La suite (Después de la cena)

Para mi novio y su mejor amigo, yo soy el postre perfecto... quedan con ganas de repetir.

Cena en el restaurante Chez toi. La suite.

"Abres el bolso. Buscas las llaves –y mi mano palpa, amasa tu culo, lo pellizca, lo aprieta-, Alcanzas las llaves y eliges la correcta –y sientes mi mano ya dentro de tus bragas-. Introduces la llave en la cerradura y cuando giras, mi dedo ha encontrado ya lo que buscaba. Empujas la puerta y aciertas cuando piensas que, esta noche, mi perverso juego aun siquiera ha comenzado…"

Las primeras de cambio (ella)

Me has comprometido a continuar relatando lo que sucedió después que abrí la puerta y entramos. Contigo mis promesas pesan siempre, te aprovechas de mí. Lo sabes, sacas partido de cada uno de mis descuidos. Te doy la uña y te tomas el brazo. Pero eso me puede y lo sabes, mi debilidad es tu fortuna. La nuestra y la de aquellos que pueden gozar de mi cuerpo por causa tuya.

Entramos apenas a la sala, tu mano dentro de mis coño, tu dedo hundido en mi vagina, empapada de los jugos que no he dejado de verter, producto de mi excitación, estoy al borde. Al borde porque desde que salí contigo al restaurante me has puesto a mil, las escenas en la mesa, las del parking, giran en mi mente como si le hubieran pasado a otra, que no a mi. Tus "amigotes" tomando turnos para poseerme y tú viéndolo todo, dejándolos hacer. Facilitando todo al entregarme. Todo provocado por tu proceder y tus comentarios entorno a tus pretensiones de la noche, de follar a la novia de ese otro, que nadie nombra, pero que todos tienen presente. Sin embargo, al llegar, tienes algo más preparado.

Sentirme capaz de ser tan puta, con todas sus letras, me enerva y me excita. Si pienso en mi novio, te echo de mi casa, por eso hago como si no existiera… prometí hacer lo que pidieras esta noche, me arrancaste esa promesa en la cama; (definitivamente, en ese momento no era dueña de mí). No quiero ya arrepentirme.

En medio de la sala, te las ingenias para desanudar de nuevo mi vestido; que más que vestido es ya un desastre, halas un poco la falda para dejarla caer mientras me ves quedar casi desnuda ante ti, peor que desnuda, sólo las medias de liga, las sandalias altas y tus alas, nada más. Te alejas para verme en aquel estado. Mis mejillas enrojecidas, el labial corrido, un poco por todas partes…los magullones en mis senos dejados por el imbécil a quien me has entregado. Noto tu mirada de satisfacción, siento un mezcla confusa de sensaciones, miedo, rabia, decepción, vergüenza y deseo. Deseo de ser tuya, como otras veces, pero de cierta manera diferente a otras veces. Hoy has ido más allá de lo que esperaba.

Tanteas algo en tu bolsillo, sé qué, son mis bolas, las que antes sacaste. Para mi sorpresa, las lames, las chupas introduciéndolas en tu boca completas… te acercas a mí y hurgas de nuevo mi entrepierna, las separo, incapaz de oponer resistencia, así me tienes. Separas los labios de mi coño, buscas mi orificio y ensayas introducirlas. Intento relajarme, pero aun así me molesta, eres algo tosco, no sabes… acerco mi mano a tu mano y te las quito.

– No necesito ayuda. Te digo, Sola, me las puedo poner.

No me dejas hacerlo, me haces sentar en uno de los sillones, me abres de piernas con exageración innecesaria, grosera.

– No se, pero puedo aprender y para luego es tarde.

Y ya más expuesta que en la consulta ginecológica, aciertas a meterlas, primero una, luego la otra… Muerdo mis labios para aguantar. Lo notas, no dejas de mirarme. Te divierte.

