La suerte está de su lado
Cuando la atracción en superior a la razón, solo nos queda apelar a la suerte y entregarte a la pasión. ¿Qué sucederá con la pareja de cómplices cuando estén en su oficina? se entregaran al placer sin medir sus consecuencias.
Todo en su trabajo estaba exactamente igual, después de haber probado el fruto prohibido no podía verlo como un simple compañero de trabajo, Le costaba mantenerse alejada de sus brazos, lejos de sus besos. Le costaba trabajo verlo sentado frente a ella en su ordenador y no entrar en calor. A ratos sentía que las ganas de plantarse frente a él y enseñarle su desnuda entrepierna no era tan alocado como se lo imaginaba. Desde el momento en que llego a la oficina su entrepierna se humedeció y su personalidad juguetona la obligo a despojarse de su ropa interior.
Se dirigió al baño donde se refresco el rostro, se despojó de toda su ropa interior y dirigió a su puesto de trabajo con la excitación más evidente de lo normal, pero al cruzarse con su ardiente mirada una vez más la gobernó su deseo, sin importar que su jefe y demás compañeros de trabajo estarían por llegar en unos minutos. Se plantó en su escritorio y decidida a provocarlo como él lo hacía con sus miradas, comenzó a morder sus labios e incitarlo a perder el control.
Acerco sus grandes pechos a su rostro para que notara lo receptivos que estaban sus pezones bajo la delgada tela de su vestido y que una vez más el deseo lo volviera a dominar y que al igual que ella perdiera el control totalmente, derribando las barreras. No recibió una respuesta clara de sus labios, pero en cuanto sintió las tibias manos de él sujetando con fuerza sus pechos, le dejo claro que él también estaba dispuesto a apostar todo con tal de saciar sus ganas de volver a poseerla.
El muy sabiamente aprovecho su gran escote para liberar sus pechos y mordió con fuerza sus receptivos pezones, dejando un leve dolor que solo la incitaba a facilitarle el camino a su entrepierna. Sus manos; su boca y todo su cuerpo estaban destinados a solo una cosa, Otorgarle placer. Sin importar su blanca piel y la posibilidad de dejar marcas comenzó a besarla y a mordisquear todo su cuerpo, Primero mordió su labio disfrutando de su respiración agitada mientras rozaba su hinchado pene contra su húmeda Vagina. Luego mordió su cuello mientras que con sus dedos la penetraba levemente, lo que saco de ella un sensual gemido. La curvatura incontrolable de su espalda lo incito a volver a sus pechos, y mientras con su mano libre la acercaba a su rostro, con su boca mordía sus pechos, besaba sus pezones y pasaba su lengua entre sus dos senos.
El movimiento de sus dedos en su interior ya no era suficiente, ya tenía toda su intimidad escurriendo sensualidad, como eran sus cuerpos los que se comunicaban ella buscando mayor presión en su interior lo incito con su otra mano a que el ingresara más de uno de sus dedos en su interior, a lo que el obedeció sin reclamo. Comenzó a dar círculos con su mano para aumentar el roce con dos de sus dedos en su interior. Era de seguro que los gritos de ella se escuchaba en las oficinas contiguas, pero eso a ninguno de los les importaba ya.
Él entendía claramente que ella necesitaba mucho más que su mano penetrándola una y otra vez. Pero estaba decidido a prolongar el placer de ambos. Lentamente fue besando su abdomen y posando sus manos en sus rodillas le abrió el camino al cielo. Comenzó besando suavemente su clítoris y soplando un frio aire en su vagina. Esa lenta dedicación la estaba volviendo loca, necesitaba ser penetrada de forma brutal. Pero sus lentas caricias la excitaban como nunca la habían excitado. En ese momento estaba dispuesta a darle lo que él le pidiera, la tenía a su entera disposición. Deslizo su lengua a lo largo de sus entrepiernas, besando sus muslos, pero sin duda lo que más le excitaba era el juego de su barba en el borde de su vulva y el jugueteo con su clítoris. Era tal el placer que sin siquiera pensarlo se corrió de forma brutal en sus labios y aun cuando su impulso fue cerrar sus piernas, él no se lo permitió, bebió todo su excitación con placer sin darle descanso. Siguió lamiendo su clítoris y penetrándola con su mano. Ella se quedó ahí con los ojos cerrados para disfrutar su orgasmo hasta el fin, sin casi notarlo él se alejó, y al no sentir su cuerpo abrió sus ojos para buscarlo, lo que no resulto muy difícil ya que lo tenía de frente mirando su expresión con unos ojos que ardían, se había separado un segundo y ya tenía su pene erguido y a centímetros de su vagina. Con una sonrisa provocadora la incito a que ella le abrazara las caderas con sus piernas. Y sosteniéndole los glúteos la penetro de una vez y sin piedad. Una estocada detrás de otra con una fuerza brutal, poseyéndola por completo, mordiendo su labio para sentir sus gritos en todos los sentidos. La miraba fijamente a los ojos cada vez que la atacaba con sus embestidas. Su vagina estaba tan mojada y receptiva que el roce lo enloquecía, El llegar al fondo de su ser y tenerla por completo en sus brazo lo enloquecía, como era de esperar con semejantes estocadas logro en ella un segundo orgasmo incluso más fuerte que el anterior. Al ver sus ojos llorosos, sus mejillas rojas y sus labios hinchados, más el líquido tibio en su miembro le éxito aún más y ahora con un ritmo mucho más rápido busco su propio placer, quería liberar toda su sexualidad en su interior.
Pero cuando estaba a punto de correse de forma descomunal ella quiso rematar aquel encuentro de una forma muy peculiar. Se bajó rápidamente del escritorio y sin dudarlo metió su excitado y grueso en su boca, mientras con una mano apretaba su pene con su boca lo succionaba igualando el ritmo con el que la llevo a la gloria segundos antes. Con su mano libre comenzó a masajear sus testículos y tras escuchar un leve gemido levanto la vista para observar como lo disfrutaba.
Para él la escena de ella arrodillada, dándole placer con sus manos y succionando su pene lo dejo ardiendo, la tomo del pelo y de forma descuidada la comenzó a mover de adelante hacia atrás, para penetrar a su antojo esa exquisita boquita. Luego de disfrutar ese magistral momento derramo toda su excitación en su boca. La escurrió en los labios; en sus mejillas y lo que no alcanzo a beber, escurrió por la comisura de sus labios empapando sus hermosos senos que aún estaban liberados. Con una sexi sonrisa se limpió lentamente y siguió saboreado su leche hasta la última gota.
Quizás esta vez la suerte estaba de su lado. Ya que nadie alcanzo a llegar para verlos en esas condiciones. Con el alma llena y sus cuerpos cansados se dirigieron a los baños para limpiar sus fluidos y parecer lo más normal posible. En cuanto volvieron a sus puestos ella con disimulo le regalo la braga que llevaba ese día para que recordara la locura por la cual habían tenido la suerte de no ser descubierto. Y con sus cuerpos cansados trabajaron todo el día uno frente al otro, solo una mirada cómplice de vez en cuando y un leve roce por debajo del escritorio.