La sumisa de Internet (Parte 4)

En esta cuarta parte hago que Ana descubra los placeres del sexo en espacios públicos y de ser observada.

Estuve la próxima semana y media sin apenas comunicarme con Ana, tuve poco tiempo y a parte quería que ella echara de menos los placeres que obtenía conmigo. A los cinco días ya empecé a recibir mensaje de súplica para una nueva sesión por su parte. Aquello me alegró pues había logrado despertar su lado más sumiso y prácticamente se había vuelto adicta a el.

Cuando noté que estaba lo suficientemente desesperada por volver a sentirse como una perra decidí citarle en una cafetería del centro de la ciudad. Mis planes para hoy eran prácticas algo mas… publicas.

Legué a la hora acordada y ella ya estaba esperando. Nos fuimos a la mesa más apartada de todas en el interior del local y pedimos un par de cafés.

- ¿Como has estado, Perra?

- Deseando verle, amo.

- Lo he podido notar, no parabas de suplicar una sesión. Te has vuelto en una buena esclava, que solo sabe servir ¿Cierto?

- Cierto. Llevo toda la semana esperando órdenes para sentirme bien…

- Hoy las tendrás, y haremos una sesión especial.

Saqué de mi bolsillo un vibrador huevo con mando a distancia y se lo entregue.

- Quiero que lo introduzcas en tu coño ahora mismo, aquí.

Por un momento se puso nerviosa y miro a la gente de nuestro alrededor. Dudó por unos instantes pero acabó cumpliendo la orden. Como llevaba puesta una falda le fue bastante sencillo de cumplir en poco tiempo. Nadie pareció darse cuenta a excepción de un hombre que estaba dos mesas a nuestra derecha, que se había quedado embobado.

- ¿Ves al hombre mayor de nuestra derecha?

- Si, amo.

- Quiero que te abras de piernas en su dirección y te masturbes disimuladamente.

Lo hizo sin rechistar y en apenas medio minuto estaba dando un espectáculo erótico al hombre que parecía estar contento con el panorama. Cuando vi que estaba concentrada y se le había ido toda vergüenza decidí activar el vibrador a una potencia media. Su cuerpo empezó a tener espasmos y un gemido que no logró controlar salió de su boca, definitivamente había tenido un orgasmo nada más encender el vibrador.

- Vamonos.

Me levanté y empecé a caminar sin darle tiempo a recuperarse de aquel orgasmo, me siguió como pudo, aun teniendo espasmos más ligeros.

- Ha sido… bestial, amo. Gracias por ese regalo.

- ¿Cómo te has sentido al ser observada por aquel señor mayor?

- Me he sentido como una puta… y me ha encantado, amo.

- Pues acabamos de empezar, vamos a ese parque.

Me dirigí a uno de los bancos del parque y me senté, en aquel momento estaba muy tranquilo pero no tardaría en empezar a pasar gente por allí.

- Quítate las bragas y el vibrador y damelos.

Esta vez ni siquiera se preocupó de que alguien pudiera verla quitándose las bragas en medio del parque. Bajé la bragueta y saqué mi pene que ya estaba más que despierto por la situación.

- Siéntate sobre mi dándome la espalda y mete mi polla en tu coño obviamente.

Se sentó despacio sobre mi y empezó a introducir mi pene despacio. No se lo permití e hice algo de fuerza sobre ella para que cayera sobre mi pene y entrara entero en menos de un segundo. Dió un fuerte gemido de placer.

- Vas a ir follandome despacio por ahora, y vas a ver como pasa gente por delante tuyo mientras estas follando. Quizá se den cuenta de lo que estás haciendo y si es asi, quiero que le enseñes las tetas a quien sea ¿Está claro?

- Pero… eso es muy humillante, amo.

- ¿Acaso mereces algo que no sea ser humillada?

- No, amo. No merezco nada más.

- Buenas respuesta, no me gustaría tener que castigarte -Tras estas palabras dirigí mis manos a sus pezones y los retorcí con toda mi fuerza. Gritó muy fuerte por el dolor y note como su vagina se humedeció aún más si eso era posible.

- ¡AMO! ¡ME PORTARÉ BIEN PERO NO ME CASTIGUE POR FAVOR!

Seguí retorciéndoselos unos segundos mas y acabe liberandole de su castigo.

- Así me gusta, no quiero una sola réplica más de lo que te diga. Ah y por cierto, no puedes correrte en todo este rato, si lo haces habrá castigos muy severos.

- No lo haré, amo. Haré todos mis esfuerzos por aguantar.

Empezó a subir y bajar, al principio muy despacio, lo cual no pareció llamar la atención de nadie. Pero entonces le ordené que subiera la velocidad, lo cual sí que empezó a llamar la atención. El primero en fijarse fue un chico de unos 30 años, se quedó mirando sorprendido por ver a dos personas follar en un banco sin ningún disimulo.  Cuando ella se sacó las tetas para él, se quedó aún más tiempo mirando. No parecía querer irse, pero acabó haciéndolo.

- Dejate las tetas fueras mejor, que la vea cualquiera que pase.

Obedeció y seguimos así durante un rato. Pasaron varias personas y prácticamente todos se quedaron mirando, centrados en sus pechos que iban de arriba hacia abajo al ritmo de las penetraciones. Cuando estuve por acabar le ordene que se arrodillara y me la chupara mientras se masturbaba. Lo hizo a pesar de estar pasando gente y acabe manchando su rostro de semen al momento en el que ella misma se corrió, pareció ser el orgasmo más potente que había tenido hasta ahora. Se sentó a mi lado totalmente exhausta después del sexo y el orgasmo.

- Ha sido el mejor orgasmo de mi vida, amo.

- De momento. Te haré tener otros mucho mejores.

- Por favor, hágalo, amo. Adoro ser su perra.