Una vez logrado tu objetivo, te entierras entre mis piernas y te dedicas a lamerme y chuparme…poco te importa el imbécil que se derramó antes, el sabor de mi coño te enloquece y por eso, ni te enteras de otros gustos. Me vuelves loca, trato de moverme pero tus manos, apoyadas en mis piernas me mantienen en esa posición. Tomo tu cabeza, trato de retirarte y más te hundes en mi, entonces, me abandono a tus caricias y al placer.

Llega mi orgasmo, el tercero en lo que va de noche, tiemblo deshecha entre tus dientes, te separas para ver mi cara, mientras continuas atormentando mi botón con tus dedos. Viendo como la cara me cambia de colores y como sudo copiosamente después de haberme corrido. - Para ya, te digo, casi suplicando. Veo tu cara, bañada en mis jugos. Te acercas a mi boca y me besas, obscenamente, penetrándome con tu lengua, aplicándote a fondo. Sintiendo mis labios carnosos, hinchados por las mordidas que les he dado al contenerme.

Te separas de mí, te levantas del piso y me haces señas de que te siga.

Te detienes al otro extremo de la sala. Y los ojos se te pierden en mi imagen, el brillo de mi entrepierna, producto de mi flujo, las medias húmedas, mis senos en suave balanceo, yo camino despacio, viéndote directo a los ojos. - Ven aquí putita -Dices en voz baja. Busca cabrearme aun más, si cabe. Llego a ti, me tomas por los hombros y me das vuelta, tus manos van a mis senos, me acaricias lascivamente, luego te separas y te das vuelta. No te veo, te siento dar un par de pasos y volver. Me cubres los ojos con algo, un tejido suave, por primera vez siento algo de temor, miedo a lo desconocido, a qué será lo siguiente que harás, en parte porque ya se de lo que eres capaz.

Bajas tus manos de mis hombros a las muñecas y me juntas las muñecas atrás y las atas. Estoy a tu merced, lo se. Lo peor tú lo sabes. Te pegas a mi, me recuestas tu sexo, noto tu abultado pantalón.

De nuevo siento tus manos, que recorren mi cuerpo, presionando, apretando, estrujando… un instante después siento tus labios, besando y chupando a diestra y siniestra. Por un momento sobre mi pecho, chupas, soplas, acaricias y luego en otro sitio, mi vientre… mi cuerpo se eriza, me siento tan excitada que estoy al borde de gritar. No se cómo me contengo.

Dejas de tocarme, te retiras durante unos instantes que parecen eternos. Escucho tus pasos acercarse, te escucho decir: - Hoy nos vamos a empalagar putita. Lo siguiente que siento es un líquido viscoso caer sobre mi espalda, correr suavemente y tu lengua ir al rescate, recoger esa gota furtiva. Uhmmm te escucho gemir, estás deliciosa. Tiene razón tu novio cuando dice que eres de arequipe. Lo mencionas y el remordimiento vuelve a aparecer, me siento en verdad una puta. Otro chorrito se deja caer de mi hombro a mi seno, siento tu lengua, tus labios chupar, mis pezones tan duros y calientes que duelen. Te relames, me chupas los senos. Creo que este es un bocado muy generoso, no sería justo saciarme de él antes de acabarlo –dices- no entiendo bien el sentido de esas palabras.

La sorpresa

No hizo falta una nueva gota en mi hombro va hacia el otro seno y siento que con tu mano bajas y untas mi sexo. Respiro con dificultad, escucho otros pasos que se que no son los tuyos, Hay alguien más en la habitación, me digo, si pudiera abriría los ojos como platos, mi respiración se altera aun más. Mi corazón late con fuerza. Quien podrá ser, en qué momento entró. Sin darme tiempo a pensar, ese otro comienza a chupar mi sexo, imagino que de rodillas, mientras tú sigues comiendo mi cuello, mis senos, no pareces tener prisa alguna.

