hazme unas tostadas de esas que me preparas por las mañanas. Qué buenas.

-Voy. ¿Cómo ha ido la noche?

-Mal. Todas las tías son unas putas.

-¿Te pongo también un poco de zumo?

-No, sólo las tostadas. Gracias. Joder, a estas horas están aún mejor que por la mañana. Pues lo que te decía. Estaba con una tía que estaba buenísima, me la habría tirado allí mismo en medio de toda la discoteca. Me estoy liando con ella, sobando sus tetas y ella sin poner ningún impedimento. Bajo la mano hacia su falda y mientras le acaricio por encima de las bragas le digo de irnos a un lugar más tranquilo y va la zorra y me dice que voy demasiado rápido. Me largo y al rato veo como se deja meter mano por otro. Menudo calentón me ha dejado.

-Deja que me lleve ese plato. -Comenta mientras arde de celos.

Al volver, Laura se arrodilla entre las piernas de Carlos, abre su cremallera, baja un poco su pantalón ante la mirada atónita del joven y al bajar su ropa interior su polla ya dura sale como un resorte.

Empezó a masturbarlo lentamente.

-A ver si esa puta también te habría hecho esto. -Dijo Laura acercando su boca a la polla de su anfitrión. Inició una suave mamada mirando provocativamente a los ojos de Carlos, quien vivía aquello en medio de su borrachera casi como si fuese un sueño, una realidad demasiado borrosa.

Laura aumentó el ritmo mientras arrodillada entre las piernas de Carlos se acariciaba su sexo. Se introducía completamente la polla del joven hasta que finalmente sintió como palpitaba en su interior y empezaba a derramar su semen sobre su lengua. No quiso desperdiciar ni una gota y permaneció sin sacarla de su boca hasta que se lo tragó todo.

-Uau. -Fue lo único que salió de la boca de Carlos al derramar su esencia en la boca de su compañera de piso.

Laura continuó lamiendo su polla para dejarla bien limpia hasta que ella también llegó al orgasmo. Al cesar su placer se dió cuenta de que Carlos se había quedado dormido en el sofá.

Cuando el chico se despertó ya había pasado el mediodía y Laura no estaba en casa, aunque le había dejado una aspirina en la mesa. Alguien estaba utilizando un martillo dentro de su cabeza. Cuando su mente se fue clareando, recordó algunas escenas de la noche anterior y el placer que le había dado la muchacha con su suave boca.

No la podía dejar escapar. Pero iba a empezar a hacer las cosas bien, así que pasó la tarde buscando cosas en internet hasta que ella volvió del trabajo.

-Hola Laura, mañana termina la semana de prueba de la que hablamos.

-¿Y has tomado una decisión? Espero no haberte fallado, he intentado ser lo más servicial posible, lo seguiré siendo y haciendo todo lo que me digas.

-Te voy a dar dos opciones. En la primera opción, te dejo seguir aquí, me pagarás simplemente la mitad, pero realizarás las tareas del hogar, simplemente las tareas del hogar. En la segunda opción, firmarás este contrato para pasar a ser de mi propiedad, yo correré con todos tus gastos, pero tendrás que obedecer y estar a mis órdenes. El contrato tiene un mes de validez, pero si los dos estamos de acuerdo se puede ir renovando.

Tras la semana que había pasado, Laura se había sentido muy excitada por la situación y quería continuar con aquella aventura, además quería avanzar con Carlos y satisfacerle en todo lo que fuera posible.

-¿Puedo leer el contrato antes de contestarte?

-Claro, piénsatelo, no es una decisión que debas tomar a la ligera. Te resumo las partes más importantes: Yo decidiré la ropa que lleves, en casa y fuera de ella. Me hablarás siempre con respeto, dirigiéndote a mí como amo o señor, a menos que haya más gente delante. Tu placer es secundario y no podrás obtener ningún orgasmo sin mi permiso. Siempre estarás preparada por si quiero obtener placer con tu cuerpo. Me darás a mí todas tus ganancias y yo gestionaré tu dinero y me ocuparé de que no te falte de nada. Pagaré los recibos de la universidad, tu comida, ropa y si necesitas algo más de dinero tan solo debes pedírmelo y yo decidiré si te lo has ganado o si debes hacer algo más para obtenerlo. En casa no llevarás nunca ropa interior y debo tener siempre acceso a tu sexo. Para ti no existen los pestillos, no podrás cerrar ninguna puerta, a no ser que sea la de la salida o la del balcón.

-Demasiadas cosas para asimilar ahora mismo.

-Lee todo tranquilamente y ya me dices algo.

Ella se fue a su habitación a leerlo detenidamente, pero en el fondo sabía que iba a aceptar. Quería firmarlo cuanto antes y sentir por fin esa polla dentro de ella.

-Lo acepto. -Le confirmó una hora más tarde.