La otra persona se aplica a acariciarme las nalgas, apretando mi coño a su boca, penetrándome con su lengua, con sus dedos, masajeando mi clítoris. Siento que mi espalda se arquea de nuevo, tiemblo, me sostienen entre sus brazos. Y disfruto de un nuevo orgasmo, mientras me besas, ahora se que lo que me colocabas en el cuerpo era miel… También me besa otra boca, es la boca de un hombre, su lengua, su manera de besar, todo me excita, ya no me resisto, no me importa quién sea de momento, me entrego a sus besos a sus manos que ahora me recorren, apretando mi talle, acercándome a su cuerpo. Sus labios y sus caricias, se mezclan con la saliva que has dejado tú antes. Me dejo llevar en un mar de sensaciones, de caricias, lenguas y manos. Sólo siento.

Deja que te muestre bien lo que puede hacer por mi esa boca golosa –dices dirigiéndote a tu amigo- y escucho el ruido de tu cremallera al bajar, se lo que quieres, me besas, presionas suavemente sobre mi hombro y entiendo la seña, no hay que ser un genio para saber lo que esperas, me arrodillo, resbalando por tu cuerpo, rozando con él, mi cuerpo desnudo. Sintiendo al pasar mis senos, la rigidez de tu polla. Abro mi boca, no se donde está tu polla, me tropiezas con ella la cara, hasta que la ubicas cerca de mi mejilla, Siento su presencia y estiro mi lengua hacia ella, lengüeteo la punta, chupo el capullo, me tomas de la nuca e insertas tu verga hasta el fondo, 16 cm. de carne hundidos en mi boca, los cuales lamo y chupo a placer, arrancando gemidos de tu garganta. La bolas –dices- chupa mis bolas cariño. Me revienta que me llames "cariño", como si no supieras mi nombre. No tengo chance de argumentar ni de discutir, me aplico a seguir dándote placer.

Siento que otras manos acarician mi espalda, mis caderas, en esa posición mi culo esta expuesto y considerando que mi vagina está ocupada con las bolas, imagino que será mi otro orificio el que falta por llenar. Me preparo para lo peor y continúo felándote. Siento unas manos acariciar mis nalgas, siento un dedo hurgar mi orificio, primero con los dedos índice y medio, luego con su lengua, la caricia era delicada, divina. Haciendo por momentos que olvidara todo, que tenía la boca llena de tu polla, que estaba a punto de ser sodomizada, que estaba convertida a voluntad en tu puta y que no tenias reparos en demostrármelo, en hacérmelo sentir mientras empujabas tu polla en mi boca.

Sin reparo, aquel hombre enfilo su polla hacia mi culo, separando con sus pulgares mis nalgas y dejando al descubierto mi oscuro agujero. Sentí su capullo tocar mi agujero, lubricado con su saliva, un empujón y lo tuve dentro de mi, siempre he disfrutado del sexo anal, sin embargo, debo decir que aquella penetración era en todo diferente, a cada acometida la acompañaba la vibración de las bolas en mi sexo, si eso no fuera poco, mis jadeos eran ahogados por la polla, tu polla que daba indicios de reventar en cualquier momento, imagino que por la excitación de verme utilizada, por tu misterioso amigo. A quien creí mudo, de no haber sido por el argggggg que exhaló cuando estuvo a punto de venirse dentro de mi, llenando mi culo de leche caliente, casi al tiempo que tú terminabas en mi boca, mientras yo trataba readministrar mi respiración para poder tragar y respirar. Respirar y tragar… y disfrutar, porque mientras ustedes hacían de mi uso, yo me sentía llevada a un punto entre la realidad y la ficción. Porque no podía ser real tanto placer, las manos de tu amigo en mi coño, a veces entrando, empujando las bolas, halando, otras veces apretando mi botón, me arrebataban toda resistencia mental, si es que quedaba alguna. Lo disfruté como loca, incluso cuando parte de la leche de ustedes dos caía, sea en mis senos, sea en mis nalgas.

Cómo podía sentirme tan bien, estando en tal estado, llena de semen, saliva, sudor y miel, supongo que es algo irracional. Me acariciaste el cabello satisfecho, como se le hace a los perros, sentí. Yo estaba agotada. Me levantaste, me llevaste al cuarto de baño, abriste la llave, escuché correr el agua, sentí el vapor caliente, llenar ese cuarto, sentí el aroma dulce de mi espuma de baño. Me abrazaste y me dijiste al oído, - sé que te ha gustado, lo has disfrutado. Tenías razón, asentí. Tus manos desataron las mías. Contuve las ganas de lanzarte una cachetada, además aun no te veía la cara. Antes de quitarme la venda, me diste un beso, tan apasionado como sincero, sublime, lo sentí en todo el cuerpo, calmando mi orgullo herido.

Me quitaste la venda, colocando tu mano sobre mis ojos para que la luz no me molestara y me diste otro beso, suave en los labios, mientras mis ojos se adaptaban a la luz. Entré en la bañera, la espuma y la temperatura del agua eran perfectas. Los dolores de mi cuerpo se fueron alejando y supuse que estarías en la sala despidiendo a tu amigo o fumando un cigarrillo. Lo que daba por seguro, era que no querrías nunca, que yo supiera quien me había follado, con quien me habías compartido.

En mi mente las posibilidades se multiplicaban a la "n", sería alguno de los de la otra mesa, o acaso el mesero, o los del parking o el maître. Preferí no pensar en ello por ahora. Me dedique a mi cuerpo, a limpiarme, era lo único susceptible de limpieza en aquel momento. La consciencia, esa, quedaría irremisiblemente sucia, le había faltado a mi novio, y no solo con uno, sino con cuatro y lo peor, ni siguiera sabía con quien había estado. Al menos a los del parking, les había visto la cara.

Entonces, llegaron voces desde el salón, no eran gritos, pero si una acalorada discusión y yo era el objeto de la misma. Te escuchaba decir:

  • ¿Todavía aquí? Dijiste que después te marcharías, ese fue el trato y he cumplido.

  • Crees que la dejaré contigo cabrón. Es mi novia la que está allí. No lo olvides.

  • ¿Tu novia dices?, deja me río. La acabas de ver, disfruta siendo follada por mí. Y por quienes yo decido.

  • No voy a discutir…Eres muy cabrón Ángel.

  • No me voy a ir, así de claro te lo pongo. Esta noche, ella eligió estar conmigo, de modo que eso es lo que tendrá, ni más faltaba. Además, cómo le explicarás que aceptaste compartirla, que te excitaste viéndola follar conmigo la otra noche, cuando le arranqué la promesa de volver a salir conmigo. ¿Le confesarás eso? No capullo. Tú te vas. Aquí te la dejo mañana, eso si bien folladita.

Escuché la puerta de salida cerrarse, no lo podía creer, no salía de mi asombro, mi mente funcionaba a su máxima capacidad. ¿Qué hacer? Eran los dos un par de cabrones. Como lo veía podía hacer una pataleta, salir, insultarte y echarte de mi casa. Aunque no creía lograrlo, ya que cuando te empeñas, logras convencerme, con relativa facilidad. Podía no hacer nada, actuar como si no hubiese escuchado nada, eso al menos me daría tiempo de pensar un poco más, qué hacer. Además de decidir como actuar frente a ese otro, "tu amigo" "mi novio".

Viniste por mí al baño, me dejé consentir, me dejé secar y acariciar mientras me ponías crema humectante. Me llevaste a la habitación y volvimos a follar, intensa y salvajemente, hasta que en la mañana besaste mis labios y te marchaste.

/// Días después

Los dos recibirán lo mismo. El no-vio (él)

Ángel ha invitado a una hermosa putita a su casa (la mía), la misma putita de la otra vez (mi novia)... si saben a lo que me refiero.