-¿Y qué garantía tengo de que vas a cumplir el contrato y que no vas a salir huyendo en la primera semana?

Laura se desnudó completamente, cogió el móvil de Carlos, activó la cámara y se lo dió.

-Comprendo.

Laura posó para Carlos, quien le hizo fotos desde todos los ángulos. Después se tumbó en la cama y empezó a tocarse, agarrando sus tetas, acariciando su clítoris… Si esas fotos salían de esa habitación, correrían como la pólvora y nunca más podría volver a salir a la calle. Debería irse de la ciudad.

-Amo, ¿puedo terminar?

-De momento no te lo has ganado. Arrodíllate, vamos a sellar este acuerdo.

Laura se arrodilló delante de Carlos que seguía de pie. Se bajó los pantalones y apareció su polla enfrente de su cara.

-Con las manos.

La joven empezó a masturbar al que iba a ser su propietario, aumentando poco a poco el ritmo. Así siguió sin recibir más órdenes hasta que notó que su amo estaba a punto de terminar. No dijo nada y continuó con el vaivén hasta que varios chorros de semen salieron disparados hasta su cara.

Al ver como la última gota pendeaba en la punta de la polla de su amo, sin pensárselo siquiera fue con su boca a rescatarla.

-Gracias, señor. ¿Me das permiso para lavarme?

-Sí, ve a lavarte. -Contestó mientras recogía con un dedo un poco de semen cercano a sus labios y se lo daba a lamer su sumisa, la cual lamió con fruición esos últimos restos.

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A la mañana siguiente, Carlos se despertó sintiendo cómo algo húmedo rodeaba su polla. Laura le había despertado con una suave mamada y con el desayuno en la mesita. La dejó que siguiera con su trabajo y se tomó el café con leche y los crusanes que su sirvienta le había traído.

Cuando se terminó el desayuno, la joven aumentó el ritmo hasta que sintió el semen de su amo llegando a su garganta.

-Gracias, señor. -Dijo lamiendo los últimos restos que había en sus labios. -Debo pedirte un favor. Hoy me quedo a comer en la universidad y necesito dinero.

Tras recibir lo suficiente para comer se vistió y partió hacia clase, aunque su cabeza y su entrepierna no estaba en el aula, se había quedado aún recordando que ahora pertenecía a alguien.

Llegó por la tarde al aún solitario piso y se puso a arreglarse para cuando Carlos llegara. Se duchó, se depiló las piernas y el pubis y después se vistió para estar apetecible cuando llegara su amo. Se puso una camiseta blanca y una minifalda vaquera corta, sin ropa interior como su amo le había ordenado. Después se maquilló y se pintó los labios con un rojo brillante para que su dueño los encontrara bien apetecibles por si quería volver a utilizarlos.

Carlos llegó poco después de que ella se hubiese preparado, pero simplemente abrió la nevera, pasó por su cuarto para coger algunas cosas y volvió a irse.

-No hace falta que prepares la cena, he quedado con unos amigos.

-¿Vendrás pronto?

-No creo, tenemos pensado quedarnos de fiesta.-Estaba de espaldas a ella, por lo que no pudo ver su cara de decepción. -No te preocupes, esta noche espero tener más suerte con una chica con la que he quedado. No tendrás que hacer lo del otro día.

Y tras decir esto se despidió y se fue del piso.

Laura se quedó muy decepcionada. Se había estado preparando para que su amo pudiese disfrutar esa noche con ella. No se tocó, a pesar de que estaba muy caliente, ya que su amo no le había permitido tener un orgasmo desde que empezó el acuerdo.

Se acostó pronto, era jueves y tenía clase al día siguiente. Espero desnuda en la cama, por si Carlos llegaba con ganas de desahogarse y quería utilizar su cuerpo para ello. Le costó dormir por los celos, sabiendo que el chico estaría seguramente con otra.

A las seis de la mañana se despertó con el ruido de la puerta. Tumbada boca abajo levantó el culo para ofrecérselo a su amo cuando pasara por la entrada de su habitación.

Carlos llegaba con varias copas de más, aquella noche tampoco logró nada más que unos besos y sobeteo. Había quedado con una chica de su clase, estaba mal porque lo había dejado con el novio y él vio la oportunidad perfecta para atacar.

Estuvieron bebiendo y bailando con otros amigos, pero el ambiente entre ellos se fue caldeando y finalmente se fueron solos a un rincón a seguir con su calentón. Entre beso y beso, Carlos llevó su mano por debajo la camiseta de la chica, sobando sus tetas por encima del sujetador. La otra mano la dirigió por debajo de la falda de la chica, aunque ella le apartó la mano, se la cogió y le llevó a los baños, entrando en uno de los cubículos.

Ya con más intimidad continuaron la fiesta. Carlos levantó la camiseta de la chica y apartó el sujetador para lamer sus pezones, mientras ella le quitaba el cinturón y bajó sus pantalones para empezar a masturbarle. Carlos subió de sus tetas a su cuello y empezó a besarla en aquella zona tan sensible. Al rato notó como la chica estaba llorando.