Ella ha venido como él se lo ha pedido, trae una mini falda en cuero marrón, medias, zapatillas y un suéter de cuello alto. El cabello recogido en una coleta alta. Se ha puesto un carmín casi rojo, delineado los ojos con color negro y sombras marrones. ¡Tiene un polvo mi niña!

Está divina. Lo mira desafiante a los ojos y le dice en tono meloso:

  • ¿no me invitas a pasar?

Él vuelve a mirarla de arriba abajo y la hace pasar, apenas le deja espacio para pasar y aprovecha para rozarla.

Le dice al oído, pareces una putita, ella se voltea airada y alza la mano para darle una cachetada, que él detiene en el aire y la atrae por la mano hacia sí, sin mediar palabra, la besa, la viola con la lengua regando el carmín en torno a sus labios.

  • No perdamos tiempo, le dice Ángel. ¡Desvístete! Sin darle tiempo a pensarlo, le dice, -comienza por arriba, cariño, quiero ver tus tetas.

Ella molesta, pero desafiante se saca el suéter alzando los brazos y se lo avienta a la cara, dejando a la vista su par de hermosos senos, represados por un bra de color negro de encaje. (El cual yo le compré)

  • Vamos sigue, demanda con urgencia Ángel

Ella lleva los brazos atrás, para bajar el cierre de la falda y Ángel se da un banquete, disfrutando de la visión de sus senos en esa posición, que pone aun más en evidencia su pecho.

Deja caer la falda y Ángel puede ver ahora la braga que hace juego al bra, ve también las medias negras de liga, con borde de encaje. Él cree delirar... está sublime. Supera con creces lo que él esperaba. (Yo salivo viéndolos).

Se le acerca, la recorre por detrás, por delante, apenas a unos centímetros y se aleja caminando hacia el escritorio (mi escritorio) y busca entre esas cosas algo que parece haber perdido, se voltea hacia ella y le dice: - vamos muñeca quítate el bra, te queda divino, no lo niego, pero quiero verte sin él.

Ella se siente retada, herida en su orgullo, pero sumamente excitada, esa aparente indiferencia de Ángel, ese dejo de soberbia en su voz, de irreverencia, la hace desear tenerlo a sus pies, aunque eso le cueste doblegarse, humillarse. Ya sin el bra, lo mira a los ojos y él vuelve a besarla de la misma manera procaz y lasciva... mientras le toca los senos, apretándolos, ella se contiene, atrapando los gemidos.

Él baja sus manos por los brazos de la putita y atrapa sus manos a la espalda, las sostiene allí con un precinto de plástico, del que se utilizan para amarrar cables, dejándola de momento inmóvil.

Ella echa chispas por los ojos, se siente engañada... él muerde sus labios... - No te molestes "mi niña", debo tomar las previsiones necesarias.

  • Necesitas amarrarme para eso.

  • "Mi niña" -dice con sorna- es sólo un juego.

Ella entonces se relaja un poco, sabe que esos juegos le producen mucha excitación y confía en Ángel, aunque no deba. (Bien que se lo he dicho)

Él le venda los ojos y luego de eso ella se sabe en sus manos...

  • Eres tan cabrón...

  • No me hagas pensar en vendarte también la boca putita, porque no quisiera ni pensar en perderme el placer de gozarte por allí.

Ella tiene claro que a Ángel le encantan sus mamadas. Esboza una semi-sonrisa. Ángel no está dispuesto a ceder terreno, por eso decide seguir con su guión.

  • De hecho putita, quiero sentir como me lo mama esa boquita golosa que tienes, arrodíllate cariño.

Ella lo hace como parte del juego, comienza a dar lametones en su  ya erecta polla, lame los hilos de lubricación que aparecen abundantes en la punta de la polla de Ángel, se introduce la polla en la boca y comienza un ir y venir, a lo largo y ancho, que pronto hará acabar a su amante. Sin embargo, él la detiene y le dice que lo espere. Ella no sabe a dónde se ha ido, pero queda amarrada y a oscuras en la sala (tu sala).

Mientras espera, llega alguien a la sala... (yo) se siente observada de momento. El recién llegado tiene ante sus ojos una visión magnifica e inesperada, excitante por demás, la misma putita que compartió con Ángel la otra noche, ofrecida por lo que puede entender en bandeja de plata, lista para ser disfrutada.

No pierde tiempo y se quita la ropa, bien conoce los hábitos de la "niña" y poco le extraña o poco le importa qué hace allí. Le tropieza con torpeza la cara con la polla, casi erecta, ella entiende el gesto y abre la boca, dispuesta a recibir la polla, ni sabiendo si es la misma o una diferente. Le da el mismo tratamiento, llevando la punta de la polla a su máxima expresión, lamiendo y relamiendo aquel trozo de carne firme, que parece crecer en su boca.

Él sostiene el tronco para que ella se dedique a sus huevos y ella así lo hace, metiendo el escroto en su boca, chupándolo y soltándolo, para dedicarse al otro, los nota tensos y sabe que el hombre cuya polla mama, está a punto de venirse, ella vuelve a ocuparse de la barra que tiene en frente y se dispone a mamarlo, acelerando el ritmo, él llevado por la excitación la toma de la nuca y ella escucha sus jadeos que inequívocamente anuncian que se correrá...

  • ...aaaahhhh, ahhhh, ahhh gime él, mientras largos chorros de esperma caen un poco por todas parte, mientras ella trata de beberlos todos... Él (yo) se divierte al ver gran parte de su corrida en su cara y en sus pechos, incluso en sus piernas. Se inclina hacia ella y la besa, le chupa los labios, en un gesto tierno y agradecido, la levanta, tomándola por la cintura, la sienta en la mesa de centro y la abre de piernas, coloca un cojín debajo de su cadera, para ponerla cómoda y se lanza a explorar su raja por encima de las bragas... siente sus temblores, nota su botón abultado, sus labios vaginales calientes y húmedos pegados a las bragas de encaje. Él se dedica a besar el borde de las medias, mientras introduce sus dedos por debajo de la tela de la braga y la masturba, nota su lubricación abundante, sedosa, nota su olor, lo aspira. Ella gime, tiembla, se estremece, mientras él chupa la cara interna de sus muslos y el borde de la braga, pasando la lengua por todo el borde.

Él besa el monte de Venus por encima de la tela de la braga, apretándose con fuerza contra ella.

  • ¿Ángel? dice ella.

Y entonces él (yo) entiende que ella no lo esperaba, mucho le provoca follarla y partir dejándola hasta que Ángel aparezca, supone que aquel no estará lejos, pero no quiere cruzar palabra, le da rabia que se sigan viendo ella y él a sus espaldas. Es obvio.

Continua masturbándola, hasta provocarle un orgasmo, arrggg, gime ella, casi en un grito. Él entonces se separa, la besa en la boca y la deja a su suerte. ("Mi niña", hoy dormirá con otro).

Ella queda confundida, no sabe si fue Ángel o algún otro, siente algo de vergüenza, aunque está terriblemente excitada. Es posiblemente lo que más la avergüenza.

Ángel ha presenciado la escena anterior, con rabia primero y luego con morboso placer, se acerca y la desata. Primero las manos, las cuales ella se frota a la altura de las muñecas y luego con cuidado, la venda de los ojos. La besa, con un beso que sabe a revancha. Ella no se atreve de momento a preguntar si fue él o no con quien estuvo hace apenas un rato.