-¿Te pasa algo?

-No, no te preocupes.

-¿Segura? -Se arrepintió nada más escuchar salir esas palabras de su boca. Había dicho que estaba bien, ¿para qué insistir?

-Bueno, es que me he acordado de mi novio, de mi ex y... lo siento, debería irme.

-No pasa nada...

Cuando la chica salió del baño, Carlos solo podía pensar en la obediente chica que tenía en casa. Esa noche no se iba a conformar simplemente con su boca, quería follarle ese agujero que la joven iba exhibiendo por casa como si se tratara de una gata en celo.

Al llegar a casa la encontró en su habitación, ofreciéndose con el culo levantado. Se acercó a ella en silencio y acarició su espalda. Laura escuchó como caían al suelo los pantalones y al momento sintió como la polla de Carlos se intentaba abrir paso en su interior. Su amo iba introduciéndose centímetro a centímetro lentamente y notó como Laura echaba sus caderas hacia atrás hasta metérsela completamente. Ella sabía que estaba siendo el segundo plato, se sentía algo disgustada por ello, pero por otra parte estaba feliz al ser utilizada por su amo para obtener placer.

Mientras la embestía desde atrás, Carlos empezó a pellizcar los duros pezones de la pelirroja. Laura sintió como iba aumentando el ritmo y aunque veía cerca su orgasmo, aguanto y no dijo nada, porque su amo no le había dado permiso y tampoco quería molestarle pidiendoselo en aquel momento.

Las embestidas subieron en intensidad hasta que sintió como Carlos la sacaba completamente y dejaba caer todo su semen sobre su espalda. Carlos se fue y la dejó allí, algo decepcionada porque habría preferido sentir como su amo se vaciaba dentro de ella. No sabía si tenía permiso para limpiarse, su dueño no le había dicho nada, por lo que estiró sus piernas y volvió a quedarse tumbada boca abajo, pero ahora algo más contenta y marcada por el semen de su amo, marcada como de su propiedad.

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Su amo cada día la tocaba más. Mientras estaba cocinando él se acercaba por detrás y le daba una palmada en su culo o mientras fregaba los platos le levantaba un poco la falda y acariciaba sus labios vaginales. En ocasiones incluso le introducía un poco algún dedo. Ella permanecía caliente a todas horas y necesitaba sentir dentro a su amo para calmarse un poco.

Al final no resistió y una tarde se tumbó en su cama y empezó a acariciar su sexo, mientras con la otra mano estimulaba sus pechos. Tan ensimismada estaba dándose placer que no reparó en que Carlos la estaba observando desde la puerta.

-Para. -Ordenó su amo al ver próximo el orgasmo de su sumisa que se retorcia en la cama.

-Lo siento, amo, no he podido aguantar.-Dijo arrodilándose a los pies de Carlos.

-Te has ganado un castigo por esto.

Se desnudó, se tumbó en la cama y ordenó a su esclava que se subiese encima y se metiese su polla hasta el fondo.

Laura lo hizo, pero no lo estaba disfrutando, estaba triste al sentir que había decepcionado a Carlos.

-Te voy a dar la posibilidad de que obtengas un orgasmo, pero tendrás que elegir. Solo uno de los dos tendrá placer esta tarde. Continúa cabalgándome, pero en el momento que sientas que se aproxima tu orgasmo decide: puedes terminar tú y dejarme a mí a medias o una vez sientas próximo el climax sales y me haces terminar utilizando tu boca.

Laura quería que fuese Carlos en el que obtuviese placer, pero no sabía si llegado a ese momento resistiría la tentación.

Carlos estaba disfrutando mucho mientras su polla entraba y salía del coño de su sumisa. Sabía que él podía obtener placer cuando quisiera, pero quería comprobar hasta que punto Laura antepondría antes su placer al de ella. Si su esclava continuaba con aquel vaivén él tampoco podría evitar terminar, por lo que se quedaría con la duda de la decisión de Laura. En ese momento la joven sintió como se aproximaban oleadas de placer y aunque tuvo un segundo de dudas, se bajó de la polla de Carlos y empezó una fuerte mamada hasta que el semen de su amo llegó a su lengua.

-Buen bien, gatita, lame toda la leche. Estoy orgulloso de ti. -Y al decir esto dio un beso en la cabeza de Laura. Un beso que para ella fue más placentero que varios orgasmos. A pesar de que la ya la había follado en varias posiciones y el semen de Carlos bajaba ahora mismo hacia su estómago, nunca le había dado un beso cariñoso, mucho menos en los labios.

-Como te has portado tan bien estos días te voy a dar un regalo. Te he dejado en el baño la ropa que vas a ponerte. Dúchate y arréglate, que esta noche nos vamos al cine.