Ella sigue sentada en la mesa de centro y Ángel retoma el trabajo iniciado por otro (yo), baja hacia su ingle la lame, la besa, la chupa, pasa los dedos por el borde de las bragas y las baja, ella trata de incorporarse, él se lo impide empujando con suavidad su abdomen. Saca las bragas por sus piernas. Va ahora por sus medias, donde yacen secas las gotas de semen de quien se escurrió primero sobre ella (yo). Acaricia lascivamente el borde de la liga y desliza la media, ella se eriza... se toca los senos, él disfruta de la vista... toma los dedos de sus pies y los besa, pasa la lengua por sus plantas, las chupa, provocándole cosquillas, ella ríe y lo mira. Él va por la otra media, chupando primero el borde de la entrepierna y lamiendo muy cerca de su raja, oliendo su sexo, notando sus labios abultados, insinuantes, húmedos... Baja la otra media y acaricia su pie y decide buscar su otro premio, esos labios que lo esperan impacientes, que la hicieron llamarle, que ahuyentaron al invitado inesperado, (yo).

Entra en contacto su boca con los labios vaginales y pronto su lengua se apodera de la almeja, la saborea, bebe sus jugos, se deleita adentrándose en la gruta, ella lleva las manos a la cabeza de Ángel, tratando de hundirlo más dentro de ella. La putita tiembla inconteniblemente, está próxima a tener un orgasmo, él acelera su lengua traviesa y de pronto un líquido abundante empapa su boca, lo degusta, complacido.

Ella no se ha quejado, ni un poquito, por lo que él supone que lo sucedido le ha gustado (yo también).

Se coloca de rodillas y está listo para empalarla, aprovecha su abundante lubricación y se la manda hasta el fondo, sin aviso ni protesto. Se la cepilla duro y bien, arrancando en cada envite gemidos de placer, ella lo araña, se aferra con sus dedos a sus brazos, a su espalda, lo cual aumenta su excitación y acelera su ritmo, no pudiendo contener más se derrama en ella, sintiendo como escurre su fela entre las piernas de la hermosa putita, directo hacia la alfombra (mi alfombra).

En medio de temblores, cada vez menos fuertes, él deja caer el sudor sobre ella, la besa, la mira sonreír satisfecha.

  • Te ha gustado putita.

  • ¡No me llames así! le dice ella mimosa, como una nenita.

  • Pues déjame decirte, que es lo que eres, o cómo llamarías a alguien que folla con cualquier hombre que se le pone de frente

  • ¿Cómo dices? No es cierto. Con los ojos abiertos como platos.

  • Oh si "mi niña", si que los has hecho y de qué manera, he gozado viéndolo, yo mismo no lo creía.

  • ¡Eres el peor!, te detesto Ángel, le dijo con verdadera rabia.

Ángel la atrajo hacia él y la besó, al principio ella se resistió, pero se fue entregando a sus besos y su propia excitación. Él la llevo a su cuarto, había abusado ya demasiado de la hospitalidad del señor de la casa, (mi casa) y ya en la habitación continuaron follando por todos los agujeros. Al menos eso imagino.

Al despertarse la putita (mi niña) le reclamo a Ángel si de verdad la había vuelto a compartir con otro, en sus ojos había un brillo, quizás de una lagrima o tal vez de esperanza de que no fuera cierto, él quiso compadecerse de ella, decirle que no lo planeo así, que fue algo inesperado e inevitable, pero no lo hizo.

  • Es así como se trata a las putitas como tú, le dijo, además pareces disfrutarlo "mi niña".

  • No me llames así, dijo ella embravecida,

-Te llamo como se me antoje, estamos en mi casa y aceptaste ser mi putita ¿no es así?

  • Tuya si, pero no pensaba que me compartirías con otro.

  • Lo haré cuando me apetezca, verte gozar

cariño

y hoy has gozado, te vas a casa bien folladita, ¿a que si?

  • Eres imposible, no te soporto.

  • Pero te gusta lo que te hago, si no, no volverías.

Ella admitió en silencio, él tenía razón, ella lo buscaba por gusto... y siempre salía satisfecha.

Ella seguirá siendo para mí, "mi niña", para "Ángel" la putita "cariño" simplemente, esclavos unos de otros en este juego perverso, de entrega y dominación.